[Relato] Historias bajo la sombra de la guerra

Como bien explico en mi otro post escrito en este foro (Novato en el rol dentro y fuera de WoW - n.º 7 de Stive-los-errantes) Soy muy nuevo en temas de rol y dado que se me a recomendado no complicarme demasiado asta Shadowlands y empezar el roleplay junto con la expansion He pensado que mientras tanto podría ir escribiendo algo que me entretenga y a su vez se podría usar como base de un personaje que yo pudiera rolear. De modo que dejo aquí una historia corta, que iré actualizando cuando pueda, inspirada en mi main y como a llegado desde la caída de teldrassil asta el final de la guerra contra la horda en BfA.

CAPITULO 01: UN LIBRO EN BLANCO

El caos de la batalla… Los gritos de dolor y de mando se entrelazan y él, jadeante, alza su arco con denotado esfuerzo. Un disparo atraviesa el ojo del troll, otro acierta en la garganta de un no-muerto. La siguiente flecha busca la vida del orco, pero la armadura de placas le salva y consigue llegar hasta el tirador, que interpone su arco en un reflejo, tratando de detener el tajo de la gran hacha de guerra.

Con un chasquido, el arma a distancia parte, el filo lo golpea y lo derriba. La herida duele, pero la armadura de centinela ha reducido los daños. De rodillas, sin fuerzas para esquivar el siguiente ataque, abraza su destino con orgullo de guerrero. Ha luchado bien, ha luchado por su pueblo, Elune lo tendrá en cuenta.

El orco observa a su rival, luego hecha un vistazo rápido al campo de batalla desolado para comprobar que no queda nadie más, nadie del bando enemigo al menos. El groso del ejército de Sylvanas se ha retirado de la costa, toman los puntos estratégicos y alzan las defensas para el contraataque de la alianza. Los demás miembros de su escuadra están repasando la costa, rematando a los elfos heridos y atravesando los cuerpos por si alguien está fingiendo.

Se refleja un ápice de disgusto en su rostro y otro de compasión al mirar de nuevo a la victima arrodillada. Dice algo en orco, algo que el elfo no puede entender, y alza su arma con dos manos dispuesto a dar el golpe final… Pero la muerte no llega. El arquero ve como su fiel pantera negra salta por encima de su cabeza y cae sobre el verdugo, aferrando los colmillos en la garganta.

Con gran dolor, amo y mascota se arrastran uno hasta el otro. El animal a sufrido un corte profundo a lo largo del torso. El elfo trata de aplicarle primeros auxilios, pero sus manos tiemblan al sacar los utensilios médicos de la pequeña bolsa en su cinto, consciente de que tal herida es letal. Consigue colocar sobre el animal una venda que se empapa de sangre al instante, al igual que sus manos hasta los codos. El rojo liquido esta tibio, como el aire nocturno templado por las llamas de Teldrassil, al otro lado del oleaje.

Impotente, agacha la cabeza y llora desconsolado, perdiendo toda nobleza guerrera. “Es más fácil morir que ver morir a los tuyos” dicen los humanos. El animal hace un ultimo esfuerzo, un gesto de amor puro y sincero. Alza su rostro y da un lametazo en la mejilla de su amigo bípedo. Como si tratara de decir “esta bien, no te preocupes”.

El elfo da un respingo al sentir el húmedo contacto, mira hacia abajo, pero el felino yace ya con sus ojos vacíos de vida.

PAGINA 02

Breken abrió los ojos y se irguió en la cama como si tratara de huir de aquella escena. Miro a su alrededor y suspiró aliviado al verse de nuevo en la segunda planta de la finca Wollerton donde a él y a otros refugiados les habían cedido unos catres.

Buscando apartar de si aquella sensación opresiva, se acercó a la ventana y la abrió para que la fría brisa del atardecer aireara la estancia. Los campos estaban ya vacíos, los faroles encendidos y aquellos que no residían en el edificio, ya fuera por falta de espacio o por que preferían estar al aire libre (algo muy dado a los elfos) se reunían junto a las tiendas de campañas cedidas por el ejército de ventormenta.

Quizás por estar cerca de la ventana, quizás por ser las paredes finas, pudo escuchar una conversación que se producía en el piso inferior.

