Pero si aquí el peligroso eres tú, que te miran mal y ya te lanzas a la yugular en plan gitano
Aunque bueno, la otra ya veremos… que lo mismo se pone a arrancar columnas vertebrales y abrir cráneos con ellas
Pero si aquí el peligroso eres tú, que te miran mal y ya te lanzas a la yugular en plan gitano
Aunque bueno, la otra ya veremos… que lo mismo se pone a arrancar columnas vertebrales y abrir cráneos con ellas
Eleanna levantó la vista de su cerveza, giró la cabeza observó a un sindorei cazador de demonios que se había sentado a su lado. Volvió a mirar al frente y dijo en un perfecto Thalassiano:
“Bal’a dash, malanore. No estás a mi servicio. Eres un enemigo de la horda y si no estuvieramos en una ciudad neutral estaríamos luchando a muerte ahora mismo. No entiendo ni por qué me conoces ni por qué me has contactado… pero escucharé lo que tengas que decirme.”
Le dió un trago a la cerveza y esperó la respuesta del sindorei.
Uhm… ¿No es un enemigo de la Alianza?
Perdonaaaaaaaaa? habla el dh gore que se come lo que mata porque patata¿
Ele…mátalo!!!
Puede ser un enemigo del martillo crepuscular, de los faucedraco, de los restos de la legión… o gnomo, en cuyo caso si sería enemigo de la alianza xD
Claro, Ele se refiere a que pertenezco a la horda, por lo tanto soy un enemigo suyo pero de la horda.
-Vaya, veo que no le gusta andarse con rodeos, eh?- le dijo Hême
Al ver que la elfa no le contestaba siguió hablando:
-Bueno, vayamos al asunto que nos ocupa.
Sé gracias a mis espías que va tras la sacerdotisa Menelwie Bosqueensueño y su pareja Argentsword.
Yo también voy tras ellos, con el objetivo de capturar al sin’dorei traidor y obligarlo a someterse al juicio de la Horda. También busco acabar con las aberraciones que la sacerdotisa de Elune lleva en sus entrañas.
Dejaré a Menelwie a su disposición para que sea juzgada por su pueblo si así lo desea, Eleanna Arroyoplateado.
Si está usted dispuesta a que la ayude en su empresa, dígamelo y podremos colaborar.- le dijo el Illidari.
Mientras esperaba una respuesta, su mente no pudo evitar trasladarse a su amigo orco, era un mag’har, incorrupto en su lengua, que era un absoluto fanático de Garrosh Grito Infernal y de todo el clan Grito de Guerra, pues él mismo pertenecía a ese clan.
Una sonrisa se dibujó en su cara pensando en lo que le diría su amigo en aquel momento, si lo viera intentando colaborar con el enemigo.
– Bueno, y aparte de lo de la Bella Durmiente ¿no te has enterado de algo más?- preguntó el cazador- deberías salir más de tu búnker de la luz.
– ¿Bella Dur…?- comenzó el no-muerto, pero enseguida se dio cuenta qué quería decir- Oh ¡la kal’dorei! ¿por qué asumes que es bella…? No, la verdad es que sólo me he estado entrenando por lo que pueda venir. A mi desde luego no me pillará con los pantalones bajados.
– Toda elfa tiene su belleza compañero, incluso las kal’dorei, aunque sean un poco estiradas para mi gusto- apuró su copa y se recostó contra la silla- Desde luego, nadie quiere pillarte con los pantalones bajador, Ethan, pero me alegra ver que te estás preparando.
– Hombre prevenido vale por dos, mi lascivo amigo- rió el sacerdote mientras se levantaba- tengo que irme ya. Que te diviertas esta noche- acabó con una sonrisa pícara y mirando a la camarera de soslayo.
El cazador rió, por lo bien que le conocía su compañero, y con un estrechamiento de manos, se despidió de él. Entonces llamó a la camarera para pedirle la cuenta.
– ¿Qué te debo, Mel, encanto?
