Mareas de venganza.Dos visiones del conflicto

Argent mientras tanto había decidido usar dos caminos para rastrear a los secuestradores. Por un lado la utilización de Purple,un rastreo mágico, utilizando alguna de las prendas de los bebés se le antojaba factible.
Por otro lado,el rastreo sobre el terreno,requería otras habilidades diferentes…
Con calma,realizó un movimiento con su anillo. Se lo sacó de la mano derecha,y se lo puso en la izquierda. Según Purple,al cambiarlo de mano,se producía una alteración,de la señal mágica.
Si era correcto,en aquel momento tanto Purple,como Mathân,notarían una pequeña descarga arcana,en sus propios anillos…
Argent tenia claro,que la triada deberia de trabajar de manera conjunta,para resolver el secuestro.
Suponía que Purple aparecería en breve,y Mathân no mucho mas tarde. Con una calma que apenas sentía,esperó su llegada

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Menel volvió a espolear a Luna con palabras de ánimo. Para ser una druida herida que cargaba con su hija volaba muy rápido.
Mientras acortaba la distancia se devanaba los sesos… Como rescatar a Lith sin herirla?
La druida podía soltarla si la atacaba y la altura a la que estaban volando era excesivamente alta.
Nunca había probado a castear mientras volaba, jugarse intentar tirar un levitar a su hija sin saber si funcionaria era una locura.
Y no sabía si volar en picado era buena idea su bebé podía terminar estampada contra el suelo.
Intentarlo por las buenas no creía que fuese nisiquiera una opción. Quien se había llevado a sus hijos? Porque?
Estuvo a punto de desfallecer de dolor pero contrajo las mandíbulas y volvió a espolear a su hipogrifo de Teldrassil.
-Vamos Luna!!
Seguía sin saber qué hacer… Pero no dejaría de perseguir a aquella druida que había raptado a su hija.
En algún momento tenía que aterrizar, llegar a su destino y entonces… Descargaría toda la cólera de Elune sobre ella.
Luna soltó un graznido de aviso demasiado tarde. Una tormenta de arena venía de lado hacia ellas, se vio atrapada en aquel remolino.
Los granos de arena le golpeaban en la cara y las manos con fuerza. Tuvo que cerrar los ojos y confiar en el instinto de Luna.
Al menos, pensó mientras se protegía la cara con la manga de la toga, la druida y Lith les sacaban la distancia justa como para que la tormenta de arena no las hubiera alcanzado por Poco. Su hija no resultaría dañada… de momento.
Fueron unos minutos caóticos… Desesperada entre la furia de la arena y la impotencia de estar perdiendo distancia con su presa.
El instinto de Luna las sacó de allí. Y la fuerza de sus alas.
La hipogrifo empezó a caer en picado, por un momento Menel se temió lo peor, sin embargo Luna sabía bien lo que hacía.
Aterrizó en medio de Gadgetan. Un par de segundos después cayó desfallecida.
Tras los muros de aquella pequeña ciudad Menel pudo centrarse.
Al mirar a Luna vio que tenía arena en los ojos, y graznaba con desesperación.
Menel abrió su mochila y sacando su cantimplora la vació sobre los ojos de la hipogrifo con cuidado para retirarla.
Cuando se aseguró de que la había retirado toda casteó una cura sobre su montura.
-Buena chica–dijo acariciandola con cariño.
La llevó al abrevadero y la dejó beber mientras miraba alrededor por si por alguna extraña coincidencia la druida también había aterrizado allí.
Ni rastro.
Decidió acercarse a la taberna a ver si dando su descripción alguien podía saber algo. Aunque solo la había visto en forma animal, Menel era una kaldorei, sabía perfectamente de que color era su pelo,su complexión y su raza.
No en vano había vivido 10000 años entre druidas de su propia raza.
Justo cuando entraba en la taberna con decisión tropezó con una gnoma de pelo blanco que la miró con extrañeza.

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¿No era una huargen la druida? Ahora tengo un lío.

Si Heme, pero averiguar raza, color de pelo y complexión en forma de animal sea de la raza que sea para una kaldorei es fácil.
Piensa además que los huargen han vivido en Teldrassil.

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Es que has puesto que es kaldorei.

Leñe no, me refiero a mi misma.
Soy kaldorei distingo un druida a kms.
Lo Edito para que me entendáis mejor.

Ah vale vale, que falta una coma.

