Capitulo Primero
La ciudad de Lunargenta daba la bienvenida a un nuevo día, tan esplendida como siempre, cuando de repente un grupo de encapuchados entraron en la ciudad. Pese a que los guardas se los miraron de arriba abajo, el jefe de la guardia vio algo en uno de ellos que le indicó que los forasteros no eran un peligro. Con paso firme, los tres encapuchados se dirigieron hasta el banco de la ciudad, el cual a aquellas horas estaba a rebosar de elfos, que iban a meter su oro en el banco y de otros tantos que iban a retirar una parte. Mientras dos de ellos se situaba a ambos lados de la sala principal del banco, el tercero cerraba las puertas para asegurarse de que nadie saliera o entrara hasta que ellos hubieran cumplido su cometido. Una vez asegurada la única salida del banco, los tres encapuchados echaron atrás sus túnicas, dejándolas caer al suelo y mostrándole a todos los presentes sus rostros. Se trataba de Mandibulas, Saki y un trol al que todos conocían como Luzber.
- Buenos días señores y señoras, esperamos no importunarles demasiado, pero en el día de hoy todos y cada uno de ustedes, va a ser atracado
Las palabras de Mandibulas resonaron por toda la sala, y de tras una columna aparecieron dos no muertos más. Se trataba de Neo y Death, los cuales se encargaron de recoger cualquier arma que los presentes pudieran portar con ellos y que pudieran dificultarles su labor aquel día en el banco de la ciudad. - A mis colegas también los conocen. Death se ha encargado de repartir por toda la sala una serie de explosivos, mas que nada por si, aun desarmados, alguno de ustedes tratara de hacer algo que inoportune nuestros planes. Y ahora que todo está claro, que comience el espectáculo.
Mientras Neo y Death agrupaban a la multitud en un rincón para que no estorbaran, Saki y Mandibulas se dirigían a las cámaras de seguridad del banco, mientras que Luzber guardaba la puerta principal para asegurarse de que nadie les molestara. Mandibulas comenzó a abrir las cámaras de seguridad por el lado derecho mientras Saki se encargaba del izquierdo. Ambos sabían muy bien lo que habían ido a buscar, y tenían la total certeza de que se encontraba en alguna de aquellas cajas, lo que no tenían tan claro eran en cual. Y mientras Mandibulas y Seki rebuscaban en las cajas de seguridad, Luzber se encargaba de su parte del plan, que no era otra que buscar un modo de salir del banco sin ser atrapados por los guardas. - Bien Death ¿colocaste las cargas explosivas?
- Sí, en el centro de la sala tal y como me dijiste y en círculo, aunque sigo pensando que es una mala idea
- Después soy yo el que está loco
- Confiad en mí, se lo que hago. En cuanto las cargas hagan un boquete, el agua saldrá a borbotones inundando el banco
- ¿Y nosotros saldremos por las alcantarillas bajo la ciudad?
- Así es Neo, sabéis nadar ¿verdad?
- Claro que sabes nadar
- Pero yo odio el agua
- Tranquilo Death, un baño no te matará
Tras buscar en todas y cada una de las cajas de seguridad, Mandibulas y Saki no encontraron lo que habían ido a buscar. Una pequeña caja de madera que guardaba algo que necesitaban con máxima urgencia. El uno al otro se miró con una firme cara de preocupación, aunque ninguno de ellos encontraba las palabras con las que romper aquel silencio. - ¿Ves? Te dije que no podíamos fiarnos de ese viejo
- Dijo que estaba aquí Mandibulas, ¿Por qué nos iba a mentir?
- No lo sé, pero aquí no está – en ese momento Mandibulas dio un fuerte puñetazo con todas sus fuerzas contra la pared del fondo de la sala y en esta se escuchó como un anclaje abría un compartimento secreto en el cual estaba escondido lo que iban a buscar - ¡Bingo!
