Mareas de venganza.Dos visiones del conflicto

Cuantos mas mejor, pero mi picara es muy ingeniosa! no tendra cachivaches como Mordâcae pero sabes esconderse muy bien. Cuantos mas se unan a la causa mas interesante estara la historia

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Primero tengo que arreglar las cosas en Suramar y lograr que el orco se una al “equipo”… pero ándate con ojo, en cualquier momento un portón de la muerte puede abrirse a tu espalda…

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Esta noche posteare.

PErdon por mi ausencia, cosillas de la vida me han tenido incomunicado.

Un par de aclaraciones:

  • Mordacae no tiene ningún bebe y menos el collar o la gema del collar.

  • La gema del collar la tiene el alter de belter, Kmils.

  • Uno de los bebes lo tiene tb kmils.

  • Kmils fue contratada por Belter…

  • La druida trabaja por libre para alguien.

  • El collar sin la gema, esta desaparecido, nadie ha dado info sobre el.

  • La cazadora hekate que trabaja para morda, le sigue la pista a kmils.

Hasta esta noche. :kissing_heart:

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Hay que recordar tambien que Kmils dio el cambiazo a la gema del collar.

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El viento era seco, el ambiente caluroso y las heridas profundas. Pero nada de esto hizo retroceder a la curtida y perversa druida que se alejo del suelo mas y mas y mas…

En su esfuerzo, su faltriquera se callo si que esta se percatara, cayendo a plomo sobre el suelo del desierto y levantando una nube de polvo al chocar contra la arena del desierto. Al golpear un pequeño chisme mecánico salio de la bolsa rodando por la arena, junto con una factura con una dirección de venta, “Gadgetzan”."

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Off: Corregidme si me equivoco, hay algo de lío.

Así que voy a aclarar un poco la cosa para facilitar el relato.

En gadgetzan estará mi gnoma mordacae, que está haciendo negocios con el mercader local de ingeniería.

La trama de la busqueda del collar, está abierta, cualquiera de vosotros puede ir cerrándola, contando con el detalle de que la picara de belter dio cambiazo a la gema de poder que contiene, y lo suyo es que se relacione con el secuestro de los crios, pero a vuestro gusto. y que thantos era el que estaba casi para apañar esta parte, pero dejo dicho que iba a poder postear poco.

La druida esta pagada por un brujo mu malo que levanta muchos demonios. Emplazarlo donde queráis, yo lo haría en una mazmorra o algo así. y podéis ser imaginativos con esa parte, por que nadie tiene nada pensando al respecto asi que no os estáis pisando.

Y básicamente, parte de la info y la ubicación del brujo la saco heme del tipo al que torturó… asi que la conoce todos los de la casa en ese momento.

Queda raro que deis con el brujo, por el ataque de unos demonios que fallaron en secuestrar a los crios mientras belter lo raptaba por otro lado y la info valga para recuperar al crio de un segundo secuestro… Pero mola!!!

Sobre el bebe de belter… tengo una hunter que esta tras la pista de la rogue, pero esta parte esta mas interesante, y puede irse encauzando mas tarde.

Lo menos aburrido para mi gusto, es que se monte un grupo de aventuras de varios que valla a por el brujo mientras se investiga a la rogue y se la localiza y todo esto.

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Evidentemente no dejaré que nadie se lleve a nuestros hijos sin luchar,pero lo habéis puesto complicado,lo que mola mucho.
En mi caso estoy alcanzando a la druida que se llevó a Lith…le toca mover ficha.

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Kmils fue a por la gema por orden de belter porque esconde algo, pero lo del bebé es contrato de las fuerzas oscuras, bien escondidas porque contratado a un etéreo como intermediario. El tema es que menel descubrió lo de la gema y eso ha escapado del control de belter.
Ahora la goblin se ha encariñado de estel y va hacia kalimdor, tiene un escondrijo que aún no he decidido donde colocarlo, pero ambos bebés son importante en la trama conjunto a la gema.
En cuento belter consiga el collar y se sepa el cambiazo de la gema belter tendrá que mover ficha, además querrá tomarse la venganza por la muerte de sus padres, que hasta ahora no se sabe muy bien quién lo ordenó específicamente.
Menel y argent tendrán que buscar a sus niños pero como ella dice, esta dificil. Imagino que pronto kmils conocerá a tu Hunter y a tu druida le pida los pies menel. Es posible que heme me intercepte a mi, ya veremos cómo continúa la historia según vayan escribiendo.

