El Príncipe del Ocaso [Relatos] [Sangre Umbría]

Capitulo 1. El vuelo del ruiseñor.
https://www.youtube.com/watch?v=oN2Xs-MvxLw

El sol desciende entre los árboles muertos de las Tierras Fantasma. A medida que pasan los minutos, los escasos seres vivos que aún habitan el bosque maldito desaparecen. Las escasas luces se desmoronan, y las tinieblas y el silencio se convierten en los reyes de la escena.

La sombra de la noche extiende su manto sobre una tierra que antaño fue diferente. Donde había belleza y naturaleza, ahora solo queda misterio... y terror. El ocaso sólo deja la paz de los muertos, y una calma que sólo unos pocos saben disfrutar.

Un elfo camina sin rumbo aparente, vestido con una túnica y capuchas rojas. Una vez el color rojo significó algo para él. Hoy, decora sus ropajes con cristales viles y símbolos de calaveras y muerte. Este elfo, se llama Tersilav.

En un determinado momento de su vida, se obsesionó con el equilibrio entre la Luz y la Sombra. Cuando la Luz acapara toda la escena, la Sombra debe actuar en respuesta. En este mundo coartado por los ideales de la caballería y el honor, aquellos como él son tratados como basura.

"Estúpidos.", así considera Tersilav a los que desprecian sus ideales. "No hay peor ignorancia que rechazar algo de lo que no sabes nada."

Tersilav reflexiona sobre su futuro y metas sentado sobre un roble caído. Absorto en sus pensamientos, un pequeño ruiseñor lo despierta y devuelve a la realidad. Esta pequeña ave nocturna le sostiene la mirada, hasta que el elfo capta el mensaje.

"Los gorriones siempre traéis malos presagios. Esperaba no veros a ninguno esta noche..." comenta, mientras empieza a escudriñar con magia su alrededor. Detrás de un grupo de árboles detecta una presencia familiar, la de un Tauren que lleva persiguiéndole mucho tiempo.

Ni corto ni perezoso, no trata de aprovechar la ventaja de que este aún no se sabe descubierto. Habla dirigiéndose de forma obvia hacia él: "Hueles a cuadra, toro. Estoy harto de que no te duches ninguna de las veces que vienes a verme."

Enfurecido por la provocación, el tauren de pelaje oscuro abandona su posición para cargar con un rugido. Hacha en mano, corre catapultado dispuesto sin piedad al elfo. Sin embargo este no mueve ni un dedo y, sin embargo, sonríe.

A pocos metros de poder alcanzarle, la mole tropieza hasta caer a los pies de Tersilav. Ahora se retuerce en el suelo, dolorido mientras se sujeta el estómago. "No sé cuantas veces lo has intentado ya. Estoy cansado de que intentes matarme por algo que no fue culpa mía."

Tersilav no gusta de recordar su historia con el tauren, llamado Halian. Y no dispuesto a dejarse amedrentar, no lo hace. Tan solo refuerza la maldición que sostiene sobre el toro, hasta que los quejidos se convierten en gritos a pura voz.

"¡Por favor, cállate ya!" grita Tersilav, molesto. Halian empieza a ser un incordio, y no puede permitirse que aquel tauren estropee sus planes de futuro. Lo mira, y luego al ruiseñor que contemplaba la escena, y visualiza su idea. "Voy a castigarte por esto y, a su vez, recompensar a mi pequeño salvador..."

Entonces, saca las pocas gemas de alma que aún guarda y empieza a conjurar un ritual para intercambiar las almas de los dos seres. "Ahora, sustituiré esos mugidos por el canto de un ave hermosa. Tú, en tu nuevo cuerpo, podrás practicar y, tal vez, algún día, me de por devolverte el cascarón..."

Dicho y hecho. Haciendo alarde de los conocimientos aprendidos durante años, arrancó el alma de ambos seres para intercambiarlas de cuerpo. El ruiseñor, ahora tauren, se incorpora, confundido, con un cuerpo ya libre de la maldición de Tersilav y trata de balbucear. Halian, por su parte, huye tropezando con los árboles en su nueva forma. Tersilav sonríe, esperando no volver a verlo nunca más.

"No hace falta que intentes hablar, Gorrión." dice, mientras se acerca a su compañero animal. "Date un tiempo para acostumbrarte a lo que te he dado. Algún día, cuando hayas aprendido a usar este regalo, quizás vuelva a necesitar tu ayuda." El animal no comprende sus palabras, pero a Tersilav eso le da igual.

Tersilav usa las últimas energías que le quedaban para alterar los recuerdos y la mente del gorrión, ahora en posesión del cuerpo del guerrero toro. Como Tersilav conocía personalmente a Halian, le proporciona al ruiseñor con cuerpo de tauren una nueva identidad, basada en la historia del primero, no sin antes suprimir los detalles sobre su venganza contra el elfo.

De esta forma, volverá a los "quehaceres" de su anterior dueño, y acostumbrará a la nueva alma al potencial del guerrero, de forma subconsciente. La energía oscura finalmente satura el cuerpo del tauren, y cae al suelo aturdido.

En la mañana, un gorrión despertará creyéndose tauren, y pasará de no tener una identidad a apropiarse de un nombre. Hasta el día en que su dueño vuelva a reclamarle.