- Te lo dije incrédulo
- Bien, hora de marcharse
El grupo se reunió de nuevo en la sala principal del banco, desde donde podía oírse a los guardas golpeando la puerta principal tratando de entrar en el interior. Sin embargo, había llegado la hora de irse, y si el plan de Luzber daba resultado, a los guardas les sería imposible seguirle los pasos a ninguno de ellos. - Bien señores, gracias por ser unos rehenes tan buenos hoy, los rezagados les agradecen su colaboración, y les recuerda que no hay atracos malos, sino rehenes desobedientes, que pasen ustedes un gran día. Luzber llegó la hora
- Bien chicos, coged aire, esto va a ser divertido
- La parte buena es que somos no muertos, no podemos morir
- Yo si podría morir Saki
- Bueno el plan a sido idea tuya, así que suerte amigo
Luzber sacó el detonador de su bolsa y apretando el botón hizo que las cargas en forma de circulo situadas en el centro de la sala principal se hundieran haciendo que saliera un enorme borbotón de agua que empezó a inundar por completo el banco, al tiempo que todos y cada uno de ellos se lanzaban por el socavón provocado siendo arroyados por las alcantarillas bajo la ciudad a toda velocidad en dirección al rio. En cuestión de dos minutos, todos ellos estaban en el rio, haciendo que a los guardas de Lunargenta les fuera imposible alcanzarles, y aunque un poco empapados, estaban vivos, y con lo que habían ido a buscar - ¿Lo veis? Os lo dije
- Mandibulas, la próxima vez organiza tu la huida, este trol esta más loco que Neo
- Gracias por la parte que me toca Saki
- Hora de largarse chicos, los guardas no tardarán en averiguar donde hemos ido a parar
- Bien dicho Mandibulas, es hora de darles un entretenimiento
Death pulsó su pulsado y las cargas repartidas por el banco hicieron explosión haciendo que el tejado de este se viniera abajo llenando media ciudad de polvo y dándoles el tiempo suficiente para alejarse lo suficiente de la zona como para que a los elfos les fuera absolutamente imposible alcanzarlo o averiguar donde habían ido.
Habían pasado casi tres años desde que Adêss se sacrificara por la paz junto al portal oscuro. En aquel tiempo habían cambiado muchas cosas. La peste recorría cada rincón de Azeroth y el reinado de Arthas cada vez se hacía mas afianzado. Muchos habían sido los que habían tratado de derrotarlo y sin embargo habían terminado formando parte de sus filas de caballeros de la muerte. Sin embargo, ahora, después de casi tres años de reinado, por fin parecía haber una posibilidad de vencer al rey exánime. Un plan tan loco que nadie se atrevería a llevarlo a cabo, nadie excepto los rezagados, los cuales estaban a punto de verse obligados una vez mas a dar todo cuanto tenían a cambio de recuperar la paz que antaño tanto les costó conseguir.
Tan solo cuatro horas después del magistral atraco al banco de Lunargenta, el dispar grupo llegaba a Nagrand, al otro lado del portal oscuro, en donde Tatsu les esperaba frente a una caja de madera con un orco anciano, que había conocido días mejores y que ahora pasaba los días apoyado en su bastón viendo como la horda y a alianza resolvían sus diferencias a base de golpes en aquellas nuevas tierras. - Tatsu, ya estamos aquí
- Vaya Mandibulas, sinceramente no creía que lo fuerais a conseguir
- Bueno, fue de poco. Aquí tienes la caja que nos encargaste recuperar
- Bien, buen trabajo chicos. Logmond aquí tiene la caja
- Bien chicos, esta caja contiene lo único que puede hacer volver a vuestro amigo del otro barrio
- ¿El que? – preguntó Neo intrigado –
- La ultima dosis de sangre de dragón. Apartaos un poco, después de tres años, vuestro amigo puede volver algo, irascible
El anciano vertió el contenido de la pócima por encima del ataúd mientras recitaba unas palabras que ninguno de los presentes era capaz de comprender o identificar. De inmediato, la caja de madera comenzó a temblar, como si fuera a estallar en mil pedazos, por lo que todo el grupo se echó aún más atrás de lo que ya lo estaba. Y tras varios minutos, la tapa de la caja salió disparada hacía un lado y del ataúd, como si de un resorte se tratara saltó Adêss completa y absolutamente vivo. Sin embargo, los miraba a todos como si no les conociera, como si fuera la primera vez en su vida que viera a aquellas personas. Y sin que nadie lo esperase, agarró una espada apoyada sobre un montón de cajas y se encaró con todos los que le rodeaban. - ¿Quién demonios sois? ¿Dónde estoy?
- ¿Logmond? ¿Qué le pasa?
- Os lo advertí Tatsu, le hemos devuelto de entre los muertos y después de tanto tiempo, tal vez lo que haya vuelto no sea el Adêss que conocíais
- Adêss – Mandibulas le llamó por el nombre haciendo que este se girase hacía el, momento en que Mandibulas aprovechó para darle un fuerte cabezazo y dejarlo de nuevo inconsciente – ale, a dormir de nuevo – todo se lo quedaron mirando un tanto sorprendidos - ¿Qué? ¿Me vais a ayudar a atarlo o esperamos que se despierte otra vez?
Sin duda, el regreso de Adêss era necesario para que el plan del grupo funcionara, pero el problema era que Adêss no reconocía a ninguno de sus amigos, y por desgracia para el grupo el tiempo iba en contra de ellos. Pues a cada minuto que perdían, Arthas se hacía mas y mas poderoso, y la posibilidad de poner fin a su reinado menguaba enormemente.