[Relato] Exterminio remunerado

-Es la hora, todos a vuestros puestos. -dijo Ponzo a su escuadrón con aire militar.
Los Serpientes de Pantoque iban a atacar el campamento de los rebeldes en pocos minutos. El ambiente estaba impregnado de nervios, intriga y cierto sadismo. Gary, Nick y Magnifia se preparaban para la batalla mientras que Lennox manipulaba un enorme cañón de balas explosivas.

-Recordad el plan: gaseamos todo el campamento, matamos a un par de traidores y apresamos al líder de Taluha para que le hagan justicia en Orgrimmar. -continuó Ponzo mientras se colocaba la máscara de gas.
-Tengo un mal presentimiento… -se quejó el hermano Gary mientras invocaba a la Luz murmurando entre lamentos.
Magnifia se reía del sacerdote goblin y Nick parecía perder los nervios por su incompetencia.
Ponzo se subió al cohete goblin altamente explosivo, lo arrancó y empezó a moverlo por el bosque de Feralas. Los demás se colocaron sus máscaras de gas, subieron a sus vehículos y fueron con él.
Los Serpientes de Pantoque se acercaron a un campamento tauren en el que habían clavado el cadáver de un renegado en las puertas de madera. Sin duda esa parecía ser la posición de los rebeldes de Taluha.
Ponzo dio la señal y su cohete voló por encima del campamento esparciendo gas tóxico por el lugar.
-¡TODOS ADENTRO! -gritó un tauren Tótem Siniestro.
-¡A CUBIERTO! ¡NOS ATACAN!
El pánico cundió durante unos instantes en el campamento, pero se resguardaron del gas rápidamente y utilizaron una vía de escape mientras los Serpientes de Pantoque, ayudados por un mercenario orco gaseaban el lugar.
Para sorpresa de los goblins, el campamento estaba mucho menos poblado de lo que parecía. Según lo que habían oído, el campamento Pezuña Negra era bastante grande y abastecía un buen número de militares rebeldes, pero este otro campamento era mucho menor.
El escuadrón de Ponzo avanzó por el campamento sin ningún miramiento. El gas desprendido por el cohete de Ponzo había alcanzado a los defensores Tótem Siniestro y fueron los primeros en caer. Mientras, Nick, Gary y Magnifia se habían dedicado a lanzar bombas de gas dentro de las cabañas, y los pocos tauren que se habían refugiado en sus interiores murieron asfixiados.
Los goblins visualizaron el campamento desvastado desde el cristal tintado de sus máscaras de gas. Magnifia se fijó en el cadáver de un tauren bastante musculoso y grande, hizo un gesto y Nick sacó su espada para cortarle la cabeza.
De una forma macabra que llamó la atención de sus compañeros, el pícaro separó la cabeza del tauren y se la cedió a Magnifia para que la guardara como única prueba de la ofensiva que se había llevado a cabo en ese lugar. Los renegados de la Corte del Olvido iban a pagar por cada una de las cabelleras que consiguieran, y aunque Ponzo y sus muchachos sospechaban que aquel campamento no era el de Taluha, nada les impediría cobrar una mínima recompensa.
Nick terminó su sucio trabajo mientras Gary miraba hacia otro lado, evitando visualizar la sangre y deseando marcharse cuanto antes.
Tan pronto como terminaron, se subieron a sus vehículos y se dispusieron a abandonar el campamento gaseado.
Y a pesar de que la misión había sido un éxito, nada impidió que un cierto sentimiento de fracaso inundara el ambiente durante el camino de vuelta a Orgrimmar.

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