El comandante levanto la cabeza del tomo tras estar toda la noche en vela estudiandolo, pese a ello se notaba renovado, aliviado y nada cansado. Cerro el tomó con un sonoro golpe y lo guardo en su faltriquera como siempre, poco a poco aprendía más del vacío y sus pesquisas.
- Ahora queda explorar, debemos encontrar una salida o una forma de evitar a…a…mejor no digo su nombre.
Levantándose del suelo, se dirigió al camino que llevaba a las fauces, estas seguían hambrientas, girando sobre si mismas esperando a su presa. Un humano, ya loco y atormentado, empezó a gritar a los taberneros que eran monstruos del averno, que los ojos le miraban siempre a el , rojos, siempre rojos. Antes de poder hacer nada el humano salto a las fauces de la bestia y murió cortado entre sus dientes.
- Ojos rojos, la maldición de su presencia llega hasta aquí. El Dk tiene razón debemos movernos. por lo menos la fragua parece un punto seguro. Por ahora
Armándose de valor fue en la otra dirección a las fauces. Traspaso la barrera de hielo, que seguía en pie aunque se empezaba a resquebrajar lentamente. También paso de largo la fragua donde pícaro y maga reposaban en lugar medio seco en este lugar maldito. Llego a una bifurcación y tomo el camino de la izquierda para ver donde le llevaba a tal lugar.
La oscuridad era espesa y una neblina se arremolinaba a su alrededor, por desgracia no tenia antorcha para encender una luz asi que uso la luminosidad de una bola brillante de luz, valga la redundancia, para abrirse camino. Esperaba no encontrarse con ningún mal durante su trayecto