Mareas de venganza.Dos visiones del conflicto

Argent recibió la respuesta del alto examinador Tha’el Mirasangre…
En la misma,le comunicaba,que tratándose de un objeto asociado al poder, sería aconsejable,que hiciese acto de presencia en Lunargenta.
Los asuntos “delicados” asociados a la época de los altonato,necesitaban un estudio previo,bien documentado,y con conocimientos de las bases,para seguir avanzando…
Argent sonrió con cariño,pensando en su viejo maestro.
-¡Un dossier! Pensó,me está pidiendo un dossier…
No pudo evitar la sonrisa,y evidentemente,se puso a redactar la nueva misiva,con la respuesta a su petición,y pidiéndole por favor,que propusiera una fecha,para dicha entrevista

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El tiempo se le había echado encima, y ahora solo la luz de la Dama Palida alumbraba la nieve de las montañas, que centelleaba con tonos azules y plateados.

Aiden montó en su corcel y le ordenó volver montaña arriba, hacia Puesto de Arom.

No es que el intenso frio o la oscuridad le molestasen, al contrario, pero los viejos ensamblajes se volvían más peligrosos por la noche, y no tenía ganas de luchar más de lo necesario.

Iria directo a la taberna, se bebería una enorme cerveza y tal vez incluso dormiría esa noche. No es que lo necesitara, de hecho hacía varias semanas que no lo hacia, pero unas buenas horas de sueño le ayudarían a despejar la mente.

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Gaedriel, con porte recto, bruñía con un trapito su armadura en una de las posadas de Lunargenta. Con gesto despreocupado pero con un aire de superioridad parpable, disfrutaba sacando brillo a su lujosa armadura, a la vista de todos, con una taza de te de marregal sobre la mesa.

En ese momento, un aparatito que portaba, encendió una luz. Al verlo La elfa se puso en pie, reajusto su equipo con parsimonia y acciono un botoncito, desapareciendo del local, en un pequeño parpadeo de luz

El trasportador la llevo a un lugar que pocos conocían. La central de clasificación de correo de la horda

La Elfa, recorrió un largo pasillo con paso tranquilo y confiado, hasta que un pequeño y acelerado gobling, corrió a su encuentro con una carta en la mano.

La Elfa, cogió la carta e ignorando al gobling, lello en voz alta: " Tha’el Mirasangre", con desdén la volteo. “Vista Eterna… Argent…”. La elfa esgrimió un gesto de condescendencia hacia el gobling.

Sin decir una palabra, saco un cuchillo y abrió la carta, lellendo su contenido.

– Puede que el plan de tu “Pequeña” jefa, de vigilar a todos los arqueólogos de renombre de azeroth, no fuera del todo una locura… Está por ver, si tenemos algo…

La Elfa devolvió la carta al gobling

– Encargate de que llegue a su destino, como si nada fuera ocurrido, márcala como urgente. Habrá que aumentar la vigilancia de Tha’el… Podrían ser los que buscamos… y hay que encargarse de que Tha’el acelere su visita. Si lo dejamos a su bola, esto podría alargarse mucho. Veré de hablar con su auxiliar…

El gobling, cogió la carta y se marcho corriendo, mientras la elfa, activava su piedra de hogar y volvio a la taberna/posada. Al llegar, se volvió a sentar en su silla y escribio una nota que pasó al camarero, y siguió bruñendo su armadura.

– Vista eterna…

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Menel no dejaba de pensar en el collar de una manera casi obsesiva.
Donde estaba? Se lo había arrancado algún enano de los que iba con Sentencia de las manos al moribundo padre de la elfa?
Tenía tres nombres… Que no le había dado ni a Argent. Necesitaba un contacto en Rasganorte, alguien que se moviese por el continente a sus anchas, capaz de interrogar a los enanos si es que estaban vivos… Asustandolos un poco. Y asustar a un enano no era tarea fácil. De hecho le había sorprendido la facilidad con que que Sentencia había confesado. Cobardía? En todas las razas había algún cobarde. Culpabilidad? Puede… En todo caso le había facilitado la información que quería.
Pero no contaba con que sus compañeros fueran tan habladores. Quizás emborrachandolos… Pero a ver quien tumbaba a a un enano bebiendo. Desde luego ella no.
Y no podía arriesgarse a darle los nombres a Belter, ahora mismo tras lo acontecido en Orgrimmar, ambas facciones estaban en una tensa tregua que podría venirse abajo al más mínimo incidente. Y entendía que Belter no fuera amable.
Recordó su propio “desliz” en Costa Oscura cuando se dejó llevar por la rabia, la ira y la impotencia y mató sin control a todo orco y renegado que se le puso por delante casi hasta la muerte. Y embazada…
Si no llega a ser por Eleanna… Elune cuidó de ella ese día.
Nunca se perdonaría tal acto pero había aprendido a vivir con ello.
Y comprendía que Belter podría hacer lo mismo con los enanos que quizás ni habían robado el collar.
No, necesitaba otra solución y se devavaba los sesos sin éxito
.
-Azeroth llamando a Menel. Se te enfría la cena amor - dijo Argent-en qué piensas?
-Rasganorte… necesitamos a alguien que les sonsaque información a esos enanos sin matarlos pero no se me ocurre quién.
-Elune y Belore proveerán, no te preocupes-contestó el paladín-terminemos la cena y a dormir.
-Está bien-contestó la kaldorei, aunque ambos sabían que no dejaría de darle vueltas

