Este es un pequeño relato que de primeras iba a quedarse es una novela colaborativa del foro, pero quería aprovechar que es más individual sin seguir una trama.
Dicho esto, espero que os guste:
¿Que es ser paladín?
Raro que alguien de mi profesión y experiencia se haga esa pregunta, pero tales tiempo oscuros que enturbian y doblegan mis alegrías y esperanzas hacen que pierda su significado.
Paladín. Si me preguntasen hace ya largos años que sentido tenía la palabra la describiría con orgullo. “Un caballero de sangre, un vengador de los caídos por el brote inmafe del príncipe traídos y su hueste de no muertos. Un Heraldo de la cólera de Lunargenta que clama la muerta a la no vida, pide justicia ante la abominación de la no muerte y ejecuta la ira del caído.”
Pero si algo me enseñó la experiencia, y nunca hay suficiente, es que la juventud nos nubla el juicio y, aún traumada y arrancada de nuestro cuerpo de golpe por el infortunio que el destino a decidido separarnos, presiona una meta que acabe con nuestra cordura, nuestra libertad y el mínimo raciocinio.
Oh sí, recuerdo el momento en la que la venganza, esa ira desmedida por el ser que me habían arrebatado en mis manos y el sentimiento profundo de dar paz a un alma que solo deseaba una vida plena para mí, fue vencida por una cordura y la empatía. Un destino que no muchos consiguen.
Fue ese momento, orgulloso soldado de Lunargenta y caballero de sangre, que elogiado por instructores y compañeros consiguio “ascender en el escalafón” y conocer los secretos de “la fuerza de la luz”. Aun recuerdo el sufrimiento y la soberbia de mis superiores cuando me mostraron al naaru atormentado, cuando obligaban a servir a nuestros propósitos MIS PROPOSITOS y como, igual que un castillo de naipes cayendo antes un recio viento, todo en lo que había creído se rompía.
Un simple segundo, una discusión y un superior tirado en el suelo inconsciente fue suficiente para saber que mi lugar no era ahí. Sin embargo decían ser paladines y usuarios de la luz.
¿Quien era entonces el real paladín?
Expulsado, repudiado, exiliado…tiempo incierto vague sin rumbo, tomando mi propio camino e incluso renegandome a usar las enseñanzas que tanto durante mi sacerdocio antes de la plaga y la posterior orden de los caballeros de sangre me habían otorgado.
Fue entonces cuando vi otra cara de una baraja. Paladines sirviendo a un estandarte azul con una mano plateada en el torso. Unos heraldos de bondad, fervor, convicción y pasión desmedida por el progimo y la divina luz.
Curioso por la contraparte con sus congéneres creí encontrar significado a las dudas que me traían en mente. Los paladines de la mano de plata formados por humanos y enanos del continente, protectores y eliminadores de la plaga y aseguradores del orden público.
Mentiría si dijese que en un primer momento no me deje engañar por sus bienaventuranzas y palabras melodiosas, sus promesas de fe y regalo divino, su comunión con la luz y la expiación de lo pecados.
Pero las utopías no existen, el mundo no es un lugar feliz y alegre por entero ni un reino se libra de un solo pecado. Ni siquiera una orden pura y amable que se vendía en pueblos y caminos.
No, tras los rostros compasivos, las oraciones con fervor y las bendiciones al populacho se encontró otra cara. Como el cambio del día a la noche mis esperanzas se vieron mermadas por la suerte del destino.
Frente a lo bueno que había visto encontré el horror. La repulsión a la magia y a los no devotos, ajenos al culto d ela luz demostró un lado demacrado y poco ilustre de sus miembros. Los tan afamados valientes devotos de la luz profanaban, humillaba y blasfemaban sobre los incautos que demostraban interen en las artes arcanas, en las razas ajenas al culto de la luz como su gente, en la tortura y sadismo frente a “cultores, brujas y espías” de la plaga. Hasta radicales que solo contemplaban la pureza de las razas y despreciaban a las demás con soberbia y repulsión.
Le ponían enfermo.
Por otro lado, los puros, intachables, elegantes paladines de buen actuar tenían otro problema. Su desentendimiento con el mundo real, si defendían y proclamaban el orden pero temporalmente sin poner remedio. Vio como sus galantes blancas brillantes y pulcras armaduras llegaban a un pueblo, daban sermones y ayudaban al indefenso, cazaban a ladrones y asesinos pero marchaban sin cambiar nada más que un puñado de devotos y más siervos y enseñanzas para su culto de la luz.