– Oh, Hæyhæ ¡me lo preguntas siempre y ya lo sabes!- dijo la humana con una risa- Supongo que también querrás una habitación ¿no?
– A eso sólo me puedes responder tú, querida. Y sobre el tamaño de la cama también- el sin’dorei echó un vistazo atrás, donde el camarero Arille recogía las copas de los últimos clientes.
Mel, ni siquiera parecía sorprendida.
– ¡Eres imposible, sin’dorei pervertido!- rió al tiempo que se sonrojaba.
Off// Bueno, mañana no sé si con todo el ajetreo podré escribir algo. La cena es en casa, y se va a liar una buena. Tampoco es que esté pasando nada interesante, al menos hasta que coincida con Mel o alguien más.
Eleanna apuró la jarra de cerveza. Pensó durante un momento mientras que pedía otra. Giró su cabeza de nuevo hacia el sindorei y mirándolo fijamente le preguntó:
“¿Sabes donde están?”
-No, no sé dónde están. Pero tengo indicios, la última vez que los vi juntos fue en la ciudad de Shattrath, en Terrallende. La Jefa de Guerra ha emitido una orden de búsqueda y captura para el paladín, por lo tanto no se encuentra en territorio de la Horda.
Debe haber huido a algún lugar de la Alianza.
Sabes si el sin’dorei tiene familia en la Alianza?- le dijo Hême
Argent permanecía tranquilo.Habian cenado en compañía de su familia,y había propuesto un pequeño paseo por el entorno.
El entrenamiento estaba siendo duro,y el agotamiento que presentaba su amada,era cada vez más evidente.Ella se esforzaba por mejorar sus habilidades curativas,y el por automatizar las rotaciones de su función.
No coincidían nunca juntos,puesto que ambos podían sentirse presionados,por la responsabilidad.
No obstante la posibilidad de depender el uno del otro,era muy real.Ahora estaban acompañados,pero aquello duraria poco.
Tenían que superar ese trance,puesto que en el futuro estarían librados a su propia suerte…
No tenía tanta importancia,si querían educar a sus hijos,deberían de permanecer juntos,y daba igual el lugar donde decidiese vivir…
Ellos eran el futuro(si sobrevivian), y su trabajo en conjunto marcaría el inicio de una nueva convivencia entre los elfos.
Miro a su amada con ternura,el trabajo del día había finalizado,y llegaba el momento más maravilloso del día,aquel en el.que ambos,podían demostrarse la profundidad de su amor…
PD ya está en modo tanque.
Eleanna lo miraba fijamente, con gesto serio. Dió otro trago y añadió fríamente:
"Supongamos que estoy loca, y decido colaborar contigo. Hay una cosa que tiene que quedar meridianamente clara. La sacerdotisa no va a sufrir ningún daño, y eso implica lo que lleva… dentro. Es todo incumbencia no ya de la alianza, sino de los kaldorei. Será nuestra suma sacerdotisa quien decida el destino de ambos…
En cuanto al sindorei…" Eleanna volvió de nuevo a mirar su cerveza. “Puede que antes me hubiera importado algo su destino. Ahora…” comenzó a juguetear con la cerveza mientras hablaba “me da francamente igual lo que le pase”.
Volvió a mirar hacia el sindorei de nuevo: “Dices que la horda le busca. Es todo tuyo. Por mí como si os matáis entre todos, así se acabaría esta maldita guerra que vuestra genocida líder comenzó. Esas son mis condiciones… ¿Aceptas?”
Aguardó expectante la respuesta del cazador de demonios.
-Acepto, señorita Arroyoplateado.
Dejaré a la sacerdotisa a su disposición, y me encargaré del paladín.- le respondió Hême apurando la jarra.
Anda que si lo que yo tenia pensando para el sindorei era cruel, como lo coja el dh pirado no me quiero ni imaginar
Tras unos instantes pensativa, finalmente le dijo a Heme.