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La luz del sol se filtra a través del dosel del bosque y su mano se desliza lentamente para dar sombra a sus ojos mientras se le frunce el ceño. Parpadea pesadamente mientras intenta inútilmente incorporarse levemente. Su cuerpo parece hecho de plomo y cada movimiento es una hazaña. Al fin consigue apoyar su espalda sobre el tronco que se alza detrás de ella y eleva la vista hacia las copas de lo árboles. La joven elfa está confusa pues ningún recuerdo acude a su mente, no sabe dónde está ni cuánto lleva allí. Solo siente un profunda oscuridad que va creciendo en su interior.

Apenas logra mantener el equilibrio cuando se alza sobre sus pies y avanza torpemente apoyándose en cada árbol que encuentra en su camino. El murmullo de un riachuelo resalta entre los cantos de los pájaros y el transitar de las criaturas del bosque. Calmad la sed es en lo único que piensa cuando el cristalino torrente aparece entre la maleza ante ella. Con los ojos aún inacostumbrado a luminosidad de aquel paraje, observa el reflejo de un espectro en el agua que le hace tirarse hacia atrás. Se ríe para sí y vuelve a asomarse al agua. La sorpresa se transforma en incredulidad y la incredulidad en ansiedad. Aquel reflejo no era posible, el corazón se le acelera, respirar parece insuficiente y no puede reprimir las arcadas que la hacen vomitar.

Pausadamente intenta recuperar la compostura, tranquilizar su alma. Una vez más observa con asombro su reflejo en el agua. “¿Por qué?” piensa. “¿Por qué Elune me ha concedido este don maldito?” dice para sí mientras observa como sus ojos ahora son oscuros como la noche.

Se toma unos minutos para asimilar todo aquello. - No importa, ya buscaré las respuestas luego. Ahora debo volver a casa. Debo volver a Teldrassil.

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Belter estaba ansiosa por tener algun avance de Menel, no habia tenido noticias suyas pero intuia que algo podria decirle por las preguntas de Argent en su carta. Por lo que se decidio ir a hacerles una visita dejando de lado lo ultimo acontecido en Orgrimar y la tension que se vivia en estos momentos.
Cogio sus bolsas y partio rumbo a Cuna.

Descendio lentamente con su pegaso al hogar de los elfos y luego lo dejo libre, a el le encantaba volar solo. Se acerco a la puerta y llamo. Le abrio la puerta Menel, Argent estaba en el trabajo ya que no estaba en la sala ni con los niños, que dormian placidamente en el salon. Se acerco a verlos y a comprobar que estaban bien despues del ataque de las sombras al pequeño. Ella y Menel hablaban afablemente y conversaban de las monerias de los gemelos. Belter se preocupo por saber si le cantaban la nana que le enseño para alejar la maldicion de las sombras, quizas la niña era la mas fuerte pero eso no excusaba que le pasara tambien a ella.

Menel se dirigio a la cocina y preparo un te de marregal y lo sirvio con unas galletas hechas por ella misma, mientras Belter dejaba las cunas y se sentaba en la mesa cerca de la chimenea. Le pregunto a Menel como iba el asunto y si habia conseguido localizar al enano y su direccion. Menel desvio el tema, aun no queria darle los 3 nombres que debia investigar ni nada acerca de su reliquia familiar, ademas no sabia como se podia tomar la noticia de que eran familia lejana. La conocia hace poco y sabia que habia sufrido, pero que ese sufrimiento podia desenfoncar en algo que ella conocia muy bien. Belter no entendia porque su nueva amiga la esquivaba, asi que la interrumpio:

–Menel, que sucede?? Si has tenido algun problema por preguntar, no quiero acusarte problemas. - pero si era asi Belter imaginaba que era un tema mucho mas peligroso que una venganza por la muerte de sus padres y que ella podria haber descubierto algo mas.

Menel dudo, pero al fin al cabo eran familia y Belter no habia tenido familia desde la muerte de sus padres. Empezo a darle informacion, pero a cuenta gotas.

