Llega hasta el beso de Nissela Félix,no se si hay más…
desde la 128 me equivoque al escribirlo bieeeen
Nhail y Redan se levantaron sin decir nada. Uncas le guiñó un ojo a la niña y se puso de pie. Llamó a Ascar que ayudaba a todos los que podía en una cosa u otra.
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—Nos vamos ahora. Si podemos regresaremos a este lugar cuando hayamos terminado. Asegúrate de no irte, o si lo haces, deja un rastro para que lo sigamos—Ascar entendió las instrucciones.
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—Bueno, debes darte cuenta de que es posible que nunca regreses—conocía el riesgo y también estaba poniendo toda su fe en un joven extraño que acababa de conocer, pero esta era su única pista y tenía que arreglarlo. Si la bestia no era la respuesta entonces se había perdido toda esperanza.
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—Sí, es posible que no regresemos. Pero haremos lo que podamos o de lo contrario estaremos todos perdidos aquí por más tiempo.
Puso una mano sobre el hombro de Uncas.
- —Les deseo lo mejor a todos. Son más valientes que el resto aquí. Buen viaje, valientes.
Muchos de ellos comenzaron a vitorear. “¡Sí! ¡Puedes hacerlo!” “¡Muéstrale a ese monstruo cómo se hace!” “¡Sabemos que puedes hacerlo!” “¡No te rindas!” La multitud aplaudió. Nhail se dio la vuelta y comenzó a caminar. Redan saludó con la mano y luego lo siguió. Uncas miró a la multitud.
- —Haremos lo que podamos, pero no esperen que tengamos éxito. Esta es una enfrenta peligrosa en la que podemos perecer y puede que ni siquiera sea la solución. Todos deben trabajar duro para encontrar un camino de regreso a casa. Haremos nuestro mejor esfuerzo y, con suerte, terminaremos con esta confusión. ¡Adiós!
Todas sus esperanzas habían estado puestas en ellos, pero ahora vieron la verdad en sus palabras. También tuvieron que empezar a trabajar por cuenta propia. Lo último que vieron de sus héroes fue la capa rasgada del errante flotando detrás de él antes de desaparecer detrás de una colina. … Redan levantó su espada hacia el cielo creando un rayo dorado desde la punta. Brillaba directamente hacia adelante. Iban por el camino correcto
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—Redan, debes contarnos más sobre por qué crees que esto nos hará regresar—dijo sin mirarlo.
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—Había una tierra prohibida de poder inconmensurable. La tierra estaba sellada por una protección mágica para evitar que nada entrara y saliera. Hace algunos días pude romper la protección y viajar al templo en el centro de la tierra. Mi búsqueda era… no es importante compartir. Lo que es importante es que he visto las capacidades de las bestias. Tienen un antiguo demonio dentro de ellos y tiene el poder de crear y destruir. Una voz amiga me ha guiado a lo largo de este camino hasta ahora y me informó que el demonio puede tener tácticas incomprensibles.
Uncas escuchó atentamente y luego refutó.
- —Si este demonio causó esto para enviarte a otro reino, entonces ¿por qué vendría también? Esa bestia está aquí con nosotros. ¿No te habría enviado lejos y se habría quedado donde estaba?
Redan lo pensó.
- —Hay muchas posibilidades y tenemos poca información para probar algo. Ésta es la única explicación que se me ocurre.
Uncas entendió la perspectiva. Estaba luchando contra un antiguo mal cuando ocurrió el cambio, por lo que tenía sentido para él que intentara cualquier cosa para deshacerse de su único agresor. Por otro lado, Uncas también estaba combatiendo un antiguo mal. Tenían que actuar. Si Redan estaba equivocado continuarían hasta encontrar la verdad. El trío caminó por varios campos, muchas colinas y muchos árboles. De vez en cuando, Redan hacía brillar la espada.
Desde la pagina 133. Si, esta vez no me he colado, lo he mirado.
- —Entonces, ¿qué pasa con esa espada? ¿Magia o algo así?—Nhail le preguntó.
Redan pasó la mano por la parte plana de la hoja.
- —Me lo regaló un amigo—dijo después de una larga pausa.
Nhail decidió que estaba satisfecho. Sus dagas también tenía propiedades, aunque desconocidas, sabía que tenía una forma diferente. Los compañeros llegaron a un valle profundo con un río en el fondo y un denso bosque a ambos lados. Uncas echó un vistazo y deseó tener un barco. Miró a Nhail.
- —Vamos a viajar por el bosque de la derecha, parece menos frondoso.
