Mareas de venganza.Dos visiones del conflicto

Pero ha perdido el brazo, y ya no es centinela :disappointed_relieved:

¿Solo el brazo? :thinking:

¿? ¿Qué más se supone que debería haber perdido?

Ah es cierto, no me acordaba de aquello.

Ya bueno…y yo ya no soy una sacerdotisa de Elune de facto,somos quienes somos…desterradas o con un solo brazo…somos kaldoreiiiii!!!(que diría Tyrande)

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Yo he perdido mis ojos, mis cuernos, mi ropa… y aún sigo peleando. :sweat_smile:

Bueno, no sabemos a que se dedica ahora. Simplemente ha dicho que ya no es centinela. :smiley:

Hême recorrió los pasillos del palacio hasta llegar a la habitación en la que se había asentado, que era antiguamente una amplia armería pero ahora se había convertido en una habitación corriente, con escritorio y una cómoda cama. Por el camino iba observando su flor, admirando la perfección de la planta. Era ciertamente bella.
Llegó a la puerta de su alcoba, que estaba decorada con motivos viles, y giró el pomo para entrar en su habitación. Allí encontró algo totalmente inesperado.
Sobre su escritorio había una botella de vino de arco, acompañada de dos finas y elegantes copas que descansaban sobre la mesa. Pero eso no era lo más sorprendente, ya que Shivadel estaba sentada en la cama, ataviada con un vestido blanco, largo y vaporoso que resaltaba el color de sus ojos, con las piernas cruzadas y una copa de vino de arco en la mano. La shal’dorei le hizo un gesto a modo de saludo al tiempo que bebía un sorbo de su copa de vino.
-¿Cómo has encontrado este lugar?-preguntó el Illidari sorprendido.
-Bueno… no ha sido difícil. Al fin y al cabo soy una archimaga.- respondió ella.
-¿Y qué te trae por aquí?-preguntó el cazador de demonios acercándose.
-He pensado que… podríamos divertirnos.-dijo la hechicera guiñándole un ojo.
-Vaya, sí que vas rápido… A este ritmo nos casamos en una semana.- dijo Hême.
-He estado diez milenios encerrada en una cúpula…-dijo Shivadel.
-Bueno, si es así… Juguemos un poco.-dijo el Illidari sentándose a su lado.
La nocheterna se acercó a él, cada vez más, ofreciéndole una copa de vino.
-Lo he preparado yo misma… ¿Quieres?-preguntó la hechicera.
-Por supuesto.-dijo Hême al tiempo que bebía el líquido violáceo.- Es delicioso.
Shivadel cogió suavemente la copa de la mano del Illidari y la depositó en la mesa, al lado de la suya. Acto seguido se incorporó y se colocó delante del sin’dorei.
-¿Quieres que te enseñe mis tatuajes arcanos?- preguntó la shal’dorei.
-Claro que sí.-respondió el elfo de sangre dejando sus gujas en el suelo.
La hechicera dejó caer su vestido revelando unos elaborados dibujos que recorrían todo su cuerpo, con runas y formas geométricas. Los tatuajes relucían con un brillo plateado, pues reflejaban la luz de las lunas que bañaba la habitación.
-¿Sabes? Nadie los ha visto en diez mil años.-dijo Shivadel en voz baja.
-Me alegra ser el primero.-dijo Hême mientras cogía su mano y la atraía hacia la cama.
Sin embargo, una voz aguda los interrumpió. Al instante el cazador de demonios se giró y descubrió a su emisor. Zanrek y Karyesus estaban escondidos en una esquina, ocultos con un hechizo de invisibilidad. Por su posición dedujo que Karyesus había pisado al goblin accidentalmente y de ahí el chillido. Se había descuidado mucho y no se había percatado de la presencia de sus compañeros.
-¿Se puede saber qué demonios hacéis, par de enfermos?- preguntó el Illidari.
El hechizo de invisibilidad se deshizo y Zanrek soltó una risilla nerviosa.
-Escuchamos voces… y nos entró la curiosidad.-respondió Karyesus.
-Salid de aquí antes de que yo os haga salir.-amenazó Hême cogiendo sus gujas.
-Tranquilo, tranquilo, te dejamos con… tu señora.-dijo Zanrek mientras salía por la puerta, seguido de Karyesus, que los miraba alternativamente a ambos.
Cuando la puerta se cerró, y los pasos dejaron de escucharse, los dos elfos terminaron lo que habían empezado. Al amanecer del día siguiente, la elfa se levantó y volvió a ponerse el vestido. Conjuró un portal y se giró hacia él para despedirse.
-Cuando las cosas se calmen, podríamos vivir en Suramar.-propuso Shivadel.
-¿Tienes una casa allí?-preguntó Hême colgando sus gujas en la pared.
-Por supuesto. Y es bastante grande, al fin y al cabo mi familia es de la nobleza.
-Perfecto entonces.-dijo el cazador de demonios despidiéndose con un beso.
La shal’dorei cruzó el portal y desapareció dejando un aroma a vino de arco.
Hême se percató de que la botella y las copas estaban aún sobre la mesa. Se acercó a mirarlas y observó que en las copas había grabado un símbolo, un árbol parecido al Arcan’dor rodeado de un círculo arcano. Supuso que debía ser el escudo de la familia Frutoarcano, y por el brillo que emitía el grabado debían estar encantadas.
“Ya se los llevaré cuando tenga tiempo” pensó Hême. Tenía que atender unos asuntos, por lo que sacó su piedra violácea y la giró varias veces para ir a Dalaran.

