Crónicas de Káledon

Crónica de Káledon

Fecha: 27 de Septiembre, Año 38 D.C.V. (Después de la Caída del Vacío)

Hoy, una sombra amarga ha oscurecido mi mente. Una orden del Consejo me ha sido entregada, en un papel frío y sin alma, marcando mi destino hacia los reinos de la Alianza. ¡Qué burla más cruel! Me envían a servir a esos simples, que ni siquiera pueden comprender la naturaleza del vacío. Los líderes de la Alianza creen que mi conocimiento del vacío puede ser útil para su causa. ¿Utilizar mi poder? ¿Como si fuera una herramienta más en su arsenal? La ignorancia se hace presente, y mi cólera se despierta.

No puedo negar que mi corazón arde con furia. He dedicado siglos al estudio del vacío, sumergiéndome en sus secretos insondables. ¡Y ahora me arrancan de mi torre de conocimiento, me envían a esta luz cegadora! En el vacío, encontré el propósito y el entendimiento de lo que realmente soy: un ser destinado a trascender la mediocridad del mundo mortal. Pero la Alianza me arrastra a sus guerras y conflictos, como si fuera un peón más en su eterno juego de poder.

Lo admito, parte de mí siente curiosidad. Este mundo de la Alianza está lleno de lo que ellos llaman “luz” y “esperanza.” Conceptos que siempre me han resultado débiles e insípidos. Quizás podría aprender algo de su resistencia a lo que consideran “oscuridad.” Pero, no es la curiosidad la que me guía ahora, sino la indignación. Mi lugar está entre las sombras, donde el vacío me susurra sus secretos.

Me pregunto, ¿podrá este exilio temporal darme alguna ventaja? Quizás, al fin y al cabo, haya conocimiento que obtener de esta Alianza, aunque no sea de la naturaleza que esperaban. Si el vacío ha decidido que debo caminar entre ellos, lo haré. Pero no seré su sirviente sumiso. Seré su espejo oscuro, el recordatorio constante de que la verdadera comprensión no se encuentra en la luz, sino en las profundidades de lo que temen.

Por ahora, guardaré mi rabia y mi indignación. Los mortales no lo entenderán. Pero algún día, cuando mis estudios se completen y domine plenamente el vacío, ellos sabrán. Oh, sí, sabrán que el conocimiento no puede ser domado ni confinado a las absurdas nociones de la Alianza.

—Káledon, Erudito del Vacío

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