Yo es que no sé qué poner… además este finde tengo el examen final (10 horitas repartidas en dos días) y estoy un poco de los nervios
Venga va, ya escribo yo algo.
Aún era de noche y en la sala de portales del Gran Sello, Xylenia y Occuleth mantenían una animada conversación sobre portales y telemancia. No habían tenido muchos contacto entre ellos cuando se conocieron en Suramar, pero en los días que Xylenia llevaba en Dazar’alor esas conversaciones se habían convertido en habituales. A Xylenia le fascinaba la pasión que ponía el viejo Shal’dorei en cada palabra describiendo cada uno de sus descubrimiento, le recordaban a ella antes de embarcarse en el frenético mundo bélico. Cuando solo le interesaba la magia. La conversación es interrumpida por uno de los aprendices de Occuleth - Maestro, he venido a relevarle - dijo. Occuleth miró de reojo a su aprendiz con cierto desencanto - ¿Ya es la hora? ¡Vaya! Cómo corre el tiempo. Bueno supongo que debo ir a descansar estos viejos huesos - dijo mientras se levantaba del suelo en el que ambos hechiceros estaban sentados. - Espero que nos volvamos a ver mañana, joven maga - dijo haciendo una pequeña reverencia hacia la sin’dorei que aún continuaba sentada. Xylenia se levantó enseguida y le devolvió la reverencia - Eso espero, maestro Occuleth.
Ya a solas y sin ninguna intención de irse a dormir, Xylenia se dirigió hacia el exterior del Gran Sello y apoyándose sobre la balaustrada de aquel estrato miraba hacia la profunda oscuridad que apenas permitía distinguir el dosel de la jungla del nublado cielo. Era en esos momentos de paz, tan escasos en una ciudad ajetreada como aquella, cuando la maga se permitía el lujo de añorar el hogar. Pensaba en lo que haría cuando volviera a su querida Lunargenta; salir de compras, ir con su prima y su hermana a pasear a la costa o simplemente pasar el día con su novio. Pero aquellos instantes nunca duran demasiado. Cuando las primeras luces del alba comienzan a dibujar el perfil de las montañas en el horizonte su situación actual la golpea sin compasión; la guerra, Sylvanas y el acto atroz que planea. Intuye que algunos dentro de la Horda actuarán contra los deseos de la Dama Oscura, no obstante sus planes no encajan con las maneras de la Horda, pero no sabe en quién confiar; la Reina Alma en Pena goza de demasiados confidentes. Es precisamente en ese instante cuando el Gran Jefe Baine aparece para retomar su puesto en aquela mesa repleta de mapas que escudriña diariamente. Ambos se saludan cortésmente con un gesto sin decir una palabra.
Xylenia vuelve a fijar la mirada en el horizonte, pero algo llama su atención. Una espesa niebla comienza a invadir la jungla. La maga no tardó en darse cuenta del antinatural origen de aquel fenómeno; la magia está detrás sin duda. Pero el sonido de unas garras sobre escalera cercana la saca de sus pensamientos; un soldado Zandalari sobre su montura aparece cabalgando hasta la misma entrada del Gran Sello. Con un gesto desgarrado aquel soldado corre como una exhalación atravesando la sala camino de la Sala del Trono. La maga sin’dorei como un resorte vuelve a contemplar la niebla y a lo lejos comienza a oír sonidos de batalla. “Otra incursión de la Alianza” pensó. Ya habían acontecido varias en los últimos días, pero esta vez parecía más cerca de la ciudad. Hasta ahora siempre habían sido pequeños grupos de exploradores, pero esta vez parecía distinto. Tan solo unos minutos después un segundo soldado apareció corriendo, pero esta vez no tuvo que cruzar la sala pues el mimísimo Rey Rastakhan y su hija Talanji habían aparecido. Era habitual ver a Talanji allí debatiendo con Baine la estrategia a seguir, pero no la presencia del rey. Aquel soldado se inclinó ante su rey. - La flota de la Alianza se dirige hacia Nazmir - dijo. La mirada del rey se volvió furiosa y aceleró el paso hasta la mesa en la que se encontraba el jefe de los tauren.
