La Guerra Interna

Horas más tarde.

Laderas entre Tranquillien y Enclave del Errante.



En los caminos de aquellas laderas, a unas horas de las aldeas del hogar de los Shal’endir, Lluvia encontró un pequeño libreto o más bien un diario. No parecía ser de ninguna raza Élfica, sino más bien de algún Humano, desesperado por acabar con Sylvanas y que estaba agotado de la vida y de las guerras…; húmedo, cubierto de tierra y ceniza, pero algunas páginas todavía se podían leer…

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Entrada de diario, seis meses después del alto el fuego.
Ubicación, Tierras Fantasma; Tranquillien.

Cazar a la ex general guardabosques Sylvanas Brisaveloz

La paz ya no es algo que espero, criaturas como yo en la posición en la que me encuentro han aprendido a no hacerlo. He luchado guerra tras guerra y todas parecen seguir la misma promesa vacía de paz.

Creo que ya no es posible, no realmente.

Los Orcos han quemado más tierra de la que han curado los Tauren, mientras que los sabios han permanecido inactivos durante demasiado tiempo mientras dicha tierra fue destruida. Las hazañas de los Goblins no terminarán sólo porque su nuevo príncipe sea bondadoso de corazón. Los Zandalari tienen una larga y sangrienta historia de conquista que ven con orgullo. Los Lanza Negra, aunque son muy diferentes, no son inmunes al llamado derramamiento de sangre que a menudo se arraiga. Los Nocheterna se unieron a la horda por cariño a las personas que Lady Liadrin y Lord Regente Lor’themar Theron presentaron cuando sus parientes cercanos ayudaron a recuperar su hogar, se unieron por poco más que desear un sesgo de confirmación por parte de quienes los rodeaban. Los Monte Alto lamentan unirse cada día más. Los Mag’har sólo alimentan los gritos de sangre y lo que consideran “Honor”, que más o menos simplemente significa más muerte con un hacha en la mano.

Los únicos miembros que puedo ver que realmente traen paz son los pocos pandaren que permanecen con nosotros, sin embargo, he notado que a menudo necesitan un estímulo para actuar y, aunque se enorgullecen de dicha acción, ha habido muy poco tiempo para que realmente hagan algo. . Los Vulpera parecen prometedores, sin embargo necesitaría encontrarme con ellos con más frecuencia para poder contarlo. Parecen amables y tengo esperanzas de que sean un pueblo que calme el ansia de batalla de la horda.

Luego están los Thalassianos a los que sirvo. . .

He dejado muy claro a lo largo de los años que con gusto moriría por todos y cada uno de los que se esconden tras mi escudo. Por cada sacerdote que lucha por mantener la compostura. Por cada noble que desprecia mi forma. Por cada guerrero que muere con heridas que ningún curandero puede curar. Sin embargo, a pesar de todos mis pensamientos, ellos también tienen su propia sangre en sus manos.

Han tomado muchas decisiones que nos han contaminado a ellos y a mí durante los años venideros y muchos se niegan a admitir dichos errores… Sin embargo, esto me lleva a otro pensamiento sobre nuestros parientes fallecidos. Los Quel’dorei y Ren’dorei.

Dos grupos, ambos exiliados y ambos ahora ayudando a la Alianza por sus propios motivos, pero no puedo decir que confiaría plenamente en ninguno de ellos si estuviéramos unidos una vez más, y no tengo ninguna duda de que sienten lo mismo hacia nosotros.

Los Ren’dorei preferirían culpar al Lord Regente y al Gran Magister por su destino, llamando cobardes cuando fueron ellos quienes se negaron a ver las lecciones proporcionadas por la historia. Fueron ellos quienes observaron la locura desatada por los seguidores del Príncipe Traidor Kael’thas y pensaron que sus métodos los protegerían de tal destino. Luego procedieron a utilizar los estudios de un loco para ampliar su alcance a los poderes del vacío. Si son bienvenidos, vigilaré de cerca a todos y cada uno de los que vea y no dudaré en aplastar a uno de ellos bajo mi escudo si siento una amenaza para estas personas que aprecio más que mi propia vida. Ninguna persona en su sano juicio recurre al estudio de un loco, tanto antiguo como reciente y lo considera una fuente perfecta de información.

Sin embargo, probablemente no sentirían lo mismo ya que tienen a Alleria Brisaveloz con ellos diciéndoles que puede ayudarlos a dominar la oscuridad y el vacío cuando ella misma necesitó más de miles de años para llegar a donde está ahora. Si lo que escucho de los guerreros que regresan de las expediciones, muchos de estos Ren’dorei que ella ha “entrenado” todavía están locos y casi destrozados. Gritando en susurros, riéndose ante la idea de causar daño a otros y todavía fingiendo abiertamente que su destierro era algo más que una misericordia.

Sin embargo, ahora tienen a los Quel’dorei uniéndose a sus filas, lo que ya me trae preguntas que sé que probablemente serán respondidas de la peor manera posible. Sin embargo, la unión de los Quel’dorei no es una sorpresa para mí, ya que lo han demostrado desde hace mucho tiempo. Para compartir el mismo complejo de héroe que parece infestar al pueblo Thalassiano hasta la médula. Se ven a sí mismos como héroes puros y nobles que le dieron la espalda a un sistema corrupto para servir a uno “justo”, mientras que los que viven en Dalaran tomaron la palabra de sus parientes con anzuelo, sedal y plomada. Realmente lo encuentro casi irónico, ellos fueron los que casi comenzaron una guerra civil en un momento en que nuestra gente estaba más desesperada por cualquier cosa que la idea de eliminar la adicción mediante la meditación. Tengo que preguntarme cómo se sentirían ellos, un pueblo formado principalmente por guardabosques no tan afectados como los magos y sacerdotes de los Sin’dorei, si su hambre hubiera sido tan destructiva como la de ellos. Por desgracia, que yo sepa, nunca lo verán de esa manera.

Se unieron voluntariamente a la facción que permitió que la pústula purulenta que era Garithos asumiera cualquier forma de liderazgo futuro con sus hombres que compartían sus ideales.

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Desde la pagina 121, ¿Qué habrá pasado al final con el comandante?

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Lo guardó en la bolsa que ahora iba en la silla de montar de Lluvia y siguió su camino, sabía que no vería su aldea nuevamente, solo ruinas, polvo, tierra podrida… pero necesitaba al menos verla desde lo alto de aquellas laderas las cuales todavía no se divisaba un ápice de sol del norte, lo que le indicaba que aún le quedaba un largo camino hasta llegar a Canción Eterna, tenía muchas ganas, no sabía con quien se reencontraría, pero por otra parte necesitaba más tiempo hasta sentirse redimido por todo el tiempo que abandonó su hogar y sus tierras.

Instintivamente, recuerdos de su Abuela vinieron, ella, a la que enterraron bajo un enorme roble y donde plantó un rosal blanco sobre su tumba a pesar de que ella como a su madre, le encantaban las flores celestes, aquel rosal nunca abrió sus pétalos y nunca desprendió su aroma por culpa de la maldita plaga. Pero poco le importaba, ella tuvo una vida plena, ella fue una maravillosa Maga y vino en la embarcación de Dath’Remar tras el exilio cuando aquí solo habían Amani. No hay podredumbre que pudiese pen3trar tan hondo en la tierra. Una flor puede volver a plantarse, estas tierras volverán a resplandecer y los Shal’endir podrán ser honrados nuevamente como se merecen, con el calor de Belore acariciando cada flor, cada pétalo, hoja y mota de tierra. Era solo cuestión de tiempo.

Su padre le dijo que nunca acelerase el proceso natural de las cosas, ni tan siquiera con magia, las flores tienen sus estaciones y crecen y se marchitan, y así funciona el ciclo natural de la vida. Y aunque a veces hay que forzar el destino, su hermano y el siempre fueron fieles a la doctrina de su padre.

Quiso orar por ella, se acerco a Lluvia y busco en la bolsa un regalo de su Abuela que siempre llevaba con él y que esperaba pronto dejarlo a buen recaudo en su habitación. El recuerdo de ella acariciando una rosa azul. Cómo la flor cambiaba con suavidad en sus manos fundiéndose con el tallo hasta formar un liso medallón de madera azulada; en una de sus caras había quedado grabada la rosa y en la otra las espinas habían dibujado el símbolo del infinito con un fino cordón hecho de tallos trenzados, lo único que tenía, y le pareció que era la joya más hermosa que jamás hubiera visto. Seguía intacta a pesar de tantos años de viaje, lo sostuvo en sus manos, Odal apareció y se posó sobre su hombro, Lluvia descansaba y recordó algunos rezos de su querida Abuela.

Ella era alta y encarnaba la belleza de todo lo que los Elfos amábamos. Su larga melena de ébano brillaba con destellos casi plateados con diminutos diamantes engarzados para asemejar el cielo nocturno. Y en verdad tenía la gracia de una estrella: su piel era pálida y frágil, un rostro en forma de corazón levemente familiar donde destacaban como pinceladas unas finas cejas y unos enormes ojos como gotas celestes.

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‘’En los días más calurosos de la primavera, la hierba quemada por el sol en el bosque me recuerda a Belore. La hierba quebradiza y muerta no proporciona ningún consuelo. Es la vida la que tiene apariencia de muerte. Pero cuando lleguen las lluvias de primavera, la hierba quemada será arrastrada. A través de esto renacerá nuevamente para volverse verde nuevamente. Bendice con lluvia a este suplicante Belore, ayúdalo a nacer de nuevo para que vuelva la primavera. ’’

‘’Alar, tu suplicante clama por tu bendición. Han llorado durante la larga y oscura noche. Han llorado, perdido y sacrificado y la propia Azeroth ha sentido su dolor. Bendícelos Alar, convierte sus lágrimas en alegría. Que la luz regrese a ellos y donde antes hubo dolor, desesperación y pérdida, que haya algo más ligero en su lugar. ‘’

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Semana dos.


La oscuridad le rodeaba, oscuridad que sentía como si fuera infinita. Rodeado de oscuridad y vacio. Una parte de él estaba tranquila… pero la otra parte estaba completamente fascinada. Permanecía de pie solo y en silencio en la oscuridad, cada vez más volvía a impacientarse… si eso era posible. Después de todo él era como un prisionero.

¿Por qué esta traición? se preguntaba a si mismo. ¿Por qué apartarme cuando sólo quería reunirme contigo y los demás?, ¿Qué razón puedes tener para detenerme?

“Porque lo que habrías hecho hubiera tenido repercusiones desafortunadas” , replicó una voz que él conocía muy bien desde su propia mente.

