En esta capilla, a la luz de una vela, me dispongo a contar la historia La Sombra de la Dama Oscura con el objetivo de dejar constancia para el futuro de lo que aquí ocurrió y de cómo fueron realmente las cosas, tratando de prevenir a mis hermanos de las calumnias del enemigo en el caso de que fuéramos derrotados.
La Sombra de la Dama Oscura era un proyecto, una ilusión, que atenazaba mi mente día y noche. Habiendo perdido hace tiempo la necesidad de dormir, mis pensamientos se sumergían en esta idea hasta el punto de rozar la obsesión. Escribía manifiestos, pensaba posibles nombres y recordaba los tiempos en los que Sylvanas nos dirigía a nosotros, los Renegados.
Con poco que perder bajo el gobierno de la nueva Horda y su consejo de traidores, decidí ponerme en contacto con algunos individuos que consideraba apropiados para un proyecto de estas características. Muchos rechazaron por miedo a las represalias, otros por los riesgos, y otros porque nunca habían sido fieles a Sylvanas. Otros, los peores, trataron de delatarme, pero fueron silenciados a tiempo. Finalmente, otros, los mejores, aceptaron la dura empresa y esperaron pacientes nuestro momento.
Consciente de que Orgrimmar no era un lugar seguro para continuar con mis actividades, decidí retirarme al viejo reino de Lordaeron un tiempo para reflexionar y preparar el siguiente movimiento. En los Claros de Tirisfal, junto a la Tumba de Faol, conocí a un individuo fundamental para comprender el origen de La Sombra de la Dama Oscura: Thomas Ford, un capitán de la Guardia de la Muerte retirado del servicio por el nuevo gobierno de la Horda debido a su lealtad a Sylvanas.
Thomas y yo coincidimos rápido en nuestras ideas y le hablé, arriesgándome, de La Sombra de la Dama Oscura. Decidió unirse al proyecto y juntos elaboramos un plan para organizar la primera reunión de nuestra pequeña organización. El plan debía ser un movimiento inteligente para evitar a los espías y el control de la Horda sobre el correo. Lo que decidimos fue lo siguiente: prepararíamos cientos de paquetes para introducir en la casa de subastas de Orgrimmar y enviaríamos cientos de cartas a distintos ciudadanos invitándoles a comprar los productos. Sin embargo, las cartas de nuestros contactos incluirían una referencia diferente para comprar unos productos distintos, y dentro de la caja de estos productos estaría la información para poder acudir a nuestra reunión.
Durante un tiempo trabajamos preparando todo esto en una capilla en las ruinas del Enclave Escarlata. En cuanto todo estuvo listo partimos directos a Ogrimmar. Nuestro proyecto comenzaba a tomar forma.
En el camino, atravesando las Tierras de la Peste del Este, encontramos a un elfo de sangre llamado Shylirien buscando algún trasto mágico en una farola. Sinceramente, me pareció una excusa y pensé que nos estaba esperando y que conocía nuestros propósitos. Sin embargo, a día de hoy no tengo ningún motivo para pensar que no sea leal a la Dama Oscura y lo considero un miembro valioso de La Sombra de la Dama Oscura.
Lirena apareció poco después. La Renegada había huido de Orgrimmar durante el asedio de los traidores y la Alianza y se ocultaba en las ruinas del Enclave Escarlata. Interesada en nosotros, nos invitó a pasar la noche en su refugio, donde quedó clara la lealtad de los cuatro asistentes a la Reina Alma en Pena. Shylirien, Lirena, Thomas Ford y yo decidimos que Thomas entraría en Orgrimmar y llevaría a cabo el plan. También que la reunión se haría en El Cruce.
Thomas y yo viajamos a Durotar. Él entraría en Orgrimmar mientras que yo prepararía la reunión. Pero ocurrió algo inesperado: al sur de Cerrotajo nos encontramos con un trol zandalari, un tipo que, sinceramente, considero muy peligroso, totalmente perdido. Pensé que estaba ebrio o loco. O las dos cosas. Este trol no paraba de indicarnos que tanto Thomas como yo llevábamos algo que denominó ‘‘la marca de la muerte’’. No paraba de olisquear el ambiente y decir cosas incoherentes. Locuras, pensaba.
