CAPITULO 1
Un manto de estrellas manchaba el cielo de una noche de invierno, iluminado por la luna llena que derramaba su luz sobre una pequeña aldea, pequeña pero extrañamente bien custodiada por diversos guardias humanos armados con espadas, arcos y hachas.
En la oscuridad de la noche una sombra alada descendió silenciosamente de los cielos para caer con gracia felina entre dos guardias que custodiaban la entrada a la aldea. Un silbido rasgó el aire rompiendo el silencio que hasta entonces reinaba y la sangre manchó el suelo y paredes, los cuerpos sin vida de los guardias cayeron sobre las piedras que formaban la calle.
¿Qué pasa ahí? - dijo un tercer guardia que patrullaba cerca. La sombra alada y con cuernos que asemejaba un monstruo recorrió los veinte metros que le separaban del recién llegado en cuestión de décimas de segundo y con un rápido tajo horizontal le separó la cabeza del cuerpo al humano.
La suave luz de la luna logró iluminar un rio de sangre que corría calle abajo, tres cuerpos sin vida y en medio de todo un ser humanoide con una ligera armadura de cuero que dejaba ver una piel escamosa con verdes tatuajes recubriendo su cuerpo, alas demoníacas color verde a su espalda y su cabeza cubierta con un liso pelo dorado estaba coronada con dos grandes cuernos que salían de su frente. El ser alzó la cabeza dejando ver la cara cubierta de cicatrices y con una venda en los ojos de lo que parecía ser un Elfo de Sangre.
El elfo, con un ágil salto, pasó del suelo al tejado de una de las casas en un instante mezclándose de nuevo entre las sombras. Corriendo y saltando entre tejados llegó al final de una ancha calle pavimentada con piedra donde se alzaba una antigua casa de madera. De un salto se coló por un tragaluz situado en la tercera planta, cayendo a una instancia oscura llena de trastos. Llendo silenciosamente entre habitaciones alcanzó una puerta roida del segundo piso y al abrirla llegó a un balcón que rodeaba un enorme salón interior con suelos de madera podrida y una gran araña en el techo que iluminaba toda la instancia. En el centro de todo había una redonda mesa con cuatro encapuchados sentados alrededor debatiendo sobre algo.
El elfo se dejó caer desde lo alto, aterrizando encima de la mesa gujas en mano y acabó con los cuatro individuos con una velocidad que era prácticamente imposible seguirlo con la mirada.
¡Maldito Cazador de Demonios! - grito un guardia que acababa de entrar en el salón. No lucía igual que los otros tres a quienes había derrotado fuera, este llevaba una coraza de placas que presentaba signos de numerosas batallas. No sería un rival fácil.
Sin pensarlo dos veces, el elfo, lanzó sus gujas contra el pecho del guardia pero este las rechazó de un mandoble. Volando por el aire, las hojas, volvieron a su dueño justo a tiempo de cogerlas y esquivar el fiero ataque del guardia. De pronto, la oscuridad pareció adueñarse del salón saliendo de los pies del Cazador de Demonios y haciéndolo más difícil de golpear de lo que había supuesto el guardia.
El guardia atacaba y el elfo esquivaba, el elfo atacaba y el guardia rechazaba. Una lucha frenética entre fuerza bruta y agilidad.
El guardia bajó su espada y lanzó un imparable tajo vertical que hizo temblar el suelo pero el elfo, de un salto hacia atrás, logró esquivarlo. Sin haber caído al suelo se encogió y en cuestión de milésimas su cuerpo se tornó el de un auténtico demonio de más de dos metros de altura lanzando por sus diabólicos ojos, desprovistos de la venda, un vil rayo de energía que impactó de lleno sobre el guardia.
El humano recibió el golpe sin poder hacer nada por evitarlo, su coraza no le ayudó contra tal ataque y salió volando contra la pared del fondo chocando y haciendo tambalear a la araña del techo, no volvió a dar signos de vida. Habiendo recobrado su forma original, el elfo, se acercó con tranquilidad a los cuerpos de los encapuchados y empezó a rebuscar entre los papeles que había sobre la mesa hasta que encontró lo que buscaba, un mapa detallado para localizar una tumba que abría un portal que traería a un poderoso Señor Apocalíptico de la Legión, el sello de una mano en la esquina superior derecha lo delataba. Se acercó al fuego de una antigua chimenea, mapa en mano, y lo arrojó a las llamas esperando a que se consumiera. Sacó una venda de la bolsa que colgaba en su cinturón y se tapó nuevamente los ojos con ella.
Sin mirar atrás salió por la puerta principal y se perdió en la oscuridad.
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Relato en construcción, se aceptan críticas constructivas, peticiones, ideas y consejos.
Todo esto está ambientado en el tiempo actual.
No ha habido una presentación formal del personaje pero es parte de la historia.