Es lo que tiene escribir desde el móvil, falta de costumbre, he editado unas cuantas veces, por palabras que no he escrito.
Vano me ha puesto cano… Y alguna más había.

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Vale, ahora lo entiendo.

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Belter aun intentaba procesar lo que acababa de ocurrir en la casa. Habian raptado a los niños, Argent estaba nervioso, parecia maquinar algo despues de interrogar a ese engendro, se pregunta si aun seguia vivo o ese cazador de demonios imponente lo habia acabado destripando. Menel habia desparecido con el ataque de un druida, todo era una locura.

Se sentia mal, por su culpa dos inocentes ahora estaban en peligro. Su vengaza se le habia ido de las manos y ademas parecia que su collar ya era algo conocido por mucha mas gente de la que le gustaria. Si todo habia salido bien, el encargo que le hizo a esa goblin ya estaria solucionado y podria ser un elemento clave para lo que habia sucedido. Si, debia haber salido bien. Ella se habia preocupado por ir un paso por delante.

“Por favor que lo haya conseguido, por favor, por favor, por favor” Pensaba desesperadamente. “Debo hacer algo para arreglar esta situacion, debo ayudarles, esto no puede estar pasando.”

Se acerco a la mesa a una mesa, saco pluma y papel, escribio una nota para la pareja de elfos y sin mediar palabra Belter uso su piedra hogar y desaparacio de la casa de Menel y Argent. En su casa ya, comenzo a rebuscar entre sus librerias “el libro el libro el libro, donde esta?!” empezo a tirar al suelo cada libro que cogia mientras revisaba cada titulo irritatada. “Nada! Nada NADA!!!” Dijo mientras arrojaba al suelo el ultimo libro que le quedaba.

Se quedo de pie en frente del monton de libros, frustrada. Sabia que tenia que calmarse para poner en orden sus pensamientos. De repente recordo y corrio veloz a su alcoba. Abrio de golpe la puerta y se dirigio a un pequeño mueble que tenia al lado de su tocador. Belter miraba fijamente la pequeña cerradura de uno de los cajones mientras palpaba con las manos una caja que estaba encima del mobiliario. La abrio sin apartar la mirada y cogio una diminuta llave que coloco en la cerradura. Dejo escapar un suspiro de alivio.

Si… Cogio un precioso libro color verde y arranco una de sus paginas. Doblo el papel y lo guardo con prisas. Arranco otra de sus paginas y busco pluma para escribir en ella una breve carta. Ya era hora de recuperar la gema y de pagar a la ladrona.

He de encontrar a Mordäce-- dijo Belter con determinacion saliendo de su casa a toda prisa y rebuscando entre sus bolsas la piedra hogar del taller de su pequeña amiga.

Carta a Kmils.

Debemos vernos para finiquitar nuestro asunto con urgencia. He decidido darte como parte del pago el hechizo que esta en el otro lado de la hoja ademas del oro. Veras que es algo que te reportara grandes ventajas. Cima del Trueno es un buen lugar. Mañana al amanecer junto el apeadero del zepelin.
Belter.

Carta a Menel y Argent.

Lo siento mucho amigos. Recibireis noticias mias pronto. Hare lo que sea por la vida de vuestros hijos.
Belter

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Los pasos metálicos de Athor resonaban por toda la sala del tranvía. Antes de bajar al pequeño rincón sin ley de la ciudad que era la Arena de los Camorristas se había embutido en su armadura de oficial para imponer respeto que merecía entre aquella chusma. Tras su espalda colgaba un sencillo mandoble de acero, sin nada en especial, que rebotaba suavemente a cada paso que daba.

Llevar su verdadera espada, la razón por la que debía un favor bien gordo a Hojagélida, habría sido cómicamente exagerado.

Descendió por los peldaños con aire firme y altanero, como si el lugar le perteneciera. No hizo falta decir ni una palabra para que los gorilas de la puerta, dos kultiranos con los brazos cubiertos de tatuajes, se apartaran de su camino.

El antro era oscuro y decadente, con borrachos tirados sobre las mesas y gritando improperios a los luchadores y partes del suelo pegajosas por fluidos que prefería desconocer.

Se dirigió a un gnomo sentado en un puff azul chillón, bebiendo un cóctel y rodeado por tres elfas de la noche ligeras de ropa hasta para los estándares de los kaldorei.

—Bizmo —dijo él sin más.