–Bueno… lo que he podido descubrir es que el enano es inocente, que iba compañado de tres enanos mas, pero quien lo hizo fue un satiro y que el motivo… fue por un collar de tu padre, un collar muy poderoso, hay alguien de alto rango involucrado en esta historia - dijo Menel

A Belter esto le turbo, la expresion de su rostro se endurecio… Menel no debia haber descubierto nada sobre ese collar, su reliquia familiar era asunto suyo. De improvisto Belter entro en colera, se levanto bruscamente haciendo que su silla cayera, golpeo la mesa fuertemente y con los brazos tiro al suelo las tazas de te y el plato de las galletas al suelo. Menel se sorprendio de la reaccion de la elfa y empezaron una fuerte discusion en la que ninguna de las dos se escuchaban.

–MENEL!!!- Grito Belter- Tan solo dime los nombres de esos tres enanos!!! - Esperando acabar con la discusion
–Belter… no estas sola, no estaras sola nunca mas, tu y yo somos familia! Te ayudare dejalo en mis manos!! Se lo que tengo que hacer, tengo un plan- Le confeso la elfa.

Belter paso de la ira a la tristeza, de la tristeza a la alegria. Su expresion cambio al bello rostro que habia conocido Menel. Una lagrima se deslizo por el rostro de Belter y cayo al suelo desolada. Como esperaba Menel esa noticia habia hecho cambiar a la elfa. En ese momento los niños empezaron a llorar y Menel se acerco rapidamente a sus cunas para calmarlos.
El ambiente se calmo y ninguna de las dos dijo ninguna palabra. En ese momento la puerta se abrio y aparecio una maga humana acompañada de un gato, se encontro con una extraña escena: Bebes llorando, una elfa en el suelo llorando con platos rotos a su alrededor y a Menel con cara de situacion.

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—No te lo repetiré otra vez —dijo el caballero de la Muerte mientras jugueteaba con un trozo de azerita entre sus dedos de forma distraida—. ¿Dónde habeis escondido el resto?

Había estado sentado sobre un viejo cofre rectangular, en una posición relajada mientras le pisaba la cabeza al último mercenario de Gobernalle vivo que quedaba.

—Ya te lo he dicho —respondió sollozando el fornido kultirano—. Eso era todo… ¡argh!

Su cara se hundió todavía más en la humeda tierra, un barro espeso y ennegrecido por la sangre que manaba de su propia nariz.

El puño de Aiden se cerró como un cepo alrededor del pequeño cristal. Su luz azulada se filtró entre los dedos de su guantelete.

—“Unos desertores de la Compañía Comercial Gobernalle han atacado una caravana, tomado un cofre lleno de azerita y matándo a todos los testigos” —citó él con un tono tranquilo, casi perturbador—. Los testigos estaban muertos, pero dudo que esto se pueda considerar un cofre lleno.

Le dió un par de golpes al cofre con la otra mano, y el repentino sonido a hueco hizo que el salteador se estremeciera. Su mandíbula temblaba descontrolada, en parte por el frio, en parte por el miedo.

Pero no contestaba. Aiden suspiró con resignación.

—Vale, hagamos lo siguente. Te abriré en canal como a tus amigos, y cuando mueras te resucitaré como no muerto para matarte de nuevo.

Retiró la bota y lo agarró por los pelos, encarándose con él. El salteador solo pudo fijarse en los dos luceros azules que parecían flotar en el mar de sombras de la capucha.

—Y lo haré una vez… y otra… y otra más… hasta que no seas mas que un espectro atado a una pila de huesos, obligado a ver como los buitres te devoran poco a poco…

Un par de lágrimas recorrieron sus mejillas bronceadas por el duro sol de Kul’tiras, mezclándose con el lodo y la sangre pegados a su piel.

—¡No! ¡Por favor! Te lo contaré todo.

Aiden sonrió con malicia y lanzó al criminal como un pelele de paja. Sus pierna rota golpeó la cabeza seccionada de uno de sus compañeros, todavía con un rictus de miedo en la cara.

—Habla —dijo con voz queda.

—Al oeste de aquí, siguiendo un sendero de pastores, hay una pequeña cala. Movimos la azerita y el dinero a la cueva que hay en la pared del acantilado. ¡Te lo he contado todo! ¡Déjame marchar!

Aiden se puso en pie y plantó sus botas en el charco sangriento, que se congeló al instante. Se inclinó un poco hacia él y solo dijo una palabra.

—Gracias.

Se dirigió a su caballo, que había metido la cabeza en el tonel de manzanas que había en el campamento de los bandidos. Sintiendo la presencia de su maestro, sacó la cabeza y levantó las orejas, todavía masticando una manzana.

—No haces más que comer, Tormento. ¿Estás seguro de que eres un no-muerto?

El caballero de la Muerte montó de un salto, y empezó a dirigirse hacia el alijo de los contrabandistas. Esa azerita estaría mejor con el, y con Magni, que con los Velasangre o cualquier otra escoria pirata.

Un grito desesperado tras él le hizo frenar en seco.

