Rupert Rocket fumaba un cigarrillo tratando de calmarse. La operación dirigida por Piedra de Luz para salvar a los civiles de Rasganorte había sido un éxito. Y el Culto del Nuevo Amanecer había colaborado. Él mismo había colaborado, junto al maestro Sareth y lady Corinne.
Más de trescientas vidas se salvaron de La Plaga a lo largo de aquellas duras jornadas. Y sin embargo, lo que hace unos meses le habría parecido una gran hazaña, algo de lo que sentirse orgulloso, le resultaba vacío. No es que no sintiera nada, pero sabía perfectamente que no era lo que se debía sentir tras algo así. ¿Qué le había pasado a su alma tras compartir tantas semanas con el Culto? ¿Dónde estaba el chico inocente que partió de Ventormenta con una maleta y un par de libros de demonología para principiantes?
Dando una calada recordó el regreso a la base en Corona de Hielo y el ataque de los espectros en pleno vuelo. Perdió el control. Pero no del modo que mas temía. Fuera lo que fuera aquello, y pasara lo que pasara con sus ideas y sentimientos, su auténtica condición, su alma de lobo, seguía oculta para la mayoría. Dando otra calada, suspiró, y expulsó el humo por la nariz. Más calmado cerró los ojos. En su mente un pensamiento: alma de lobo… Una maldición.