No hubo objeciones por parte de sus socios. Juntos caminaron valle abajo y giraron a la derecha. Al entrar en el bosque, Uncas se sintió aliviado al ver que el bosque aquí era menos espeso de lo que pensaba. No tendrían problemas para pasar, pero el sol seguía sin poder brillar, lo que hacía que la espada no pudiera guiarlos. Tendrían que pasar lo más rápido que pudieran. No se sabía si la bestia cambiaría de rumbo y los haría viajar en la dirección equivocada.
- —Desenvainad vuestras espadas—ordenó Nhail de la nada.
Uncas y Redan hicieron lo que les dijeron escaneando sus alrededores en busca de una amenaza.
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— ¿Qué pasa, Nhail? ¿Qué ves?—le gritó.
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— ¡Nos han encontrado! ¡Rápido! ¡Regresemos juntos!
Se acercaron el uno al otro mirando en tres direcciones diferentes. Esperaron a que sus enemigos aparecieran desde el bosque oscuro. Aparecieron del lado de Redan. Entes desfiguradas y armados. Había más de cincuenta y se dispersaron para rodearlos. Uncas levantó su espada hasta el centro de su cara. Preparó su postura.
- — ¿Estás preparado?—preguntó a los demás.
Redan no dijo nada. Nhail reaccionó con una risa… como si no le importara nada. Las abominaciones se alzaron agitando sus armas y emitiendo fuertes gruñidos y rugidos.
- —Concéntrate en tu espada, es tu única esperanza aquí.
Los demonios comenzaron a acercarse.
- — ¡Ir!—gritó Uncas.
El trío irrumpió entre la multitud en tres puntos diferentes. Nhail mató a cinco en cuestión de segundos. Uncas detuvo una lanza y cortó el brazo de otro. Redan corrió entre la multitud, pasó detrás de ellos y trepó a un árbol. Se sentó encima de una rama y apareció un arco en sus manos con una flecha lista. Los demonios lo miraron fijamente y algunos se movieron para comenzar a cortar el árbol. Redan dejó volar varias flechas, cada una encontrando su objetivo.
- — ¡Tranquilo!
Diez demonios menos.
- — ¡El amuleto!
Uncas había olvidado por completo que su amuleto élfico repelía a los demonios. Si funcionó antes, podría funcionar ahora. Lo agarró, lo sacó de su cota de malla y lo sostuvo en alto. Estos emitieron un leve murmullo y luego continuaron su asalto.
Origenes de Qha
Qha crecio feliz en el bullicio del mercado Bahia Botin, donde sus padres regentaban una pequeña tienda de baratijas magicas y amuluetos. Desde pequeña siempre fue mas curiosa que la mayoria y mientras otros niños jugaban a intercambiar explosivos de juguetes, ella preferia escabullirse para descubrir ruinas antiguas. Pero su momento favorito era escuchar las historia de bella troll chaman que visitaba el mercado de vez en cuando y que noto la curiosidad innata de la pequeña goblin. Esa troll, de cabellos dorados era una famosa clarividente, aunque Qha no sabia en ese momento que su maestra era tan importante. Cuando se conocieron solo le fascinaba las historias sobre como los elementos podian tanto acabar con vidas como salvarlas y las leyendas sobre como los elementos pueden causar grandes catastrofes eran sus favoritas. Durante años fueron forjando una amistad y “la chaman de muchos nombres” (asi la llamaba Qha porque siempre que le preguntaba le decia que se llamaba de diversas formas diferentes) le regalaba pequeñas piedras encantadas y le enseñaba cosas basicas sobre los elementos en formma de juego para Qha, plantando en el pequeño corazon de la goblin la semilla del chamanismo.
Pero un dia, cuando tenia 12 años, su vida cambio para siempre. Alamuerte aparecio en Azeroth, desgarrando el cielo y la tierra, quemando todo a su paso. Un gran maremoto arraso con Bahia Botin y creo el caos en la comunidad goblin; Qha que en ese momento estaba en la costa, jugando a los globos de agua explosivos con su amigo Deetez y ni siquiera el repentino silencio de los animales de la zona les llamo la atencion. Solo el ruido ensordecedor, como si de un mounstro acuatico se tratara, que sacudio la playa y el temblor del suelo hizo que los dos pequeños goblins salieran de la concentracion del juego. Un gigantesco muro de agua se acercaba a ellos y Qha sintio un pinchazo en el pecho, el panico, un sentimiento que aun no conocia y que impidio que sus cortas piernecitas se movieran.