El gnomo se bajó las gafas de sol y sorbió un largo trago del coctel con una pajita retorcida antes de hablar.

—Ah, sí es mi viejo amigo, el capitán Athor —hizo un gesto para que las elfas se largaran—. ¿O debería decir general Athor ahora? No te veo por aquí desde que abrí las puertas del garito, allá por la campaña de Pandaria. ¿Has venido a machacar unos cuantos cráneos más?

—No tengo interés alguno en tus trifulcas ilegales.

—Eh, eh, ilegales no. De dudosa legalidad .

Athor estrechó los ojos y se agachó para ponerse a la altura del gnomo.

—Estoy buscando a una persona que estuvo aquí hace un tiempo… De Ventormenta, género desconocido. Iba con una túnica que lo ocultaba por completo. Le gano un collar mágico a un enano.

Bizmo dio otro sorbo a su bebida sin apartar la mirada del enorme guerrero frente a él.

—Me suena, pero no sabría decirte. Quizá algo de acción me despeje la mente. ¿Qué te parece si enseñas a estos brutos lo que es la fuerza de verdad? Yo me hecho unas risas y tú consigues la información.

—No me hagas perder el tiempo, gnomo. Dime lo que quiero saber o mandaré a una Legión entera a que desmantele este lugar.

El gnomo se enterró en el puff y se encogió de hombros.

— ¿Una prueba pequeñita? ¿Por los viejos tiempos?

Athor cerró los ojos y se mordió el labio. Tras unos momentos de meditación lanzó un suspiro pesado y los volvió a abrir.

— ¿Qué quieres?

—Estaba pensando en un pulso. Si ganas te diré todo lo que sé sobre ese encapuchado. Y como muestra de mi buena fe, te diré que es un hombre. ¡Míralo por el lado bueno, aunque pierdas ya puedes descartar a la mitad de la población!

El gnomo saltó del puff y empezó a andar hacia el bar con pasitos rápidos y cortos, con un Athor con cara de pocos amigos siguiéndole de cerca.

El gnomo se subió a un taburete y de ahí a la barra. Se aclaró la voz y empezó a hablar todo lo alto que pudo para hacerse oír entre la fiesta.

— ¡Oídme, chicos! ¡Tenemos nuevo aspirante para Bracitos!

Toda la taberna lanzó una carcajada al unísono y empezó a corear su nombre. No tardó mucho en aparecer un ogro particularmente feo con la nariz goteando y el cuerno de su cabeza roto.

Se sentó con pesadez en la mesa más cercana a Athor, y las patas del pobre asiento gritaron pidiendo ayuda.

— ¡Ja, Ja! Humano canijo desafiar a Bracitos. Bracitos convertirte en hombre-torso sin manos.

Athor le lanzó una mirada de reprobación al gnomo. ¿Cómo se le ocurría meter un ogro , nada menos, en Ventormenta?

Athor se sentó frente a él, se dieron la mano y el duelo comenzó. El brazo del general cedió desde el primer momento a la manaza del ogro, que no dejaba de llamarle «manos pequeñas».

— ¡Ja, ja! ¿Dónde estar fuerza del humano? Bracitos a punto de ganar.

—Oye, Bracitos —le respondió tras unos segundos—. Tu trabajo en el Club es muy peligroso. ¿Tienes seguro médico?

El ogro le miró confundido.

— ¿Uh? ¿Qué ser seguro méd…?

Antes de que pudiera terminar la frase Athor le aplastó la mano contra la tabla metálica de la mesa, haciéndola una abolladura del tamaño de la mano de un ogro.

El silencio se hizo en la sala durante un momento antes de estallar en carcajadas y vítores.

— ¡Ay! ¡Mano hacer pupa! ¡Pequeño humano ser muy bruto!

Los lloriqueos del ogro solo consiguieron aumentar las risas hasta niveles ensordecedores. Athor se acercó al sonriente gnomo.

—Espero que estés contento. Ahora cumple tu parte.

Gizmo estiró sus pequeños brazos como si fuera a darle un abrazo.

—Ja ja ja. Veo que no has perdido tu toque, mi general. Y como soy un gnomo honesto te diré cuanto quieres saber. Esa persona de la que hablas es miembro VIP del club, con acceso al palco y todo. Y gracias a eso puedo darte nombre, ocupación…

Athor terminó por él.

—… Y domicilio.