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Argent como siempre,se había despertado al alba. Le gustaban aquellos momentos de tranquilidad,Menel dormía todavía,y como siempre había puesto el café de embarazada,como ella solia denominarlo al fuego.
Salió por la puerta,donde Nieve,junto a Darna,montaban guardia.
Belore ascendía por el firmamento,y el silencio del páramo nevado era tranquilizador. Repentinamente,aquel silencio fue roto por un petardeo,que reconocería a Km de distancia. Una mecaharley asomó por el camino,los sables levantaron las orejas en actitud alerta…
El paladín hizo visera con la mano para escudriñar en la distancia,y poco a poco,su gesto de alerta se relajó,dejando paso a una sonrisa radiante.
Conduciendo la moto estaba su hermano,y en el sidecar,pudo observar una trenza de color verde,que destacaba poderosamente sobre el blanco del entorno. Haciendo una seña,para que los sables permaneciesen tranquilos,se volvió hacia el interior,donde Menel,alertada por el ruido y el aroma de café,estaba despertándose. El paladín se acercó,y le dio un beso junto con los buenos días,para a continuación decirle dulcemente…
-Cariño,vístete,que tenemos visita.

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Eilyria desembarcó en Kul Tiras junto a sus tropas, un buen número de orcos y trolls y no precisamente los más inteligentes. El plan era sencillo, atacar de frente a las tropas de la Alianza que asediaban Fuerte Colmillo para dividirlas en dos frentes. Era un suicidio y Eilyria lo sabía. Por supuesto, no tenía intención de morir allí, así que ideó una nueva estrategia. En los alrededores de Fuerte Colmillo había varias granjas y algún que otro núcleo urbano que concentraba a algunos ciudadanos. Eilyria seleccionó uno cuyo entorno beneficiaba a su estrategia y ordenó a un pequeño grupo de sus hombres tomar esa aldea, mientras el grueso de su compañía permanecía a la espera.

Los orcos no tardaron demasiado, si algo ha demostrado la historia es que a los orcos se les da bien infundir el pánico entre los humanos. Como estaba planeado algunos aldeanos lograron escapar para dar la alerta a las tropas más cercanas; aquellos que asediaban Fuerte Colmillo. Eilyria y los suyos trabajaron con premura, sabían que los soldados no tardarían en llegar y les tenían que preparar una calurosa bienvenida. A la Alianza no les llevó más de una hora organizar un pequeño destacamento para recuperar la aldea. Los soldados empezaron a rodear la aldea, era evidente que la Alianza tenía prisas por concluir esta escaramuza. Pero a pesar de ello, el que comandaba las tropas sospechaba algún tipo de emboscada o trampa. Los orcos habían dejado varios cadáveres bien visibles, pero era evidente que no estaban todos los aldeanos. Con la suficiente precaución los soldados se adentraron en el poblado examinando una por una todas las casas.