“El sindorei tiene familia en la alianza. Una rendorei sacerdotisa llamada Dawnargent y un viejo humano paladín llamado Argentsoul… ambos en paradero desconocido para la alianza… y para mí.”
Dió un trago a la cerveza.
Estaba agotada,ya desde el mediodía notaba que algo no iba bien,y como mujer…sabía el qué.
Sus hijos consumían más energía de ella de lo que hubiese cabido esperar.Sentía que cuanta más afinidad sentía con la luz,más se cansaba.Como si absorbiesen cada hechizo.
Comía bien,aunque si que era cierto que por alguna razón solo pedía verduras,no sólo por el asco que había desarrollado al pescado en Boralus en su estado,es que no le apetecía comer otra cosa,se dijo a si misma que tenía que obligarse a comer mejor.Dormía mejor que nunca y eso se lo debía a su amado.
Pero la preocupación la estaba minando.Había pasado por muchas cosas desde el principio del embarazo,los ataques de Eleanna y Eilyria,los cambios constantes de hogar,las pesadillas en el templo de la luz abisal…y el entrenamiento tan exhausto al que se estaba sometiendo motivada por tanta preocupación.
El hecho de que los suyos la considerasen una traidora…tampoco mejoraba su estado.
Al final…todo aquello le estaba pasando factura a nivel físico.Emocionalmente aunque preocupada…estaba feliz,estaban juntos lo cual aliviaba en parte todo aquello.Se amaban y cada momento con él era una bendición de Elune.
Pero sabía que no podía retener a sus cuñados allí eternamente,aunque sabía que habían encontrado la forma de poder ser una pareja normal,ambos tenían sus propias responsabilidades.
Sin embargo había podido pasear por Cavernas del tiempo admirando como siempre el inmenso reloj que guardaba aquellas arenas doradas que permitían que el tiempo, inmutable, no se viese alterado.Y sus pensamientos habían sido lo suficientemente distanciados para no parecer distraída en los recovecos de su mente.
Sabía que Argent empezaba a preocuparse por su estado de salud,estaba perdiendo peso en vez de ganarlo como hubiese sido lógico en su estado,tenía que encontrar la manera de volver a encontrarse bien.No era algo que pudiese curar con un hechizo,pero no quería dejar de entrenarse.
Se prometió bajar un poco el ritmo e intentar variar la dieta.
Volvían a la posada,sus cuñados se desviaron hacia su destino nocturno.Ellos cogidos de la mano conversaban acerca de la historia del vuelo de dragones bronce mientras se dirigían a la habitación.
Las primeras luces del alba comenzaba a asomar cuando Eilea, como todas las mañanas, acudía a ayudar en el campamento de refugiados. La noche había sido lluviosa y el olor de la hierba húmeda se hacía evidente con cada paso. Las tiendas acumulaban pequeñas cantidades de agua en su parte superior y los caminos forjados por el constante caminar de los refugiados estaban embarrados. El día prometía interesante para Eilea hasta que un grito cortó el aún presente silencio que reinaba en aquel lugar. Eilea salió corriendo en dirección al grito y encontró a una elfa llorando mientras su marido la abrazaba e intentaba consolarla. - Señorra Bosquensueño, ¿se encuentrra bien? - preguntó Eilea. Pronto notó la fija mirada de Beridhren Bosquensueño sobre la entrada de aquella tienda. El barro se tornaba rojizo mezclado con las sangre que salía lentamente por la puerta. Eilea abrió la puerta lo suficiente como para ver tres cadáveres en el interior. - ¿Los conoce? - volvió a preguntar. - Mi mujer los conocía desde niña - conterstó el padre de Menelwie. Un nuevo grito en la aún penumbra del amanecer sobrecogió de nuevo el campamento. Una elfa abrazada a sus rodillas sollozaba delante de otra tienda. Eilea volvió a abrir la puerta y dos cuerpos sin vida se agarraban mutuamente del cuello como si se hubieran ahogado entre ellos. La monje notó enseguida el aura de oscuridad que embargaba aquella escena, no era lo que parecía. Cuando la draenei se disponía a acudir ante el capitán de la guardia para informar de la situación nuevos gritos pidiendo ayuda comenzaron a oírse por todo el campamento.
