Empecé a jugar a “Dragones y Mazmorras (Dungeons and Dragons)” a finales de los años 80´s-principios de los 90´s. Jugaba con mis tíos, mis amigos y los amigos de mis tíos.
Luego hubo una temporada en la que me enganché al juego de rol de “El señor de los anillos” con varios amigos del instituto (1992-93). Fue una pasada; hasta hubo algún día que jugamos en la clase, en la última fila (1º de BUP), xd. ¡Qué recuerdos!
Ambos juegos, con guías, manuales, dados, muñecos de plomo, folios y lápices, etc.
Pasó esa temporada y volví a jugar al Dungeons and dragons (en la etapa de universidad y posteriormente). Jugábamos a épocas, la verdad. A lo mejor, estábamos una época de un año jugando los fines de semana; luego lo dejábamos varios meses.
A lo que quiero llegar es que no teníamos como objetivo llegar cuanto antes a nivel “máximo”. Nuestro objetivo era pasar una buena tarde/noche reuniéndonos con amigos/familiares y metiéndonos en la historia, en la aventura. A lo mejor estábamos una noche jugando (varias horas), y no salíamos de una simple taberna porque se liaba parda. Nos meábamos de risa, había nervios, piques, … y quizás ni subíamos de nivel o apenas ganábamos experiencia.
Sí, te hacía ilusión subir de nivel, por supuesto, y obtener nuevas habilidades o “pegar” más, pero yo creo que eso era secundario.
Luego vino Baldur´s Gate… y luego el WoW.
El Classic yo creo que va más en la línea de los antiguos juegos de rol de mesa. El disfrutar del camino, el no tener prisa por subir de nivel. Socializar, como muchos dicen, cooperar, planear estrategias, huir, xd, morir, compartir, rolear, … porque cada cueva, cada laberinto, cada castillo, cada poblado, hasta incluso el pararte a dormir en medio de un camino o en un bosque, podía convertirse en un verdadero reto.