Una forma emergió de la oscuridad, una forma que todavía parecía ser una parte de el. Una figura alta, muy pálido encapuchada y con rasgos demasiado perfectos.

  • “¿Qué repercusiones?, ¿Cuáles? ¡Habla claro!, ¿qué repercusiones?”.

Pero en vez de contestar a esas preguntas, se dio la vuelta y miró hacia arriba… nada de eso, vió algo diferente cuando él también miró en esa dirección. Simplemente había más oscuridad. El vacío contestó.

  • “¿Bien? ¿Puedes sentir algo sobre ella?”

“No… ella ha protegido bien sus recuerdos, quizá sólo hay uno quien conoce mejor la manera de infiltrarse en ese escudo y conocer la verdad…”

Frunció el ceño.

  • “Y no podemos exactamente esperar… es más probable que Ella intente reducirme a polvo”.

La cabeza de Nhail latía cada vez que la segunda voz hablaba, como si su mente no fuera lo suficientemente fuerte para aceptar completamente su presencia. El se tapaba los tímpanos, tratando de recobrar el equilibrio.

  • “Perdóname…” dijo la voz, su intensidad se redujo mucho . "Intentaré mantenerme dentro de tus límites… "

Parpadeo otra vez buscando la fuente de aquella segunda voz.

  • “¿Quién es?, ¿quién nos habla? ¡Muéstrate!, he de conocer a todos mis captores.”

  • “Pero nosotros no somos tus captores” *, dijo pausadamente “No, definitivamente ni tan siquiera tus enemigos.”

  • "¡Ni mis amigos, eso seguro! Os conozco, te conozco, eras el portador de Shemyazaz, el otro debe ser el que la forjó tal vez, no sé, ¡Me estáis volviendo loco! ¡Tenía entendido que Kaetteren se había deshecho de vosotros! ¡Lady Yu’lon me lo confirmó! "

  • “Porque, si fuera tu deseo estar ahí para cuando ella más lo necesite, ahora debes quedarte con nosotros…”

  • “¿Más acertijos?, ¿Quién eres tú que hablas en las sombras?. ¡Deja de esconderte de mí!”*

Escuchando a ambos, sintió de qué manera se conocían el uno al otro.

  • “Conóceme pues, Nhail Shal’endir…”* declaró la voz, conservando su intensidad de un suave latido en su cabeza “Conóceme como Bug’syr aquí yace, sin ataduras”

Y de repente aparecieron estrellas por encima.



Una multitud de centelleantes estrellas que giraban como si estuvieran atrapadas por una tempestad. Llenaron la parte de arriba hasta el punto que tuvo que taparse los ojos. Al principio no había ritmo ni razón en sus movimientos, pero rápidamente comenzaron a extenderse aparte, asentándose en áreas concretas. Como lo hicieron, se dio cuenta que la estructura empezaba a coger forma, una forma vista a medias, pero lo suficiente visible como para identificarla.
Era una criatura mítica, una cosa de historias y cuentos de hadas, pero nunca verdadera. Pero ahora… ahora ver algo tan gigantesco, especialmente uno compuesto de estrellas… permanecía en silencio y boquiabierto.



Era como un dragón, grande, poderoso, serpentino dragón de épicas proporciones.

  • "El Dragón te ha elegido… " . Esas palabras habían sido grabadas sobre la piedra en aquel cementerio que Nhail había encontrado. "El Dragón te ha elegido… "

La criatura celestial se movía, sus decenas de ojos eran una asombrosa selección de estrellas pequeñas. “Conóceme…” repetía. “Conóceme… como aquel que es eterno”

Pero el errante apenas escuchó. En cuanto el lagarto cada vez que hablaba se movía constantemente, revelaba más facetas sensacionales. Dentro de cada una de las escamaslas estrellascontemplaba pequeñas visiones de vida… su vida. Ahí era un bebe en los brazos de su madre. Nhail gritó al verla, el dolor por su pérdida, de la pérdida de su familia, volvió a emerger. Se forzó a sí mismo a mirar hacia aquel momento y de ese modo fue testigo de una escena tras otra de los años que habían sido su pequeña y lamentable existencia mortal corriendo a lo largo de lo que para aquella cosa seguramente era un abrir y cerrar de ojos.

Tratando de liberarse de su sentimiento de insignificancia, contempló la fantástica entidad como un todo… y haciendo eso se dio cuenta de que no sólo su vida se visualizaba delante de él, había centenares, no, miles más.
Se dio cuenta de que todos estaban ahí, toda la mortalidad, desde el primero sobre… cada escama… cada escama, es parte de nosotros entre esas vidas. De hecho, las imágenes se intercambiaban constantemente, lo cual tenía sentido, por supuesto. Ya estuvieran juntos o separados, ellos estaban vinculados por algo más que simple sangre.

Todavía… los años de sus vidas progresaban rápidamente hacia el cuerpo del gigante. El destello de imágenes cada vez era más rápido. Se movió otra vez y las vidas se perdían en un mar de existencias. El elfo soltó otro grito y miro lo que pasaba por el rostro del dragón.

  • “No debes percibir nada más. De aquí en adelante es un reino de posibilidades, donde lo que tú ves son sendas cuyas elecciones aun no han sido determinadas. Podrías ponerte en peligro a ti mismo y a este mundo por intentar elegir desde ellas antes de vivirlas”

Él estaba hablando del futuro. El dragón no solo reflejaba el pasado y el presente, sino también lo que podría ser. La increíble inmensidad de este ser se extendía sobre él.

  • “¿Qué es él?, ¿es eso lo que quieres preguntar?”, gesticuló ante la siempre cambiante forma. “Incluso el no lo sabe completamente. Ha existido desde justamente después del comienzo de la creación, aunque no completamente como le sentimos ahora.”

  • ''No… Eso vino después…"siempre que el dragón hablaba, las escamas fluían y cambiaban constantemente visualizando otras vidas, otros tiempos.

Nhail no tenía ni idea de lo que el leviatán estaba hablando salvo lo que había mencionado, El Imperio Negro. Miró a la figura, los rasgos que tenia, le recordaban muchísimo a alguien… demasiado a alguien, de hecho.
Y entonces sintió como si un rayo hubiera atravesado su corazón. El sabía exactamente lo que era, quien era.

  • “¡Tú y Ella!”, gritó en una explosión de furia. “¡Tú y ella, puedo verla en ti, tú eres ella, Shemyazaz!”

Seguía retrocediendo, con la esperanza que de alguna manera escapar del ser que tenía delante.

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  • ''Yo no soy un demonio… al menos no en un sentido completo" declaró pareciendo leer sus pensamientos.

  • "¡Sal de mi cabeza! ¡Acabaré… Kaetteren y yo acabaremos contigo de una jdida vez, lo prometo!’’

  • " Estoy mucho más allá que eso, mi antiguo portador. Demostraste la capacidad de recepción necesaria a lo que ofrecí aquel día cuando decidiste abrir el alijo y más tarde usarme en Ulduar por primera vez, fue la primera de tus pruebas."

  • “¿Pruebas de qué? ¿Ver si era capaz de convertirme en el sirviente de los dioses antiguos? ¿Sucumbir al vacío?”



Por encima, las estrellas se movían rápidamente. Finalmente… más estrellas se reorganizaban, más estrellas mostrando diferentes vidas. Nunca las mismas…

  • Soltó un exasperado suspiro. Para él, Nhail se había dado cuenta de aquellos pequeños resbalones que requerían mayores explicaciones. “No buscamos títeres. Eso son métodos de mis creadores… pero no Nhail Shal’endir, lo que buscamos no es nada menos que alguien capaz de estar en contra de lo que ha estado destinado a pasar desde el principio…”

Por encima, el dragón se revolvía.

El elfo tragó. Había estado escuchando los susurros y las voces durante muchos momentos, durante los últimos diez años, pero ahora a pesar de que una parte de él quería reaccionar a ellas, su cuerpo no respondía.

  • “Hay cosas que nos llevarán más tiempo. El vacío lo consumirá todo”

  • "Os aniquilaremos’’

  • “En absoluto, seréis asesinados y puestos a nuestra merced”

Una tercera voz se introdujo en la mente lo que hizo que abriera los ojos donde solo pudo observar formas difusas en una gran oscuridad.

  • “Nos adaptamos muy bien, Sombra del Viento, ya viste con qué rapidez cambió su plan por uno nuevo, posiblemente mucho mas terrorífico para alcanzar sus objetivos. Ahora estamos mucho más cerca que nunca de la victoria… y Azeroth mucho más cerca de corromperse… paciencia joven mortal, paciencia… pronto contemplarás el verdadero horror”


La verdadera forma de quien habitaba en la armadura se había mostrado ante Nhail. Si bien era cierto que Kaetteren consiguió erradicar el mal gracias a su luz y extraerlo del interior, ahora su alma vagaba por el mundo libremente, no fue miedo lo que sintió, era asombro… ira… y emociones que poco a poco fue apaciguando gracias al estricto entrenamiento impartido por los Shadopan. Solo quería estar junto a ella, se estaba convirtiendo en una eternidad, pero lo lograría.

El sepulcral silencio de la noche, quebrado constantemente por el murmullo del agua resbalando entre las limadas rocas, quebrado por el ulular del búho, se resbalaba como una silueta entre las sombras hacia los agudos oídos, que, arropado entre la maleza del bosque y el calor de Lluvia, ‘’dormía’’ durante aquella fría noche otoñal.
El búho calló, seguidamente el agua dejó de correr, abrió los ojos y comprobó con la única ayuda de los reflejos de la luz lunar que se filtraba a través de las hojas estampadas que pendían de los árboles. Se incorporó y, deslizándose entre las sombras ojeó a su alrededor que no había nada, todo estaba en la más plena tranquilidad, no obstante, lo más habitual de todas las noches desde que llegó a Tierras Fantasma: los gorgoteos del búho, habían cesado repentinamente.
De repente, el sonido producido tras el quiebre de una rama seca le hizo agacharse, había alguien o algo cerca… pero eso ahora quedaba en un tercer plano, ahora, pretendía averiguar lo que estaba sucediendo ahí fuera.

Cuando recobró fuerzas para volver a mirar a través de la hojarasca, un aullido de dolor la sobresaltó, provenía de detrás de la caseta en ruinas. Luego, de nuevo, una intranquila calma hasta que otro crujir de ramas proveniente de donde el primero, le hizo saltar y emergió de su garganta un leve y muy ligero alarido, suficiente como para que se cayera al suelo de bruces y, con el cuerpo en extrema tensión, dirigió su mirada hacia la luz de la luna dibujando una silueta.

