La Guerra Interna

Redan observó a Uncas volver a colocar el orbe en su cinturón y notó algo extraño. La camisa de Uncas parecía estar alejándose de él o algo debajo de ella lo hacía. Este también lo notó. Se bajó la camisa y sacó su amuleto, que se alejaba de él hacia la tierra. Lo soltó y se magnetizó hacia el suelo frente a él.

  • ¿Qué está haciendo?preguntó Redan.

  • No estoy seguro. Parece que se siente atraído por el suelo… lo que sólo podría significar el coloso. Algo en él atrae el amuleto.

Uncas tomó el amuleto de su cuello y lo deslizó alrededor de su muñeca manteniendo un agarre firme. Se arrodilló para permitirle acercarse a su objetivo mientras la magnetización aumentaba. Al tocar la arena tiraba con una fuerza considerable para un objeto tan pequeño. Entonces el suelo tembló. Y otra vez.

  • Escuchad, ¿sintieron algo?preguntó Nhail.

Ellos no respondieron, pues estaban preocupados por saber lo que estaba por suceder.

  • ¡Paso atrás!ordenó Uncas.

El suelo temblaba con más fuerza y ahora de forma más constante.

  • ¡Está subiendo! ¡Debemos agarrarnos antes de que salga a la superficie!

Cuando terminó, un enorme objeto parecido a un cuerno emergió de la tierra a gran velocidad. Este era su objetivo. Uncas y Nhail observaron con asombro cómo se revelaba el enorme cuerpo escamoso, pero Redan no perdió el tiempo agarrando un grueso trozo de pelaje. Los otros dos salieron de su trance y corrieron hacia el coloso agarrándolo tan fuerte como pudieron. Se alejaron del suelo a una velocidad increíble, lo que hizo que Uncas recordara la sensación de ingravidez que había experimentado la noche anterior cuando fue arrojado por el aire. No era un buen recuerdo. El aire y la arena les golpearon la cara y les obligaron a cerrar los ojos. Se aferraron ciegamente mientras la bestia se levantaba de su lugar de descanso. Todo lo que tenían que hacer era esperar. A medida que se volvió paralelo al suelo, Nhail y Uncas colgaban impotentes de su pelaje y sus brazos se debilitaban a cada segundo. Uncas finalmente pudo abrir los ojos, y cuando lo hizo, vio los enormes sacos azules cuando vio a la bestia por primera vez varios días antes. Luego cometió el error de mirar hacia abajo. Debajo de ellos estaba el suelo, pero más lejos de lo que lo había visto nunca antes. La distancia era diez veces mayor que la noche anterior. Una caída desde esta altura no sólo significaría una muerte segura, sino que también crearía un cráter considerable en el suelo donde aterrizarían sus cadáveres. La atención de este se recuperó pero Nhail gritó.

  • ¡Uncas! ¡Tenemos que subir a un lado! ¡Tenemos que llegar a la cima!

Apenas podía oír a través del viento, pero aun así lo entendió. Miró a su alrededor y vio el borde más cercano del coloso. Los dos comenzaron a balancearse hacia él como Hozen en los árboles. Uncas podía sentir que sus brazos flaqueaban. ¿Sobreviviría Nhail? Uncas no podía mirar atrás ahora, primero tenía que asegurarse de estar a salvo del otro lado. Se giró y llegó al borde. El borde del coloso estaba hecho de piedra irregular. ¡No había nada a qué agarrarse! Miró desesperadamente a su alrededor pero supo que ese era el final. Su agarre se estaba resbalando rápidamente a pesar de que sus manos sabían que era vida o muerte. Entonces vio aparecer un arco desde el costado de la bestia. Sin pensarlo extendió la mano y apenas logró agarrarlo. Mientras colgaba del arco vio que Redan estaba encima y había usado su arco para alcanzar a Uncas. Redan lo levantó y Uncas se desplomó sobre la parte superior peluda del coloso. Redan volvió a hacer lo mismo con Nhail pero no hubo respuesta. Redan pensó que había pasado lo peor, pero entonces una mano enguantada se extendió y agarró el arco. ¡Nhail lo habían logrado! Los tres estaban a salvo sobre la bestia, pero todos se quedaron respirando con dificultad durante unos segundos antes de que alguien dijera algo.

  • J… justo a tiempoles agradeció Nhail entre jadeosOtro segundo, y… uf… estaba perdido.

  • Redan eres un geniole dijo al niño que ya estaba de pie.

  • Guarda tu agradecimiento.

Ahora era el momento de acabar con el coloso.

  • ¡Debemos encontrar los puntos débiles!Redan gritó por encima del viento.

Uncas se puso de pie sabiendo lo que debía hacer, pero vislumbró el suelo mientras estaba cerca del borde. Vio la tierra debajo de ellos moviéndose a un ritmo increíble. Ahora estaba descansado y muy probablemente agitado por la perturbación.

  • ¡Tenemos que derribarlo rápidamente! ¡Nos está llevando lejos!

  • ¿¡Sí, no me j0das!?Nhail gritó en respuesta¡Apurémonos y matémoslo!

Redan comenzó a caminar hacia la gran criatura buscando puntos débiles. Ninguno de los hombres vio ninguno, pero les quedaba mucha superficie por revisar. De alguna manera, Redan corría hacia la cabeza de la bestia a través del fuerte viento. Seguramente iba a revisar la cabeza, lo cual tenía sentido. Aunque estaba tan lejos que le llevaría varios minutos alcanzarla.

  • ¡Al diablo esto!anunció Nhail mientras apuñalaba su daga en el cuerpo del coloso.

Para su consternación, la enorme hoja simplemente rebotó sin dejar ni un rasguño.

  • ¿Qué diablos? ¡¿Está hecho de acero?!

  • ¡Los puntos débiles, Nhail! ¡Encuéntralos!

Miró por encima del borde del coloso y vio algo horrible. A lo lejos y acercándose rápidamente, había un extenso océano azul. El Mar Adusto. El olor a agua salada llenó el aire y se hizo más poderoso con cada segundo que pasaba. Uncas vio que Nhail estaba demasiado ocupado buscando puntos débiles como para notar el olor. ¡Iban sobre el océano! Si no lo mataban pronto estarían condenados a una tumba de agua cuando la bestia cayera. Miró frenéticamente a su alrededor buscando cualquier cosa que pudiera ser un punto débil pero todo lo que vio fue piel, piedra y tres grandes solapas a lo largo de la parte superior de la bestia que parecían estar cerradas. Miró hacia el océano y vio que ya era demasiado tarde. Pasaron sobre el agua y la tierra desapareció rápidamente detrás de ellos. Uncas no sabía qué hacer con la situación. Decidió caminar penosamente para informarle. Se acercó a Nhail que estaba aplastando al coloso en vano.

  • Si la bestia cae nos ahogaremos todos.

  • ¡¿Entonces por qué no esperamos hasta que estemos nuevamente sobre la tierra antes de matarlo?!

  • ¡No es mala idea! ¡A esta velocidad podríamos volver a la superficie en unas pocas horas!

  • ¡Está bien, entonces! ¡Supongo que solo esperaremos por ahora!

Los hombres se sentaron sobre la piel donde no tenían que preocuparse. En ese momento, sin embargo, ambos se pusieron de pie mientras recordaban lo mismo al mismo tiempo: ¡Redan se estaba yendo a la cabeza! ¡Si lo derribara, todos morirían!

  • ¡Tenemos que detenerlo!

Ambos corrieron lo más rápido que pudieron hacia la bestia. No podían ver a Redan, la cabeza estaba tan lejos que les parecería una pequeña mota. Todo lo que podían hacer era esperar llegar hasta él antes de que encontrara un punto débil. De repente, una sombra pasó. Nhail la notó rápidamente y miró hacia arriba y vio una criatura enorme estrellarse contra el coloso frente a ellos. Levantó polvo y arena, lo que hizo que los hombres se protegieran los ojos.

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Cuando el polvo se elevó hacia el cielo vieron lo último que querían ver en ese momento: La bestia había vuelto a la vida de una pieza, aunque magullado. De algún modo era incluso más grande que la noche anterior.

Extendió sus enormes alas de manera intimidante.

  • ¡Te encontré! ¡Nuestra batalla aún no ha terminado!

  • ¿Podrías elegir otro momento? Estamos sobre el maldito océano, en una cosa… gigante, ¡y Dios sabe adónde! ¡Ahora no es el momento!

Rugió, tan fuerte que el aire a su alrededor vibró.

  • ¡Aquellos que esperan el combate son los primeros en morir en él! ¡Lucharemos ahora!

Mientras decía eso se arrojó hacia adelante. Estaba claro que quería vengarse de Uncas y estaba dispuesto a hacer todo lo posible para matarlo. Ahora no tenían tiempo para luchar, tenían que llegar a Redan para decirle que no matara al coloso, pero la bestia estaba bloqueando el camino.

  • ¡Nhail tenemos que derribarlo! ¡Debemos pasar!

  • ¡¿Derribarlo?! ¿¡Cómo!? ¡Apenas puedo mantenerme erguido sobre esta cosa!

La situación parecía sombría. Se acercaba elevándose por encima de ellos y tuvieron que decirle a Redan que detuviera el ataque. Alzaron sus espadas y observaron al demonio pisar fuerte con los ojos rojos.

  • Si aquí es donde morimos… entonces muramos luchando.

El intenso viento de agua salada azotó con fuerza suficiente como para casi enviarlos volando al mar. Tenían que prepararse sólo para mantener una base sólida en la parte posterior del enorme coloso serpentino. Sus poderosos pasos causaron más dificultad para mantenerse en pie. Finalmente, estuvo dentro del alcance de sus objetivos y comenzó su ataque. La bestia lanzó un enorme brazo hacia Uncas, quien apenas tuvo tiempo de saltar hacia atrás. Cuando saltó hacia atrás el viento soplaba mucho más alto en el aire de lo que había planeado. Cuando aterrizó, estaba a seis metros de Nhail y el demonio.

  • ¿Qué tal si tú y yo solucionamos esto aquí y ahora?aspiró una columna de humo por la nariz. Nunca antes había rechazado un desafío y no iba a hacerlo ahora.

  • Muy bien maldito demonio. ¡Acepto tu desafío!

Nhail se volvió hacia Uncas que regresaba hacia ellos mandando un mensaje silencioso a través de sus ojos. Uncas entendió de inmediato. Nhail iba a distraer al monstruo permitiendo que pasara sigilosamente y llegara a Redan. Nhail retrocedió a tiempo para bloquear un puñetazo que casi lo derriba. Respondió con un movimiento que le afeitó un poco el pelo del brazo. Los dos continuaron intercambiando golpes y bloqueos, mientras Uncas avanzaba lentamente a lo largo del costado del coloso. El demonio o no lo vio o no le importó. Uncas había logrado pasar y ahora todo lo que quedaba era un tramo de bestia delante de él. Tenía que llegar allí rápidamente. Se movió lo más rápido que pudo para tratar de volverse más aerodinámico. Esto tuvo cierto éxito, lo que permitió que su ritmo aumentara. Tropezó con pieles, piedras y otra extraña aleta en el suelo. Miró hacia atrás para ver a Nhail todavía peleando, de alguna manera manteniendo alejados los ataques del monstruo a través de todo este viento. Se giró, ya casi había llegado. Con suerte Redan aún no había encontrado lo que buscaba. … Algo pareció perturbar el aire a su alrededor haciendo que fuera a la vez caliente y frío al tacto.

  • ¡Maestro!Llamó al cielo nublado¡Escucha mi llamada! Gracias, oh poderoso maestro. Por favor, guíanos en la conquista para que ningún enemigo pueda resistirnos.

Realmente fue un espectáculo digno de contemplar, miles de pequeñas figuras trabajando al unísono para lograr el objetivo de alguien a quien nunca habían visto o a quien nunca habían dirigido.

  • ¿Encontraste lo que buscabas?se volvió revelando sus ojos pnetrantes.

  • Encontré lo que buscaba, sí…

  • Excelente, mi señor. Muy bien. Por desgracia, me lo robaron directamente de mi mano.

  • No te preocupes, mi fiel servidor, porque pronto lo conocerás.

Uncas gritó cuando finalmente llegó a la enorme cabeza del coloso. Su cabeza estaba hecha de piedra irregular que subía y bajaba en varias áreas sobresaliendo en algunos lugares y hundiéndose en otros. Redan tenía que estar ahí dentro en alguna parte. Mientras inspeccionaba el paisaje ante él, descubrió que no había pelo en la cabeza al que agarrarse y casi ninguna superficie sobre la que pudiera mantenerse de pie. Llegar al frente requeriría un poco de escalada y equilibrio, lo que hizo que le dolieran las manos solo de pensarlo. Sin embargo, era eso o posiblemente la muerte, así que fue directo al grano. Encontró una repisa de piedra que parecía atravesar la enorme cabeza de la bestia hasta llegar al frente. Se agarró a la repisa y usó sus pies para brindar algo de apoyo en la superficie inclinada lo que alivió la carga de trabajo de sus manos. Con un agarre firme se deslizó por el costado de la cara de la criatura. El viento nunca amainó aunque no le causó muchos problemas para aguantar. Ahora estaba de lado y no podía ver muy bien. Continuó por algún tiempo descansando ocasionalmente por un momento o dos hasta que llegó al final de la cornisa. Afortunadamente, la piedra debajo de él no estaba demasiado inclinada, lo que le permitió pararse y examinar su entorno.

  • ¡Saludos, monstruo!gritó a través del viento.

El ojo estaba colocado a un lado de la cabeza en lugar de al frente como esperaba. Los ojos de los depredadores están colocados al frente por varias razones, principalmente para ayudarlos a concentrarse en el combate, mientras que los ojos de las presas están colocados a los lados de sus cabezas para aumentar su campo de visión y vigilar a los depredadores. ¿Por qué sus ojos eran como los de una presa? Esta criatura era pura maldad, ¿no? siguió adelante. Vio un camino que conducía hacia abajo y rodeaba el frente de la bestia que parecía bastante seguro con la debida precaución. Sin embargo, la constante ráfaga de aire lo hizo mucho más difícil y la vista de nada más que el océano a cientos de kilómetros de profundidad tampoco fue un gran consuelo. Después de un descenso dolorosamente lento, llegó al frente del monstruo. Su extraña forma creaba una especie de orificio tipo cueva donde estaría su boca, pero no era una boca, sólo una abertura y un pequeño cónclave en su interior. Entró y finalmente encontró su objetivo.

  • ¡Espera!le gritó al chico sin siquiera ver lo que estaba haciendo allí. Cuando Redan se giró, Uncas vio que no había ningún punto débil allí, sólo marcas extrañas.

  • ¡Uncas! ¿Has localizado algún punto débil?

  • No, y por lo que parece tú tampoco. Lo cual es algo muy buenodijo respirando pesadamente.

  • ¿Bueno? Pero debemos encontrar los puntos para derribar a la bestia…

  • ¿No has mirado afuera? ¿Cuánto tiempo llevas aquí dentro?

  • Encontré esta abertura hace algún tiempo y encontré estas marcas en las paredes. He estado tratando de leerlas lo mejor que he podido. Han pasado varios minutos, supongo, tal vez más. ¿Por qué lo preguntas?

Uncas no respondió, sólo se hizo a un lado y le indicó a Redan que mirara hacia afuera, lo cual hizo rápidamente. Vio azul. Azul arriba y abajo, hasta donde alcanzaba la vista.

  • O—oh…tartamudeó.
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  • No podemos matarlo ahora… nos hundiríamos con él en las profundidades.

  • Eso es exactamente lo que he venido a decirte.

  • Afortunadamente aún no has encontrado la debilidad del monstruoRedan continuó mirando hacia el horizonte.

  • Tendremos que esperar hasta que vuelva a pasar por tierra. A esta velocidad no debería tardar mucho, tal vez un díaafirmó. Entonces Uncas tuvo un pensamiento inquietante¿Qué pasa si el coloso está haciendo esto a propósito?

Redan apenas tuvo que pensar en ello para devolver una respuesta.

  • No, no podría. Se cansaría pronto en el aire de esta manera. Buscará un lugar para aterrizar pronto ya que su descanso fue interrumpido por nosotros. O tal vez era cuestión de tiempo debido al despertar de las Islas Dragón y su destino sea aquel viejo continente.

Asintió. Eso fue un alivio. Ahora todo lo que tenían que hacer era esperar y pronto podrían continuar con su plan. Incluso podrían esperar en esta cueva ya que allí había poco viento. A Nhail probablemente le gustaría salir de este viento…

  • ¡Nhail!gritó con un salto¡Nhail está bajo ataque! ¡Debemos ayudarlo!

Redan no dijo nada y siguió rápidamente mientras comenzaban a subir a la cima nuevamente. Ese chico sí que es bueno escalando, pensó Uncas. Primero un árbol, ahora un enorme monstruo cubierto de piedra a trescientos metros de altura mientras era azotado por el viento. Impresionante. Todavía tardarían varios minutos y no había tiempo que perder. Mientras los dos corrían en ayuda de su amigo, vieron como Nhail recibía un poderoso golpe derribándolo, pero no se levantó. ¡Iba a matar a Nhail! Se detuvo en seco y luego le gritó a Redan. Este se giró confundido por qué Uncas se detendría aquí.

  • ¡SALTAR!ordenó al muchacho.

Redan dudó por un segundo, pero supo que debía haber pensado en algo. Entonces, sin pensarlo mucho más, saltó muy alto en el aire. Inmediatamente supo cuál era el plan hasta cierto punto. Sintió el viento detrás de él y se extendió para atrapar todo lo que pudiera. Como estaba planeado, lo lanzó hacia adelante a una velocidad increíble. Mientras Uncas observaba supo que el primer paso de su plan funcionaba. Se quitó el arco de la espalda, hizo una muesca en una flecha y tiró con fuerza de la cuerda. Con un ojo cerrado vio su objetivo y soltó la flecha. Solo ganó velocidad mientras volaba por el aire hacia el demonio. Instintivamente se giró para enfrentar al agresor, pero se sorprendió al ver a un joven volando por el aire completamente paralelo a la espalda del coloso con la espada apuntando hacia adelante.

La bestia solo pudo soltar un pequeño grito ahogado antes de que la espada negra de Redan entrara en su frente con fuerza suficiente para casi derribar a la bestia gigante. En el impacto salió volando y finalmente aterrizó sobre el coloso a seis metros de distancia. El demonio tambaleándose por el golpe miró la manija frente a sus ojos. En todo caso, parecía más enfurecido que herido por aquel golpe mortal. Comenzó a levantar las manos hacia la hoja para sacarla, pero se sorprendió aún más al ver la hoja más grande que el mundo jamás haya visto emerger de su pecho.

Detrás estaba Nhail ensangrentado apuñalando con su arma característica a su enemigo con una expresión en su rostro que solo podía describirse como frenética. Nhail arrancó la enorme arma y con ella vino la mitad de los órganos internos del demonio, incluido su corazón negro. El cuerpo rápidamente quedó inerte cayendo y casi aterrizando sobre el errante. Fue asesinado una vez más. Nhail se apoyó mientras recuperaba el aliento. Le dio al cadáver algunas patadas por puro despecho.

  • ¿Cuánto tiempo esto te mantendrá muerto? Ojalá sea el tiempo suficiente para dejarnos salir de esta maldita cosa…

Redan se acercó a Nhail pero no dijo nada. Fue a la cabeza y recuperó su espada.

  • Sí, vas a querer lavar esa cosa, muchacho. La sangre de demonio tiene algunos efectos secundarios desagradables si no se trataNhail le informó.

  • Lo haré. Es un milagro que hayas sobrevivido a un enemigo así, Nhail.

  • Eh, he peleado con estas y peores cosas antes. Tal vez si fuera mi primera vez, sí. Estaría muerto.

Uncas se unió a los dos.

  • En realidad estaría muerto si no fuera por ustedes dos. El gran bastardo me tenía allí en el suelo.