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La pizpireta gnoma, arqueó las cejas ante el comerciante de cachivaches de Gadgetzan. Al momento, dos guardaespaldas goblinesas de imponente estampa se removieron a sus espaldas, como perros a la espera de una orden.

– Oye Morda, es un trato jussssto, todos ganamos oro – Dijo Buzzek, tratando de ignorar a las guardaespaldas de la gnoma – Seamos honestos, ¿Quien mejor que yo para vender estas joyas de la ingeniería?, PERO! a un precio correcto. El Tiempo es oro.

Morda ladeo la cabeza, y se quito las gafas gnómicas que portaba

– Buzz, enseñas ingeniería sin importar credo, raza o afiliación!! Eres genial!! (Con exagerada efusibidad y levantando la voz)

El gobling sonrió

– Pero Buzz, ya te concedo un apoyo enorme, prestándote asistencia y protección cuando las cosas se calientan por aquí…

La gnoma, sin apartar la mirada del gobling, movió la cabeza esquivando un hacha que había lanzado un troll. Las goblinesas, rápidamente se lanzaron como guerreras berseker que eran, sobre el pobre troll.

– Haremos algo, si consigues venderlo todo, te daré una comisión de 200g por pieza vendida. Es ingeniería gnómica, Material de primera. vale cada moneda.

Buzz torció la boca descolocado ante aquella gnoma, pero gesticulo a uno de sus alumnos para que recogiera los grandes fardos que el grupo de la gnoma traían. Una goblinesa les ayudo a descargar la mercancía.

– A Nixx le gustará todo esto, pero sería mejor si mantenemos en secreto lo de la comisión…

La gnoma rio ante el comentario de forma extravagante y ruidosa, pero sincera. (El gobling no comprendió la risotada), y ofreció el pago, una voluminosa bolsa de oro, que la gnoma aceptó sin contarlo. Morda era influyente allí, y estaba segura de que nadie osaría tratar de engañarla.

– Vamos chicas!! compremos algo de agua para el viaje de vuelta a Feralas!! Espero que el cartel que controla el agua, no esté racionandola de nuevo… Pluff!! y espero que tengan piruletas!!!

La gnoma se dirigió con paso firme hacia la taberna, mientras un colosal golpe de viento, proveniente de una tormenta de arena, cercana a la ciudad, revolvió su pelo rubio platino, aunque esto no hizo cambiar su semblante feliz y pizpireto.

Al entrar la gnoma, algunos guardias de la ciudad, retrocedieron al verla e inmediatamente 5 goblinesas tomaron el local. Todos estaban encogidos por el despliegue de fuerza ofrecido, pero no sorprendidos, los goblings conocían a la gnoma y al cartel que regentaba.

– Toma Morda!!, te lo reservaba especialmente para ti!! :icecream:

La gnoma no pudo contener la emoción al ver el helado y lo acaparó con ansía

– Eres el mejor Fizz!!

Entonces, una elfa nerviosa y alterada irrumpió con fuerza en la taberna

Morda paladeaba con lentitud su helado, cuando vió entrar a la elfa.

La gnoma al ver el estado en el que se encontraba la elfa, no pudo evitar acordarse de su pasado. y por un instante, el tiempo se ralentizo y revivió una antigua escena de su pasado como esclava en el campo de trabajo forzado de garrosh, y el brutal dolor diario de sus carnes abrirse, por los constantes y brutales latigazos de sus carceleros, la sangre brotando de su cuerpo de forma constante y siempre sin tiempo siquiera para llorar, lamentarse, o curar sus heridas apropiadamente…

Un pequeño parpadeo de energía oscura como el vacío mas siniestro, cruzo con intensidad el cuerpo de la pequeña gnoma, pero en un instante lo bloqueo mientras cerraba los ojos, absorbiendo, reprimiendo, asimilando lo que sentía y tambien saboreandolo…

Hacía mucho que se había jurado paladear hasta el último segundo de su recuperada nueva vida, aunque fueran segundos duros y dolorosos…

Las promesas lo son todo.

Al abrir de nuevo los ojos, un pestañeo quizás, el sonido de la taberna volvió a ella y consciente de todo con mayor intensidad, lamió una vez mas su helado. Aquella elfa estaba agitada y no era la típica aventurera.

Con un puño, y girando la mirada hacia su helado. La gnoma proyecto su spiritu en una ráfaga curativa que proyecto sobre la elfa

Mene había sido curada muchas veces: Por ella misma, por su paladín, por compañeros y compañeras… pero aquella cura la sintió diferente, parecía reflejar parte de una confusa maraña de sentimientos procedente de la gnoma.