—¿Vas a dejarme aquí a mi suerte?

Aiden señaló hacia Boralus. La ciudad se encontraba justo tras ellos, desdenciendo por las empinadas colinas de Tiragarde. Las gaviotas la sobravolaban como un enjambre de moscas.

—Te queda una pierna buena, y Boralus está a apenas tres kilómetros.

—¡Pero no puedo recorrer tanto! ¡No puedes dejarme aqui! —repitió él.

El jinete lanzó un sonoro tsk y se dió la vuelta.

—La próxima vez mantén la espada en la vaina y el miembro en los pantalones.

Ignorando las súplicas, se puso de nuevo en marcha. Sus hojarrunas todavía goteaban sangre.

**
Off
**
¿Querías alguien que pudiera meter miedo a un enano, no Menel?

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Argent regresó de la forja, entró como de costumbre, y se quedó sorprendido por el desorden,Menel no era así,vió a Belter que trataba de recomponer su estado,y a la maga con el gato en brazos…
No sabía que habia sucedido,pero parecia haber estallado un pequeño tornado dentro de su hogar…
Levantó una ceja a modo inquisitivo,pero pensó que Menel ya le contaría lo sucedido. Sin querer mostrar signos de alarma,se acercó a su esposa,y la besó con la naturalidad habitual. Las mujeres se quedaron asombradas,ante la tranquilidad del paladin. Este,se sirvió una taza de café,se preparó una copa de licor,y tomando asiento dijo…
-Bueno,creo que es el momento de las presentaciones,dijo en común mirando a la maga…
Me llamo Argent,esta es mi amada Menelwie,los gemelos,Aldalith,y Estelaldië,y mi amiga Belter,y tu eres…?
Preparó su pipa mientras esperaba la respuesta

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Estuvieron hablando un poco más hasta que Menel se fue. Les dio instrucciones para ir a su casa, que se hallaba en Cuna del Invierno. Ni el trol ni la humana eran especialmente amantes del frío, pero al menos Ember tenía intención de pasarse por allí en algún momento.

– ¿Por qué no quieres ir? ¿No te gustan los niños?- preguntaba la maga mientras caminaban rumbo sur.

– Ya sabeh que no demasiado. Son criaturah muy moletah.

– ¿Entonces no quieres ser padre? ¡Es una pena! ¡Seguro que se convertirían en grandes druidas como tú!- afirmó la maga con entusiasmo.

Zelgrim resopló.

– Esoh eh ehpecular, ereh maga, no adivina. Si tanto te guhtan, ten tu alguno.

– ¡Eso pienso hacer, aunque sea adoptado!- contestó Ember sacándole la lengua de modo infantil.

“Pueh cualquiera lo diría…” pensó para sus adentros el druida.

La humana iba a añadir algo más, pero de trol, con un rápido movimiento le tapó la boca y se apartó junto con ella del camino. Instantes después, un demonio, con un aspecto no muy inteligente apareció. Iba murmurando algo:

– Esa elfa hacer demasiadas preguntas, ser peligrosa, pero también ton.ta ¡Decir su casa para los jefes puedan ir a visitarla! ¡Collar-tesoro hacer que maestro regrese!

Su risa se fue apagando en la distancia, dejando tanto al druida como a la maga horrorizados al comprender de qué estaba hablando ¡debían ir a casa de Menelewie tan deprisa como pudieran!

– ¡Se supone que la Legión estaba acabada!- exclamó la maga con un deje de terror en la voz.

– Quedah loh suficienteh como para suponeh una amenaza, sobre todo si se hacen con ese “collah-tesoro” del que ha hablado. Debemoh darnoh prisa, noh reuniremoh en Hyjal y partiremoh lo máh deprisah posible a Cuna del Invierno.

Así lo hicieron, en pocos minutos la maga iba montada encima de la forma de lechuza del druida, que volaba todo lo deprisa posible hacia su destino, iba tan acelerado, que en apenas media hora llegaron a su destino, aunque quedó algo exhausto.

Por suerte no les costó mucho encontrar la casa, incluso vieron a Engañifo cerca, cosa que a la maga le venía de perlas para enviar un mensaje a Hæyhæ. Sin embargo, antes de enviar al animal, oyeron ruidos y gritos provenientes de la casa y se temieron lo peor. Zelgrim entró en su forma felina y corrieron al interior, abriendo la puerta de golpe. La estampa que se encontraron fue pintoresca, pero el belfo, que debía ser la pareja de Menel se tomó la situación con calma y preguntó por el nombre de la maga, justo después el druida salió de siguilo.

– Somos Ember y Zelgrim- dijo la humana apresuradamente- ¡pero no hay mucho tiempo para presentaciones!¡Los demonios van en busca de Menelwie!