-La Alianza está atacando mi tierra - dijo el majestuoso zandalari -Sus tropas ya están en Nazmir y atacan la puerta de sangre y ahora su flota también se dirige hacia aquí. Os solicito la ayuda de la Horda.
-Por supuesto que sí, majestad- contestó sin vacilar el tauren mientras que daba la orden de movilizar las tropas del puerto. Aquellos poderosos seres comenzaron a debatir la mejor estrategia para avanzar sobre la Alianza mientras Xylenia seguía mirando aquella espesa bruma. Su misión no era combatir pero no pensaba quedarse allí mirando mientras los suyos marchaban al combate. Pronto pudo observar como los estratos inferiores del zigurat se llenaban de soldados zandalari y de la Horda. Las tropas estuvieron listas en apenas minutos; Talanji junto a la general Rakeera comandarían las tropas conjuntas. Xylenia no lo dudó más y se unió a la vanguardia. Talanji dio la orden y aquel gigantesco ejército marchó hacia la pantanosa Nazmir… (para saber lo que acontece a hacer las misiones )
La estratagema de la Alianza había resultado efectiva, la ciudad había quedado desprotegida y los soldados enemigos campaban a sus anchas por la ciudad. Un soldado herido apareció ante Talanji, - Son demasiados, no podemos con ellos - dijo jadeando.
-¿Quién comanda el ataque? - preguntó la princesa Zandalari.
-Jaina Valiente.
De hecho esta maga ayer ya le dio matarile a Rastakhan
Por cierto si quereis ver la raid tengo los videos guardados en el canal de twitch, decidmelo y os lo paso.
Los muertos no hablan. Ya vas a coger la mala costumbre de tu hermana.
No volverá a pasar querida. Creeme
Ánimo querido cámara,el sibilino Sin’dorei,que diría la difunta,lleva un ritmo de 2/3 horas al día,estudiando historia antigua(3600-330 A.c) desde que comenzó el año,y voy sobreviviendo a eso y al trabajo.
Tú acabas en breve,el paladín “sufrirá” hasta el 7 de Febrero,fecha del examen.
Ya te dije que yo Ele…y sigo esperando,quiero ver tácticas que lo mismo vuelvo a raidear…o no…depende de por donde me de.
Mi guild empieza el sábado pero tengo mi propia RAID.
Gracias, espero que te vaya bien en ese examen. Te lo estás currando.
Hago lo que puedo querido. Pero el crisol político,era muy complicado.
Me alegra ver que ha vuelto la actividad al hilo, ya me estaba preocupando…
Pero si yo he puesto un rol post justo arriba de tu comentario… ¿No os ha gustado?
Una vez más,una mañana más…como un rito sagrado había vuelto a Costa Oscura.Una pregunta le rondaba la mente desde que había empezado con todo aquello.Y esperaba que la General Plumaluna pudiera contestarle.
Esperó paciente mientras Shandris hablaba con Maiev.
Cantosombrío la miraba con superioridad,casi con asco.A Menel le importaba muy poco el juicio de la Líder de las Celadoras.Al fin de al cabo…Maiev había intentado matar a Malfurion y allí estaba,como si nada.
Shandris se acercó a ella.
-Dime Nel
-San llevo días viniendo y no he visto a Eleanna…
Shandris la miró con seriedad
-Nel…Eleanna no está bien-dijo visiblemente preocupada.
-Qué le pasa?-preguntó la sacerdotisa sorprendida.
-No puedo decírtelo,lo siento-dijo Plumaluna
-Hay algo que pueda hacer?Quizás…
-No,no hay nada…excepto rezar a Elune y desearle suerte,ha ido en busca de un remedio para su mal.