-Encontradlos de una vez, según los aldeanos no son más que una decena. - gritó el comandante - Acabemos con esto, tenemos que regresar ya - Pronto los primeros signos de lucha comenzaron a escucharse, habían encontrado a los orcos junto con los aldeanos en un cobertizo que usaban a modo de ayuntamiento en las juntas locales, lo suficientemente grande para albergar a la mayoría de aldeanos. El comandante ordenó cargar a todas sus tropas, pero en su impaciencia había caído en la trampa. En el ataque a la aldea solo participaron unos pocos de sus hombres, el grueso de su compañía había permanecido oculta hasta ese momento. Los soldados de la Alianza se vieron rodeados por las fuerzas de la Horda, que si bien no les superaban en número, gozaban de un mejor posicionamiento. Eilyria, atacó llevándose consigo la vida de los oficiales mientras sus hombres arrasaban con los soldados. De repente su guja golpeó con otra guja sostenida por una illidari kal’dorei.

Ambas lucharon hasta que Eilyria dijo: -Ya vale, Harawen- Pero la illidari no se detuvo. - Somos enemigas, ¿recuerdas? - le contestó. Eilyria torció el gesto y Harawen retrocedió levemente. Ambas illidari miraron hacia una zona y fingieron seguir luchando hasta llegar a un punto lejos de ojos indiscretos.

-¿Qué quieres ahora?- preguntó Harawen mientras enfundaba sus gujas.
-Azshara - contestó secamente Eilyria.
-¿Otra vez esa bruja?- replicó la kal’dorei. - Ya acabamos con ese culto de fanático, pasaran años hasta que volvamos a saber algo más de ella. Como siempre. Siempre hay susurros, indicios… Pero nunca pasa nada más.
-Esta vez es diferente- Harawen cambió el gesto ante las palabras de su antigua camarada.
-N’zoth ha hecho acto de presencia- continuó Eilyria. -Intentó controlarme…- La guja de Harawen apuntaba a su cuello antes de que pudiera terminar la frase. - Tranquilízate, no estoy bajo su influjo.
-Demuéstralo- dijo Harawen. Eilyria mantuvo la mirada hasta que la kal’dorei bajó la guja. -¿Qué quieres de mí?-
-Esta guerra debilitará a ambos bandos y debemos estar preparados para su llegada. En estos momentos, detener la guerra es una utopía, por eso debemos reunir aliados. Menelwie está trabajando en ello- le comunicó Eilyria.
-¿Esa sacerdotisa?- preguntó intrigada Harawen. -¿Sabes que la expulsaron de su orden? Es una vergüenza para mi raza-
-Tampoco es que su novio sea un orgullo para la mía. Si supieras lo que van contando de él por los mentideros de Lunargenta- Ambas illidari comenzaron a reír. Eilyria retomó el gesto serio -¿Puedes buscar algún aliado más?-
-Los illidari aún no somos muy bien recibidos en la Alianza, para ellos todo el que no sea “luminoso” es un estorbo. Quizás pueda convencer a algunos de los nuestros.
-Bastará con eso- dijo Eilyria. -Será mejor que regresemos antes de que termine la batalla- Harawen asintió.
-¿Qué piensas hacer con tu prima?- Le preguntó a la sin’dorei.
-¿Mi prima?
-La maga esa- contestó Harawen. Eilyria la miró extrañada, -aún no han recuperado su cádaver- contestó.
-¿Su cádaver?
-Murió en Dazar’alor.
-No está muerta- dijo Harawen. Eilyria sobresaltada agarró a su amiga de los brazos -¡¿Qué has dicho?!-
-No está muerta, está prisionera en Boralus. Al parecer se coló en el barco de Jaina cuando huían y la capturaron- Eilyria soltó a la kal’dorei impactada por la noticia. Dirigió su mirada hacia su compañera, que reaccionó negando. -No, esta vez no pienso ayudarte. Una cosa es colarte en la ciudad y otra muy distinta ayudarte a liberar a un prisionero. Además, han reforzado la vigilancia desde tu última visita-
-No te preocupes, tengo a otra persona en mente para que me ayude. Pero no será fácil de convencer.
Harawen la miró extrañada. -Regresemos ya- dijo Eilyria.