La trama se complica. :sunglasses:

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Menel se quedó pálida por un momento.Sin decir nada,pasó entre todos los presentes y salió de la casa.
Caminando con una extraña tranquilidad se acercó a la roca con forma de estatua situada enfrente de la casa.Todos la siguieron extrañados. Apoyó los brazos,enterró la cabeza en ellos y un grito surgió de lo más hondo de su garganta,de todo su ser.
-AAAAAAAAGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGHHHHHJJJJJJJJJ

Argent acudió corriendo y abrazándola le preguntó:
-Amor estás bien?
Menel se separó del sindorei con suavidad,una mirada furiosa y los labios contraídos en una mueca de rabia expresaban su estado.
-NO!! No estoy bien…como voy a estar bien paladín?-dijo gesticulando con los brazos.
-Azshara,N´zoth,Sylvanas,nuestras facciones que se oponen a nuestra relación. Sa´ara,el vacío que quiere a nuestros hijos,los intentos de asesinato,estoy desterrada…-dijo paseando sin rumbo fijo por la nieve alrededor de Argent.
-Y ahora demonios?-dijo la sacerdotisa alzando la voz-DEMONIOS? Estoy harta!!!
-Menel…-dijo Argent
Por un momento la sacerdotisa estuvo a punto de echarse a llorar.Pero un pensamiento cruzó por su mente.Sus rasgos se endurecieron,su mirada refulgía con la ira de Elune. Gesticuló con las manos y se levantó del suelo con los brazos extendidos mientras entraba en forma de las sombras.
-Que vengan…-dijo con tono amenazante.
Como si los hubiera invocado, un infernal empezó a descender del cielo como un meteorito hacia ella.
Sin immutarse la sacerdotisa levitó hacia atrás un par de metros. Dos sátiros,tres diablillos,un par de manáfagos y un eredar que parecía ser su amo aparecieron por el camino.
Argent fue corriendo a por sus armas al interior de la casa,todos se pusieron en guardia

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Nadie habría pagado tanto para alquilar un ático tan umbrio en aquella taberna de mala muerte de Boralus, pero Aiden apreciaba la soleadad que le otorgaba.

La escasa luz de la habitación entraba por una única ventana que daba al mar y dejaba entrar el murmullo de la gente y los graznidos de las gaviotas, pero demasiado débiles como para molestarle.

Se quitó la armadura poco a poco, casi con mimo, y dejó sus hojarrunas apoyadas en la esquina junto a la cama.

Se tumbó sin muchos miramientos en el viejo camastro, que lanzó un crujido. Cruzó los brazos tras la cabeza y se quedó mirando el techo. La paliza que le había dado a aquellos salteadores debería saciar su sed de muerte durante unos buenos días, aunque preferiría pasarlos en Rasganorte, vagabundeando entre las ventiscas con la única compañía de Tormento.

Pero no podía alejarse demasiado de Kul’Tiras. Aunque poco probable, cabía la posibilidad de que alguien volviera a intantar algo peligroso con la azerita.

Ojalá tuviera una excusa para volver al Norte una vez más…

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Belter y Hae podéis escoger contrincantes.
Thantos te iba a enviar esa carta, pero no contaba con demonios :joy:
La idea es que entre todos los dertotemos…He escogido algo que podamos matar más o menos en igualdad de condiciones.

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Después pondré algo Menel, tengo que introducir a mi DK original en la historia ahora que voy a volver a usarlo.

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El grito que lanzó de Menelwie asustó a la maga, que por un momento pensó que algún demonio invisible la había apuñalado. No obstante el grito era más bien debido al hartazgo de la situación. Ember se sintió culpable por ello. Si no hubiera preguntado por su dirección los demonios quizá no la habrían encontrado. Estaba a punto de disculparse cuando sintió una mano que le revolvía el pelo.

– Ya ehtá poniendo esa cara… - dijo Zelgrim, que había recuperado su forma normal- no te sientah culpable, loh demonioh iban detráh de ella o máh bien de ese collah de todah formah. Estáh prevenidoh eh lo que impohta.

La maga sonrió a medias, justo cuando un infernal caía cerca de ahí.

– ¡Avisa a Hae, deprisa! – dijo la humana a Engañifo.

El inteligente felino no se hizo de rogar y con un contundente “¡Mau!”, desapareció dejando una estela de energía vil.

Zelgrim volvió a su forma de felina, entrando de inmediato en sigilo, y se lanzó a por uno de los manáfagos, que ya corría hacia ellos con ansias de sangre. La maga preparó sus defensas, y empezó a conjurar fuego en sus manos.

“Si estuviera aquí Uhura, se lo pasaría en grande friendo a todos estos bichos con su fuego vil” pensó mientras hacía frente a un tercer sátiro que acababa de aparecer. “Y al menos no se los comería como a los nagas…”.

Curiosamente, a pesar de la naturaleza pacífica y casi infantil de la maga, cuando entraba en combate no tenía miramientos en divertirse convirtiendo en cenizas a los enemigos. Eso sí, a diferencia de su amiga la bruja, no se entretenía haciéndoles sufrir.