Una sombra con los ojos fijos sobre el errante, el cual comenzó a retroceder. Abrió las fauces y sacó su rojiza y larga lengua sin dejar de apartar la mirada que, en cuestión de unos segundos había pasado a ser una presa encerrada en una jaula. Las afiladas garras rechinaban, su cabeza se movía sinuosamente, sus ojos, sin parpadear, no se dirigían a otro sitio que no fuera su joven y tierna presa.

¿Qué era esa cosa?, ¿qué había ido a hacer allí?, ¿por qué se comportaba de esa forma?eran preguntas que saturaban la cabeza del joven, pero la que más se repetía era, sin duda alguna. ¡¿por qué no atacaba?

A esa pregunta obtendría respuesta inmediata cuando la puerta de su cuarto se entreabrió y por ella podía ver figuras entrecortadas, sombras en la oscuridad. Cuando volvió a dirigir la mirada comprobó que ya no estaba la figura, había desaparecido de forma instantánea y vio la solución cuando, tras la colina, aparecieron los primeros ‘’rayos de luz’’ del alba; un nuevo día había llegado y las oscuras sombras remitían.
Pasado todo el peligro, cayó rendido en el suelo, superviviente de una noche que jamás olvidaría.

Fue a media tarde cuando despertó adolorido y mareado con una temible jaqueca y desorientado, recordando vagamente lo sucedido la noche anterior. El aire sopló fuerte y le vinieron los recuerdos de la noche anterior, clavándosele como espadas en la mente, imágenes distorsionadas y difusas. Cayó de bruces en el suelo sentado sobre sus rodillas heridas bajó la cabeza, deseando que aquél tormento pasara, pero las imágenes se sucedían una y otra vez, repetidamente, como una espiral infinita de recuerdos unidos, difuminados por la acción de la memoria, pero consciente que fueron reales.

Abatido, se derrumbó en el suelo. Su cabeza se encontró con la fresca hierba y descansó; las imágenes comenzaban a cesar, la mente se le despejaba y cerró los ojos concentrándose en sus recuerdos, repitiendo por su propia voluntad lo que ocurrió la noche anterior, llegando a mil y una posibilidades sobre lo que pudo ser aquello, pero todas terminaban siendo refutadas, sin excepción eran desechadas y pensaba otras nuevas.
Sin querer que la locura se adueñara de su antes lúcida mente, se incorporó y marchó hacia el riachuelo donde se mojó la cara, la nuca y las muñecas. Se sentó en la orilla y dejando la vista en el horizonte refugiándose de nuevo en sus pensamientos. Un ruido cercano le devolvió a la realidad apartándolo de su ensimismamiento: tras el se había posado un pequeño pájaro que saltaba en la hierba, haciendo círculos en torno a Odal y piando mientras elevaba su diminuta cabeza hacia el cielo.

Ya se ocultaba el sol cuando la joven muchacha decidió regresar a una casa en ruinas esperando a la noche, la cual deseaba que fuera mejor que la anterior. Corrió hacia ella y se encontró con un panorama desolador: la caseta de madera había sido rota con enormes agujeros en el techo y en las paredes, como si quisieran extraer algo de su interior. El viento trajo consigo un fétido olor a putrefacción que le revolvió el estómago.

Corrió en dirección de donde venía el viento donde descubrió el cuerpo yaciente del canino. Tenía la tripa abierta y estaba completamente hueco, un ojo hundido, la boca ensangrentada y varios de sus dientes repartidos sobre el suelo mancillado de sangre del animal. Entró y tomó una vieja pala, no se le ocurría otra mejor idea y cavó un orificio en el suelo, en donde posó los restos del animal que, previamente, había sido envuelto en una bolsa negra. Tomó varias ramas y una petaca de alcohol que le fue regalada en Pandaria y la vertió no sin antes darle un buen trago para calentar su cuerpo sobre las ramas secas en el agujero en el cual lanzó un papel ardiendo, que consumiera los restos del perro.
Cuando el fuego se extinguió, tomó la pala entre sus manos de nuevo y rellenó la tumba con la arena que anteriormente había extraído de la madre tierra. Seguidamente, marchó en busca de cobijo para pasar la noche.

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Semana tres.

La hierba reaccionaba audiblemente a la presencia del viento. Detrás de un árbol, apareció una larga y delgada estela de humo que se alejó danzando con el viento, sin dejar rastro. El humo procedía de una pipa de madera, fumada por un hombre cuyo rostro estaba oculto por una capucha oscura. Dio una calada a su pipa y la guardó en su bolso. Respiró el aire fresco y sintió la dirección del viento. El viento viajaría con él en lugar de contra él, como sucedió ayer. Esto aceleraría su paso. Cogió su bolso y se lo echó al hombro. Se rascó la barbilla, estiró los brazos y alcanzó el árbol. Abrochó todas sus correas, inspeccionó la tierra ante él y emprendió la marcha colina abajo.

En su viaje, el errante vio los mismos puntos de referencia que siempre veía cuando recorría este camino: un arbusto que había crecido al costado del camino durante años comenzando a decaer lentamente después de su larga vida. Un extraño montón de tierra justo a la derecha de la carretera cincuenta pasos más adelante, pensó, y detrás de una colina aparecerá un roble bien definido. Este roble en particular había vivido mucho más que el elfo. Cuando era niño siempre lo había visto allí, observando cómo crecía y se espesaba lentamente con el paso de los años. A medida que se acercaba una nube barrió el área y la cubrió de sombras. La oscuridad le impidió observar de cerca el árbol con el que se había familiarizado tanto. Este roble marca el inicio del bosque como siempre lo había sido.

Escuchó que una rama se rompía bajo un peso notable. Instintivamente, se escondió contra un árbol en su sombra más profunda volviéndose casi invisible. Había dominado el arte de pasar desapercibido a lo largo de sus años (más si cabía) y eso lo salvó en más de una ocasión. Miró en la dirección en la que escuchó el fuerte chasquido y no vio nada. Permaneció. Habían pasado diez minutos sin más sonidos. Abandonó su sombra, pero ahora estaba escuchando hasta el más mínimo trastorno auditivo. Se adentró más en el bosque desviándose del camino y siguiendo su propia ruta. Otro sonido llenó el aire tranquilo, éste muy fuerte. El sonido de la madera rompiéndose y astillándose. Fue fuerte pero rápido, el sonido desapareció en un instante. Miró desde otra sombra en la que se escondía y nuevamente no vio nada. Sin embargo, este sonido no se producía naturalmente en el bosque y decidió investigar. Se arrastró por el verdor, lento como un caracol e igual de silencioso. Podía decir que se estaba acercando al área de origen del sonido pero aún así no vio señales de vida. Imposible, el sonido era demasiado antinatural para un árbol cayendo o algo así. Había llegado al lugar de donde provenía el sonido, estaba seguro. Comprobó su entorno e inmediatamente encontró la fuente. Sin embargo, lo que vio tenía poco sentido para él a pesar de sus muchos años en la naturaleza.

Un árbol entero fue atravesado directamente por otro árbol. No, no perforado, ya que el árbol no sufrió ningún daño. En cambio, era como si los dos árboles se hubieran fusionado entre sí. Nhail nunca había visto nada parecido en su hogar. ¿Qué pudo haber hecho esto? ¿Magia? Decidió seguir su camino ya que no había tiempo que perder. Reconoció lo que vino después: el burbujeo de un arroyo cercano.

Amaba y odiaba el arroyo, ya que cubría el sonido de su movimiento, pero también ocultaba el sonido de los demás. Se arrodilló para hacer lo que siempre hacía aquí: comprobó el camino en busca de señales de huellas recientes.

Este sendero forestal era lo suficientemente impopular como para que fuera fácil encontrar huellas. No vio nada… continuó. El camino que había tomado tantas veces antes pareció comenzar a doblarse hacia la izquierda. Estaba seguro de que nunca hizo eso, estaba más que seguro. Caminó más arriba y encontró un tocón de árbol desconocido justo al lado del sendero. ¡No solo estaba seguro de que no había ningún tocón allí antes, sino que también sabía que no había ningún árbol allí en ningún momento! Se dio cuenta de que debía haber tomado un camino equivocado y se sintió muy decepcionado.

Comenzó a caminar de regreso. A los dos minutos de cambiar su ruta descubrió el cambio más desagradable de todos: el camino simplemente terminaba justo frente a él. No había árboles bloqueando el camino ni nada por el estilo, solo bosque hasta donde alcanzaba la vista. Ahora sabía que esto era malo. Su capacidad para sentir direcciones y encontrar caminos siempre había sido sobresaliente, pero ahora no podía distinguir la izquierda de la derecha. Para empeorar las cosas, estaba en lo profundo del bosque y todavía no veía en el horizonte ningún orbe flotante o cualquier señal que le hiciese recobrar la esperanza de que su destino, Lunargenta, estuviera cerca, por lo que no podía usarla para distinguir el este o el oeste.



  • una voz extraña dijo desde las sombras.

Se giró tan rápido como un parpadeo y se enfrentó al orador con la mano en la empuñadura.

  • Parece que puedes responder mis preguntasdijo el extraño.

Pudo distinguir que era un hombre alto. Sobre su espalda había algo de notable tamaño.

  • Tú contesta la mía primerorespondió¿Quién eres?

El extraño dio un paso adelante.

  • Escucha, sólo dime dónde estoy y tomaremos caminos separados. No es necesario ningún conflicto.

Nhail enderezó las cristalinas y se colocó en una posición neutral.

  • No sé dónde está esto actualmente. Estaba siguiendo mi camino y de alguna manera perdí la noción de lo que me rodeaba.

La única parte de él que no estaba cubierta por una enorme capa y una capucha. Era mucho más grande que el. Se echó hacia atrás revelando una media sonrisa y una gran cicatriz adornando dos ojos azules.

  • No eres muy aficionado a la naturaleza, ¿verdad?

En ese momento, el extraño se inclinó y se llevó la mano al cuello pareciendo sentir dolor. Se sujetó con fuerza el cuello durante unos momentos antes de mirar al elfo y decir:

  • Bueno, fue un placer conocerte.


Unas veinte criaturas parecidas a demonios surgieron del bosque. Algunos mostraban dientes afilados, otros empuñaban espadas, lanzas y hachas. Su instinto le dijo que volviera a desenfundar. Preparó su postura y respiró hondo.