Pero…¿entonces que buscaba? ¿Acaso había excedido en sus expectativas en la búsqueda de una perfección? ¿Había idolatrado a una clase y razas que claramente la libertad le hacía decidir por sus intereses?
No, algo más tenía que desconocer.
¿Que era necesario para ser paladín?
Días, meses, años, lustros…cada vez más rápido pasaba el tiempo y menos daba con su respuesta. Aprendí y experimente el mundo como es, vi la hermosura de los bosques, la crueldad de la guerra, el terror a lo desconocido, la muerte cerniendose en mis hombros y en la gente a mi cargo. Poco a poco el mundo me hizo y me “creo” en base a un destino que yo elegía, fallaba y acertaba.
Cada vez que creía dar con la respuesta nuevas dudas me saltaban, nuevos atrocidades ocurrían o un desconocimiento surgía al mundo.
Acaso era que un paladín solo podía ser puro bajo el prisma de un dios, un ente divino que guíe o sea obligado a guiar tus pasos según un designio inescrutable e inmutable.
Sin embargo razas antiguas como los tauren, errantes y amantes de la madre tierra y sabedores de la importancia del equilibrio, disponían de algo distinto a esa devovion. Los caminasoles no eran unos sirvientes ciegos sino equilibradoras de la naturaleza que servían al sol, no como una divinidad sino un todo que creaba un ciclo en la vida.
Tampoco pudo asumir que el uso de la luz, pura como había visto hasta entonces, era significado para ser paladín. Los mares dieron a conocer otros continentes e islas y gracias a ellos pudo descubrir las tradiciones que hasta ahora no estaban libres.
Paladines zandalari, aunque no optaban a ese nombre realmente, servían a un Los un ser “divino” terrenal del cual les otorgaba poder y fuerza. Pero no propiamente dicho como la luz, era distinto y no por ello malo ni sectario.
Todos y cada uno de ellos veían de formas distintas su fe, su trabajo, su fervor, su vida, su muerte, su finalidad … ¿Quien era el verdadero o cuál era el motivo del origen? Pero el tiempo enseña y tantos viajes curtieron mi ser y me dieron una nueva duda.
¿Acaso solo había una respuesta correcta?
Y la respuesta era sencilla, simple y clara como el agua de un río nació en las montañas. Tan sencilla y a la vista que no podía verla.
¿Que es ser paladín?
La pregunta desde el comienzo era errónea, buscaba una respuesta correcta a algo concreto que no lo tiene. No es que es ser paladín lo que tanto deseaba saber. Solo había que hacer la correcta.
¿Porque soy paladin y que busco con ello?
Soy caballero de sangre y paladín. Soy así porque el injusto merece salvación, porque el mal de todo, aquel que daña el mundo por igual sin importan las clases y las razas, no debe ganar en la partida del destino.
Soy la espada del débil y fiel a mis principio, soy el compañero, soldado y hermano de los que luchan conmigo, los que sangran en la guerra y mueren dejando este mundo.
Soy ajeno a una devoción ciega que nuble mi juicio y me impida proteger al progimo, soy Heraldo de la justicia no de un Dios omnipotente sino de la tierra y las leyes del mundo.
Soy traidor y ejecutor de aquellos que osen profanar los bueno, lo inocente y lo inviolable. Ajeno al desden de los parásitos que doblegan bajo hierro y sangre al débil y desdichado.
Soy exiliado y unico, pero no por ello mejor que el resto sino miembro de un conglomerado que se unifica hasta formar un todo. Soy seguidor de mis ideales y ejecutor sea cual sea el precio, mientras la sangre corra por mis venas protegeré lo que creo justo con uñas y dientes aunque me cueste la vida.
Soy soldado, amigo, hermano, líder, protector, maestro, aprendiz, viajante y escudero. Soy heraldo y mensajero, recadero y servidor.
Pero antes de todo soy yo mismo, mis experiencias, mis vivencias, mis deseos, mis penas, mis glorias, mis desgracias y alegrías. Lo que me ha formado y dejado vivir en este tiempo en el mundo dándome conocimiento, amor y tristeza.
¿Quien es un paladín?
Yo soy mi propio “paladín”.