Jarukan. Relatos III WildLands

Se avecina tormenta
y si no encuentro refugio
van a acabar conmigo.

La guerra, amigos, está a un disparo,
a un disparo de aquí.
La guerra, niños, está a un disparo,
a un solo disparo de aquí.

Una noche en El Cruce.

La misión eh la siguiente: Vaih a desenterrar a Yonni y lo llevaréih sin levantar sospechas a El Cruce.
La ciudad comercial bullía de comerciantes, guardias y transportistas. El sol había caído y El Cruce era una antorcha en mitad de la noche.
Astavedon y Voluhin arrastraron la caja con el cadáver del goblin y aguardaron durante un buen rato para estudiar el paseo de los guardias e identificar las caravanas de la compañía Dispacciore.
Voluhin se movió en la noche para acercarse a las caravanas.
Aquí ehtáh —el trol hizo la señal a Astavedon cuando encontró el anagrama correcto en la carreta. Junto a ella, dos kodos bufando dormidos y más adelante, un guardia orco de El Cruce que velaba por la seguridad del comercio.

En la entrada de la posada estaba atestada de gente, igual que en su interior. Jazz entró hasta la barra para pedir un whiskey, un buen Clamafuegos. Se recostó en un lado de la barra y observó a la parroquia.

Al fondo, un goblin parecía contar anécdotas a un grupo de comerciantes.

Dos doradas, ¡dos doradas! —Exclamó entre risas. —Esto no pasa con el Don. Los Dispacciore no trabajan así, pagan bien.

Mei, cerca de la barra escuchó el apellido. Jazz y ella miraron al goblin como un depredador a su presa.

Una vez allí os las apañaréih para cambiar una carga de los Dispacciore por el cadáver —Jarukan miró a cada uno de los presentes.
Astavedon movió la caja como pudo, pasando por detrás de las caravanas hasta llegar a la indicada.
Voluhin salió de la oscuridad sin ser visto a la calle junto a la posada y caminó hacia el guardia.
¿Necesitas algo? —preguntó el guardia a medida que el trol se acercaba.

Pipa entró en la taberna y miró al fondo. La goblin se abrió paso entre taurens y trols con la mirada puesta en un orco, que jugaba una partida de cartas en una de las mesas.

Vaya, vaya, Artos —giró la silla y se sentó a la mesa. —Así que aquí es donde vienes a dejarte el dinero que me debes.

CLACK. Sacó la escopeta por lo bajini.

Pipa… ¿Qué haces? —el orco se sobresaltó asustado.

Vas a pagarme pufero, o te mato aquí mismo.

Los acompañantes de la partida se levantaron sobresaltados. Pipa tiró de la cola de un tauren a su espalda y cuando éste se giró, molesto, miró al grupo de la partida y no se lo pensó dos veces. Le propinó un puñetazo al orco, que cayó de espaldas tirando la mesa y las cartas al suelo. Sus compañeros de partida vacilaron por unos segundos y se abalanzaron sobre el tauren, que repartió para ellos también.

Se empezó a montar una gresca entre los parroquianos con botellas, puñetazos, dientes y sillas volando.

Pipa aprovechó para escabullirse hasta la barra, donde encontró a Mei y dos guardaespaldas contemplando la reyerta.

Jazz apuró su vaso y se coló entre orcos, taurens y goblins hasta la puerta.

¡Guardias! ¡A mí la guardia! —gritó el tabernero

Ehpero que nadie oh dehcubra. Y marcad bien la carreta, la asaltaremoh en cuanto abandone El Cruce.
Astavedon retiró minuciosamente la correa y sacó uno de los cajones del carro. Hizo lo mismo con el segundo cajón, con la mala fortuna de que estaba mal cerrado y de entre los cueros cayeron piezas metálicas para fabricar armas, estrellándose entre ellas.
Las bestias se despertaron y comenzaron a ponerse nerviosas.
El guardia se giró por un momento y miró a las carretas en la oscuridad.
El guardia se volvió al ver a sus otros compañeros corriendo dentro de la taberna tras la llamada a la guardia.
¡Maldita sea! —echó a correr hacia la taberna, se chocó contra Voluhin para echarlo a un lado y salió gruñendo a la carrera.

El cazarrecompensas vio cómo rápidamente los guardias irrumpieron en el local y pegó un tirón del comerciante Dispacciore.

¡Eh! ¡Eh, suéltame! —gritó en vano el comerciante, que acabó arrastrado y tirado sobre unas cajas a la vuelta de la taberna.

Jazz le puso la pierna en el pecho y le encañonó de manera que el goblin solo veía dos agujeros negros posados en su nariz.

Yo pregunto y tú contestas, ¿lo pillas?

P-pero si-si yo solo soy un comerciante…

Clack. El cazarrecompensas activó el martillo de su escopeta., listo para descargar un disparo.

Astavedon se apresuró a colocar todo de nuevo y Voluhin corrió a calmar a los kodos.
El elfo vació el cajón y metió el cadáver amortajado, envuelto en una gruesa manta y con un olor a muerto insoportable. Metió las piezas de cuero para taparlo y empujó el cajón dentro de la carreta mientras el trol acariciaba a uno de los kodos que se puso a pastar volviendo a la calma.

En ese momento apareció Pipa, acompañada de Mei y dos escoltas. En la taberna todavía se escuchaban voces, gritos y golpes.

Vaya, si es Frozzy —comentó la goblin. —¿Te acuerdas de mí, Frozzy? Cargamento al servicio de Jakka, dirección a Mil Agujas. Casi no lo contamos.

El goblin la miró y asintió. En su rostro se dibujó la esperanza al ver una vía de salida.

¡Sí! ¡Claro que sí, Piper! —comentó mientras se escabullía junto a ella.

Oh, lo que hacía falta, me tiráis por tierra la entrevista y ahora se piensa que podrá irse contigo —comentó Jazz bastante molesto.

Los pandaren cerraron la escapatoria del goblin como si de un muro se tratasen.

Mi nombre es Pipa, y vas a cantar. ¿Recuerdas cómo le volé las pelotas a esos asaltantes? Pues voy a hacerte lo mismo si no nos das lo que te pedimos.

Frozzy los miró aterrorizado.

No sé qué queréis de mí… Solo soy un comerciante más… —dijo Frozzy tembloroso.

Eso lo veremos ahora —le dijo Jazz. —Vas a cantar. Ya —volvió a encañonarle con la escopeta.

¡Vale! Vale, —miró a todos lados —pero no aquí. Aquí no.

Pues marchando —le empujó Pipa. Los pandaren escoltaban al grupo que se encaminaba a las afueras de la ciudad, en mitad de la noche.

Malditoh kodoh, debe ser que se asuhtaron —señaló Voluhin al fondo.
El guardia lo miró desconfiado, y echó a correr hacia las caravanas con la intención de orinar.
Ehpero que no haya sido mucho lo de ahí dentro —le llamó la atención el trol, que de reojo esperaba a que Astavedon saliera de allí. —Por la horda —se golpeó el pecho con el puño.
El guardia detuvo su carrera y se giró. Golpeó con su mano el pecho y asintió. Luego siguió su carrera detrás de las carretas donde se detuvo a orinar.

Un nombre —Jazz apuntó al goblin a la cabeza. —Vas a cantar bien alto y claro.

No-no sé de qué me hablas…

Sí que lo sabes, Dispacciore —Pipa hizo lo mismo desde la espalda y el goblin sintió el frío acero del caño en la nuca.

¿El Don? ¡Marzzo! ¡Marzzo Dispacciore! Yo solo trabajo para él. Solo soy un comerciante de sus cueros. —El goblin cerró los ojos esperando lo peor.

¿Dónde está?

No lo sé, lo juro, no lo sé… —comenzó a gimotear Frozzy.

Pipa soltó un disparo al suelo y el goblin comenzó a saltar y a llorar.

El próximo te vuelo las pelotas. Vas a contestar. 3… 2…

Será mejor no disparar. Podría haber ronda de guardias cerca y no nos conviene que se acerquen.

¡Orgrimmar! ¡Orgrimmar, j0der! No me mates tengo familia, no me mates

Jazz se acercó sonriendo y miró por encima de sus gafas.

No tengo tanta paciencia. ¿Para qué y cuándo? —el cazarrecompensas se arrimó amenazante.

No lo sé, no me llega esa información. Solo os puedo decir que ya se estará en Orgrimmar. Decían que sería un buen trato y nos llegaría mucho trabajo. Pero no me maten, tengo mujer e hijo…

Jazz asintió, bajó el rifle y se encaminó de vuelta a la ciudad.

Haced lo que queráis con él, ya tengo lo que necesito.

Has tenido mucha suerte hoy —comentó Pipa dándole un empujón.

Nosotros nos encargamos de él —indicó Mei. —Lou, cógelo, nos aseguraremos de que no hable más de la cuenta.

Todo lihto —se acercó el trol a Astavedon mientras obsevaba cómo el guardia volvía a la posición.
Hecho —sonrió el elfo.

Espera, ¿me estás proponiendo que traicione al Don? —preguntó Frozzy.

Oh, no, para nada —sonrió Mei. —Tú nos darás las rutas de los Dispacciore y nosotros te proporcionaremos las rutas de El Callejón.

El goblin miró contrariado.

