Caía ya la noche cuando Anabelle puso un pie en la ciudad de Ventormenta, con su acompañante bien oculto en un hechizo y ropas que llamasen la atención lo menos posible. Había pasado ya un tiempo desde que ella y sus compañeros del Culto de las Sombras se despidieron del Sumo Arconte Kracius, y pese a la tristeza, la joven apenas había tenido unos días para asimilarlo antes de regresar a su interminable búsqueda.
Gracias a la ayuda de Desmond, lograron encontrar un mecanismo oculto dentro de una de las tantas catacumbas del Bosque del Ocaso, que daba a otra sala más grande donde hallaron un par de pistas que les podría llevar a su siguiente objetivo. Aquello, junto con el cuaderno que rescataron en Drustvar hacía ya tantos meses, parecía apuntar en una dirección concreta.
“Tengo un contacto que podría esclarecer todo este asunto”, había dicho su maestro en el momento de reunirse con él. “Si mis sospechas son acertadas, Lariat puede haberse juntado con gente mucho más peligrosa de lo que creíamos en un inicio. Tendrás que reunirte con cierta persona en Ventormenta, yo adelantaré trabajo para un posible viaje a Kul Tiras.”
Suspiró, atravesando el arco que daba al barrio de magos, donde se encontraba todavía su anterior hogar. Sin embargo, en lugar de dirigirse a su casa, cambió de rumbo en el último momento, encaminándose al mirador.
La ciudad entera ya se estaba preparando para la festividad de invierno, todo ello pese a las preocupantes noticias que llegaban desde el norte. Incluso en tiempos como aquellos era importante mantener las tradiciones y las mentes de civiles y niños ocupadas con algo más positivo.
—Kul Tiras otra vez… ¿cuántas vueltas vamos a tener que dar? — Se preguntó Anabelle, apoyando las manos sobre la piedra del mirador, observando el horizonte.
“Ya escuchaste al viejo. Esto no es un grupo fanático cualquiera”, repuso Clarence, que aprovechando que estaban solos se permitió el lujo de alzar un poco la voz. “Además, podría ser nuestra última parada. Recuerda que te dijo que ni se te ocurriese ir sola, así que más nos vale prepararnos bien.”
—Siempre me dice que no vaya sola — repuso la joven, encogiendo los hombros y mirando en la dirección donde su compañero estaba, en teoría —, lo cual es irónico porque no puedo despegarme de ti.
“¡Jah! Se te empieza a pegar mi maravilloso sentido del humor, niña. Tú sólo procura que no te maten, para mí ya es un poco tarde.”
Anabelle acabó por esbozar una pequeña sonrisa. Sacó ese cuaderno de su bolsa, examinándolo de nuevo pese a que no podía entender ni una sola palabra. Kul Tiras, Drustvar, Clarence, Lariat… tenía la sensación de que el final estaba próximo. Y eso sólo podía significar que lo peor aún estaba por llegar.
// Bueno, esto es sólo un pequeño relato para justificar que el personaje va a estar unos días en Ventormenta (principalmente en el barrio de magos) antes de dar inicio a un evento que llevo varios meses planeando y que está intrínsecamente relacionado con su trama personal.
Estos dos personajes tienen más de dos años de trabajo detrás y estoy muy contenta de por fin poder darle un cierre a la primera parte de su trama. Gracias por leer y felices fiestas. ~