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Hême en este momento está con su hija y con su esposa, y tengo que ver cómo unir a Huesonegro a nuestro bando… cuando haya más información y esté más avanzada la trama para que pueda interceptarte saldré de caza… estad preparados.

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Hombre, mi sana intención es que el druida escape. Te doy el beneplácito de intentar algo que ya me las apañare para soltear. Pero mi intención es que ese niño almenos, termine en manos del brujo, para forzar la creación de una partida de caza hacia la mazmorra donde mora, para recuperarlo.

Vamos que por cortesía he parado el relato ahí, por si te apetece intentar algo aparte de levitar, o incitada por las pistas que he dado, ir a gadgetzan… pero que la drood vuela mas alto de lo que tu vas a alcanzar, ya te lo digo yo que es impepinable que por trampa que sea, va a ser así. :kissing_heart:

Con todo el cariño, que conste.

Que le haga el niño un kamehameha luminoso al brujo xD

No tanto, no te creas.

La cosa es que no quiero acaparar la historia. Hay varias formulas posibles para continuar el avance dependiendo de por donde deseeis tirar.

Pues se me paso por la cabeza. Pero no antes de ir a rescatarlo, for love of god…

Hombre claro, yo hasta podría a todos los pjs que tengo en el grupito a ello, en plan banda.

Claro, quizas no una banda pero algo así… :heart_eyes:

Yo mi char está cerca de mene.

Asi que con independencia de lo que haga mene, va a conocer a mi gnoma en cuanto haga su siguiente movimiento y me involucraré mas adecuadamente al grupo tras ese movimiento.

Por lo demas, no está tan complicado, realmente he hecho relatos de roll de dugeons & Dragons mas liosos que este. Asi que no os corteis en imaginar lo que hace vuestros chars al respecto. Seria algo aburrido si encauzamos la historia en exceso.

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Ah vale…pues nada…se me ocurren un par de ideas…luego me pongo a ello.

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— ¿Estas de broma, verdad? —preguntó el caballero de la Muerte al enano, que aún se estaba frotando sus enrojecidas muñecas, todavía con la marca de los grilletes que lo habían mantenido cautivo.

—Ya te he dicho que no, maldita sea. Eso fue lo que pasó con tu dichoso collar.

Aiden alzó sus manos y flexionó sus dedos, como si buscara algo que estrangular. Cerró los ojos y suspiró, intentando contener sus ganas de retorcerle el pescuezo al enano.

—He tenido que matar dos docenas de enanos férreos y un maldito gigante de runas para poder rescatarte, y eso sin contar que quien sea que quiere ocultar el collar a los demás ha mandado una banda de demonios a matarme de camino aquí —cogió aire para seguir hablando, aunque no le hacía falta—. Y todo eso para que me digas que lo perdiste en una apuesta en el Club de los Camorristas.

El enano se encogió de hombros.

—Creía que Gnomeganas podría derrotar a Sanoriak. ¡No me mires así, su nombre decía que no se le podía ganar!

—Un gnomo contra un despiertallamas.

Hubo unos segundos de silencio en el que ambos se quedaron mirándose mutuamente.

—En mi defensa diré que estaba borracho.

Aiden se frotó el puente de la nariz con dos dedos, intentando con todas sus fuerzas no partir en trozos al enano.

—Mira, me da igual tu vida y lo que hagas con ella. Dime contra quien lo perdiste y te escoltaré personalmente al campamento de avanzada de los Expedicionarios.

—Estaba buscando una reliquia de los enanos férreos. Tú pareces un guerrero muy capaz. Si me lo traes te diré…

—También puedo volver a encadenarte y partirte los dedos uno a uno hasta que me lo digas. De hecho, creo que sería lo más rápido…

El enano se puso pálido y tragó saliva.

—Vale, vale. Olvida lo de la reliquia.

Aiden le sonrió con malicia.

—Veo que no eres tan tonto como pensaba.

