El sol resplandecía en el horizonte mientras amanecía.
Gromdak se había quedado despierto toda la noche para velar a su general caído.
Cuando los primeros rayos de sol bañaron las murallas exteriores del Cuchillo Ardiente, Gromdak se levantó y se fue a su cabaña. Se sentó en unas pieles y comenzó a limpiar el filo de su hacha con un pellejo de ciervo. Mientras retiraba los restos de sangre del temible filo, las pieles de la entrada se movieron y un orco ataviado con una armadura negra entró. Se quitó el casco y se acercó al líder.
-Señor.-saludó Bakor mientras se golpeaba el pecho con el puño.
-Bakor.- dijo Gromdak mientras le devolvía el gesto.- ¿Qué deseas?
-Señor… no quiero molestarlo, pero…-empezó Bakor.
-Está bien, Bakor. Dime lo que quieres.-lo cortó el jefe.
-Ya ha pasado una noche desde la muerte de Drokar. Debes nombrar un nuevo general antes de la medianoche.-dijo el orco.-Siempre debe haber dos generales. Es una de las reglas del clan.
-Lo sé, Bakor. Yo redacté esas reglas.-le dijo el caudillo- Pero no hay nadie a la altura de Drokar, excepto tú.
-¿Hay algo que pueda hacer para ayudarte?-preguntó Bakor.
-Sí. Reúne a toda la guardia de élite en la muralla interior.-dijo Gromdak.
-Swobu- dijo el orco mientras se retiraba y comenzaba a gritar órdenes.
Gromdak enfundó su hacha y salió de la cabaña un rato después.
Encaminó sus acolchados pasos hacia la muralla en la que había citado a Bakor y a su guardia de élite. Cuando atravesó la puerta, encontró a sus fieles guardias, todos ataviados con su armadura negra, y a Bakor, con su distintivo de general en el pecho.
Al verlo aparecer, todos se cuadraron al unísono y saludaron.
-Buenos días. Os he citado aquí para que demostréis ser dignos del puesto que Drokar ha dejado libre.-dijo Gromdak.-Para ello, deberéis vencer a todos los demás guardias.
Los orcos se miraron entre sí, sorprendidos.
-¡Comenzad!-gritó Bakor a la señal del caudillo.
Los orcos se lanzaron unos contra otros. Uno de ellos destacó enseguida al golpear a dos de los contendientes y dejarlos sin conocimiento, mientras esquivaba un golpe con maestría y se volvía para contraatacar. Estuvieron peleando durante media hora, hasta que sólo quedó uno en pie. El que quedaba, un orco con tez verde y pelo blanco, suspiraba mientras miraba a sus inconscientes compañeros. Gromdak se acercó a él y le agarró por el hombro.
-Bien hecho, camarada. ¿Rograk, cierto?- preguntó el líder.
-Rograk Pechoquemado,señor. Del Clan Filo Ardiente.-dijo el orco.
-Muy bien. Al anochecer, como dicta la tradición, te nombraré general.-dijo Gromdak.
Gromdak se dio la vuelta y atravesó el portón que separaba la muralla del interior del campamento, enfilando el camino hacia su cabaña.
Cuando anocheció, Gromdak salió a la zona principal y llamó a todo el clan para el nombramiento del nuevo general. En unos instantes todo el clan estaba agrupado frente a la hoguera. Rograk llegó solemnemente acompañado por Bakor.
Al llegar, unos chamanes se encargaron de cubrir su cuerpo con aceites y pinturas que representaban al Clan Filo Ardiente y al Clan Sangrefilo.
Una vez estuvo preparado, Gromdak se acercó al joven y clavó su hacha en la hierba.
Puso las manos sobre el pomo del arma y comenzó la ceremonia cuando la luna llegó a lo más alto.
-Yo, Gromdak Desgarrainferno, líder y fundador del Clan Sangrefilo, pido a los ancestros que acepten a este guerrero como mi general. Por tu maestría en la batalla, yo te nombro General del Clan Sangrefilo, Rograk Pechoquemado.- recitó Gromdak.
-Yo, Rograk Pechoquemado, del Clan Sangrefilo, acepto este cargo para servir al clan con honor hasta el fin de mis días.-dijo Rograk hundiendo su espada en el suelo.
Para finalizar la ceremonia, unos chamanes trajeron una daga imbuida con los elementos.
El nuevo general se acercó a la hoguera y realizó un corte en su brazo, dejando caer su sangre sobre las llamas. La hoguera, previamente preparada por los chamanes, llameó con intensidad durante unos instantes y volvió a su estado normal.
Esto simbolizaba la aceptación del nuevo general por los ancestros del clan.
-Ahora eres oficialmente el general del Clan Sangrefilo, Rograk. Confío en ti, pues sé que eres un habilidoso guerrero.-dijo el líder.
-No te fallaré, señor. Aka’Magosh.-dijo el nuevo general.
-Aka’Magosh, mi general.- le respondió Gromdak.
Acto seguido, Rograk se retiró a guardar el campamento junto a Bakor por una noche, como era costumbre tras el nombramiento de un nuevo general.
Mirando hacia el firmamento, Gromdak suspiró.
-Espero que sea un digno sucesor para ti, mi viejo amigo.- dijo en voz baja.
Dando la vuelta, se dirigió a su cabaña y desapareció en su interior.
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