Desesperada, extendio sus manos y, por primera vez, rogo a las espiritus del agua que la escucharan. Miro atras y grito a Deetez lo mas alto que pudo que corriera hacia ella, pero el rugido del gran muro de agua que se acercaba vertiginoso sofocaba su voz. Pero cuando empezo a ser arrastrada por el agua, una rafaga repentina se arremolino a su alrededor, convirtiendose en una burbuja protectora que amortiguo los golpes. Lo espiritus del agua la mantuvieron a salvo mientras era arrastrada al mar abierto y la pequeña Qha no podia creerlo, pero le susurraban en su oido, calmandola y enseñandole a como fluir con ella.
Qha sintio que el corazon se le salia del pecho. Respiraba agitadamente y los gritos de Deetez retumbaban en su cabeza. Queria volver a ayudarle, pero estaba a mercer del un mar que la sacudia de un lado a otro en esa burbuja. La desesperacion la ahogaba. Penso en sus padres y su pequeña tienda, en todo lo que dejaba atras y entonces todo se volvio negro, Qha se desmayo y dejo a que los espiritus del agua la guiaran. Cuando desperto en una orilla solitaria, se dio cuenta de que los elementos la habian salvado la vida. Miro a la inmensidad del mar y comprendio que nunca lo volveria a ver de la misma forma. Ahora lo veia como una fuerza que debia ser protegida y un gran aliado, que esa magia no era un juego, sino un don que debia honrar, su camino ahora estaba ligado al chamanismo y estaba decidido. Pero al mirar al horizonte, se dio cuenta de otra realidad, una que la destruyo, vio en la lejania los restos de Bahia Botin.
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— ¡Falló!
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— ¡Mier&$…!—exclamó Nhail.
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— ¡Supongo que tenemos que hacer esto de la manera normal!
Sus dagas cercenaron a otros dos derribándolos instantáneamente. Uncas esquivó y detuvo múltiples ataques a la vez seguidos de contraataques muy rápidos. Vio a varios caer al suelo, muertos, con flechas en la cabeza. Levantó la vista y vio a Redan en un árbol disparando tiros precisos. Quedó impresionado. Sólo quedaron diez y se agruparon para atacar a Nhail. Lo rodearon arremetiendo al unísono. Uncas y Redan solo pudieron observar cómo una lluvia de acero caía sobre el errante. Nhail, por supuesto, planeó este cebo y usó su formación contra ellos. Giró 360° haciendo una especie de abanico de decenas de cuchillas al mismo tiempo que se volvía uno con el viento. No le cayó ni un solo golpe. Caminó sobre el montículo de cadáveres.
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— ¡Bueno! No opusieron mucha resistencia, ¿verdad?—dijo casi sonando decepcionado.
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—Había algo con estos seres. No son engendros normales. Sus reflejos y estrategias eran casi inexistentes.
Una flecha pasó rápidamente junto a los dos hombres y aterrizó en la cabeza de un demonio.
- —Ese no estaba muerto—dijo Redan mientras se dejaba caer de la rama.
Uncas notó que otros aún se movían. Entonces, ¡todos empezaron a levantarse de nuevo! Los demonios agarraron sus armas y se pusieron de pie, incluso a los que les faltaban las mitades inferiores y las cabezas.
- —Estos… ¡son imposibles de matar!
No había manera de que pudieran levantarse con el daño que habían recibido.
- —Bastardos…—murmuró Nhail.
En lugar de perseguirles se reunieron en una pila. Los tres observaron con incredulidad cómo comenzaron a fusionarse formando una esfera carnosa gigante. Cuchillas sobresalían de la esfera por todos lados. Una vez que alcanzó su altura final comenzó a rodar hacia los tres a gran velocidad. Uncas y Redan rodaron hacia ambos lados, pero Nhail intentó atacar. Bajó sus dagas hacia el centro de la esfera, hundiendo las hojas profundamente. La sangre salpicó todo su cuerpo. Girando sus caderas, arrancó la hoja de la masa dejando un abismo considerable. La esfera se detuvo por un momento antes de reformarse.
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—Oh diablos… —dijo el errante, dándose cuenta rápidamente de que no podrían destruir a este monstruo.
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— ¡CORRER!
