[relato/trama] Disertacion parte I, II y III

He de decir que toda esta historia es de un personaje y que el rol que hace se puede catalogar como burbuja pero aun asi, espero que os guste la historia.

Disertación parte I

La sala en la que se encontraba el comité y nuestra experimentada Taifa Affran era pequeña, algo lúgubre, iluminada por escasas velas de cera de abeja. La mesa del comité tenia forma de media luna y estaba cubierta por un mantel del renovado Kirin Tor , los antiguos estandartes del Escuadrón Violeta habían sido también reemplazados. Affran se encontraba sentada de cara al comité en un sillón bastante cómodo color carmesí. Cruzó sus tibias, entrelazó sus falanges y comenzó a hablar.

-Hace muchos años que presenté las conclusiones derivadas del estudio de la Flor purpúrea o mejor dicho Lirios de Startholme, así fue como la catalogué en su día.

Mucho ha llovido desde entonces y mucho ha acontecido…<suspira>, entre otras cosas la segunda guerra y la destrucción de nuestra ciudad por Archimonde, aunque ahora reluzca como siempre gracias a los que volvimos para reconstruirla.
Pero bueno, como es de esperar en un comité de estas características querréis que os cuente todo con todo lujo de detalles y desde luego intentaré ser lo mas concisa posible sin dejarme nada en el tintero.

No se donde empezó realmente esta historia pero como ya tenéis recogido en el archivo de herboristería cómo la encontré y cómo me dieron los permisos de investigación, empezaré la noche anterior a la presentación de las conclusiones-.

Taifa apoyó su espalda sobre el respaldo y colocó sus codos sobre los reposabrazos, estiró las piernas y continuó.

-Me encontraba en una de las salas de estudio de la torre central cuando de pronto una elfa oscura llamó mi atención. Su mensaje fue breve pero tajante:

Forestal oscura: Esa planta es el llanto de la inocencia que se perderá,… ¡ya deberías saberlo!. Los humanos se equivocan niña, la tumba llega del Norte y esa planta os protegerá de vosotros mismos. Procura que haya una por cada hogar, necia.

En aquel momento: cansada, agotada y abrumada por lo que acababa de ver no daba mucho crédito a aquella aparición y supuse que fue producto de mi mente. Ordené los pergaminos y me dispuse a acudir a la cita en la ciudadela violeta para la presentación de herboristería.

La sala era solemne, amplia y grande, tan grande que apenas podía ver las caras de los allí presentes. Los estandartes del Escuadrón Violeta relucían impolutos y los motivos florares flotantes inundaban con su fragancia el salón de actos. Me coloqué en el medio de la alfombra circular y empecé mi discurso:

Tras varios años de observación, experimentación y comprobación he llegado a las siguientes conclusiones:

Su nombre será el de Lirios de Stratholme, en honor al lugar de su hallazgo.

Es un arbusto vivaz pero sus esquejes son caducos.

La poción del tallo junto con la flor Carolina permite detectar cadáveres aun calientes.

El elixir de la flor aumenta la resistencia a las sombras.

Tanto la poción como el elixir se obtienen de plantas originales; los esquejes no son funcionales en estos casos.

Las raíces son profundas, comestibles y los hijos de Agam’ar pueden rastrearlas.

Ademas los esquejes protegen y favorecen el cultivo de otras especies vegetales si comparten el mismo espacio.

El brillo oscuro y el encantamiento que emite siguen bajo estudio.

Entré como una zahorí y salí de allí como una derviche a la espera de la asignación de un instructor de magos para iniciar mis andanzas en las escuelas de magia arcana bien reglamentadas por nuestro compañero Tejerruna.

Fui directa a mi pequeño estudio en el mercado de magos para dormir algo y descansar después de tantos días en vela. Al llegar encontré una carta bajo la puerta, nada mas y nada menos que de el consejero Kel’Thuzad, decía algo así como:

Estimada Taifa Affran:

Soy el mago Helcular, aprendiz del Consejero Kel’Thuzad y hablo en nombre de este cuando te cito mañana en Costasur al anochecer.

P.D. Trae la planta purpurea contigo.

Por aquel entonces Kel’Thuzad había sembrado la discordia en el consejo de los seis como bien sabréis y Antonidas lo tenia ocupado entre los pueblos haciendo inventario como castigo por investigar la Nigromancia y las artes oscuras pero aun no había ninguna prueba de ello.