  • Breken… Curioso nombre para un Kal´dorei – Dijo una voz suave y armoniosa como solo podía ser la de una mujer de su especie.
  • Es un apodo dado por los humanos. Creo que es una malformación de un dialecto antiguo, y lo usan como chanza para describirlo. Para ellos, el también es antiguo, difícil de entender y no del todo como debería ser en realidad. – La segunda voz resonaba grabe y profunda. Típica en los druidas de la zarpa.
  • Por eso me as echo venir. ¿Dices que tu magia no puede sanarlo? Ya habías curado casos de amnesia anteriormente.
  • Si, pero este es distinto, no solo a perdido gran parte de su memoria, también hay un recuerdo que no le deja recuperarse, un trauma.

Las voces llegaron a la puerta del dormitorio compartido, llamaron al tiempo que la elfa mencionaba lo molestas que eran estas. “En darnassus no necesitábamos puertas” dijo con tono de pesar y nostalgia.

Breken, esta es Aliria Suabebrisa. Es una sacerdotisa de Elune, me gustaría que echara un vistazo a tu problema.

El arquero no dijo nada, tampoco se movió, simplemente permaneció en la ventana mirando al vacío hasta que sintió una mano en su espalda.

  • Es reconfortante, ¿verdad? La luz plateada de la luna. No te molestare mucho tiempo. – La mujer cerro los ojos y comenzó a murmurar un mantra. Tras unos instantes, la elfa retrocedió un paso, le dedico una triste pero honesta sonrisa, miro a su acompañante druida y negó con la cabeza.
  • No hace falta que digas nada. – Dijo Breken ante la palpable incomodidad del hombre. – No hay cura para mi aflicción.

Se hizo el silencio. Un búho hululaba en alguna parte, el ancestro de la sabiduría crujía al moverse y una madre gritaba en Darnassiano a sus hijos, instándoles a volver para cenar. En el piso inferior comenzó a escucharse el escandalo de quienes preparaban la gran mesa común.

  • Quizas… Quizas elune pueda ayudarte. -Dijo la sacerdotisa, cobrando determinación en sus palabras a medida que su idea cobraba forma en su mente.
  • Elune no nos ha ayudado demasiado últimamente – Respondio el elfo. No tendría toda su memoria, pero recordaba la perdida de costa oscura durante el cataclismo y ahora… Solo pensar en el árbol en llamas le provocó una fuerte jaqueca.

PAGINA 03

El comentario debió herir a la mujer, que se dirigió a la puerta sin decir nada más. El druida fue quien tomó la palabra.

  • Eso no a sido muy inteligente, ahora no querrá volver a tratarte. – Dijo tratando de sonar chistoso, pero el efecto no fue sino lo contrario.
  • Si no hubiera sido por ese orco… o esa sylvanas. ¿Qué tiene contra nosotros? Cada vez que intento recordar me estalla la sien. Probablemente e vivido mil años y no puedo recordar ninguno de ellos. Casi todo lo que se, es lo que recuerda mi instinto. Se disparar y luchar, se que estamos en guerra, se que no me gustan los gnomos…
  • Los gnomos… Si, ha sido difícil ser cordial con ellos. – Añadió el druida. – Son buena gente, eso seguro, pero esas máquinas…

Durante un instante ambos sintieron una camaradería que no sentían desde que se habían conocido. Pero el buen animo no duró demasiado pues el kit de la conversación seguía sin resolverse. ¿Cómo podía recuperar la memoria?

  • Mira… - Comenzó a decir el druida pero se tomó un minuto para buscar la manera correcta de expresar algo que podía ofender a su interlocutor. – Quizás no necesites recordar. Estamos aquí y ahora, sigue con tu vida. Al fin y al cabo, no eres el único elfo de la noche que tiene que empezar de cero. Todos buscamos nuestro lugar ahora que hemos perdido nuestro hogar.
  • Si, tienes razón. – Respondió el elfo con mas calma de la esperada. – Pero si soy el único elfo que no lo recuerda. Mientras los demás cuentan anécdotas pasadas junto al fuego, mientras los demás hacen reuniones para llorar a los caídos. Yo solo recuerdo haber luchado en una playa y haber perdido. Veo mi hogar arder, pero mis emociones carecen de la pena que los demás tiene por que no recuerdo haber vivido en ese lugar.

De nuevo el silencio incómodo roto por sorpresa por un humano que se encontraba en la puerta.

Quizás puedan ayudarte en la catedral. Hay sacerdotes de la luz y paladines. – Ambos elfos se giraron sorprendidos. – Y, por cierto, la cena esta lista, subía a ver si había alguien para avisarles así que… Estáis avisados.

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