El extraño miró con asombro pero rápidamente fue devuelto a la realidad por tres demonios que lo atacaron desde el frente. Nhail, que no era ajeno a ser superado en número, inclinó sus dagas hacia adelante y detuvo la espada del primer demonio que se le escapaba de la mano cercenando acto seguido la cabeza del demonio. Los dos siguientes sostenían hachas y atacaron a la vez. Retrocedió para evitar los golpes y, con la velocidad de un halcón, simultáneamente sacó un cuchillo de su cinturón y apuñaló a un demonio en la cabeza. Con su cuchillo, giró 360º y lo enterró profundamente en el cuello del demonio restante. Sacó sus armas y enfundó su cuchillo

Miró y vio al extraño rodeado por docenas de cadáveres de demonios. Todavía estaba siendo atacado por oleadas de demonios que venían del bosque. Vio a un demonio saltando desde una rama con el objetivo de clavar la punta de su espada dentro de su cabeza. Nuevamente sacó un pequeño cuchillo de su bolsa y lo arrojó directamente a la frente del demonio haciéndolo caer.



  • Todavía estás vivo, ¿eh?dijo el extraño mirando a sus enemigos.

  • Yo te preguntaría lo mismo elfo.

  • Bueno, supongo que se podría decir que estoy acostumbrado a estorespondió jadeando y sudando.

  • ¿Qué tal si acabamos con estos tipos?

La pareja se balanceó y se abrió paso a través de docenas de demonios más. Recibieron muchos golpes y parecían estar sangrando bastante, pero permanecieron ilesos esquivando y atacando con rapidez. Finalmente, los resquicios de la plaga de aquel lugar del bosque dejaron de venir y ambos descansaron contra dos árboles.

  • Sabes, podrías ser el mejor guerrero que he vistojadeó sin aliento.

  • Nhail, por cierto. Soy Nhailencendió su pipa .

  • Fue un honor luchar junto a un guerrero tan hábil. Soy Uncas.

  • Uncas, me gusta.

  • Entonces, ¿tienes alguna idea de dónde estamos?

Uncas planeaba preguntarle lo mismo.

  • Parece que estamos en la misma situación. Estamos perdidos en este bosque infestado de estas criaturas monstruosasdijo empujando uno de los cadáveres de demonios con un palo.

  • Me parece, guerrero…Uncas miró al erranteParece que podríamos ayudarnos unos a otros.

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Los dos nuevos aliados se propusieron encontrar dónde estaban. Uncas pensó que estaba en el mismo bosque pero acababa de perderse. Los dos mortales compartían un rasgo similar: no hablar a menos que sea necesario.

Durante la mayor parte de su exploración permanecieron en silencio.

  • Entonces, ¿conoces bien esta tierra? ¿Mis tierras?preguntóTal vez encontremos un punto de referencia que reconozcas.

Uncas parecía decepcionado de sí mismo. Conocía esta tierra mejor que la mayoría, probablemente que todos. Conocía cada arroyo, cada hoyo y casi cada nido de pájaro. Que se perdiese… bueno, eso no le había sucedido en décadas. No había usado un mapa desde que era joven ya que todos eran menos precisos según su propia memoria, pero ahora deseaba tener uno. Tenía una tarea que cumplir y este viaje tenía que ser rápido. Confiaba en él, pero ahora estaba fallando.

  • Conozco bien este bosque, sírespondió UncasLo he viajado muchas veces durante muchos años y nunca me he perdido. Esto puede parecer una tontería, Nhail, pero creo que algo malo está obrando aquí, y no me refiero a la plaga precisamente, que también, si no algo que sucederá pronto, para un elfo los años no son nada, asique por eso te digo ‘’pronto’’.


El bosque cambiante… no era natural. Uncas no estaba preparado para la posibilidad de un ataque a gran escala como ese. Todo lo que tenía era su espada. No había traído su arco para ahorrar peso. Para Uncas su arco era casi tan útil como su espada, pero algo le decía que con su nuevo compañero no habría muchas preocupaciones en el combate. Aquel hombre ágil y curtido en decenas de batallas y entrenado en varias facetas tenía una velocidad de movimiento imposible. Uncas, siempre preparándose para posibles resultados, sabía que si cruzaban sus armas, las cristalinas de Nhail serían imposibles de bloquear. Uncas tendría que esquivarlo, pero no, el elfo también era rápido. No habría esperanza. Por mucho que odiara la idea, sabía que tendría que huir a menos que fuera capaz de utilizar su entorno a su favor como un cobarde inteligente.

  • Sé que quieres retenerlodijo, aparentemente leyendo la mente de Uncas.

Sacó las Myrkur de sus ataduras. Las sostuvo hacia Uncas que quería sentir el peso del arma para medir su poder. Seguramente eran más livianas de lo que parecían, ya que no había ningún hombre que pudiera sobrevivir a semejantes guerras y batallas con dos simples dagas frente a armas mucho más mortíferas aparentemente. Extendió sus manos sobre el mango y este soltó todo su peso sobre Uncas. La punta de la daga bajó con poca resistencia. Estaba sorprendido tanto por la ligereza de las armas como por el material cristalino imperceptible, invisible de no ser por los reflejos de cualquier tipo de luz, pero aún no había terminado. Cerró los ojos, las enderezó y muy lentamente se elevaron lentamente en el aire. Abrió los ojos con una expresión tranquila en su rostro. Las Myrkur ahora estaban erguidas en sus manos. Las sostuvo frente a su cara como lo hacía con su propia espada.

  • Pégamele ordenó Nhail.

Uncas supo de inmediato lo que estaba pensando. Él evitaría el ataque, sólo para probar su poder. Haría su mejor movimiento y la velocidad de la caída de las hojas le diría exactamente qué tan fuerte y ágil era. Bueno, no iba a desperdiciar esta oportunidad. Le atacó con todas sus fuerzas. Se detuvo justo donde estaba la cabeza. Miró hacia arriba sabiendo que su nuevo compañero ya estaba muerto. Lo que vio, en lugar de un cráneo mutilado, fue la mano enguantada del errante oscuro agarrándolas. ¡Había atrapado semejante filo con sus propias manos! Las arrancó de las manos de Uncas y las devolvió donde debían de estar, enfundadas.

  • Eres de lo más fuerte que he conocido últimamentedijo mientras se daba la vuelta

  • Me has impresionado e interesado, Uncas. No me gustaría pelear contigo.



La última frase sorprendió a Uncas, pero mantuvo su cara neutral, como siempre. Ninguno de los dos se había visto los ojos todavía ya que ambos llevaban capuchas profundas. Uncas sólo podía imaginar cómo sería la cara del errante. Seguramente, bajo aquella maravillosa gabardina, su cuerpo estaría completamente cubierto de cicatrices, como si nunca le importara la defensa. Intuía cuán poderoso sería un golpe de su nuevo compañero. Recordó que nunca debía dejarse atrapar al final. Con este nuevo conocimiento en mente, ambos continuaron hacia el bosque desconocido.

Algunas horas más tarde todavía no habían encontrado ningún paisaje reconocible. Cada pocos minutos se agachaba e inspeccionaba el camino sin encontrar jamás señales de huellas. Continuaron pasando colinas, arroyos, lagos y cuevas vacías. Estaba completamente agitado por su pérdida de dirección.

  • Si podemos alcanzar un punto alto, descubierto por los árboles, entonces podré indicar nuestro rumboinformó.

El problema era que el bosque era tan espeso por culpa de la maldita niebla y hedor de la plaga que era imposible ver colinas o valles. Todo lo que podían hacer era seguir un rastro que se extendía hasta el infinito. Mientras tanto, se preguntaba sobre la resistencia de Nhail que no mostraba signos de fatiga a pesar del incesante viaje del día anterior.

Nhail colocó las manos en las empuñaduras.

  • Esos demonios, van a regresar. Te recomendaría encontrar un lugar agradable y oscuro para esconderte a menos que estés listo para lucharfinalmente se quitó la capucha.

A Uncas no le importaba su rostro, sólo le impactó la profunda cicatriz que tenía bajo su ojo izquierdo.

  • Están cercala capucha permaneció sobre su rostro, lo que Nhail cuestionó.

  • ¿Cómo puedes ver en la noche con una capucha sobre los ojos?preguntó.

  • Siempre hay luz para verdijo mirando al cielo a través de los árbolesYa sea por el reflejo de la luna en la punta de una espada o por el sonido de un enemigo corriendo. Verás, en combate, la vista no es sólo visual. Es el deber de un guerrero usar todos sus sentidos para detectar amenazas, esto incluye el sonido y el olfato. Si pones tu vida en tus ojos, te traicionarán.

A Nhail no le venía de nuevas todo lo que le estaba contando, era bien sabido por él. Solo tenía curiosidad por un punto de vista diferente.

  • Qué montón de basuraproyectó en voz bastante alta. Se acercó al lado izquierdo de su compañero permaneciendo dentro de un área oscurecida por la capucha.

  • ¿¡Cómo es esto para la vista!?gritó Nhail mientras lanzaba un fuerte puñetazo.

Sin mirar, levantó su mano izquierda y atrapó el golpe deteniéndolo en seco. El elfo se sorprendió. ¡Este hombre acababa de detener su golpe con una mano, sin siquiera mirar! Era fuerte. Muy fuerte. Este era un hecho que se aseguraría de recordar. Apartó la mano.

  • Tal vez haya algo en esta técnicase preguntó en voz altaTal vez lo pruebe alguna vez. El maestro Taran Zhu se reiría ahora mismo de esta situación.

Prepararon sus armas, Nhail relajado, crujiendo su cuello de un lado a otro con una mano en el mango de Myrkur y la otra sobre la cintura, en el compartimento de las arrojadizas y Uncas, con ambas manos en el mango de su espada larga, con la parte plana de la hoja a una pulgada de su nariz. Se pararon espalda con espalda observando y escuchando atentamente. No vieron ni oyeron nada… hasta que la paz fue perturbada por el ligero ruido del suelo.

