“Ha pasado mucho tiempo desde que me sentí así” Piensa Gaedrik contemplando el cielo roto en el linde de los Terrenos del Torneo Argenta, terminado tiempo ha.
“He vivido muchos sucesos, combates y aventuras para alguien con mi edad, pero es la primera vez en años que no experimentaba este sentimiento de… melancolía” Piensa de nuevo para si el cazador de brujas mientras mira de soslayo a sus hermanos y hermanas del Culto de las Sombras recogiendo sus pertenencias en un insondable y sepulcral silencio “Supongo que después de esta noche y su marcha, ninguno de ellos sonreirá en mucho tiempo”
Esa noche la figura más querida y relevante del Culto de las Sombras se había ido, esta vez sin retorno posible, causando desazón, tristeza y pérdida entre sus miembros “Excepto en mi caso” Piensa el cazador de brujas “No me dio tiempo a conocerlo bien, aunque si me dio tiempo a ver el tipo de persona que era, por lo que entiendo el ánimo actual de mis hermanos” Reflexiona el cazador de brujas, pensando en el futuro ahora que esa legendaria figura había desaparecido. El culto sin liderazgo de nuevo, aunque entero en esta ocasión, el Magister encerrado en si mismo, los veteranos perdidos en su dolor. El futuro era incierto… Excepto para Gaedrik.
“Algo termina… pero algo nuevo comienza” Dice con una media sonrisa Gaedrik “La caza es igual, nunca termina del todo, siempre hay otro trabajo, otro misterio… y lo que se acaba, a veces nunca lo hace del todo. Cómo dicen los Colmillos Grises La caza sólo representa el viaje, pero nosotros decidimos el camino y el destino Los Ancianos son sabios sin duda” Piensa con cierto cinismo el joven huargen.
“Pues bien, no importa que depara el mañana sé que será interesante y en mi fuero interno, sé a diferencia de mis hermanos que este no es el final… volveremos a verte, Maestro, estoy seguro” Dice esbozando una sonrisa lobuna firme y segura, mientras observa el frío amanecer de Rasganorte.