Solo tendrás que decirle a tu jefe que vuestras rutas han sido saqueadas por El Cártel, es importante. Y de vez en cuando, os pasaremos las rutas que cubre el Callejón para que podáis asaltarlas.

¿En alguna parte del trato se incluye mi muerte? Me gustaría saberlo —comentó Frozzy con una risa nerviosa cuando advirtió un punto rojo en su camisa y entendió que le estaban apuntando en su pecho.

Te llevarás parte de lo que vamos a saquear, tanto de unos como de otros. Te harás de oro, y solo por ayudarnos. Tu vida no corre peligro, no te preocupes. Al fin y al cabo, te necesitamos y vamos a dejar que te pasa nada. —La pandaren tendió la mano.

A Frozzy la idea del oro hizo que le cambiara el rostro y le brillaran los ojos.

Apunta ahí, —indicó el goblin antes de cantar todas las rutas de los Dispacciore y estrechar la mano.

1 «Me gusta»

Así que, me puse a ello
Crucé el camino
A machacarlos
A hacerles pagar

El envío.

Era de madrugada en El Cruce, aún quedaban horas para que despuntase el alba.

Maldita sea, ¿dónde se habrán metido? —El goblin miraba impaciente a un lado y otro de la calle. —Luego querrán que les pague bien…

Estamos listos —se oyó a su espalda.

Oh, por fin, Ponzo. No hay tiempo que perder, este cargamento de cueros debería estar ya en Orgrimmar.

Este es Nick, nos acompañará. —señaló con un leve cabeceo a su compañero. Ambos portaban armas de fuego de gran calibre, relucientes y listas para matar si la cosa se pone fea.

¿Y eso? —preguntó Frozzy mientras maniobraba su kodo para orientar bien la carreta de lonas rojas Dispacciore.

Ese es mi mono mecánico —comentó Ponzo. —Nadie se atreverá a acercarse a tu carro si ven a mi mono mecánico.

Los dos goblin y el mono saltaron a la carreta y Frozzy sacudió las riendas para emprender la marcha.

El silencio de la noche les acompañaba. Nada, salvo el traqueteo del carruaje perturbaba la calma.

¿Luchaste en la guerra, Nick? —preguntó Frozzy mientras le pasaba una petaca de licor.

En varias —contestó el matón. —No, no bebo mientras estoy trabajando.

Frozzy asintió y pegó un trago.

Pfffff —escupió el licor mientras señalaba al camino, al tomar la curva. —Maldita sea, mirad, un maldito tronco bloqueando el camino.

Los matones se pusieron en alerta al instante.

Mi mono lo retirará. ¡Rápido, quita ese tronco! —Ordenó Ponzo.

Justo cuando el mono había alcanzado el tronco unas sombras emergieron a un lado y a otro del camino.

Por un lado aparecieron dos trols y un orco con capucha y ropas oscuras corriendo hacia el carro.

¡Me cag0 en la put4! —Nick dio un salto de la caravana sobre el orco de ropas oscuras.

En ese momento, desde el cielo cayeron 3 bombas sobre todos ellos.

BOOM BOOM BOOM

Al estallar, una neblina de gas comenzó a inundar la zona alrededor del carro.

¡Mi3rda! ¡Ese maldito gah! —gritó Yuh’ra tosiendo.

¡No pares, coloca las detonadoras en el carro! —gritó el orco encapuchado.

¡Noooo! ¡Solo soy un comerciante de cueros! ¡Por favor no me hagáis nada! —Lloriqueaba Frozzy subido a su kodo. —¡Ponzo! ¡Nick! ¡Matad a estos hijos de perr4!

De la espesura de la noche aparecieron un enorme ogro, dos orcos y un trol.

¡Esta tierra es del Callejón! ¡Todo lo que pasa por aquí es del cártel! —Gruñó el orco intentando embestir a Ponzo. El goblin estuvo rápido y rodó a un lado.

Voluhin se adelantó con el escudo para golpear al uno de los orcos, que cayó al suelo por el impacto.

Yuh’ra corrió entre gas y los golpes para dejar las detonadoras cerca del carro.

SHOOOT

Un disparo se abrió paso entre la noche impactando a los pies de la zandalari, obligándola a recular.

Nick propinó una patada en la espalda a Regrok Puñorápido y el orco cayó de bruces.

¡Estás acabado hijo de put4! —Gritó Nick.

¡El Callejón toma lo que es suyo! —Se oyó el bramido del ogro a punto de descargar un tajo sobre Ponzo.

Regrok rodó a un lado para incorporarse y advirtió la figura del goblin entre el gas que se disipaba. Corrió hacia él y le empujó levantándolo por los aires. Nick se estrelló contra el ogro, haciendo que abortase su ataque.

¡A tomar por cul0 hijo de put4! ¡Prueba la azerita! —masculló Ponzo entre dientes con los ojos llorosos por el gas.

Cuando el ogro se giró encontró el caño de gran calibre del goblin.

BAM

La cabeza del ogro estalló en pedazos. Del cielo cayó como lluvia restos de sesos, cráneo y sangre.

Frozzy gritó aterrorizado.

¡Mi carga, mi carga! ¡Tenemos que salir de aquí con mi carga! —gritó el comerciante.

Eso no ehtá en plan —Yuh’ra levantó su arma para disparar a Frozzy.

SHOOOT

Otro disparo atravesó la noche desde la oscuridad. Esta vez impactó en el brazo con el que la zandalari apuntaba el arma. Soltó un grito de dolor y cayó de rodillas. Al caer pudo advertir dos sombras en lo alto de la montaña, al lado del camino.

¡El Callejón reclama ehta carga! —Gritó el trol a medida que se acercaba a la reyerta.

Regrok observó el panorama, tosiendo y con los ojos algo llorosos por el gas, pero aún veía lo suficiente como para darse cuenta de que jamás había visto a aquellos hombres en el callejón. Nunca.

¡No son de los nuestros! ¡No son de los nuestros! —gritó el orco encapuchado.

¡A buenas horas! Estaba más que claro —Pipa había estado oculta entre la hierba todo el combate y salió al paso del trol, deteniendo su carrera hacia la carreta y apuntando con su escopeta.

El trol intentó apartar el caño con una estocada, pero Pipa, muy hábil esquivó el envite y encañonó de nuevo al matón.

Y ahora voy a hacer click aquí y te voy a volar las pelotas.

BANG

El trol tuvo el tiempo justo para intentar apartarse, pero el disparo lo alcanzó en la pierna de la que salí sangre a borbotones.

El trol se levantó y sacó su revólver apuntando a Pipa, que corrió a parapetarse tras el tronco en el camino sin ser alcanzada por el disparo enemigo.

El kodo, asustado, comenzó a revolverse tirando a Frozzy al suelo y moviendo la carreta violentamente. Uno de los orcos que salió al paso del grupo se acercó a la bestia y quitó la correa que lo enganchaba. El kodo salió embistiendo sin rumbo y la carreta se volcó, desparramando las cajas del cargamento.

Nick y Regrok saltaron a un lado para que el kodo no se los llevara por delante.

¡El Callejón toma lo que es suyo! —El orco apartó de un empujón a Frozzy y entró en la carreta a por una de las cajas. Al levantar una de ellas advirtió las bombas que había puesto Yuh’ra.

¡Detonadoras! —Exclamó aterrorizado pensando que estallarían. Su compañero trol lo miró y abrió los ojos como platos.

En su huida, el orco tropezó con una de las cajas, y al abrirse, un cadáver de un goblin enrollado en una vieja manta salió desparramado.

El olor a muerto era insufrible pero el orco no se lo pensó demasiado y corrió para encontrarse con su compañero trol y alejarse de las detonadoras.

¿Qué es eso? ¡Maldita sea qué hace un muerto en mi cargamento! ¿¡Qué hace un muerto en mi cargamento, Ponzo, Nick!? —exclamó Frozzy.

Los goblin se miraron y se encogieron de hombros.

Menudo marrón, tío —comentó Nick.

¡Se acerca un carro! —Gritó Ponzo señalando la luz que asomaba por la loma.

Regrok ayudó a Yuh’ra a levantarse. Voluhin extrajo la espada del cuerpo sin vida del matón orco y se acercó al grupo.

¡A por la caja! ¡Coged la caja, nos largamos de aquí! —Dijo Regrok Puñorápido.

¡Quieto todo el mundo! ¡De aquí no se mueve nadie, que os vuelo la cabeza! —Gritó Ponzo apuntando con el arma.

Pipa había conseguido escapar ocultándose entre los árboles y la maleza. A duras penas pudo alcanzar su mecajarly. Sonó un acelerón de la moto a lo lejos.

No, mejor sujétanos esto —el orco cogió dos detonadoras y se las lanzó a los goblin que tuvieron que apartarse a un lado.

POM POM

Cueros, polvo y astillas saltaron por los aires con las pequeñas detonaciones.

¡Ahora, la caja! —Voluhin y Regrok pillaron la caja con el muerto y salieron corriendo del lugar Yuh’ra los seguía, agarrándose el brazo y gruñendo por el dolor.

Ponzo y Nick se incorporaron y entre el polvo vieron las figuras alejarse y perderse en la oscuridad.

¿Qué vamos a hacer ahora? —Preguntó Nick.

Mi… Cargamento… El… Don… Me matará…. —Frozzy cayó mareado por el gas.