Los hombres se quedaron mirando el cadáver por segunda vez. Entonces, Uncas habló.

  • ¿Qué sugieres que hagamos con él, Nhail? Está claro que volverá otra vez.

  • Desafortunadamente no hay mucho que podamos hacer para retenerlo para siempre. Todo lo que podemos hacer es matarlo cuando aparezca y repetir. ¡¿Qué piensan ustedes, muchachos?!dijo riendo.

Nadie se rió a cambio. Los tres empujaron al unísono. Se deslizó por el borde y el coloso se estabilizó nuevamente. Los tres hombres observaron cómo el demonio caía cientos de pies, pero como el coloso se movía tan rápido desapareció de la vista incluso antes de llegar al mar. El grupo regresó al centro y se sentó a descansar. Todos sabían que sería un día largo con esta bestia, así que se prepararon para la espera. Todos excepto Redan, claro está.

  • Deberíamos encontrar los puntos débiles antes de descansarles dijoQuién sabe cuándo volveremos a estar sobre la tierra.

  • Paz, Redan. Siéntate y descansainstruyó UncasHe encontrado los puntos débiles.

Los ojos de Redan se abrieron como platos.

  • ¿Lo hiciste? ¡¿Dónde se esconden?!

Uncas señaló a un par de metros de distancia a una de las tres grandes aletas que todos notaron.

  • Ahí abajo.

Redan se acercó y miró debajo.

  • ¡Eso es! ¡El punto débil!

  • Sí, lo es, muchacho, podemos descansar.

El paso del coloso había disminuido a su velocidad normal, ya que probablemente era hora de descansar. Este ritmo produjo menos viento lo que facilitó la relajación.

  • Uncasdijo Nhail¿Qué hiciste antes de todo esto? ¿Eras un mercenario?

  • Soy un guardabosque del norte. Un grupo que se especializa en moverse como las sombras, cazar y rastrear presas, y por presa me refiero a más que solo animales. Pero en los últimos años he viajado por el continente realizando tareas para mi querido amigo, un mago. Eso es lo que solía hacer.

  • Eso es realmente interesante. ¿Qué necesitaba tu amigo mago que hicieras? Eres el primer mago desde que comenzó mi aventura al que realmente le he cogido aprecio y con el que he peleado codo con codo gustosamente. Odio a los de tu gremio.

  • Bueno, más recientemente me pidió que localizara a una criatura extraña y miserable que conocía información sobre la reliquia que buscábamos.

  • No es lo que esperaba. Habría pensado que eras un bandido o un ladrón a juzgar por tu apariencia. Toda esa oscuridad, ¿sabes? Te mezclas con las sombras de manera parecida a mí.

  • Dime, Nhail, ¿qué hiciste antes de nuestro encuentro?

Pensó por un segundo.

  • Bueno, yo solía ser un mercenario. Luchaba simplemente por unas monedas y cosas así, luego me desvié del camino y… También tenía muchos buenos amigos.

  • ¿Tenías? ¿Ya no trabajas con ellos?

  • Ya no están con nosotros. Ulduar fue una campaña muy dura. Los que quedan los puedo contar con una sola mano. Espero encontrarme con una vieja camarada llamada Kyra una vez llegue Bosque Canción Eterna.

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De alguna manera, tanto Nhail como Redan pudieron quedarse dormidos encima del gigante. De hecho, a Nhail no pareció importarle en absoluto y se quedó dormido tan rápido como cuando estaban en el suelo. Redan también se quedó dormido al poco tiempo. Uncas se sentó sobre el pelaje del coloso mirando las estrellas brillar en el agua debajo. No se veía ni una nube aquella noche, lo que no le daba a la luz de la luna ningún obstáculo en su camino hacia ellos.

Con la luz de la luna encantando el área, Uncas recordó cómo parecía llenar su espada con su aura hace unas noches. ¿A qué se debió eso? Algo en el orbe que había parecía llamar poder a su arma como si conociera la situación. El orbe tenía un poder extraño y poderoso. Viejos enemigos de Nhail fueron enviados para recuperar el objeto de todo este camino. Le recordó a Uncas su propio mundo, con los espectros que lo cazan incansablemente. Quizás el mundo de Nhail no sea tan diferente del suyo, pensó. Y el mundo de Redan… bueno, Redan no hablaba mucho, así que nadie sabía nada sobre su tierra natal. Quizás fue lo mejor.

  • ¿Has estado alguna vez en el mar?Nhail preguntó de repente, para sorpresa de Uncas.

  • No, nunca he abandonado la tierra.

  • No te pierdes nada, créeme. Es lento, aburrido y huele mal. A algunas personas les encanta, pero yo no lo soporto y Lluvia menos todavía, le estresa.

  • Mmm, creo que lo entiendo. Entonces, es muy parecido a nuestro viaje en este momento. Debemos esperar demasiado sin nada que hacer.

  • Eso es exactamente. Pero entiendo si se debe hacer para llegar a alguna parte, y con seguridad tenemos que llegar a alguna partehabló Nhail en voz lo suficientemente tranquila como para no despertar a Redan.

  • ¿Qué te despertó?le preguntó Uncas.

  • Miradijo Nhail señalando la ligera vibración de las Myrkur, tanto como Uncas había visto.

  • ¡¿Demonios?!dijo mientras se ponía de pie con la mano en la espada.

  • Sí, son demonios, pero deben estar lejos. Esto es algo que muy pocas veces he dicho a nadie, pero estas dagas a veces se agitan muy levemente, empecé a deducir el significado de esto en cuanto enterré la armadura, de alguna manera detecta la presencia demoniaca, por lo que mi teoría de que la respuesta de donde fueron creadas sigue siendo la misma, en la Tumba de Sargeras, pero pasaron muchas cosas en mi viaje hacía allí y no pude investigar por mi cuenta. Algún día tengo pensado volver, si nuestros caminos se vuelven a cruzar estaré encantado de meterme allí dentro contigomiró a su alrededor brevemente, luego rodó hasta un borde y miró hacia abajoSí, ahí están.

Uncas se unió a él y vio algo muy abajo en el agua. Estaba demasiado lejos para verlo con claridad, pero parecía etéreo, como si no fuera tangible.

  • ¿Ves ese punto de niebla? Sí, eso es un barco. Un barco fantasma, se podría decir.

  • ¿Es capaz de detectar desde esta distancia?

  • Supongo que sí, pero no todo es gracias a ellas, el estricto entrenamiento con los Shadopan despertó algunos sentidos que tenía dormidos en mi mente.

  • Bueno, parece que no van a ser un problema para nosotros.

  • No. Voy a volver a dormir.

  • Buenas noches.

  • Buenas nochesal cabo de dos minutos, Nhail volvió a estar profundamente dormido.

Para que lo sienta desde tan lejos debe significar que Nhail nunca estará seguro en ningún lugar al que vaya, pero entonces ¿por qué los demonios no han estado atacados más a menudo desde que estuvimos juntos? Sólo hemos sido atacados tres veces por demonios desde que nos encontramos. Entonces Uncas recordó su amuleto y su capacidad para repeler demonios. Ah, sí, eso es correcto. Con este amuleto los demonios no pueden acercarse a ellos, gracias a los dioses. Los elfos siempre parecen tener las herramientas adecuadas para cada situación. Uncas observó la luna pasar por encima durante horas. Su luz lo hizo sentir descansado a pesar de no haber dormido durante casi 24 horas, volvió a sentir el poder de la noche a su alrededor, más poderoso que nunca mientras navegaba por el cielo bajo un manto de estrellas… Redan despertó a Nhail dándole un golpe con la bota.

  • Huzznn… ¿eh?resopló.

  • Es hora. Prepárate para aterrizar.

El sol del Mar Adusto brillaba en un hermoso amanecer, pleno y cálido sobre ellos. Nhail parpadeó para quitarse el sueño de los ojos y estiró los esfuerzos de la noche. Redan señaló hacia el timón del coloso.

  • Uncas está allí. Avistamos tierra hace algún tiempo así que volví para despertarte. Debemos preparar nuestro ataque.

  • ¡Finalmente!Nhail bostezóMe estoy cansando de que este viento se lo lleve todo. Matemos a ese bastardo.

Se acercó al borde de la bestia para mirar hacia adelante y efectivamente vio tierra delante. Allí estaban los mismos Bosques putrefactos y montañas rocosas de las Tierras Fantasma hasta donde alcanzaba la vista. Lo mejor de todo era que no había más océano, pero lo peor de todo era que no estaban ni cerca de donde habían estado ayer.
Sus intenciones de regresar al campamento ya estaban lejos.

Muy abajo, la tierra pasaba debajo de ellos. Estaban nuevamente sobre la tierra y finalmente pudieron terminar la tarea que se propusieron hacer hace más de una semana. Uncas hizo el problemático viaje de regreso a Redan y Nhail para ver si estaban listos. Podía ver a Nhail ansioso por matar algo y continuar su camino de redención para los suyos. Se reunieron frente al colgajo más alejado de la cabeza.

  • Redan, ¿cuál es tu plan?Uncas le preguntó al niño.

  • Esta parte es móvilles mostró metiendo el pie debajoSólo tenemos que levantar cada solapa y luego puedo dar el golpe.

  • Déjame adivinardijo Nhail¿Tu espada tiene algún tipo de encantamiento que mata estas cosas mejor que la nuestra?

  • Sí, exactamente. Estoy acostumbrado a armas raras con hechizos sofisticados.

  • Y tiene sentido, ya que planeas usar una pequeña espada para matar una cosa enorme, ya sabes. Será mejor que tenga algún tipo de poder si va a matar esto pequeñajo.

  • Así será, no temasRedan dijo inspeccionando su espada negra.

  • Muy bien, Nhail, levantemos esta solapa.

  • Sí, sí, siempre tengo que levantar el peso, nunca apuñalar…

Los hombres agarraron debajo de la parte inferior de la solapa y la levantaron con relativa facilidad revelando las brillantes marcas verdes debajo, tal como esperaban que estuviera allí.

  • Ah, bien, está ahí. ¡Ahora apuñálalo!Nhail le gritó por encima del viento a Redan.

  • Sugiero aferrarse fuerte ya que no tenemos idea de cómo reaccionará les advirtió Redan.

  • Sí, probablemente lo manejaremosrespondió Nhail con confianza.

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Continua la historia, lo teneis entero en el enlace de arriba. Aquí la parte nueva:

Los jurafauces cargaban en tropel hacia la cúpula mientras los defensores se interponían en su camino, estaban atacando desde dos posiciones al mismo tiempo intentando una medio pinza las tropas del carcelero.

A Nissela y a él los mandaron a la puerta oeste donde los primeros jurafauces estaban entrando a la cúpula, dos flechazos después caían fulminados en el suelo inertes. Justo un protector cayo por la lanza de un jurafauces e iba a atravesar la cúpula, pero el escudo del elfo se interpuso en su camino.

  • Me temo que no puedo dejarte pasar amigo

Otro flechazo y cayó al suelo. Si uno caía otro ocupaba su lugar y otro y otro…Eran innumerables las tropas enemigas, pero con un par de ordenes del comandante los defensores se centraron y crearon un muro casi cerrado.

Mientras Nissela, un venthyr y una kultirana lanzaban flechazos y hechizos por doquier, el coche de espadas y escudos empezó a resonar mientras el enemigo intentaba avanzar, pero sin éxito.

El lado norte dio la voz de alarma y más guardias se dirigieron al lugar, mientras una hondonada de fuego cayó sobre la cúpula del lado de los elfos quemando a algún jurafauce que se interponía en el trayecto. A lo lejos, subiendo por la colina una especie de maquina de guerra ascendía, seguida a ella otras tres vinieron por el mismo lugar. Además, nuevos jurafauces cargaron contra su objetivo e intentaron entrar.

La defensa aguantaría el ataque pero si esas armas de asedio rompían el casco no podrían aguantar las llamas y verían roto su flanco. Debian de hacer algo con ellas.

  • ¡Debemos destruir las maquinas! Nissela, ¿llegas hasta ellas?
  • No desde esta distancia, tal vez desde una altura mayor podría destruir una o dos.
  • ¡Linea cerrad filas! - el comandante salió de la formación y se acercó a la elfa- Tiene que haber algún modo de dañarlas, ¿puedes canalizar anima explosiva como en arden?
  • Si, pero me dejara agotada tengo que tener tiro libre y no podre con las tres
  • Yo puedo encargarme de la tercera - dijo la kultirana- Soy Annabel por cierto.
  • Félix y Nissela -zanjo la elfa- ¿Cómo piensas hacerlo?
  • Muy fácil dejadme via libre y…

Su piel empezó a cambiar, su forma, su piel. Toda ella vario en un momento hasta formarse una nueva criatura, era una druida Drust. Con voz más grave hablo la druida.

  • Si me despejáis el camino puedo cargar contra esa dichosa maquinaria.
  • Hecho – dijeron ambos al unísono

El muro de escudos era efectivo, las lanzas atravesaban las tropas enemigas y protegían de los arqueros que acababan fulminados por algún hechizo lanzado por la retaguardia o un flechazo de la elfa. Cuando llego a la primera fila, Félix se flexiono e hizo una señal a Nissela que comprendio en el acto.

La elfa cargo anima en la punta de su flecha y echo a correr lo más deprisa que pudo, cuando estuvo a la distancia suficiente salto encima del escudo del elfo y este la embistió hacia los aires.

  • Desplegaos, abríos en circulo y avanzad contra los jurafauces dejad pasar a Annabel.

Mientras la elfa sobrevolaba apunto a una de las maquinarias justo cuando la estaban cargando y disparo. Al mismo tiempo Annabel cargaba contra las tropas enemigas dando zarpazos a diestro y siniestro, tenia que llegar a su objetivo. Por ultimo las tropas habían dispersado a los jurafauces que caían ante la defensiva del Refugio, cosa que aprovecho el comandante para ir por la tercera maquinaria, la mas cercana, y desbaratar al menos a sus peones.

Primero llego la explosión, cascotes salieron volando por todos lados y la maquinaria estallo en mil pedazos.

Seguido a ello Félix llego a la segunda maquinaria, tres jurafauces la pilotaban y estaban cargándola de material explosivo cuando le vieron legar, el primero no tuvo tiempo de reaccionar ya que un tajo le soltó la cabeza de su sitio, el segundo fue golpeado por su escudo que lo empujo hasta un árbol cercano y cayo aturdido. Sin embargo, el tercero ya estaba intentando atacarlo por lo que hizo una finta y clavo su espada a la altura del cuello. Prendió fuego a la maquinaria y dejo que los explosivos hiciesen el resto.

Por último, Annabel cargo contra viento y marea, con su gruesa coraza las flechas le revotaban y no le impactaban en la piel. Llego a la tercera maquinaria y dio un rugido que espanto a todos los enemigos de su alrededor, cuando se hubieron marchado dio un zarpazo a una de las hogueras improvisadas de la maquinaria tirándola sobre el combustible y salió pitando del lugar. La maquinaria exploto hecha añicos.

Al perder sus armas los jurafauces empezaron a retroceder y las tropas a avanzar contra ellos, encargándose de los retrasados a los que daban alcance. Tristemente contra el enemigo de todo no se puede uno permitir hacer prisioneros.

Nissela y Félix se reencontraron en la entrada oeste agotados mientras miraban el espectáculo. Las primeras tropas ya volvían a sus puestos con sensación de victoria, e incluso alguna dio las gracias a la pareja por sus acciones. Mientras Annabel escachaba el cuerpo del ultimo jurafauces encima de la colina, se dejo ver una sonrisa, mas humana que animal en su rostro, y empezó a destransformarse hasta estar de nuevo en su forma humana.

Pero, de pronto, la tierra tembló y un grito gutural emergió de detrás de la colina. Annabel se giro y grito la retirada, empezó a transformarse de nuevo, pero era demasiado tarde. Tras ella una enorme mole de acero, cadenas y pinchos se alzaba ante ellos.

Félix, al verlo echo a correr por instinto, pues la bestia alzaba su brazo al cielo con intención de atacar, al mismo tiempo ordeno que la vanguardia retrocediese y protegiese la entrada oeste. Nissela por su parte, acelero el paso y empezó a disparar flechas y salvas a la mole, pero no parecían afectarle más que un enfado.

  • Annabel cuidado, ¡corre! -grito el comandante, pero sin sentido

La mole dejo caer su puño y estrello a Annabel contra las rocas al mismo tiempo que clavaba sus pinchos en su cuerpo. Ahora, ya con forma humana el cadáver de Annabel se resbalaba por la pared mientras la mole se preparaba para dar su siguiente golpe.

  • ¡Nissela cúbreme!
  • ¡Como ordenes!

Salvas y flechazos volaron a gran velocidad, e incluso alguna explosión de anima hicieron tambalear a la mole. Félix aprovecho estos momentos para acercarse lo más próximo a sus piernas y, imbuyendo la espada de energías del vacío, pero un corte en la zona de la ingle que separo una de sus piernas.

El elfo tuvo que retirarse para evitar la caída de la mole y el golpe de su puño derecho que iba dirigido hacia el, justo en el suelo Nissela tenia tiro limpio al centro de la bestia y disparo una salva explosiva al interior de la mole.

Al final, las explosiones dejaron sin vida a la bestia, apagándola como si fuese un farolillo. Vítores llegaron desde la puerta oeste pero lo único que podían pensar los elfos era en Annabel, se acercaron a su cuerpo inerte y cerraron sus ojos por última vez.

Cargándola sobre su escudo, transportaron el cadáver de la kultirana hasta Refugio, donde la batalla en el norte también había cesado y la puerta oeste comentaba las heroicidades de los 3 valientes.

  • Insensatos -dijo en un susurro el comandante- la guerra no se cuenta por valientes sino por muertos.
  • Sabia lo que hacia Félix no podías prever que pasaría eso.
  • Yo no lo veo asi.

Llevaron el cuerpo hasta el centro del campamento, donde se reunían heridos y fallecidos por igual y la dejaron al cuidado de los sanadores, aunque ya nada podían hacer.

Con una manta de tela blanca, taparon el cuerpo de Annabel para transportarlo fuera de las tierras sombrías. Al menos su familia la tendría consigo. Para finalizar se acercaron al centro de la zona, donde los 3 ancianos iban a explicar y agradecer su rápida intervención, pero no escuchaba sus palabras el comandante.

Se le tornaban frías, distantes y hasta diría que criticas con ellos. ¿No sabían lo que estaba en juego? Miro a los presentes y noto algo extraño en un primer vistazo, pero no supo el que, Nissela lo noto alterado y le pregunto qué ocurría, pero no recibió respuesta.

Algo iba mal en esa reunión, se cambió de posición a un lateral donde veía algo mejor al público, cansado, magullado y sangrante, y miro hacia los ancianos con el casco quitado en sus manos. Ahora podía ver por el rabillo del ojo y echar pequeñas miradas aquí y allá. Seguía sin saber que iba mal, pero algo no le cuadraba, algo no estaba bien.

Las armas relucían durante el discurso, el cansancio se tornaba tenso en el ambiente, pero, de improvisto, noto un movimiento leve casi imperceptible, el brillo de una daga limpia.

Lanzo su casco a Nissela y le ordeno que le esperase, paso a las ultimas filas y vio lo que estaba mal, entre el publico se encontraba una kultirana con el rostro encapuchado y una daga en la mano. Su mente hizo click en ese instante y acelero el paso lentamente, poco a poco no quería alertar a otros sin motivo.

Annabel por su parte se acercaba cada vez más hacia los ancianos, el frio tacto de su daga le hacia temblar de emoción, pero para cuando quiso darse cuenta de su situación era tarde. Alguien le agarro por el hombro y le hablo.

  • Annabel, querida, te has dejado esto.

Una espada atravesó su pecho lo que hizo tirar la daga, la conmoción reino en la retalia de los ancianos. Algunos caminantes le separaron de su presa pensando lo peor, pero, para su suerte, solo fueron meros instantes.

