Mareas de venganza.Dos visiones del conflicto

Madre Elune lo escribí mientras me ponía el uniforme.
Edito!!!
Esto de estar con la cabeza en las nubes…
Vamos allá que tengo cierre :pensive:
Tu no has visto nada Hae…
Veras cuando lo vea Argent…sword :joy:

No he visto nada, no xD

Jajaja no me lo creo ni yo… Menuda vergüenza :joy:

¿En qué estarías pensando tú? :laughing:

Eso digo yo :thinking:

En el cierre, en que esta semana tengo algo importante que hacer… Y en que me ha pillado tan de imprevisto la petición del paladín que con semejante cacao mental lo raro es que no le haya llamado illidan…:joy::joy::joy:

2 «Me gusta»

Con lo fácil que hubiera sido decir Si quiero eso me pasa por pensar tanto en que decir :joy:

1 «Me gusta»

Espera Menel que quiero mandar a Karyesus con regalitos para tus niños y para los padres.Seguro que os gustan.

1 «Me gusta»

Si llegas antes de que Argent… Sword me mate… :joy::roll_eyes:

2 «Me gusta»

Eso intentaré… aunque a él le voy a llevar un súcubo, a ver si se alegra.

Jajaja no puedo parar de reírme… Va a ser un turno interesante en el trabajo, voy a ello.
Sed buenos.
PD: Argent querido… Te quiero mucho :heart::heart::heart::heart::heart::heart::heart: :joy:

3 «Me gusta»

Ciao Menel, ¡que se te dé bien!

Bueno ya con el cierre terminado(mañana tengo otro pfff)puedo centrarme,más o menos…

Vamos allá,con humor incluido :stuck_out_tongue:

-Acabas de llamarme por el nombre de mi hermano amor?-dijo Argent levantando una ceja
-No que va-contestó la sacerdotisa intentando aguantar la risa.
-Menel…-dijo Argent mirándola divertido.
-Han sido los nervios-dijo Menel estallando en carcajadas.
-Sin duda es la petición de matrimonio más rara que he visto en mi longeva vida-dijo Lostariel Bosquensueño apareciendo detrás de ellos.
-Estás hablando con una kaldorei y un sindorei mamá-dijo Menel intentando dejar de reír-nada es “normal” entre nosotros dos.
-Y sin embargo os veo-dijo la alquimista emocionándose- y se que estáis hechos el uno para el otro,me costó entenderte Merith pero al veros ayer dando la vida el uno por el otro si hacía falta,por mis nietos…-Lostariel empezó a llorar.
-Mamá!!-dijo Menel acercándose a consolarla con un abrazo.
-Ya,ya se me pasa-dijo la recién estrenada abuela limpiándose las lágrimas.
Argent carraspeó emocionado.
Menel viendo que su madre se secaba las lágrimas y recuperaba la compostura se acercó de vuelta a su amado y le dijo:
-Si,me casaré contigo Argentsword Caminasol.
-Estás segura de con que hermano te quieres casar?-preguntó el paladín divertido.
-Con el único al que amo-contestó Menel justo antes de besarlo.

5 «Me gusta»