Eilyria regresó junto a sus hombres, la batalla se había decantado en favor de la Horda. Los soldados de la Alianza yacían muertos mientras en Fuerte Colmillo la Horda había conseguido rechazar el ataque. Hoy la victoria es de la Horda.

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Menel lo miró interrogante,pero por la amplia sonrisa de Argent supo que su familia política venía de visita.No preguntó quién,no tenía tiempo.
Entró a vestirse con rapidez.Estrenando una de sus nuevas togas,era de terciopelo color plata con ribetes de hilo azul índigo del mismo color de su pelo.Era una variación de la toga aurora,con los cinturones a los lados y los intrincados dibujos en color azul.
Se peinó la larga melena con rapidez al escuchar a Argent saludando a los suyos y se lavó para intentar quitarse la cara de dormida.Le hubiese gustado tener unos minutos más para arreglarse pero no quería hacer esperar a las visitas.
Salió y cogió el café en la cocina,dándole un buen trago,y se dirigió al salón.
La escena que se encontró la hizo sonreír.Argent y Soul bromeaban poniéndose en guardia como los paladines protección que eran mientras Night los miraba sacudiendo la cabeza.
-Buenos días-dijo con una sonrisa
Los tres se giraron hacía ella.Soul sin mediar palabra cruzó la distancia que los separaba y le dio un abrazo de oso mientras decía:
-Cuñada que bien te veo!!!
-Soul no seas exagerado-dijo Argent-la has visto hace apenas unos días en Boralus.
-Celoso hermanito?-dijo el viejo paladín.
-Ya estáis otra vez?-dijo Night resoplando-Hola Menel-continuó mientras apartaba a Soul de un empujón y le daba un suave abrazo a la sacerdotisa.
-Night…cuanto tiempo…no te veía desde…
-Desde que te busqué para luchar contra Lionheart.
-Si y menuda has liado-dijo sonriendo la sacerdotisa mirando hacía Argent.
-Esa era la idea-dijo la druida kaldorei guiñándole un ojo.
-Cómo?-exclamaron a la vez Argent y Menel.
-Queridos os conozco a los dos-dijo Night -los mismos gustos,la misma bondad,la misma dulzura…estabais hechos el uno para el otro,sólo había que encontrar la manera de que os conocierais y la rebelión de Lionheart fue la excusa perfecta.
-Y luego soy yo la que se lleva la fama de juntar parejas-dijo Menel.
-Amor-dijo Argent-sabes porque han venido verdad?
-Me lo imagino-dijo Menel mirando a la druida fijamente.
-Yo es que quería veros-dijo Soul-y ver a que páramo helado has conseguido apartar a este de Lunargenta.Y de paso escoltaba a Night.
Necesito examinarla-dijo Night-porque no vais a tomaros algo a Vista Eterna?
-Nos estás echando?-preguntó Argent levantando una ceja.
-Si,no es evidente?-contestó la druida con sorna.
-Esta bien,esta bien…dijeron los paladines
-Te invito a una cerveza hermano-dijo Argent viendo que era imposible rechistar.

Se despidió con un beso de Menel y ambos salieron por la puerta.

-Bien,veamos como van esos gemelos-dijo Night girándose hacia Menel.
Se dirigieron a la habitación,Menel había hecho la cama antes de vestirse así que se tumbó,se subió la toga hasta el ombligo y se dejó examinar.
Con un hechizo que desprendía una suave luz de color verde las manos de Night brillaban y las posó sobre su vientre cerrando los ojos para concentrarse.
Segundos después soltó una exclamación de sorpresa.
-Qué pasa?-dijo Menel incorporándose.
-Nada querida,los gemelos están bien pero…
-Pero?-preguntó Menel asustada.
-Si bien no he visto muchos gemelos en mi larga vida,y los tuyos son y serán muy fuertes… son un poco pequeños en desarrollo para el tiempo de embarazo que tienes.Estás descansando y comiendo bien?
La sacerdotisa palideció.
-Me lo imaginaba-dijo la druida al ver su cara-Menel TIENES que descansar-dijo Night haciendo énfasis en la palabra.
-Pero…Azshara…N´zoth…
-Pueden esperar,lo primero eres tú y tus hijos.
-No puedo…
-No es una sugerencia querida,es una orden.O descansas o puedes perderlos.