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La noche, neblinosa y fría, se cernía sobre la Costa Abrupta. Kranem observaba impasible el maltratado terreno, cubierto de cicatrices viles y demonios. De pronto, una voz ronca llamó su atención. Era uno de sus caballeros de la muerte. Un trol.
-Señor, venga rápido. Tenemos un problema arriba.-dijo el trol con voz trémula.
-¿Problema? ¿Qué problema?-preguntó Kranem.- No me molestes por nimiedades.
El trol abrió la boca para contestar, pero al instante la cerró cuando su cuerpo comenzó a sangrar abundantemente, cada vez más y más, hasta dejarlo completamente seco. El cadáver, del que solo quedaban huesos desgastados y roídos, cayó hacia adelante revelando a su asesino. Una enorme forma oscura se perfilaba en el transportador, desprendiendo un aura de muerte y podredumbre. La figura avanzó hasta salir del transportador y comenzó a subir por la escalinata, implacable. Los caballeros de la muerte que allí estaban intentaron detenerlo, pero se rindieron cuando el intruso agarró a uno del cuello y le arrancó la columna, todo esto sin detenerse.
Al fin llegó a la plataforma de observación, donde la luz de las lunas lo reveló. Era enorme, por lo que en un principio pensó que era un tauren, pero era un orco. Llevaba una capa negra que le cubría los hombros y una armadura que emitía un extraño fulgor rojo. La armadura era una mezcla de negro, plateado y rojo, con decorados de calaveras y cuernos en las hombreras, guantes, cinturón y botas. No llevaba casco, pero la capa tapaba su cabeza ocultando su rostro entre un velo de sombras. Sin embargo, lo más imponente de todo era el enorme mandoble que portaba. Era una hoja descomunal, dividida en segmentos por unos discos con runas grabadas. En torno a la espada había una cinta que recorría la hoja en su totalidad, haciendo el arma más firme. La hoja desprendía un aura roja, al igual que su portador.
-¿Eres tú el Señor de la Muerte?-inquirió el orco con una voz reverberante, grave, que recordaba a la voz del Rey Exánime- Tú, elfo esmirriado con aires de grandeza.
-Así es-repuso Kranem-. ¿Quién eres tú, orco inútil, enorme y maloliente?
-¿Yo?-dijo el orco.-Yo soy el nuevo Señor de la Muerte. Quizá te suene mi apellido… ya que nos conocimos en el entrenamiento.-añadió mostrando su dentadura podrida.
-Huesonegro.-escupió el elfo-Maldita sea. Eres un auténtico monstruo.
-Es cierto, pero esto es una orden de Fordragón.-dijo el orco con una sonrisa.
-¿Una orden? ¿De Bolvar? ¿Qué demonios…-el elfo se interrumpió abruptamente.
-Basta de charlas.-cortó Huesonegro-.Es hora de que dejes el cargo.
Kranem desenvainó su espada y lanzó a su necrófago contra el orco al tiempo que cargaba para hundir la hoja curva en el pecho del intruso. Sin embargo, el orco golpeó con su guante al necrófago y lo hizo pedazos al tiempo que lo lanzaba fuera de la necrópolis flotante. Kranem ya casi estaba allí. Unos centímetros más… y la hoja se detuvo. Kranem abrió los ojos, incrédulo. El orco agarraba la hoja profana con la mano, sin ningún tipo de problema. De hecho, era al contrario. Huesonegro comenzó a empujar la hoja hasta detenerla a milímetros del rostro del elfo. Fue entonces cuando cerró el puño y la hoja se hizo pedazos. Aquel orco había matado a un necrófago de un guantazo y había partido una poderosa hojarruna con la mano. Era una locura.
-¿Qué demonios es esto?-gritó Kranem-¡Yo era más poderoso que tú!
-El Rey Exánime me ha otorgado un poder desmesurado. Ahora yo soy el Señor de la Muerte. Lo único que queda es que tú abandones el cargo.
-¿Por qué? ¿Cuál es la razón detrás de todo esto?-preguntó el elfo.
-Te has salido del camino correcto.-contestó Huesonegro con desdén.
El orco agarró su capa y tiró de ella, dejando ver su cara. Era un rostro recio, de color amarillento y cubierto de viejas cicatrices. Sus ojos refulgían con un brillo gélido. Estaba completamente calvo, pero su mandíbula estaba cubierta por mechones de pelo blanco. En su boca se dibujaba una mueca de odio dirigida al elfo.
-Verás, no tengo que matarte. Pero lo haré de todos modos.-informó Huesonegro.
-¿Por qué? No es necesario que lo hagas, ¿por qué lo haces?-preguntó el elfo.
-Por el Azote.-dijo el orco con una voz firme que hizo temblar el suelo.
Con una rapidez que uno no esperaría de una bestia tan descomunal, el orco desenvainó su espada y se lanzó a por el elfo. El enorme mandoble se detuvo a centímetros del cráneo de Kranem, y poco a poco se retiró. Huesonegro rio.
-No, no, no. Eso sería demasiado aburrido.-dijo el orco.- Quiero tu sufrimiento.
-Siempre has sido igual de sádico. Eres un maldito monstruo.-masculló Kranem.
-Todos lo somos. Solo que tú eres demasiado blando.-escupió Huesonegro.
Acto seguido el orco cogió al elfo del cuello y lo apretó con fuerza. Kranem, con sus últimas fuerzas, sacó una carta y la arrojó lejos, fuera de Acherus. “Limether…”
-Adiós, Kranem Sangresol. Tu reinado llega hoy a su fin. Yo te sucedo.-dijo el orco.
El orco apretó con más fuerza si cabe y tiró hacia arriba. Al instante la cabeza del elfo se separó de su cuerpo con un sonido viscoso, y detrás su columna salió deslizándose. Huesonegro arrojó la cabeza al suelo y la pisó, aplastando el cráneo y salpicando todo el suelo con un líquido negro y viscoso. Acto seguido alzó su mano enguantada y comenzó a absorber la sangre del cuerpo, hasta dejar el cadáver sin atisbo de carne. Los necrófagos se lanzaron a por los restos mientras el nuevo Señor de la Muerte avanzaba pesadamente. A su paso, los caballeros de la muerte y los demás ocupantes de Acherus se cuadraban. Finalmente llegó al centro de la sala, a la mesa de mando, y clavó su espada en el suelo. Apoyó las manos en el pomo y gritó con voz potente y autoritaria.
-Preparad mi dragón. Debo hacer una visita de cortesía.-dijo el orco.