Hême descansaba en su salón principal, tomando una copa de vino y leyendo un viejo tomo sobre magia vil que había tomado prestado de Karyesus. Era bastante interesante, pues hablaba de las distintas formas de invocar demonios y los requisitos y consecuencias de dichas invocaciones. Ahora que lo pensaba, Karyesus había cambiado mucho a lo largo de los años. Al principio de sus estudios como brujo escogió el camino de la Demonología, rama en la que era muy talentoso. Sin embargo, tras varios años tomó el camino de la Aflicción, para después seguir la senda de la Destrucción. En la actualidad, sin embargo, había decidido volver a sus orígenes y seguir de nuevo la senda de la invocación de demonios. Lejos de perder talento por la falta de práctica, incluso se podría decir que ahora era más habilidoso que en sus tiempos mozos como novicio. Quién iba a pensar que aquel joven elfo que apenas podía invocar un diablillo en sus primeros años se convertiría en el Señor Abisal y por tanto uno de los brujos más poderosos de todo Azeroth. Mientras pensaba, súbitamente la puerta se abrió y Shivadel entró dejando una bolsa en la mesa. La seguía de cerca una figura de estatura similar, pero cubierta con una capa gris que ocultaba su rostro, aunque por la complexión y altura debía ser una kaldorei.
-Buenas tardes, Lim.-saludó la nocheterna.- Tengo un regalo para ti.
-¿Ah, sí?-se sorprendió el Illidari.- Pues muchas gracias, ¿dónde está?
-Paciencia… primero tengo que presentaros.-sonrió Shivadel mirando a la kaldorei.
La desconocida retiró la capa y dejó ver unas facciones bastante finas para ser una kaldorei y un pelo níveo casi tan blanco como el de Shivadel. Sus ojos plateados lo miraban con curiosidad, y las marcas bajo sus ojos le daban un aspecto… curioso.
-Soy Anteria Frutoarcano.-dijo la kaldorei.- Soy la her…
-Es mi hermana pequeña.-intervino Shivadel.- Y por tanto tu cuñada.
-Vaya…-dijo Hême sorprendido.- ¿Y cómo es que ha podido entrar en Suramar?
-Verás, Anteria renegó de su pueblo y lleva años trabajando como mercenaria, por lo que no tiene ningún vínculo con la Alianza.-explicó la nocheterna.
Acto seguido ambas hermanas procedieron a contarle la historia, en medio de la cual Shivadel cogió la bolsa y le regaló el anillo que había comprado. Hême, agradecido, escuchó la historia completa, pero aún le quedaba una incógnita sin resolver.
-¿Y qué hacías en Cuna de Invierno, Anteria?- preguntó el Illidari.
-Vivo allí.- respondió Anteria.- Un comerciante goblin se enamoró de mí y me regaló una casa en Vista Eterna. Tras su muerte, fui a ver a Tyrande y Malfurion y los insulté, bastante antes de la quema del árbol, que por cierto agradezco a Sylvanas. De esta manera me fui para siempre de allí y acabé viviendo en Cuna de Invierno.
-Ya veo… siéntete libre de usar la habitación de invitados.-dijo Hême.
La kaldorei asintió y se levantó del sillón para irse a descansar al cuarto de visitas.
Una kaldorei en Cuna de Invierno… se acordó de sus recientes aliados, Argentsword y Menelwie, y también recordó que la sacerdotisa estaba embarazada la última vez que se vieron. A estas alturas ya debía haber dado a luz… o quizá no. Decidió hacerle una visita, pero si los niños habían nacido ya podrían asustarse por su apariencia. Con esto en mente, decidió llamar a Karyesus, que le contestó encantado que iría para allá con regalos para la pareja y para los niños, hubieran nacido o no. Hême apagó el comunicador y lo guardó en su bolsa, para acto seguido seguir leyendo su libro.