  • Maldito mortal -dijo con una voz grave de hombre mientras escupía sangre- ¿Cómo lo has sabido?

Su cuerpo empezó a disolverse y volverse vapor rojo, la forma de un nathrezim se empezó a vislumbrar hasta que desapareció para siempre dejando atrás su armadura. Los presentes soltaron al elfo, enmudecidos. Este, por su parte, recupero su espada y su casco.

  • Nunca vayáis por nuestros muertos

Y dicho esto una horda de personas se lanzó hacia él con preguntas y acusaciones unos a otros de posibles espías. Pero, al menos, ya podían descansar.

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Redan se movió bajo la solapa y levantó su espada sobre la marca. Con un pequeño gruñido clavó la espada profundamente en el punto débil del coloso. El verde brillante rápidamente se desvaneció. Los tres se aferraron con fuerza esperando una reacción, pero no llegó ninguna. Ningún sonido, ningún movimiento hasta que la trampilla que sostenían empezó a bajar con una fuerza increíble.

  • ¡Fuera de ahí!Nhail le gritó a Redan.

Redan salió rodando justo cuando Uncas y Nhail ya no podían aguantar más. La aleta les disparó una ráfaga de viento mientras se acercaba tirándolos ligeramente hacia atrás. La pareja tuvo que tomar aire después de ese breve aumento de peso.

  • Supongo que estas cosas tienen algunos músculos en alguna parte, ehresopló Nhail.

  • Ahora conoce nuestro plan. Creo que los dos próximos no serán tan fácilesestimó Uncas.

  • Creo que tienes razóncoincidió RedanPero no debemos detenernos. ¡Hasta el siguiente!

Hicieron el mismo plan que antes, pero esta vez la trampilla no se movía incluso si los tres se levantaban. Nhail tuvo la idea de utilizarse a sí mismo como palanca para levantar la trampilla. Se acostó frente a la solapa, luego Uncas y Redan empujaron la espada de Nhail lo más que pudieron sobre él y debajo de la solapa. Los dos empujaron hacia abajo el mango tan fuerte como pudieron pero solo pudieron levantarlo unos centímetros. Parecía que también estaba siendo aplastado bajo el peso por lo que abandonaron este plan. Se quedaron pensando por un minuto, luego Nhail pensó en lo obvio.

  • ¿Qué diablos estamos haciendo? Apártense, muchachos.

Agarró las Myrkur aplicándole un tipo de veneno corrosivo que guardaba para momentos más urgentes cuando se encontrase contra la espada y la pared, pero no tenía otra opción, ya fabricaría nuevos venenos. Lo inclinó hacia adelante en una posición de apuñalamiento y luego, con un pequeño salto, clavó las hojas directamente a través de la solapa desgarrando más a medida que la sacaba mientras el veneno actuaba un poco.

Ahora, había un enorme desgarro mientras el veneno corroía las primeras capas de escamas en la solapa, lo que le permitió a Redan dar un golpe. Cuando la segunda marca verde se desvaneció el coloso comenzó a alterar su rumbo. Los tres sintieron que el suelo debajo de ellos comenzaba a inclinarse hacia adelante y el viento soplaba con más fuerza.

  • ¡Está buceando!Redan gritó¡Agárrate al pelaje!

Tenía razón, el coloso finalmente estaba reaccionando al ataque. Debió haber estado tratando de usar el viento para alejar a sus pequeños asaltantes pero estos se mantuvieron firmes. El viento era demasiado fuerte para ver con claridad, pero el suelo definitivamente se acercaba rápidamente. La velocidad era tan grande que los tres comenzaron a quemarse por el viento y sus pieles expuestas, pero afortunadamente el coloso se levantó nuevamente a un nivel horizontal justo cuando se acercaba al suelo.

Mientras seguía moviéndose a una velocidad tremenda, Nhail pudo ponerse de pie y moverse en dirección al último punto débil. Sin embargo, todo lo que pudo lograr fue caminar lentamente. El coloso parecía estar desacelerando nuevamente a una velocidad normal. Quizás pensó que los enemigos se habían caído.

El pícaro caminó penosamente hasta la trampilla cerrada herméticamente. Se puso a trabajar cortando y arrancando el duro material que guardaba las preciosas marcas. Redan y Uncas se unieron a él.

  • ¡Muy bien! ¡Aterricemos esta cosa ya!les gritó.

Redan tomó posición entre los restos destrozados de la trampilla de protección. Levantó su espada en una mano sosteniéndola al revés. Brillaba intensamente al sol y con la puñalada llevó la luz del sol hacia el coloso. Observaron en silencio. Nada cambió de inmediato, pero pronto las alas del coloso cayeron hacia los lados provocando que todo se cayera. No estaba muy alto del suelo, lo que hizo que el impacto fuera menos severo de lo que podría haber sido, pero aun así los tres compañeros fueron lanzados por los lados hacia el bosque circundante. Después de dar algunas vueltas, Uncas se encontró en un arbusto blando.

Que afortunado. Se levantó, sorprendido de encontrarse completamente libre de daños aunque cubierto de tierra. Rápidamente encontró al errante oscuro cuyo aterrizaje no fue tan pacífico. Yacía tendido sobre un árbol caído que parecía lo suficientemente sano como para haber sido talado recientemente. Uncas corrió hacia el hombre.

  • ¿Estás bien? ¿Nhail?parecía un poco aturdido, pero respondió.

  • Sí, sí… todavía estoy vivo. Lamentablementese resbaló del árbol y golpeó la tierra y las hojas con un ruido sordo.

  • ¿Cómo pudiste sostener tus armas en las manos?le preguntó.

Era cierto, Nhail todavía sostenía las Myrkur en sus manos.

  • Moriré antes de soltarlas, como siempre digo, son una extensión de mi cuerpo y parece que la muerte no me quiere, así que me aferraré a ellas por el resto del tiemporespondió miserablemente.

  • La vida es un regalo amigo mío. Puede que no siempre la quieras pero siempre debes estar agradecido con aquellos que se preocuparían por darte un regalo. No desperdiciarías un regalo, ¿verdad?

  • Está bien, deja esta lección, me recuerdas a alguiendisparó Nhail.

  • Ojalá alguien sabiobromeó Uncas .

  • Él era algo, está bien. ¿Dónde está Redan?

Miraron a su alrededor pero no pudieron encontrar al niño.

  • Debe haber aguantado durante la caída. Debemos encontrar a la bestia.

Uncas lideró. No pasó mucho tiempo para encontrar el camino de destrucción dejado por el coloso que atravesó el bosque. Tierra y arboles destrozados estaban esparcidos por un valle quebrado y, al final, el cuerpo del coloso. Redan estaba parado en el suelo.

  • ¡Ahí está! Parece que está bien.

Se tomaron su tiempo para caminar por el paisaje destruido que conducía a Redan. Permaneció inmóvil, lo cual era extraño.

  • ¡Lo lograste! Estás hecho de una materia dura pequeñoelogió Nhail.

Redan se volvió hacia ellos con la espada todavía en la mano.

  • Hemos terminado nuestra tarea, mis compañeros. Ustedes dos han sido un activo crucial para mi éxito.

  • NUESTRO éxito, querrás decircorrigió Nhail.

  • No, mi éxito. Verás, ahora es donde nos separamos.

Mientras Redan hablaba, el enorme cuerpo del coloso detrás de él comenzó a desvanecerse en una sombra física. Había mucho que asimilar.

  • Nhail, Uncas… os traje y dije que este monstruo era la causa de nuestros problemas. Eso era mentira.

Nhail y Uncas no hablaron, pero Nhail empezó a apretar los dientes.

  • Te he engañado para que me ayudes a completar una tarea que no podría completar solo. Por esto estoy sinceramente agradecido y me disculpo por mi engaño. El coloso ahora será absorbido por mí y seré enviado de regreso de donde vine.

  • ¡¿Quieres decir que esto no nos ayudará a regresar a casa?! ¿¡Todo esto fue un truco sólo para ayudarte a ti mismo!?gritó Nhail.

  • Por mucho que odie decirlo, sí, es verdad. Probablemente no puedas entenderlo, pero lo hago por el amor de mi vida. Tengo que hacer esto para salvarla. Lo siento pero haré cualquier cosa por ella. Espero que lo entiendas.

  • Oh, entiendo muchas cosasbramó Nhail mientras levantaba sus armas.

  • ¡Entienda esto!pero antes de que pudiera balancearse zarcillos negros salieron disparados del cuerpo del coloso. Corrieron hacia Redan, llenaron su pecho y lo obligaron a arrodillarse.

  • ¿Pero qué c0ño…?Nhail se quedó boquiabierto.

  • Lo siento, amigos míos… Espero que encuentren sus respuestas pronto. Lamento que haya tenido que terminar de esta manera…

  • ¡Bastardo!rugió, pero la mano de Uncas lo detuvo.

  • Paz, Nhail. La violencia no ayudará ahoradijo con calma.

  • ¡Ese niño nos engañó! ¡¿Hemos perdido una semana cazando esta cosa y ahora sólo él puede irse a casa?!

  • Eso parece. No podemos hacer nada para detenerlo ahora.

Los dos observaron cómo el cuerpo de Redan era alcanzado por una sombra. Escamas de su ser comenzaron a desprenderse y flotar hacia el cielo hasta que no quedó nada de él ni del coloso. Los copos volaron alto hacia el cielo y desaparecieron detrás de las nubes.

  • ¡Bueno! ¡Acabamos de desperdiciar una semana de nuestras miserables vidas ayudando a ese pequeño asqueroso! Y además de eso no hemos obtenido ni una sola pista de cómo se supone que debemos salir de este bosque ¡Y ahora estamos al otro lado de estos putrefactos bosques! ¡Estamos jod¡dos!

Uncas lo asimiló todo. El engaño. Las batallas. Su posición actual. Esto fue un duro golpe para ellos. Todavía no tenían idea de cómo podrían empezar a trabajar para llegar a casa. Todas sus esperanzas descansaban en las instrucciones de Redan, pero él había mentido a favor de sí mismo.

  • Esa pta traicionera…murmuró Nhail para sí mismo.

  • ¡¿Por qué estoy maldecido a ser traicionado por amigos?! ¿¡No puedo confiar en nadie!?Nhail vio a Uncas mirando hacia el horizonteAh, m¡erda. No sé qué pensar, Uncas. Puedo confiar en ti, ¿no?

  • No sé cómo puedo demostrar mi valía después de la terrible traición que acabamos de presenciar, así que tendrás que tener fe en mis palabras: puedes confiar en mí, en la vida y en la muerte, honraré mi palabra.

Nhail respiró hondo.

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Las siguientes semanas fueron similares en el día a día, fueron destinados ambos a proteger Refugio tras su pericia el primer día. Aunque los mandaban en alguna expedición corta alguna vez al Portal del Dolor, donde más se concentraban últimamente las fuerzas del carcelero.

Además, se escuchaban rumores de que Anduin había sido liberado del control de Zooval por fin y los caminantes de las fauces estaban en el tramo final de su incursión en el Sepulcro de los Primeros.

Ahora ambos elfos eran conocidos en el Refugio por sus acciones, desde que mato a aquel nathrezim con la forma de Annabel se instauro una comprobación de quien caía en las batallas y quienes salían de expedición, pura rutina que por lo visto a Los Iluminados no se le había ocurrido hacer en todo este tiempo. De verdad se preguntaba que habían hecho en todo este tiempo.

De este modo se capturaron a varios señores del terror de menor talla, simples soldados raros o espías básicos que preferían morir a delatar a sus maestros. No obstante, por la información que tenían los lideres de estos no eran nada más y nada menos que Mal’ganis y Kin’Tessa pero se les presuponía muertos por los caminantes. Si alguien lideraba a los jurafauces ahora y a estos nathrezim era desconocido.

En cuanto a las zonas controladas por los jurafauces se había recuperado la Forja de la Pestilencia de sus manos y se había reagrupado todos en el Portal del Dolor. Corría el rumor de que algo se estaba cociendo en ese lugar, un secreto ancestral que permanecía oculto desde hace milenios, sin embargo, los ancianos desconocían de que podría tratarse.

Ahora la pareja de elfos descansaba mientras disfrutaba de unas raciones de comida al lado de la esfera central del Refugio. Había relativa paz desde hacia un par de días, no hubo ataques en ninguno de los puntos clave y los jurafauces se retiraban del sepulcro de los primeros.

Félix miraba a Nissela con curiosidad, no habían tenido mucho tiempo para hablar estos días con los constantes ataques y las expediciones que habían tenido que realizar. Aun recordaba el juramento que le hizo prometer días atrás, de rehacer su vida de nuevo, incluso de buscar a alguien que le acompañase en el camino.

Estaba perdido en ese ámbito, desde hacia años que tenía el corazón roto en pedazos y solo lo había llenado de ira, desprecio, odio, vergüenza, recriminaciones… Y para más inri, la vez que si llego a “amar” no fue más que una estratagema para ponerlo del lado de un Dios Antiguo.

Saldienne, esa bruja le había engañado totalmente bajo su hechizo, pero aún no sabia si sus sentimientos hacia ella fueron verdaderos o por el contrario no eras más que un burdo hechizo de amor.

Se miro las manos y pensó en el primer día que llegaron aquí, por primera vez pudo controlar el vacío con pulcritud y orden, sin el caos que precedia después pero no pudo replicarlo. Es como si la furia de la muerte de Annabel se hubiese concentrado en su arma y hubiese seguido sus indicaciones sin pensar.

Ahora, por el contrario, si pensaba o intentaba manipularlas creaba caos, por suerte la luz seguía respondiendo a su llamada, pero no sabría cuánto duraría asi. No tenia mucho tiempo y debía aprender.

Unos golpes en su cabeza lo sacaron de su ensimismamiento.

  • ¿Estás ahí cabeza hueca? ¿Otra vez pensando en tonterías?
  • Ay ay, vale esta bien ya te escucho perdona, estaba pensando solo como usar mi fuerza nada más.
  • Y yo me lo creo, vamos los ancianos nos han mandado llamar- dijo señalando a uno de los guardias
  • A sus órdenes capitana

Siguieron al guardia hasta donde se aposentaban los tres ancianos, a simple vista no eran muy diferentes al resto de especuladores de los Iluminados, eran más bien idénticos entre todos ellos y el comandante solo podía distinguirlos por la voz de cada uno.

  • Gracias por venir hasta aquí caminantes -dijo la Anciana Ara – Vuestros esfuerzos estas ultimas semanas han sido de vital importancia para nosotros.
  • Ha sido un placer venerable -añadió Nissela
  • No obstante, vuestra estancia, aunque fructífera sigue siendo demasiado extensa para nuestro peregrinaje. – añadió el Ancio Kreth – esperamos que entendáis que, aunque vuestra ayuda es bien recibida, no toleramos la destrucción que dejáis a vuestro paso por estas sagradas tierras.
  • ¿Y que deseaban los ancianos de nosotros? -contesto malhumorado Félix quien acabo recibiendo un codazo de Nissela
  • La concentración de fuerzas en la zona del Portal del dolor y las Arenas Infinitas esta llegando a un punto crítico. Lo que parece indicar un ataque en cualquier momento claramente – prosiguió Kreth – Asi que debéis detenerlos, caminantes.
  • Asi de simple…Detenedlos, ¿seguro se trata de un ataque? las ultimas 4 veces que hemos acercado posiciones parecían bloquear el acceso a una puerta.
  • No tenemos más información de los caminantes salvo que estaban enfrentándose a Zooval

Justo cuando dijo su nombre un estruendo se escucho por todo Zereth Mortis, la tierra tembló y el cielo pareció romperse por unos segundos. Los animales entraron en colera, la vegetación misma parecía alterarse ante tal dominio de magia que se extendió por todos los rincones del lugar. Incluso la cúpula, ferviente protectora de los ataques jurafaces, tembló.

Transcurridos unos minutos, el cielo se restableció, pero el temblor resistía aun, las replicas no cesaban y la locura se desato en el Refugio. Dejando atrás a los ancianos quienes se habían puesto a salvo, menos la anciana Ara quien coordinaba a los investigadores a la cueva cercana, los elfos se encargaron de las defensas, coordinando a los protectores a las entradas y mandando exploradores a las avanzadas lo más rápido posible para su regreso o recibir novedades.

Pasadas las horas el cielo resplandeció de nuevo, por lo que dijeron los exploradores estaba ocurriendo la batalla final en el sepulcro de los primeros. Aparte las primeras expediciones habían llegado, libres de nathrezim por suerte, fortificando la posición enormemente. Pero nadie parecía venir hasta que, los gritos de un explorador dieron la voz de alarma.

Era un guardia maldraxi, ataviado con negra armadura casco con cuernos blancos y piel grisácea. Venia de las arenas infinitas por lo que conto en su primer suspiro.

  • Los jurafauces…
  • Respira, tranquilo. ¡Que alguien le traiga un poco de agua! – ordeno por inercia- Que ocurre con ellos.

Bebió un poco de agua, traída por uno de los iluminados, y continuo.

  • Los jurafauces se están retirando alocadamente, han entrado en pánico y discuten entre ellos. Los pocos nathrezim que quedan están reagrupándose en las arenas infinitas, pero cientos de tropas se están marchando del lugar intentando volver sin éxito a casa.
  • Mier-da, están buscando una salida – dijo el comandante
  • Y nosotros poseemos una…-ultimo Nissela
  • Vienen en masa hacia aquí.

Voces se escucharon por todo el refugio, cientos de jurafauces desesperados acercándose hasta allí seria un caos de batallas sin cesar, pero solo podía significar una cosa. Zovaal estaba perdiendo la batalla.

Unos gritos llamaron la atención de todos los presentes sacándolos de su ensimismamiento. En lo alto de la esfera central el comandante llamaba su atención.

  • Muy bien, todos pensamos lo mismo el carcelero esta perdiendo la batalla contra los caminantes. ¡Pero no podemos quedarnos en las esperanzas y en los laureles! -espero unos segundos y continuo- Hay que organizarse, no todas las expediciones han vuelto y nuestros enemigos se cuentan por cientos frente a los pocos que estamos hoy aquí. ¡Sin embargo, están locos si pretenden atravesar nuestras puertas y llegar a Oribos!¡ya vieron antes nuestras fuerzas al unísono y esta no debe ser la última vez!
  • ¿Y qué propones?
  • Luchar

De nuevo murmullos por todos lados. Los temblores se intensificaban por doquier y otro de los exploradores, un kyriano, aviso de que las tropas llegarían en un par de horas. Nada sabían de los caminantes y del carcelero.

No había que perder tiempo.

  • Compañeros, esta puede ser nuestra ultima lucha frente a las tropas del carcelero y a diferencia de ellos lo haremos unidos. ¡Como un solo bloque, Oribos, las curias y Azeroth dependen de nosotros!
  • ¡Si! -gritaron casi al unísono levantando sus armas
  • Bien -dio un salto y cayó en la tierra- ¡Pues en marcha!

Junto a Nissela organizaron a la población para que los mínimos miembros de curias existentes civiles abandonasen el lugar, los iluminados, por su parte, accedieron a internarse en la caverna, pero se negaron a huir pues el proyecto de sus vidas era más preciado que la muerte por lo visto.

Se dispusieron 3 batallones, uno en cada puerta (norte y oeste) y un último batallón en la puerta de la caverna por si acababan accediendo y traspasando las defensas ya sea por aire o por tierra. Esperaban mientras la tensión se palpaba en el ambiente, junto a él se encontraba Nissela en la puerta oeste, donde suponía que recaería la peor parte de la batalla.

De pronto la tierra dejo de temblar, el cielo se recupero y dejo de brillar y los primeros jurafauces aparecieron en la lejanía.

  • ¡Tropas! ¡Fooooooormad! -señalo a un necroseñor y este alzo un cuerno y lo hizo sonar fuertemente. Fue respondido por dos cuernos más que entraron en una extraña armonía en el Refugio.