-Entiendo-dijo Menelwie sin saber muy bien porque lo decía-rezaré a Elune entonces,gracias San.
Había terminado por ese día,pero había escuchado a otros heroes hablando acerca de los planes contra la horda y decidió pasar por Boralus.
Vio a Aterravermis dando órdenes y se dirigió a hablar con él.
El asalto a Nazmir no fue fácil,pero con la ayuda del elemental de Jaina,el cetro de las mareas y unas cuantas y magistrales tácticas más habían conseguido engañar a la horda y a los zandalari para hacerles creer que toda la alianza los atacaba,mientras la flota se dirigía hacía el puerto en secreto.
Volvió a Cuna agotada…algún día empezaría a cuidarse de verdad,a dedicar tiempo a su embarazo…algún día.
Tras el regreso de la sacerdotisa,y un buen desayuno, salieron a caminar. Siempre se había dicho,que andar era bueno para las embarazadas,y ambos habían cogido la costumbre,de dar largos paseos. Por un lado,hacían ejercicio,y por otro fortalecían sus lazos como pareja,cada día que pasaba un poquito más.
Ambos paseaban por las ruinas de Kel’theril. Aquellos restos majestuosos de la cultura elfa,siempre habían atraído al paladín,ahora también fascinaban de alguna manera a su amada.
Una fluctuación en el aire,hizo que Menel se pusiera en tensión,mientras Argent permanecía alerta.
Una figura conocida,se materializó delante de ambos,una alta coleta,enmarcaba el rostro de un sonriente Purple.
Menel se quedó con actitud expectante,mientras ambos hombres se fundían en un abrazo.
-Asi,que ésta es la joya de la corona,dijo dirigiéndose a Argent en un correcto Thalassiano…
Me llamo Purpleice;para los amigos Purple. Dijo con descaro,y una franca sonrisa…
Argent sonrió,conocía el desparpajo de su amigo de la infancia,y se dedicó a observar,con una media sonrisa la actitud de su amada ante el insolente mago.
-¿Y que te trae por aquí,pregunto Argent?
-Verás,los amigos de tu querida sacerdotisa, encabezados por la señorita Valiente,están atacando Dazar’alor. Se que no te importa nada el conflicto,y a mi menos todavía. Pero,conociendo tu alergia a los enfrentamientos; he venido a avisarte para que ni se te ocurra,arrimarte por allí. Y de paso,dijo mirando con descaro a Menelwie…para conocer a la mujer que ha robado tu corazón,amigo mío.
- Bien,has hecho ambas cosas,dijo el paladín a su amigo,tras observar que Menelwie se crispaba un poquito al recibir las noticias…
-¿Quieres tomarte algo en casa?
-¿Casa?..Odio esa palabra,sabes lo que implica…
-¿Seguro…? Preguntó con sorna Argent, habría que preguntarle a tu señora esposa,que piensa acerca de eso…
-Eres muy malo,amigo mío. Pero una amorosa sonrisa,apareció en la cara del mago,mientras le decía esto.
-Me voy amigo mío,Menelwie…dijo con una inclinación de la cabeza.
Comenzó a conjurar un portal,y cuando se disponía a cruzarlo, se volvió hacia la pareja diciendo… - Muy guapa para ser Kaldorei. Tienes muy buen gusto,y guiñando un ojo,desapareció por el portal.
-Será descarado,dijo el paladín le voy a …
-Déjalo cariño,contestó Menel. Ese pícaro mago me ha alegrado la mañana…y tomándose de la mano,prosiguieron su paseo…
Una que se va a correr…sed buenos.
Argent tienes unas cuantas faltas ortográficas pero esta es imperdonable…
Y yo a caminar que es menos cansado.