Tersilav abandona la escena exhausto y apoyado en su bastón, pero satisfecho con la resolución de los hechos. Con Halian reducido a la forma de un ave y un involuntario pero nuevo aliado en Kalimdor, puede viajar tranquilo hacia las Tierras Altas Crepusculares.

Encontrar a la Dama Umbría, Shiannas, es, por fin, su principal objetivo.
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Capitulo 2. Arriba esas jarras, que hay más.
https://www.youtube.com/watch?v=2XtvRB1mMWo

La luz inunda el puerto, repleto de comerciantes aprovechados y soldados pertrechados. Tersilav desciende del barco entre los empujones causados por un par de orco. Gruñe con molestia, y trata de hacerse paso hasta encontrar un espacio más despejado. Tarda unos minutos en conseguirlo, y suspira aliviado al ver que ha conseguido separarse del tumulto militar.

En lo que parece ser una plaza repleta de vaivenes, el elfo trata de escudriñar buscando algo que se distinga como una taberna. No trata sino poco tiempo en deducirlo cuando los primeros borrachos vespertinos empiezan a pelear a la entrada de un local. Niega para sí mismo, decepcionado con el nivel de la Horda. “Así no llegarán a ningún sitio...”, susurra de forma casi imperceptible.

Al entrar en el local, el olor evidencia que ha llegado al lugar en el que menos querría estar, sin embargo, es donde pretendía llegar. El nigromante no acostumbra a dejarse caer por lugares sociales, salvo cuando espera conseguir algo haciéndolo. Y es que, a la taberna, no ha venido únicamente a beber. Se acerca a la barra, tratando de ser un camaleón en el entorno. Sin embargo, sus formas y vestiduras no tardan en delatar su oficio.

Aléjateh del vudúh...” le susurra un troll a otro, los cuales se apartan con presteza. Mientras, Tersilav se planta solitario ante un tabernero con cara de pocos amigos. Sin decir nada, prepara un vaso de la cerveza local y lo pone delante del elfo.

Para ti. Invita la casa. Pero vete pronto.” - No suena a amenaza, sino a solicitud. - “La gente como tú espanta a los clientes, por mucho que la Dama Oscura... os avale.” comenta, sin mirar a los ojos del brujo. Sin esperar una respuesta, vuelve su atención hacia las mesas y manda con gestos seguir serviendo a su camarera, que se había detenido a observarlos con interés.

“No he venido por vuestras bebidas espirituosas, caballero.” - comenta, dirigiéndose al fornido faucedraco que cumple las tareas de tabernero. - “Estoy buscando a una persona, y sé de buena tinta que tú podrías saber algo.”

¿Y quién te ha dicho a ti eso, eh?” - repentinamente, se pone a la defensiva. Su tono suena más irritable y, por un momento, sus ojos brillan de ansia y odio, de ganas de matar. Tersilav, sin embargo, está tranquilo. Sostiene la mirada, con firmeza.

Sin gestos ni más palabras, el Príncipe del Ocaso está buscando entre las personas que más recuerda el tabernero. Si ha llegado a ver a Shiannas... seguramente no la haya olvidado.

Como si una bombilla se encendiera sobre su cabeza, Tersilav sonríe satisfecho. Bendita casualidad que, el tabernero sabía que Shiannas había viajado hacia el sur, lejos de donde se aposenta su hermandad, apenas unas horas antes. El elfo abandona su estado reclinado para incorporarse y quitarle hierro a la situación.

Intuición, querido amigo. Pensaba que los taberneros erais hombres de saber.” - comenta, sin poder contener su sonrisa, mientras hace aspavientos con su mano derecha. La respuesta es imponente, y cargada de ira: “Te he pedido que te vayas. No quiero problemas.

El orco no es consciente, pero al haber explorado su mente Tersilav deja un rastro hacia el que su cuerpo produce rechazo. La mayor parte de las personas sobre las que usa sus habilidades empiezan a desarrollar una actitud hosca. Es una reacción habitual, que complica el uso de su magia.

Ya, ya me voy. Por cierto.” - Los ojos de Tersilav vuelven a iluminarse con fulgor vil concentrados en controlar al tabernero. “¡Una ronda gratis para todos de parte de Tersilav!" - Exclama el brujo, mientras levanta los brazos hacia arriba durante unos incómodos segundos de silencio.

El orco muestra mayor resistencia, quizás al ver peligrar su bolsillo. Pero al final, como todos, acaba cediendo a la insistencia de la magia, que golpetea tratando de controlar su voluntad.

Una... ronda... gratis... para todos..." - las palabras abandonan sus labios a trompicones, pero al final, su simple voluntad no basta. Termina, gritando: "¡de parte de Tersilav!” - los parroquianos estallan en aplausos y júbilo, y acuden en masa a por su cerveza gratis. Vuelta a empezar, Tersilav trata de atravesar el tumulto. Un pandaren le corta el paso, le da las gracias y lo estruja en agradecimiento, muy a pesar de Tersilav.

Abandona la taberna con presteza, mientras se sacude la túnica y piensa en lo difícil que será darse un baño en este frente. Sin embargo, una vez consigue salir al exterior, vuelve a concentrarse en su objetivo.Ahora sabe a dónde ir para encontrar a Shiannas.

No hay tiempo que perder. La Sombra personificada le espera.
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