– Ostras!!

De un salto, la gnoma rebusco en su faltriquera y saco un royo de papel y comenzó a comprar un dibujo que contenía con la elfa, Sin ningún disimulo y sin parar de paladear su helado. Un dibujo que tenía un gran parecido con mene.

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El brillo del sol sobresalía ya por encima de los picos de Elwynn cuando un búho violáceo llegó a las almenas de Ventormenta. El ave se posó sobre la punta de una de las torres y miró a su alrededor con lo que parecía una mueca de asco. Aquella ciudad tan grotesca despertaba en él un odio insoportable. Esa escoria de la Alianza había escupido sobre su raza demasiadas veces como para ser perdonada. El búho extendió sus alas y bajó planeando, rozando con las plumas de su vientre los tejados de la ciudad. Tras unos minutos dando vueltas, llegó por fin al puerto de Ventormenta. Una vez allí, se posó en el suelo y volvió a su forma kaldorei. Tras lanzar una mirada asesina a los guardias, se acercó al campamento que habían montado allí los refugiados de Teldrassil. Los guardias sabían de sobra de su hostilidad hacia la Alianza, pero lo toleraban debido a que su poder era difícilmente igualable y ninguno de ellos podía siquiera aspirar a entretenerlo. Las tiendas repartidas de manera desigual por todo el puerto estaban atestadas de elfos de la noche y de humanos repartiendo alimentos.

-No necesitamos vuestra basura…-masculló el elfo mientras se acercaba a una tienda.

Cuando llegó a la tienda rozó la tela y saludó con su característica voz potente. De la tienda salió una kaldorei, ataviada con una sencilla toga blanca que le cubría de la cabeza a los pies. Su rostro violáceo, del mismo color que el del druida, estaba enmarcado por una larga melena de color verde bosque. Sus ojos plateados se entornaron ligeramente cuando salió a la luz, pero una sonrisa iluminó su cara cuando vio a Lonvar. Inmediatamente, la elfa dio un pequeño salto y lo abrazó con fuerza.

-¡Lonvar! ¿Por qué no has venido a visitarme desde… aquello?-preguntó la elfa.

-He estado muy ocupado. Lo siento.-repuso él recordando la matanza de antes.

-Me sentía sola, ¿sabes? Eres la única familia que me queda.-susurró ella en su oído.

Lonvar no respondió inmediatamente. Su padre, un reputado cazador, había muerto en un ataque de la Horda a Vallefresno… y su madre, una sacerdotisa, había muerto en Costa Oscura varios años atrás. En sus más de 10.000 años de existencia, jamás se había sentido tan frustrado, tan impotente, como cuando estaba observando el Árbol de la Vida siendo consumido por las llamas provocadas por la Horda.

-Lo siento, Nissi… pero sabes que no puedo estar contigo todos los días.-dijo al fin.

-Ya, pero me gustaría poder disfrutar más de mi hermano…-repuso ella con voz queda.

-Ya no podemos pasear por Darnassus, pero puedo llevarte a un sitio precioso.

-¿A dónde?-preguntó la elfa con sus ojos plateados brillando de felicidad.

-Tendrás que esperar para verlo.-sonrió el druida con un deje misterioso en la voz.

Lonvar sacó un silbato plateado con lunas grabadas de una de las faltriqueras que se hallaban ocultas en su cinturón. Se lo llevó a los labios, y sopló con fuerza. El pequeño artilugio emitió un sonido inesperadamente melódico, que recordaba a las canciones tradicionales que cantaban los suyos desde tiempos inmemoriales. Tras unos instantes, una pequeña sombra apareció en el cielo y a medida que se fue acercando fue revelando su naturaleza. Era un precioso hipogrifo de plumas violáceas y alas poderosas, atado con una silla de montar y varias correas que la sujetaban. El animal se posó en el suelo y bajó la cabeza. Lonvar rebuscó en su faltriquera y sacó unas extrañas semillas que el hipogrifo comió ávidamente de su amplia mano. No usaba la montura con frecuencia, prefería su forma de búho, pero su hermana no era druida.

-Sube, Nissi. Y sujétate bien.-dijo Lonvar mientras se montaba en el grifo.