Vamos, pequeño, coge al jefe y salgamos de aquí —ordenó Ponzo al mono mecánico, que cargó con Frozzy y salió del camino junto a ellos.

¿Qué tiene que ver este tío con nosotros? ¿Y esta gente? —Preguntó Nick indignado.

¿Sabes quiénes son? —Replicó Ponzo. —El Callejón son una peña muy chunga, colega.

¿Sabes quién eres tú? El put0 jefe de Serpientes de Pantoque.

Sí, y Jarukan y yo somos colegas —Ponzo miró al camino, el destrozo de la reyerta y la carreta que se acababa de parar. De ella bajaron dos personas y comenzaron a gritar que acudiera la guardia, sin mucho éxito.

Mira, haz lo que quieras —comentó Nick negando con la cabeza. Miró a Frozzy y luego a Ponzo. —¿Lo dejamos aquí para que se lo encuentren los guardias cuando acudan?

No, nos lo llevamos y le interrogamos —ordenó Ponzo.

3 «Me gusta»

No puedes sujetarme, soy demasiado escurridiza.
Nunca duermo y voy siempre sola.
Puedes tocarme si es lo que quieres.
Pero ten cuidado porque si te muerdo tengo veneno.

Un tiro certero

¡Aaaatchúuuuu! —Frozzy estornudó con los ojos aún llorosos por el gas y dos velas de mocos verdes colgaban de su nariz. —Agua… Tengo sed…
Ugh, menudo asco tío —Nick le pasó un trapo sucio para que se limpiara la cara.
Frozzy se vio acorralado por dos goblins armados en una casa extraña y con la cabeza dándole vueltas.
¿Quiénes sois? ¿Y mi cargamento? ¡Mi cargamento!
¿Que quienes somos? J0der, ¡nos contrataste tú! —Gritó Ponzo.
El comerciante aclaró su pensamiento y los recuerdos de la noche anterior llegaban a su cabeza.
—Vas a decirnos quién eres y por qué llevabas a un muerto en tu put0 cargamento —Nick le pegó un empujón seguido de una bofetada.
No sé nada de ese muerto, yo solo soy un comerciante de cueros —. Frozzy se llevó las manos a la cabeza.
¡Maldita sea! No te creo —Ponzo se acercó al comerciante con cara de pocos amigos. —¿Por qué te asaltó El Callejón? ¿Los conoces?
No he escuchado ese nombre en mi vida, lo juro. Será otra banda de asaltadores cabr0nes que están convirtiendo estas rutas en una auténtica mi3rda.
Ponzo y Nick se miraron con cara de no fiarse de nada de lo que decía el gobiln.
¿Dónde está mi carro? ¡Mi cargamento! —Frozzy se echó al suelo de rodillas rogando, muy nervioso— ¡El Don va a acabar conmigo!
¿El Don? ¿Para quién trabajas?
Don Marzzo Dispacciore. Ese cargamento de cueros debería haber llegado a Orgrimmar. Y ahora se ha j0dido todo, ¡todo! —Exclamó entre lágrimas.
Me suena —Ponzo miró a Nick, que se encogió de hombros—, unos comerciantes que se han hecho con mucha pasta desde la Guerra.
¿”Unos comerciantes”? Tío, tus botas, tu ropa o posiblemente ese pistolón que llevas ahí podrían ser suyos.
Frozzy, creo que te la han jugado —Comentó Nick.
Sí, y si tienes problemas con El Callejón, estás j0dido.
Voy a morir… ¡Vamos a morir! —Se agarró a la pierna de Nick llorando.
No, no. Que te j0dan, vas a morir tú —Nick sacudió su pierna para retirarlo.
Tenéis que ayudarme. Conozco a alguien que me puede ayudar. Solo necesito que me ayudéis a escapar —. El goblin miró con ojos llorosos a los dos matones.
¿Y qué nos llevamos a cambio nosotros?
No os preocupéis por el dinero. Os pagaré lo que pidáis. ¡Ayudadme a escapar, por favor! ¡No quiero morir!
Nick y Ponzo lo levantaron del suelo.
¿Y quién te va a ayudar? ¿Dónde te llevaremos? —Preguntó Ponzo.
Vais a llevarme con…

SHOOOT

Un silbido, el crack en el cristal de la ventana y para cuando los matones quisieron girarse, Frozzy tenía un disparo en la cabeza. El comerciante se desplomó como un muñeco.
¡No me j0das! ¡Un tirador! —Nick corrió agachado por la casa hasta la puerta y Ponzo cargó su arma para salir de la casa.
Vieron una sombra moverse montaña arriba. Ponzo lanzó una bengala a la posición.
¿Qué haces? —Preguntó Nick parapetado fuera.
Señales
¿A qué c0ñ0 haces señales? ¿A los put0s enemigos?
A lo mejor no es un enemigo y nos ha ayudado.
¡Se ha cargado al put1simo goblin! ¡¿Te parece eso una put4 señal de amistad? —Gritó Nick enfadado. Asomó la cabeza y vio una figura bastante alta corriendo entre los matorrales, montaña arriba. Parecía un trol. Finalmente desapareció entre los árboles.

Los dos matones corrieron dentro de la casa. En el suelo, un charco de sangre y Frozzy tirado como un muñeco.
Hijo de put4… —Nick sacó un cuchillo y comenzó a asestar puñaladas sin parar al cadáver.
Coge lo que tenga de valor —comentó Ponzo—, nos vamos a deshacer de él. Y vamos a ir a ver a Jarukan.
Ponzo miró la antorcha que había en la casa.
No, ¿no? —Comentó Nick.
Sí, ¿no? —Ponzo tomó una manta del catre y la puso sobre el cadáver. Luego ordenó a Nick que le prendiera fuego.
Los goblins salieron de la casa junto al mono mecánico de Ponzo. A medida que se alejaban, la casa comenzó a arder. Las llamas lo devoraban todo.

BOOOOOOM

Una explosión envolvió la casa tirando hacia adelante a los goblins. El tejado salió por los aires y partes de las vigas y paredes caían del cielo como meteoritos encendidos.
Ponzo se giró para contemplar la escena.
M1erda… Creo que dejé azerita ahí dentro —Comentó Ponzo.
Eres g1lip0llas… —dijo Nick levantándose.

2 «Me gusta»

Noté su aliento en cuanto ella se puso delante mía.
El color de sus ojos es el color de la locura.
Te aplasta con sus olas como a un barco tratando de alcanzar su costa.
Todos somos sus bailarines en su cubierta, en la pista de baile del diablo.

Tan cerca

Se levantaba el sol en el horizonte. El mar estaba en calma y a lo lejos quedaban las costas de Durotar, que se perdían tragadas por la bruma. El salitre se mezclaba con el grog de la noche anterior y el viento soplaba impulsando la nave.

Capitana —el trol se cuadró al subir hasta el timón, acompañado de Kalux y Nil. Comandando la nave, con gallardía, porte imponente y semblante serio, la capitana Rokaga miraba al frente.

Capitana, todoh ehtán preparadoh. Si lo que decía la tripulación que asaltamoh era cierto, no será difícil dar con un barco mercante que abordá.

La orco miró de soslayo al zandalari y asintió.

Espero que esta vez tengamos más suerte que en Punta del Naufragio. No quiero problemas ni tener que lamentar nada.

La voz de la orco retumbaba por todo el barco, haciendo temblar hasta las piernas del corsario más fuerte que pisaba la cubierta de su nave.

Cierto, no tuvimoh mucha suerte allí, Nil sigue vivo —comentó jocoso el zandalari. Nil le propinó una patada.

Basta de bromas Zogrok —cortó la capitana achantando al zandalari—. Tú, ¿te aseguraste dejar la bodega lista? —Preguntó al vulpera.

Bueno, digamos que tenemos la bodega al ochenta por ciento de su capacidad —aseguró el vulpera—, así que, creo que estamos bien para esta travesía.

La capitana miró por encima del hombro a los tres y dio la esperada orden.

Nil, baja a cubierta y que todos se preparen. Kalux, te quiero arriba con el catalejo, ya.

Ya habéis oído, ratah de agua dulce, ¡vamoh! —Gritó Zogrok.


Tenemoh el dinero —Comentó Voluhin.

Así eh, el nuehtro y el de Jarukan —Yuh’ra miró los 3 baúles cargados de monedas. El intercambio de khoka en Pantoque se hizo sin problema y los zandalari partieron con su parte del oro, dejando lo acordado para El Callejón.

¿Qué te parece? —Preguntó Yuh’ra mirando a una trol recién enrolada. Parecía entregada en las tareas que Voluhin le había encomendado. Era joven y fuerte.

Creo que se acohtumbrará —comentó el trol— de momento hace bien lah doh cosah fundamentaleh: acata órdeneh y trabaja duro.

Tarjila se afanaba moviendo cajones a la bodega junto a los demás miembros. Miró a la capitana y a Voluhin, saludó y continuó con el trabajo en cubierta.


¡Capitana! —Gritó Kalux desde lo alto— ¡Capitana, veo un barco pequeño a lo lejos!

La orco esbozó una ligera sonrisa.

¡Ah no, espera! —Kalux volteó el catalejo— ¡Que no está lejos ni es tan pequeño, es que esto estaba al revés! ¡Barco mercante a la vista! ¡Bandera zandalari y comercial!

