- Hace cuatro años…
El enorme buque de guerra se desplomó cuando la última ráfaga de cañones encendió su cañón de pólvora, arrastrando al poderoso barco bajo las olas del mar profundo. Alexander permaneció al mando mientras avanzaba rápidamente. Estaban a flote, pero habían perdido la mayor parte de su mástil mayor. La mayor parte de la comida la arruinó el mar salado de abajo.
— Maldita sea la luz…—murmuraron los supervivientes.
—Bueno, muchachos… me temo que nos quedamos a la deriva… me temo que vamos a tener que aguantar hasta que un barco de rescate nos encuentre. Nos queda mucha agua y los peces deberían detenernos—terminó.
Había verdad en sus palabras, pero todos sabían que la mayoría de ellos no regresaría. Porque todos conocían el cruel destino que aguardaba a los que quedaban a la deriva en el mar.
- Una semana más tarde…
De sesenta pasaron a cuarenta y tres cuando el cruel mar y las enfermedades se cobraron las almas desesperadas. Ya sin agua hacía tiempo, fueron bendecidos cuando se enteraron de un vendaval. Los hombres y mujeres restantes chuparon la lluvia de los trapos que solían ser sus velas, la locura se llevó a pocos y uno solo prendió fuego a la cubierta principal. Los hombres y mujeres no pudieron detener su locura.
—''Todo estará bien… saldremos de esto… todo estará bien…” —murmuró para sí mismo mientras por fin lo sujetaban y lo clavaban a la pared. Cuatro más cayeron por deshidratación y fatiga.
- Cuatro días después.
De treinta y nueve a veintiuno. La tripulación restante yacía tendida a lo largo de la cubierta principal, los rumores de locura reclamaban las mentes de muchos. La mente de Alexander se deslizó a medida que pasaba el tiempo. Su única ancla es su fe y su familia en casa. Si bien hizo todo lo posible, no pudo salvar a su tripulación. La Luz hizo lo que pudo… pero nada pudo saciar las necesidades más básicas que el hombre necesita para vivir. El hambre se apoderó de muchos, convirtiéndolos en criaturas desprovistas de toda vida y humanidad mientras mordían huesos, peleaban por sobras y, finalmente, asesinaban a un compañero por sospechar que tenían agua. Trece más perdidos en la cruel llamada de los mares.
- Una semana más después….
De ocho a cinco, de cinco a tres. Los que quedaron fueron el contramaestre, el grumete y el capitán Gray. Nos sentamos todos en la cubierta, aunque ninguno podía hablar. Nadie vigila, aunque deberíamos haberlo hecho. El grumete estaba acurrucado en un rincón murmurando dulces palabras para consolarse, aunque nada más que aire escapaba de su garganta. El contramaestre murmuraba y mordía un hueso. Seguí riéndome antes de saber que había perdido el control cuando finalmente fuimos arrastrados uno por uno al barco de rescate.
- Presente….
Aunque tres sobrevivieron a ese fatídico viaje (soy el último de mi tripulación), los otros dos todavía están atrapados en sus propias mentes porque su viaje nunca terminó. La Viuda Feliz dejándonos su cicatriz a todos, los momentos finales de los hombres atrapados en lo más profundo de su mente. A pesar del trauma, todavía me siento atraído por la Vigilia del Alba. La seguridad del tamaño, de una tripulación leal, la bendición de la suerte y la Luz que nos ayuda. Aunque muchos apartaron sus corazones y sus mentes del mar, éste sólo selló mi destino sobre sus olas rocosas.
Termino con una advertencia, nunca te hagas a la mar, nunca abandones la tierra. Una vez que estás en el mar, no importa lo que hayas planeado. Tu vida está a merced del mar desalmado y cruel. Así que quédate en tierra a menos que seas realmente un t0nto.