Valeera no sabía que hacer y debía tomar una decisión pronto. Eleanna le había cogido la mano con la que sujetaba la daga y se la había apretado fuertemente en el cuello. Le había pedido porfavor que acabara con su sufrimiento… las centinelas necesitaban ayuda y no sabía cuando Azshara volvería a poseer a Eleanna…
Con el corazón encogido, pero con gran determinación, le dió un beso de despedida. Ya no le daba miedo mostrar sus sentimientos, se lo había dicho a Eleanna… la quería más que nada en el mundo. Y por ello… mientras la besaba… lo hizo. De un rápido, firme y sutil movimiento, deslizó la daga por su cuello rebanándoselo. En ese momento apretó fuertemente su cabeza contra su regazo, mientras tenía la miraba perdida.
Notaba como el cuerpo de Eleanna convulsionaba mientras perdía sangre…
“Solo unos segundos más… mi amor…” pensó Valeera mientras sentía a Eleanna morirse, pero incapaz de mirarla.
Pronto Eleanna dejó de moverse. Valeera quería gritar, desahogar la profunda pena que sentía. “Otra vez se muere en mis brazos…”
Notó como la sangre de la ya difunta kaldorei aún recorría todo su torso, se filtraba entre las ranuras de su armadura… “Otra vez estoy bañada en su sangre…”
Sin mirarlo, acomodó el cadáver de Eleanna en el suelo. Se puso en pié, seguía mirando al frente, dejó caer la daga con la que la había degollado al suelo… no quería seguir. Se sentía perdida de nuevo…
De pronto, el portal comenzó a emitir extraños destellos y sonidos.
“El portal, ¡sin Ele se va a cerrar!” pensó. Aquello la sacó de su ensimismamiento. Cogió el libro que Eleanna estaba leyendo y lo guardó en su bolsa. De dos saltos sobre las mesas podridas se acercó donde estaba caida Einir. La muerte de Eleanna había deshecho el hielo, por lo que la inconsciente centinela había caido al suelo inconsciente… su brazo pintaba francamente mal. Valeera la cargó en su hombro… tuvo que hacer un gran esfuerzo, la Kaldorei era más alta y musculosa que ella…
Levantó la vista, tenía que coger a Noah. El portal seguía fluctuando… no duraría mucho. Haciendo un gran esfuerzo tirando de Einir, se dirigió hacia Noah. Comrpobó si estaba viva… respiraba. La cogió de los brazos y fué tirando de ella mientras cargaba con Einir hacia el portal.
El esfuerzo era terrible, el portal no dejaba de fluctuar y Valeera estaba al límite de sus fuerzas… “Lo haré por ella”…
Dió un grito del esfuerzo, cogió carrerilla mientras cargaba con las dos kaldorei moribundas… y consiguió llegar al portal.
EPÍLOGO (un par de días después de la muerte de Eleanna)
Shandris vió a Menelwie marcharse. Continuó revisando las posiciones que la horda había atacado junto a Maiev, cuando una centinela se presentó ante ella.
“¡General, mensaje urgente!” dijo una centinela entregándole un sobre cerrado.
“Gracias centinela” dijo Shandris recogiéndolo y dándole permiso para marcharse.
La centinela se cuadró al grito de “¡General!” y se marchó.
Shandris examinó la carta, no tenía ningún sello ni de la alianza, ni de los kaldorei, nada… la abrió y comenzó a leerla.
Cuando terminó, se quedó pensativa durante unos instantes, se volvió a Maiev y le dijo: “Lady Maiev, vuelvo enseguida”.
Maiev asintió y Shandris se alejó de Bashal’Aran en dirección hacia la profundidad del bosque.
No tardó mucho en llegar a un claro cerca del río culebra. Alzó la vista hacia su diosa, inspiró y dijo con voz firme pero calmada: “Puedes salir Valeera”.
Valeera salió de su refugio de las sombras. Cargaba un gran paquete que dejó en el suelo con cuidado. Se levantó y se dirigió hacia Shandris:
“Gracias por leer mi misiva, general”.