¡Todos a sus puestos! ¡Soltad velas! —Ordenó la capitana señalando hacia el horizonte. Las imponentes velas negras comenzaron a hincharse y la nave avanzaba con un aspecto amenazante por el mar.

¡Vamoh! ¡Nil, Kalux, a loh cañoneh! —Ordenó el zandalari mientras corría hasta el arpón de arrastre. La tripulación comenzó a gritar de alegría y organizarse por cubierta.

Tarjila abrió los ojos como platos. Las banderas y velas negras no daban lugar a dudas.

¡Barco pirata! ¡Tenemoh un barco pirata que viene hacia nosotroh! —Gritó la trol. Yuh’ra y Voluhin corrieron para asomarse por la borda.

No hay tiempo que perdé, ¡todo el mundo preparao pa salir pitando! —Gritó la capitana. —Voluhin, prepara la defensa.

El trol no dudó un segundo y corrió a organizar a la tripulación, sacando las balistas y cargando los arpones.

¡Hay que prepararse pa evita’ el abordaje! —Comunicó el trol en cubierta. —En cuanto ehtén a tiro, ¡dihparamoh! —Voluhin le confió la balista a Tarjila, que asintió y se preparó para el ataque.

El barco corsario maniobró para tratar de alcanzar la nave mercante que, siendo más ágil, no se lo puso fácil.

Maldita sea, ¡disparad! —Ordenó la capitana, que sabía que no tenía a tiro a la nave zandalari, pero si la treta salía bien, les obligaría a maniobrar. Y así fue, tras dos cañonazos, la embarcación mercante se vio obligada a redirigir el rumbo.

Con una maniobra magistral el barco pirata recortó la distancia lo suficiente como para abrir fuego.

¡Cañones! —Gritó la capitana— ¡Ahora!

Nil apuntó con el enorme cañón situado en la banda. Sonó el chasquido que precede al terror, pero su bala apenas interceptó la nave.

Kalux, a su lado, hizo lo mismo descerrajando un cañonazo que se llevó por delante parte del ornamento de proa de la nave zandalari.

Parece que aquí hay alguien con puntería y alguien que no —se burló el vulpera.

Tienes suerte de que esté ocupado porque si no, lo siguiente que dispararía este cañón sería una bola de pel-

El goblin no pudo terminar la frase. Una flecha explosiva alcanzó la cubierta, volando por los aires astillas y algún corsario.

Al otro lado, Voluhin, sonreía apuntando con la balista.

¡Maldita sea, reparad eso! —Gritó Rokaga. Su voz se oía tan clara entre el estruendo de los cañones y el silbar de las flechas. —¡Abrid fuego!

Los cañones retumbaron de nuevo.

Zogrok apuntó con el arpón de arrastre para preparar el abordaje cuando el silbido de una flecha lo alertó con el tiempo justo para disparar y rodar a un lado. La mala fortuna quiso que el arpón no llegase a la nave mercante.

Otro nuevo cañonazo pirata impactó en la cubierta del Reina de los Cielos, abriendo un boquete. Yuh’ra miró la situación y a su tripulación haciendo lo posible por resistir.

Rokaga comenzó a murmurar en lenguaje orco. Las aguas alrededor del barco pirata comenzaron a moverse formando una masa humanoide, un elemental de agua del tamaño de un tiburón.

Que las mareas aten ese timón —dijo la orco.

El elemental salió como un torpedo bajo el agua directo a bloquear el timón de la nave zandalari.

Las cosas pintaban mal para el Reina. Kalux y Nil se afanaban en recargar los cañones y descargar una lluvia mortal con más o menos acierto. De repente, Tarjila corrió para cargar de nuevo la balista con una flecha explosiva, respiró hondo y accionó el mecanismo. La flecha silbó entre las balas, que llovían cerca de la nave.

Pa’ku, oh poderoso loa —comenzó la letanía Yuh’ra—, ehto no puede acabá así. Dame… —Notó el viento en su cara y alzó la mirada.

El impacto en el casco del barco pirata hizo tambalear a la nave, que tuvo que maniobrar de urgencia.

¡Ahora, dehplegad velah! —Ordenó Yuh’ra peleando con el timón para tratar de mantenerlo.

El barco mercante, ágil y con viento favorable comenzó a surcar el mar a una velocidad inalcanzable para la nave oscura.

¡Maldita sea! ¡Retirada! —Gritó Rokaga viendo cómo se acercaban peligrosamente a la costa. No le convenía que ninguna nave de La Horda viera su barco.

Rokaga y Yuh’ra se miraron a los ojos hasta que la nave se perdió en el horizonte.

1 «Me gusta»

Y dijiste “cariño, ¿estás lista para jugar?”
Bueno, prepárate para subir a esta montaña rusa
porque no va a parar, ¡esto ya no para!

Peligrosamente bella.

Había entrado ya la noche en Trinquete.

¿Problemah otra vez? —La voz dulce y sensual de la trol hizo que Jarukan se girase, dejando el vaso sobre la barra. Notó su mano recorriendo su espalda.
La trol se sentó en el taburete a su lado y alzó la mano para pedir otra. Retiró sus trenzas de pelo rojizo y miró a Jarukan sonriendo.
He tenio’ nocheh mejoreh
No vieneh aquí si no hay problemah, ya noh conocemoh. Si no, ya hubierah hecho que una de ehtah subiera a la hacienda.
La trol pegó un trago y sonrió. Jarukan hizo lo mismo, aunque su mirada estaba cansada, perdida.
Hoy no trabajo.
La trol alzó una ceja, se mordió el labio y sonrió a Jarukan mostrando sus colmillitos.


Más tarde.

Jarukan pegó un trago, sentado y desnudo en el sofá de la habitación. Delante de él la trol deshizo el nudo a un lado de la falda y deslizó la prenda lentamente por su cuerpo hasta caer sobre los pies.
El trol sonrió mientras ella se acercaba caminando lentamente. La mujer se sentó a horcajadas sobre Jarukan, el trol agarró bien su cul0 y comenzaron un largo beso.
Déjalo… Ahora estamos aquí, tú y yo —susurró la trol a Jarukan mientras le besaba en el cuello. Le agarró la cara para encontrar su mirada y besarle, y comenzó lentamente a mover sus caderas.
Uff —el trol intentó por todos los medios abrazar el placer y borrar de su cabeza los problemas que le atormentan.
La trol comenzó a subir ligeramente el ritmo entre besos y jadeos. Jarukan apartó las trenzas rojizas que caían sobre sus senos, paseó su lengua lentamente sobre ambos y subió hasta el cuello.
Jarukan se levantó llevándose consigo a la chica, abrazada al trol, atenazando con sus piernas el torso. Caminó hasta la cama y soltó a la chica, que cayó sobre el colchón mullido. Jarukan bajó besando su vientre hasta perderse en su entrepierna.
Sigue —susurró la trol agarrándose a la almohada.
Al tiempo, Jarukan agarró su cuerpo y le dio la vuelta. La mujer se puso sobre sus rodillas y el trol acarició y besó sus nalgas azuladas. Luego se incorporó y, agarrando a la trol firmemente por sus caderas, comenzó a moverse.
Máh
La trol miró hacia atrás para encontrar la mirada de Jarukan y agarró con una mano el brazo del trol.
Jarukan
Jarukan

No sé qué pasa que lo veo todo negro
porque cualquier color se me convierte en negro

https://www.youtube.com/watch?v=wUiuEPHHOaQ

No más cabos sueltos.

¡Jarukaaaan!
El trol saltó de la cama de un bote al escuchar su nombre.
Shhh, ehpera —le susurró a su acompañante, más dormida que despierta.
Salió a la sala y encontró a Pipa.

Jarukan, tengo que contarte algo. Ponme algo de beber, vengo sedienta.
¿Cómo coj0neh hah entrao? Ehpero que tengah un buen motivo para…
Uy…vaya. No estás nada mal, eh —miró al trol casi desnudo—. ¿Y esa de la cama?
No eh tu problema —corrió a cerrar la puerta.
Mira esto —le tendió una nota.
Jarukan leyó la nota examinándola detenidamente.
La Sociedad —negó con la cabeza—. No tengo ni idea. No me suena.
Vale déjame que te cuente —comenzó Pipa después de pegar un trago.


Horas antes.

Nos encontramos a unos guardias de la Horda por el camino. Pero no fue difícil convencerlos para que nos acompañaran. Aceptan bien el soborno —sonrió Pipa.
Siempre eh una m1erda que aparezcan, solo ponen problemah.

Una polvareda se levantaba sobre la loma. Las motos recorrieron la ruta hasta el lugar del asalto en busca de pistas.
¡Guardias en el camino! —Gritó Salamandra señalando.
En mitad del camino y a ambos lados, un grupo de guardias alzaban la mano para dar el alto a la banda. Justo en el sitio que iban a inspeccionar.

Pipa paró su moto delante del orco y puso un pie en el suelo.

¿Quienes sois y hacia dónde vais?
El orco comenzó a andar rodeando al grupo, mirando cada detalle.
Esta zona no es segura y hace poco que hubo un asalto aquí. Os recomiendo no ir por este lugar, los asesinos todavía andan sueltos.
Guardia privada —dijo Pipa—. Buscamos a un trol y un orco que casualmente asaltaron un convoy aquí.