El silencio sobrecogedor posterior a los gritos se convirtió en un murmullo de rumores cuando el resto de los elfos comenzaron a salir de las tiendas. Eilea se acercó entonces a la garita más cercana - Avisad al capitán - dijo sin querer abandonar el lugar. Pasaron solo unos minutos hasta que llegó el oficial - ¿Qué pasa? - preguntó con malos modos. - Han aparrecido 25 kaldorreis muerrtos, señorr. Esta noche alguien ha estado cassando elfos - dijo Eilea mientras miraba aquel pueblo sacudido una vez más por la desgracia.
Aún era de noche cuando Ixilya ya avistaba Suramar. Solo había pasado unos días en aquella guerra que no entendía y ya casi había olvidado la hermosura de su ciudad. Cuando decidió abandonarla buscando la aventura que le ofrecía que su pueblo ahora fuera libre de la cúpula que la enclaustraba nunca imaginó las tragedias que tendría que ver. 10 mil años encerrada sin saber nada del exterior y de repente se veía involucrada en dos guerras casi consecutivas.
La luz del alba comenzó a brotar cuando cruzó las puertas de entrada de la ciudad, su primera parada había de ser el palacio. Debía informar a Thalysra del progreso de la guerra y quería completar ese cometido antes de irse a descansar a casa y olvidar aquello aunque solo fuera por un instante. Cruzó sobre su montura toda la ciudad admirando la belleza de sus calles hasta llegar frente al palacio, bajó de su tigre de maná y dispuso sus pasos hacia el interior. Un guardia la acompañó hasta la sala en la que se encontraba la Primera Arcanista.
Thalysra se encontraba despachando con uno de sus consejeros con una clara cara de disgusto. Ixilya avanzó despacio pero sin demora mientras ella despedía al consejero. - Bienvenida de nuevo a casa - dijo aún con la cara compungida. - ¿Pasa algo, Primera Arcanista? - preguntó. - Una tragedia nos ha sacudido esta noche. 15 compatriotas han aparecido muertos; hay un asesino en nuestras calles - respondió - Pero tú no te preocupes, dime lo querías decirme y luego descansa, te lo has ganado - dijo adoptando un gesto más relajado.
Ixilya abandonaba el palacio después de informar cuando distinguió en la lejanía una sombra que se desplazaba veloz entre las calles.
Estaba a punto de amanecer cuando Eilyria se colocaba las botas, su prima Xilandra le había pedido que la acompañara a recoger hierbas para sus pociones. Decía que recogerlas al alba cuando conservaban el rocío de la noche hacía que las pociones fueran más eficaces. Eilyria no entendía nada de alquimia así que se limitó a asentir de mala gana pues nunca había disfrutado el tener que madrugar. Cuando abrió la puerta se encontró de bruces con su prima que acudía a despertarla y las dos comenzaron a reír. Cogieron un par de cestas de mimbre y se dispusieron a salir.
Ya en las calles de Lunargenta de repente el sonido de las patas de un zancudo sobre el empedrado de las calles rompía el silencio matutino de la ciudad. Un forestal sobre su montura recorría raudo la avenida principal camino de la aguja del Sol con el rostro enrarecido. De repente el animal tropezó y bestia y jinete cayeron al suelo. Ambas elfas acudieron en su ayuda de inmediato y mientras lo levantaban aquel elfo repetía en susurros “Los ha matado a todos, los ha matado a todos…” Xilandra lo cogió de los brazos - ¿A quién han matado? - le preguntó mientras lo zarandeaba. - A todo el mundo - dijo el forestal con la mirada perdida.
Veo que las historias sobre “el come elfos” eran ciertas.