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Copérnico se materializó con un destello en la biblioteca privada, donde Soul repasaba la correspondencia. No habían saltado las alarmas mágicas instaladas por Purple, puesto que aquel pequeño dragonante era el mensajero personal de su hermano. De hecho entre sus patas llevaba un grueso pliego, en el que destacaba el sello con la pluma de plata de Argent.
Soul frunció el entrecejo, las noticias deberían de ser graves, y atañian a la orden directamente, puesto que su hermano sólo usaba el sello en situaciones graves. El pequeño Copérnico husmeo un momento, localizando el plato de chucherias que tanto apreciaba. Con un siseo satisfecho, comió algo, y con un destello desapareció, tras haber cumplido su misión.
Soul encendió una pipa, se sirvió una generosa ración de brandy, y comenzó a leer…
Querido hermano:
Supongo que a estas alturas, ya habrás recibido noticias de la caida de Dalarán. Afortunadamente tus sobrinos se encontraban con los abuelos en Val’sharan cuando fuimos transportados por la propia urbe cerca de una isla remota. Durante el traslado Xal’ althat convocó su poder y nos precipitamos al vacio. Fui testigo de la muerte o desaparición de Khadgar cuando se enfrentó a ella. No sabemos si el mago ha muerto, o ha sido absorbido por el vacio. Menel se encuentra conmigo, y no parece estar muy mal, salvo por el hecho de que últimamente recurre a la curación, más que a las sombras.
Cuando salimos del desastre, nos encontramos en la Isla de Dorn, habitada por enanos terráneos creados por las directrices de los titanes. Alli hemos estado trabajando, esperando la llegada de las fuerzas combinadas de Thrall y Jaina, cosa que por fortuna ya ha sucedido.
Pensaba ya que podíamos estar retirados, pero una vez más, toca asumir las responsabilidades propias concernientes a la orden, el relicario, y Lunargenta, temo que esto nunca acbará…
Te sorprenderá saber, que la ciudad de Dornegal( asi se denomina ), solo es la superficie de este territorio. Por debajo de la superficie, existen tre niveles más, las Cavernas Resonantes, Santificación y An’Khajet.
Aquí, viene lo importante. El tercer nivel, está dominado por los herederos del imperio Arathi ¿…?
Su estructura es simililar a nuestra orden, con la general Veracero al mando. Allí he optado por hablar en tu nombre, aunque no sea lo habitual. Tras demostrar que evidentemente sirvo a la luz ( su fanatismo no me gusta ), y sabes lo alérgico que soy a las órdenes, hemos conseguido que nos cedan una residencia temporal en Meledar, su capital. Donde tanto Menel como yo, estamos cómodos. Te sorprenderá saber, que hay bastantes trazas de sangre élfica entre sus habitantes, cosa que como tu comprenderás, ha despertado mi curiosidad como historiador.
Me he comprometido con su lider, a que realizarás una visita como el miembro superior de la orden. A veces ser el hermano del Alto Señor, te concede privilegios…:wink:
Los magos han creado ya portales de transporte, con lo que imagino que no tendrás problemas para venir. Se que no considerarás mis actos como abuso de funciones, asi que esperamos tu pronta visita.
Un abrazo.
Argentsword
Soul enrolló el papiro, mientras se golpeaba la mejilla con suavidad…
¿ Abuso de funciones ?..
Que gran rey hubieses sido de querer el trono hermanito. Es verdad que Lor’Themar lo está haciendo muy bien, pero le falta un poquito de eso que tú tienes hermanito (sonreia mientras pensaba )
Asi que “representante” del Alto Señor…
No te hubiese venido grande el título de haberlo querido, hermanito.
Un aroma floral interrumpió su ensoñacion, un estremecimiento leve recorrió su piel, cuando los brazos de su esposa se posaron sobre sus hombros, mientras besaba con sus gélidos labios el cuello de su esposo.
¿ Trabajo, amor ?..preguntó Winter.
Lee mi vida, tu cuñado, noticias graves…
Tras leer la carta de Argent, Winter miró a su esposo con seriedad. Tenemos que ir amor, tu como Alto Señor, y yo…yo para enseñarles a esos fanáticos otra visión del mundo.
Soul miró a su esposa, sonrió con ternura, y depositó un beso en sus labios…
Tu, Argent, Menel y yo…¿ Qué puede salir mal ?..:thinking:
La carcajada grave de el y metálica de ella formaron una cacofonía singular…
Eso, dijo ella…¿ qué puede salir mal?
¡¡¡¡ Pitaaaaa !!! Prepara el equipaje, nos vamos de excursión

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Uncas cambió su postura, colocó su pie izquierdo hacia adelante y movió su espada hacia la derecha de su cabeza. El suelo tembló más y era evidente que fue causado por pasos ya que tembló, luego se detuvo, luego tembló y luego se detuvo nuevamente. Pensó que debía ser una gran tropa de Caballeros de Sangre marchando al unísono. El suelo tembló con tanta fuerza que ambos hombres tropezaron.



  • ¿Qué es esta bestia? ¿Otro demonio?preguntó al pícaro, ahora ambos mirando en la misma dirección.

  • No estoy seguro, pero es grande y feo…



El sonido de los árboles cayendo se hizo presente. Cualquiera que fuera la criatura que se acercaba era lo suficientemente fuerte como para empujar los árboles con facilidad. Entonces el sonido se detuvo. No apartaron la mirada. Los tres árboles más cercanos a ellos fueron repentinamente atrapados por enormes apéndices peludos. Arrancaron los árboles directamente del suelo y un monstruo surgió del hueco. Chilló un sonido horrible. El monstruo no tenía razón en su apariencia: tenía forma de montículo. La criatura no tenía ojos y tenía una boca pequeña. Su cuerpo estaba cubierto de mechones de pelo y enormes heridas que derramaban océanos de líquido negro. Uncas retrocedió, sin saber cómo abordar la situación. Nunca había visto una criatura de tal… masa. Había pocas esperanzas.



  • ¡Nhail! ¡Debemos retroceder!


Pero este permaneció, con el ceño fruncido y pensativo. ¿Realmente estaba evaluando a este monstruo? Lo matarían en un instante. La criatura rugió y estrelló un árbol contra el suelo, el pícaro lo evitó casualmente. Saltó sobre el arma—árbol de la bestia y comenzó a correr hacia el núcleo del monstruo. Preparó sus dagas para un golpe mientras Uncas observaba asombrado. Era extremadamente hábil a pesar de sus extrañas tácticas. Cuando estaba a punto de asestar un golpe, un brazo delgado y negro salió disparado de uno de los cortes del monstruo tomando a Nhail por sorpresa y estrellándose contra él con una fuerza increíble. El impacto lo lanzó por los aires y aterrizó de cabeza detrás de Uncas dejándolo inconsciente. Vio caer a su aliado y se giró para ver al monstruo acercándose a ellos. Tenía que pensar rápido, pero no había ningún ataque posible que pudiera dañar esa cosa. Lo único que se le ocurrió fue trepar al monstruo y apuñalarle la cabeza. De alguna manera corrió hacia el monstruo provocando que atacara con uno de sus árboles. Esquivó el ataque y reflejó la idea de Nhail. Trepó al árbol, pero sabía que se acercaba el brazo negro.

Reaccionó a su movimiento cortando el apéndice que goteaba separándolo del monstruo. Se volvió líquido y cayó al suelo. Saltó sobre el monstruo y lo agarró del pelo. La bestia chilló y se sacudió con fuerza, lo que provocó que se agarrara con fuerza. Sería casi imposible superar todo este temblor. Afortunadamente, el monstruo finalmente se cansó y los temblores disminuyeron, lo que le permitió escalar a la bestia. La subida fue larga y finalmente estuvo por encima de los árboles. Podía ver su objetivo. Estaba a punto de llegar a la cima cuando tres brazos negros surgieron de diferentes heridas, todos lanzándose hacia él a la vez. Pudo convertir a uno en líquido, pero los dos lo agarraron con fuerza por el cuello y lo levantaron. Lo llevaron frente al supuesto rostro del monstruo.

El monstruo emitió un sonido de disgusto y los brazos negros apretaron con más fuerza su cuello, estrangulándolo. Los brazos estaban helados y ardientes. Uncas dejó caer su espada y trató de quitarse los brazos sin éxito. Podía sentir que su conciencia se desvanecía mientras el cielo oscuro se volvía más oscuro… De repente, el monstruo lanzó un horrible chillido que pareció despertar ligeramente a Uncas. Miró hacia otro lado y comenzó a temblar. Los brazos dejaron caer a Uncas y éste cayó varios pies antes de agarrarse. Los brazos negros cubrieron el rostro del monstruo que retrocedió angustiado. Aprovechó la oportunidad para subir a la cima nuevamente sin que el monstruo siquiera notara su presencia.

Estaba demasiado ocupado con algo que le había causado pánico. Sacó su cuchillo élfico y lo hundió en el cráneo de la bestia. La espada chisporroteó y los brazos negros del monstruo estallaron en líquido. El mismo líquido salió disparado de la herida de la puñalada cubriendo a Uncas con el material helado y ardiente. No podía agarrar el cabello, ya que estaba cubierto de líquido y resbaladizo. Cayó hasta que golpeó el duro suelo donde permaneció durante varios minutos antes de deslizarse en la oscuridad.

Todo quedó en silencio. El bosque cantaba con la brisa, permitiendo que las hojas iluminaran el suelo.

Se despertó cuando algo suave le frotó la cara. Sintió que se le humedecía el rostro. Abrió los ojos y vio una cierva lamiendo su cara. Puso su mano sobre la cabeza del ciervo y le dio unas palmaditas como si saludara. También se dio cuenta de que estaba apoyado contra un roble con pájaros en las ramas y ardillas corriendo por el suelo cerca de él. Miró y vio a un hombre sentado sobre un tocón envuelto en su capa. Estaba mirándole. No había animales cerca de él.



  • Has estado ahí durante horas, te han estado vigilando mientras descansabas como si fueras su amo o algo así.

Miró a su alrededor y notó liebres, ranas e incluso un lince. Se levantó y los animales se dispersaron al verlo sano.

  • De todos modos, ¿qué te pasa? No puedo sentirlo, pero hay algo diferente en ti. ¿Practicas magia?

  • No hay magia, pero sí una historia interesanterespondió.

Notó que su vaina estaba vacía. Miró a Nhail para preguntarle

  • ¿Cómo diablos derribaste aquella monstruosidad?

Estaba sentado junto al cuerpo del monstruo y recordó las pruebas de la noche anterior. Reflexionó por un momento recordando que el monstruo fue derrotado porque algo hizo que perdiera el foco.

  • Bonito collarbromeó, señalando un emblema que colgaba de una cadena alrededor del cuello de Uncas.

Siempre lo mantuvo escondido dentro de su cota de malla, por lo que debió haberse caído durante la pelea. Entonces se dio cuenta.

  • La bestia me tenía y estaba a segundos de morirexplicóEntonces pareció haber visto algo que causó gran angustia dándome tiempo suficiente para asestar el golpe final. Creo que este emblema se cayó durante la pelea.

  • ¿Y crees que eso hizo que el demonio se asustara? ¿Esa cosa está cubierta de polvo élfico o algo así?cuestionó.

  • Fue hecho por nuestra gente, sísostenía el emblema de aspecto único que una Kaldorei le había dado tiempo atrás¿Podría estar encantado para protegerme?

  • Los demonios ODIAN las cosas élficas.

  • El ataque final fue realizado con este cuchillodijo Uncas mientras veía el cuchillo en el suelo junto al cuerpo.