Shandris negó con la cabeza y preguntó: “¿que novedades tienes?¿Dónde están mis centinelas?”.
Valeera agachó la cabeza, tomó aire y mirándo a Shandris de nuevo le dijo:
“Antes de responder a eso general, creo que debería ponerte en situación”.
Valeera le contó todo lo que habían descubierto en las cavernas del tiempo. El hechizo de control de los altonato. Dalaran y finalmente, la academia de Nar’Thalas. Como cuando encontraron a Eleanna, era demasiado tarde y las atacó a las tres, poseida por Azshara. Shandris escuchó todo atentamente.
“Al llegar a Dalaran, conseguí llevar a las dos centinelas moribundas a la enfermería del enclave dientegrís. Imaginaba que las autoridades de la alianza te habrían informado… pero imagino que la guerra lo está ralentizando todo. Ambas han salvado la vida… pero la centinela Einir ha perdido el brazo derecho… me temo que no podrá volver a empuñar un arco general… En cuanto a Noah, había perdido bastante sangre, pero los sanadores consiguieron estabilizarla.”
Shandris asintió y le dijo: “Muchas gracias Valeera por salvarle la vida a mis dos centinelas… es una pena lo del brazo de la centinela Einir, pero somos guerreras, sabrá superar la situación. Confío en ella. ¿Pero qué ha pasado con Eleanna? No me has dicho nada de ella…”
Valeera intentó controlarlo, pero no pudo. Ya le daba igual. Unas lágrimas comenzaron a brotarle de los ojos. Fijó su mirada en el paquete que había colocado a sus pies… comenzó a deshacerlo…
Allí estaba el cadáver de Eleanna. Estaba limpio, su piel comenzó a relucir al recibir la luz de su diosa. Su pelo verde refulgía enmedio de aquella penumbra… y le habían puesto las manos abrazando un colgante dorado que llevaba en el pecho representando a la diosa Elune. Olía a las típicas flores y elixires que los kaldorei utilizaban para dar sepultura a los suyos…
“Era demasiado tarde para ella… me pidió que acabara con el control de la reina… yo…”
Shandris, impactada por ver aquello, le puso una mano en el hombro a Valeera, quien la miró. Vió como la general tambien dejaba caer una lágrima, y se fundieron en un abrazo…
Tras separarse Valeera se agachó y le acarició la cara con cariño.
“Volví ayer a por su cadáver… los nagas se habían marchado. No les servía de nada muerta… no podía dejar que se pudriera en un sitio cualquiera. Conocía una kaldorei en los bajos fondos de dalaran que fué sacerdotisa tiempo ha… conocía los rituales de tu pueblo. Me ayudó a limpiar y adecentar el cadáver…”
Shandris volvió a mirar el cadaver de Eleanna y dijo con determinación:
“Sufrió toda su vida por la traidora de la reina Azshara… su muerte no será en vano… lo juro”
Valeera se recuperó un poco, se levantó y le dijo a Shandris:
“No lo ha sido general”
“¿Qué quieres decir?” preguntó intrigada Shandris.
“Puede que Eleanna no pudiera encontrar el contrahechizo a tiempo para si misma… pero si lo ha hecho para cualquier otro altonato que esté siendo atacado por Azshara. En Dalaran hay un altonato llamado Tarelvir. Este altonato nos ayudó a encontrar a Eleanna…”
“Resulta” prosiguió "que conocía la centinela Noah. Cuando llevé sus cuerpos malheridos el estaba allí. Vino a preguntarme y le expliqué lo que había ocurrido. Pidió ver el libro que había recogido de la academia… así que se lo entregué. Ayer contactó conmigo… y me hizo ciertas confesiones.