Dio su mano a Nissela y esta se la apretó fuertemente, había vuelto a tomar el mando de vidas que no le pertenecían y temblaba de miedo ante lo que podía pasar. Y si el plan fallaba, y si era una treta del enemigo, y si todo resultaba en vano y Zooval había ganado la batalla.

  • Tranquilo -le dijo nissela es un susurro- nos guiaras bien, hacia la victoria como en tus historias.
  • Eso espero amor mío, eso espero.

Los primeros jurafauces se habían parado encima de la colina, veían las tropas que tenían delante y por un instante dudaron. Pero el empuje de mas tropas les hizo caer al suelo o avanzar en una carga loca. Los primeros cayeron antes una oleada de magia y flechas.

Sus manos se soltaron.

La batalla había comenzado.

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Diciembre. Año 40.


Han pasado dos días desde la traición de Redan. Su engaño había causado muchos conflictos pero también les permitió fortalecer la confianza entre ellos. Ambos sabían que necesitarían confianza para regresar a sus respectivos mundos. El bosque no transitado que los rodeaba proporcionaba sombra del sol que brillaba sin obstáculos por las nubes. El plan de Uncas era localizar una elevación en la tierra, una colina o incluso un árbol alto para trepar. Desde allí posiblemente podría encontrar algún lugar al que quisieran ir, como el final del bosque en donde los caminos de ambos se separarían… a fin de cuentas cada uno buscaba un destino distinto.

Hasta el momento no hubo suerte. Siguieron avanzando entre la maleza con sudor en la espalda y la cabeza debido a la humedad que arrastraban durante semanas. Luego, el sonido del agua fluyendo.

  • Espera, espera… Shh…Nhail silenció¿Escuchas eso?

Uncas no se detuvo, ni siquiera se dio la vuelta.

  • Es un río. Lo escuché hace varios minutos. Llegaremos en un momento.

  • ¡Tch!olvidó lo bien que Uncas podía oírNi siquiera te molestaste en decírmelo, ¿eh?

Salieron del denso bosque hacia un pequeño trozo de hierba junto al río. El agua estaba clara y reluciente para sorpresa de ambos y la hierba libre de barro.

  • ¡Oh, gracias, tierra!gritó Nhail bajando a tomar un sorbo.

  • Creo que estaba a punto de marchitarmeUncas se sentó contra un árbol.

Aquel lugar sería perfecto para pescar, pensó. Sombra, terreno llano, agua limpia… Qué hermosas eran aquellas tierras a pesar de todo, dondequiera que fuera y fuera como fuese.

  • Sombra del Viento.

  • ¿Mmm?giró la cabeza para escuchar.

  • ¿Qué pasó con la cicatriz que tienes en el lado izquierdo de tu rostro?

Esta vez Nhail no miró hacia atrás.

  • Dejémoslo en un recuerdo lejano, un recuerdo de haber acabado con el hijo de pta de Arthas en el trono helado, el cual me hace sentir orgulloso de haber estado presente cuando Tirion acabó con la no vida de ese desgraciado.

Uncas detectó un fragmento del pasado de Nhail. Sintió un profundo trauma en sus palabras.

  • Ayúdame a entenderte mejorse acercó a él. Vaciló, pero obedeció .

Se quitó la caperuza.

  • ¿Eso es todo?—comentó en un intento de hacer que se sintiera menos consciente—He conocido a docenas de camaradas que han perdido brazos y piernas en la batalla. No es nada de qué temer ni de qué avergonzarse, amigo mío.

Nhail pasó su mano enguantada sobre el relieve de la misma.

  • No es la cicatriz en sí, tengo decenas de ellas por todo el cuerpo, no me importan, de hecho me hacen sentir orgulloso, cada una de ellas cuenta una historia, una batalla, una derrota y una victoria, pero en cada una de ellas siempre me he levantado y he continuado peleando Uncas. Son parte de mi vida, de mi historia, las que de verdad me asustan son las cicatrices internas, las que habitan en lo más profundo de mi alma y mi corazón, las que me han hecho cometer locuras inimaginables y un camino de venganza que parecía no tener final. Pero al mismo tiempo, aunque me recuerda el dolor, el peor dolor que un elfo podría sentir, también me recuerda lo que debe suceder. Hay que continuar, mis cicatrices no me permitirán rendirme… y mucho menos ahora, cuando estoy a un paso de acariciar a Belore con mis propias manos.

Nunca había oído a Nhail hablar con tanta filosofía e intención. Su pasado lo había moldeado para convertirse en el maestro curtido en batalla que es hoy. La edad es solo un numero, lo que de verdad hace a uno fuerte son las experiencias vividas y los golpes que recibes y aguantas.

Ambos miraron hacia el río. Fue hermoso.

  • Dime por quién luchashabló de nuevo.

Nhail sonrió levemente y vio el sol brillando sobre su compañero como por arte de magia. Sus ojos ardían como fuego. Su capa se elevó hacia su costado con el viento. Se sintió abrumado por el asombro, pero también por el miedo. Había visto esta imagen antes, lo sabía.

  • ¿Eres un príncipe? ¡¿O algo así?!

  • No estoy a favor de los títulos. Solo permito que mis amigos me llamen así, y ahora te pido que te refieras a mí como tal. Tú, errante, has sido un amigo para mí. Por lo tanto, te llamaré mi verdadero amigo y mi igual.

Sus palabras traspasaron el corazón del pícaro. Amigo verdadero… Igual… Los recuerdos inundaron su mente. Muchas voces amadas y odiadas aparecieron en su cabeza. Eternal Rise. Las palabras quedaron grabadas para siempre en el subconsciente. Junto a ellos siempre aparecían las mismas imágenes.

Pero ahora, cuando la imagen pasó por sus pensamientos, algo era diferente. Ahora, había una sola llama que extinguió la oscuridad. La llama era poderosa y alentadora. Se llenó de una nueva esperanza, un sentimiento que no había sentido en años. Este hombre… Uncas… era una chispa de luz en su camino que le iluminó fuera de la oscuridad durante aquellas semanas.

  • Lo estoy haciendo por… ella. Por mi maestro Breind, por mi hermano, por mi abuela, mis padres, por mis camaradas muertos, por mi… pero principalmente… por ella. Por Kaetteren.

Un viento fresco soplaba entre los árboles generando un fuerte susurro de hojas. Sopló ondas en el agua y hojas en el aire. El día era tranquilo. Los pájaros cantaban desde las copas de los árboles. Las ardillas correteaban por las ramas. Un ciervo observaba desde la sombra del bosque, dos hombres intimidantes vestidos con atuendos oscuros, cada uno emanando auras opuestas.

  • ¿Sentiste ese viento?preguntó Uncas que acababa de terminar de llenar una cantimplora con agua fresca del río.

  • ¿Mmm? Uh, probablemente vino del océano o algo así. Supongo que todavía estamos lo suficientemente cerca.

Uncas escaneó intensamente la dirección de donde venía la brisa. Escuchó, pero lo único que oyó fue el río y una nuez cayendo de un árbol. Quizás fue sólo la brisa del mar.

  • Si fuera por míNhail señaló con el dedo a UncasSerías comandante del ejército o el líder de una hermandad. ¿Sabes? Tienes madera.

Los dos hombres se pusieron de pie y decidieron la ruta a seguir. Había muchos menos árboles y matorrales hacia el oeste así que allí se dirigieron sin ningún destino en mente.

  • Nhail, dijiste que te quitaron la vida durante un gran ritual demoníaco, o que se sacrificó y que ahora estás luchando por el bien de aquel llamado… Kaetteren, ¿correcto?le preguntó al elfo con el pasado más extraño que jamás haya conocido.

  • Sí, Ny’alotha. Hasta ahora he tratado de enterrar el pasado profundamente en mis pensamientos, pero ahora me doy cuenta de que debo usarlo para fortalecer mi ambición. No puedo huir de él por el resto de mi vida por breve que sea.

Prestó atención a cada palabra. Finalmente iba a revelar qué sucedió para convertirlo en quien es.

  • Eternal Rise, nuestra banda de mercenarios liderada por mi hermano lo siguió en las buenas y en las malas, sin preguntar ni una sola vez por qué. Todo lo que queríamos era servirle y ayudarlo a lograr su objetivo. Hasta ese día, cuando un sol negro bloqueó la luz de nuestro sol y nos arrastró a un mundo demoníaco gobernado por un dios antiguo en las instalaciones Ulduar. Algunos de ellos incluso lo llamaron infierno… el infierno, tenían razón. Había demonios por cada rincón de la titánica cámara. Y también había demonios más grandes. El General Vezax fue el causante de todo lo que soy a día de hoy. Fue una maldita matanza. No teníamos ninguna posibilidad.

Los dos pasaron sobre un tronco caído, uno que nunca podría volver a levantarse. Los insectos se dieron un festín con su cadáver.

  • Los dioses antiguos hacían aberraciones como aquella… a él… bueno, el resto es historia, quienes no murieron en Ulduar murieron en Corona de Hielo, solo nos salvamos cuatro, uno de ellos adjudicó, no quería saber nada de nosotros sin mi hermano vivo, Wobo desapareció, nunca se supo mas de ella y mi gran amiga Kyra que espero encontrarla en Canción Eterna, le hice una promesa en los bosques de Feralas en la campaña contra N’zoth, asique aquí estoy, de camino al hogar y Ruido, un Paladin recto, no tuvimos mucho contacto pero casi que lo prefiero, solo pensaba en su espada y en cómo mejorar para el siguiente combate, son esa clase de mercenarios que hacen grande a una banda. Espero que Kyra y Ruido continúen estando juntosNhail miró al cielo a través de los árboles. Uncas se detuvo para mirarloZolskream, mi hermano Hawk, Moana… todos fueron sacados del mundo aquella noche ártica. Todo para que ese bastardo de dios antiguo, Yogg’Saron… pudiera conseguir su reino, su reino construido sobre una base de sangre.

  • Pensé que habías dicho que lucharías ahora por Kaetteren, ¿pero dices que ella también fue sacada del mundo junto con el resto?cuestionó Uncas.

  • Eso vino muchos años después, Eternal Rise ya no existía, ahí es cuando me convertí en errante y vagaba solo por el mundo en busca de venganza, mi armadura y yo, sin importarme nada mas, ni siquiera mi propia vida, solo quería acabar con cualquier resquicio del imperio negro. Ella y yo coincidimos en Ny’alotha, pero se sacrificó para que pudiera seguir adelante hasta N’zoth mientras su asqueroso padre era mal herido. Su alma está atrapada en mi armadura y ahora enterrada en Cuna del Invierno, pero su cuerpo regresó a Argus, por eso dije hace días que mi destino realmente no es Canción Eterna, si no, Argus, primero de todo necesito devolverle a su cuerpo y que pueda volver a vivir. Creo que fue demasiado para ella, por lo que su cuerpo actuó en defensa bloqueando a la vieja Kaetteren, la Kaetteren Eredar y no la Man’ari, pero juro que acabaremos viendo la luz del día juntos otra vez.

  • Nhail, mis palabras nunca podrían valer lo suficiente, pero lo diré de todos modos. Realmente lamento el destino que te ha sucedido. Si alguna vez somos capaces de regresar a nuestros hogares y si estoy en condiciones de ayudarte en tu misión tendrás mi espada luchando contigoUncas puso su mano sobre el hombroPodrás con todo. No perdáis la fe.

Nhail suspiró profundamente.

Viajaron un día más sin señales de civilización, pero finalmente encontraron una colina alta desde donde contemplar. Subió una colina de cincuenta pies y luego se aplanó hasta convertirse en una meseta. Estaba libre de árboles, sólo hierba y algunas rocas. Desde lo alto vieron más bosque hasta donde podían ver. Era un espectáculo desalentador para ambos, pero sabían que no podían detenerse ahora. El mismo viento fresco de antes soplaba en el aire. Eso estremeció a ambos hombres. Esta vez no había forma de que viniera del océano, estaban demasiado tierra adentro para eso. Uncas sabía que esto no estaba bien.

  • Nhail, ¿puedes…?se detuvo.

  • Hay demonios cerca. Ya vienenadvirtió Nhail.

Desenvainó.

  • ¡Ha pasado un tiempo desde que pude moverlas!

Ambos miraron en todas direcciones pero no hubo señales de movimiento alguno. ¿Dónde estaban los demonios? ¿Y por qué el amuleto de Uncas no los repelía? Aún así, nada más que viento entre hojas. Nhail cayó sobre sus rodillas.

  • ¡Aargh! ¡Esto… esto es otra cosa!

Uncas encontró la fuente. A kilómetros de distancia, en el cielo se elevaba una gran bestia con la que estaba bastante familiarizado. Fue inconfundible. Era ella por tercera vez. La bestia comenzó a lanzarse hacia ellos a gran velocidad. ¡Estaba regresando por el orbe! Uncas lo sintió en el saco de su cadera. Todavía estaba allí. Preparó su espada y su postura.

  • Nhail… ha regresado por el orbe.

Pero Nhail no pudo responder. Lo invadió una sensación de ardor. Redujo la velocidad antes de aterrizar. Se topó con la tierra y con un ruido sordo, lo que sorprendió a Uncas. Siempre fue ruidoso e imponente.

  • ¡¿Debemos derrotarte otra vez, demonio?!le gritó a la bestia¡Te mataremos tantas veces como sea necesario!

  • Nhail, amigo, es el momento de encontrar tu destino. ¡Corre! ¡Huye! No hay nada más que puedas hacer en estos bosques, has ayudado durante todo un mes, suficiente como para sentirte redimido y que tus hermanos de sangre no te tengan como un cobarde, aunque eso nunca sucedió. Mi destino está aquí junto al Orbe, solo tengo que deshacerme de este demonio por tercera vez, será fácil mientras tenga este objeto mágico, tómate la conversación que tuvimos antes como una despedida … ahora solo corre hacia la cálida luz de Belore, mira al cielo, sigue al sol, llegarás pronto. Seguro que Odal y Lluvia acaban encontrándote también, cuestión de tiempo querido amigo. Volveremos a vernos, estoy convencido. No hagamos de esto un drama y aléjate de aquí joven errante ¡ANAR’ALAH BELORE! ¡BASH’A NO FALOR TALAH DEMONIO!

  • P….pero….

  • Sabes qué es lo que quiere. Vete ahora. Le daré lo que más deseaUncas sonrió.

  • Está bien maldito bastardo, no te auto inmoles, cuando te vuelva a ver espero que sigas de una piezase acercó a él y le dejó una diminuta bolsita con una mezcla de hierbas cicatrizantesÚsalo si te ves herido. Sanarás rápido. Es lo mínimo que puedo hacer. Ten cuidado amigo… y despedaza a ese kbrón de nuevo.

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No era una batalla como tal, era una masacre, las tropas de zooval luchaban por sobrevivir ante todo y huir por el portal, pero aniquilaban a lo que tuviesen a su alcance. Por suerte solo 2 soldados habían caído bajo su mando en el lado oeste, mientras que en el lado norte seguían sin noticias de los jurafauces, por ahora.

No es que los jurafauces estuviesen organizados, era más bien como luchar contra un enjambre enfurecido, pero sin control alguno. Bajaban por la colina empujándose unos a otros, pisoteando a los que caían al suelo y atacando por pura ira, por puro miedo.

Era una matanza.

Y, sin embargo, no podía dejarlos pasar pese a la crueldad del momento. Sabía que cargarían contra los civiles en cuanto tuviesen ocasión, sabía que tomarían Oribos si tuviesen el momento y sabía que dejarles reagruparse era un error mortal.

Debian terminar con esto aquí y ahora.

Pronto no solo tropas cuerpo a cuerpo llegaban, también arqueros que, en su desesperación se lanzaban contra el muro de escudos atacando cuerpo a cuerpo, posteriormente los jurafauces alados llegaron e intentaron organizar a sus dispersas tropas.

Sin éxito.

Si bien es cierto que consiguieron crear pequeñas patrullas defensivas y que los arqueros se organizasen a disparar contra sus objetivos, sin bajas por suerte, en cuanto caían sus amos alados volvían al descontrol.

De pronto, un cuerno sonó al norte. Segundos después un mensajero llego desde su posición. Era un orco guerrero que portaba dos grandes hachas afiladas y armadura de placas color marrón y verde.

  • Comandante – dijo el orco- las tropas del carcelero están virando hacía nuestra posición por ahora no hay bajas, pero están descontrolados y guiados por la locura.
  • Perfecto, avisa a las tropas de la cueva que mantengan posiciones y vuelve a tu puesto, aquí estamos en la misma situación.
  • Como ordene, lok’thar comandante.

Asintió con un gesto militar y el orco se fue a cumplir su misión, ahora debían aguantar a los refuerzos.

No estaba seguro de si eran necesarios, pero tenía un mal presentimiento al respecto, era todo caos y muerte, las tropas estaban animadas, gritaban incluso por la victoria y por los héroes/caminantes, pero en la desesperación del “hombre” es donde radicaba el problema.

Pasaron las horas y las tropas empezaban a cansarse mientras que los jurafauces llegaban sin cesar, cada vez en más número. Los alados jurafauces ya no organizaban el ataque, pero intentaban adueñarse de los cielos por lo que los kyrianos alados alzaron el vuelo contra ellos mientras flechas les cubrían las espaldas.

Ahora el combate había pasado a tierra y aire.

Las ordenes seguían llegando de norte a oeste y viceversa, por lo que sabían los jurafauces estaban tomando la misma táctica. Embestir al enemigo sin compasión ya sea por aire o por tierra.

Todo iba bien hasta que un aullido reverbero en el aire.

Por el lado oeste apareció un jurafauces montado en una vermis de las fauces.

  • ¡Atrás, mortales! ¡No impediréis nuestra marcha! – dijo el jinete
  • Alzad los escudos, tropas ligeras retrasad vuestro avance – gritaba el comandante - ¡VOLVED!

Pero era demasiado tarde, la vermis sobrevoló el campo de batalla y quemo por igual a jurafauces como a defensores, las bajas empezaron a sumarse. Por suerte el escudo resistió por lo que no tuvieron bajas en la retaguardia, pero no podía contar con que siempre fuese asi.

El olor a carne quemada impregno el aire y lo que es peor, los jurafauces se retiraban a una posicion alta en la defensa. Al poco tiempo, tras las ordenes dadas por el jinete alado, avanzaron como uno solo.

  • Kurinoss – dijo a uno de los kyrianos alados- avisa de esto al puesto norte, temo que la batalla de verdad comience ahora.
  • ¡Si caminante!

Y, raudo y veloz, salió en dirección a la puerta norte.

Debian de aguantar los embates y cambiar la táctica, ordeno la retirada en el campo de batalla y dispuso a las tropas en bloques de escudos y lanza hechizos dentro de la cúpula. Los escuderos avanzarían llegado el momento golpeando con lanzas, espadas y hachas mientras los hechiceros eran protegidos del fuego por la cúpula. El segundo bloque era para remplazar a estos primeros y repetir.

A su vez dejo atrás a los arqueros pues tenían mayor alcance normalmente que la mayoría de los hechiceros y se centraban en las tropas voladoras. El dragón volvió a exhalar fuego negro de sus mandivulas pero los escudos y la propia cúpula protegieron a las tropas de su ataque.

Ahora ya formados los jurafauces ansiaban venganza por la masacre de sus hermanos, si es que tenían apego por ellos pues pisaban sus cadáveres como si nada. Dispararos una salva de flechas que dieron en los escudos al alzarse cosa que aprovecharon las tropas cuerpo a cuerpo para atacar por debajo de estos.

La lucha se eternizo por horas y lo peor de todo es que en el lado norte había ocurrido lo mismo las tropas se habían organizado y tuve que redisponer de ellas de otra forma juntando a los tanques en primera fila similar a su estrategia.