No se que me impulsó acudir a Costasur pero así lo hice. Preparé a mi vieja yegua Nante y salí de Dalaran por el punte Norte para atravesar Alterac y llegar así a Molino Tarren, pero justo en el cruce que hay tras el molino simplemente me perdí. Gracias que encontré a un buen hombre que me acompañó hasta el camino de la nueva y reconstruida Costasur.

El caso es que debería saber el camino, ya que me pasé gran parte de mi juventud recorriendo Lordaeron vendiendo las plantas y flores que recolectaba, pero, de la zona de Storm y Costasur se encargaba mi viejo amigo Ben Chispaoreja y es por este motivo que desconocía los caminos de esa parte del territorio.

Aquel buen hombre que me ayudó a llegar a Costasur se llamaba Don Carlos, un bardo reconvertido en guerrero y cazador debido a la primera guerra, fiel a la antigua capital de Storm y acompañado de su lobo guerrero. Charlamos durante el camino y me recomendó que me dedicara a la sanación a través de la gracia de la Luz y que dejara esta secta de magos. También me dijo que por la puerta sur llegaría antes en el camino de vuelta a Dalaran… Tenia razón en todo…

Cuando llegué a Costasur aun asomaba el sol por el horizonte, así que me acerqué a la playa y coloqué la caña con el fin de pescar la cena. Encendí el fuego con algo de madera, sílex y yesca que tenia en la bolsa de lino y esperé a que llegara la noche para volver al pueblo.

Esperé durante unos minutos cuando vi llegar a ambos andando por el camino de piedras. Se acercaron hasta donde me encontraba y el aprendiz Helcular me preguntó si había llevado la planta conmigo, mi negativa no le sentó muy bien pero conseguí que dejara de hablar. Fue entonces cuando el Consejero de muy buenos modales y modos me ofreció continuar mis estudios en su finca de Andorhal. Me dio a entender que debía hacer sitio en el mercado de magos a futuros estudiantes. Pero también me pidió que recolectara para él Lirios de Stratholme, incluso pagaría 50 monedas de oro por cada planta. Tras proponerme su trato me dijo que lo pensara y acudiera a Andorhal si aceptaba. Acto seguido ambos se fueron caminando tal y como vinieron.

Confusa me acerqué a la taberna a meditar en torno a todo lo que estaba pasando. Cuando entré unos miembros de la Orden de Plata se encontraban charlando en unas de las mesas. Me senté en otra y tras meditar un buen rato con una hidromiel en la diestra llegué a la conclusión de que tenia que hablar con Modera para contárselo todo y me aconsejara con sabiduría, como lo había hecho siempre. Fue entonces cuando los miembros de la Orden empezaron a lanzar hechizos de luz sobre algo y a gritar la palabra Crematoria. Salí de la taberna pensando en la posibilidad de entregarme a la Luz que no a los religiosos. Monté sobre mi yegua y emprendí el camino de regreso a Dalaran por la puerta sur, tal y como me había indicado Don Carlos.

Pronto descubriría la verdadera esencia del Kirin Tor.

Cuando llegué a Dalaran no pude encontrar a Modera, pues estaba liada con el asunto de Grim Batol pero hubo alguien que si me encontró a mi. Era un miembro del recién creado Ojo Violeta. Se acercó sigilosamente y me indicó que fuera bajo la escalera. Allí me dijo que debía aceptar la oferta que me propuso Kel’Thuzad, pues yo seria su enlace en Andorhal y la encargada de informar de todo cuanto hiciera el Consejero. Pregunté qué pasaría si me negaba y que debía hacer con las plantas. Su negativa fue contundente; no me podía negar a tal petición si quería seguir siendo miembro del Kirin Tor pero con las plantas si me dieron vía libre, al fin y al cabo yo era su descubridora.

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Me confundí de personaje al publicar este relato XD
Lo tendría que haber hecho con esta pero bueno asi puedo poner la segunda parte^^)

Disertacion parte II

Continuaremos mañana. Todos salieron de la pequeña sala con los ojos achinados por el cambio de luminosidad, algunos miembros del comité usaron su piedra de hogar, otro conjuró un portal y nuestra querida amiga salió caminando hacia el alto de Krasus para tomar un vuelo.

A la mañana siguiente todos fueron puntuales y entraron por la puerta a la vez, en esta ocasión la iluminación era algo mejor, pero el resto seguía exactamente igual.

