Epístola primera

Abadía de Villanorte, 12 de febrero de ??

En las guerras que pasan entre los hombres sucede que pueden los guerreros descansar cuando a veces hay treguas. Mas nunca me hablaste de la guerra espiritual, aquella pelea que dura todo el tiempo que en el cuerpo vivimos y ni un solo momento permite dejar las armas, sino que siempre es necesario estar presto para la batalla, porque nunca nuestro enemigo descansa. Antes bien, cuando parece que está más pacífico, cuando finge que huye o que quiere hacer tregua, encontes es cuando urde los mayores engaños. Y por eso nuestra alma no debe andar indefensa, porque al igual que armamos el cuerpo con la espada, debemos armar también el alma para que esté prevenida frente a los males y traiciones del enemigo. Mas estas armas, las que protegen el alma, no tienen punta afilada. Son y deben ser la oración y la bondad. La rectitud de nuestros actos, la piedad y la caridad, son los crisoles donde brillan las bondades de la Luz.

Queda con la Luz y que ella guie tus pasos.

Jean Flori.