Mareas de venganza.Dos visiones del conflicto

La noche antes del anuncio de la boda

Los últimos rayos del sol me cegaban, noté la calidez en mi rostro lleno de suciedad después de la batalla, no me había limpiado, para que, si esta noche se repetiría la masacre.
Una gota fría me recorrió la espalda, cuando pensé que pronto volverían con la
caída del sol, que no faltaba mucho para que eso ocurriera, el enemigo regresaría en mayor número y con mayor fuerza, todo lo contrario que nosotros, el ejército de Azeroth … nuevamente unidos.

Cansados, mutilados y desesperados, la sangre corría por doquier, no encuentro las palabras para describir la cruel batalla, donde se mezclaban los gritos de desesperación, con los de la euforia de insertar el arma en el enemigo, se rumoreaba que durante la batalla se escuchaba los lamentos en el aire, extraños gritos de muerte, que eran el presagio de la época oscura en la que nos encontrábamos …

Nhail despertó sobresaltado, tan solo era un sueño, aunque tal vez había tenido una visión de la realidad venidera. N’zoth no estaba encadenado … y si fallaban el imperio negro se alzaría nuevamente.
El pícaro se encontraba en aquella habitación por deseo del destino, con una família que pensaba que nunca más volvería a ver.

Su misión era otra, al fin era un explorador reconocido de Lunargenta, se desvió del camino solamente en busca de su compañera y amiga Kyralash de la que no encontró ni rastro de ella pero sabía que seguía con vida en algún lugar, antes del enfrentamiento con Argent, minutos antes, se encontró con un antiguo miembro de su hermandad de mercenarios Eternal Rise, Neeb, un mago el cual detestaba y Neeb a Nhail.

Las últimas palabras del mago antes de desaparecer por el portal en el trono helado trás la derrota de Arthas fueron. - si nos volvemos a ver algún día en el campo de batalla será mejor que vigiles tu espalda, siempre te he odiado.

Ambos tuvieron un encuentro en las escaleras de la ciudadela violeta, por lo que Nhail dedució que Neeb se había convertido en un gran mago. Este le preguntó por Kyralash y el mago le respondió que hacia algunos meses ella estuvo por Dalaran, y no se dijeron nada más.

Nada mas despertar de la pesadilla, este se sentó en el taburete del fondo de la habitación y redactó una carta para su amiga.

Querida amiga, desearía poder pelear junto a ti frente al que posiblemente sea el último dios antiguo de Azeroth y poder vengarnos de nuestros hermanos caídos en Ulduar y en Corona de Hielo, pero no ha habido manera de encontrarte.

Estas últimas semanas antes de adentrarnos en Ny’alotha unos beben y ríen, otros duermen plácidamente, otros preparan sus armaduras y afilan sus armas, otros sollozan como cuando eran niños, yo en cambio escribo estas palabras.
Nuestro juramento sigue en pie, cuando el suelo tiemble al paso de las hordas de los enemigos muchos moriremos, pero somos guerreros bendecidos para erradicar el mal y luchar contra los demonios, seres del vacío y todo lo que se nos ponga por delante.
Derrotaremos a la oscuridad, nuestro pueblo será vengado, nuestros amigos y hermanos.

Recuerdo aquella noche en nuestro campamento de Sierra Espolón, donde todo eran risas, bailes y alcohol, aquella noche que vencimos y yo pelee con vosotros por primera vez … todo el tiempo de paz que conocíamos se resquebrajó en tan poco tiempo…

Deseo de todo corazón que todo esté bien, tengo tantas cosas que contarte, he vivido tantas experiencias en estos últimos 5 años … espero encontrarte entre las filas del ejercito de Azeroth o en Lunargenta brindando por la paz y la derrota de N’Zoth, ahora vivo allí, soy explorador y ya no necesito ganarme la vida de aquellas maneras que … bueno, tu y yo ya sabemos tan bien.

Un fuerte abrazo … tú amigo, hermano y compañero de oficio …sombra del viento.

Bash’a no falor talah!

La vela del escritorio casi se había consumido cuando acabó de redactar la carta.

Pocos seguimos en pie, muchos de los muertos eran mis amigos, mis hermanos, mis camaradas - pensaba Nhail mirando por la ventana - se que pronto me reuniré con ellos, espero que la muerte pueda esperar a que llegue la noche cuando nuestro estandarte se ponga en pie y hagamos frente por última vez a esos … - a Nhail le invadía la rabia e inconscientemente apretaba el puño con todas sus fuerzas - Mi pueblo nunca caerá, se recordara su valor, su entereza, su fe y su devoción al bien.

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