He de decir que toda esta historia es de un personaje y que el rol que hace se puede catalogar como burbuja pero aun asi, espero que os guste la historia.
Disertación parte I
La sala en la que se encontraba el comité y nuestra experimentada Taifa Affran era pequeña, algo lúgubre, iluminada por escasas velas de cera de abeja. La mesa del comité tenia forma de media luna y estaba cubierta por un mantel del renovado Kirin Tor , los antiguos estandartes del Escuadrón Violeta habían sido también reemplazados. Affran se encontraba sentada de cara al comité en un sillón bastante cómodo color carmesí. Cruzó sus tibias, entrelazó sus falanges y comenzó a hablar.
-Hace muchos años que presenté las conclusiones derivadas del estudio de la Flor purpúrea o mejor dicho Lirios de Startholme, así fue como la catalogué en su día.
Mucho ha llovido desde entonces y mucho ha acontecido…<suspira>, entre otras cosas la segunda guerra y la destrucción de nuestra ciudad por Archimonde, aunque ahora reluzca como siempre gracias a los que volvimos para reconstruirla.
Pero bueno, como es de esperar en un comité de estas características querréis que os cuente todo con todo lujo de detalles y desde luego intentaré ser lo mas concisa posible sin dejarme nada en el tintero.
No se donde empezó realmente esta historia pero como ya tenéis recogido en el archivo de herboristería cómo la encontré y cómo me dieron los permisos de investigación, empezaré la noche anterior a la presentación de las conclusiones-.
Taifa apoyó su espalda sobre el respaldo y colocó sus codos sobre los reposabrazos, estiró las piernas y continuó.
-Me encontraba en una de las salas de estudio de la torre central cuando de pronto una elfa oscura llamó mi atención. Su mensaje fue breve pero tajante:
Forestal oscura: Esa planta es el llanto de la inocencia que se perderá,… ¡ya deberías saberlo!. Los humanos se equivocan niña, la tumba llega del Norte y esa planta os protegerá de vosotros mismos. Procura que haya una por cada hogar, necia.
En aquel momento: cansada, agotada y abrumada por lo que acababa de ver no daba mucho crédito a aquella aparición y supuse que fue producto de mi mente. Ordené los pergaminos y me dispuse a acudir a la cita en la ciudadela violeta para la presentación de herboristería.
La sala era solemne, amplia y grande, tan grande que apenas podía ver las caras de los allí presentes. Los estandartes del Escuadrón Violeta relucían impolutos y los motivos florares flotantes inundaban con su fragancia el salón de actos. Me coloqué en el medio de la alfombra circular y empecé mi discurso:
Tras varios años de observación, experimentación y comprobación he llegado a las siguientes conclusiones:
Su nombre será el de Lirios de Stratholme, en honor al lugar de su hallazgo.
Es un arbusto vivaz pero sus esquejes son caducos.
La poción del tallo junto con la flor Carolina permite detectar cadáveres aun calientes.
El elixir de la flor aumenta la resistencia a las sombras.
Tanto la poción como el elixir se obtienen de plantas originales; los esquejes no son funcionales en estos casos.
Las raíces son profundas, comestibles y los hijos de Agam’ar pueden rastrearlas.
Ademas los esquejes protegen y favorecen el cultivo de otras especies vegetales si comparten el mismo espacio.
El brillo oscuro y el encantamiento que emite siguen bajo estudio.
Entré como una zahorí y salí de allí como una derviche a la espera de la asignación de un instructor de magos para iniciar mis andanzas en las escuelas de magia arcana bien reglamentadas por nuestro compañero Tejerruna.
Fui directa a mi pequeño estudio en el mercado de magos para dormir algo y descansar después de tantos días en vela. Al llegar encontré una carta bajo la puerta, nada mas y nada menos que de el consejero Kel’Thuzad, decía algo así como:
Estimada Taifa Affran:
Soy el mago Helcular, aprendiz del Consejero Kel’Thuzad y hablo en nombre de este cuando te cito mañana en Costasur al anochecer.
P.D. Trae la planta purpurea contigo.
