Jarukan. Marcao'. [Sangre Umbría]

Capítulo 0. Todo negro.

Llamas y humo. Las sirenas anunciaban catástrofe en la madrugada de Pantoque.
-Hamurl, decíah que teníah un barco, ¿verdá?- Jarukan veía cómo el barco en llamas, medio cargamento de khoka y una tripulación masacrada, lentamente acababan en el fondo de la bahía de Azshara. El tauren asintió.
-Hicimos lo que pudimos. Acabaremos con el Callejón, hermano.- Jarukan sintió la mano de Hamurl en el hombro.
-No podremoh soloh.- El trol miró a V’aaly y escupió a un lado.
-Volvamos. - Dijo este en su idioma, devolviéndole la mirada al trol. Una mirada seria y fría en la que se reflejaban los tonos rojizos del fuego.
-Creo que podemos dar con la Familia. Tengo información sobre su paradero en Zandalar.- Las llamas acentuaron con sus sombras el tono grave de Hamurl.
-Pueh vámonoh de aquí echando ohtias anteh de que alguien pregunte.- Jarukan miró de nuevo a V’aaly y se perdieron en la oscuridad del muelle.


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Un dado.
Jarukan sostenía un dado entre sus dedos, a la altura de los ojos. Le daba vueltas y en todas la caras aparecía una calavera. La débil lluvia caía sobre Nazmir.
Sonrió al recordar su entrada arrolladora, junto a Hamurl, montados en un kodo y mandando a un grupo de trols al carajo por un precipicio.
Había vuelto a reencontrarse con la Familia. Quería volver a sentir alegría y en cierto modo casi lo conseguía. Hamurl, Teslyn, Heis. Volvía a sentir por momentos que estaba a salvo y en casa de nuevo. “¿Y loh demáh?” La familia que había encontrado no era la que dejó. Reparó en Drak’gol y Tornen, preguntándose si ellos darían la vida por sus hermanos.

El dado seguía girando en sus dedos.

Shiannas volvió a acogerle como a esos hijos rebeldes que vuelven cuando las cosas salen mal. Le prometió que volvería con gloria para la familia o moriría en el intento.
-Manda cohoneh…-Jarukan soltó una leve sonrisa. La sonrisa de quien se sabe marcado para perder. No se habían cumplido ni una cosa ni la otra.

Detuvo el dado y miró fijamente las cuencas negras de los ojos de la calavera.

Se preguntaba si involucrar a la Familia en sus problemas había sido una buena idea. ¿Acaso no desapareció por lo mismo? Pensó mirando a lo lejos a Shiannas.
Por primera vez en mucho tiempo volvió a sacar el vial con algo de polvo rojo. Se colocó una hilera sobre el dedo y lo aspiró. La lluvia de Nazmir mojaba su cara.

-Iguá la muerte tiene máh que ver con frío que se ehtiende por dentro que un ehtao contrario a la vida. -Pensó para sí mismo el trol.

Por alguna razón esa noche lo veía todo negro.
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Capítulo 1. El lujo de una tumba

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Jarukan miró fijamente a los ojos del no-muerto desde el fondo de su oscura capucha, pero no encontró ni rastro de ella. No quedaba nada de la semielfa que una vez conoció.
-No te lo tomeh a mal. Sabeh que me hubiera guhtao que lah cosah fueran de otra manera.-Jarukan la acompañó caminando hasta Shiannas- Haré lo que sea necesario por el bien de la Familia.
El trol no había separado la mano de la empuñadura del machete desde su encuentro.
-Para ser un secuestro, se parece más a un paseo-. Comentó en un tono un tanto jocoso.
-No intenteh na, tómatelo como un consejo-. Le dijo Jarukan en un leve susurro.
Secuestro no sería el término apropiado, pensó el trol. En su vida pasada había confiado en ella como en el resto de sus hermanos. Habían trabajado juntos para mayor gloria de la Familia. Pero las reglas cambiaron y ella ya no era ella.
Jarukan repasó por un instante con la mirada al resto del grupo. La cercanía con la no-muerte le estaba haciendo plantearse si aquellos a los que quería y respetaba seguían siendo ellos mismos.
¿Qué pensaría alguien que sabe que la muerte no es el final?

El cárabo picoteaba las vísceras junto a la puerta trasera de Orgrimmar. Su cabeza se giró al paso del grupo. En su ojo se reflejaron una a una las siluetas recortadas por las antorchas justo antes de que se consumieran repentinamente.

Jarukan se detuvo un instante y palpó el dado. ¿Qué sabe lo profano del azar? El lujo de ver una tumba en picado.

Miró a Shiannas y de nuevo al no-muerto.
El cárabo levantó el vuelo en la oscuridad.
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Capítulo 2. Tus muertos.

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Jarukan sostenía la vela embelesado por el vaivén de la llama, notando el calor en su cara.
Miró alrededor para asegurarse de que los miembros de la familia dormían o estaban a lo suyo. Apartado, cerró los ojos y respiró hondo.

—Te proponemos un trato: tú nos cambias el humo por sangre y nosotras cortamos el hilo.
Al otro lado de la mesa, justo detrás de la vela, dos niñas orco rayaban la superficie sin levantar cabeza. Cada vez lo hacían más fuerte, y el trol observó que realizaban los trazos oscuros con algo parecido a una barra de carbón.
—No sé quién mier.dah soih. No preguntaba por… —El trol se vio interrumpido por una de ellas.
—Nos conoces pero no sabes lo que buscas. Como a nosotras, no habrá tumba que recuerde tu nombre. —Una de las niñas se giró rápidamente para mirar atrás.
La otra dejó de rallar la mesa y abrió la pequeña mano para soltar el palo negro.
—Ya está —comentó levantando la cabeza.
—Tu pu.ta madre. —El trol se levantó de la mesa sobresaltado al ver que, en lugar de ojos, la niña lo miraba desde dos cuencas vacías y humeantes. Miró al dibujo que habían hecho sobre la mesa: Una puerta abierta, dos ojos en la oscuridad y una boca de macabra sonrisa.

—Como ésta —señaló la otra niña. Su dedito apuntaba a un retorcido pasillo, y al fondo, una puerta que comenzaba a abrirse lentamente.
—¡Loh coj.oneh! —Jarukan comenzó a soplar la vela, pero solo conseguía mover la llama.
—Es inútil —comentaban divertidas—, es inútil. Los gusanos no hacen distinción entre carne y oro. —Las niñas se pusieron de pie frotándose los ojos con sus pequeños puños y los gusanos comenzaron a caer por sus mejillas.
Jarukan soplaba la vela cada vez con más fuerza, sin éxito.
—Recuerda, trol —la voz de la niña se tornó grave, masculina,sonaba a muerte—, las mentiras se pagan caro.

Jarukan agarró la mesa y la volteó contra ellas. Se dio la vuelta para salir corriendo y al levantar la mirada vio al resto de la familia de nuevo en el campamento.
Tragó saliva e intentó recuperar el aliento mientras observaba a Shiannas a lo lejos.
Encontró la vela encendida en el suelo y sin pensarlo la apagó de un pisotón.

Rito de los difuntos: https://eu.battle.net/forums/es/wow/topic/17624583123
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