Pipa y el guardia orco se miraron a los ojos. El grupo miraba de reojo a los demás integrantes de la guardia que les rodeaban.
Tenemos una pista de su paradero —comentó la goblin sin apartar su mirada.
Nosotros buscamos a un orco y un trol —el orco se giró mirando a sus compañeros, que cerraron el camino formando una barrera y echando mano a sus armas.

Pipa arrojó una bolsa con oro a sus pies. Una bolsa abultada, al caer había sonado a una cantidad considerable. El orco tenía buen oído para eso.
Déjanos pasar. Al fin y al cabo, borraremos del mapa a esos asesinos.

Durante unos segundos el ambiente se volvió tenso. Kalux y Salamandra tocaron las empuñaduras de sus armas. Dave hizo lo propio desenvainando ligeramente el arma y Skule miraba atentamente al orco.
Iremos con vosotros.
El orco se agachó a recoger la bolsa.
Os dejaremos pasar, pero iremos con vosotros.


En otro lugar.

El trol se agachó a observar el cráneo calcinado y un brazo con una pulsera. La explosión de la noche anterior había dejado una granja destrozada y todavía se podían encontrar brasas entre el humo.
Miró a su soldado de confianza. La mag’har inspeccionó cada cacho de cuerpo.
Por su tamaño parece un goblin, ya no hay duda, capitán —comentó Danika.
¿Sigueh pensando que la explosión fue un dehcuido? —El trol alzó la mirada negando.
Huele demasiado a azerita y ahora que vemos estos dos pedazos de lo que sea que fuera —la orco se acercó y rascó ligeramente la pulsera en el brazo negruzco—, no, ya no me parece tan azaroso.
No lo eh. No lo puedo confirmar, pero tenemoh a un comerciante goblin asaltado y desaparecido. Si fue ehte infeliz, dieron con él anteh de que pudiera encontrar un sitio mejor.
Pero, ¿azerita? Usa azerita para cargárselo… Ya debes tener recursos…
Y ganah de liquidarlo.

De repente una voz se escuchó a lo lejos. Un guardia a lomos de un lobo llegó al grupo.
¡Capitán! Hemos dado con ellos. Se encuentran en una casa abandonada junto a la mina. Zagurn se quedó allí vigilando. Vamos a necesitar refuerzos.
¡A los loboh! —Zooku no se lo pensó dos veces. —¡Danika, coge tu escopeta y conmigo!

La brigada se puso en marcha a toda velocidad.


Más tarde.

El grupo dejó las motos a un lado, escondidas y subieron sigilosamente. Junto a la mina se encontraba una casa, parecía que no había estado habitada en tiempo. En la puerta, un guardia de la Horda abatido.
Vigilad el perímetro —comentó Pipa cargando su escopeta. Hizo una señal a Dave.
Poneos a cubierto —dijo el renegado en apenas un susurro.

Dave se acercó lentamente a la puerta, entreabierta, preparado para atacar. Con un chirrido se abrió mostrando la escena. Un orco muerto en el suelo, en mitad de un charco de sangre y un reguero rojo que conducía hasta una habitación. Parecía que el orco se había arrastrado intentado salir.
—¿Pero qué es esto? —Pipa entró detrás del renegado y se acercó con la escopeta preparada a la habitación.
Sentado en una silla, se encontraba un trol, con un tiro en el pecho y una nota sobre su cara. Pipa y Dave entraron para inspeccionar.
¿Qué ha ocurrido en esa habitación? —Preguntó el cabecilla de la guardia— ¿Qué hay?
¿Que qué hay? —Gritó Pîpa— Un problema, eso es lo que hay.

Tomó la nota y la leyó “Nos has fallado. Firmando: La Sociedad”.

Zooku y su brigada se acercaron a la casa sin ser vistos por el grupo y tomaron posiciones. Se percató del guardia de la horda muerto a la entrada. Lo reconoció, era Zagurn. Parece que no pudo aguantar.
Hijoh de put4…
Danika, cubre ese flanco. Cualquier movimiento en falso y dihparah.

La orco asintió y corrió agachada hasta su posición.

¡Alto en nombre de La Horda! ¡Ehtaih rodeadoh! Tengo a mi gente rodeando la casa.

Al escucharlo, Pipa abrió los ojos como platos, miró a los guardias dentro de la casa y se encogieron de hombros. La goblin fue la primera en salir a la puerta.

BANG

Un disparo de Zooku impactó justo delante de sus pies y tras este, varios disparos pasaron silbando por encima de su cabeza.
¡Qué hacéis inútiles, yo soy La Horda! —Gritó la goblin corriendo hacia la casa de nuevo.
¡Cuéntale ese cuento a otro! —Gritó Zookun—¡Aquí el capitán Zooku! ¡Voy a contar treh y si no salih sin armah, abriré fuego!

Al escuchar su nombre, los guardias dentro de la casa lo reconocieron. Se empezaron a poner nerviosos. Sabían lo que les esperaba si Zooku pensaba que colaboraban con extraños.

¡UNA! ¡DOH!
¡Capi… —Comenzó a gritar uno de los guardias que salió corriendo de la casa.

BUM

Un tiro de Danika mandó su cuerpo de vuelta dentro, cayendo como un muñeco en el salón. Pipa y los demás cerraron las puertas y corrieron a buscar una salida.

¡TREH!

Shoot Shoot Shoot Shoot

Una lluvia de disparos arrasó con la fachada de la casa.
¡Pipa! ¿Qué es esto? —Gritó Skule muy enfadada.

Ehpera, el trol ehtaba muerto con ehta nota. Todo salió como el put0 cul0 ¿y ademáh ehtaba Skule? Genial, Pipa. Genial.
¿Y qué coj0nes quieres que haga Jarukan? ¿Seguro que tú lo hubieras hecho mejor? —Gritó la goblin—. Oh sí, seguro. ¡Pero estabas aquí zumbándote a una put4!

¡Por aquí! —Gritó Salamandra, la vulpera. Había encontrado una puerta trasera en la casa.
Pipa hizo señales al grupo para que salieran corriendo hasta el camino que bajaba por el otro lado de la colina. Huyeron sin ser vistos entre los árboles y la maleza, alcanzando el camino.

¡Vamoh a entrar!

BOOM
Un artificiero voló con una detonadora la puerta y Zooku y Danika entraron escopeta en mano.
¡Al suelo! —Gritó la orco. Pegó un culatazo en la nariz a uno de los guardias que había dentro de la casa y lo tiró casi inconsciente al suelo. Los orcos miraron atemorizados con las manos en alto. No había nadie del grupo en la casa. Un salón lleno de muertos y guardias acoj0nados.

¡Capitán! ¡Se escapan! ¡Están bajando el camino! —Se oyó desde fuera.
Zooku miró a Danika y ambos asintieron echando a correr hasta los lobos.

Pipa y su grupo dieron con las motos que habían dejado camino abajo. El rugir de las máquinas se escuchaba desde el camino, por el que apareció el capitán, Danika y varios orcos a lomos de sus lobos.

¡Acelerad! —Gritó Pipa.

BANG BANG BANG. La guardia disparaba al grupo motorizado, que poco a poco se iba alejando.

Maldita sea… Este trasto no corre —gruñó Kalux viendo cómo su moto, a pesar de tener todo el puño del acelerador, se venía abajo.
Pipa miró de reojo viendo cómo los guardias se acercaban.

Saltó de su moto a la de Salamandra y en el aire sacó su escopeta y…

BANG!

El disparo impactó en el motor de su moto, que tras un zigzag descontrolado explotó llevándose por delante a cuatro de los jinetes de la horda que les perseguían.

Zooku y Danika esquivaron como pudieron la explosión y vieron que la moto de Kalux estaba ardiendo hasta que se paró.
Corrieron para rodear al vulpera que acabó encañonado.

¡Alto ahí! —Apuntó el capitán jadeando, cansado. Miró hacia el camino y vio cómo el resto del grupo desaparecía en la línea del horizonte.
¡Se escapan! —Gritó Danika bajando del lobo y encañonando a Kalux.
¿Para quién trabajas y qué hacíais en esa casa? —La orco le puso el caño en la nuca.
Pupa… No sé, no sé nada. Ella se llamaba Pupa y me dijo que me pagaría bien si la acompañaba. Yo… Necesitaba dinero para… Bueno, para comprar algo de… —El vulpera hizo como un ligero tic con la nariz.
Maldito yonk1. Átalo, Danika, ehte se viene con nosotroh y va a cantá to lo que sabe.

Al orco le tiró al suelo y ató sus manos a la espalda.
Eh, yo no he hecho nada. Auch, eso duele. Yo solo estaba dando una vuelta en moto. Lo juro, no sé nada.

Unos tipos se empeñan en hacer creer que El Callejón asaltó esa caravana. Desaparecen. Y cuando damos con ellos, se los han cargado con una nota de alguien que no conocemos. Esto me huele mal. Siempre van un paso por delante.
Jarukan miró el vaso y asintió.
Necesito pensar con claridad.
Yo también —comentó Pipa-- , me quedo aquí esta noche.
Jarukan miró a la habitación, la trol se había levantado.
¡No!
Gracias por la hospitalidad, Jarukan —dijo resuelta la goblin mientras caminaba a una de las habitaciones—. Voy a caer muerta ahora mismo —dijo bostezando.