Había aterrizado donde él había aterrizado. Lo recogió y lo enfundó.

  • Este cuchillo también es élfico, el demonio fue asesinado de una sola puñalada.

Nhail se levantó.

  • Recuérdalo. Los demonios son débiles contra cualquier cosa élfica. Tenlo en cuenta, podría salvarte la vida. Ahora vamos, tenemos que encontrar la salida de aquí.

Revisaron sus equipos y emprendieron el camino nuevamente dejando que los gusanos se dieran un festín con el cadáver del demonio.

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Silithus, años atrás. Momentos después de la destrucción de N’zoth y el Imperio Negro.

Aiden miró atrás mientras las torres de Ny’Alotha se desplomaban sobre un océano de sangre divina. La ciudad de las pesadillas empezó a colapsar con la muerte de su maestro, y a través de las brumas de un portal moribundo una única verdad se asentó en su mente.

Matar a un Dios no era suficiente.

La noche había caído sobre Silithus a su llegada. El tórrido calor del desierto había sido depuesto de su trono, y en su lugar, una brisa fresca, casi fría, había ido a recibirlo. Respiró hondo, todo lo que sus pulmones rígidos y muertos le permitieron, y exhaló despacio, lanzando una última bocanada del aire rancio. Entonces se quedó quieto, esperando, pero aquel pensamiento se había aferrado con fuerza a su cabeza; no se quería ir.

Unos pasos más allá se encontraban sus compañeros de armas. Eufóricos, a pesar del cansancio; celebrando, a pesar de las bajas. No pudo evitar esbozar una sonrisa al verlos. No eran más que un atajo de dementes y soñadores, y si habían sobrevivido a las artimañas de N’zoth había sido, no lo dudaba, porque ya estaban locos de antemano.

Quería celebrar con ellos. Quería estar con ellos. Pero cada vez que la arena cristalizada a los pies de Gorribal crujía bajo sus botas, las campanas fúnebres repicaban con más fuerza, una y otra vez.

Una repentina ligereza a su espalda, seguida de un golpe seco, sonó tras de si. La maltratada correa que sujetaba a Silencio había cedido al fin, y la guadaña aguardaba, paciente, a que su maestro la recogiera del suelo. No pudo evitar que su mirada se deslizara hacia su filo gris embadurnado de sangre ignota y arena. Una por una, se posó en las seis runas que brillaban contra el manto estrellado. Luces tenues, frías, de color aguamarina; luz de luna vista por un marino antes de que las profundidades lo reclamasen.

Se agachó para recogerla, y por un momento una oleada de indiferencia recorrió su cuerpo. Silencio, como siempre, aguardaba su siguiente comida con gélido estoicismo. Ni siquiera el deicidio había saciado su hambre, pero ¿acaso un colmillo, aun forjado con acero, hielo y muerte, podía cansarse de morder? Sus dedos acariciaron el mango metálico de la guadaña antes de aferrarse a ellos.

Aiden se enderezó antes volver la mirada al grupo, que había explotado a carcajadas por algún motivo. Tal vez una de las chanzas de Yotni, o quizá el frio sarcasmo de Alainferno.

Por los Titantes, cuantas ganas tenía de ir con ellos… Su mirada regresó al filo de Silencio por si misma, que ahora lo miraba desde arriba. Paciente. Insensible. Sedienta. Sus dedos se estrecharon alrededor de su mango, casi como si buscara estrangular al acero mismo, pero no podía esperar una cosa. Al final, todo se define por su función. Un colmillo jamás se cansaría de morder, y aquel que lo empuñaba jamás cesaría de…

¿De qué? ¿De defender Azeroth una y otra vez? ¿De masacrar monstruos hasta la extenuación? ¿De, a pesar de todo, seguir siendo temido y odiado, considerado por el mundo poco más que una máquina de matar sin alma? Estaba cansado. Muy cansado. ¿Acaso no había una solución permanente? ¿Acaso no podría haber una paz duradera?

Sí. Si que la había. Una paz eterna, irrompible, implacable, cruel, impensable… pero una paz al fin de al cabo. Si las visiones eran ciertas, si aquel futuro era realmente posible, solo tendría que apartarse y esperar a que el Consejo de la Horda cayera.

Una risa destacaba entre las demás. Una risa alegre que iluminaba la noche con su mera presencia. Una risa hermosa. Si elegía ese camino, debería acallarla para siempre. Una punzada fugaz cruzó su pecho.

Una ráfaga de viento sopló a sus espaldas. Los harapos que colgaban del mango de la guadaña se agitaron con pereza hacia el sur, hacia Uldum. No, aún no podía ir con ellos, pero tampoco estaba preparado para perderlos para siempre. Necesitaba respuestas, y solo las encontraría en la oscuridad. Solo en la sangre.

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La pareja descendió por la alta colina sin decir una palabra. La visión de la monstruosa bestia dejó una firme impresión en ambos, sin saber muy bien cómo procesarla más que seguir adelante. La tierra que se extendía ante ellos estaba maravillosamente intacta; La hierba no estaba pisoteada. Era una vista por la que precisamente a Uncas le encantaba viajar pero bajo las circunstancias actuales no podía apreciarla. Al errante no podría importarle menos. Uncas escuchó una voz a lo lejos.



  • ¿Escuchas eso?

Nhail se detuvo y escuchó atentamente.

  • No escucho nada más que los insectos volando alrededor de mi cabeza.


Uncas sabía que su audición estaba más allá de la capacidad de un hombre normal debido a la naturaleza de sus viajes, lo que le obligaba a observar y escuchar constantemente a los visitantes. No le sorprendió la respuesta, pero estaba seguro de haber oído una voz. Miró hacia delante, hacia una pequeña zona de árboles y arbustos.



  • Detrásseñaló.

  • ¿Peligroso o qué?preguntó Nhail, aunque estaba claro que no le importaba si era peligroso o no.

  • Mantén la guardia, no estoy seguroforzando la vista hacia los árboles.



Se dirigieron a los árboles y entraron. Una ardilla trepó al ver las dos figuras inquietantes. Uncas pasó entre las plantas sin siquiera doblar una hoja, mientras el errante pisoteaba innumerables plantas sin importarle. No le gustó la brusquedad de su compañero pero no hizo ningún comentario. Los dos encontraron el final y comprobaron los alrededores antes de salir de la cobertura de los árboles.



  • Bueno, ¿podrías mirar eso?exclamó Nhail.

  • Es un campamento y tiene un aspecto…



Ante ellos yacía un grupo de individuos y animales de aspecto terrible situado junto a un río. Uncas los observó atentamente. Era el grupo más extraño que jamás había visto. Algunos tenían armas y armaduras, algunos parecían ciudadanos normales y otros eran de razas que no reconocía.

  • Muy bien, voy a bajar, estos tipos deben saber algodijo mientras dejaba las sombras de los árboles.

Decidió que parecían bastante amigables y siguió el ejemplo de Nhail. Al ver a dos hombres altos y armados, varios miembros de la banda corrieron a esconderse en tiendas de campaña. Éste no era un grupo de bandidos, pensó. Nhail echó un vistazo de 360 grados a su alrededor y decidió que no se trataba de una banda de mercenarios. Conocía demasiado bien el aspecto de esos.

  • ¡Disculpe!una voz detrás de ellos.

  • ¿Mmm?Sombra del Viento tarareó sonando desinteresado.

Se giraron para ver a un hombre vestido con una túnica azul con ribetes dorados, una capa de color morado oscuro y una tela roja rasgada atada alrededor de su cintura. Su cabello era, curiosamente, morado, pero no tan profundo como su capa. Frente a uno de sus ojos había un vaso y en sus brazos llevaba varios libros. Era alto, pero no tanto como ellos dos.

  • ¡Buenos días señores! Deben haber llegado recién, ¿no?dijo en tono amistoso.

Nhail se quitó la capucha.

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  • Sí, acabamos de llegar. ¿Qué está pasando aquí?

  • ¡Vaya, solo un grupo de personas que han aparecido misteriosamente en un ambiente desconocido!dijo el hombre de cabello púrpura con una sonrisa.

Ni Nhail ni Uncas se sumaron a su humor.

  • Ehhh…

Su risa se convirtió en incomodidad.

  • Um, de todos modos, ¿asumo que vosotros dos también estáis perdidos?

  • Es correctoconfirmó Uncas.

  • ¿Eres un mago?el hombre hizo una expresión de sorpresa.

  • ¡Pues sí lo soy! ¡Eres muy curioso… señor!

El mago sonrió claramente orgulloso de sí mismo. Nhail se dio cuenta de que Uncas juzgaba el carácter aún mejor de lo que pensaba.

  • Permítanme presentarmedijo el mago con una reverenciaSoy Ascar, estudiante de las Artes Oscuras.

Uncas nunca había oído hablar de las “Artes Oscuras”, pero pensó que tenían que ver con alguna hechicería prohibida. Decidió que ahora no era el momento de preguntar. Se quitó la capucha por primera vez en varios días, revelando tanto a Ascar como a Nhail una cabellera de considerable longitud, junto con un rostro serio pero honorable y una barba incipiente. Era rudo, pero atractivo.

  • ¡Nunca me dijiste que eras tan hermosa!se burló Nhail.

  • Ascar, ¿qué sabes sobre nuestra situación? ¿Todos estos mortales también están perdidos?

Ascar miró sus libros.

  • He estado haciendo toda la investigación que he podido con los materiales que tenía cuando fui… transportado, ¿es la palabra, supongo? Cuando fui transportado aquí, todo lo que tenía eran estos pocos libros sobre chamanismo antiguo. Así que hasta ahora no he encontrado nada que se relacione con nuestro problemarápidamente miró a Nhail.

  • Tú…dijo mientras daba un paso atrásHay algo maligno en ti… horrible, terrible maldad…

Nhail apartó la mirada. Ascar dio un paso adelante.

  • Puedo sentirlo. Estás conectado con las Artes Oscuras, pero no como estudiante, como yo. No, la oscuridad está infundida dentro de ti y emite un aura poderosa. ¿¡Quién eres!?

Nhail se alejó más.

  • No me preguntes nada…dijo abatidoNo soy una amenaza, así que no me preguntes sobre eso.

Uncas miró a su compañero con atención. Sabía que algo andaba mal con él. Donde quiera que fuera había destrucción antinatural. Ascar se volvió hacia Uncas.

