“No oses ignorarnos. ¡Todo lo que te ha dicho esa arpía es mentira! ¡Sin nosotros no serás nada! ¡Nos debes todo tu poder!”
Por primera vez Shindael consiguió ignorar las voces… “Malditos Gallywix… callaos, necesito un momento a solas”… y no volvieron a hablar.
Se había deslizado por los oscuros callejones del puerto de boralus hacia una taberna de alguien confianza. A esas horas de la madrugada, marineros honrados deseosos de buscar un poco de entretenimiento tras un largo día de faena en el mar, se mezclaban con gente un poco más turbia…
Cuando entró en el local, un golpe de calor le dió la bienvenida. Dentro había un gran jolgorio, una animada banda tocaba en una esquina, bastante bien, en opinión de Shindael, para la más que evidente embriaguez que llevaban. El resto de parroquianos bebía y reía disfrutando de una festividad a nosequé historia del mar… cosas de Kul Tiras.
“Intentaré tomar algo tranquilamente antes de que empiece la primera pelea”. Se acercó a la barra y esperó pacientemente a que el camarero la viera.
Un humano, cercano a los cincuenta, notó que se encontraba esperando ser servida. Esgrimió una sonrisa y se acercó hacia Shindael.
– Querida, vas demasiado tapada para el calor que generan todos estos borrachuzos. Debes estar asándote con esa capucha hasta arriba. - dijo sonriéndole.
– He entrado sin ella puesta… y mira como se me ha quedado la cara y el pelo del calor y del olor - respondió Shindael entre risas al tiempo que se quitaba la capucha y descubría su cara.
El camarero se quedó boquiabierto mientras la miraba, y titubeando le dijo:
– Pero canija, ¿qué te ha pasado?
– Una larga historia Tony… - dijo mientras se pasaba la mano por su antigua melena rubia… - pero estoy bien, no te preocupes. - dijo mientras sonreía y le giñaba un ojo.
-> Te veo mucho peor a ti querido, no te queda ni un pelo que no sea una cana.
– ¡Ja! Mis precioso pelo canoso causa furor entre las damas querida. - dijo mientras se frotaba la cabeza y reía a pleno pulmón.
– Seguro que sí querido…- respondió Shindael socarronamente. Se inclinó ligeramente sobre la barra con los brazos extendidos. - Ven aquí anda, dame un abrazo viejo gañán.
EL camarero la abrazó al tiempo que reía al tiempo que gritaba.
– ¡Ven a mis brazos canija! ¿Cuanto tiempo ha pasado querida? ¿2?¿3 años?
– 2 años sí. - respondió Shindael separándose del camarero. Echó un vistazo rápido a su alrededor- Veo que te va bien en este bar.
– Siiiii, no me puedo quejar… los marineros tienen buen beber y comer. ¡Mucho mejor que la gente estirada de Ventormenta!.
– Pero se pelean más y son más grandes… - Respondió Shindael imitando a un marinero fortachón.
– Así es querida… un día me usarán de mondadientes… pero mientras tanto, al menos hasta el día de hoy, me respetan. ¡Nunca subestimes el poder de estar tras una barra elfa canija! - dijo mientras adoptaba una pose triunfal.
– Jejeje… - rió en voz bajita Shindael. - Ponme algo de beber anda. ¿Tienes algún vino bueno?-
– ¿Para una de mis elfitas favoritas? Te voy a sacar una delicatessen que me trajo un marinero de… no me quiso decir de donde. Pero es un vino de los mejores. - dijo mientras se alejaba de la barra hacia la trastienda.
Shindael esperó apoyada en la barra mientras observaba como alguien tenía que sujetar a uno e los músicos borrachos para que no se cayera de encima de la mesa. Era curioso como no podía mantenerse en pie… pero tocaba el violín con más precisión que si fuera una máquina gnómica. Justo en ese momento Tony volvió y le puso una botella delante y una copa.
– ¡Toda para tí canija! ¡Invita la casa!.
– De eso nada viejo.
– En mi bar mando yo canija. Y ni una palabra.
Shindael se encogió de hombros y mientras le sonreía, le dio las gracias. Tony respondió girando la cabeza restando importancia al gesto mientras sonreía ampliamente enseñando su extrañamente bien conservada dentadura.
– Y dime, ¿cómo le va a Val? A ella hace más tiempo que no la veo todavía.
Shindael, que estaba dándo un trago de vino en ese momento, se atragantó cuando Tony le pregunto por Valeera, provocándole una tos que hizo que escupiera el vino en la espalda de un fornido marinero que estaba junto a ella en la barra… el hombre iba tan borracho que ni se enteró del manchurron de vino que llevaba en la espalda…
Tony comenzó a darle unos golpecitos en la espalda a Shindael mientras esta tosía y se daba golpes en el pecho, tratando de pasar el mal rato del atragantamiento.
– ¡Canija, ni que te hubiera preguntado por un hordo! ¿Estás bien?
– Cof cof… sí… cof… gracias… Pues, Valeera… tuvimos un problemilla… y ahora no puede ni verme.
– ¿Pero que me estás contando? ¿Las dos canijas huérfanas de Ventormenta peleadas? ¡Si erais inserparables!
– Ya…
Tony notó que Shindael no quería hablar de aquello, así que no siguió insistiendo.
– Bueno, espero que solucionéis vuestros problemas pronto. ¡Elfas!
– Si… ¿oye tienes algún sitio tranquilo para que disfrute del vino? No quiero interrumpirte mientras trabajas… y necesito pensar un poco…
– Claro canija… ¿ves aquellas cortinas? - le dijo señalando unas cortinas sucias que había al final de la barra -. Dentro hay una mesa muy cómoda donde solemos jugar a las cartas. Ahora mismo no hay nadie. Entra y siéntete en tu casa. Cuando haya menos gente me reuno contigo.
– Gracias Tony… te veo ahora.
Cogió su vino y se dirigió al reservado… necesitaba un tiempo sola, para disfrutar del vino y para poner un poco en orden sus pensamientos…