Torgan ignoró la puya —por su propio bien— y puso cara de concentración.

—Estaba borracho, pero estoy bastante seguro que era humano de Ventormenta… ¿o puede que fuese una humana? No se… tenía una túnica que lo tapaba todo entero. Normalmente me hubiera resistido al pago, pero me daba mala espina.

Aiden asintió. Puede que el collar hubiera dejado la capital humana hace tiempo, pero por lo menos tenía un sitio para seguir investigando. Le hizo un gesto al enano para que le siguiera hacia la salida del bunker. El caballero de la Muerte avanzaba con paso rápido, obligando al paticorto enano a dar pasos cómicamente rápidos.

Tormento esperaba plácidamente a la entrada, mascando la hierba que crecía a la vera del camino. Caballo y jinete ignoraron los destrozados cadáveres metálicos repartidos por todas partes, pero el enano cautivo les lanzó una mirada silbando.

—Creía que estabas exagerando, pero veo que has tenido una buena pelea por aquí —dijo distraído mientras miraba la cabeza del gigante de runas, con la mandíbula arrancada y dos dagas mediofundidas clavadas en los ojos.

—Meh —respondió Aiden sin dejar de mirar al cielo—. Parece que tenemos un contratiempo.

Mir todavía no había regresado. El cuervo había sido el mejor mensajero del Aquelarre, capaz de encontrar a cualquier persona en Azeroth y llegar a ella en cuestión de horas, sin importar en lugar donde se escondiera. También era un no muerto atado a su voluntad, y sabía de sobra que no había muerto. La única explicación era que Menelwie había desaparecido de su casa, lo cual era bastante raro por sí solo. Recordó el ataque de los demonios…

Y bastante preocupante.

—Te acabo de salvar de la cautividad y posiblemente la muerte —dijo de golpe el caballero de la Muerte—. Me debes un favor.

Torgan le miró sorprendido.

— ¿Y ese favor es…?

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La luna negra se alzaba imponente en el cielo de Costa Oscura, junto a los restos aún humeantes del que otrora fuera el Árbol de la Vida. Una fina capa de niebla cubría la costa, dificultando ligeramente la visión de los objetos más distantes. Entre el follaje, en la rama más alta de un árbol, un búho violáceo permanecía completamente inmóvil, observando. En un claro cercano al mar había un pequeño campamento compuesto por varios troncos en torno a una hoguera y una rudimentaria tienda renegada. La hoguera estaba encendida, con un ciervo muerto clavado encima, mientras un grupo de soldados de la Horda charlaban sentados en los troncos. Era un ambiente distendido, incluso alegre.

-Estoy muy cansado…-suspiró un mago sin’dorei.- Estoy harto de este sitio.

-No falta mucho para que podamos retirarnos.-dijo un orco a su derecha.

-Sí, estos elfos de campo están casi derrotados.-apuntó una bruja nocheterna.

Los soldados rieron y brindaron, mientras la figura seguía observando impasible.

-Ehta luna eh deprimente. Muy negra para mi guhto.-dijo un pícaro trol.

-Negra como la sangre de estos elfos al probar mi hacha.-dijo un guerrero tauren.

Más risas. Aquellos soldados realmente estaban disfrutando de esas crueles bromas. De pronto, un suave gemido interrumpió la charla. Los soldados se giraron al unísono, y el búho hizo otro tanto. En el suelo había una elfa, una centinela, por el uniforme. Estaba cubierta de sangre seca y tenía varias flechas negras clavadas en el abdomen. Los soldados se miraron y comenzaron a soltar sonoras carcajadas mientras se acercaban a la moribunda kaldorei. El primero en llegar fue el pícaro, que comenzó a pinchar con una de sus dagas el rostro de la centinela. Los demás llegaron casi al mismo tiempo, y el diablillo de la nocheterna arañó su pecho con insistencia.

-¡Ja! Mirad a esta elfa, ¡este es el ejército de los kaldorei!-se burló el orco.

La centinela abrió sus ojos plateados y miró alternativamente a los soldados. Cuando se percató de su situación, abrió mucho los ojos y trató de alcanzar su guja. Sin embargo, antes de que pudiera coger su arma, el tauren golpeó su cara sacándole algunos dientes mientras el pícaro le clavaba aún más fuerte la punta de la daga.