Se le llenaron los ojos de lágrimas.
-Que estoy haciendo Night?Que está haciendo Elune conmigo?
-Los designios de la diosa con inescrutables ya lo sabes-contestó la druida-solo se que o descansas una temporada o…
-Lo haré,lo prometo-dijo Menel con tristeza.

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Has visto Menel? Si ya te dije yo que con tanto esfuerzo y magia oscura los ibas a perder…

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Shindael se encontraba sentada al borde de un tejado de un edificio del mercado de los vientos alisios, en Boralus. Sus piernas colgaban del mismo, mientras jugueteaba con ellas realizando un rítmico movimiento hacia adelante y hacia atrás, al tiempo que leía un documento que tenía en sus manos.

– Mmmm, a este documento le falta información, estoy convencida.- Dijo mientras negaba con la cabeza.

Se trataba de un documento que le había solicitado a su contacto del IV7 con toda la información sobre aquella antigua centinela.

“Einir bosquelúgubre. Antigua exploradora del ejército de las centinelas, muy diestra con el arco. Experta en rastreos e investigaciones.
Perdió un brazo en una escaramuza reciente contra los nagas en Azshuna, tras lo que dejó el ejército de las centinelas. Antiguo mando conocido: Capitana Eleanna Arroyoplateado, ex-altonato, caída en combate en la misma escaramuza. Ocupación actual, desconocida.”

Shindael sabía que los kaldorei no ofrecían información sobre sus tropas, eran muy recelosos con la privacidad de su ejército, a pesar de que una gran parte de miembros del IV7 formaban parte de su pueblo, ellos mismos se encargaban de documentar todo lo relativo a los suyos y ocultar lo que no consideraran oportuno.

“Mmmm, no es que me haya aclarado mucho las dudas que tengo sobre ella… Seguro que la general Plumaluna tiene algo que ver en este asunto” pensaba dubidativa mientras admiraba la vida nocturna del puerto.

Einir se había presentado la noche anterior en la taberna de Tony… para hacerle encargo. Shindael recordó la situación…

Tras presentarse Einir, se había quedado mirándola. “¿Puedo sentarme y hablar?” le preguntó.

Shindael la escrutaba sin soltar ni un momento el mango de las dagas. Si Tony la había dejado pasar… debía ser de confianza. Tras unos segundos le había respondido:

“Para sentarte conmigo, ábrete la capa. Quiero ver si vas armada”.

Einir asintió y abrió la capa que la tapaba descubriendo su cuerpo. Aparentemente iba desarmada, y efectivamente, había perdido el brazo derecho.

“¿No irás a temer de una manca desarmada verdad?” Le preguntó con una sonrisa en la cara.

Shindael, aceptó que se sentara, haciéndole una señal para que se pusiera enfrente de ella. Einir se sentó grácilmente. Era curioso como a pesar de estar mutilada, seguía siendo ciertamente atractiva.

“Gracias…” respondió. “No quiero molestarte mucho en este retiro particular en este lugar con tu botella… así que iré al grano”

Shindael se lo agradeció mentalmente, aquella intromisión había roto un momento de relax.

“No te FíES DE Ella. QUiEre TU pODEr. ¡MÁtaLA!”

Shindael hizo una mueca de desaprobación con la cabeza. Habían vuelto. Einir la miró y le dijo:

“¿Debo marcharme?”

Shindael negó con la cabeza.

“Habla de una vez” le dijo bruscamente.

Einir se encontró un poco descolocada… pero comenzó a hablar.

“Voy buscando a una sindorei… Tony me ha dicho que seguramente tu podrías ayudarme… se llama Valeera Sanguinar, me ha comentado que erais amigas”.

Shindael sabía que se refería ella conforme estaba diciéndoselo.

“Y ha usado el tiempo verbal correcto. Ya no lo somos.”

"La he buscado por todas partes. En sus escondites de dalaran, en las tabernas que frecuentaba por aquí… cuando descubrí que el dueño de esta taberna había sido amigo suyo en Ventormenta hace años, vine para intentar dar con ella. Pero no hay ni rastro. Sus antiguos camaradas me contaron ciertos rumores… "

“(Vaya, es buena sacando información, la conoce bastante bien). Mucha gente de este mundo la conoce, y las habladurías son eso. Sin embargo, sigo sin poder ayudarte. No sé donde está y ahora mismo soy la persona menos indicada para ayudarte a encontrarla.” respondió Shindael.

