- Apenas recordaba algo de su vida pasada. Unas palabras dichas por una voz que no era la suya presionaban fuerte en lo que quedaba de su mente. “Soy el Sendero Óctuple” una y otra vez, agobiándola con su peso, con la intromisión a su espacio mas intimo. Su alma ya no era suya, ella lo sabía, y cambió de postura, acomodándose en la silla, o mas bien en la representación mental de lo que era una silla, frente a una mesa redonda con 8 asientos. Cuatro de ellos vacíos. Las otras tres figuras eran muy variopintas. a Su derecha, alguien que podía calificar cómo un gran guerrero, sin embargo su rostro era cruel y reflejaba años de batallas y de actos terribles. Su mirada estaba enrojecida, sus ojos dilatados, presa de la locura, de ese tipo de locura que trae la sed de sangre. Llevaba una armadura arcaica en bronces y tela, por alguna razón pensó que era antigua, aunque no sabía por qué. A su izquierda; una mujer con aspecto lascivo e inocente a partes iguales, aspecto, que usaba, como ella ya sabía, para obtener secretos, información y otras posesiones de sus victimas, o al menos así había sido antes, antes de… estar… en este lugar sea cual fuere.
Delante suya, como presidiendo la mesa, se sentaba en un trono, mucho mejor construido y adornado, una figura formada por puras sombras y terror, exudando un miasma de pura entropía y causando un hambre extraña y antinatural a quienes les rodeaban. No sabía decir si era un hombre o una mujer… ni siquiera sabía si tenia nombre. Era curioso podía recordar la historia de los demás menos la suya propia. Parecía que los demás, incluso la sombra, padecían del mismo efecto.
-Hermanos míos. - Habló la sombra con una voz alienígena y antinatural. - Debemos encontrar a las almas restantes, solo así estaremos completos.
-Es difícil encontrar almas dignas, últimamente solo hemos encontrado escoria temblorosa. -Habló el guerrero con furia en su voz.
-El camino a la gloria es sinuoso, Valdor, ¿no aprecia la oscuridad primigenia los banquetes de almas que le ofrecemos? ¿Acaso no le satisfacen nuestras degustaciones mortales? - La voz de la mujer joven era cómo la seda. Tentación pura y dura, oírla era dañar la mente con nostalgia inducida.
-La Gran oscuridad exige resultados, no solo acciones, Inkarna. Debemos recorrer el sendero óctuple. Debemos estar completos.
-Y entonces qué - Rugió Valdor. - ¿Qué pasará cuando reunamos al resto del sendero, nos desvaneceremos cómo leña al fuego, cómo combustible para los planes de los señores del más allá?
-Pocos recorren el camino de la gloria, Valdor. La recompensa por llegar al final, es la vida eterna y un poder mas allá de los mortales.
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Hemos visto y oído lo que les ha ocurrido a todos aquellos que han escuchado promesas de “poder inimaginable” - Siseó inkarna. - Todos muertos y olvidados por los… “Héroes” de Azeroth, esos… “adalides”. No hay poder supremo en este universo que no pueda ser desbaratado.
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Y aun así obtendremos un poder considerable. Ocho almas poderosas unidas en un receptáculo - La sombra la miró durante un momento, para puntualizar y acentuar el significado de lo que acababa de decir. Le recorrió un escalofrío.
-Pero tos palabras son sabias. Debemos adoptar un enfoque más… mundano.
-Sin duda fue una suerte que encontráramos a alguien tan dispuesta a dejarse seducir. - Valdor sonrió de manera cruel, enseñando los dientes desiguales y picados. - Que conveniente que una mortal de Azeroth se dejara embaucar por el poder de las sombras.
-su destino y el de su familia son el mismo, mi Querido Valdor, Ella estaba marcada desde su nacimiento. su sangre maldita, infectada por la muerte y las sombras han servido bien a nuestro proposito.
-Ella se puso rígida y dio un golpe en la mesa, estaban continuamente provocándola y era harto molesto.
-Yo soy tan prisionera cómo cualquiera de vosotros dos. Contestó.
-Y sin embargo tomas decisiones en este sendero, -Dijo Inkarna.
Volvió a recostarse contra la silla, malhumorada y contrariada. Era su cuerpo el que usaban, por el que hablaban. No tenian derecho.
-Y por tu culpa estamos… Atados - Valdor escupió esas palabras como si fuera veneno. - A esa maldita mortal de pelo verde y renacuaja. y su panda de palurdos mentecatos.
- Yo los encuentro fascinantes. - Dijo Inkarna con coqueteo. - Y mantienen temas de conversación mucho mas interesantes que las tuyas Valdor. Estoy canasada de escuchar por enésima vez cómo conquistaste la fortaleza imposible de Baldhur
-Ellos dos siempre discutían, y la sombra lo consentía, pues era cuando más control obtenía sobre el cuerpo, ella, o él, o lo que fuera, observaba, se aprovechaba de la psique de los demás y leía sus recuerdos y sus deseos. Los usaba.
-En cambio tu no has dicho nada ultimamente… Alexia.
-Claro, había leído sus reflexiones en su propia mente.
- no hay mucho que decir, cuando hablamos hablamos todos, cuando discutimos, lo mismo. Esto es una condena peor que cualquier infierno.
-Pronto verás la “luz” que la oscuridad puede otorgarte. Ya eras una criatura de las sombras antes, ríndete a lo inevitable. Al fin y al cabo ya nunca estarás sola…
Nunca más… Pues somos… El sendero Óctuple