Confesó ser el hijo del consejero Melandrias, el altonato que diseñó el hechizo de control mental para Azshara que le aplicaron a Eleanna…"
“Me contó que odiaba a su padre, y siempre le había dado asco todo lo que había hecho… al parecer su padre murió cuando intentaban escapar de Zin Azshari junto a otros altonatos… pero el salió de allí con vida. Dió la casualidad de que el… llevaba las notas más importantes de su padre encima. Revisándolas tiempo después descubrió que había diseñado un hechizo de control mental, pero no describía ni porqué ni para quien… solo que había usado un cojuro de tortura como base.”
“Me contó que… Eleanna había descubierto el conjuro base, pero le faltaba la otra mitad, la que el poseía para poder realizar un contrahechizo… quizás deberías hablar inmediatamente general y… someter a otros altonato al contrahechizo que Tarelvir pueda preparar…”
“Eso haré Valeera…inmediatamente después de enterrarla.” dijo agachándose Shandris y acariciándole la cara a Eleanna. “No pudiste salvarte tú querida… pero vas a salvar a muchos… Elune Adore mi querida Eleanna…”
Se levantó de nuevo y tendiéndole la mano a Valeera le dijo de corazón:
“Mi pueblo está en deuda contigo Valeera. Te lo agradeceremos siempre. Por salvarle la vida a mis centinelas, por recuperar el cadaver de Eleanna, por ayudar a que fracasen los planes de Azshara… ten por seguro que hablaré a la suma sacerdotisa de tus nobles actos. No te preocupes por ella…” dijo mirando a Eleanna. “La enterraremos ahora mismo junto a su hermana. Otra noble y honorable kaldorei”.
Valeera le estrechó la mano y le dijo: “Gracias general… preferiría que mi participación no trascendiera más allá de lo que conoces… y de lo que le puedas decir a la suma sacerdotisa…”
Shandris asintió entendiendo que quisiera que su participación quedara en las sombras…
“Tengo… un favor que pedirte Shandris”. dijo Valeera avergonzada.
“Claro Valeera. Lo que sea”.
“Puedes… decirme, ¿donde se encuentra enterrada su hermana? Y… dejarme al menos este día para que me despida de ella…”
Shandris intuyó que Valeera estaba enamorada la noche que hablaron en el mirador. Era algo de lo que tenía que hablar con Eleanna… ya daba absolutamente igual.
“Claro Valeera… nosotros la despediremos mañana”.
Valeera le sonrió. “Gracias…”
“Es un lugar bonito… en mi pueblo nos gustan lugares más… luminosos y cálidos… pero sé admirar la belleza y el misticismo de este lugar.”
Dijo Valeera mientras admiraba el claro del bosque desde el que se podía admirar la belleza de la cosa iluminada por Elune. El tronco sin vida de Teldrassil estaba allí al fondo… apagado. “Una mancha en la historia de mi pueblo… pero resurgiréis”, pensó convencida Valeera.
Se encontraba sentada al lado de una tumba que había cavado ella misma. Había tres tumbas en total en aquel claro del bosque. Una rezaba “Centinela Naisha Bosquelúgubre”, la de enmedio “Capitana Ardeniel Arroyoplateado”… y la que estaba junto a Valeera rezaba “Capitana Eleanna Arroyoplateado”.
Valeera miró la tumba de las hermanas. “Como he podido acabar influyendo tanto en la muerte de ambas” pensó… que caprichoso podía ser el destino.
“Desde que murieron mis padres… solo me he abierto a dos personas. Una fué a Varian Wrynn… y la otra fuiste tú. Ambos… me habéis dejado…” dijo Valeera pesadumbrosa.
Se llevó entonces la mano a su bolsa, de la que sacó un pequeño saquito que contenía la figura que Eleanna le había regalado en la festividad del padre de invierno. Se levantó… y mientras se presionaba la figura contra el pecho comenzó a decir mirando hacia Elune:
“Pero aunque me hayáis dejado… conocer a personas como vosotros es… lo que motiva para seguir viviendo. Gracias por todo… mi querida kaldorei borracha. Que tu diosa te acoja en su seno… por siempre”.
