Reencuentro (Relato antiguo)

(Un borrador muy viejo que tenía para un reencuentro entre Maurten (Mi mejor amigo en la vida real que dejó el juego hace muchísimo y mi personaje) Como no le voy a dar uso ni es ‘‘canon en la historia de Nhail’’ lo dejo por aquí)

Reencuentro
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Frío, mucho frío y oscuridad, las antiguas murallas de Bosque Canción Eterna ya no son un refugio para el viajero, pero la necesidad de un fuego era una motivación mucho más grande que cualquier miedo en una noche como aquella.

Cansado y con los nudillos amoratados por el cortante aire gélido, Maurten distinguía las luces de las almena encendidas, paso a paso y haciendo camino a través de la densa niebla un pensamiento constante le ocupaba la mente, Helsc y Nhail.

Sus recuerdos llegaban hasta la noche anterior. Acampados en las postrimerías del bosque, riendo y recordando viejas aventuras a la luz de la cálida fogata, así recordaba Maurten a sus compañeros. Luego vino aquel chillido, aquel aullido de dolor y rabia endemoniada que les recorrió el cuerpo… aquellas formas, aquel olor, y luego nada… oscuridad.

Su incesante dolor en la cabeza le hizo creer que habría sido golpeado y que habría perdido la conciencia a raíz de aquello, pero con certeza nada había ahora en su mente excepto el hecho de que estaba solo y de que la única persona a la que podría recurrir se hallaba en el último sitio al que querría ir, Tierras de la Peste del Este. Aquella fortaleza de forajidos y renegados, la ciudad era el centro neurálgico del clan Oscuro. Allí dirigía Maurten sus pasos, iba en su búsqueda, necesitaba verlo, necesitaba consejo.
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Noche
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En plena noche, la ciudad fortaleza se encontraba medio dormida, solo algunas tabernas daban síntomas del bullicio y del desenfreno propio de aquel paraje.
Maurten buscaba una de ellas, “La Taberna Naciente”. En apenas media hora ya se encontró con la vieja puerta de madera que daba al interior del tugurio y con decisión la abrió secamente.

Escasamente tres borrachos sucios y dormidos eran la clientela de aquella noche, tras la pequeña barra un hombre barrigudo miraba atentamente de arriba a abajo.

Buenas noches extranjero, ¿buscas bebidas o habitación?el tono amable extrañó de manera muy grata que se acerco a aquella ruin barra para hablar más de cerca con el tabernero.

­­—No busco ni una ni otra tabernero, pero quizás puedas ayudarme de todas formas. Sé que aquí se hospedaba asiduamente un hombre llamado Ambrosh y es a él a quien busco, pues éramos amigos y necesito de su ayuda en estos momentosel gesto de Maurten reflejaba una intensa y gélida mirada interrogativa característica de los Caballeros de la Muerte, amable pero incisiva.

¡Niño! Ven ahora mismodijo con voz más alta el taberneroSube a la segunda planta y haz llamar al viejo, ¡Rápido!ordenó a su ayudanteMientras tanto, os serviré una cerveza. Y me diréis vuestro nombre si sois tan amables.

Os agradezco la cerveza, mi nombre es Maurtenlos ojos del tabernero se iluminaron sobrecogidos por el asombro y un ligero sentimiento de incredulidad.

Mi amistad con el viejo como le hacéis llamar es muy lejana y os agradezco sinceramente que me halláis ayudado, es la primera cosa buena que me pasa desde ayer a la noche.
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Mientras ambos hablaban una figura silenciosa había aparecido en la escalera que subía a los pisos de habitaciones. La candidez de la iluminación del local mostraba parcialmente su rostro descuidado y curtido. Bajo el ropaje viejo se adivinaba un cuerpo fuerte y en su cintura podía vislumbrarse una hoja envainada cuya cruz reflejaba un origen de noble linaje.

Sintiendo los pasos a su espalda, el Caballero de la Muerte se giro instintivamente y reconoció a su amigo levantándose de inmediato. Mientras la figura se acercaba fueron haciéndose más visibles sus ojos y el resto de su rostro, un rostro severo y arrogante y una mirada inquebrantable que lo estaba petrificando.
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Estas igual que siempre flacucho enclenque, muerto o con vidadijo con voz graveYa sabes dónde estamos y que los raptos en esta ciudad son habituales, pero últimamente se han cometido actos similares al que cuentas.