Jarukan volvió a su habitación, apagó la bombilla y todo se quedó en negro.

Puedes correr pero tarde o temprano te llegará la hora.
Apareció y me dijo: John ve y cumple mi voluntad.

https://www.youtube.com/watch?v=Nu__TzWfpss

1 «Me gusta»

El bueno, el muerto y el malo.

Te lo dije, Wibbs, ehtoy cerca de traé a quién mató a Yonni.

Jarukan repasó con la mirada a Nick, el pu.to Nick y Ponzo, sus aliados de Serpientes de Pantoque, y a su lado Astavedon. Por último el trol miró a Wibbs esperando que el enviado del Sindicato diera su parecer.

El goblin se asomó de nuevo a la caja tapándose la nariz y la boca con un pañuelo. En el féretro yacía el cadáver de Yonni en estado de descomposición. Los gusanos ya habían venido a cobrar el tributo de la muerte. Las cuencas de los ojos vacías y la nariz deformada, pero los inconfundibles colmillos dorados y algún que otro tatuaje aún a la vista eliminaban cualquier atisbo de duda. Era Yonni.

Una versión no demasiado agradable de Yonni, —dijo Astavedon— pero ahí está.

El elfo miró a Wibbs.

Jo.der Jarukan… ¿Y dices que Marzzo lo estaba ocultando? —Dijo encorvado echando un vistazo al cuerpo.

El goblin se giró hacia el grupo con una mirada perspicaz.

Eso digo. Eh mah, elloh pueden dar buena fe de que no miento. No tengo ninguna necesidá de hacerlo, Wibbs.

El goblin alzó una ceja mirando a Ponzo y a Nick.

Ya te lo hemos dicho, ese fulano necesitaba protección. Ni idea de quién mier.das era, pero pagaba bien. En el asalto a su caravana hicimos lo que pudimos para protegerlo… —Dijo Ponzo.

Hasta que se abrió la caja y, ¡sorpresa! Apareció tu colega muerto —Nick señaló con la cabeza al féretro.

¿Y cómo podéis asegurar que era de los Dispacciore? Nosotros solemos trabajar para ellos —miró a Ponzo— como trabajamos para cualquiera que necesite un servicio de transporte. El Sindicato no hace distinciones.

Tío, conozco a Jarukan y su gente, esos que asaltaron la caravana y decían que eran del Callejón no los había visto en mi pu.ta vida —dijo Ponzo con gesto serio. —¿Por qué crees que estamos aquí?

Ponzo miró a Nick.

Conseguimos salvar al comerciante. Nos confesó que trabajaba para Marzzo Dispacciore. Estaba tan acojonado que se meó encima al pensar lo que le pasaría. ¿Y sabes qué? —Nick se acercó a Wibbs, a un palmo de su cara.

¿Qué?

PUM —Nick golpeó con un dedo en la frente del agente del Sindicato. —Tiro en la cabeza. No me preguntes. Alguien desde lejos y con muy buena puntería le abrió la cabeza justo cuando la cosa se ponía interesante.

Y a vosotros no os pasó nada…

¿Que no nos pasó nada? Jo.der, tuvimos que salir por patas antes de que esa pu.ta granja saltara por los aires.

Nick miró a Ponzo y éste devolvió la mirada a Jarukan.

Parece que no tenían mucha intención de que se supiera ehto, ¿no? —Jarukan se encogió de hombros. Se colocó su sombrero y se levantó del taburete en el que vagamente estaba sentado.

Yonni era un buen amigo —prosiguió el trol con la mano en el corazón— y estamos comprometidos con el Sindicato. Te traeré la cabeza de Marzzo Dispacciore y doblaré la seguridad siempre que trabajéis conmigo.

El trol hizo una pausa mirando al cadáver.

A cambio necesitaré que intercedas para…. Bueno, ya sabes —Jarukan miró a Astavedon.

El elfo afiló la mirada y miró a Ponzo.

Ponzo escupió la goma de mascar y miró a Nick.

Nick alzó una ceja y miró de reojo a Wibbs.

Por encima del pañuelo, los ojos del goblin del Sindicato se movían de uno de los presentes a otro.

Miró a Jarukan y giró levemente la cabeza, destapó su cara lentamente retirando el pañuelo.

A un lado del grupo los gusanos, ajenos a cualquier futuro posible se afanaban en borrar lo que fue Yonni.

2 «Me gusta»

Mirad a los infieles por el camino
Por el camino
Vendrá a liberar a los pecadores.
Algunos no distinguen entre el bien y el mal
Pero va a venir a liberar a los pecadores

1 «Me gusta»

Un encuentro.

En algún lugar cerca de El Cruce.

Las nubes oscurecían la noche tapando la luna a su paso. El olor a tierra mojada era inconfundible en esta época, el verano tocaba a su fin y las lluvias refrescaban Los Baldíos.

No deberían retrasarse mucho.

Cho miró al cielo al notar cómo una débil lluvia comenzaba a caer. El pandaren se ajustó su chaquetón de cuero y se acercó al carro para tapar la mercancía.

Espero que Astavedon cumpla con su parte y traiga nuestro dinero —comentó Latshy. La pandaren miró al camino que se perdía en la oscuridad de la noche.

Sí, eso espero. No son de fiar. Ninguno de ellos. Ayúdame a cubrir la carga con la lona, lo último que queremos es que la lluvia estropee esto.

El kodo emitió un bufido y los pandaren vieron acercarse unas siluetas a lo lejos en el camino.

¿Son ellos? —Preguntó Latshy cargando su rifle.

Eso parece —Cho alzó la linterna varias veces a modo de señal. —No bajes la guardia por si acaso.

La comitiva la encabezaba un enorme trol montado en un oso. Detrás, un carro conducido por Wibbs y dos vulperas, Salamandra y Kalux. Delante de ellos, con gesto orgulloso, Yuh’ra.

¿Y Astavedón? —Preguntó Latshy al trol, que con un ademán llamaba al resto de acompañantes para advertir de que no había peligro.

No ha venío.

Cho miró a Latshy con gesto serio, no parecía demasiado conforme.

Ni falta que hace, ehtamoh nosotroh —se adelantó Yuh’ra. —¿Tenéih el cargamento?

Wibbs se bajó de un salto de su carro tirado por un kodo y se dispuso a desengancharlo.

Él traería nuestro oro —Cho miró a la zandalari con semblante descontento—, no queremos que haya problemas.

Enséñanoh la carga y hablamoh del oro.

Eso, tenemos que asegurarnos de que todo está en orden —comentó Salamandra.

Latshy asintió mirando al pandaren. Cho se acercó al carro y destapó la lona.

Tras un vistazo, la zandalari pudo comprobar que todo estaba según lo acrodado. Bajo la capa de sacos de especias se encontraban los fardos de khoka listos para llevar a Pantoque. Asintió varias veces.

El oro —dijo Latshy.

Wibbs, al ver que todo estaba en orden, procedió a intentar enganchar el carro de los pandaren con el cargamento. Era lo más rápido y limpio. El transportista del Sindicato manejaba bien estas situaciones.

Yuh’ra se acercó a su raptor y bajó la bolsa con el dinero.

Está todo —dijo Cho mirando a Latshy.

De repente, el viento comenzó a mover los árboles a la derecha del camino. Kalux notó cómo unos ojos se clavaban en él.

Amigos —comenzó el vulpera, que por la voz se notaba que lo siguiente no eran buenas noticias—, creo que tenemos compañía.

¿Nos habéih tendío una trampa?

M-mirad…

Wibbs señaló al bosque y unas sombras de lomo espinado y ojos brillantes comenzaron a emerger de la oscuridad. Caminaban lentos, algo erráticos, pero decididos. La luna se abrió paso entre las nubes de tormenta haciendo brillar el filo de sus hachas y el caño de sus rifles.

BANG! Comenzaron a silbar balas y se escuchó un estremecedor chillido. De entre las sombras apareció un jabaespín que se abalanzó contra Cho. Tras él, tres jabaespines más corrieron, hacha en mano, a atacar al grupo.

¡Atráh! —Gritó Voluhin. El bramido del trol retumbó en la noche. Golpeó su escudo y rugió preparándose para el combate.

Los jabaespines, impresionados por el enorme trol retrocedieron, presas de un miedo inconsciente, primario, de pura supervivencia. Emitían esos sonidos que ponen los pelos de punta. Miraban al trol con cara desafiante mientras daban un par de pasos hacia atrás.

BOOM.

Latshy aprovechó la distracción para volarle la cabeza al jabaespín que había tumbado a Cho.

Essss nuessstrooooo. Devuélvelooo —dijo uno de los jabaespines.

Ehto eh una mi.erda. ¡Noh retiramoh, rápido! ¡Tú, engancha de una vez ese maldito carro y larguémonoh de aquí!

Como si fuera fácil… —Dijo Wibbs aterrado. No era la primera vez que huía de jabaespines, pero estos desprendían un halo oscuro que llegaba hasta los huesos.

Esa marca… —Los jabaespines salieron de la oscuridad del bosque y Voluhin pudo reparar un una marca que todos llevaban en el pecho. Una especie de círculo pintado de color violáceo oscuro.

Uno de los jabaespines arrancó a correr súbitamente hacia Kalux para asestarle un hachazo. Salamandra cargó rápidamente su flecha en el arco.

¡Al suelo!

Kalux se agachó y la vulpera descargó un flechazo en todo el pecho, tumbando al jabaespín. Éste comenzó a jadear e intentar levantarse, sus ojos estaban inyectado de algo oscuro y clavó su mirada de nuevo en Kalux.

Es…cof-cof… Devuélvelo. Que lo devuelva… —dijo el malherido, tratando de mantenerse en pie.

Pues no va a ser hoy —Kalux se giró y lanzó una de sus hachas, partiendo la cabeza del enemigo en dos.

¡Maldita sea, vamoh! —Gritó Yuh’ra empujando el carro para engancharlo.

¡Listo! —Gritó Wibbs, que de un salto se subió a la parte delantera del carro.

¡Salid de aquí! —Ordenó Voluhin —¡Ya!

Los vulpera volvieron corriendo a sus lobos y se unieron a Yuh’ra y Wibbs en la huída. Latshy vio el carro pasar a su lado y subió de un salto.

Cho…

¡Acabad con esoh pu.toh bichoh! —Ordenó la zandalari.

Cho se lanzó puñal en mano contra el jabaespín que tenían enfrente, asestando un tajo en su pecho.

¿Les dejamos solos? —Comentó Salamandra a medida que se alejaban.

Se lah arreglarán. Tenemoh que salvar la carga.

Voluhin remató al enemigo ercenando su cabeza de un espadazo.

Esa marca… —dijo a Cho señalando el círculo oscuro.

No la había visto antes —Dijo el pandare.

Escucharon pasos entre la oscura maleza captando de nuevo su atención.

BANG! Se escuchó un disparo a lo lejos. Kalux miró hacia atrás en dirección al bosque, engullido por la noche.

4 «Me gusta»

Oh, Lázarus, ¿cómo pagaste tus deudas?
Oh, Lázarus, ¿tuviste miedo?
Cuando el fuego, cuando el fuego te haya rodeado
Y los perros del infierno vengan a por ti

Tengo sangre.
Tengo mi nombre manchado de sangre.

Tras la pista

Y una mi.erda, Astavedon. Quiero ver a Jarukan, casi perdemos la vida. Esos jabaespines no eran normales.
Wibbs se subió a la silla para mirar a la cara al elfo.
Ni una voz, me entiendes. Sigues vivo, qué más quieres —Astavedon señaló de nuevo la bolsa con dinero. Sus ojos brillaban bajo el sombrero dándole un aspecto amenazante.
No tío, ten cuidado tú. Tú y tu jefe, porque estoy a nada de que se me hinchen estas enormes pelotas y mandaros al carajo. Y por supuesto, si queréis que lo nuestro salga bien, no me metáis en rollos de estos —replicó el goblin apuntándole con el dedo.
Sigue vivo por poco —Voluhin, recorrió la sala hasta la mesa central donde se encontraba Astavedon. —Como todoh nosotroh. Ya te lo dije.
Lo que tú no noh hah contao eh dónde te metihte esa noche —Yuh’ra miró desafiante al elfo.
Eso no es relevante —apartó lentamente el dedo acusador del goblin y caminó hasta la zandalari. —¿Quién entregó la mercancía? ¿Comentaron algo sospechoso?
Latshy y ese pandaren con el que va Mei. No noh hah contao dónde ehtabah.
Tenía qu-
La puerta a sus espaldas se abrió súbitamente y Jarukan entró en la estancia. Dejó su chaquetón colgado en el perchero, tiró su sombrero a uno de los sillones y se apresuró hasta llegar a la mesa.

¿Dónde ehtaba ehto? —soltó una hoja sobre la mesa con el dibujo de un círculo oscuro.
Voluhin miró a Yuh’ra unos instantes.
—Se lo encontraron al dehcargar aquí la mercancía. Esa vulpera, Salamandra, venía con Wibbs, ehtaba entre loh fardoh —Volteó el dibujo y lo señaló con el dedo dando varios toque en él. —Lo llevaban pintado loh jabehpineh que noh atacaron.
Wibbs tragó saliva al recordar la escena. Notaba cómo se le ponía la piel de gallina de nuevo. No era más que un dibujo, pero se le revolvía el estómago sólo con contemplarlo.
No quiero que contéih nada de ehto a nadie. A nadie —repasó el trol a todos con la mirada. —Y cuando digo a nadie, me refiero a que no llegue a oídoh de Pipa o de Skule. Al menos, no por otra boca que no sea la mía.
Jarukan recogió el papel, lo dobló y se lo guardó en el chaleco.
Entendido, —dijo Yuh’ra— solo hemoh venío a decirte que mañana cargaremoh en el Reina y partiremoh a Pan-
Bahía —cortó Jarukan— Bahía del Botín.
¿Qué? —Yuh’ra miró Jarukan sorprendida. No esperaba ningún cambio en el plan y mucho menos que de antemano contara con ellos.

Astavedon, busca a gente para que lleve ese cargamento de khoka a Pantoque, tal y como te dije —ordenó el trol. El elfo asintió y se despidió de los asistentes.
No vamoh a ir a Bahía, no se noh ha perdío na y no era el trato —Yuh’ra se plantó delante de Jarukan con cara de pocos amigos. Voluhin apareció a su espalda.
Yo no pienso ir tampoco. Además, Jarukan —el goblin señalaba la bolsa con el oro con una sonrisa forzada.
Claro que no vah a venir, Wibbs —se acercó al goblin y le pasó la mano por el hombro—, no me arriehgaría a volver a ponerte en peligro. Subiré esa cuantía. Créeme.
Más te vale.

Jarukan se giró y de nuevo encontró a la zandalari y el enorme trol de brazos cruzados, mirándolo seriamente.
Eh un favor personal —miró a Yuh’ra a los ojos—. Él ehtuvo ahí —señaló a Voluhin—, tú también. Necesito hablá con alguien que podría contarnoh máh acerca de ese círculo y de esoh jabaehpineh.

4 «Me gusta»

No persigas a los muertos
O ellos acabarán persiguiéndote a ti.

Tengo mi pase al infierno
Te conozco bien
Y sé que tú también quieres acabar allí

Desde lo lejos te veo.

La tormenta comenzó a endurecerse a medida que el Reina de los Cielos llegaba a Bahía del Botín. La travesía no había sido fácil y ahora caía la noche con una lluvia cada vez más gruesa.

Tengo un mal presentimiento —Voluhin miraba al puerto junto a Yuh’ra.

El barco maniobró para entrar lentamente en el puerto, las aguas más tranquilas de la bahía dieron un respiro a la tripulación que se preparaba para bajar de la nave.

Jarukan se agenció uno de los faroles que había en el barco y con su capa comenzó a taparlo y destaparlo, como si repitiera un patrón.

Tras varios intentos, una figura encapuchada en el muelle hizo un juego de luces similar.

Bajamoh —dijo Jarukan a Ponzo sonriendo. Se ajustó el sombrero, se envolvió en la capa para resguardarse de la lluvia y bajó por la pasarela.

Kalux y Salamandra corrieron curiosos para ver la ciudad de los piratas.

¿Habías estado alguna vez aquí?
Nunca, aunque he oído hablar de ella a otros piratas —comentó Kalux.
Alto, ¿quienes sois? —La figura que les había hecho señales salió a su encuentro en el muelle.
Mi nombre es Salamandra —dijo la vulpera dando un paso al frente.

Jarukan hizo un gesto para que nadie hablara sin su permiso.

Comercianteh, venimoh a ver a Serana.
No os he visto antes por aquí —echó un vistazo a la variopinta tripulación—, en cualquier caso, no es el mejor momento para hablar con Cuervo Rojo. Las calles se han convertido en un baño de sangre. Está en guerra con Sangre Umbría y debéis saberlo.
¿Qué? —Jarukan se acercó a la elfa, incrédulo. Soltó una risa nerviosa y meneó la cabeza. —¿En guerra… con Sangre Umbría? —Volvió a preguntar—. Llévame ante Serana. Dile que Jarukan quiere verla.

Tras varios segundos observando al grupo, la elfa asintió. Casi nadie conocía siquiera el nombre real de Cuervo Rojo. Casi nadie se atrevía a decirlo. La elfa comenzó a caminar por las callejuelas de la ciudad de los piratas.

Si le ocurre algo a mi barco, si noh meteh en una pu.ta guerra, te juro Jarukan que te abriré en canal y dejaré que un raptor devore tuh intehtinoh mientrah aún viveh.

El hecho de que Yuh’ra se lo susurrara mientras caminaban no suavizaba la idea de que si eso ocurriera, ella cumpliría su palabra. O al menos lo intentaría, se dijo el trol mirando a Voluhin de reojo.

El grupo llegó a un antro abarrotado de gente. Una especie de local clandestino donde corría el alcohol, las sustancias y mujeres y hombres de compañía que miraban al grupo abriéndose paso.

Ehperemoh a que aparezca Serana, no oh metáih en líoh.

Ponzo y Kalux identificaron las dos puertas del local por si había que salir por patas.

Hola guapo, no nos habíamos visto antes por aquí, ¿verdad? —El orco sonrió a Voluhin. —¿Quieres tomar-
¡Jarukan! —Se oyó desde la planta superior. Allí estaba Serana. Hizo un gesto para que el grupo subiera hasta una de las salas de la planta superior, lejos del bullicio.