-Lo… siento… Tyrande…-musitó la centinela de manera casi imperceptible.

-¿Qué dices?-dijo el sin’dorei acercando su cabeza a la de la elfa de la noche.

-Teldrassil… será… vengado…-dijo con voz ahogada.- Por… Elune…

-¡Ah!-exclamó el elfo.- Así que estás hablando del árbol… muy bien.

El elfo gesticuló para que sus amigos se apartaran y conjuró una bola de fuego que lanzó contra la kaldorei, que prendió al instante. Los gritos de agonía de la centinela eran ahogados por las sonoras carcajadas de los soldados de la Horda. Cuando la elfa dejó de gritar, los soldados volvieron a sus asientos con calma para seguir hablando. La fila la cerraba el elfo de sangre, que seguía sonriendo por lo acontecido. Los soldados volvieron a sentarse en los troncos y cogieron sus bebidas de nuevo.

Entre el oscuro follaje del bosque, el búho desplegó sus alas y bajó en picado hacia el claro en completo silencio. Se detuvo en los lindes del bosque, donde hubo un destello y un poderoso felino apareció en el lugar que segundos antes ocupaba el búho.

De vuelta en el claro, los soldados seguían charlando. El elfo de sangre estaba en su salsa, haciendo malabares con bolas de fuego para llamar la atención de sus camaradas. Los demás aplaudían con entusiasmo, impresionados por su habilidad. Sin embargo, antes de que la última bola de fuego volviera a sus manos, una sombra se movió a una velocidad absurda y se llevó al mago. Los demás alargaron las manos hacia sus armas, pero se interrumpieron cuando un prolongado grito cortó el gélido aire nocturno. De entre los arbustos del bosque el elfo de sangre salió disparado con extrema violencia, chocando contra una roca puntiaguda y haciéndose pedazos. Sus compañeros agarraron sus respectivas armas y se levantaron con rapidez, pero la sombra, esta vez más robusta, golpeó el flanco de la nocheterna y la lanzó con fuerza en dirección a las estacas de la hoguera. Sin embargo, se levantó con una gran sonrisa en la cara. Un escudo demoníaco cubría su cuerpo. La protección se disipó, y la nocheterna comenzó a jactarse y alardear.

-¡Maravilloso!-gritó la bruja.- ¡Los kaldorei no son nada! ¡Nada!

De pronto el brillo de la luna negra se intensificó y un rayo plateado de pura energía descendió de los cielos, fulminando a la bruja y devastando el campamento. El atacante descendió hasta una alta roca, y su figura se perfiló contra la luna. Como si hubiesen recibido una señal, varios fuegos fatuos surgieron del bosque y se congregaron en torno a la roca, iluminando a la sombra, que resultó ser un búho de plumas violáceas y ojos brillantes del mismo color. De pronto el ave comenzó a brillar y crecer, hasta que se transformó en un alto y musculoso elfo de la noche. Su rostro violáceo estaba enmarcado por una media melena de color turquesa y sus ojos dorados refulgían bajo sus largas cejas. Su boca repleta de colmillos níveos y afilados estaba enmarcada por una barba recortada del mismo color que su pelo. Tenía unos tatuajes plateados en los brazos, que brillaban a la luz de la luna, y su robusto cuerpo estaba cubierto por una túnica con motivos de búhos y lunas plateadas. De su espalda pendía una guadaña a juego que proyectaba una sombra sobre la luna negra. Sus ojos dorados perforaban a los tres soldados que continuaban con vida. Con un rápido movimiento, agarró su guadaña y clavó la punta en el suelo, provocando que al instante unas raíces retorcidas brotaran del suelo a los pies del trol y lo envolvieran, apretándolo cada vez más hasta cortarle la circulación y seccionarle las extremidades superiores. El pícaro cayó al suelo entre convulsiones, cada vez más débiles, hasta que dejó de moverse para siempre.