Los tres corrieron hacia una parte espesa del bosque. No habría forma de que la masa pudiera seguirlos a través de la estrecha línea de árboles. Los objetos elficos fallaron, las espadas fallaron, no había forma de detenerlo. Todo lo que podían hacer era esperar. Corrieron durante varios minutos y luego desaceleraron y empezaron a trotar. Cruzaron muchas millas por este camino y perdieron fuerzas. Siempre que Uncas viajaba con alguien, siempre tenían dificultades para seguirle el ritmo, pero estos compañeros tenían un suministro de energía aparentemente ilimitado. Ésta era la compañía que necesitaba en esta búsqueda.
- —Muy bien, no hay posibilidad de que pueda seguirnos—dijo Nhail mirando hacia el espeso bosque.
Habían llegado a una zona más clara indicando la salida cercana. Caminar entre los árboles era fácil aquí, cada uno crecía a 5 pies de distancia uno del otro. El suelo estaba cubierto de pinos y palos que hacían que la zona pareciera bastante blanda.
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—Esas criaturas, ¿dijiste que las conocías?—Redan cuestionó a Uncas.
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—Créanme si quieren, pero no creo que seamos de tierras diferentes. Creo que venimos de mundos diferentes.
Nhail no pareció muy sorprendido por la suposición de Uncas. Estaba muy acostumbrado a los acontecimientos de otras realidades y, a decir verdad, no le sorprendía nada de lo que había sucedido todavía. Redan vio verdad en la teoría de Uncas pero no había forma de probar nada. Quizás una vez que hubieran completado su búsqueda encontrarían una explicación, pero por ahora tenían que seguir adelante. Había un campo que se extendía con un río que corría tranquilamente a su lado. Redan no perdió el tiempo y sostuvo su espada en alto. El rayo apuntaba ligeramente hacia la izquierda. Esta fue una buena noticia.
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—Uncas, tu sentido de la orientación es impresionante—señaló Redan.
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—Sólo nos hemos desviado ligeramente de nuestro rumbo, a menos que la bestia haya alterado su trayectoria. De todos modos, debería aterrizar pronto si no lo ha hecho ya. Siento que nuestra batalla se acerca.
Habían escapado de los demonios, por ahora. Los compañeros siguieron adelante y al poco tiempo vieron que la tierra frente a ellos se secaba. La hierba comenzó a adelgazarse y a tomar color, además de aparecer ausente. Una colina se interponía en su camino, lo que les obligó a escalarla. En lo alto de la considerable colina vieron el paisaje al que entrarían a continuación y ninguno de ellos quedó satisfecho con la vista. Bajaron y caminaron hacia un desierto sin fin.
Caminaron a través de un duro y húmedo paisaje plagado de sombras en varios kilómetros a la redonda. Directamente delante una enorme pared de una cadena montañosa se alzaba. El trío se detuvo en lo alto de una colina. Redan señaló hacia adelante.
- —La luz se está aclarando, la ‘’bestia’’ reside en algún lugar a lo largo de esa montaña. Nuestra batalla está cerca.
Uncas contó las flechas en su aljaba. Ocho, todas impecables. Aunque no era suficiente para él, prefería llevar al menos el doble. Se volvió hacia Redan.
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—Un arco encantado, ¿no?—lo miró pero no dijo nada.
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—De vuelta en el bosque, con las abominaciones, esqueletos y demás seres nauseabundos sacaste un arco del aire y disparaste flechas sin aljaba. Tu arco es mágico.
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—No puedo responderte, Uncas, ya que yo mismo no conozco las propiedades de mi equipo. Esta “Magia” de la que hablas puede ser la razón, tal vez no. Me he acostumbrado a ella, pero nunca la entendí.
Redan envainó su espada y el arco apareció en sus manos.
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—Estoy agradecido por ello—dijo.
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—Sí, bueno, creo que es raro. Y créanme, cuando encuentre algo raro que pueda ayudarme, lo usaré.
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—Yo también—dijo Uncas.
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—Encontré a Nhail y es extraño, así que lo estoy usando—dijo con una risa.
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—Eres un maldito bastardo… —Nhail con una sonrisa.
Uncas fue el único que lo hizo sentir de humor desde que volvió de Pandaria. Era una emoción de la que se había olvidado.
- —Ven, ya casi llegamos—dirigió.
Treinta minutos después el grupo se detuvo ante un espectáculo peculiar. Parecía ser algún tipo de edificio en ruinas enterrado por el pasar de los milenios. Los pilares sobresalían diez pies de la arena, pero parecía que tenían más de cuarenta. En el centro de los pilares descansaba un edificio con cúpula que sin duda era la entrada principal a algún antiguo palacio del imperio Altonato olvidado por el tiempo.
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— ¿Esto te parece familiar Uncas?—le preguntó Nhail.