  • Nissela tenemos que derribar a esa bestia de los cielos o al menos a su jinete. – se giro hacia la elfa que sudaba del esfuerzo de aniquilar a los alados enemigos.
  • Imposible es demasiado grande necesitaría un tiro limpio y que estuviese estático.
  • Puedo darte un tiro limpio pero
  • ¡NO! ¡Me lo prometiste!
  • ¡No voy a dejar que nuestros camaradas mueran en vano!¡Si puedo atraerlo podemos acabar con ellos! ¡Tu hiciste lo mismo!

Ese ataque le dolió a la elfa en su corazón. Pero comprendía lo que decía.

  • Vuelve de una pieza y déjame un tiro libre.
  • Lo hare

El elfo empezó a adelantar las líneas de ataque hasta que estuvo en vanguardia, indico a las tropas que avanzasen cuando el se lo indicasen pero que NO le siguiesen. Iba a enfrentarse al comandante enemigo el solo.

Esperando el momento oportuno noto una grieta en su formación, un pequeño vacío que podían aprovechar por lo que ordeno que avanzasen mientras el permanecía agazapado detrás de los escudos, si lo veía estaban muertos.

Los jurafauces atacaron con violencia, pero no servía de nada eran héroes y miembros de las curias unidos en una fortificación sin igual que no comprendían. Justo en ese momento el comandante enemigo ordeno a su dragón sobrevolar la zona y lanzar fuego.

Había caído en la trampa.

  • ¡MORID! – grito el jurafauces mientras su dragón empezaba a quemar a sus primeras tropas
  • ¡Anar’alah belore! – dijo Félix saltando de la formación y lanzando un escudo vengador que impacto en toda la boca abierta del dragón dejándolo dolorido, gritando y aturdido en ese orden.

El jinete grito y se tambaleo y fijo sus inexistentes ojos en el comandante, la furia le corrió por sus venas, si es que tenía, y ordeno a su dragón que lanzase un ataque contra él.

  • ¡Vanguardia atrás! -dijo el comandante mientras se lanzaba hacia delante acabando con algún soldado raso enemigo.
  • Crees poder conmigo enclenque elfo, veremos qué haces ante mí.

Espero, tenia que concentrarse rápidamente, acumular su furia y rabia para que esto saliese bien, espero concentrando su energía mientras miraba como la vermis iba más y más rápido con las fauces abiertas, espero mientras el silencio empezó a reinar en la vanguardia.

Justo cuando la vermis estaba cerca giro por el suelo hacia la izquierda y, arrodillado clavo su arma contra el suelo de Zereth mortis. Rápidamente, debajo de jinete y dragón, una espada de vacío golpeo en el estómago al draconido.

  • Gul’kafh an’shel

Del suelo salieron dos enormes tentáculos morados que agarraron la cabeza de la vermis y el cuerpo de la misma. Estaba atrapada y herida y o podía moverse. Los jurafauces de la batalla quedaron paralizados al ver el ataque del comandante, alguno hasta retrocedió unos pasos al verlo.

  • ¡Vanguardia!¡Avanzad acabad con el enemigo! -busco la mirada de Nissela y esta asintió- ¡No podre…retenerlo…mucho más!

La elfa comprendió la situación al instante y, apuntando a la cabeza del comandante enemigo empezó a canalizar magia de alma. Este gritaba y acuchillaba con una alabarda los tentáculos que, lentamente empezaban a soltarse.

Cargo con todas sus fuerzas el anima que disponía y disparo justo, en el mismo momento, cuando se soltó de los tentáculos. Por suerte el disparo llego a tiempo dándole en el pecho al comandante y lanzándolo fuera de su montura.

El dragón chillaba de dolor y ahora sin maestro revoloteaba de aquí para allá atacando sin distinciones a jurafauces o a los soldados del refugio.

La vanguardia alcanzo al comandante que arrancaba del suelo su arma y se intentaba levantar, pero le pesaban las piernas. Por suerte un muro de escudos se arremolino a su alrededor, un maldraxxi de gran tamaño que portaba una espada de dos manos ayudo a levantarse al comandante y dirigió a la vanguardia de nuevo hasta refugio protegiendo a su caminante.

La voz del comandante enemigo les saco del éxtasis que estaban viviendo, encima de la colina estaba el jurafauces con un agujero en su pecho. Anima brotaba de él a raudales, pero aun asi consiguió ponerse en pie.

  • No es mi final…sino el vuestro…mortales. -Alzo su arma al cielo, canalizo anima con las pocas fuerzas que le quedaban y lanzo una explosión al aire- Caeréis…conmigo…alimañas.

Y riendo su anima lo abandono dejándolo en un cascaron vacío, por otro lado, el dragón había entrado en rabia y atacaba a todo ser viviente con ferocidad. Pero un temblor apareció en el oeste, en las colinas, algo se estaba moviendo.

Kurinoss llego en ese momento volando a toda prisa, trayendo desgraciadas noticias. La explosión de anima había alertado a los jurafauces de que su comandante había caído y se dirigían TODOS hacia esta posición, retirándose del norte por suerte los refuerzos habían llegado por detrás y estaban frenando su avance.

  • Gracias Kurinoss pero que es ese sonido.

Pronto lo descubrieron de las colinas empezaron a brotar cabezas, hombros y brazos. Goliats inmensos se acercaban hacia la posición, eran demasiados. Junto a ellos monstruosidades de acero como la del primer día se acervaban lentamente, habría en total unos 30 de cada agolpándose y pasando lentamente ante los jurafauces que se apartaban de su camino.

El comandante no tenia más fuerzas para enfrentarse a uno solo de ellos y no digamos a 60 de esas bestias, el ejercito estaba cansado y destrozado por las horas en combate y el escudo no pararía a esas bestias durante mucho tiempo.

Solo quedaba una opción, tocar a retirada. Mando clamar retirada a la cueva a ambos ejércitos refuerzos incluidos debían reponer fuerzas mientras pudiesen.

Poco a poco se fueron retirando, dejando espacio primero para los heridos, Nissela los guiaba hacia la entrada de la cueva al este. Se juntaron con las tropas del norte y contaron su situación asi que sustituyeron su vanguardia por la nuestra en un atisbó de reagruparnos.

Estábamos llegando a la salida este cuando, de pronto y sin esperarlo, un zumbido y un chasquido resonó en el Refugio. Provenía de un teletransportador que comunicaba con Gracia del Peregrino.

La luz del teletransportador empezó a brillar y el zumbido se intensifico, figuras envueltas en luz blanca empezaron a aparecer, la primera de todas pudieron distingirla pronto. Bolvar Fordagon.

Más figuras aparecieron en el transportador, gente de Azeorth, los caminantes.

  • ¡Adalides, atacad! -grito Bolvar señalando con su maza

Y siguiendo sus ordenes atacaron a los goliats que venían por el oeste, disparos, hechizos potentísimos, flechas que atravesarían un muro de piedra, guadañazos. El poder de los caminantes hacia frente a esas bestias como si nada.

  • ¡Vanguardia! -grito el comandante- ¡No dejéis a nuestros camaradas en la estacada ayudadlos!

Y tras gritos de victoria se unieron al combate. Aunque con la potencia de los verdaderos caminantes duro bien poco el encuentro, en menos de 30 minutos yacían todos los constructos del carcelero muertos y sin anima por el campo y los pocos jurafauces que quedaban se retiraron a las arenas infinitas.

El comandante, agotado por la batalla busco a Nissela que la encontró sentada descansando entre los heridos, no había resultado dañada pero su anima estaba agotada por el ataque al comandante.

  • Félix, aquí. – grito la elfa

Este se acerco a ella y se sentó a su lado. Permanecieron callados el uno junto al otro, Nissela apoyo su cabeza en el hombro del comandante y ambos se dieron la mano.

Con el carcelero muerto sabían que su tiempo juntos llegaba a su fin.

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Mientas corría lejos de la escena, fue interrumpido por una explosión de luz que llenó toda su vista seguida rápidamente por una oscuridad sin fin. No estaba seguro de lo que estaba pasando, pero sintió que su cuerpo se volvía más ligero que el aire y más rápido que la luz… Nhail despertó en un campo cubierto de hierba. Sintió como si hubiera tenido el sueño más extraño. Se frotó la cabeza mientras se sentaba y rápidamente recordó la situación. Miró a su alrededor con gran urgencia. Se encontró en un lugar completamente extraño. Había un bosque a su derecha, pero el resto eran colinas cubiertas de hierba. Había un viento calmante que soplaba pacíficamente por la zona.

Intentó recordar lo que pasó, pero todo lo que podía pensar era en encontrarse con un blanco resplandeciente y luego… oscuridad. Afortunadamente, Myrkur estaban en sus fundas. Mientras tanto seguía dando silbidos tratando de que Odal lo escuchase y acudiera junto a Lluvia, no podía abandonar aquellos bosques sin ellos dos. Maldito niñ@to impostor, de no ser por aquella pérdida de tiempo ahora estarían los tres juntos rumbo a Canción Eterna.

  • ¡Lluvia!llamó al bosque¿¡Está ahí!?

Finalmente. Ahí estaba, aunque lejos, pero ya podía divisar los orbes flotantes, los picos más altos de las estructuras, el cielo otoñal y aquel enorme rayo de luz que se dirigía hacia el cielo… La Fuente del Sol.

Le dedicó una cálida sonrisa que calmó el aire a su alrededor. No podía quitarle los ojos de encima. Por primera vez en más de doce años, se sintió… seguro, protegido y con el alma templada y llena.

  • Ohhh, Ahh…

A pesar de su cordura quebrantada, Nhail Shal’endir sabía que había ganado aquella batalla interminable por fin.

  • ¡Ah!—gimió mientras estiraba los brazos hacia el cielo—El cruce Elrendar… el lago Elrendar…

Lloró. Y siguió llorando por al menos diez minutos. Sus pasos eran lentos y torpes, cada paso era una eternidad, sus azules ojos siempre tan fríos ahora se veían como la nieve derritiéndose, cálidos. Su cabello todavía se tornó más negro por las energías de la Fuente del Sol

  • V…v…vamos a encontrar a Kyralash ¿vale? Tiene mucho que decirtehablaba consigo mismo, totalmente en shock y con la voz temblorosa.

Cayó de rodillas pero algo tras él le daba cabezazos animándole a que siguiese caminando sin detenerse, era Lluvia, lo había encontrado y ahora le estaba alentando a seguir. En el cielo Odal permaneció volando junto a una bandada de pájaros durante un rato hasta que bajó y se posó en su lugar preferido, la cabeza de Lluvia, estaban los tres juntos en…en Bosque Canción Eterna.

Sintió como su pesada ropa empapada y húmeda de cuero se calentaba, sus manos congeladas tras semanas bajo una fría niebla volvían a sentirse calientes, sus orejas no dejaban de moverse captando decenas y decenas de sonidos que le recordaban a su infancia… toda la fauna allí reunida, los diminutos Antarboles, Vermis de Maná, los Linces garrágil, las flores de paz y hojaplata, Dracohalcones salvajes volando libremente bajo la atenta protección de Belore, mil recuerdos invadían ahora su mente pero podrían esperar, ahora tenía simplemente que caminar y preguntar por su amiga, aquí el era uno más y siempre le responderían con amabilidad y una sonrisa, miraba los carteles con las runas brillantes en Thalassiano que tanto echaba de menos, lo entendía todo, como si no hubiese pasado el tiempo.

Era increíble el contraste entre Tierras Fantasma, su verdadero hogar, donde él nació y se crió y Bosque Canción Eterna, lugar de alta cuna. Si la plaga hubiese avanzado más… por Anasterian, por Alleria, por Sylvanas, por Vereesa, Lireesa y Verath, Talanas Brisaveloz quien fue nuestro primer guardabosques, Halduron, Rommath, Lor’themar, Liadrin, Anasterian, Velen y todos los Draenei que ayudaron a restablecer la Fuente, por todos los elfos humildes y campesinos sin rangos que lucharon y pelearon arduamente por seguir conservando el honor y la belleza de su reino. Por los forestales, los errantes, su maestro Breind y los Tauren que salvaron vidas después de que Arthas dejase de ensuciar su hogar, entre esas vidas la suya propia.

Y que ahora, desde el cielo, estaría orgulloso de ver que finalmente el pequeño Sombra del Viento había demostrado que pudo hacer cualquier cosa que se propuso, este fue el arduo entrenamiento real, llegar desde Mulgore hasta su hogar sin ningún medio más que sus propias botas, fuerzas, tenacidad y voluntad. Ahora lo entendió, en aquel preciso momento. Habían sido doce años, si, pero lo había conseguido.

Un joven elfo de 41 años que había vivido más experiencias que otros elfos acomodados de más de 1000 años, odiaba esa clase de elfos que miraban por encima del hombro tan solo por ser más longevos, como si aquello te hiciese más sabio, interesante o inteligente. Cuando lo realmente importante es la intensidad con la que hayas vivido y las batallas que hayas enfrentado, que fácil es decir eso cuando se es de alta cuna y se vive una vida cómoda.

El, tan independiente y ahora actuando de manera tan patriota… ¿Por qué seguir engañándose? Este era su lugar, su linaje, su sangre… SU HOGAR.

  • Ahora levantémonos. Creo que tenemos que caminar un pocoseguía hablando para el mismo.

Lluvia le ayudó a levantarse a base de empujones y pequeños rugidos de ánimo.

  • ¡Oh! Tan resistente la gabardina que me diseñaron en Pandaria, no tiene ni un solo rasguño, solamente la capa. Aunque empapada y el olor a huargen húmedo, pero con este Sol pronto me secaré.

Se dirigió hacia la silla de montar y rebuscó la petaca que le regaló su viejo amigo Lao en Pandaria y la bebió de un trago hasta vaciarla, no era agua, pero le ayudaría a entrar en calor rápidamente.

  • Hmm… Probablemente también tengáis hambre. Veré si puedo atrapar alguna alimaña en el camino tal y como Svelien me enseñó… como echaba de menos a su amiga Enana.

  • ¡Mmmmhhhh!se adentró en las colinas y los campos.

De alguna manera el destino del mundo ya no descansaba sobre sus hombros, o al menos era la primera vez que sentía tanta despreocupación. Se sintió en paz, un sentimiento poco común en él. No quería moverse todavía.

_______________

Los caminos siguen y siguen bajo las nubes y bajo las estrellas,
Sin embargo, los pies que vagaban y se fueron vuelven por fin a casa.
Ojos que el fuego, el horror y la espada han visto,
Miran por fin los dorados prados y las colinas que conocen desde hace mucho tiempo.

Soy el de la canción
Evolución
¿Para qué sirven las palabras del hombre?
Entre los velos, siempre desgarrados,
Tu amor dado, lo estigmaticé.
Te he visto un millón de veces,
Sin embargo, nuestra historia no ha comenzado
Mientras le doy una serenata al sol poniente,
Pero en el cielo más oscuro las estrellas se dispersan
Y desde allí un nuevo tipo de universo
Soy
Era
Siempre estaré.
Intenté matar a los dioses ocultos.
Intenté matar esos pensamientos retorcidos.
Pero lo que estaba matando era a mí…
Y todo lo que siempre quise ser,
Por la grandeza, la ilusión y el dolor.
Ofrecí mi ser en vano
Un reflejo inútil
Un esfuerzo por la perfección

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Cuando termino la batalla la colina estaba cubierta de trozos de armadura jurafauces por doquier, ni uno solo de ellos salió vivo de aquel lugar y de hacerlo no tardaron en ser alcanzados.

Los caminantes eran sin duda entes poderosos frente al resto de mortales.

Por su parte Nissela y Félix estaba siendo tratados de sus heridas, por falta de anima y descontrol del vacío respectivamente. Estaban los dos en silencio mientras el resto de gente del refugio celebraba la victoria contra Zoooval y el regreso de los caminantes, además no fueron pocos los rostros conocidos entre ellos, pero, por su parte, no les impediría disfrutar del jubilo.

Además, la Anciana Ara en persona les agradeció sus esfuerzos por proteger Refugio de los jurafauces. Su labor había sido estrictamente necesaria para su salvación. Sin embargo, les comunico que cuando todo terminase tomaría otro camino distinto al de los Iluminados.

Cuando los abandono Félix hizo ademan de hablar con Nissela pero esta le cayo con un dedo en los labios, temía que hablase, que la convenciese de la locura que quería hacer pero no iba a permitírselo, aunque eso le partiese el corazón.

VARIOS DIAS DESPUÉS

La normalidad volvió al refugio, muchos de las caminantes habían regresado a Oribos o a sus hogares tras la caída de Zooval, el resto estuvieron ayudando a restablecer el orden en Zereth mortis y a restaurar al nuevo enjuiciador.

Por lo que escucharon se enfrentaron a las ultimas tropas del carcelero en las Arenas Infinitas, ahí fue donde encontraron una cámara antigua que proporciono a un prototipo el anima y el alma de un ser para convertirse en enjuiciador.

Al volver Pelagos había cambiado y ahora ocuparía ese trabajo. Por lo que el flujo de almas volvió a fluir entre los infinitos reinos de las tierras sombrías y bajo una nueva normativa.

Ya no se enviarían almas a las fauces y se abandonaría a torre de los condenados, toda alma tendría redención costase lo que costase e incluso se tomó en consideración el borrado y separación de familiares.

Completado esto se decidió cerrar el portal a este santo lugar y dejar a los Iluminados con su propio peregrinaje, aun no era un lugar seguro, pero insistieron en quedarse allí.

De vuelta en Oribos otro acontecimiento importante llamo a sus puertas. Se reuieron tanto mortales como miembros de las 4 curias principales que habían sufrido los tejemanejes del carcelero. Todo para un único acto.

El juicio de Sylvannas Brisaveloz.

Tuvieron el honor de presenciar desde abajo la comitiva que rodeo Oribos y llevo a los portales ascendentes, un grupo de protectores se acercaron a su posición y preguntaron por su nombre, al asentir le dictaminaron que siguiesen, tanto el como Nissela, a la comitiva al piso superior pues se habían ganado el derecho de presenciarlo tras sus actos en el Refugio.

Y ahí fue donde Sylvannas Brisaveloz, con su alma completa de nuevo fue llevada y leída por los cargos que tenía. Su mirada era cansada, agotada y, aparentemente, arrepentida.

A su alrededor se encontraban lideres de las facciones, sus hermanas, Uther el iluminado, los caminantes de las fauces y Tyrande Susurravietos. El juicio fue largo y tedioso, la lista de cargos era innumerable, los hechos más que evidentes, pero aun asi se dictamino a la ajusticiada que dictaminase quien le daría la pena. Para su sorpresa eligió a Tyrande.

El destino quiso que Tyrande aprendiese que la venganza no era plato de buen gusto, pero sabía que era merecedora de un castigo, por ello ordeno a Sylvannas a pasar la eternidad en las fauces donde debería salvar y devolver cada alma que había caído a su origen y al enjuiciador. Su búho Dori’thur sería la encargada de vigilar a la condenada.

Sin apelar por ello acepto su castigo y salto a las fauces junto a la buha.

Con ellos el juicio se dio por finalizado.

Los días continuaron y cada vez más y más viajeros abandonaban el lugar hacia sus hogares pese a que querían quedarse con sus seres amados no podían y tenían que despedirse.

Nissela mando un mensaje al 6º día de su estancia en Oribos recalcando que volvería pronto a Ardenweald tal y como había prometido.

El dolor punzante empezó ese mismo día.

Félix, por su parte, miraba al horizonte, a las fauces y meditaba sobre el castigo y el rencor que había llevado a Sylvannas a cometer sus crímenes. Un rinconcito de él llego a comprenderla pues no quería perder a su familia después de todo, pero sus métodos no fueron los adecuados.

Al 10º día Nissela mando llamar a Félix enfrente de los portales, se habían distanciado por culpa del comandante y evitaba con todas sus fuerzas sacar la conversación que debían tener.

Sin embargo, esta vez acudió, con argumentos, ideas y contraargumentos.