El kaldorei sonrió satisfecho. Pese a ser un druida, siempre había tenido una fuerte conexión con Elune, tanto así que incluso las sacerdotisas bromeaban con él diciéndole que debería ingresar en la orden. Por supuesto, controlaba a la perfección las artes de la naturaleza y el druidismo gracias a su largo y exhaustivo entrenamiento, pero su vínculo con la Diosa siempre había estado presente. Y ahora, la Horda pagaría por su afrenta. Todos ellos pagarían la destrucción de Teldrassil, todos ellos pagarían hasta la última gota de sangre derramada aquel fatídico día. Pagarían el ataque de Brisaveloz a los kaldorei. Y él, Lonvar Hojargenta, no descansaría hasta asesinar al último soldado de la Horda. Los fuegos fatuos comenzaron a moverse inquietos, y se acercaron a los soldados, que trataban de quitárselos de encima con terror.

-¡Sentid la furia de Elune!- gritó con voz potente.- ¡Sentid la venganza de los kaldorei!

La luna volvió a brillar, esta vez con más intensidad, y el orco y el tauren fueron fulminados de la misma manera que su compañera nocheterna. Cuando el brillo disminuyó, del campamento solo quedaban telas raídas y cuerpos carbonizados.

-Prepárate, Horda. Prepárate, Alianza.-susurró.- La venganza de los kaldorei os perseguirá.

Sin más, Lonvar volvió a transformarse en búho y se perdió en el cielo nocturno.

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Torgan bajó del barco con un nudo en el estómago. Aunque el ambiente del puerto de Ventormenta era animado y el brillante sol se reflejaba en el mar, el enano era un nudo de nervios.

El caballero de la Muerte le había obligado a convertirse en su mensajero casi bajo amenaza de muerte, pero le preocupaba todavía más la persona a quien tenía que encontrar.

Sus pasos le guiaron casi de forma inconsciente al casco antiguo, la zona más militarizada de Ventormenta, temiendo lo que aquel general pudiera hacerle si no medía sus palabras.

Decían que era fuerte como un vrykul y bruto como un ogro, un guerrero que anteponía la disciplina y su lealtad a la Alianza ante todo. No podía imaginar niguna situación en la que alguien así acabaría debiéndole un favor a un guerrero maldito como Aiden Hojagélida.

—¡Alto! Esta zona está restringida a civiles —dijo una de las guardias del cuartel, cuyo tono revelaba que no estaba del mejor de los humores.

—Esto… traigo un mensaje para el General Athor de Ventormenta.

—El General no recibirá visitas en estos momentos.

Torgan dió un paso hacia detras, deseoso de irse de nuevo a su casa, pero pudo sentir el frio aliento del no-muerto en la nuca como si le hubiera seguido hasta allí.

—Es importante. Vengo a cobrar un favor, de parte de Aiden Hojagélida.

La guardia abrió la boca para mandarle a la porra, pero una voz fuerte resonó desde dentro del edificio.

—Déjalo pasar.

Tras un momento de duda, la guardia se apartó y dejó paso al enano no sin antes mirarle con extrañeza.

Torgan se adentró en el cuartel. Estaba vacío, algo esperable después de semejante guerra contra la Horda, salvo por una figura alta y con hombros kilométricos.

—Tengo cosas que hacer, enano. Te sugiero que seas rápido con tus palabras —dijo el general con contundencia.

Torgan tragó saliva. Aquel humano era enorme, y sus músculos eran tan grandes y definidos que su jubón de sencillo cuero pasaba penurias para no desgarrarse ante la presión. Haciéndole caso, le explicó todo con rapidez.

—Ya veo. Al comunicarme lo de este collar y su sospechoso nuevo dueño puede que hallas hecho un buen servicio a la Alianza. Aunque supongo que lo único que te importa es haber saldado tu deuda con Aiden —el guerrero se dió la vuelta y empezó a caminar en dirección opuesta, hacia la armería —. Retirate.

Torgan no cuestionó la orden.


Mientras, en la otra esquina del mundo, un oscuro jinete y su fiel corcel se alzaban sobre una colina, observando una pequeña casa apartada en mitad de Cuna del Invierno.

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Bueno, pues ya he modificado el post para que sea la introducción del druida. Sentíos libres de llamarlo cuando lo necesitéis… y además podré continuar la historia de Hême.

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