¿Entonces no es casualidad no? Me estás diciendo que alguien ha raptado a mis compañeros con premeditación…; debo hacer algo, pero no sé el qué, no sé dónde buscar Ambrosh.
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La habitación olía a humedad, era vieja y recubierta de viejas pieles de animales, la chimenea aún llameante calentaba a los dos amigos mientras seguían conversando con preocupación en sus rostros.
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Debes tener cuidado y… sí que sabes dónde buscar, pues si no fuera así no hubieras venido a buscarme…rio levementeTe voy a acompañar en tu búsqueda querido amigo, ya llega la hora de volver a empuñar la espada que se ciñe a mi cinto.

¿Dónde iremos entonces? Sabes más de lo que dices y me tienes intrigado… ¡habla claro por favor!

Iremos a ver a Usyth, él es el más versado en estos asuntos, y es verdad que sé más de lo que digo, pero estas paredes no son seguras Maurten. ‘’Duerme’’ un rato, antes de amanecer partiremos.

¿Usyth? ¿Aún está vivo? Dime donde está por favor, sólo eso y no te molestaré hasta despertar…

Cerca, en las Montañas Glaciales, allí reside ahora y allí le encontraremos.
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Aún era de noche, faltaban un par de horas para el alba y los dos amigos cargaban sus caballos. El frío cortaba como un cuchillo sus rostros y se protegían con pieles el torso de los escasos copos de nieve que comenzaban a caer.

Las montañas glaciales estaban lejos, cientos de millas les separaban de su destino, pero no era eso lo único que les preocupan, pues para llegar deberían escoger entre dos peligrosas opciones…; Tres horas llevaban ya de marcha y los rayos de luz animaron la charla de los aventureros.
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He querido preguntártelo desde que te vi, pero…

Suéltalo ya, siempre le das demasiadas vueltas a las preguntas interesantes.

-—¿Cómo fuiste a parar hasta Tierras de la Peste?, nunca supe el motivo real.

La pregunta fue seguida de una pausa de varios segundos.

Fue por una mujer, perdí mi rumbo por seguir el suyo y después de perderla no quise regresar, esa es la verdadcontesto con voz apagada y secaPero yo tengo ganas de preguntarte otra cosa a ti, y ahora responderás o juro que te dejo aquí mismo, ¿qué temes más, los Gigantes de Carne o los Eruptores de Peste?

No temo a los Eruptores, Ambrosh, los he cazado desde hace muchos años en Rasganorte y si te refieres a atravesar los montes o a atravesar el valle prefiero las montañas-respondió muy seguro.

Entonces estamos de acuerdo hermano, pero no creas que esas montañas están pobladas por dos o tres, no, eso fue así pero ahora no, ahora son bandas de varios Eruptores los que controlan esas malditas montañas, y con solo olernos seguirán nuestro rastro, así que más te vale que tu mandoble conserve el filo y haber mejorado con tu espada porque esta vez no podré con todosrio con fuertes carcajadas.

Tendremos ocasión de probar quién de los dos ha mejorado más, aunque te aseguro que preferiría no pasar por semejante trago.
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Tras horas y horas de cabalgata se acercaban más y más a las faldas de las montañas, y cada paso que les llevaba a su destino les alejaba de los restos civilizados que paulatinamente quedaban a sus espaldas, el frío era ahora más intenso, buscaron un sitio para pasar la noche y afrontar al día siguiente la difícil prueba que ante ellos se presentaba.
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Un Curioso Despertar

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Nauseas, nauseas producida por aquel repugnante y desconocido olor… y aquel dolor en la cabeza, aun con los ojos medio cerrados pudo ver aquella extraña situación para él.

Dos guardias custodiaban la puerta, eran enormes y bajo sus armaduras de coraza se podían adivinar poderosos brazos. La puerta de barrotes de metal era el único punto de acceso para aquella celda constituida por tres pequeñas paredes de roca esculpida de montaña y la puerta de barrotes.

Lo que más le extraño al pícaro era que no estaba atado, ni Helsc tampoco. El enorme guerrero yacía inconsciente a su lado con una fea herida en la cabeza, pero conociendo al Orco seguro que se sobrepondría.

Nhail se acerco a él y lo despertó.
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Helsc…Helsc despierta maldita sea.