Llego primero a la plataforma, era pronto aun, pero se sentía como un chiquillo en su primera cita. Nervioso y sudoroso en las palmas de sus manos enguantadas. 3 horas más tarde, bastante más tarde de lo acordado, Nissela llego por la puerta principal.

Sonreía, pero en el fondo lloraba por dentro, lo que tenia que hacer le dolería en toda su alma.

Félix, viéndola y conociéndola quedo en blanco. No había pensado más que en si mismo y no en el dolor que ella sentía en estos días.

  • Nissela yo…

Antes de poder decir nada esta se abalanzo sobre el y le abrazo con todas las fuerzas que disponía, posteriormente se sumieron en un beso casi eterno que duro varios minutos.

Ambos se amaban con todo su corazón, ambos se querían y no podían estar e uno sin el otro pero el destino quiso que esto fuese asi y de seguir esta senda Félix acabaría consumido. Los dos lo sabían.

Cuando terminaron Nissela mando callar a Félix y hablo.

  • He estado dando vueltas como una loca a cómo podríamos irnos, seguir juntos, ser libres de las ataduras de la muerte, pero ambos sabemos que eso es imposible amor mío. -cogió aire y prosiguió- Estos últimos meses han sido un regalo para mí, un tesoro inolvidable pese a las penurias que nos han acontecido en cada lugar al que íbamos. Un viaje juntos que casi te lleva a la muerte en varias ocasiones.
  • Es mi trabajo Nissela yo…-volvió a mandarlo callar
  • No, ya no puedo seguir con esto mi corazón no resistirá más y me doblegaría a tus locuras, a tus planes o aceptaría que quisieses quedarte. Pero no puedo permitirlo.
  • ¿Qué quieres decir?
  • Vendel’o eranu – dijo Nissela
  • ¿Qué te ayude a olvidar?
  • No amor mío, que tu mismo te ayudes a olvidar el pasado. Llevas culpándote de mi muerte demasiado tiempo, he visto como cada muerto, herido y traidor te pesaba sobre los hombres. -volvió a callar un momento antes de proseguir- No puedo permitirte seguir este camino y menos por mí.
  • No puedo cambiarlo que soy Nissela. Ni puedo olvidar.
  • Si, si puedes Félix. Solo que aún no lo comprendes, pero lo harás. -Nissela se echo a llorar- Sin mí.

Félix se abalanzo a ella y la abrazo, no quería dejarla ir. Pero un empujón le aparto de ella.

  • Este es el regalo que te doy mi corazón. Vive una nueva vida, se libre de las ataduras del pasado y afronta el futuro con felicidad. ¿Quién sabe tal vez allá alguien esperándote más allá?
  • No digas tonterías nunca dejare de amarte Nissela.
  • Ni te pido que dejes de hacerlo, pero sí que reabras tu corazón y rompas tu caparazón. O morirás en la soledad y la amargura y no podría perdonármelo.

Le dio una bolsa en la palma derecha de su mano, dentro contenía algo, pero las manos de Nissela le impidieron abrirlo.

  • Es un presente de la Reina del Invierno, me lo dio el mismo día que partimos y lo he llevado conmigo todo este tiempo. Pero, ahora, te pertenece.

Félix se arrodillo, lloro, suplico, pero de nada servía. Dejar a Nissela por segunda vez, esta vez para siempre era algo que ningún mortal debería de vivir, pues el dolor era atroz.

Ella le tendió una mano y con delicadeza le ayudo a levantarse. Había llegado el momento.

  • Vive la vida Félix, nunca lo olvides. O ella misma te consumirá
  • Te amo, Nissela
  • Y yo a ti

Y entre las lagrimas de ambos se dirigieron al portal, los nigromantes les esperaban con cara de pocos amigos. Empezaron a castear un portal a Rasganorte con resultado exitoso e indico al paladín que lo cruzase rápido.

Félix se puso delante del portal, y se giro para ver el rostro de Nissela por ultima vez. Justo cuando lo hizo esta le dio un beso en los labios profundo y lo empujo al portal. Haciendo que este lo atravesase.

  • Elu’meniel mal alann Félix -dijo Nissela

Y en un parpadeo estaba en las nieves de Rasganorte, frente a un muro negro de piedra y hierro. Breidox sombrío, había vuelto a casa.

Abrió la bolsa pequeña que le había entregado y comprobó que era el collar que le regalo a Nissela por su compromiso y había entregado como dote a la Reina del Invierno. Lo contemplo en lo alto de su mano y lloro.

FIN del arco de Shadowlands

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Epílogo

Tras recomponerse subió la pendiente que daba a las murallas y saludo a los vigías desde abajo que le identificaron rápidamente por lo que empezaron a surgir ordenes de abrir el portón ante el regreso de su comandante.

Cuando llego al portón Rukhs le esperaba cargado de papeles, libros, ordenes y todo tipo de documentos. Al atravesarlo este hizo lo propio y se cerro con un sonido estridente y grave.

¡Loco, maldito cabeza de chorlito, hijo de mil hienas! – grito el goblin - ¡La última vez, es la última vez que haces esto o DI-MI-TO!

No obstante, tras decirlo echo a reír dejando caer algún papel al suelo y le estrecho la mano. Recogió lo que se había caído y le paso los documentos a su jefe pues ahora ya no eran problema suyo .

Esta todo hecho una locura ahí fuera, la plaga no ha cesado de atacar desde que te fuiste esta sin control y llena de delirantes nigromantes que quieren doblegarla bajo su yugo de mil formas, sin éxito.

El goblin continúo hablando, por lo visto desde su ida en jurafauces express dejo un vacío de poder que tuvo que poner a Rukhs al mando, otra vez. Aparte los caballeros de la Espada de Ébano no sabían inicialmente mucho de lo ocurrido ni nos mandaban información. Por lo que estaban sin comandante, con suministros que iban disminuyendo y con ataques de la plaga recurrentes.

Por lo menos hasta que la situación se acomodó.

Por un lado, la Espada de Ébano comunico su llegada a las tierras sombrías y que Félix estaba entre los “caminantes”, miembros de Azeroth que habían recorrido las tierras sombrías a su antojo para luchar por el carcelero. A su vez la plaga disminuyo en número, aparentemente, por las peleas de lideres que se alzaban aquí o allá.

Los suministros volvieron a llegar y las cosas se calmaron, pero decidieron hacer incursiones más bien pocas a corona de hielo y alrededores y centrarse en la defensa de Breidox Sombrío.

Estaban llegando a la puerta del edificio principal donde residía el comandante mientras le comentaba algún pormenor del bastión, nuevos peones de obra, algún fallecido, pero sobre todo puso hincapié en que continuaba estando el terraneo por esos lares solo que ahora portaba en la cabeza los restos de su viejo casco partido.

  • Sabes si han llegado más viales apenas me quedan un par y Magni me prometió más, pero de eso hace meses.
  • Están dentro el terraneo los traía en un abrir y cerrar de ojos, pero no sabemos cómo. Y siempre rompiendo algo de por medio al volver van 3 puertas que hemos sustituido en esta semana ¡y estamos a lunes!
  • Intentare hablar con él, estoy agotado mañana te pondré al día ha sido…una historia larga y dura de contar. Pero Rukhs, gracias por tus esfuerzos me encargare de todo desde mañana.
  • Asi sea jefe, ¡no quiero ver más mensajes ni ordenes de ningún tipo que no sean descansar o tirar dinamita! – el goblin rio entre carcajadas graves mientras se marchaba.

Abrió la puerta del edificio principal, pero Rukhs le detuvo.

  • Hay…algo más que deberías saber. Al mes de desaparecer tu mandamos una patrulla a inspeccionar corona de hielo tras el aviso de la Espada de Ébano puesto que había un nigromante que llevaba a cargo unos experimentos con…
  • Al grano amigo mío.
  • Bien, al volver encontramos a una persona huyendo despavorida de unos necrófagos en la nieve pese a sus esfuerzos. Claramente la salvamos, jo-der no somos monstruos y la invitamos al bastión puesto que decía no recordar nada de su pasado, estaba muerta de frio, con las vestiduras rasgadas y su arma hecha añicos por esos no muertos.
  • Hicisteis un acto de buena fe, si me disculpas
  • Jefe, escúchame bien. Esa dama nos acompañó hasta aquí, pero, sin saber cómo, acabo adueñándose de este edificio. Hemos intentado echarla, pero…no sabemos cómo acabamos todos dejandola en paz.
  • ¡¿Que?!
  • Jefe esa…loca te busca a ti, no sabemos cómo, ni porque, pero sabe de ti, sabe…tu pasado jefe. Ni siquiera Mulkron, nuestro caballero de la muerte honorifico, ha podido con ella. Y el aura al entrar es…siniestra como poco.
  • No me vengas ahora con cuentos de brujas Rukhs, ¡no estamos en Drustvar!
  • Entra y…lo comprobaras, la dama te espera.

Y, con los ojos llenos de temor, Rukhs echo a correr lejos de ahí. Asi que ahí se encontraba, solo antes el peligro real o imaginario, aunque era cierto que no veía nadie por los alrededores, ni siquiera a los dos guardias habituales que debían custodiar el edificio principal.

Trago saliva de la tensión, no le gustaban las bromas de este calibre, pero si era cierto que había algo en el ambiente. Algo extraño. Algo poderoso. Algo que juraría conocer.

  • Es imposible, me aseguraron que murió.

Entro con un fuerte portazo y el aire frio hizo tambalear las llamas de las antorchas del interior, por ahora todo andaba en orden pues la sala centrar seguía como estaba cuando se fue salvo un mapa nuevo que yacía en la mesa central.

Cerro la puerta con delicadeza al comprobar que no había nadie y se adentro en las habitaciones traseras donde residía, paso la puerta lacrada en madera y fue cuando sus pisadas se volvieron más fuertes, pesadas, difíciles de realizar.

Tuvo que llamar a la luz para envolverse en una cúpula dorada que le dejase andar con normalidad. Asi llego al dormitorio donde la sensación era insoportable pero continuo.

Alguien dormitaba en su cama, podía ver la silueta de una elfa más baja que él. Se acerco por el lateral de la cama y comprobó su rostro mas sus ojos se abrieron en ese momento y sonrió al verlo.

El comandante saco su arma y ordeno a la intrusa que se levantase, le costaba respirar el aire era espeso como una niebla densa. Esta elfa lo hizo sin prisa envolviéndose en una de las pieles de la cama que dejaban ver una hermosa figura, un pelo despeinado largo y una sonrisa.

  • ¿Cómo has llegado aquí? -dijo el comandante serio

  • Tus tropas me trajeron, Félix, debes saberlo ya, pero si preguntas si las engañe, no, fue fortuito nuestro encuentro.

  • No te creo

  • Créeme o no, cariño, pero se ve que el destino nos junta de nuevo. Un nuevo comienzo. – Ando descalza unos pasos hasta el comandante hasta que este la amenazo con su arma en ristre

  • Ni te acerques.

  • Está bien, está bien, tu mandas. Aunque no puedo hacerte daño en este momento, ni quiero hacerlo.

  • ¿Cómo creer en tus palabras? ¿Acaso no clavarias un puñal en mi espalda tras lo de Ny’alotha?

  • Has superado mi neblina, aunque con esfuerzo, estoy impresionada. Entiendo que te has vuelto más fuerte y resistente al vacío, me resulta interesante. Pero bien se acabaron los juegos si de verdad lo deseas te mostrare que no pienso hacerte daño.

  • ¿Como?

  • Asi, mi campeón.

Alzo las manos y la neblina descendió hasta desaparecer, su cuerpo se volvió más ligero, tanto que decidió desactivar la burbuja que le protegía de luz, pues le costaba enorme esfuerzo mantenerla en pie. Una vez se fue del todo miro a su interlocutora, seguía con los brazos levantados haciendo una floritura, las pieles que la cubrían habían caído y ahora dejaban ver la desnuda figura de la elfa en todos los aspectos. Ni un ápice de tela cubría su cuerpo.

La elfa rio ante el sorprendido elfo que volvió a levantar el arma.

  • No te muevas, se que tu poder radica en las sombras y la mente. Bien se que no estas indefensa Saldienne.
  • Acaso no te resulto deslumbrante mi figura que aun asi me amenazas -volvió a una posición más relajada- Bien, basta de juegos.

La elfa se encaro al comandante y puso su abdomen en la punta de su hacha.

  • Mátame pues, pero te he buscado por otras razones. Mi señor ha caído, no puedo hacer nada para remediarlo, pero quiero seguir viva y tu eres mi medio más cercano para ello. Asi que tengo un trato para ti
  • Muy bien, muere entonces -alzo su arma
  • Puedo llevarte a Telogrus y enseñarte más sobre el vacío de manos de los queldorei y el peregrino, mi campeón.

El brazo se le freno a la altura del cuello de Saldienne, si decía la verdad podía dominar o curarse de esta infección. Si mentía sabía que estaba muerta. ¿Qué ganaba con esto? En todo caso no podía matar a alguien “indefenso” asi no sería como ella.

  • Vístete, seguirás mis normas. Hablaremos mas tarde ahora te esperan tus nuevas dependencias. ¡Guardias!

Dos soldados entraron a los pocos minutos en tropel asustados y vieron a la elfa vestida frente al comandante.

  • Lleven a nuestra “querida” bruja a los calabozos. Yo os acompañare en unos segundos.

Se llevaron a Saldienne de la habitación y dejaron solo al comandante, su mano temblaba y su corazón palpitaba. Casi, había caído en su hechizo pues de nuevo los sentimientos florecían, casi pero no esta vez. Se acerco a su mesa y saco una runa con el símbolo de la horda, esta vez lo haría bien.

Esta vez, el llevaría la voz cantante y, quien sabe tal vez esta vez la utilizase a ella en vez de al revés.

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Comienza Dragonflight

Azeroth había vuelto a la calma tras la derrota del carcelero y el cierre de las tierras sombrías, únicamente los caballeros de la Espada de Ébano estaban enfrentándose a la plaga constantemente e intentando recuperar la Ciudadela de Corona de Hielo.

El comandante tamborileaba los dedos en la mesa mientras permanencia sentado frente a un medallón con el símbolo de la horda hacia 3h que tendrían que haber respondido a su llamada.

Mientras repasaba sus últimos acontecimientos tras su regreso de Oribos, las lágrimas derramadas por el adiós definitivo a Nissela, el papeleo, los nuevos reclutas, el terraneo Ebardo con su casco partido, pero, sobre todo, pensaba en la intromisión de Saldienne en todo este tinglado.

Habían pasado meses desde su encarcelamiento y el aviso de que la tenían prisionera, asi mismo del aviso que tenía una forma de relacionarse con los Ren’dorei y, el motivo principal, saber más del vacío. Era una baza que debían reflexionar, pese a la negativa de lor’themar por consejo de Rommat, no podían descartar esta baza.

Geyarah y Talanji aseguraron que era un arma poderosa a tener en cuenta en Azeroth más tras lo acontecido con N’zoth o Alleria Brisaveloz y sus ren’dorei.

Esto se prosiguió durante varias reuniones donde iban y debían distintas opiniones y periódicos informes por parte del comandante del estado de la reclusa. Esta estaba encerrada en los calabozos en una celda mágica que anulaba por su totalidad, o en principio debería hacer, todo tipo de magia. Un mago se preocupaba de custodiarla en cada guardia y rotaban para evitar la extenuación. Solo el comandante bajaba a veces a hablar con la presa quien le contestaba con acertijos, insinuaciones o tentativas de poder.

Era una broma para ella.

Miro el reloj, pasaban ya casi 5h. En su última reunión habían concretado esta fecha para tomar una decisión definitiva sobre Saldienne, sobre su posible entrenamiento y la relación con los ren’dorei. Pero esto era demasiado y, ahora con la desaparición de Magni no disponía de una fuente de viales que contuviesen los poderes del vacío. Debía y necesitaba aprender a dominarlos o seria su fin.

Mientras estaba sumido en sus pensamientos la runa empezó a brillar y a proyectar una imagen, a los pocos segundos se empezaron a oír sonidos desde la runa y la proyección de una figura una orca korkron.

  • Por fin -dijo entre dientes el comandante -
  • Al comandante Félix de Breidox Sombrío, se le informa por la presente que se acepta su recurso como optimo. El consejo de la horda a decidido ponerse en contacto con los cargos de la alianza.
  • ¡Bien! Buenas noticias al fin.

La korkron levanto la mano indicando que no la interrumpiera y prosiguió.

  • No obstante, las negociaciones llevaran varios días y, sobre todo, han solicitado la custodia de la presa en la falla de Telogrus. Esto es debido a una razón de peso de los ren’dorei. Por lo que hemos investigado es una traidora a su gente.
  • Pero… ¡la necesito para mi entrenamiento! -golpeo la mesa con su puño - justamente era la razón a tratar en esta reunión.
  • El consejo no puede asegurar su integridad física ni su salud si…
  • ¡ME DA IGUAL TODO ELLO! Sin la protección del portavoz mi vida se vera afectada, llevo años sirviendo a esta facción sin pedir nada a cambio.

Respiro hondo y se calmo

  • Solo estoy pidiendo un intercambio cultural con los Ren’dorei que nos beneficie a ambos y selle las disputas con la alianza un poco.
  • Espere

La imagen se difumino y unos murmullos se escucharon durante unos minutos. Pasados estos volvió la orca a dibujarse en la runa.

  • ¿Estaría dispuesto a acompañar a la presa hasta falla de Telogrus? Recuerde que como usuario de la luz no seria muy bien recibido y podría acarrear más problemas en el trato.
  • Si

De nuevo murmullos y la imagen distorsionada, esta vez tardaron bastante más que la primera vez y no volvió la orca sino Lor’themar Theron con cara de pocos amigos.

  • Comandante de Breidos Sombrío, aseguraría su vida y su puesto en Rasganorte. Se atrevería a iniciar usted las negociaciones con los Ren’dorei y por ende con toda la Alianza.
  • Si -dijo de nuevo
  • Pues por el poder que ejerce este consejo desde ahora será considerado embajador de la misma Horda a la que jura representar y reivindicar con su vida.
  • Es todo un honor, mi señor regente.
  • No nos defraudes. Se presentará con la prisionera en Orgrimmar al alba, entiendo que dispone de recursos para ello.
  • Si, mi señor. Contamos con excelentes magos que pueden abrir portal.
  • Excelente. Adiós, comandante.

Dicho esto, la runa dejo de brillar e hizo desaparecer la imagen. Volvía a estar solo en la estancia, guardo el comunicador en su respectivo sitio y decidió salir al frio de afuera.

En la puerta dos guardias le saludaron con presteza al salir y comenzaron a seguirle, pero este les indico que mantuviesen sus posiciones. Donde se dirigía era mejor ir solo. Llego hasta el otro extremo de la ciudadela hasta un edificio que, hacia las veces de cuartelillo, de nuevo los guardias los saludaron con cortesía y echo a andar escaleras abajo.

Minutos después esta en la planta mas baja, solamente iluminada por la luz de las antorchas, donde un mago estaba sentado haciendo guardia. Cuando vio a su comandante se levanto y saludo como sus compañeros.

  • ¿Novedades?
  • No, mi comandante. La prisionera no ha intentado ninguna de sus artes, come y bebe sin dar problemas y tampoco hace ritos oscuros.
  • Bien, necesito hablar con ella baje la barrera.
  • Pero, mi comandante, eso sería demasiado peligroso para nuestra integridad. Si realiza un hechizo no podremos defendernos.
  • No era una pregunta, baja la barrera. -sus ojos brillaron dentro de su casco- Quiero verla a la cara con las nuevas noticias.
  • Si, señor. Ahora mismo señor.

El mago alzo las manos y desconvoco la barrera mágica que separaba la celda. Saldienne estaba sentada en su camastro mirando a la pareja de elfos hablar y sonreía.

  • Gracias, puedes retirarte
  • ¿Esta seguro señor? puedo quedarme por si lo necesita

De nuevo ese brillo en los ojos del comandante

  • Ahoramismoseñor

El mago subió las escaleras de 3 en 3 dejando solos a la presa y al comandante.