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—Nunca antes me había topado con una arquitectura de este tipo por estas tierras.
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—De donde vengo—pensó Redan en voz alta —Hay desiertos con piedras antiguas, pero esto… esto no es así. Los grabados a lo largo de los pilares me resultan extraños—los tres estaban perplejos pero igualmente intrigados.
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— ¿Qué debemos hacer?—preguntó el errante.
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—Si nos quedamos aquí comprobando estas ruinas antiguas, ese monstruo se alejará cada vez más. Deberíamos seguir persiguiéndolo—Redan levantó su espada para comprobar la dirección de la bestia —Se ha detenido en esas montañas. Descansará durante varios días, así que no hay necesidad de apresurarse—miró al cielo —De todos modos, no sería prudente atacar al coloso durante la noche. Creo que deberíamos explorar estas ruinas y descansar por la noche.
Uncas ya estaba husmeando en el sitio tratando de encontrar una manera de entrar.
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—Estoy con Redan. Debemos descansar esta noche y atacar al amanecer. No sabemos cuánto durará la pelea, así que necesitaremos toda la escasa luz del día que podamos.
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—Muy bien entonces—suspiró, decepcionado de no poder blandir las Myrkur — ¿Vamos a intentar entrar en este lugar?
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—Esa es mi intención, sí. Sin embargo parece que todas las entradas están profundamente bajo tierra. Puede que sea imposible… —Uncas fue interrumpido por un fuerte golpe detrás de él seguido por el sonido de piedras cayendo. Se volvió para ver a Nhail, espada en mano, un enorme agujero en la cúpula del edificio central.
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—Ahí tienen, muchachos.
Los tres se apiñaron alrededor del agujero y miraron hacia abajo. La luz restante encendió un rayo a través del agujero que apenas llegaba al fondo cuarenta pies debajo de ellos. Aquel edificio era muy alto.
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—Es como un viejo monasterio… con mi vieja armadura esto sería más emocionante, pero mejor no pensar en Shemyazaz… —se quejó Nhail.
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—Está demasiado oscuro—determinó Uncas. Sacó una extraña piedra de su bolsa —Necesitamos algo que ilumine esto—miró a su alrededor, pero todo lo que había era musgo y piedra. Entonces tuvo una idea —Alza tu espada. Haz brillar la luz.
Redan hizo lo que le dijeron, la luz brilló como un rayo.
- — ¿Estabas pensando en usar esto para iluminar el camino?—preguntó.
Uncas se acercó y sostuvo una antorcha frente al rayo. En segundos, la antorcha empezó a humear. Sostuvo la antorcha sobre el agujero mostrando un pilar al lado de la entrada. Parecía lo suficientemente delgado como para deslizarse hacia abajo.
- —Bajaré por este pilar e intentaré encontrar algo de interés. Puede que haya respuestas, vosotros dos quedaos aquí y preparen un lugar para dormir. Si necesito algo, los llamaré.
Los dos asintieron. Se colocó la antorcha en la boca y abrazó el pilar con fuerza. Aflojó un poco su agarre, lo que le hizo descender a la oscuridad. Una vez a salvo en el fondo miró hacia el techo. El agujero estaba muy arriba y no podía ver a Nhail ni a Redan.
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— ¡Lo logré!
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— ¡Muy bien, no te pierdas!—Nhail respondió.
Comprobó su entorno. Estaba en un… algo bellamente decorado. Pudo haber sido una sala del trono o una antecámara, pero era difícil saberlo en ese momento. Las paredes estaban cubiertas de un texto desconocido. Parecía como si hubiera sido escrito apresuradamente. Había varias bases de pilares a lo largo del suelo con sus cuerpos hechos pedazos cerca. El suelo estaba agrietado y cubierto por una fina capa de arena. Lo asimiló todo pero descubrió que no había nada en aquella habitación. Todas las puertas a su alrededor estaban derrumbadas por los escombros que volcaron hacia adentro. Todas excepto una, que permaneció intacta. Detrás de él había un muro de oscuridad. Entró y encontró un pasillo de piedra en ruinas con puertas arqueadas a cada lado. Miró brevemente dentro de cada habitación a medida que pasaba y las encontró todas vacías. Pensó que era posible que este palacio hubiera sido asaltado hace algún tiempo. Miró hacia abajo y vio un cráneo aplastado debajo de su bota. Por fin, pensó, algo que encaja en este entorno. Levantó la antorcha para iluminar más el pasillo revelando a otro hombre muerto más adelante.