¡Ohhh! Por todos los antepasados…que dolor… ¿Dónde demonios estamos? ¿Y dónde demonios está Maurten?el guerrero se tocaba la cabeza palpando la heridaMe han atizado bien en la cabeza, pero quien…

No sé ni una cosa ni otra, solo sé que estamos presos y no sé el motivo ni el captor y desde luego no sé nada de Maurten, supongo que escaparía o no lo vieron, pero lo que si se es que las corazas de esos guardias no las consigo asociar a ningún Reino conocido por mi… lo que me hace pensar que o bien nos han raptado para vendernos, o bien saben de dónde venimos camarada.
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El rostro de Nhail era serio y tenso, los ojos del pícaro buscaban cualquier dato posible de análisis y con una presteza increíble su evaluación de la situación había sido más correcta de lo que creía…
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Pues si lo que dices es cierto amigo ninguna de esas opciones nos convienen, así que habrá que pensar cómo salir de aquíHelsc buscaba en vano su hacha pero se alegró notablemente al notar que su viejo y oxidado cuchillo de caza oculto en la bota seguía con él.
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Con un leve gesto de su mirada indicó al pícaro que estaba armado, y éste respondió asintiendo al comprobar que sus daga ‘’finas’’ también habían pasado desapercibidas. Los ojos azules de Nhail se clavaron en la cadera del guardia que tenía delante de él, unas llaves pendían de su cinto, ahora su atención paso a la nuca del carcelero. Por su parte el Orco ya tenía el arma en posición de ataque y a un movimiento de asestar el golpe letal a su adversario.

Con una rapidez pasmosa ambos sincronizaron su ataque. El elfo lanzó con extrema precisión su daga, que apareció por la garganta del guardia, mientras que el fornido guerrero agarro por el cuello a su contrincante y le abrió un severo tajo que acabo con su vida.

Así en silencio, en escasos segundos, cual sombra se desliza por la pared, los dos compañeros abrieron su celda buscaron una vía de escape. Nhail, como siempre despejaba el camino cauto y alerta como un lince.

Tras varios minutos de deambular por el pasillo frío y estrecho divisó una portilla en el techo. A su indicación Helsc abrió la salida improvisada y ambos compañeros fueron a parar a un túnel frío, oscuro y estrecho…
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Monte

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La Montañas eran una extensa cordillera de picos abruptos inexpugnables para aquellos que nunca las han atravesado.

Maurten y Ambrosh decidieron probar suerte en el valle, pues la idea de encontrarse con varios enemigos en el estrecho desfiladero no les agradaba demasiado. Con paso veloz ambos compañeros atravesaban el frondoso valle con los ojos bien abiertos y todos los sentidos puestos en un posible ataque de aquellas feroces criaturas.

Todo estaba aconteciendo muy bien para ambos cuando…
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¡Ambrosh, delante de ti! ¡A tu izquierda! Ahí tienes a dos asquerosos, nos han localizadoMaurten aviso a su amigo, que con una destreza inusitada ya tenía su arma apunto para el envite.
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Ambrosh aceleró el paso de su caballo y se dirigió por el costado de una de aquellas abominaciones. Medio ciego la bestia había quedado aturdida y desorientada, lo que aprovecho para pasar por delante suya golpeando con su espada el vientre desnudo abriendo un tajo sangrante y mortal.

Trató de mantener sus tripas dentro cuando otra estocada le atravesó acabando con su sufrimiento. Disfrutaba con aquello, su alma guerrera necesitaba de la acción para sentirse completo y después de tantos años se reencontraba consigo mismo.
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¡Mira al frente! Tenemos mucha más compañía.
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En efecto a unos cientos de metros de ellos otras cinco abominaciones esperaban ansiosos, sus ojos desprendían una mirada sanguinaria y la baba les caía por la boca mientras vociferaban.
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Solo podemos pasar por los lados, tu por el izquierdo y yo por el derecho.

No podrán seguir a nuestros caballos si conseguimos rebasarlos.
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Ambrosh había asumido el mando.

Sin tiempo más que para dos o tres estocadas por su lado, hiriéndole en el costado, lo que hizo caer a la bestia. Su segundo y última fue para el mas grande, incrustó el mandoble en el hombro y este se enfureció aún más gritando de rabia y dolor mientras lanzaba fallidamente una de sus embestidas.

Por su parte Ambrosh aceleró el galope de su caballo al máximo y tras haber guardado su espada ya tenía en sus manos una rara ballesta cargada con dos pivotes acertando con los dos proyectiles en la cabeza.

Los dos lo habían logrado y se alejaban a toda velocidad de aquel valle, las abominaciones quedaron atrás y el destino a menos distancia…

Continuará…

(pero nunca continuó, es viejo y ahora con todo el nuevo lore que se viene tengo mejores cosas pensadas y planteadas, gracias por leer !!)

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