Por aquel entonces Kel’Thuzad había sembrado la discordia en el consejo de los seis como bien sabréis y Antonidas lo tenia ocupado entre los pueblos haciendo inventario como castigo por investigar la Nigromancia y las artes oscuras pero aun no había ninguna prueba de ello.
No se que me impulsó acudir a Costasur pero así lo hice. Preparé a mi vieja yegua Nante y salí de Dalaran por el punte Norte para atravesar Alterac y llegar así a Molino Tarren, pero justo en el cruce que hay tras el molino simplemente me perdí. Gracias que encontré a un buen hombre que me acompañó hasta el camino de la nueva y reconstruida Costasur.
El caso es que debería saber el camino, ya que me pasé gran parte de mi juventud recorriendo Lordaeron vendiendo las plantas y flores que recolectaba, pero, de la zona de Storm y Costasur se encargaba mi viejo amigo Ben Chispaoreja y es por este motivo que desconocía los caminos de esa parte del territorio.
Aquel buen hombre que me ayudó a llegar a Costasur se llamaba Don Carlos, un bardo reconvertido en guerrero y cazador debido a la primera guerra, fiel a la antigua capital de Storm y acompañado de su lobo guerrero. Charlamos durante el camino y me recomendó que me dedicara a la sanación a través de la gracia de la Luz y que dejara esta secta de magos. También me dijo que por la puerta sur llegaría antes en el camino de vuelta a Dalaran… Tenia razón en todo…
Cuando llegué a Costasur aun asomaba el sol por el horizonte, así que me acerqué a la playa y coloqué la caña con el fin de pescar la cena. Encendí el fuego con algo de madera, sílex y yesca que tenia en la bolsa de lino y esperé a que llegara la noche para volver al pueblo.
Esperé durante unos minutos cuando vi llegar a ambos andando por el camino de piedras. Se acercaron hasta donde me encontraba y el aprendiz Helcular me preguntó si había llevado la planta conmigo, mi negativa no le sentó muy bien pero conseguí que dejara de hablar. Fue entonces cuando el Consejero de muy buenos modales y modos me ofreció continuar mis estudios en su finca de Andorhal. Me dio a entender que debía hacer sitio en el mercado de magos a futuros estudiantes. Pero también me pidió que recolectara para él Lirios de Stratholme, incluso pagaría 50 monedas de oro por cada planta. Tras proponerme su trato me dijo que lo pensara y acudiera a Andorhal si aceptaba. Acto seguido ambos se fueron caminando tal y como vinieron.
Confusa me acerqué a la taberna a meditar en torno a todo lo que estaba pasando. Cuando entré unos miembros de la Orden de Plata se encontraban charlando en unas de las mesas. Me senté en otra y tras meditar un buen rato con una hidromiel en la diestra llegué a la conclusión de que tenia que hablar con Modera para contárselo todo y me aconsejara con sabiduría, como lo había hecho siempre. Fue entonces cuando los miembros de la Orden empezaron a lanzar hechizos de luz sobre algo y a gritar la palabra Crematoria. Salí de la taberna pensando en la posibilidad de entregarme a la Luz que no a los religiosos. Monté sobre mi yegua y emprendí el camino de regreso a Dalaran por la puerta sur, tal y como me había indicado Don Carlos.
Pronto descubriría la verdadera esencia del Kirin Tor.
Cuando llegué a Dalaran no pude encontrar a Modera, pues estaba liada con el asunto de Grim Batol pero hubo alguien que si me encontró a mi. Era un miembro del recién creado Ojo Violeta. Se acercó sigilosamente y me indicó que fuera bajo la escalera. Allí me dijo que debía aceptar la oferta que me propuso Kel’Thuzad, pues yo seria su enlace en Andorhal y la encargada de informar de todo cuanto hiciera el Consejero. Pregunté qué pasaría si me negaba y que debía hacer con las plantas. Su negativa fue contundente; no me podía negar a tal petición si quería seguir siendo miembro del Kirin Tor pero con las plantas si me dieron vía libre, al fin y al cabo yo era su descubridora.