Jarukan. Forjado en los Baldíos

Una bala amiga.

Pantoque.

Las campanas del puerto repiqueteaban en mitad de la noche. El Reina de los Cielos atravesó la espesa niebla antes de vislumbrar las luces del puerto.

Una luz zigzagueaba en el muelle. Una luz rojiza.

Yuh’ra, en la proa, agarrada a la cuerda de la vela miró a Voluhin y asintió.

Levad velah e id preparando el ancla.

Los dos orcos que les acompañaban se pusieron a obedecer la orden.

TOC

El casco del barco golpeó ligeramente en una de las gomas que cubría el poste del muelle.

Un goblin se acercó cuando tiraron la pasarela.

No es una noche demasiado acogedora. Esta niebla…

Yuh’ra y Voluhin bajaron del barco y se detuvieron frente al goblin que los recibía mientras este trataba torpemente de apagar la bombilla, moviéndola de un lado a otro, metiéndola debajo de sus ropas y finalmente sacudiéndola para apagarla.

Disculpad, eh, sí, ya está —se encogió de hombros—, estos chismes del demonio… No funcionan nunca.

Yuh’ra lo miraba con cara de pocos amigos.

Ruzzo, para servirles —les tendió la mano, pero ninguno de los dos le correspondió. —Ah, sí, Gonzu no pudo estar hoy.

Voluhin miró alredor. Los dos orcos, de brazos cruzados esperaban varios pasos más atrás.

Está todo listo. Podéis recoger la mercancía. Preparada a tiempo, como de costumbre —dijo Ruzzo inivitándoles a seguirle.

Los callejones húmedos y oscuros de Pantoque se iluminaban de vez en cuando a su paso. La luz roja de las brasas de las pipas iluminaba las demacradas caras de goblins y orcos, acurrucados en las paredes, en las esquinas, consumiendo famélicos tras las cajas.

Un poco… Dame… —Una huesuda mano apareció para tocar a Yuh’ra, que la apartó de una patada. Se giró y sacó su revólver para colocarlo en la cara del orco. —Ni se te ocurra tocarme —le dijo la trol antes de pegarle una patada en el pecho.

Se adentraron por la callejuela que llevaba a la cochambrosa chabola donde Gonzu solía tener preparada la mercancía que venía de Zandalar. Una luz verde salía de su interior.

Voluhin sintió una sombra cruzar a su espalda. Se giró sin ver nada. Todo en la pequeña plaza permanecía igual.

Yuh’ra corrió la cortina y entró dentro seguida de los orcos.

Cuando Voluhin giró la cabeza vió cómo Yuh’ra volvía hacia afuera caminando lentamente hacia atrás, las manos en alto.

Una hoja afilada apareció de entre las cortinas apuntando al cuello de la zandalari.

Jarukan, Jarukan, Jarukan.

Apareció una mano en la empuñadura, un brazo fuerte y un orco retirándose la capucha.

Llevas tocándonos los huevos desde hace tiempo.

Unos susurros comenzaron a rodear al grupo. El brazo de Voluhin, su marca, comenzó a punzarle. Un sudor frío empezó a caer por su frente, parecía intentar moverse, articular palabra, pero solo veía los mismos ojos que los jabaespines.

El Don quiere que tu jefe le de lo que busca.

¿De qué hablah? —Preguntó Yuh’ra casi sin poder respirar, con la visión nublada y sus músculos agarrotados.

Y por cierto, no hay posibilidad de negociar —pinchó ligeramente la carne de la zandalari. —¿Cómo vamos a negociar después de que hayáis intentado matar a Don Marzzo? —Negaba el orco con la cabeza.

Desde la azotea de una de las chabolas el goblin se levantó las gafas. Cargó el rifle lentamente aguantando la respiración y se apostó para apuntar.

Creo que lo va a pillar con este mensaje —el orco alzó la hoja de su espada y…

Shooot

Jazz disparó en ese justo momento a una cisterna en el tejado de la chabola. El Orco detuvo su estocada y de entre las sombras es escucharon gruñidos. El líquido verde del agujero comenzó a salir a borbotones salpicando uno de los generadores instalados en el cochambroso poste de al lado. Comenzaron a saltar chispas y el orco saltó rodando a un lado.

ZZZZPAM

Jazzilyx “Jazz” Tirotrucado se deslizó por el tejado, saltó a una de las cajas y enganchó su mosquetón al cable que lo condujo, cruzando la plaza hasta la posición de Voluhin. Se soltó y cayó al suelo rodando. Se ajustó su rifle a la espalda. Las chispas brillaron en sus gafas y comenzó a correr hacia Yuh’ra.

¡Vamos! —Agarró una de sus manos y tiró de ella para salir corriendo hacia el callejón.

Voluhin recobró el sentido y por unos segundos la explosión del generador lo deslumbró.

Luego, raudo, alzó su escudo y comenzó a correr tras Jazz y Yuh’ra protegiendo su retaguardia.

El generador seguía echando chispas.

¡Que no escapen! —Gritó el orco encapuchado incorporándose.

Jazz cogió su rifle de nuevo, rodó a un lado del callejón, lo apoyó sobre la cabeza de un goblin envuelto en harapos que se acurrucó y se quedó inmóvil y…

Shooot.

El tiro impactó de nuevo en el generador que hizo que saltara todo por los aires. Escupiéndoles a él, Yuh’ra y Voluhin volando por el callejón. Y al goblin harapiento que tras rodar varias veces abrió los ojos de par en par y salió corriendo.

¡Que no escapen! —Se escuchó al fondo.

Una silueta encapuchada se recortaba entre las llamas de la pequeña plaza al final de la callejuela.

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