La salud mental es un campo que ha tardado mucho en verse de forma normal, sin prejuicios, y todavía solo se está empezando. Hace no mucho leí un cuento que más o menos define mi problema. Va sobre uno que va al circo y ve un elefante enorme atado con un simple grillete en una pata. El hombre le preguntó a un empleado porque vio que el animal perfectamente podría escapar si lo deseaba, y éste le dijo que se crio con ese grillete desde que era una cría, que intentó escapar por todos los medios, pero que al final, como le era imposible en aquel entonces acabó dejando de intentarlo. Digamos que no estoy tan mal como ese pobre elefante, pero me cuesta mucho salir de ahí, iniciar un cambio y mantenerlo me cuesta una inmensidad si no implica algo del tipo un horario impuesto desde fuera a seguir o algo así.
Comparto lo que has puesto de la cita de tu padre. Yo solía decirla de otro modo. “Si quieres conocer a tu mejor amigo y a tu rival más difícil, no busques, solo mírate al espejo”. Y esto lo digo no solo por lo que he dicho antes de mi depresión sino también como alguien que se engañó a sí mismo para no hacer ninguna locura durante la misma y que no tiene pesadillas desde hace ya mucho (he aprendido a mantenerme lo suficientemente consciente mientras duermo para sabotearlas sin despertarme).
Al final todos encontramos un ancla en ese momento,para aferrarnos. Por aquella época yo andaba en moto,buscando posiblemente un accidente que acabara con todo. Quiso el azar por llamarlo de alguna manera,que buscando el Monasterio de Eunate(octogonal y atribuido a los templarios), que me equivocase. Me metí por un camino de cabras(llevaba una maxi escuter), y acabe en la Ermita de Santa Maria de Arnotegui. Generalmente los monasterios y ermitas me aportan paz,y sin pensarlo mucho me meti. Estaba vacia,supongo que el ermitaño que vivia arriba, oyó las pisadas en el suelo de madera y bajó. Estuvimos charlando cerca de tres horas,de lo divino y lo humano. Cuando salí de alli,algo dentro de mi se había modificado. Casualidades o no(y no soy muy creyente), el ermitaño se llamaba Lázaro, y yo Jesús. Me vino a la mente el evangelio de la resurrección de Lázaro (levántate y anda), aunque en este caso fue a la inversa…
Esa fue mi ancla en aquel momento,ahora,afortunafamente tengo otra,y realmente me hace feliz.