Mientras tanto, Hême, que estaba entrenando en Costa Abrupta para perfeccionar la senda de la Venganza, tuvo un mal presentimiento sobre Kranem y decidió visitar Acherus, a pesar de las advertencias y amenazas de su hermano.
-Espero que todo vaya bien, condenado inútil…-masculló el Illidari.

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Argent entró como una tromba en la casa,cogiendo sus armas…
Mientras salía por la puerta,lanzó un grito,llamando la atención de un grupo de atacántes que se lanzaron contra el. El suelo ardió con llamas sagradas,mientras una sentencia golpeaba,al demonio más grande. El círculo de enemigos recibió el impacto de un escudo del vengador, una nueva consagración iluminó el suelo,y soñadora(su espada así bautizada),comenzó a cantar,repartiendo muerte y destrucción sobre el círculo de demonios…
Un pensamiento pasó por la mente del paladín…demonios,que ironía,¿acaso no saben,que son mis enemigos favoritos?
Y con una sonrisa torva,siguió cantando con soñadora

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Belter aun no estaba repuesta, pero al ver esos demonios y escuchar a ese tal Zelgrim hablar del collar comprendio que habia desencadenado algo que podria acabar en tragedia para Menel y Argent. Si lo demonios iban tras el collar, Menel debia ir con mas cuidado.

_Rapidamente se preparo para el combate. Empezo a lanzar su hechizo palabra de poder escudo y con un gesto con los brazos se los puso a todos los miembros del grupo, rapidamente lanzo penitencia a uno de los diablillos que estaba detras de menel y solo dijo una palabra: DOLOR!! una palabra de oscuridad, un hechizo que lanzo a un satiro estaba en el circulo que tenia Argent. _
Con pluma angelical se acerco rapidamente hasta el grupo. Observo que esos demonios no parecian ningun problema para ellos, pero no queria correr ningun riesgo, solo pensaba en los bebes que habia dentro, que podia escuchar llorando. Puso una barrera protectora, grande y dorada para una proteccion extra y uso control mental con uno de los satiro.

_Belter desde los ojos del satiro veia la escena con otra perspectiva, miraba a los otros demonios y escuchaba como se decian cosas desde pensamientos… Estos demonios se comunicaban con la mente!! varias voces se oían y se confundian con el fragor de la batalla, pero la elfa se concentro todo lo que pudo antes de que el control mental se rompiera, necesitaba respuestas _

“Aqui hay muchos” " deberian estar solos" " esa es la del collar" “pequeños! el chico es el del Señor” “El collar” “el niño” Matadlos a todos" " es la del collar" “Avisad al…” las voces se alejaron

Belter volvio en si con una expresion de terror, la batalla seguia, Argent y la maga parecian disfrutar, habian despachado a algunos demonios, sin embargo un rapido diablillo medio muerto se escabullia entre la maleza, intentaba huir. Un Halo de luz dorada salia de Belter mientras levitaba unos centrimetros del suelo, todo su ser se iluminaba de luz, esperaba que ese aura ademas de dar un alivio a sus aliados tambien golpeara a ese diablillo antes de que escapara, pero fue demasiado rapido y desaparecio en un pequeño portal.

