Hace tres días, en las junglas de Tuercespina…
Llovía. Tuercespina nunca había sido un sitio que le agradase aunque en realidad no lo había visto nunca pero al pisar esa tierra envuelta por la jungla sentía como si hubiera pasado toda su vida entre palmeras y piratas. El Sol caía abatido por la Luna, como siempre, incluso llegaba a pensar que se repartían el cielo. Sin duda, era una idea muy poética pero a la vez muy alejada de la verdad.
Se sentó en una piedra solitaria que yacía inerte en el terreno del lugar acordado para el intercambio. Era un claro en mitad de la jungla, oculto por la densa maleza própia de la zona.
Esperó un buen rato hasta que, derrepente, el aire comenzó a calentarse a la vez que el ambiente se volvía pesado y cargado. En un abrir y cerrar de ojos un portal de color verde se abrió a escasos metros delante de ella y por el cual salió una sola figura, un elfo con los ojos vendados y rebosante de energía vil. Cuando el elfo tocó tierra firme se paró un momento a contemplar el mundo que le rodeaba con la fría calma e inexpresivo rostro que le caracterizaban. Estuvo unos segundos así, tal vez disfrutando del mundo que algún día conquistaría, o simplemente intentando averiguar si había algún espía por la zona. Cuando ese tiempo finalizó, posó su rostro sin ojos sobre la figura encapuchada que le estaba esperando y que ahora le miraba fijamente, un poco sorprendida.
-Te estaba esperando- dijo la figura esbelta y encapuchada.
-Estoy aquí, como prometí hace tres meses. Tan solo hay un problema: no veo al que prometiste que traerías ante mi presencia- el elfo avanzó amenazador hasta estar justo delante de su acompañante.
Lo sé, pero he dado con su pista. Recuerda que tan solo te sirvo a ti, Gael. Mi lealtad es para con la Legión Ardiente. Te entregaré al brujo orco cueste lo que cueste.- afirmó sonriendo vilmente bajo la sombra de su capucha.
Bien. Cuando lo tengas, entrégamelo. Lo doblegaré y haré que entre en razón. La Legión volverá a este mundo.- El elfo volvió a reabrir el portal y se desvaneció en la oscuridad que le esperaba en el otro lado.
La figura encapuchada rió divertida.
Con vuestro intelecto, no lo creo. La Legión fracasó porque no teneis ni medio cerebro de goblin.
Dicho esto, decidió volver a su refugio en Bahía del Botín, junto a Hogatan. A la mañana siguiente daría con Gárador, pues ya sabía donde estaba y que estaba haciendo pero no se lo entregaría hoy a Gael, todavía no.
Tres días después…
La elfa reflexionó en soledad desde lo alto de la fortaleza en ruinas, la cual antaño habría supuesto un duro obstáculo contra aquellos que quisieran invadirla. Cañones y armas de asedio que ahora se caracterizaban no por ser letales si no por estar envueltos en hiedra. Paredes derruidas, celdas oscuras y puentes maltrechos se hallaban en esa zona.
Suspiró. Lo importante estaba hecho. Había encontrado a Gárador y le había convencido para encerrarlo en una celda sellada con mágia y algunos aparatos de su nuevo aliado, Alexxander.
Soy tu más fiel sierva, Gárador. Pronto, todos nos servirán, Gael se arrodillará ante ti y todos contemplaran tu gloria como nunca antes. Pero primero debes descansar en esta celda sellada magicamente por si Gael se presenta antes de tiempo.- Repitió en voz baja las palabras que le había dicho a Gárador y con las cuales le había envuelto en una telaraña de mentiras y traiciones venideras.
Reuniré a los antiguos seguidores de Gárador, los cuales ya no sirven a Gael. Cuando los tenga, le diré el hechizo de desactivación a Gárador. Cuando caiga la noche, desactivaré las defensas y entregaré a Gárador a Gael, como había pactado hace tres meses…
Con esto todos sus heraldos pensarán que Gárador les ha traicionado y gracias a mi hechizo eso será aún más creible. No sé que reacción tendrá Gael, si me dejará en paz o querrá destruirme pero, sinceramente, es irrelevante pues mi plan ya habrá dado sus frutos y, si no se enfrenta a mí ese día, iremos más tarde a matarle, librándome así de otra carga. Al verse traicionados, sus heraldos se verán sin una cabeza a quien seguir, sin un líder, y yo tomaré las riendas. Me alzaré sobre todos mis HERALDOS como REINA, como su salvación. Forjaré un imperio a raíz de las cenizas de una orden destrozada.- la elfa rió levemente. Le había quedado un monólogo bastante bonito, de alguna manera necesitaba repasar su plan en voz alta.
No le preocupaba lo más mínimo lo que pasara con Gárador. Simplemente era una herramienta más para obtener el control total, bueno, más que una herramienta un obstáculo del cual se libraría facilmente.
La red de mentiras ya estaba tejida, ahora solo faltaba esperar a la presa, envolverla… y consumirla.