Varios días después de su transformación Eilyria entraría por primera vez en combate como Illidari, habían abierto un portal hacia un mundo gobernado por la Legion y debían buscar información en él acerca de algo llamado sargerita. No tardaron en entablar combate, uno de los illidari más veteranos gritaba - Un enemigo, una presa, ¡¡Una muerte!! - cada vez que se lanzaba sobre un demonio acabando con su vida. Eilyria aún tenía miedo de usar sus nuevos poderes demoníacos, temía no ser capaz de dominar aquel demonio que ahora habitaba en su interior. Un demonio la pilló por sorpresa y fue cuestión de suerte que evitara un golpe mortal. Ella luchó como le habían enseñado los forestales, pero contra este enemigo no era suficiente. Entonces sintió como un impulso y su brazo se transformó justo a tiempo para desgarrar la garganta de un demonio que la acechaba. “¿Qué haces, chiquilla?” escuchó en su interior. “Lucha” repitió la voz. “No, no puedo dejar que me domine” se repetía ella. Al terminar el día había conseguido salir ilesa sin usar sus nuevos poderes. Pero aquella transformación involuntaria era un aviso, si no mantenía el control el demonio se apoderaría de ella.
La siguiente misión no tardaría en producirse. Seguía firmemente convencida de que podría hacerse más fuerte sin usar sus poderes demoníacos y volvió a entrar en combate, pero esta vez los adversarios eran más fuertes. Había otros reclutas novatos como ella en esta misión pero, al contrario que ella, ellos habían aceptado su lado demoníaco. Uno de ellos quizás demasiado, no pudo controlarse y al final comenzó a atacar a los suyos. Mató a dos de los novatos y se dirigía a matar a una tercera, pero Eilyria consiguió atajar su guja con las suyas justo a tiempo. Entonces el illidari descontrolado centró su atención en ella. Sus ataques eran brutales y ella apenas podía defenderse. “Lucha” volvió a oír. “No” se volvía a repetir. “Un enemigo, una presa, ¡¡Una muerte!!” volvió a escuchar. El mismo illidari de la misión anterior acabó con la vida de aquel novato. - Se puede saber que estás haciendo - dijo dirigiéndose a Eilyria. - ¿De qué nos sirves si no usas tus poderes? Vuelve a tu casa, niña. No puedes proteger a nadie así - Esas palabras calaron en Eilyria. Sylvanas ya no estaba pero ella sí, si Sylvanas no nos podía salvar quizás ella sí.
La joven illidari kaldorei que había sido atacada se levantó y susurró - Un enemigo, una presa, una muerte - antes de lanzarse contra el enemigo completamente transformada. Eilyria, esta vez no dudó, “Un enemigo, una presa, una muerte” se repetía a sí misma dejando que el poder vil recorriera libremente su cuerpo. Demonio tras demonio todos caían ante las gujas de los illidari. Eilyria, la joven novata y el veterano fueron los primeros en llegar ante los comandantes de aquellas tropas de demonios. Lanzando su mantra, los tres saltaron sobre su objetivo y no tuvieron piedad. “Más, más, más muertes” escuchaba en su interior Eilyria. - Lo haré, te saciaré de sangre y muerte tanto como quieras. Pero seré yo y no tú quien controle mi cuerpo, ¿aceptas? - dijo Eilyria. La voz calló durante un largo rato. “Te prestaré mi poder, cazadora de demonios” finalmente respondió.
Eilyria necesitaba matar para mantener contento a su demonio y así lo hizo. Al principio como necesidad, luego se convirtió en una rutina y al final se convirtió en disfrute. Gozaba bañándose en la sangre de sus enemigos. - Yo los salvaré a todos - gritaba extasiada sobre una pila de cadáveres. Pero las razas mortales de Azeroth cruzaron de nuevo el portal Oscuro con la intención de derrotar a su maestro. Poco después de haber conseguido la sargerita todos fueron ellos fueron capturados por Maiev y encerrados.
La Legion volvía amenazar Azeroth, las tropas unidas de Alianza y Horda no eran suficientes y recurrieron a quienes consideraban enemigos. Los illidari fueron liberados y lanzados al frente. Eilyria por nacimiento pertenecía a lo que ahora se llamaban elfos de sangre y fue encomendada a Orgrimmar, la ciudad de los orcos. Le asqueaba el hecho de estar al servicio de quienes habían acabado con la vida de su madre. Al llegar a su destino su sorpresa no pudo ser mayor, quien lideraba a la Horda era Sylvanas. Pero cómo era posible, la última vez que la vio atacaba Lunargenta como una banshee esclavizada. Se presentó ante Sylvanas, había cambiado mucho, no era como la recordaba aunque ella también había cambiado. Sylvanas la miró extrañada, - Me recuerdas a alguien - dijo. - Eso es imposible, mi señora. Es la primera vez que nos vemos - Eilyria prefirió que mantuviera el recuerdo de aquella niña traviesa que buscaba llamar su atención. Pero ahora ella se encontraba al servicio de quien siempre quizo servir. Las palabras de su madre volvía a tener vigencia. “Sigue a Sylvanas, ella nos salvará a todos”.
FIN
P.D.: en realidad lo pensaba publicar mañana, como antesala de Costa Oscura, pero he pensado, ya que parece que la borracha pelo estropajo va a resucitar, que Eilyria vuelva la historia principal después de que ella se levante.