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> Enfadada se acerco a otro diablillo que quedaba vivo, cogio su maza nueva, la de la sacerdotisa Lunar con ambas manos y golpeo fuertemente en la cabeza al repugnante bicho que cayo al suelo. El Infernal, al que se habia acercado demasiado, con uno de sus lentos pero fuertes movimientos la golpeo y la lanzo hacia atras. Aunque Belter fue rapida de reflejos y se puso levitar para no sufrir un daño en la caida, con la inercia de la fuerza del golpe salio de la barrera y se golpeo con la roca en forma de estatua en la cabeza. Acerco su mano a la herida que empezaba a sangrar.

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Aaaaaaaaaaaaarg!!! -grito. Rezo desesperadamente para curarse la brecha de la cabeza.

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La tarde era lluviosa en Feralas.

Las gotas de agua resbalaban con lentitud sobre los cristales de la impresionante vidriera, sobre la que se apoyaba, el amplio escritorio de trabajo de Morda.

Cada vez que se tomaba un respito, el crepitar de las gotas de agua apaciguaban el silencio de la estancia. Al otro lado de la estancia, una fornida y curtida goblinesa vigilaba con aspecto sereno.

Morda miró con el rabillo del ojo a la goblinesa.

– Estoy preocupada con la posibilidad de que la información que me dieron en oggrimar sea buena, y exista un complot para raptar dos pobres y adorables criaturitas. Es horrible que usen niños en rituales hoy en día… Que bárbaros…

La goblinesa hablo con calma, midiendo sus palabras

– La magia negra carece de sofisticación… es cierto, pero hasta el momento, solo hemos podido confirmar, con nuestro agente en Lunargenta, parte del relato concerniente al collar de “Be”… Por ahora, no hay pistas sobre esos supuestos niños… Aunque “Hekate”, no debería tardar en llegar a la dirección del remite de ese tal Argent, e investigar mas profundamente toda esta trama. En cualquier caso, podría ser información falsa.

Morda puso con lentitud sus piernas sobre el escritorio, meciéndose y abstraída en sus pensamientos.

– Manda a alguien a ver a ese tipo que nos chivo el orco, el ultimo dueño conocido del collar. Usad la fuerza si es necesario.

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Menel le daba el golpe de gracia a un sátiro del que Argent se defendía con espada y escudo… cuando vio a Belter salir disparada hacia atrás del golpe del infernal. Mientras el ex-altonato caía al suelo, la sacerdotisa ya corría hacia la sindorei, mientras le tiraba un hechizo al infernal, que se giró hacia ella al sentir el hechizo a su espalda.
El palabra de las sombras dolor, un toque vampirico y sus reflejos sombríos empezaban a dañar al infernal de lejos. Lo importante es que había dejado a Belter para centrar su atención en ella.
El inmenso coloso empezó a caminar hacia ella con gran estruendo. Argent la adelantó por su derecha imperponiendose entre ambos.
Vio a Belter frotarse la cabeza y elevar un rezo para auto curarse, mientras una erupción del vacío salía despedida de sus manos hacia el infernal.
Argent mantenía la atención del coloso vil sobre el mientras ella lo debilitaba
Los demás parecían estar bien. Mantenían a raya al resto de los demonios ,algunos ya yacían en el suelo muertos, dos diablillos, un sátiro y un manáfago.
Menel supo que algo no iba bien… Algo que no pudo dilucidar en ese momento

-Piensa-dijo en alto
Su mirada echo una ojeada rápida a su alrededor. Sus ojos se cruzaron con los de Argent que había tenido la misma nefasta premonición

-Donde está el brujo? - dijo mirando al paladín mientras volvía a castear otro hechizo sobre el infernal.
Argent miró de vuelta mientras levantaba el escudo
-No lo veo!! - dijo el paladín
Menel gritó:
-Ember, Zel!!! El brujo!! Buscad al brujo!!

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La herida de Belter estaba curada pero la sangre que habia emergido de ella aun le resbalaba por la cara. Vio que Menel y Argent estaban muy nerviosos, aunque tenian la situacion bien controlada. Miro al rededor cuando escucho a Menel gritar por un brujo. Para ella misma penso “NO” y dirigio su mirada hacia la casa. Se levanto a duras penas mientras analizaba las puertas y las ventanas, todo parecia normal. De repente una sombra recorria el escenario saliendo de el velozmente. No pudo distinguir que era esa sombra pero se dirigio hasta la puerta de la casa aunque aun le dolia mucho la cabeza. Al entrar vio al brujo noqueado en el suelo, no estaba muerto, tan solo inconsciente. Grito:

Argent!! Menel!!

Tan solo se oia un lloro procedente de la casa…

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