Miembro del comité: Continua por favor. Lo último que nos comentó fue que debía aceptar la petición del Ojo Violeta.

Taifa: Efectivamente, aquel agente me aseguró que no podía negarme a tal petición así que no tuve mas remedio que trasladarme a Andorhal. La bienvenida fue cortes pero algo seca por parte de Helcular. Me mostró la casa, los campos y los laboratorios. Apenas tuve que informar de nada, pues pasaba la mayor parte del tiempo sola. Tenia todos los medios posibles pero mis investigaciones no arrojaban luz a mis dudas. Jamas podré decir que estaba mal allí pero tampoco puedo decir que estaba bien.

Una noche mientras dormía, escuché un ruido atroz que provenía del sótano. Me acerqué a la cocina para acceder al sótano y ver qué pasaba. Allí encontré una puerta que me llevó a un nivel inferior desconocido para mi. Bajé en espiral por una rampa de madera hasta una cripta laberíntica. Iba inspeccionando cada sala con sumo cuidado hasta que llegué a la sala de la discordia. En algún momento Kel’Thuzad descendió a la locura. Todo estaba medio roto y mugriento. Tenia cadáveres por toda la sala y algunos incluso se movían. Aquello era aberrante y desconsolador. Ademas estaba el olor… ¡Qué olor! Me armé de valor y cogí un espécimen que había en una jaula y lo llevé como prueba a Dalaran. Usé la piedra que me otorgó el agente del ojo violeta y enseguida me encontraba en la sala de la torre violeta donde acudía a informar cada semana. En cuanto mostré la aberración de animal, convocaron al Consejo.

Desconozco lo que allí se habló pero si pude ver las consecuencias: Kel’Thuzad fue expulsado del Kirin Tor. Sus pertenencias fueron confiscadas y clausuradas. Y nunca mas supimos de él. Al menos por un tiempo…

A los tres meses abandoné el Kirin Tor. Volví a ofrecer mi ayuda a los ciudadanos de Lordaeron al margen de las retribuciones de Dalaran. Mientras tanto, el príncipe fue asignado al gran Uther, un héroe querido por todos, para enderezar al chiquillo. La princesa fue prometida al nuevo líder de Alterac, Prestor. Pero estas noticias no frenaron los altercados en todo Lordaeron por el abuso de impuestos. La población estaba al limite: los granjeros perdieron lo poco que tenían y ya ni podían cultivar sus tierras; se arremolinaban alrededor de los castillos de los nobles y los terratenientes como protesta y por que no tenían otro lugar donde ir. Muchos optaron por la vía de la violencia y atacaban pueblos y aldeas sin control y sin mesura. Algunos nobles de buen corazón intentaron cuidar de sus súbditos. Les ofrecían cobijo, comida y cuidados básicos.

Acudí a la abadía de Strahnbrad y realicé algunas pociones de salud y antídotos, vendé algunos heridos y cociné una gran perola de carne de oso ahumada. Ayude cuanto pude pero no dábamos a basto. Muchos perdieron algunos miembros debido a la gangrena; otros perdieron mucho mas. Los cuerpos eran abandonados a las afueras de los pueblos o en mitad de los caminos.

Así di con el cuerpo de Don Carlos, estaba solo en este mundo y por eso nadie lo enterró como merecía. Trasladé su cuerpo a una colina donde la luna brillaba con fervor y allí lo enterré. Planté tantos lirios como pude como ofrenda floral y recé por su alma.

A menudo voy a visitarlo.

Cada vez que acudía a aquella colina había mas y mas lirios. Había tantos que pude empezar a regalarlos. Si la visión que tuve de la alta elfa era real pronto cada hogar tendría una. Y así fue, poco a poco aquella planta se empezó a convertir en una especie de talismán pues traía la buena suerte a todo aquel que la tenia en casa. Cuando digo buena suerte, me refiero a que las personas no sufrían ataques por parte de ladrones. Pero a los pocos meses el precio de los Lirios empezó a subir y subir en los mercados. Y los ciudadanos empezaron a venderlas para poder comer durante una larga temporada. Tan solo los amigos las conservaron como muestra de gratitud. Acudí a un viejo amigo que aun se dedicaba al comercio por Lordaeron, Ben Chispaoreja.

Le pregunté quien estaba comprando los lirios pues sabia que él era uno de los encargados en comprárselos a los ciudadanos para venderlos mas tarde al mejor postor. Su respuesta no fue de agrado pero me advirtió previamente. Al parecer un grupo cerca de Brill estaban comprando todos los lirios.