  • Si viajas con este hombre, ten cuidado. Está irradiando la poderosa fuerza de la oscuridad que a los chamanes de hoy no se les permite explorar.
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Menel miraba por la ventana distraida.
Podia ver Beledar al fondo, resplandeciente en su luz.
Sin embargo su mente estaba mucho mas lejos. Dio un sorbo al café, ya estaba frio.
Cuánto tiempo llevaba ahi sentada?
Argent habia salido. Estaba ocupado con los preparativos para la llegada de su hermano.
Siempre tan práctico.
Tanto que esta vez estaba molesta con él.
No en el mal sentido de la palabra,o quizas si.
Habian perdido su hogar,la tienda,Dalaran…

Estaba desolada,a miles de kilometros de sus hijos…y su paladin parecia tan…tan…normal.
No habia forma de salir de alli,al menos no de momento. Jaina y Thrall lhabian ido a por refuerzos,quizas al volver traerian magos.
Su única piedra de hogar estaba ligada a una taberna que ya no existia,como toda la ciudad flotante.
Un escalofrio le recorrió la espalda,un recuerdo la volvió a dejar paralizada y la hizo regresar mentalmente un par de semanas atrás .
Habian dejado a Estel en Val’sharah con sus abuelos. Le habian dicho al pequeño que no habia clases en la sede de los paladines. Vacaciones de verano. Y que ellos estaban ocupados con la tienda. Que alli tenia sitio para correr,podia ayudar al abuelo con los hipogrifos,ver a Lith…
Pero la realidad era miy distinta. De alguna manera su conexion con el vacío le mandaba una advertencia. Algo iba a pasar,no sabia el qué…pero no era nada bueno.
No queria dejarse llevar por el pánico, pero si tomar precauciones. Y alli sentada dandole otro sorbo al café de manera distraida agradeció la advertencia de alguna manera.

Dalaran,dos semanas antes

Estaba cerrando su última “creación”. Una crema perfumada para una huargen que odiaba como olia su pelaje con la lluvia. Habia conseguido una crema que podia usar en aspecto humano y al convertirse en loba impermeabilizaba el pelaje.
Se quitaba con jabón asi que al ducharse tendria que repetir el proceso.
Podia escichar de fondo el incesante golpear del martillo de su esposo,pero se habia acostumbrado tanto que su mente podia simplemente anular el sonido y seguir concentrada.
Un mensajero del Kirin Tor entró en la tienda Dalaran iba a ser teletransportada.
No tuvo tiempo ni de mostrar su disconformidad, el aprendiz salió corriendo a seguir con el aviso a otros comerciantess.

Aquello no estaba bien. Sus hijos estaban en Valsharah.
Avisó a Argent, que de manera pragmática le dijo que no se preocupase,al dia siguiente cogerian sendos portales e irian a Aszuna. De ahi a Val’sharah y ligarian una de las piedraa de hogar.
Entretanto lo mejor seria asegurar la mercancía de la tienda para la teletransportacion de la ciudad, sobre todo su mesa de alquimia,viales y demás enseres frágiles. De lo cual habia mucho en la tienda.
Alrededor deI una hora después sintieron la perturbación magica,toda la tienda tembló…y de pronto se hizo el silencio.
-Y ahora qué?- preguntó la elfa a su esposo.
-Te parece que mientras recolocas tu mesa yo termine la armadura en la que estaba trabajando? Luego nos iremos a casa y prepararemos el viaje a Val’sharah.
-De acuerdo paladin.
Se besaron con suavidad y siguieron trabajando.
Al rato un grito en la calle la hizo levantarse de la mesa de alquimia de un salto:

NERUBIANOS!!HAY NERUBIANOS!POR TODOS LADOS!
Menel se giró y salió corriendo al patio.
Argent en cuanto vio su rostro alarmado bajó el martillo.
-Nerubianos. En Dalaran…
El paladin entró con ella en la tienda.y salieron a la calle.
Decenas de portales se seguian abriendo y por ellos aparecían nerubianos…con forma humanoida.
-Que demonios es esto?- preguntó la kaldorei.
-No lo se,pero debemos equiparnos esto no va a ser fácil- contestó Argent.
Entraron en la tienda de nuevo. Menel se cambio con rapidez,por suerte tenian a la venta varias togas, guantes y demas armaduras de tela encantadas,hechas por Ahzura. Y Argent varias armaduras que estaba reparando.
-Lo sabia…- se susurró a si misma antes de salir.
No tuvo tiempo a mucho más, un portal se abrió ante ellos y varios nerubianos salieron de él.
Argent la escondió tras de si y puso su escudo en alto.
-Yo te cubro.
Menel asintió y concentrandose sin pensarselo dos veces entró en forma del vacio.
Empezó a conjurar una explosión de vacio para acertar y dañar a varios enemigos a la vez. El grito en su mente la dejó sin respiración.
-ÚNETE!! ELLA TE LLAMA!
-NO!!
Argent se giró un segundo.
-Que pasa amor?
-Los susurros,los gritos…no…no puedo- dijo llevándose las manos a las sienes con gesto de dolor.
El paladin le dio una estocada al primer nerubiano.
-No te preocupes, saldremos de esta,yo te protejo.
Eran muchos,demasiados y ella no podia ayudarlo…no podia…no…
Apoyó la msno en la espalda de su esposo que brillaba con la luz.
-La luz!! - pensó
Elune…cuánto hacia que habia renegado de ella? Cuanto que no usaba la bendición de la diosa? Los habia utilizado…Menel la hacia maldecido un millar de veces.
Y sin embargo sintió sobre ella esa conocida calidez, el rayo de la luz de la luna brillante sobre ambos.
Porque Elune habia decidodo bendecirla en ese momento ? Daba igual,seria su ex sacerdotisa quien se aprovecharia de ello en ese instante de necesidad.
Vio a Argent sangrar por un el brazo derecho. El nerubiano le habia alcanzado y sangraba,y lo que era peor,sostenia su espada con dificultad.
Casteo una sanación relampago sobre su esposo y la herida se cerró al instante.
Sin girarse el paladín le dijo:
-Tú luz? Elune?
-Se ve que si-contestó ella mientras le lanzaba un fuego sagrado al enemigo.
Avanzaron despacio y con muchas dificultades.
Las sombras solian ser mucho mas efectivas cuando luchaba,pero poco a poco lo estaban consiguiendo.
Por suerte un par de magos se les unieron y el avance fue mejor.Aunque los edificios de la ciudad empezaban a desmoronarse a su alrededor.
De pronto la ex-sacerdotisa sintió una presencia. Al girarse pudo ver a unos metros a Alleria Brisaveloz…y al archimago Dendren…cambiando de forma.
-Xal’atath!!-dijo la kaldorei.
En el fragor de la batalla Argent no la escuchó.
Y ella salió corriendo hacia el lado contrario.
Al mirar por encima del hombro Argent vio a su esposa…huir? Pero al mirar mas lejos comprendió el motivo.
-Menel no!!
Se giró para salir en pos de ella pero una de las torres se derrumbó cortandole el paso.
La elfa se detuvo de golpe al escuchar el impacto. Volvio corriendo sobre sus pasos.
-ARGENT!!
-Estoy bien- dijo el al otro lado de la nube de polvo y los cascotes.
-Ve al Alto de Krasus me reuniré alli contigo.
-Menel no vayas a por ella!!
-Estaré bien, te lo prometo.
Se giró de nuevo corriendo entre el polvo.
Xal’atath y Alleria habian desaparecido…
-Maldita seas- susurró la kaldorei.
Lo supo,supo que era culpa de Xal’atath…
Un mago se le acercó corriendo.
-Estan evacuando la ciudad, suba al alto de Krasus pir favor.
Menel tuvo que dar un buen rodeo,ayudar a algunos ciudadanos y guerreros pero llegó sin contratiempos.
Argent discutia con un miembro del Kirin Tor.
-No voy a irme sin mi esposa.
Menel sonrió mientras se acercaba.
-Estoy aqui.
Su esposo se giro y la abrazó con fuerza,no hicieron falta palabras.
Jumtos se dirigieron al círculo central y fueron teletransportados a tierra.
Estaban sobre la isla de Dorn…y habia mas nerubianos.
Pasado el momento de desorientación se pusiero a luchar.
De pronto un enorme estruendo les hizo levantar la vista.
Ambos gritaron desolados al ver Dalaran estallar en miles de fragmentos.
-No,no,no…no…
Menel empezó a llorar cayendo de rodillas.
Argent la cogió del brazo y la levantó con cuidado.
-Amor…no hay tiempo no ahora…tenemos que luchar.
La elfa queria gritarle, por primera vez quiso gritarle a su amado, pero el paladín tenia razón.
Se enjuagó las lágrimas, sintiendo el nudo en la garganta por contenerlas y con toda su ira descargó una punición de luz sobte el nerubiano que venía hacia ellos.
El resto… era historia.
Baelgrim y los jinetes de tormengrajos vinieron al “rescate”
Moira Thaurissian los convenció de darles asilo…ayudaron a despejar la via del nucleo y llegaron a Santificación.
Argent como paladin estaba interesado en los Arathi .
Ella lo seguia en silencio…
Habia perdido Teldrassil, habia tardado años en perdonarse a si misma…y ahora Dalaran.
Lejos de sus hijos que no sabian si estaban vivos.
Volvió a la realidad de golpe
Beledar se habia oscurecido.
Hora de ponerse la armadura una vez más.
Argent entró corriendo.
-Lista?
Menel asintió por respuesta.
No habia tiempo para lamentarse.

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Argent estaba preocupado por el estado anímico de su esposa. Demasiadas cosas habían sucedido en un lapsus de tiempo muy breve.
Su reconciliación con Tyrande, la casa de Bel’Ameth, el perdón a sí misma…
Y repentinamente, cuando parecía ir todo bien, había llegado la caida de Dalaran, la destrucción de su morada, la separación, gracias a Belore de los niños. Todo se había ido al traste por culpa del vacio, esa condenada “Xalalá”, había desecho todo su entorno de un plumazo. Cuando ya pensaban en estar retirados, y dejar paso a otra gente menos gastada, el conflicto les absorbía nuevamente.
El era pragmático por naturaleza, y se había involucrado doblemente, como miembro de la Orden, y como miembro del Relicario, y en menor medida, como ciudadano de Lunargenta…
Sufría viendo el estado anímico de Menel, no podía hacer otra cosa, que observar, mimar y tener paciencia con ella. Afortunadamente, los mellizos estaban a salvo con los abuelos. Las cosas materiales…
Quizás afectaban a su amada sobremanera. Primero la casa de Cuna violentada, es cierto que estaba Bel"Ameth, pero su amada no se sentia cómoda, sabiendo como el era obsevado con recelo. Situación análoga en Lunargenta, tambien tolerante, pero con cierto resquemor hacia su esposa.
Parecia que todo estaba en orden en Dalarán, hasta que fue destruida. ¡ Maldita “Xalalá” !..
No obstante, confiaba en que Menel se diese cuenta de lo más importante. Las posesiones materiales, vienen y van al albur de la fortuna. Sin embargo, un hogar no lo forman 4 paredes. Un hogar lo forman las personas, en su caso, su hogar estaba siempre donde quiera que estuviese ella, y sus hijos.
Tranquilo, Argent, tranquilo. Déjala que pase su duelo, y verá como nada es tan importante. Mientras estemos juntos, pensaba el paladín, saldremos adelante como siempre hemos hecho, a través del acero y la magia. Pero ojalá llegue el día, en el que podamos descansar en nuestro hogar, alli donde quiera que sea…

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  • Entiendo. ¿Tienes alguna teoría sobre un camino de regreso a nuestras tierras? Si es como dices, transportado, entonces debe haber un camino de regreso. Tenemos que regresar lo más rápido posible.