La kaldorei se subió ágilmente a la montura y se aferró a la cintura del druida. Lonvar espoleó al hipogrifo y alzó el vuelo, cada vez más rápido, hasta que Ventormenta se convirtió en un punto distante en la lejanía. Tras unas horas de vuelo llegaron al Monte Hyjal. Lonvar guió a su hermana por el bosque hasta que llegaron a un lago plateado que desprendía luz pura bajo las raíces de Nordrassil. Aquel pozo…

-El pozo de la eternidad…-susurró Nissi con sorpresa.- Es precioso.

Su hermana era muy joven, tenía solo 4000 años, por lo que no vivió la traición del hermano de Malfurion ni la Guerra de los Ancestros. Jamás conoció a Azshara.

-Y también peligroso. Pero estaremos bien si no te alejas de mí.-dijo el druida.

Nissi se sentó delicadamente en una roca y miró el pozo con interés. Lonvar se sentó a su lado y esparció unas semillas a su alrededor. Chasqueó los dedos, y de las semillas brotaron flores preciosas y ramas entretejidas que les servían de mesa. Lonvar apoyó un arpa en la improvisada mesa y comenzó a tocarla con gran habilidad. Su hermana, impresionada, comenzó a entonar una canción, una plegaria a Elune que las sacerdotisas cantaban en los templos. La música conjunta de ambos hermanos creó un ambiente que provocó que incluso algunos pequeños animales se acercaran al pozo y se tumbaran en la orilla para disfrutar de la música. Tras un largo y agradable rato, la música se detuvo y el druida se levantó de la piedra con prisa.

-Bueno, Nissi. Tengo asuntos que atender.-dijo Lonvar.-Vuelve y descansa.

-Está bien… espero que vengas a verme de nuevo.-dijo ella con tono triste.

-Por supuesto. Siempre que pueda.-respondió él con un tono inusualmente suave.

Nissi montó de nuevo en el hipogrifo, y se aseguró a la silla de montar.

-Elune-adore.-dijo su hermana espoleado al grifo con una patada.

-Ishnu-alah, hermana.-repuso el druida mientras el grifo se perdía en la lejanía.

De pronto el druida se transformó en un enorme oso y se abalanzó sobre un arbusto, dándole un zarpazo a un bulto y estampándolo contra un enorme árbol. Era un goblin.

-¿Qué estabas haciendo, bicho?-preguntó Lonvar volviendo a su forma.

El goblin lo miró asustado y trató de correr, pero el elfo se transformó en un felino y se abalanzó hacia la rata verde, cortándole la garganta con sus afiladas garras. Entre las ropas del goblin había un distintivo. “Gadgetzan” pensó al instante el druida.

-Vais a arrepentiros de esto.-dijo el kaldorei, ya transformado de nuevo.-Ilusos.

Lonvar se transformó en búho y agarró la placa manchada de sangre con las garras. Desplegó sus alas y alzó el vuelo a toda velocidad hacia la rudimentaria urbe goblin. Por fin llegó a la ciudad, y volvió a transformarse en elfo para golpear la puerta de la taberna más cercana y acercarse con violencia al camarero.

-¿Te suena esto, rata verde?-escupió el kaldorei.

El goblin comenzó a temblar al ver al enorme elfo de la noche, y tragó saliva antes de dar una respuesta negativa. El elfo agarró al goblin y lo estampó contra la mesa mientras le ponía una daga en el cuello.

-Puedo estar aquí toda la tarde.-susurró el elfo con inquina.

Se sentó en una silla y se preparó para el interrogatorio.

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Lo he dejado preparado por si queréis que intervenga, a ver cómo sigue la historia.

Tienes algo en mente con ese interrogatorio?

Te pregunto por que tenia en mente cambiar a mene de sitio si nadie movía ficha en un par de días. (Que ya han pasado)

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Sintió la cura de la pequeña gnoma,confusa,como si le costase aceptar su sacerdocio,fue extraño,nunca había sentido una cura tan…extraña? Se dio la vuelta pero la pequeña gnoma parecía entretenida buscando algo en su mochila.