Einir se apoyó ligeramente en la mesa, con su único brazo. SHindael se tensó un poco y volvió a colocar las manos sobre sus dagas:

“Es por ello que… quería ofrecerte a tí el encargo que le quería realizar a ella. Tony me ha dicho que eres igual de buena que ella… Puedo garantizarte que se te recompensará bien”

Tony habla demasiado alegremente de mí, pensó… pero no lo haría si no se fiara de ella.

“Te escucho.”

Einir esgrimió una ligera sonrisa.

“Para alguien como tú, va a ser dinero fácil y rápido. Hay una prisionera sindorei encerrada en los calabozos de Boralus. Necesito… información de ella…”

Shindael también se apoyó en la mesa. Se mostraba visiblemente más relajada:

“Soy una asesina, Einir, no una recadera. Vas a tener que darme un buen motivo para hacerlo.”

Einir pensó durante un instante. Finalmente le respondió:

“Ella tiene información sobre alguien de quien me quiero vengar.” Sacó su bolsa de detrás de su cinturón, la puso sobre la mesa para que Shindael no recelara. Con dificultad, buscó algo con su único brazo. Extrajo algo que parecía un papel y se lo mostró a Shindael.

“Este es tu objetivo real… quiero que la mates”.

Shindael cogió aquel papel que resultó ser algo que llamaban “foto” realizada con un invento gnómico llamado selfomatic (o algo así). Cuando vió la imagen, Shindael abrió los ojos en un claro gesto de sorpresa.

Einir notó con satisfacción la sorpresa que había producido en Shindael la foto.

“Me alojo en la posada del mercado de los vientos alisios… piénsatelo y dame una respuesta”. Einir se levantó, le guiñó un ojo y salió de la habitación.

Desde entonces Shindael había estado pensándolo. No se podía creer que hubiera tenido esa suerte. Como agente doble de la alianza, el objetivo de Einir era uno tras el que había ido mucho tiempo… y por el que la alianza le recompensaría bien.

Se levantó, y empezó a correr sobre los tejados.

“Iré a la posada… aceptaré este trabajo…” pensó con determinación…

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Mientras Night atendía a Menel,ambos hermanos degustaban una cerveza en la posada…
-¿Y bien? Preguntó Soul,¿alguna novedad sobre los nagas?
-Verás,hace poco tuve un “percance” con una daga,o la imagen de la misma,de tiempos del imperio negro…
Al parecer un ente habitaba en ella,y tras diversas situaciones,creo que lo liberé…
-¿Que hiciste,que? Preguntó asombrado el humano.
-Liberé,hermano. Recuerdo que uno de mis perceptores decía,que debes de conocer al enemigo para detenerlo…
-Pero…¡Eso es peligroso,y lo sabes! Si Menel se entera…
-Shhh,a mi amada ni palabra hermano,tiene que descansar,cuidarse,y llevar a término su gestación…

  • Ya,pero…
    -Atiende,una visión de N’zot,o el propio Dios,no lo tengo claro,quiso hacerme un “regalo” del que me deshice,pero eso es lo de menos. Parece que el momento de su advenimiento,está cercano. Así que reune a la familia,e informales de las últimas noticias. Preparaos todos,yo trataré de reunir a más gente dispuesta,y enfrentar la nueva amenaza. Como siempre debemos de permanecer unidos,los unos,y los otros…
    Y por supuesto,a tu cuñada…¡ni media palabra,hermano!
    -Así se hará. Contesto Soul,mientras un rictus de preocupación,se dibujaba en su rostro…
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Al final en esta historia la daga ha pasado por las manos de todos :man_shrugging:

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Es N’zoth para que creamos que hemos sido todos, pero en realidad ha sido Paquito el chocolatero :face_with_raised_eyebrow:

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Te voy a denunciar por plagio.

Si necesitas un abogado conozco a uno bueno.

Os habéis parado a pensar que os la ha jugado a ambos? Sindoreis…

Einir se encontraba en el interior de la habitación de la posada de los vientos alisios, en Boralus. Era la hora de la cena y los parroquianos de la taberna empezaban a hacer el ruido que la embriaguez solía generar.