Karyesus estaba en el Circo de las Sombras experimentando con unos fluidos que había extraído de un huevo demoníaco que había encontrado en Terrallende cuando recibió la llamada de su hermano Lim. Al escuchar la petición del Illidari, aceptó sin pensarlo dos veces, le gustaban mucho los niños elfos. Eran tan puros… perfectos para los rituales en los que había que invocar demonios cuyos gustos a la hora de comer eran… peculiares. Sin embargo, no tenía intención de hacer nada con los niños de la sacerdotisa y el paladín. Aquel día en el Salón Juego de Manos había sentido una bondad inusitada en la sacerdotisa, y presentía que aquellos niños eran especiales.
Decidió comprar unos regalos para la pareja y también para los niños, aunque no conocía los gustos de ninguno de los cuatro. Sin más tardar, se dispuso a salir del Circo de las Sombras tras guardar sus frascos en su bolsa, pero a medio camino chocó contra un trol que lo miró furibundo. El elfo lo fulminó con la mirada, pero al ver que el intruso no se aminalaba se sorprendió mucho. Era conocido por la mayoría de los brujos, y no precisamente por su buen humor. Llegó a la conclusión de que aquel trol no era un brujo, y no se equivocaba: aquel intruso era un chamán. ¿Qué hacía un chamán en el territorio de los brujos tan despreocupadamente? Lo castigaría.
-Quita de en medio, elfo. Vete a la peluquería.-dijo con una voz cargada de odio.
-Tú eres el único que se va a quitar de en medio.-repuso Karyesus.- Mirlissa…
De pronto un látigo surgió de las sombras y golpeó la clavícula del trol. Una súcubo salió de detrás de una caseta y se acercó al trol lentamente. El trol, distraído, no se daba cuenta de lo que estaba ocurriendo. Cuando lo hizo, era demasiado tarde.
El chamán intentó conjurar una descarga de relámpagos, pero un manáfago emergió de la penumbra y se lanzó contra el trol, cortando su hechizo y comenzando a absorberle el maná. Antes de que el intruso pudiera reaccionar, un guardia de cólera se acercó por detrás y lo agarró del cuello, apoyando su lanza en el pecho del trol.
-Te dije que perderías.-sonrío Karyesus.- Lath’izak, adelante. Haz tu truco favorito.
El guardia de cólera emitió un sonido parecido a una carcajada y lanzó al trol al aire, para acto seguido balancear su lanza y cortar al trol en varios pedazos. Karyesus, satisfecho, pisoteó el cadáver destrozado del chamán y le dio unas palmaditas en la espalda a su demonio. Tras esto, subió por la cuesta y abrió un portal demoníaco para volver a la Falla Cicatriz del Terror, hogar de su orden: el Consejo de la Cosecha Oscura.
Aquel lugar se había convertido en su hogar de cierta manera, tanto que pasaba la mayor parte del día allí. Pretendía conseguir unos regalos para los niños allí, así que se dirigió a la zona de los manáfagos. Allí encontró lo que buscaba: un huevo moteado con manchas viles, del que nacería un pequeño manáfago con el paso del tiempo. Antes de meterlo en un cofre ornamentado de color negro y verde, realizó unos ajustes para que el manáfago no pudiera succionar magia, asegurando de esta manera la seguridad de la sacerdotisa y los niños. Satisfecho, le dio el cofre a su esclavo Lenguavermis y usó su piedra violácea para volver a Dalaran. Una vez en la ciudad de los magos, se dirigió a la floristería y compró un ramo de flores, mitad celestes y mitad amarillas, simbolizando a Elune y Belore y la unión entre el paladín y la sacerdotisa.
En la joyería cercana, compró un expositor de joyas que brillaba con luz propia, terminado así el regalo de Menelwie. Ahora solo quedaba el paladín. Tenía pinta de estudioso, así que compró un libro de arqueología y otro de pesca y cocina.
Listo. Tenía todos los regalos, así que volvió a Orgrimmar e invocó a su caballo demoníaco para alzar el vuelo hacia Cuna de Invierno. Su hermano le había dicho la localización de la casa, y además le advirtió de los felinos que guardaban la puerta.
Tras unas horas llegó a la casa élfica, y antes de acercarse comprobó su vestimenta. Llevaba su armadura favorita, que recordaba a los antiguos quiraji, de color violáceo y dorado y con esferas de sombras girando en diversas partes. No llevaba casco, aunque varios cristales de alma flotaban a su alrededor como una corona. De su cintura colgaba una espada corta y a su alrededor pululaba una calavera.
-Perfecto.-dijo el brujo avanzando hacia la casa.
Sin embargo, al acercarse, su manáfago Droofum intentó acercarse a los felinos, que gruñeron furiosos tanto al perro demoníaco como al brujo elfo de sangre.
-Buenos días.-gritó el brujo.- ¿Es esta la morada de Argentsword y Menelwie?
Sin más, aguardó una respuesta mientras trataba de calmar a los sables.

2 «Me gusta»

Menel terminó de darle el pecho a los gemelos.Como siempre Lith,que era la forma cariñosa en la que la sacerdotisa había empezado a llamar a su hija,soltó los gases de manera escandalosa.
-Espero que cuando empiecen a comer sólido deje de eructar así-dijo Menel esperanzada.
Se abrochó la toga y como no parecía que los niños tuvieran mucho sueño se quedó hablándoles y mimándolos.
El gruñido de Nieve y Darna los sorprendió de improvisto.Su madre seguía atareada con la ropa de cama y Argent recogía por casa.
Fue el paladín el que se acercó a abrir.
-¿Es esta la morada de Argentsword y Menelwie?-escuchó la sacerdotisa desde el salón.
En ese momento el sindorei abrió la puerta y se encontró con el brujo.
-Nos conocemos?-preguntó Argent sin tranquilizar de momento a los sables.
-Soy Karyesus,el hermano de Hême-contestó-me ha enviado a veros.
Argent tranquilizó a Darna y Nieve con un gesto y lo hizo pasar.
Menel cogió a sus hijos en brazos de forma protectora y se levantó a recibir al invitado.
-Bienvenido-dijo la sacerdotisa-que te trae hasta aquí?

2 «Me gusta»

Karyesus, aún ocupado con los sables, percibió movimiento dentro de la casa y supuso que sería el paladín, o quizá la sacerdotisa. A los pocos segundos un esbelto paladín rubio de ojos dorados salió a recibirlo.
-¿Nos conocemos?-preguntó el paladín.
-Soy Karyesus, el hermano de Hême.-contestó el brujo.- Me ha enviado a veros.
El paladín calmó a los felinos, y le hizo un gesto para que pasara. Karyesus, antes de entrar, ordenó a su manáfago que se quedara junto a la puerta y entró. La casa era sorprendentemente acogedora en mitad de aquel páramo helado. De pronto, la sacerdotisa apareció con sus dos hijos, y le dio la bienvenida.
-Buenos días.-saludó el brujo.- Veréis, mi hermano Hême me ha sugerido que os hiciera una visita para ver cómo vais con los niños, así que he traído regalos.
Karyesus chasqueó los dedos y su esclavo Lenguavermis apareció a través de una falla demoníaca, cargado con tres cofres: uno rojo con marcos dorados para Argentsword, uno violeta con marcos plateados para Menelwie, y uno negro con marcos verdes para los gemelos. El demonio colocó las tres arcas encima de la mesa y desapareció por otra falla.
-Muy bien.-sonrío Karyesus satisfecho.- ¿Quién quiere recibir primero su regalo?