Menel miró a su alrededor.Los goblins nunca habían sido de su agrado y menos desde que aquel goblin Caballero de la muerte había intentado asesinarla.
Pero como su nombre indicaba Prontamuerte había caído rapidamente bajo las gujas de Eyliria.
Aun así se fue directa al tabernero. Conocía la codicia de los goblins de sobra,deslizó con disimulo unas monedas de oro en su mano mientras pedía un café.
-Que puedo hacer por vos hermosa elfa?-dijo el goblin con una amplia sonrisa que a la elfa le pareció bastante desagradable
-Busco a una huargen,una druida,pelo castaño,gafas gnómicas,posiblemente esté herida y porta un pequeño fardo.
-Interesante-dijo el tabernero-pero podríais ser más precisa acerca del contenido del fardo?azerita?oro?
-Nada que sea del interés de un goblin-contestó Menel intentando aparentar indiferencia.
-Creo que me suena-dijo el goblin sin tragarse la aparente tranquilidad de la kaldorei-la he visto por aquí alguna vez,tratando con algún goblin y especialmente con la gnoma aquella-dijo señalando a la que le había casteado la cura un momento antes.
Menel le dio las gracias al tabernero sin nisiquiera probar el café.Se acercó por detrás a la pequeña sacerdotisa que miraba un papel ensimismada.
La diferencia altura le dejó ver perfectamente el retrato que miraba la gnoma varios pasos antes de situarse a su espalda.La elfa palideció por un instante.Era un retrato de ella.Qué demonios hacía una desconocida con su retrato?Estiró el brazo a la par que se agachaba y cogió a la gnoma por su vestidura a la altura del cuello.
Al verse despegada del suelo de repente, el helado y el retrato se le cayeron de las manos mientras empezaba a patalear en el aire.
Menel la giró para dejarla de cara a ella y le dijo:
-Creo que tenemos que hablar verdad?-dijo mirando a su pequeña presa y luego al retrato que yacía en el suelo lleno de helado.
-Salgo bastante favorecida-dijo entrecerrando los ojos.Al abrirlos de vuelta la cólera de Elune se reflejaba en sus pupilas.Miró a la gnoma a los ojos esperando una respuesta.

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Si entras en la taberna y ves a una de las tuyas con una ñoma colgada y con cara de cabreo…puedes acercarte a ver que pasa.

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La gnoma, pataleaba mientras se partía de la risa por las cosquillas que sintió al ser levantada y manipulada, cual saco de patatas por la elfa. hasta que se percato de que su helado se había caído al suelo, cosa que la hizo quedarse quieta y dejar que la elfa la pusiera cara a cara a ella. En ese momento, la gnoma paso de reírse a poner cara de desaprobación.

– Te curo esos feos arañazos y tu me tiras el helado?? innegablemente, los de tu altura, no sois especialmente inteligentes… ni educados!!

La gnoma giro su brazito y un clic metallico resonó. inmediatamente, un chorro de gas a presión salió de la manga de la goma, hacia la cara de la elfa. Esta callo de forma fulminante, cual saco de patatas. completamente K.O. y con ella, la gnoma arrastrada por la propia elfa ya inconsciente.

Una goblinesa muy fornida se acerco para ayudar a la gnoma con cara divertida, y tras un pequeño forcejeo, la gnoma logró zafarse de Mene y ponerse en pie.

– Nos la llevamos!!

– La pongo al lado del druida que capturamos a nuestra llegada?? Podrá el meca con estos dos gordos elfos?.

– No dudes de mi tecnología!! claro que podemos transportar a ambos. Quiero que el druida me cuente con tranquilidad por que estaba torturando a un pobre gobling, que no le haría nada ni a una lechuga.

– LLeva ya un rato dormido…

– No está dormido… Galí… es un sistema de criogénico mental gnomico…

El grupo elevó el vuelo y pusieron rumbo a feralas


Tiempo después, se encontraban en el enorme taller secreto de la gnoma y de su cartel, en un lugar impreciso de feralas. En concreto, en una de las mazmorras del complejo, a muchos metros bajo tierra.

La mazmorra era cuadrada, con paredes metálicas de saronita pura de un grosor prominente que se podía calcular en metros.

La Elfa y el druida se encontraban atados por una cadena de rígida maronita que los ataba entre ellos y al suelo de la sala.

La puerta, era de cristal blindado y tenía un sigilo anti-magia visiblemente incrustado en ella.

Delante de la pareja de elfos, había un taburete, y encima del mismo, una maceta con una pequeñísima florecita silvestre, y un cartel:

Bajo el cartel, un dibujo muy notable de la hermana del druida y otro de la casa de Mene.

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Pista:

:wink: :wink:

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Menudo power rolls te marcas, gnoma. :sweat_smile: