Las dudas de la capitana Larissa mientras contemplaba el ataúd cerrado se vieron interrumpidas por la irrupción de un viejo paladín humano en su tienda.
El humano le había entregado una carta y un presente dirigido hacia su antigua capitana… estaba escrita en Thalassiano. La capitana no sabía de quien podía proceder, ¿quizás algún alto elfo de la alianza que tuviera amistad con Ardeniel?
Guardó ambos en su bolsa, decidiría que hacer después. Ahora tenía un tema más acuciante sobre su cabeza. Volvió a dirigir su vista hacia el ataúd aún cerrado en la estancia.
De un grito, llamó a dos centinelas que montaban guardia en la entrada a la tienda.
“¿Sí mi capitana?” dijeron mientras se cuadraban.
“Abrid ese ataúd y colocad el cuerpo del interior sobre esta mesa” - les ordenó.
Las centinelas asintieron y diligentemente comenzaron a abrir el ataúd. Entre ambas sacaron, no sin esfuerzo, el cuerpo que había en su interior y lo colocaron en la mesa vacía que quedaba en la estancia. Estaba envuelto en una sábana bastante sucia y manchada de sangre casi en su totalidad.
Las centinelas se cuadraron y dijeron al unísono… “¿Algo más mi capitana?”.
“Es suficiente, gracias. Podéis retiraros” - ordenó Larissa.
Se cuadraron una última vez, y volvieron a sus puestos en el exterior de la tienda.
Larissa se acercó al cuerpo… con una pequeña daga cortó los pequeños lazos que se habían usado para “empaquetar” el cadaver, y retiró la sábana al completo.
Allí estaba el cadáver de Eleanna. Toda la toga se encontraba cubierta de abundante sangre reseca, así como sus brazos y cuello. Incluso su pelo, otrora radiante y lleno de vitalidad, envidia de muchas, se encontraba reducido a un amasijo de alambre mezclado con abundante sangre, como si fuera un estropajo verde.
Larissa miró detenidamente el cadáver. No había conocido mucho a la maga, pero se podía decir que le caía bien. Sentía cierta compasión por ella, ya que multitud de veces había tenido que buscarla por orden de su hermana. Esas “misiones” le habían dado la oportunidad de hablar un poco con ella…
Aunque sabía que estaba siendo injusta, culpaba a Eleanna de la muerte de su capitana. Se dió la vuelta con la intención de salir de la tienda… “No pienso adecentarla. Se lo pediré a Etherel y Vanael” pensó enfadada con aquel cadáver…
Justo cuando estaba a punto de salir, se detuvo en la puerta, y volvió la vista una última vez hacia Ardeniel. Su cara transmitía serenidad, tranquilidad y cierta tristeza… Por un momento escuchó una voz… sabía que eran imaginaciones tuyas. “Adecenta a mi hermana… te lo suplico”…
Todo era fruto de su sugestión, ella estaba convencida, pero no podía evitar pensar que Ardeniel le estaba dando una última orden…
Se dirigió hacia su cadáver, se cuadró delante de ella, y dijo en voz baja: “Será un honor servirte una última vez mi capitana”. Acto seguido se dirigió hacia el cadáver de Eleanna. “Debe estar en un estado lamentable” pensaba mientras se dirigía a la mesa.
Los magos de dalaran la habían enviado el mismo día que murió su hermana, pero su cadáver había estado sin atención mientras adecentaba a Ardeniel… esperaba ciertos signos de descomposición.
Estudió el cadaver a fondo. Estaba extrañamente… intacto. No había muestras de los olores ni las señales típicas de la muerte, mas allá del olor ferroso de la sangre reseca.
Procedió a quitarle la toga, la cual se encontraba semirígida por la sangre reseca. Con el pecho desnudo, el cadáver se encontraba bañado en su propia sangre.
Larissa acercó una esponja y un cuenco, sobre el que vertió una serie de bálsamos, flores y elixires que había usado con su hermana… y comenzó a limpiar el cadáver con suma delicadeza… lo hacía por Ardeniel, no por Eleanna.
Le costó trabajo, pero consiguió limpiar sus brazos. Su piel estaba extrañamente suave. ¿Sería por los ungüentos que estaba usando? se preguntaba, pero el tacto de la piel de Ardeniel había sido muy diferente habiendo seguido exactamente el mismo ritual.
Decidió limpiar primero el cuello. Se encontraba completamente oculto tras una masa rojiza oscura de sangre coagulada. Pensó en limpiar primero esa zona, donde esperaba encontrar la herida fatal que le provocó la muerte.
Comenzó pacientemente a limpiarlo… cuando llevaba unos minutos limpiando, notó que algo no iba bien. El tacto de la esponja al pasar por su cuello era, demasiado regular. No notaba una garganta desgarrada por una daga. ¿Qué estaba pasando?
Siguió limpiando con mayor celeridad el cuello, se concentró en un punto, necesitaba ver que la herida estaba ahí… pero no encontró nada.
Larissa se alteró. “¿Cómo es posible? Murió ahogada en su propia sangre, le cortaron la garganta” se preguntaba una y otra vez. Pero ahí no había más que un montón de sangre coagulada… que parecía haber salido de la nada.
Notó un movimiento en el cadáver que la sobresaltó. Se echó hacia atrás y se pegó junto a la mesa donde descansaba el cadáver de Ardeniel.
Un movimiento pausado, pero constante, movía el pecho descubierto de la maga. Parecía hincharse… y deshincharse… lenta pero constantemente.
Larissa, temblando acercó su cabeza hacia el pecho de Eleanna, y puso su oído sobre el mismo… “Pum, pum… pum pum… pum pum…”.
Levantó la mirada lentamente hacia la cara de la maga… notó un ligero temblor en los párpados… que tras unos segundos comenzaron a entreabrirse, dejando a la vista unas pupilas de las que refulgía una preciosa luz plateada…