Mis preguntas me llevaron hasta una torre a las afueras de Brill. No había nadie vigilando la puerta y esta estaba abierta así que decidí entrar a curiosear. Allí vi como unos cultores estaban quemando las plantas en una especie de ritual demoníaco. Salí corriendo hacia plantas superiores asustada. La zona de arriba estaba desierta, tan solo una estantería con algunos libros polvorientos. Me acerque a leer con un ojo avizor por si venia alguien y pude comprobar que se trataba de una secta que adoraba a la muerte. Se hacían llamar el culto de los malditos. De pronto un poderoso brujo me descubrió y empezó a atacarme. Me llamó por mi nombre y me dijo que mis plantas no salvarían a nadie. Le pregunté mientras me defendía de sus ataques y resultó ser el mismísimo Kel’Thuzad disfrazado. Luché por mi vida pero finalmente caí abatida. La oscuridad inundó mi mundo, mis sentidos y mi entorno-.

Disertación parte III

Tras la parada obligatoria del almuerzo el comité esperaba expectante a la historia de Taifa que poco a poco se iba revelando hasta su fin. Entraron como ya era habitual en fila por la pequeña y lúgubre sala hasta sus respectivos asientos. Un miembro del comité no podía esconder la curiosidad y justo cuando Taifa posó sus caderas en el sillón le preguntó:

Miembro del comité: Por favor continua, ¿que vio? ¿qué sintió? ¿que había? Cuando la oscuridad la abrazó…

Taifa Levantó la vista hacia su entrevistador y con una voz solemne y vacía respondió calmada: Absolutamente nada.

Después de estas dos palabras un rotundo silencio perpetuador recorrió cada hueso de los allí presentes.

Taifa: De hecho cuando llegué al reino de los muertos me sentía totalmente perdida, no sabia quien era, ni donde estaba, ni que hacia allí. Ante mi se erguía un ángel, blanco como el nácar y brillante como la luna, <suspiraba de emoción…>.

Miembro del comité: Por favor describe todo cuanto puedas incluyendo lo que pensabas o sentías por favor.

Taifa volvió a mirar al hombre a la cara con seriedad y respondió: Soledad, mucha soledad. Estaba perdida y muy alterada pero las palabras de aquel Ángel me calmaron un poco.

Miembro del comité: ¿Y qué te dijo?

Taifa: El caso es que la primera en mediar palabra fui yo; pregunté que hacia en aquel lugar y quien era ella. Me respondió que me hallaba en el reino de la muerte y que pocos irían en esta guerra a visitarla. Ella era la Sabiduría y la Justicia, el ángel verdadero, el ángel de la Resurrección. Acto seguido le pregunté que hacia yo allí, pues mi mente no asimilaba que había muerto ante el ataque de Kel’Thuzad disfrazado. Me respondió que debía buscar el orbe de la Luna, que la lucha no había terminado para mi. Y me dejó marchar.

Ante mi se presentaba un vasto mundo sumergido en la oscuridad mas tenebrosa, la tierra era negra, las plantas eran grises y el cielo era una vorágine oscura que movía susurros de agonía, todo allí estaba inerte y parado, la quietud era abrumadora. Empecé a correr sin dar crédito a lo que me estaba pasando. Y me preguntaba sin cesar si verdaderamente estaba muerta. Corrí y corrí con la esperanza de encontrarme a alguien o algo y así fue. Encontré una especie de pueblo con edificaciones desconocidas para mi por aquel entonces y un gran cementerio. Había cientos de tumbas, empecé a caminar entre ellas. Me preguntaba como habrían muerto tantas personas. No se el tiempo que pasé en aquel mundo, ni cuanto tiempo estuve deambulando por el cementerio. Pero recuerdo que paré cuando vi mi nombre grabado en una lápida de una de aquellas tumbas.

Y allí sentada frente a mi propia tumba estuve absorta hasta que un cántico armonioso llamó mi atención. Me levanté y caminé buscando el origen de tal armonía embriagadora. Provenía de una especie de catedral, entré y en el patio central de la edificación se encontraba una esfera custodiada por tres elfas que giraban al son de la propia esfera y hablaban al unisono-.

Orbe: Te estábamos esperando

Taifa: ¿Sois el orbe de la Luna?

Orbe: Si, lo somos.

Taifa: ¿Como he llegado hasta aquí?

