Jarukan. Relatos III WildLands

El envío.

Era de madrugada en El Cruce, aún quedaban horas para que despuntase el alba.

Maldita sea, ¿dónde se habrán metido? —El goblin miraba impaciente a un lado y otro de la calle. —Luego querrán que les pague bien…

Estamos listos —se oyó a su espalda.

Oh, por fin, Ponzo. No hay tiempo que perder, este cargamento de cueros debería estar ya en Orgrimmar.

Este es Nick, nos acompañará. —señaló con un leve cabeceo a su compañero. Ambos portaban armas de fuego de gran calibre, relucientes y listas para matar si la cosa se pone fea.

¿Y eso? —preguntó Frozzy mientras maniobraba su kodo para orientar bien la carreta de lonas rojas Dispacciore.

Ese es mi mono mecánico —comentó Ponzo. —Nadie se atreverá a acercarse a tu carro si ven a mi mono mecánico.

Los dos goblin y el mono saltaron a la carreta y Frozzy sacudió las riendas para emprender la marcha.

El silencio de la noche les acompañaba. Nada, salvo el traqueteo del carruaje perturbaba la calma.

¿Luchaste en la guerra, Nick? —preguntó Frozzy mientras le pasaba una petaca de licor.

En varias —contestó el matón. —No, no bebo mientras estoy trabajando.

Frozzy asintió y pegó un trago.

Pfffff —escupió el licor mientras señalaba al camino, al tomar la curva. —Maldita sea, mirad, un maldito tronco bloqueando el camino.

Los matones se pusieron en alerta al instante.

Mi mono lo retirará. ¡Rápido, quita ese tronco! —Ordenó Ponzo.

Justo cuando el mono había alcanzado el tronco unas sombras emergieron a un lado y a otro del camino.

Por un lado aparecieron dos trols y un orco con capucha y ropas oscuras corriendo hacia el carro.

¡Me cag0 en la put4! —Nick dio un salto de la caravana sobre el orco de ropas oscuras.

En ese momento, desde el cielo cayeron 3 bombas sobre todos ellos.

BOOM BOOM BOOM

Al estallar, una neblina de gas comenzó a inundar la zona alrededor del carro.

¡Mi3rda! ¡Ese maldito gah! —gritó Yuh’ra tosiendo.

¡No pares, coloca las detonadoras en el carro! —gritó el orco encapuchado.

¡Noooo! ¡Solo soy un comerciante de cueros! ¡Por favor no me hagáis nada! —Lloriqueaba Frozzy subido a su kodo. —¡Ponzo! ¡Nick! ¡Matad a estos hijos de perr4!

De la espesura de la noche aparecieron un enorme ogro, dos orcos y un trol.

¡Esta tierra es del Callejón! ¡Todo lo que pasa por aquí es del cártel! —Gruñó el orco intentando embestir a Ponzo. El goblin estuvo rápido y rodó a un lado.

Voluhin se adelantó con el escudo para golpear al uno de los orcos, que cayó al suelo por el impacto.

Yuh’ra corrió entre gas y los golpes para dejar las detonadoras cerca del carro.

SHOOOT

Un disparo se abrió paso entre la noche impactando a los pies de la zandalari, obligándola a recular.

Nick propinó una patada en la espalda a Regrok Puñorápido y el orco cayó de bruces.

¡Estás acabado hijo de put4! —Gritó Nick.

¡El Callejón toma lo que es suyo! —Se oyó el bramido del ogro a punto de descargar un tajo sobre Ponzo.

Regrok rodó a un lado para incorporarse y advirtió la figura del goblin entre el gas que se disipaba. Corrió hacia él y le empujó levantándolo por los aires. Nick se estrelló contra el ogro, haciendo que abortase su ataque.

¡A tomar por cul0 hijo de put4! ¡Prueba la azerita! —masculló Ponzo entre dientes con los ojos llorosos por el gas.

Cuando el ogro se giró encontró el caño de gran calibre del goblin.

BAM

La cabeza del ogro estalló en pedazos. Del cielo cayó como lluvia restos de sesos, cráneo y sangre.

Frozzy gritó aterrorizado.

¡Mi carga, mi carga! ¡Tenemos que salir de aquí con mi carga! —gritó el comerciante.

Eso no ehtá en plan —Yuh’ra levantó su arma para disparar a Frozzy.

SHOOOT

Otro disparo atravesó la noche desde la oscuridad. Esta vez impactó en el brazo con el que la zandalari apuntaba el arma. Soltó un grito de dolor y cayó de rodillas. Al caer pudo advertir dos sombras en lo alto de la montaña, al lado del camino.

¡El Callejón reclama ehta carga! —Gritó el trol a medida que se acercaba a la reyerta.