Entonces comenzó a cantar una canción de despedida para Eleanna:
Elor bindel
Morin’aminor
Lende anu
Shorel’aran
Diel shala anu bala
Anar’alah
Ash’thero’dalah’dor
Ann’da/Band’or shorel’aran
Como era habitual esa mañana a Eilyria se le habían pegado las sabanas. Se levantó como un resorte con una sonrisa en la cara, el día estaba soleado y la temperatura era agradable. Se desplazaba con alegría como hacía años que no hacía por aquellos pasillos hasta la cocina donde su Xilandra estaba preparando el desayuno. Un “buenos días” salió de sus labios mientras se sentaba en la mesa. Su prima le respondió con la mis expresión mientras les servía unas tostadas recien hechas. Ambas se sentaron juntas a desayunar mientras mantenían una conversación trivial.
El claro sonido de las aldabas de la puerta principal interrumpió la agradable charla de ambas sin’doreis. -Ya voy yo- dijo Xilandra mientras echaba hacia atrás su silla. Eilyria siguió con la mirada a su prima hasta que esta desapareció tras la puerta de la cocina. Xilandra llegó a la puerta principal y la abrió lentamente dejando a la vista la figura de dos soldados. Uno de ellos portaba un pequeño paquete envuelto en una banderola con el emblema de Lunargenta. Xilandra se estremeció por un segundo, ya había visto otras veces paquetes como ese. Saludó cortesmente a los soldados y ellos le respondieron del mismo modo mientras se cuadraban y saludaban marcialmente.
-¿La General Xilandra Solcalido?- preguntó el que llevaba el paquete.
-Ya no estoy en el ejército, no es necesario ese tratamiento-. El soldado asintió y estiró los brazos hacia Xilandra con el paquete en las manos. -Lo lamento, señora- dijo con gesto compungido -La teniente Xylenia Solcalido ha fallecido en acto de servicio-.
Tras unos segundos de confusión Xilandra alargó temblorosamente su mano sobre el paquete -¿Cómo ha sido?
-La Alianza ha atacado Dazar’alor y ha asesinado al Rey de los Zandalari. La teniente entró en combate y no se cuenta entre los supervivientes.
Xilandra agarró fuerza el paquete para evitar el temblar de sus manos e intentó mantener un tono firme. -¿Y su cuerpo?- El soldado miró al suelo y con tono vacilante respondió -Muchos cuerpos cayeron al mar durante el combate en el puerto y fueron arrastrados por la marea. Muchos aún…
-Entiendo- respondió Xilandra mientras se llevaba aquel paquete al pecho. -Gracias, ya podeis marcharos- Los soldados volvieron a cuadrarse y saludaron marcialmente. Xilandra mantuvo a raya sus lágrimas hasta que los soldados desaparecieron y cerró la puerta. Apoyó su espalda sobre la puerta y comenzó a llorar.
Eilyria apareció de repente aún sonriente hasta que gesto cambió de repente al ver como el cuerpo de su prima se deslizaba sobre la hoja de la puerta hasta quedar sentada en el suelo. Pronto reparó en el paquete con el emblema de Lunargenta al que se aferraba su prima. “Xylenia” susurró antes de salir corriendo hacia su prima y abrazarla.
-Ha sido culpa mía, ha sido culpa mía- repetía sin cesar Xilandra llorando sobre el hombro de su prima.
-No has sido culpa tuya, ha sido esta absurda guerra- intentaba consolarla Eilyria. Xilandra levantó levemente su cara del hombro de su prima -Tienes razón, todo es culpa suya- dijo mientras una chispa de ira asomaba en sus ojos.
Rectificado,querida. Son las horas. Por la mañana temprano,y las legañas pegadas al ojo…
A veces no me fijo,en todos los detalles ortográficos del texto.