Orbe: Son las plantas las que te han traído hasta aquí pequeña.

Taifa: Pero… ¿para qué son las plantas?

Orbe: Al igual que otros objetos, las plantas fueron un envío de la Diosa para protegeros.

Taifa: Protegernos… ¿de qué?

Orbe: De la sumisión absoluta.

Taifa: Sumisión ¿ante quien?

Orbe: Kel’Thuzad traerá la muerte a tus tierras, pero… La resurrección será la condena de los muertos. Todos revivirán bajo las ordenes del alma atormentada en metal y hielo del orco Ner’zhul.
Solo las plantas traerán a los muertos a este reino y solo así podrán gozar del libre albedrío.

Taifa: Pero las plantas… las vendieron… ¡las quemaron! ¡He fracasado!

Orbe: No todo se ha perdido. Aun debéis hacer algo para salvar este mundo. Arrodíllate para recibir la gracia de Elune. Sembrarás el libre albedrío en tus tierras mientras sucede la guerra. En este mundo nadie las dañará. Cuando el elfo lleve a cabo su tarea, el poder de Ner’zhul disminuirá. Será entonces cuando la voluntad de los no muertos volverá y tu renacerás. Pero lo harás como un heraldo de Elune, seras su sacerdotisa y ella guiará tus pasos.

-Me arrodillé frente al Orbe de la Luna y allí recibí una infusión de poder que recorrió todo mi cuerpo etéreo y todo en mi cambió. Entonces comprendí cuanto debía hacer. La tristeza, la ira y la desesperación desaparecieron. Era una sacerdotisa de la Luna y ella guiaba mis pasos.

Salí de la sala y del templo decidida a realizar cuanto de mi se esperaba. Y en aquel momento era sembrar tantos lirios como pudiera. Con la bolsa de lino eterno llena de semillas me recorrí todo Lordaeron mientras acontecía la guerra. El mundo cambiaba a mi alrededor pero las plantas permanecían.

Poco a poco las fuerzas y héroes de Lordaeron fueron cayendo: Brill, Andorhal, la capital… Arthas, el mismísimo Uther, el rey Terenas, Sylvanas… Dalaran… Desde aquel mundo pude ver como perdíamos cada batalla. Pero hice mi tarea, y solo quedaba esperar.

El ángel aguardaba, pronto me enfrentaría a su Justicia, pronto la voluntad regresaría a Lordaeron aunque nada seria igual.

Así volví al mundo de los vivos… en la no-muerte. Los renegados, como se hicieron llamar, sirven al alma en pena Sylvanas. Yo regresé aquí para reconstruir la ciudad como bien sabéis. Ofrecí mis conocimientos y mi recién poder adquirido para sanar y purificar a muchos que sobrevivieron a la guerra. Cuando voy a visitar a Don Carlos a su tumba recupero mi aspecto humano, supongo que gracias a todos los lirios que nacen allí. Lo demás… ya lo conocéis.

Espero que mi solicitud me sea favorable. Después de todo a esta ciudad será donde acudirán los Portadores y aquí será donde me reúna con ellos para ponerlos en la senda correcta por la que tienen que andar para conseguir su objetivo-.

Cuando Taifa terminó de hablar un miembro del comité se levantó de su silla y empezó a hablar como portavoz de los allí presentes.

Miembro del comité: -Muchas gracias señorita Affran por su sinceridad y sus explicaciones. El permiso para acceder al volumen de herboristería y cambiar algunas cosas lo tiene ya concedido. Sin embargo, para el permiso de residencia tendrá que esperar unos días a que deliberemos aunque lo mas seguro es que le sea concedido. Aun así, recibirá la notificación por correo. Con respecto al cambio de nombre le informo que el registro ya ha sido advertido y constaría usted como Sorrow a partir de ahora. También, queremos agradecerle que nos haya contado su historia y como portavoz de este comité le aseguro que jamas será revelada ni escrita a menos que usted decida hacerlo por su cuenta. En nombre del Ojo Violeta le doy las gracias por sus servicios prestados y no le quepa duda que la ayudaremos en todo cuanto este en nuestra mano. Muchas gracias por todo y que tenga un buen día Sorrow.-

La calma y la quietud inundó la sala cuando los miembros del comité la abandonaron. Sorrow se levantó del sillón suavemente, miró al techo como si lo traspasara, respiró profundamente y comenzó a caminar hacia la puerta. Debía estar preparada para la llegada de los Portadores y sus Dardos.