  • Oh, que mono te pones cuando riñes a tus subordinados.
  • Déjate de chanzas Saldienne, mañana se te acabara la “libertad” que tienes

La elfa se acerco a las rejas y se puso cara a cara con el comandante, mirándole a los ojos.

  • Sabes que el camino que vas a recorrer puede cambiarte por completo no, mi pequeño campeón.
  • Vuelve a llamarme asi y diré que me atacaste Saldienne, que no tuve otra opción que matarte.

La elfa le acaricio la cara de improvisto con dulzura, tal vez la primera de su vida, y le sonrió. El comandante le aparto la mano.

  • ¿Qué es lo que buscas Saldienne? ¿Mi amor? ¿Mi compasión? ¿Mi devoción? Tenias todas ellas en Uldum y las destrozaste en mil pedazos. Nunca te perdonare por ellos, por lo que me hiciste.
  • Lo sé, mi campeón. -y susurrando para si misma dijo - por desgracia ahora lo se.
  • Mañana marcharemos a Orgrimmar, estate preparada ¡Soldado!

Unos pasos se escucharon bajar rápidamente.

  • Vuelve a sellar a la prisionera hemos terminado de hablar
  • Gracias por visitarme, Félix.

El comandante se giro en las escaleras y juraría que vio a la elfa soltar una lagrima, pero elimino esa imagen de su mente y volvió a subir hacia el exterior. No volvería a caer en sus garras.

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A 10 minutos de la hora estipulada ya estaban preparados el comandante junto a 2 guardias y la prisionera, quien ahora portaba en las muñecas unos grilletes antimagia.

Se dirigieron a la zona de portales y uno de los magos abrió un portal directo a Orgrimmar, primero lo atravesó el comandante, seguido a él la prisionera, con una sonrisa, y por ultimo los guardias. El portal se cerró tras ellos.

Aparecieron en la ciudad de hierro, los colores del metal, el rojo y la madera marrón predominaban por todo el lugar. Félix inspecciono la plaza central frente al Fuerte Grommash, los primeros comercios abrían sus puertas o preparaban la mercancía haciendo caso omiso al vario pinto grupo. Los guardias del fuerte les observaban al dedillo sobre todo al comandante, que imaginaba que volverían a confundirlo con un caballero de la muerte.

Están los 4 en orden se acercaron a ala puerta hasta que uno de los guardias les paro en seco:

  • Que busca alguien de tu calaña a estas horas, jinete de la muerte

Efectivamente volvían a confundirle, aun no entendía el porqué.

  • Soy el comandante Félix Primulae de Breidox Sombrío, en Rasganorte. Vengo a ver a los representantes del consejo y a traer a esta peligrosa prisionera.
  • Y yo soy el todopoderoso Gamon señor de estas tierras y el guerrero más feroz de la horda. – Dijo inclinándose el orco nº1
  • Krom…que ese nombre…
  • ¡Calla Slutr! No ves que estoy tratando con este distinguido caballero.

El orco nº1, llamado por lo visto krom, iba a tener el día movidito.

  • ¿Podemos pasar?
  • No -respondió Krom - Los de tu calaña no son bienvenidos aquí. Largo nada se te a perdido aquí.

El elfo suspiro, hablar con orcos supremacistas siempre le ponía de mal humor.

  • Vuelvo a repetir. Soy el comandante Félix primulae y tengo una cita con tus superiores.

No le dio tiempo a parar de hablar cuando el orco de las narices le escupió casi a los pies y se echó a reír. El otro se aparto del comandante unos cuantos pasos, no iba a acabar bien su compañero.

  • Vuelve. Por. Donde. Has. Venido -siguió riendo el orco
  • Bien, guardias no os entrometáis. Slutr era tu nombre cierto, ¿Sabes primeros auxilios?

El orco negó con la cabeza.

  • Perfecto…
  • ¿Quieres pelea muerto en vida? -alzo sus brazos a la altura de su rostro - Veamos cuan bueno eres.
  • Si asi lo deseas.

El elfo alzo su puño para darle en la cara al orco, pero este sonrió y levanto los brazos, justo cuando hacia eso movió raudo su otra mano, la dominante agarro su escudo y golpeo en toda la rotula del orco quien grito y callo al suelo. Por el sonido se la había roto.

Cuando callo al suelo el orco intento sacar su arma, pero Félix fue más rápido y le piso la mano con fuerza, aplastándola con todo el peso que podía con su armadura de placas, no creía que le hiciese mucho daño dado el grosor de los orcos, pero debería dolerle lo suficiente.

  • Traidor, deshonra es lo que traes encima de ti.
  • Fuiste tu quien pensó que iba a luchar con las manos y contra tu horripilante cara, Krom. -pauso unos segundos y se agacho - Ahora se un buen chico y mírame a los ojos.
  • ¿No piensas rematarme bestia sin alma?
  • Mírame. A. Los. Ojos

El orco hizo lo que le demandaban aceptando la derrota y le miro a los ojos a regañadientes. A sus brillantes ojos…dorados…

  • Eres…-el orco palideció - Eres un elfo, estas vivo…
  • ¡Bien! ¡Premio para el orco! Slutr ve a por tu superior y coméntale lo ocurrido que le vean los médicos rápido.
  • Pero, tu eres paladín puedes curarlo – contesto el orco nº2 - Su reputación le precede señor se quién es.
  • Bueno ya iba siendo hora, en ese caso anuncia mi llegada y ve a hacer lo que te he dicho. No voy a gastar fuerzas en alguien que no sabe guardar su puesto.
  • Sssssii señor, a sus órdenes.

Se quedaron un ratito en esta posición hasta que orco nº2 salió pitando, avisando que ya podían entrar al fuerte. Acto seguido el comandante soltó la mano del orco.

  • Gracias Slutr, continuemos.

La compañía continuo su camino mientras orco nº1 miraba con furia al elfo y era atendido por orco nº2. Ya dentro una orca maghar les atendió y guio hasta una estancia grande con varias sillas, una mesa redonda y decoraciones típicas orcas. Armas, escudos y cráneos.

Dentro de la estancia había una única persona, El señor Regente de Lunargenta Lor’Themar theron. Quien saludo al comandante y vio por primera vez a la presa.

  • Sigan a Makhula, tenemos unas dependencias especiales para ella, comandante tome asiento.
  • Si, mi señor.
  • Bien sabrás que este plan no me agrada en absoluto, comandante. Pero hemos optado por confiar en su experiencia y reputación.
  • Es todo un honor.
  • Aparte perderle como activo en Rasganorte seria costoso para la horda.

El señor Regente se sentó en la silla enfrente suya.

  • Te enviaremos junto a la presa hasta un punto neutral, el Monte Hyjal, donde realizaremos la entrega y hablaras como emisario de nuestra facción.
  • Si, mi señor pero que es exactamente lo que quiere que haga. Mis dotes diplomáticas son un poco…
  • Austeras
  • Por decirlo asi, sí.
  • Es una oportunidad única para entablar amistad con los Ren’dorei y abrir las puertas a una amistad con la facción con la que estamos en tregua. Pero no descuides, intenta averiguar lo máximo que puedas de sus fuerzas, sus técnicas y su mando.

En otras palabras, que era un agente durmiente en territorio enemigo, sin ayuda, sin escapatoria y con a saber cuantos Ren’dorei a mi alrededor. Decir que era costosa mi baja debía ser una chanza…

  • Asi se hará.
  • Una cosa más. Recibirás el entrenamiento necesario para dominar las artes…del vacío que dispones. Pero no sabemos quien las impartirá. Deberás tener cuidado con ello.
  • Si, mi señor
  • Puedes irte, te avisaremos cuando se produzca el encuentro, esta tarde a mas tardar.

Asintió con la cabeza y salió de la sala. Fuera se encontraba la orca Maghar, Makhula.

  • Sus acompañantes se han dirigido a la tasca más cercana, si lo prefiere puedo guiarle hasta ellos.
  • No hacer falta, daré un paseo por la ciudad y luego me reuniré con ellos, que descansen de sus obligaciones durante un rato.
  • En ese caso permítame que le sirva de guía, seguramente habrá estado en la ciudad más veces, pero desde que llegamos mi pueblo y yo hemos encontrado pequeños detalles que pueden resultarle interesantes.
  • Esta bien. Le sigo.

Siguió a Makhula fuera del Fuerte Grommash y pasearon por la ciudad y sus pequeños recovecos, para facilitar las cosas el comandante se quito el casco dejando ver su rojizo pelo y sus dorados ojos. No le apetecía encontrarse con orco nº1 otra vez o algún amigo suyo.

Makhula fue una buena acompañante, diligente en su trabajo, pero se la veía feliz en su vida en Orgrimmar, recorrieron la calle mayor y saludaron a varios vendedores de comida callejeros con delicias, sorprendentemente, aunque prefería no saber que era lo que estaba comiendo, típicas. También, por orden del comandante, paso por el orfanato donde dejo algunas monedas y atendió las preguntas de los pequeños sobre la vida fuera de la ciudad.

Pasado un rato se fueron hacia el valle del honor, estaba muy cambiado desde la ultima vez que lo visito, aunque no pudieron adentrarse mucho si subieron a lo alto del muro, donde unos jóvenes soldados practicaban con postes y muñecos de entrenamiento. Las vistas eran magnificas.

Llegado el momento Makhura se excuso y le indico que seria hora de volver al fuerte ya que le estarían buscando. Asi lo hicieron y, al llegar un sargento le esperaba con un papiro con sus órdenes, partirían en torno a una hora solos sin sus guardias.

Leídas las ordenes busco a sus guardias quienes bebían feliz mente en la tasca cercana y saludaron a su superior con jovialidad, este les indico que no volvería con ellos y les dio 2 días de permiso asi como una bolsa de oro para gastar.

Ahora que todo estaba atado solo cabía esperar en el fuerte hasta su traslado a Monte Hyjal.

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Para su sorpresa iban a ir volando, en dracohalcón, hasta Monte Hyjal, el viaje seria largo pues Hyjal estaba a mucha altitud con respecto a Orgrimmar.

Sobrevolaron la ciudad y se dirigieron a las montañas del norte, pero viraron hacia el oeste, para su sorpresa, a mitad de camino dirigiéndose a Azshara.

Acabaron aterrizando en el antiguo palacete de Galliwix, ahora abandonado, con el césped marchitándose y su “lustrosa” cara sin terminar. Los guardias habían desaparecido y solo quedaba la mansión abandonada, saqueada y arramblada con todo, restos de lo que fue un campo de golf y la piscina ahora vacía.

  • Hemos llegado a nuestro destino. -dijo el guardia que les acompañaba
  • Veo que no confiaron en decirme la ubicación real, para variar.
  • Órdenes del consejo – concluyo el guardia

Usaron los restos de la mansión como punto de espera e hicieron vigilancia en el ultimo piso con Saldienne, la cual estaba engrilletada de nuevo con conjuros más potentes de los que disponían en Rasganorte.

La compañía constaba de 3 guardias, Saldienne y él mismo.

Aun faltaba una media hora para la hora de entrega y de presentación con los ren’dorei si es que la hora de entrega era también correcta. El atardecer empezaba a notarse entre los árboles de Vallefresno y la Dama Blanca empezaba a brillar con intensidad.

Intento hablar con el cabecilla de la compañía, un orco corpulento con una gran hacha, pero sin mucho éxito solo respondía con sonidos guturales o un simple “si” a cualquier cosa que le decías.

Paso la media hora y justo en ese momento un portal negro y morado en mitad del campo apareció. Seguido a él 2 portales mas salieron a sus lados, el cabecilla orco silbo y se puso en actitud defensiva, claramente no esperaban tantos invitados.

Del portal izquierdo y derecho salieron varios ren’dorei que rodearon al grupo, 4 por cada lado, forestales por lo que podía comprobar. Del centro apareció un elfo de pelo corto y tez morada, de ojos azules; Portaba un bastón largo acabado en un cristal violáceo con auras arcanas, sus ropas eran básicamente una túnica de color azul decorada con ribetes dorados, unas hombreras del mismo color, zapatos de tela verdes y un cinturón con una gema incrustada de color rosa.

  • Espero no haberos asustado ni hecho esperar demasiado.

Miro a los guardias, y claramente no estaban advertidos de este despliegue de recursos. Conociendo al consejo se esperarían un intercambio en mismas condiciones, desde de la 4º guerra y Shadowlands veía normal este dispendio de tropas. La confianza no se gana en un día.

Miro a derecha y a izquierda, no valía la pena sacar las armas los Ren’dorei darían en el blanco hiciesen lo que hiciesen, dudaba hasta que una cúpula de luz los detuviese. Estaban a su merced.

  • Calmaos, no pretendemos causaros daños, pero dadas las circunstancias la prisionera no es alguien a quien no debamos tener como una nimiedad.
  • Magister Umbric -dijo el comandante- Es un placer conocerlo por fin.

Se quito el casco con cuidado dejando ver sus dorados ojos y se inclinó ante él.

  • Ah, tu debes de ser el embajador. Hum, esperaba a alguien mas misterioso no un simple caballero de la muerte de poca monta.
  • Si me permite la corrección, Magister Umbric, no soy un caballero de la muerte pues aún sigo entre los vivos. Solo soy un humilde comandante de la horda que desea aprender y conocerlos mejor.
  • Humilde…si eso es lo que dices que asi sea Félix Primulae. No he venido a discutir. ¿Dónde está la prisionera?
  • Arriba, custodiada y encadenada, aunque imagino que tus forestales ya deben haberte informado de ello, Magister.

El Magister asintió y sonrió, se acerco hasta ellos junto a 2 de sus forestales y le tendió la mano a Félix.

  • Un placer conocerlo sin duda.
  • Igualmente

El capitán orco volvió a silbar y se dirigió a la casa dando señal a su compañero de que bajase a la prisionera. Saldienne apareció en el umbral de la puerta con una sonrisa descarada al ver al magister Umbric y su sequito, como si estar impedida por las cadenas no fuese más que un tramite y pudiese acabar con todos nosotros.

  • Nuestra prisionera por fin se digna a aparecer -le pareció notar un tick en el ojo a Umbric cuando vio a Saldienne. No esperaban que fuese ella - Ven, “hermana” tendremos mucho de lo que hablar.

Pasaron la custodia a sus forestales quienes comprobaron los hechizos utilizados y los reforzaron con magia del vacío. Hecho esto se la llevaron al magister quien la observo minuciosamente.

  • Veo que sigues sin cambiar Umbric, ¿Aun necesitas el permiso del peregrino para moverte a tu antojo?
  • Saldienne, diría que es un placer volver a verte, pero mentiría delante de nuestros invitados. -Cambio su rostro a uno más serio - Deberías estar muerta.
  • Él opino lo mismo cuando me encontró y, sin embargo, aquí me hallo ante vosotros. -dijo señalando a Félix
  • Como moneda de cambio, nada más.

Saldienne se encogió de hombros y sonrió felizmente al comandante. Jugaba con ellos aun en esta situación como si supiese que puede escapar. ¿O había algo más detrás de su rostro? No podía entrar en la mente de esta mujer.

  • Bueno, va siendo hora de que nos marchemos. Embajador si tiene el placer de acompañarme.

Trago saliva, llegaba el momento de la verdad alejarse una temporada de lo conocido y entrar en territorio desconocido para él. ¿Sería un nuevo comienzo o un final? ¿Acabaría como un ren’dorei exiliado de su facción? ¿Conseguiría dominar el vacío?

Demasiadas preguntas afloraban en su mente, pero solo había una forma de saberlo. Traspasando ese umbral.

  • Por supuesto Magister.
  • Bien, sígame y sobre todo no se pare hasta que yo se lo ordene, es un invitado, pero la guerra es reciente y si le dejamos venir es por cortesía y nada más.

Asintió, se despidió del capitán orco y siguió al magister Umbric a través del portal principal. El resto de forestales marcharon en formación por sus respectivos portales hasta dejar a los 3 guardias solos.

  • Informemos al consejo – dijo el capitán

Mientras tanto, atravesaba el portal hasta la Falla de Telogrus, Cuando salió del mismo se sorprendió de lo que vio.

El cielo estaba lleno de restos de rocas flotantes y estrellas por donde mirase, cuando se acostumbro a no ver sol ni luna se fijo en la tierra, varias tiendas estaban montadas a lo largo de la falla, desde puestos con mesas y sillas a tiendas de campaña grandes donde debían vivir.

Los elfos del vacío le miraban extrañados, con curiosidad o con ira aparente. No estaba seguro de si iba a ser bien recibido hasta que encontró más sin’doreis exiliados. No sabía que había mas como él interesados en el vacío.

Siguió a Umbric hasta otro portal el cual atravesó, este lo teletransporto a un peñasco más lejano donde entrenaban las artes del vacío con un etereo misterioso, el Peregrino, también había forestales y guerreros por el lugar. Mas le llamo la atención un elfo de ojos verdes que le miraba con desden desde las alturas de un risco.

Sus fuerzas, aunque pocas, eran considerables dadas su poder. Si encima sumábamos que se les estaban uniendo tropas de los sindorei… eran un enemigo que tener muy en cuenta.

Umbric adelanto sus pasos y atravesó otro portal más hasta un paraje desolado sin gente, fue aquí cuando le empezó a hablar.

  • Asi que quieres investigar las artes del vacio.
  • No creo que investigar sea la palabra que busco.
  • Jaja -rio Saldienne- Lo que el busca es una cura Umbric nada más, pero mi campeón es mucho más de lo que aparenta ser.
  • ¿Tu que?
  • Calla maldita bruja -grito el comandante acercándose a ella-
  • Si, debes haber escuchado los rumores Umbric un campeón que traiciono a todo y sirvió a N’zoth en la ultima batalla.
  • Sabes que no fue asi
  • ¡Silencio los dos! -amenazo Umbric - No quiero escuchar vuestras batallas. Ya estamos llegando.

Tras el sendero que recorrían dos forestales custodiaban un ultimo portal a un peñón muy muy lejano en el horizonte, parecía estar cubierto con una especie de cúpula de magia arcana.

  • Entra Saldienne aquí termina tu viaje. El Peregrino y Alleria brisaveloz dictaminaran tu destino.
  • Adiós, mi campeón -dijo guiñándole un ojo y entrando por el portal
  • Ahora hablemos, eres tu el caído en la batalla contra N’zoth.

Decir la verdad o no, difícil decisión.

  • Me temo que sí, Magister Umbric, he venido cómo emisario de la horda, pero también como aprendiz si me admitís, llevo sufriendo este… poder desde la cuarta guerra y temo dañar a la gente que aprecio con él.
  • En ese caso aquí te enseñaremos, el peregrino te acogerá con reticencias, aunque disponemos de varios maestros.
  • ¿Qué haréis con ella? Con Saldienne
  • No te incumbe, aunque imaginaras el destino por el acto que cometió.

Félix asintió, la muerte era el destino que le deparaba, pero había algo que quería descubrir.

  • En ese caso la elijo a ella.
  • ¿Como? -dijo de sorpresa Umbric - Estas loco te engaño una vez porque querrías siquiera estar cerca de ella.
  • Porque es la única capaz de saciar algo en mi que tengo que descubrir.
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  • ¿Saciar? ¿Estas loco acaso? – dijo el Magister Umbric confundido
  • Solo se que mi destino esta ligado al de ella por algún motivo, no se explicarlo es solo una sensación. Ya he resistido sus hechizos desde la última vez, no volverá a controlarme.
  • ¡¿Volverá?! -grito el Magister - Más vale que te pongas a hablar ahora mismo o entrenarte será el último de tus problemas.
  • Por donde empezar… Bien todo comenzó…

Y le explico la historia a Umbric de como conoció a Saldienne, la batalla contra las huestes del Dios antiguo en Orsis, en la cámara del corazón, en Pandaria. Le conto absolutamente todo sin medias verdades, ¿Por qué hacerlo a un posible enemigo? Realmente no lo sabría decir, pero creía que solo diciendo la verdad le comprendería.