1 «Me gusta»

Menel no pudo evitar recordar la “exquisita” decoración que el cazador de demonios le había hecho en su día y aunque ahora eran aliados…no sabía si fiarse del gusto de Hême.
Pero decidió que ya era hora de pasar página,como le decía a veces Lostariel y Argent en una ocasión…no puedes ser rencorosa…algo que le costaba en exceso.Aunque de corazón dulce la sacerdotisa como todos tenía sus defectos y sin duda ese era el peor de ellos.
Así que decidió empezar a cambiar eso,quizás llevaba por la dulzura extra que le había conferido la maternidad creía poder pasar página y perdonar casi cualquier cosa,excepto quizás un ataque a su familia o a su raza,nunca perdonaría ni olvidaría Teldrassil.

Los niños ya habían nacido.Había cosas que tenía pendientes consigo misma,como comprobar si había vuelto a ganarse el favor de Elune tras recuperar su plateada mirada o si debía volver a hacer uso de las sombras en caso de ser necesario.
Aunque eso último le provocaba otro dilema moral,tenían que educar a sus hijos en la luz,pero ella no sentía esa afinidad natural de Argent o de sus gemelos con ella.Era una sacerdotisa de Elune,siempre lo sería…al menos mientras no se demostrase que la nueva cara vengativa de su diosa era perjudicial para su raza o para el resto de Azeroth.Y rogaba para que diez mil años de servicio como una de sus favoritas no hubiesen sido en vano adorando a una entidad malvada.

Menel dio un paso adelante y dijo:
-No hacía falta Karyesus,agradécele a Hême sus regalos,seré la primera en abrirlos-dijo la sacerdotisa con una sonrisa sincera.

2 «Me gusta»

La sacerdotisa, tras unos segundos, dijo que sería la primera en abrir los suyos. También le pidió que le agradeciera los regalos a Hême, ante lo que el brujo aclaró una cosa.
-El dinero para vuestros regalos es de Lim, pero el de tus gemelos… es un regalo especial mío.-sonrió Karyesus.
El brujo le dio a Menel una llave plateada con grabados de luna, y la sacerdotisa abrió su cofre. Dentro, las flores y el expositor descansaban en perfecto estado.
-Verás, esas flores son de ese color por Elune y Belore, y simbolizan la unión entre nuestros dos pueblos.-explicó Karyesus.- El expositor está encantado, brilla con Luz propia y además tiene un almacenaje inmenso gracias a los compartimentos arcanos del interior.

2 «Me gusta»

Menel se quedó fascinada con los regalos,tuvo que admitir que cuando el cazador de demonios quería tenía un gusto exquisito.
-Bueno-se dijo a si misma-es…era…un sindorei,es algo natural en ellos cuando olvidan a su demonio interior.
Rosas azules…no pudo evitar sonreír,al fin de al cabo todo había empezado el día que Argent dejó un ramo de ellas en la puerta de esa misma casa y se fue antes de que pudiera agradecérselo.
Combinaban muy bien con las amarillas,era un ramo que tanto ella como el paladín definirían como “muy nosotros”
En cuanto al expositor de joyas era una maravilla,y ya se había acostumbrado a objetos encantados con magia arcana,como para no se dijo a si misma sonriendo.
Era hora de cambiar aquel antiguo cofre de madera donde guardaba sus joyas desde hacia…milenios.
Se echó la mano al cuello,siempre echaría de menos su collar de sacerdotisa,pero la ofrenda a la muerte de Eleanna que había dejado con el en su tumba seguía siendo algo que consideraba noble.
-Elune adore-pensó Menel
Levantó la vista del joyero y sonrió a Karyesus.
-Me reafirmo en lo dicho,dale las gracias a Hême,ambos regalos son preciosos.

3 «Me gusta»

Se notaba que la sacerdotisa estaba encantada. Miró las flores con una sonrisa nostálgica, por lo que el brujo supuso que las flores azules o amarillas tenían un significado especial para la sacerdotisa. También le gustó mucho el joyero, y tras observar los dos regalos le sonrió y volvió a agradecerle.
-Bueno, ¿quieres ir tú ahora, Argent, o los niños?- preguntó el brujo sacando una llave dorada con un fénix en el extremo y otra llave negra con círculos verde vil.

1 «Me gusta»