Ascar pareció disculparse.

  • Lo siento pero no lo sé. Nadie más en el campamento tiene ninguna pista todavía.

  • ¡¿Entonces al menos puedes explicarnos qué diablos era esa cosa en el cielo?! Debes haberla visto, bloqueó el maldito solNhail se sobresaltó un poco.

  • Desafortunadamente estamos tan perdidos como tú. Lo vimos pasar por encima antes pero nadie pudo explicarlo. La mayoría de la gente aquí corrió a cubrirse.

Uncas estaba molesto por la falta de progreso. Entonces, vio una figura acercándose por detrás. Ascar se giró y todos miraron. Era un niño, no mayor de 19 años que vestía una túnica tribal y una banda en el cabello. A su lado había una espada en su vaina. Les habló.

  • Esa criatura… ella misma y yo compartimos un destino. Está conectada conmigo y con un antiguo malexplicó el muchacho.

  • Me encargaron derrotar a varios de ellos para sellar a un antiguo demonio y llegué a esta tierra durante mi búsqueda. Creo que el demonio ha maldecido estos bosques provocando que cambie a otra realidad.

Los tres hombres escucharon atentamente. El chico continuó.

  • Mi teoría es que esta bestia debe ser derribada para que nuestro mundo vuelva a la normalidad.

  • Este mal del que hablasdijo Uncas¿Hablas de…?

El niño le dijo que nunca había oído hablar de ese nombre.

  • Estoy seguro de que nuestro mundo será corregido con la bestia muerta. Así debe ser.

Uncas se mostró escéptico.

  • Chico, si lo que dices es verdad y la bestia está relacionada con el motivo por el que estamos aquí, te agradezco que nos informes. Sin embargo no hay manera de que podamos matar a una bestia así con nuestros medios actuales.

  • Tiene razónintervino NhailDe ninguna manera podríamos derribarlo. Además, no creo que un gusano gigante en el cielo nos ayudaría de ninguna manera, solo estaríamos desperdiciando nuestro tiempo.

  • ¡Lo que digo es verdad! He matado a varios antes y me llené de su espíritu. Sentí el vínculo con el demonio y puedo sentir cómo se debilita. Tal vez nos envió a todos a otro reino como un esfuerzo final para librarnos.

Uncas pensó en ello. Escuchó sinceridad en las palabras del niño pero no pudo entender cómo una bestia de una tierra mítica era la causa de toda esta confusión. Esta era su única pista, sin embargo. Tenía una última pregunta que determinaría su rumbo.

  • La bestia viajaba a una velocidad increíble. El forestal más rápido de Quel’thalas tendría dificultades para seguirle el ritmo. ¿Cómo esperas que no sólo lo alcancemos sino que también localicemos su posición?

El niño desenvainó su espada. La levantó por encima de su cabeza y el sol reflejó un rayo de luz dorada sobre la tierra.

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  • Esta espada nos dirá la dirección. En cuanto a mantener su ritmo, sé que debe descansar durante varios días entre vuelos. Aterrizará pronto. La encontraremos descansando y luego la despertaremos permitiéndome subir y comenzar el ataque.

  • ¿En el aire?Nhail se rióDebes estar loco.

El chico y Uncas parecían muy serios.

  • ¿Cómo te llamas muchacho?

  • Me llamo Redan.

  • Es un placer conocerte. Uncas, y él es Nhail, mi compañero.

Se volvió hacia el amplio campo donde el rayo de luz les había mostrado.

  • Mañanahabló con confianzaComenzamos nuestra búsqueda.


La noche transcurrió tranquila para todos ellos. Ascar les había proporcionado una tienda de campaña para alojarse además de agua limpia y pan. Con el hambre saciada, los tres compañeros se acostaron. Redan se quedó dormido inmediatamente mientras ambos compañeros permanecían despiertos. Uncas intentó no pensar en no haber podido llegar a tiempo. Tenía una nueva misión que requería su concentración, por mucho que odiara tener que cambiar de planes. Finalmente se quedó dormido sólo para ser atormentado por pesadillas.

Nhail no podía dormir. Se levantó y salió de la tienda caminando hacia un mundo de oscuridad y estrellas. Caminó hacia el bosque. Hacía frío y estaba húmedo. Miró fijamente las estrellas. ¿Por qué los demonios no atacaban? Esta fue la primera noche en mucho tiempo sin un ataque. Caminó hacia adelante dejando el campamento detrás de él. Una nube descendió del cielo y se acercó a él. Se elevó y lo llevó al cielo. Se acostó boca arriba. Las estrellas pasaban a tal velocidad que se volvían borrosas. Sabía que se iba muy, muy lejos, lejos del dolor de la existencia. Sintió el viento correr a través de sus manos doloridas. ¿Cuánto tiempo llevaba descuartizando y matando? ¿Por qué eligió continuar y no rendirse? ¿Cuál era su lugar en Azeroth? Todo pensamiento lo abandonó y se quedó mirando a La Luna. La dama blanca se lo iba a llevar lejos, a un lugar donde estaría libre de dolor. ¿Qué le causó dolor? ¿Fueron sus propias acciones? ¿Las acciones de otro? Su alma abandonó su cuerpo y flotó entre las estrellas en un lugar sin maldad. Vio caras pero no tenían apariencia visual. Así como estaba sin forma física sintió los rostros presentes y acudieron a él. Los conocía, pero no sabía nada. Vio la tierra muy abajo y ésta lo llamó. Ya era hora de volver. Él no quería ir. Quería quedarse aquí con las almas que conocía. Lo empujaron hacia la tierra. Se sintió traicionado. ¿Por qué lo arrojarían nuevamente al mundo terrenal? Sabían demasiado. Ya era hora de que regresara. Vio su cuerpo sin vida sobre una nube. Sabía adónde iba. Nhail se despertó y vio la luz del amanecer arrastrándose en la tienda. Fue el primero de los tres en despertar. Vio a Uncas y Redan durmiendo silenciosos como la noche. Sobre el pecho de Uncas estaba su amuleto élfico apretándolo con fuerza con una mano. Nhail se llevó la cara a la mano y lloró en silencio.

El trío desayunó liebres asadas y agua. Mientras estaban sentados observaron a la gente que los rodeaba. Muchos de ellos se sentaban solos, pero otros tantos hablaban con otros. Estaba claro que casi nadie se conocía.

  • ¿Vosotros vais a arreglar este desastre?—dijo un hombre barbudo que caminaba hacia ellos. Era corpulento y fumaba en pipa—Se dice en el campamento que van a buscar esa cosa gigante… y a derribarla. Por cierto, buena suerte, porque nadie podrá siquiera acercarse a ella.

La mayoría de las personas varadas aquí parecían desesperadas.

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  • Correcto señorconfirmó UncasPero no habrá fracaso así que no debes preocuparte. En cuanto a una solución a nuestro problema, tendremos que esperar y ver, porque no estamos seguros de que la muerte de la bestia nos devuelva a casa.

  • Hmpf, entonces te deseo todo lo mejordijo el hombre mientras se giraba para alejarse.



Ahora que el trío sabía que la gente conocía su plan, notaron que muchas personas los miraban como si fueran su única esperanza. Incluso hubo un “¡Ustedes pueden hacerlo!” de la multitud. La presión para tener éxito una vez más se apoderó de Uncas. ¿Por qué su vida siempre fue así? Su línea de trabajo hizo que algunos lo consideraran un héroe, pero a costa de la posibilidad de decepcionar a esas personas. La presión fue aliviada por una niña que se acercó a ellos. Tenía un arco demasiado grande para ella, con una aljaba y varias flechas.



  • ¿Disculpe?dijo en voz baja¿Vosotros tres van a luchar contra ese monstruo?

Redan no estaba prestando atención, se estaba concentrando en algo profundo en su mente. A Nhail no le importaba nada. Sólo Uncas le prestó atención al niño.

  • Sí, lo estamos. Vamos a hacer que todos regresen a casa. ¿Estás sola?

  • Me perdí en el bosque y no pude encontrar el camino de regreso.

Levantó el arco y la aljaba pero pesaban demasiado para ella.

  • Uno de vosotros puede quedarse esto, es de mi padre, pero él no está aquí en este momento. ¡Estoy seguro de que alguno puede usarlo!

Uncas puso una mano sobre el arco.

  • Esta es una buena pieza ¿Tu padre usaba esto a menudo?

Hablar de su padre la hizo parecer iluminada tal como Uncas había esperado que pasara.

  • ¡Este era su favorito! Dijo que disparaba más recto y más rápido, por lo que no le gustaba usarlo mucho para tratar de mantenerlo en buena forma.

  • ¿Crees que le gustaría que su hija le hiciera su preciada reverencia a un extraño?dijo con una sonrisa.

A la chica le gustaba.

  • ¡Estoy seguro de que no le importará! De todos modos, lo usarás para salvarnos a todos. Probablemente él también te lo daría.

Uncas tomó el arco en sus manos. Probó el peso y comprobó los ángulos y las muescas. Esta fue una pieza muy buena en verdad. Tener un arco en sus manos una vez más le hizo darse cuenta de cuánto extrañaba tener el suyo. Se echó el arco a la espalda junto con la aljaba. Se arrodilló a la altura de la niña.

  • ¿Cómo te llamas?

  • Hedarespondió ella.

  • Heda, nos volveremos a encontrar y cuando lo hagamos, te devolveré este regalo. Tienes mi palabra y la honro con mi vida.

La niña lo abrazó y él le puso una mano en la espalda.

  • Volved sanos y salvos, ¿vale?les dijo a los tres.
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Después de tanto tiempo regresamos un poco. Desde la página 128*

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