Dejando al trol atrás, continuamos nuestro camino. Pero en el desfiladero entre Cerrotajo y Orgrimmar volvimos a encontrarnos al mismo trol, algo imposible, ya que Thomas y yo íbamos a caballo y él no parecía saber ni dónde estaba. El trol y su charlatanería casi me hacen perder la calma y, si no llega a ser por la prudencia de Thomas, le habría atacado. Nos fuimos, dejándole atrás, y recordándonos una vez más algo sobre ‘‘la marca de la muerte’’. Cerca de Orgrimmar me despedí de Thomas. Atravesó las puertas de la ciudad y no volví a verlo.
Días más tarde entró en contacto conmigo un boticario, el Doctor Alexander J. Williams, amigo de Thomas. Había presenciado su muerte en Orgrimmar a manos de una muchedumbre que lo había reconocido. El Doctor parecía un sujeto apropiado para formar parte de nuestro grupo, y así se presentó. Hoy en día es uno de los boticarios al servicio de La Sombra de la Dama Oscura.
La muerte de Thomas no fue un problema para la reunión, ya que cumplió su misión antes de ser reconocido.
La noche marcada tuvo lugar la reunión en El Cruce, a la que acudieron los siguientes efectivos de La Sombra de la Dama Oscura:
-Doctor Alexander J. Williams.
-Lirena.
-Shylirien.
-Lilith Sombra Agónica.
-Kaladrin.
-Sanders Bright (el autor de esta crónica).
-El Cardenal Lammenais.
-Edward.
-El misterioso zandalari.
Tras un discurso inicial y la presentación de algunas ideas de futuro para la organización, Tranias se unió a la reunión. Pero yo conocía las intenciones perversas de Tranias, ya que cuando entré en contacto con los posibles socios en Orgrimmar encargué a una sabandija goblin, el ratero Tequeño, que siguiera a cada uno de ellos para poder conocer sus auténticas lealtades. Así descubrí que Tranias era una espía al servicio de la Horda y que su misión era localizar y desarticular los diversos grupos pro-Sylvanas que pudieran formarse tras la traición a la Dama Oscura.
Ahora tenemos un nuevo problema: la sabandija goblin nos conoce a todos y debe morir. Pero nadie sabe dónde está.
Tranias fue ejecutada por mi mismo en la reunión tras dejar en evidencia ante todos su condición de espía.
Tras su muerte, la reunión siguió con normalidad. Cada miembro expuso su visión de futuro y se decidieron varias líneas de acción clandestinas: captación de nuevos miembros, sabotaje económico a la Horda y la construcción de una estructura política que sirva de alternativa a la Horda en caso de colapso (colapso que nosotros trataríamos de provocar).
Tras la incorporación del Cardenal Lamennais a la reunión, se decidió, además, que él trataría de atraer a los fieles a nuestra visión del futuro. También, los boticarios, el Doctor y Edward, decidieron trabajar juntos para extender nuestra influencia en su Sociedad.
Ocurrió algo que no me esperaba: el trol zandalari apareció en la reunión. ¿Quién le avisó? ¿Cómo sabía dónde estábamos? Y, como dijo el Cardenal, lo más importante: ¿por qué venir?
Tras algunos problemas, fue decidido por mayoría que sus intenciones no eran negativas y que podría ser útil a nuestra organización. ‘‘Dispuesto a colaborar’’, por decirlo de alguna manera, se incorporó a La Sombra de la Dama Oscura. Sin embargo, a día de hoy aún no puedo confiar en un tipo que anunció la muerte de Thomas unos días antes de producirse.
La Sombra de la Dama Oscura enviará cartas a sus miembros con las instrucciones de actuación y recogerá informes de sus progresos de cara a una reunión futura. Y sin olvidar nuestro objetivo más importante en este momento: capturar vivo o muerto al goblin que conoce nuestra identidad y nos pondría en peligro a todos por unas monedas.
¡Por la Dama Oscura!