El Magister no le interrumpió más que para hacer algunas preguntas, se mostro medio indiferente hasta que le conté sobre el encuentro contra Ilginoth y la caída a las profundidades que sufrió Félix, de cómo Saldienne le utilizo y le doblego al vacío asi como su posterior batalla contra los defensores y su restauración.

  • Tiempo después recuperé mis cabales gracias a la ayuda de unos amigos, pero perdí la confianza de otros. Por no hablar de las vidas que se perdieron por mi culpa y que jamás podre perdonar.
  • La historia del caído en Nyalotha es cierta entonces, habíamos escuchado rumores de ello, pero hasta ahora no pensaba que fuese una persona física, menos aún viva.
  • De ahí que necesite vuestra ayuda Magister Umbric, desde ese día puedo medio controlar el vacío, pero quiero eliminarlo, separarlo de mí, alejarlo lo máximo posible.
  • Me temo entonces que lo que buscas no lo encontraras aquí ni en ningún sitio emisario. -dijo con cautela Umbric - No puedes eliminar el vacío de tu interior como tampoco puedes dejar de usar la luz, te has convertido en otra cosa.
  • Entonces mi viaje ha sido en vano.
  • No, podemos enseñarte a utilizarla, a dominarla con soltura y sin que sea perjudicial para ti y quienes te rodean. -hizo una pausa y prosiguió - pero ¿Por qué arriesgarte con ella de nuevo? No logro comprenderlo.
  • Ni yo, pero asi lo dicta el destino creo.
  • Debo sopesarlo, para nosotros la reclusa no es trago de buen gusto. Por ahora acompáñame, es hora de cenar y debo enseñarte tus aposentos.
  • ¿Mis qué?
  • No pretenderá dormir al raso durante su estancia aquí durante estos 2 años ¿verdad?

La cara de Félix debió ser un poema por lo que Umbric tuvo que explicarse, por lo que entendió el trato con la horda era el siguiente:

Se enviaría alguien que ya haya trabajado en conjunto con la alianza en el pasado y haya resultado fructífero para ambas partes. Dicha persona cesaría en sus funciones para trabajar codo con codo con los Ren’dorei en el plazo de 2 años desde la llegada del mismo a la Falla de Telogrus. Se realizaría un cambio cultural asi como militar llegado el caso de necesitarlo en la falla de Telogrus. Adicionalmente se deberá preparar al susodicho en las artes del vacío mientras el entrena a sus tropas en artes físicas.

En otras palabras, se la habían colado y ahora mismo su segundo al mando estaría haciendo sus funciones, otra vez. Bien jugado Lor’themar, bien jugado.

  • Tendré que enseñar a reclutas entonces, ¡pero si ni yo mismo se manejar el vacío!
  • No, te encargaras de la parte marcial, lo entenderás todo llegado el momento. Ahora acompáñame, la cena espera.
  • Si, Magister.

DÍAS MÁS TARDE

Tras ponerse la armadura, salió de su tienda dirección a la del Magister Umbric. Después de los acontecimientos del primer día estuvo visitando su “nuevo hogar”, hablo con algún forestal y algún exiliado de Lunargenta que vivían en la falla, pero la mayoría de gente le rehuía o directamente le mataban con la mirada.

Pero nada más, ni siquiera pudo confraternizar con el Peregrino o Alleria Brisaveloz, quien Umbric dejo claro que no aceptaba su presencia aquí por lo que evito hablar con ella. El Peregrino por el contrario no le hablaba, pero si le oía hablar a veces sobre el con Umbric, parecía interesado en el pasado de Félix.

Hoy volvía a la tienda del Magister para ver si había llegado por fin a una conclusión sobre su entrenamiento o sobre como tendría que enseñar a sus aprendices.

Al llegar a la tienda escucho trazos de una conversación sobre una mala idea o ejecutarla. Al entrar vio como El Peregrino, el Magister Umbric y Alleria Brisaveloz hablaban, o más bien discutían, pero callaron nada más verlo.

  • Ah, emisario justamente la persona de la que hablábamos. -dijo Umbric en tono jovial - Adelante

Se adentro en los aposentos de Umbric y saludo con cortesía a los presentes quienes le devolvieron el saludo.

  • Se que llevas varios días esperando una respuesta, pero creo que ya hemos llegado a un punto en común.
  • Si es que se le puede llamar asi – contesto Alleria
  • Desgraciadamente no vemos plausible el que te entrene Saldienne y, tras lo que nos a contado Umbric sobre tu pasado tampoco deberías estar cerca de una exposición al vacío como da este lugar. – respondió el peregrino
  • En definitiva, tus servicios han terminado, te enviaremos a Orgrimmar o donde desees…
  • ¡NO! -grito el comandante
  • ¿Como?
  • Como he de explicarlo, necesito aprender sobre el vacío o mi vida estará en peligro.
  • Lo entendemos, emisario, pero ya esta decidido volverás a casa hoy mismo. –dijo Umbric - Tu historia en esto ha terminado.
  • Terminado…

Todas sus posibilidades se esfumaban, ni los maestros del vacío querían enseñarle, si volvía habría fracasado como emisario, como comandante a sus tropas pues ahora estarían en constante peligro.

  • ¿Emisario Primulae?

Estaba arto de que la gente le llevase por la vida y le exigiese, estaba harto de no poder cuidar de quienes se lo merecían o quería, estaba harto de esta maldición.

Un susurro llego a sus oídos.

  • Nada es imposible con el poder adecuado -era una voz melodiosa, de mujer, pero nunca la había oído.

De pronto cayo de bruces contra el suelo, perdió el sentido de la vista y dejo de oír a su alrededor. Sentía como el vacío empezaba a dominarlo.

  • No, ahora no. -dijo el comandante

La voz empezó a susurrarle en un idioma impronunciable, al mismo tiempo imágenes se desplegaron en su mente la caída del imperio negro, la muerte de n’zoth, un ejercito de nerubianos, visiones del pasado y del presente.

Cuando volvió en si lo primero que sintió fue un dolor en su hombro izquierdo, al recuperar, poco a poco, la vista vio que tenia una flecha clavada ahí. Aparte ahora se encontraba en el centro de la tienda, encima de una mesa hecha añicos.

Frente a él se encontraba el peregrino quien le estaba hablando, sin poder entenderlo, lanzándole un haz de luz morada. A su izquierda se encontraba Umbric sorprendido, pero con las manos dispuestas a realizar un conjuro rápido, por último, a su derecha se encontraba Alleria Brisaveloz apuntándole con un arco a la cabeza.

  • Que… ¿Que ha pasado? – pregunto el comandante
  • ¿Está ya recuperado? -pregunto Alleria
  • Si, eso parece. Sea lo que le acontecía se ha ido tal y como ha venido -dijo el peregrino - muy curioso, por no hablar del potencial que tiene.
  • No hablaras en serio, podría habernos matado – contesto Alleria

Umbric bajo las manos y miro al peregrino, quien asintió tras ello el Magister ayudo a levantarse a Félix con sumo cuidado.

  • Yo… no pretendía… he visto…
  • El que has visto – dijo el peregrino ansioso .

Les explico a los tres la voz que escucho y las visiones que tuvo. No recordaba lo que había pasado, pero era evidente que había luchado con garras y dientes, literales.

  • Necesito ayuda no puede ocurrirme esto en mi hogar.
  • Y te la daremos -sentencio el peregrino - pero primero debes recuperarte esas heridas son graves.

Se miro el cuerpo y vio que estaba lleno de golpes, arañazos, explosiones de conjuros y flechas. Aparte de la que tenia incrustada en el hombro.

  • Sera lo mejor, sí.

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Pasaron semanas hasta que pudo recuperarse, pero no las paso tirado en la cama, el Magister Umbric le había dado unos tomos sobre el vacío y los peligros que atañían. Los estudió a conciencia mientras se recuperaba, escudriñando cada palabra y frase.

A mitad de su recuperación Umbric le presento a los reclutas que debería entrenar, para su sorpresa no eran Ren’doreis sino Sin’doreis y Quel’doreis que se habían unido a las filas de los elfos del vacío. Se fijo en una de las reclutas, una pelirroja, como las llamas, de ojos azules y gesto serio que peleaba contra uno de los Sin’doreis. Le llamo la atención, por sus rápidos movimientos y su fluidez en combate, no parecía una aprendiz al uso, destacaba frente a los demás.

  • Quien es esa joven, Magister. -Dijo señalando el duelo
  • Ah, es nuestra recién llegada viene del pacto de plata se llama Ilsendia.
  • Ilsendia, lo recordare.

Ahora ya llevaba más de un mes en la falla, los miembros de la organización seguían algo reacios, pero, poco a poco, iban saludándole, incluso Ennas se mostro más proactivo a tener una conversación.

No era su hogar, pero se había acostumbrado rápido al entorno, aunque no a mira al borde de la falla y ver vacío infinito. Era mitad hermoso mitad espeluznante.

Se cambio de ropa y movió el hombro dañado, aun sentía algún pinchazo, pero podía moverse con facilidad, fluidez y reaccionar rápido de nuevo. El que pudiese usar la luz también ayudo a que cicatrizase pronto la herida, sumado a los primeros auxilios que le habían dado la recuperación era excelente, a excepción de la marca nueva en su cuerpo por el flechazo.

Antes de que pudiese salir el magister Umbric le esperaba ya a la entrada.

  • Ha llegado el momento, ¿estás seguro de que estas bien, emisario? Empezar con el entrenamiento puede ser duro en un estado físico o mental débil.
  • Estoy listo Magister, cuanto antes empecemos antes entrenare a tus reclutas.
  • Sea

Se dirigieron a la zona donde tenían presa a Saldienne con paso calmado, ninguno de los dos hablo por el camino. Uno porque consideraba un disparate lo que iba a ocurrir ese día, otro porque temía lo que podría ocurrirle si no se controlaba.

Cuando llegaron al portal los forestales saludaron al Magister, pero, para su sorpresa también estaba el Peregrino con ellos.

  • Ahhh por fin nuestro emisario llega preparado para su entrenamiento. ¿Asustado?
  • No, pero si preocupado. No sé cómo reaccionara Saldienne
  • Entendible pero irrelevante. Vamos a ello, por aquí emisario, volveremos a abrir el portal en 1h.
  • De acuerdo

Atravesó el portal con sus armas equipadas, en un abrir y cerrar de ojos estaba en la nueva ubicación, en la falla más alejada protegida por una cúpula. Miro al frente y sentada en una silla de madera se encontraba la elfa, esperando, como si supiera que iba a venir.

Saldienne sonreía al ver a su campeón acercarse, había tardado más de lo esperado pero su lógica había vuelto a acertar. Volvía a por lo justo, su cabeza, al menos era el quien le iba a dar muerte. Por alguna razón eso le alegraba.

Llego a su posición y Félix la saludo con cortesía. Caballero, ante todo.

  • Saldienne, te veo bien para estar encerrada.
  • Oh, me conservo bien pese a lo que pueda parecer. Umbric te envía a hacer el trabajo sucio, ¿Te ha contado lo bien que lo pasábamos antes estudiando las artes del vacío?
  • No he venido a charlar
  • Me lo imagino -cerro los ojos - que sea rápido.
  • Bien, Saldienne.

Sentía pena dentro de ella, ¿Por qué? Lo había utilizado, pero ¿sentía un vínculo? ¿Se acabaría este sentimiento con su muerte? No lo sabía.

  • Necesito que me entrenes en el vacío. Por favor.

Abrió los ojos de nuevo, su cuello estaba intacto, se lo palpo por si acaso, y su campeón le estaba pidiendo que lo entrenase en el vacío.

  • ¿Quieres jugar conmigo acaso? ¿Es acaso una especie de broma de Umbric?
  • No, necesito una maestra del vacío y, pese a los consejos de todo el mundo, he decidido que seas tú, Saldienne.
  • Ja, jaja, jajajajajajajajajaja, es una broma ¿no? De todos quieres que yo te entrene, mi campeón. Si lo deseas puedo volver a mostrarte una cara mas amigable para ello.

El comandante alzo su arma amenazante y dejo algo claro.

  • Ni yo mismo se porque te he elegido, algo dentro de mi me dice que puedes saciar la sed de conocimiento que busco. Que tú tienes la salvación del descontrol que lleva el vacío sobre mí. Pero no creas que voy a perderte de vista, Saldienne, haz un movimiento en falso, intenta dominarme o jugármela y yo mismo te matare.
  • Bien, entonces empecemos. Lección nº1 del vacío “Solo los más fuertes sobreviven”

Y dicho esto se levanto de un salto, apunto su mano hacia el pecho de Félix y soltó una descarga de vacío que lo mando volando por los aires. Llego hasta el borde de la cúpula y choco contra ella, la explosión se escucho en el otro lado de la falla de Telogrus. El peregrino rio entre dientes.

El paladín se levanto a duras penas del suelo, el ataque le había dado directamente y de no ser por la armadura y su escudo estaría muerto. Aun asi había notado algo, Saldienne no había usado toda su fuerza.

  • Bien, sobreviviste ergo eres más fuerte o tienes suerte comprobémoslo. -paso a usar su forma de sombras y se acerco un poco al comandante - Atácame con todo lo que tengas paladín, pero solo una norma, no puedes usar la luz si la usas… bueno te matare.
  • Entendido, prosigamos.

El combate prosiguió la siguiente hora, Saldienne atacaba con todo lo que tenia al paladín y le medio acertaba o alcanzaba con sus hechizos. Por el contrario, el comandante hacia lo posible para no tener que usar la luz, usaba martillos de injusticia, Sentencias de vacío, espadas quebradas, asi como fintas y lanzamientos de escudo para entorpecer la visión de Saldienne.

En la hora que duro el combate Félix no pudo acercarse ni unos metros hasta saldienne quien reía y flotaba frente a él. De pronto el portal se abrió y de el salieron el peregrino y 2 forestales que apuntaron a la prisionera.

  • Se acabo Saldienne, basta por hoy.
  • Oh, con lo mono e interesante que se estaba volviendo esto. -quito su forma de las sombras y volvió a sentarse- hasta otra ocasión mi campeón.

Félix recogió su escudo del suelo y se dirigió hacia el peregrino, pero este le detuvo.

  • Estas entero, eso es bueno emisario -dijo con sorna el peregrino - ¿Cómo te encuentras?
  • Quitando la adrenalina, la sensación de morir cada segundo, el intento de defenderme de lo desconocido pues, si estoy bien.
  • ¿Algún síntoma?
  • No, la verdad solo estoy frustrado.
  • ¡Perfecto! Volvamos entonces
  • Adiós Saldienne -dijo el comandante - Gracias

Saldienne se sentó y solo sonrió al verlo marchar, había sido divertido verlo corretear contra todo su poder, pero algo no le cuadraba, había disfrutado de verdad de su compañía.

MAS TARDE

Estaba en la tienda de Umbric hablando sobre los intentos de homicidio de Saldienne pero sobre todo sobre si le había servido para afianzarse con el vacío. Pese a todo el peregrino dijo que si, sus métodos servían ahora solo debía controlarlo en un entorno más normal con esfuerzo y mente fuerte.

Por otro lado, está el tema de entrenar a los reclutas, Umbric y Alleria querían empezar cuanto antes su formación, pero no podían dejarlo expuesto tras un entrenamiento con Saldienne. Al final llegaron a un acuerdo, entrenaría a las tropas cada tarde y por las mañanas, en días alternos, seguiría las normas de Saldienne durante 1h.

Por ello, tras la comida y descansar un poco, se presentó ante sus reclutas. Estaban en formación cuando llego esperando ordenes y por sus rostros no les debía hacer mucha gracias su presencia, de lo que si se dio cuenta es que todos portaban armas de distinto calibre a dos manos, eran guerreros.

  • Buenas tardes a todos, soy Félix Primulae para el que no me conozca soy el emisario ha enviado para socializar con la alianza y los Ren’dorei. Y de paso vengo a entrenaros.

Hizo una pausa y prosiguió

  • Veo que muchos portáis grandes armas, pero no busco ni guerreros ni locos de las armas, busco protectores.
  • ¿Y quien te crees como para recriminarnos no ser protectores Félix Primolen?

Se fijo en quien lo había dicho, era Ilsendia la pelirroja del otro día. Portaba dos grandes espadas a su espalda con los colores dorados y azules de Ventormenta, su rostro era serio pero sus ojos azules pedían a gritos la confrontación, se fijo en ellos más de lo que esperaba.

  • Ilsenda ¿cierto? Ven pondremos en practica lo que digo o intento explicaros.

Se dirigieron al área de entrenamiento y el comandante coloco un muñeco de grandes dimensiones, delante se puso el y saco sus armas.

  • Quiero que des un golpe mortal al muñeco, pero solo puedes usar tus armas nada de magia. Entendido
  • Si -y cargo contra el sin mediar palabra, era rápida - Yiiiiiaahhhh

Ilsendia cargo a toda velocidad contra el muñeco, pero se encontró de bruces con Félix en posición defensiva, esta tuvo que dar un salto hacia atrás.

  • Dale, es una orden -dijo riendo el paladín

De nuevo cargo, pero esta vez con furia contra el comandante, quien alzo su escudo y paro en seco la embestida en el momento exacto. Espadas y escudo entrechocaban entre si y noto como la furia de Ilsenda aumentaba por momentos, le miraba fijamente a los ojos.

Segundos después el comandante golpeo hacia arriba las armas de Ilsenda que se alzaron y separaron, seguido pateo una de las piernas de la elfa que trastabilló y cayó al suelo. El comandante alzo su hacha y apunto al cuello de Ilsenda. La batalla había terminado.

  • Buen trabajo Ilsendia, posees una gran fuerza, pero debes redirigirla a tu objetivo principal y no frustrarte con tanta facilidad.

Le extendió la mano, pero esta se la aparto de un manotazo y se levanto del suelo por sí misma.

  • Si, maestro.
  • Bien, a partir de mañana quiero que todos portéis un arma de una mano y un escudo, es perfecto que ya estéis familiarizados con las armas, pero debéis convertiros en un muro de escudos que salven vidas, no en segadores de la misma. ¿Ilsendia?
  • ¿Sí?
  • Quiero que seas mi segunda al mando, tu conoces mejor a estos cadetes que yo tenerte cerca me servirá para familiarizarme con ellos.
  • Asi se hará – dijo sonriendo

Por un segundo vio un brillo especial en sus ojos. Uno que le recordó a Nissela.

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Ilsendia de marcho del campo de entrenamiento tomando el portal a Ventormenta, ahí tomo a su grifo que estaba amarrado cerca y salió volando al distrito de los magos.

Amarro a su grifo de nuevo y subió la rampa que llevaba hasta la sala de portales, ahí fue en busca de un mago en específico, del pacto de plata. Al verla conjuro un portal a Dalaran rápidamente que cruzo en un instante.

Apareció, en el centro del enclave de plata y, con rapidez se dirigió a la zona de comandancia donde le estaba esperando una elfa de tez oscura.

  • Mi comandante
  • Ah Ilsenda, por fin novedades espero.
  • Si mi comandante.
  • Dispara – dijo sentándose frente a ella
  • El objetivo nos empezara a entrenar como paladines a partir de mañana, por lo visto he debido caerle en gracia pues seré su segundo al mando.
  • Bien, ya sabes como proceder entonces. Gánate su simpatía, y, cuando creas oportuno, liquidalo.
  • Si mi comandante pero necesitare nuevo equipamiento
  • Coge lo que necesites de la armeria Ilsendia, Recuerda no me falles estas sola en esta misión.
  • Si, mi comandante. No fallare.

Y saliendo por donde había entrado se marcho en busca de una espada y un escudo. Sonrió solo de pensar en su objetivo, de tenerlo tan cerca. Solo quedaba esperar.

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