¿Vienes de parte de Sangre Umbría o en tu nombre? —Preguntó la elfa de sangre.
Vengo a pedirte ayuda. Me acabo de enterar que ehtáih en guerra.
Así es.
Jod.er, Serana, lah guerrah no vienen bien al negocio, y mucho menoh una guerra entr hermanoh.

Serana soltó una risa sarcástica.
Se acabó la familia, Jarukan.
El trol comenzó a entender que no era otra rencilla más entre la Señora y ella, y su gesto se tornó serio.
—Pero entre nosotros no hay problema, lo sabes —le tendió la mano—. Dime, qué necesitas de mí.

Jarukan extendió la mano y Ponzo depositó en ella una nota. El trol hizo un ademán para juntarlos a todos alrededor de la mesa y dejó la nota sobre ella. Se trataba de un dibujo, un círculo de color oscuro.

¿Qué es esto? —Examinó Serana. Pronto comenzó a notar cómo la magia de sombras inundaba el papel y emanaba desde el dibujo.
Unos jabaespines nos asaltaron la otra noche —comenzó Salamandra— Tenían este dibujo en su indumentaria y su piel.
Parecían fuera de sí —dijo Kalux—, esos malditos cerdos no paraban de salir del bosque.
¿Habéis visto esto antes? —Serana podía notar la magia oscura cada vez más intensa en la sala. Unas imágenes fugaces pasaron por su mente, imágenes de Mulgore y Los Baldíos. Y unos ojos brillando en la oscuridad.

BROOOM Los truenos de la tormenta se escucharon sobre sus voces.

Nunca —Ponzo echó de nuevo un vistazo y miró a Jarukan negando con la cabeza.

El trol miró al suelo y tras unos segundos se quitó el guante y subió la manga de su chaquetón.

Puede que alguna vez —mostró la cara interior del brazo derecho mirando a Serana. En él podía verse una cicatriz, una especie de tatuaje con un círculo idéntico al de la nota. Los asistentes se quedaron boquiabiertos.

Tú no —dijo Serana—, la maldición es fuerte en ti —señaló a Voluhin, para sorpresa de Jarukan.

El enorme trol, sorprendido, notó todas las miradas puestas en él.

Peleé con esos jabaespines para que tuvieran tiempo de salir con la carga. Alguno de ellos me alcanzó —mostró una herida cerca de su hombro—. Pero…

BOOOOOOOM sonó un estallido fuera.

No me jo.das eso no ha sido un trueno, ¡no ha sido un trueno! —Gritó Ponzo mirando a Jarukan.

¡Cuervo rojo! —Se escuchó segundos más tarde por las escaleras— ¡Nos atacan! ¡Sangre Umbría se dirige al barco de esos comerciantes! ¡A nuestro muelle! —El elfo llegó a la sala casi sin aliento.
¡Mi barco! —dijo Yuh’ra.
¡No hay tiempo que perder, por aquí! ¡Que preparen La Mano del Verdugo!—Seraná cogió su bastón y salió corriendo escaleras abajo.

Desde lo alto podían verse estallidos y peleas a lo largo de todo el muelle, cerca del barco. El grupo corrió por las plataformas de madera y una escuadra salió a su paso. Uno de los cultores de Sangre Umbría lanzó unas púas de sombras contra ellos.

¡A cubierto! —Gritó Jarukan. Por suerte el grupo pudo reaccionar a tiempo y esquivar el ataque.

Voluhin continuó su carrera contra ellos, y con un potente embate de escudo lanzó violentamente a los cultores por los aires hasta el mar.

Tras él, de los tejados bajaron otros dos cultores.

¡Muerte a los traidores! —Uno de ellos lanzó un ataque mágico impactando en el hombro de Salamandra, que cayó rodando.

El cultor se disponía descargar otro ataque sobre la vulpera cuando Kalux hábilmente lanzó su hacha para clavársela en la nuca. CRAK. El cultor cayó al suelo como un muñeco.

¡Vais a morir! —Gritó el otro miembro de Sangre Umbría.
No será hoy —de los dedos de Serana emergieron unas púas de color violáceo que lanzó súbitamente contra el cultor. El encapuchado tuvo la suerte de conjurar una pantalla mágica a modo de escudo, pero soportar las púas de Serana lo dejó debilitado y el escudo se desvaneció poco a poco con el cultor expuesto y jadeando.

Tras unos barriles, Ponzo cargó su revólver de azerita y con un giro, se incorporó saliendo del parapeto.

¡Prueba de esto!

PUUUM El disparo reventó el pecho del cultor y su sangre manchó paredes, suelo y el pelaje de Kalux.

Ugh.

¡Yuh’ra! —Jarukan vio como otro de los cultores se deslizaba detrás de la zandalari que recibió un golpe en las costillas dejándola sin aire. De los dedos del encapuchado comenzaron a emanar chispas de energía oscura para lanzar un conjuro mortal sobre ella.
Veeeeluuuum Reeeee

BOOM Yuh’ra se giró y descargó un tiro volándole la cabeza al cultor, que cayó desplomado al suelo.

Hijo de pu.ta —Dijo tratando de recuperar la respiración.

Más adelante, un grupo de cultores peleaba contra varios hombres de Serana, que trataban de impedir que invadieran el puerto y llegaran al barco.

Pese a la lluvia, los ataques de Sangre Umbría alcanzaron una de las velas de la nave, que comenzó a prender.

¡Acabad con elloh! —Gritó Yuh’ra.

Voluhin irrumpió en la melee llevándose por delante a varios cultores y abriendo una brecha en la pelea. El enorme trol comenzó a blandir su espada a diestra y siniestra amputando brazos, cortando cuellos y atravesando la espalda de varios cultores como quien se abre paso entre la maleza.

Los ojos de Serana centellearon y unos tentáculos oscuros comenzaron a agarrar y sacudir a varios cultores. Sus cuerpos machacados se estampaban contra el suelo y las paredes del muro del puerto.

Jarukan disparó contra uno de los cultores que se abalanzaba sobre Kalux y blandió el machete para quitarse de encima a otro.

¡Al suelo! —Gritó Ponzo.

BANG Bang Bang

Jarukan tuvo el tiempo justo para agacharse y que la ráfaga de disparos de azerita no le volara la cabeza. Los encapuchados oscuros cayeron como moscas. El goblin sopló el caño de su arma y pisoteó el cráneo de uno de los cultores antes de continuar la carrera.

Kalux aprovechó para correr hábilmente entre el grupo. Un cultor salió a su encuentro y el vulpera saltó propinando un hachazo en la cara del encapuchado. Para antes de que cayera al suelo, aprovechó el cuerpo del enemigos para saltar sobre otro de los cultores que estaba acuchillando a uno de los elfos de Serana. Clavó las pequeñas garras en los ojos del orco de Sangre Umbría y con el hacha le rebanó el cuello.

Un trol lo agarró por la espalda y la hoja de su daga emitió un destello al iniciar el ataque.

¡No! —Salamandra cargó tres flechas en su arco y lanzó el ataque hacia el trol. Dos de ellas se clavaron en la espalda del enemigo. Suficiente para que se desplomase, soltando a Kalux.

La otra impactó en otro de los orcos que se abalanzaba sobre el grupo, clavándose en su hombro derecho.

¡Traidores! —Exclamó el orco dolorido— ¡Moriréis, por Sangre Umbría!

POW

Yuh’ra le voló la cabeza de un disparo, luego cargó de nuevo su revólver y vació el tambor en los dos cultores que cerraban el paso.

¡Al barco! ¡Proteged el barco! —Gritó la zandalari apuntando con su daga en dirección a la nave. Esperó que todos los demás pasaran entre la carnicería para echar a correr tras ellos.

SSSSSSSHHHHHHOOOOT BUM

Tras el grupo estalló una explosión arcana que, aunque no los alcanzó de lleno, les hizo saltar por los aires.

Aturdidos, comenzaron a incorporarse. A lo lejos, tras la columna de humo, bajaba otro grupo de sicarios de Sangre Umbría, esta vez más numeroso.

Jarukan —dijo Serana— toma esto y salid de aquí.

La elfa le dio una bolsa y el trol tras un segundo contemplando lo que venía por el muelle, asintió y salió corriendo hacia el barco.

Serana miró a la bahía y alzó la mano. Como una enorme sombra fantasmal apareció un barco con las troneras abiertas y apuntando hacia el puerto.

Serana bajó el brazo y a su señal el estruendo de los cañones de La Mano del Verdugo escupió muerte en el muelle al paso de la hueste de Sangre Umbría.

La hemoh liado —comenta Jarukan desde el barco señalando con su cabeza hacia Bahía del Botín.

Las sirenas de la guardia y las campanas comenzaron a sonar.

El grupo miró hacia el lugar indicado por el trol. En el punto más alto del paseo hacia el muelle, el fuego recortaba una silueta negra, una mujer de ropa y pelo oscuro que parecía mirar al barco que se alejaba en la noche.

Dime que no es quien creo que es… —Ponzo miró a Jarukan con preocupación.

Shiannas —dijo el trol.

Apenas fue capaz de pronunciar su nombre, como si tuviera miedo de que lo escuchara en la distancia.

2 «Me gusta»