—Venga. Te llamabas Sasha, ¿verdad? ¿Estás lista?
—Espera. Mi dinero.
—¿Quince oros? Te doy cinco ahora y diez cuando terminemos la grabación. Toma, coge esta grabadora. Pon una voz sensual, así como si fueses joven. Más joven aún me refiero. Venga, va. A la de tres. Uno, dos, y…
Sasha lo miró con desdén. Se echó los cinco oros al bolsillo y cogió la grabadora. Carraspeó un par de veces y dijo mirando un papel doblado:
—Bienvenido, amo y señor Tecnomaestro Alduvin, Inventor Supremo. Le guía en el asistente de configuración Matilda, la inteligencia artificial que su Maestría ha desarrollado para el tecnodiario. Conteste SÍ si desea comenz-
—¡Qué sí, Matilda! Venga, va, vamos. Escribe, a ver como empiezo. ¡Sí, sí, ya sé! Venga, ¡escribe, escribe!
Alduvin suspiró. Hizo estiramientos con el cuello. Cogió una taza de vino y le dio un trago casi imperceptible. Empezó con voz grave y seria, evidentemente actuada:
“Primera entrada – día/mes/año
Estimado Tribunal. Aquí, a modo de prueba, les narro las capacidades del objeto en cuestión.
Hoy es el día alfa. Hoy se ha completado mi última creación.
El TecnoDiario®:
Alimentado con aceite de torio y gracias a sus TecnoResortes® y sus TecnoEngranajes®, garantiza una estabilidad completa y certera en cualquier superficie, con un insignificante 31,365% de error fatal.
Sus páginas, fabricadas con TecnoPapiro® sintetizado, tienen un ratio de absorción de TecnoTinta® de más del 268%, lo que facilita la escritura a cualquier nivel de dedicación (pendiente de probar con otras tintas de calidad mediocre y/o insuficiente).
Por supuesto, gracias al sistema operativo MatildOS®, el TecnoDiario®, cuenta con la siempre disponible ayuda de Matilda®, la inteligencia artificial diseñada en exclusiva para TecnoDiario®. Sus funciones van desde la escritura automática comandada a través de la voz, capaz de escribir más de mil quinientas palabras por minuto, pasando por la corrección in situ de cualquier falta de ortografía, hasta su más humilde opinión sobre lo escrito, con un margen de error del 21,36% (Matilda® no se encuentra actualmente disponible).
El precio de salida al mercado estimado sería de doscientos cincuenta mil oros. Trescientos mil oros incluyendo un paquete de actualizaciones de MatildOS® durante tres meses y una botella de TecnoTinta® de regalo.
Pero deban saber, ustedes el Tribunal, que la moneda no es la única ambición de mi proyecto. Prima ante todo el placer de complaceros, para así optar a un asiento en el Consejo de Inventores de la Alianza, así como otros objetivos de índole personal.”
Alduvin aplaudió y gritó sumido en una especie de clímax:
—¡Ahí! Deja de escribir, suelta la pluma ¡Estupendo! ¡Por fin me van a oír en Gnomeregan, en los Reinos, en Azeroth, en Rasganorte! ¡Todos sabrán quién soy! El Tribunal no tendrá otra opción que aceptarme. ¡Padre al fin me reconocerá y a hermano no le quedará otra que postrarse ante mí! Nadie podr-
El monólogo se vio interrumpido por una carcajada medio cortada.
—¿To eso pa’ ganarte el aprecio de papá? ¿Y lo de tu hermano? ¿Te quitó la novia o qué? —una nueva carcajada de Sasha inundó la habitación, y esta vez no hubo intención alguna de cortarla. Alduvin se enrojeció hasta las orejas. Bajó de la silla con un pequeño salto y sacó una pistola que parecía de juguete de una caja llena de cachivaches. Apuntó con ella a Sasha, temblando.
—¡Eh, eh, eh! Tranquilo, pequeñín. Ya me voy, como quieras. Pero que lo sepas, eres el cliente más lamentable que he tenido en mis más de quince años de curro. Unos me piden que les baile, otros que me disfrace de cosas raras, otros que escuche sus problemas. ¿Pero lo tuyo? — volvió a reírse, sin darse cuenta de que la ira de Alduvin incrementaba por segundos. —Mírate el ego, gnomete.
Alduvin explotó. Apretó el gatillo y volvió a explotar, aunque esta vez de manera literal. La pistola reventó en mil pedazos, quemando su mano hasta el codo y mandándolo disparado hacia atrás.
Sasha esta vez no se rio. Echó a andar rápidamente. Miró con incredulidad el cuerpo seminconsciente de Alduvin y se fue de un portazo.
—Estás despedida —consiguió decir Alduvin justo antes de desmayarse.
Epílogo
Alduvin cogió el diario y lo dejó sobre la mesa. Fue a por una botella de vino, a por una pluma, tinta, tinta borradora, una mantita, algo de comer, cerró las ventanas, encendió una velita. Se sentó finalmente tras un par de paseos más. Dio un trago casi imperceptible directamente de la botella. Abrió una página al azar y escribió con pulso tembloroso:
"Entrada cuarta - (tres días después)/mes/año
La presentación ha sido un fracaso. El Tribunal está corrupto. Padre me ha engañado. Hermano se ha reído de mí. No quedará así. Hoy… hoy es el principio del final de sus días. Yo, el Gran Señor Inventor Alduvin Tecnoeminencia, juro y firmo ante este diario que hoy comienza la venganza."
---------- Off-rol -----------
Muy buenas a todos y a todas. Espero que os haya gustado este pequeño relato que no deja de ser una breve introducción on-rol de mi personaje.
Principalmente rolearé por Ventormenta de manera casual, aunque por supuesto, estoy abierto a cualquier cosa.
Alduvin, en su cruzada por demostrar que es un inventor válido y para ganarse la aprobación de su familia, se embarcará en cualquier aventura que le recompense con nuevas ideas para sus artilugios, dinero para financiar sus dudosos proyectos o materiales extraños con los que experimentar.
Espero pasarlo bien. Para cualquier cosa, aquí me tenéis.
Un saludo.
PD: he dejado las fechas del diario en blanco porque no tengo ni idea de como abordarlas. Necesitaría primero una línea temporal actualizada, y además, una idea de como se escriben las fechas en Azeroth. ¿Se usa el calendario de toda la vida? ¿Los doce meses, los siete días de la semana de siempre? Si alguien pudiera iluminarme en este tema le estaría muy agradecido.