Se había quedado cómoda, llevándo únicamente el pantalón y la ropa interior de las centinelas. Cómoda, pero alarmantemente pequeña.

Estaba observando con melancolia una figura de la sacerdotisa Haydene con su única mano. Hacía solo unos meses que Eleanna se la había regalado… y tan poco tiempo después Eleanna había muerto, ella había perdido un brazo y había tenido que dejar el ejército de las centinelas…

Una lágrima comenzó a recorrer su mejilla. Por culpa de la reina Azshara había perdido a sus dos hermanas. Una había muerto, y de la otra se había visto irremediablemente separada al no poder combatir junto a ella en el frente.

“Soy una inútil general… solo sé usar el arco y no puedo cogerlo sin mi brazo derecho. Ni si quiera puedo sostener una daga en condiciones…” recordó lo que le contó mientras lloraba amárgamente a la general Plumaluna.

“Quizás no puedas ayudarnos de la misma manera Einir…” le dijo. “Pero eso no significa que no puedas seguir ayudando a tu pueblo. Eres muy buena rastreando e investigando… trabajarás para mí Einir. Me conseguirá información, me ayudarás a descubrir y acabar con aquellos que sean una amenaza para nuestro pueblo querida… desde las sombras”.

La general Plumaluna confiaba en ella y le dió un puesto en su red de inteligencia…

Eso era lo que la había animado a seguir adelante. Ayudaría a la general a acabar con los enemigos de los kaldorei, fuera horda, esbirro de Azshara o cualquier amenaza.

Justo en ese momento un fuerte dolor procedia del feo muñón que tenía donde antes estaba su hombro. Aquel pinchazo era como si una descarga de energía acabara de atravesarle. Le hizo soltar bruscamente la figura y llevarse la mano al muñón mientras soltaba un grito ahogado.

Se presionó fuertemente mientras contenía las lágrimas. En ese momento, escuchó una especie de golpe proveniente de la ventana. Miró y allí estaba Shindael en cuclillas mirándola mientras se calaba abundantemente. Einir había estado tan absorta que ni se había percatado de la tormenta que se había desatado.

Einir se levantó y abrió la ventana.

– Valeera habría podido abrirla.- le dijo sonriéndole.

– Aunque no te lo creas, no quería que se pudiera romper y que tuvieras que dormir con el agua entrando.- respondió tranquilamente Shindael.

Einir se quedó extrañada. Aquello era demasiada consideración en una pícara.

– Lo haré. Dime a quien busco.- soltó de sopetón Shindael.

Einir se congratuló de la decisión de la rendorei. Afirmó con la cabeza y le dijo:

– Me alegra oírlo.

La invitó a pasar, le dió una toalla que tenía en una silla cercana y se dirigió a su capa, la cual colgaba de una percha. Rebuscó en un bolsillo interior, del cual sacó unos papeles doblados. Se giró hacia Shindael de nuevo y mientras le alargaba los papeles, le dijo:

– Los turnos y cambios de guardia de la prisión, junto a unos planos.

Shindael, que no había utilizado la toalla para secarse, asintió y los cogió.

– Buscas a una maga sindorei prisionera llamada Xylenia. Sé que su familia tiene contactos con tu objetivo. Necesitamos que nos cuente como encontrarla.

– Hablaré con ella. Volveré tan pronto como pueda.

Shindael entonces se quedó mirando el muñón de Einir.

– He visto que aún te sigue doliendo. Puedo ayudarte con eso.- dijo y empezó a rebuscar en su bolsa. Sacó un pequeño frasco y se lo mostró a Einir. - Un veneno que mata la sensibilidad del cuerpo.

Einir se sorprendió del ofrecimiento de Shindael. “¿Por qué se preocupa tanto por mí?” Se llevó la mano al muñón, y con un tono amable dijo:

– Gracias… pero esto me recuerda quién soy ahora.

La pícara la miro con extrañeza. Guardó el frasco, dejo la toalla encima de la cama y se dirigió hacia la ventana. Antes de salir, volvió la cabeza hacia Einir y dijo:

– Shorel’aran Einir. Hablaremos pronto.

Y entonces saltó de nuevo al tejado de enfrente, perdiéndose entre el aguacero que caía sobre Boralus…

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