Regrok observó el panorama, tosiendo y con los ojos algo llorosos por el gas, pero aún veía lo suficiente como para darse cuenta de que jamás había visto a aquellos hombres en el callejón. Nunca.

¡No son de los nuestros! ¡No son de los nuestros! —gritó el orco encapuchado.

¡A buenas horas! Estaba más que claro —Pipa había estado oculta entre la hierba todo el combate y salió al paso del trol, deteniendo su carrera hacia la carreta y apuntando con su escopeta.

El trol intentó apartar el caño con una estocada, pero Pipa, muy hábil esquivó el envite y encañonó de nuevo al matón.

Y ahora voy a hacer click aquí y te voy a volar las pelotas.

BANG

El trol tuvo el tiempo justo para intentar apartarse, pero el disparo lo alcanzó en la pierna de la que salí sangre a borbotones.

El trol se levantó y sacó su revólver apuntando a Pipa, que corrió a parapetarse tras el tronco en el camino sin ser alcanzada por el disparo enemigo.

El kodo, asustado, comenzó a revolverse tirando a Frozzy al suelo y moviendo la carreta violentamente. Uno de los orcos que salió al paso del grupo se acercó a la bestia y quitó la correa que lo enganchaba. El kodo salió embistiendo sin rumbo y la carreta se volcó, desparramando las cajas del cargamento.

Nick y Regrok saltaron a un lado para que el kodo no se los llevara por delante.

¡El Callejón toma lo que es suyo! —El orco apartó de un empujón a Frozzy y entró en la carreta a por una de las cajas. Al levantar una de ellas advirtió las bombas que había puesto Yuh’ra.

¡Detonadoras! —Exclamó aterrorizado pensando que estallarían. Su compañero trol lo miró y abrió los ojos como platos.

En su huida, el orco tropezó con una de las cajas, y al abrirse, un cadáver de un goblin enrollado en una vieja manta salió desparramado.

El olor a muerto era insufrible pero el orco no se lo pensó demasiado y corrió para encontrarse con su compañero trol y alejarse de las detonadoras.

¿Qué es eso? ¡Maldita sea qué hace un muerto en mi cargamento! ¿¡Qué hace un muerto en mi cargamento, Ponzo, Nick!? —exclamó Frozzy.

Los goblin se miraron y se encogieron de hombros.

Menudo marrón, tío —comentó Nick.

¡Se acerca un carro! —Gritó Ponzo señalando la luz que asomaba por la loma.

Regrok ayudó a Yuh’ra a levantarse. Voluhin extrajo la espada del cuerpo sin vida del matón orco y se acercó al grupo.

¡A por la caja! ¡Coged la caja, nos largamos de aquí! —Dijo Regrok Puñorápido.

¡Quieto todo el mundo! ¡De aquí no se mueve nadie, que os vuelo la cabeza! —Gritó Ponzo apuntando con el arma.

Pipa había conseguido escapar ocultándose entre los árboles y la maleza. A duras penas pudo alcanzar su mecajarly. Sonó un acelerón de la moto a lo lejos.

No, mejor sujétanos esto —el orco cogió dos detonadoras y se las lanzó a los goblin que tuvieron que apartarse a un lado.

POM POM

Cueros, polvo y astillas saltaron por los aires con las pequeñas detonaciones.

¡Ahora, la caja! —Voluhin y Regrok pillaron la caja con el muerto y salieron corriendo del lugar Yuh’ra los seguía, agarrándose el brazo y gruñendo por el dolor.

Ponzo y Nick se incorporaron y entre el polvo vieron las figuras alejarse y perderse en la oscuridad.

¿Qué vamos a hacer ahora? —Preguntó Nick.

Mi… Cargamento… El… Don… Me matará…. —Frozzy cayó mareado por el gas.

Vamos, pequeño, coge al jefe y salgamos de aquí —ordenó Ponzo al mono mecánico, que cargó con Frozzy y salió del camino junto a ellos.

¿Qué tiene que ver este tío con nosotros? ¿Y esta gente? —Preguntó Nick indignado.

¿Sabes quiénes son? —Replicó Ponzo. —El Callejón son una peña muy chunga, colega.

¿Sabes quién eres tú? El put0 jefe de Serpientes de Pantoque.

Sí, y Jarukan y yo somos colegas —Ponzo miró al camino, el destrozo de la reyerta y la carreta que se acababa de parar. De ella bajaron dos personas y comenzaron a gritar que acudiera la guardia, sin mucho éxito.

Mira, haz lo que quieras —comentó Nick negando con la cabeza. Miró a Frozzy y luego a Ponzo. —¿Lo dejamos aquí para que se lo encuentren los guardias cuando acudan?

No, nos lo llevamos y le interrogamos —ordenó Ponzo.

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