Mareas de venganza.Dos visiones del conflicto

Uy, parece que he encontrado una manera de chincharte, DH psicópata :face_with_hand_over_mouth:

Pues también es verdad, pero lo mismo conociendo su dominio con las piedras se ha hecho chamán también…

Yo jamás me iría de picos pardos con un enemigo, menos con una elfa tostada…
Además, habló el que intenta ligar con humanas…

Me da igual con quien te vayas, el caso es picarte :laughing:

“intenta” dice :joy::joy::joy::joy: este no conoce mi historial :smirk:

Y no quiero conocerlo, que luego tengo yo una hija y todo el mundo pierde la cabeza…
Pero vas tú y te lías con humanas y nadie dice nada…
En fin, gajes del oficio, lo que hay que aguantar por ser DH…
/Hême se sienta en una piedra y piensa tristemente en su situación/

Like sarcastico de Calia Menethil

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Menos mal que os pedí que fueseis buenos mientras estaba de raid jajajaja

Valeera se encontraba tomando una cerveza en su taberna-escondite de dalaran. Era la misma en la que hace algún tiempo se había visto con Eleanna… y en cuya puerta la habían degollado, muriendo en sus brazos mientras su sangre le empapaba la ropa… la sangre de la kaldorei de la que ella ahora estaba…

“¡Val!” le gritó un goblin con montón de cartas en la mano. “¿Cambias alguna o no?”

“Ehhh sí, dame dos” dijo dándole un trago a la cerveza intentando disimular la distracción que había tenido.

Había vuelto a Dalaran a buscar información sobre la sindorei que la había golpeado y había capturado a Eleanna y sus centinelas… “me pillaste una vez… solo una…” Solo tenía la foto que Eleanna le había facilitado, pero nadie sabía nada de ella… o eso decían. “Que poco respeto me tienen… me he pasado mucho tiempo fuera…”

Estaban jugando a las cartas la misma Valeera, un goblin vendedor de venenos, el sindorei mago que estaba la noche en la que Eleanna murió y un enano camarero de una taberna de mala muerte de al lado.

“Y bueno Valeera que te trae por aquí de nuevo… nos tenías abandonados” dijo el sindorei.

“Bueno he venido a visitaros, echaba de menos el olor a renegado del aliento de Fizdle” dijo mirando al goblin.

“Ja, la culpa es de la mier.da de bebida que me da este enano en su bar” dijo señalando al enano.

“No me dirrás eso a la carrra en la calle, montón de mierd.a verrrde” respondió el enano mostrándole el puño.

“Chicos, chicos, dejaos las peleas para cuando os haya desplumado” dijo Valeera intentando poner calma.

“¿Tú? ¡Ja! ¿Cuándo fué la última vez que ganaste sin hacer trampa, rubita?” Le dijo el mago.

“Puede que fuera cuando echaste tu último polvo, que fué… con tu mano” respondió Valeera con mirada de odio al sindorei.

El mago hizo caso omiso y dijo “venga, mostrad las cartas”.

Fueron poniendo las manos sobre la mesa… menos Valeera que las puso boca abajo encima. Todos entendieron que no superaba ninguna mano.

“Siiii jejejeje, siempre supe que ganaros sería igual de fácil que saltar a un gnomo de pie jejeje” dijo Fizdle mientras acercaba sus verdes manos al centro de la mesa para recoger el dinero.

Con un rápido movimiento, Valeera clavó con una daga la foto que Eleanna le había dado justo en medio del dinero…

“Miradla bien… necesito su nombre” dijo fríamente.

Los tres se reclinaron sobre la mesa y la observaron.

“No me suena” dijo el enano.

“Es guapa”, dijo el mago sindorei… " A mi tampoco"

“No puedes quedarte la foto para cuando estés solo, así que ni se te ocurra” dijo Valeera señalándole.

El goblin recogió la daga, tiró de ella con esfuerzo y la sacó. La dejó cuidadosamente en la mesa, recogió la foto, la miró… y la volvió a dejar en la mesa.

“Ni idea dijo”…

Valeera vió como empezó a sudar levemente.

“Bueno, cojo mi dinerito…”

Valeera saltó sobre el goblin, que cayó al suelo de espaldas con la entrepierna de valeera en el cuello, aprisionándolo y una daga apuntando a su ojo.

“¿Seguro que no la conoces querido Fizdle?¿No será que no la has visto bien? Si quieres te saco un ojo y te ayudo a limpiarlo”.

Fizdle, que en otra ocasión habría estado encantado de tener aquella entrepierna en el morro, dijo visiblemente angustiado:

“Valeera… sabes como es el negocio… no… no puedo decir el nombre de mis clientes…”

Valeera se reclinó sobre el. Estuvo pensando durante unos instantes…

“Dime el nombre, y tu deuda de vida conmigo queda saldada”

El goblin dejó de gimotear, pensó durante un segundo y dijo incrédulo:" ¿En… En serio?"

Valeera asintió con la cabeza. El goblin dudó durante un instante… y luego le dijo:

“Me compró unos venenos el otro día, hace un par diría. Creo que su nombre era Taxi… Taxira… Tarixias!”

“¿Seguro?” dijo Valeera acercando más su cara…

EL goblin asintió. Unos segundos pasaron, entonces valeera se levantó, ayudó al goblin a levantarse, y dijo mientras enfilaba la puerta:

“Tengo trabajo… ya nos veremos”.

“Valeerrra… lleva cuidado con los encapuchados zagala”.

Valeera se paró y se giró: “Si te refieres a los encapuchados que matan elfos… ya me he cargado a un par… son fanáticos pero no controlan el arte de luchar. No estoy en peligro. En cambio tú”, dijo señalando al mago sindorei, “lo llevas crudo amigo”. Sonrió pícaramente mientras que el mago se incomodó.

“Siii zagala… perrro se están envalentonando. Hoy mismo han atacado el centrro de mando de la alianza en Borrralus, y parece serrr que erran bastantes.”

“¿Boralus? ¿El cuartel? … no… seguro que está bien…” pensó Valeera mientras se llevaba instintivamente la mano al bolsillo donde llevaba el regalo que Eleanna le había hecho.

“¿Estás bien Valeera?” Le preguntó FIzdle…

Valeera no respondió inmediatamente. Al cabo de unos segundos levantó la cabeza, afirmó y dijo antes de salir por la puerta: “Tengo trabajo. Aseguraos de que por aquí sigan sabiendo… quien manda”.

Salió de la taberna pensando… “iré a verla…”

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Las primeras luces del alba lo encontraron tendido en la cama, y completamente desnudo, como solía ser lo habitual. Se abrió paso por la ancha cama y comenzó a vestirse sin ninguna prisa. La mañana se había levantado algo fría y nublada, no era uno de sus días preferidos, pero aun así había encontrado algo de diversión. Abrió la puerta de la habitación para dejar entrar a Blackie, que ya empezaba a llamarle desde el otro lado. El afable animal se había quedado durmiendo en otra habitación. Nunca se olvidaba de él. Tras un montón de ronroneos y caricias, volvió a entrar en la habitación principal para acabar de vestirse.

– Deberías levantaros, queridos- dijo mientras se ponía el peto- Sé que ha sido una noche… agitada, pero la taberna abre en media hora.

No dijo nada más, ellos ya le conocían. No tardarían en desperezarse y ponerse manos a la obra. El sin’dorei terminó de vestirse y con un grácil movimiento salió por la ventana a las calles de Dalaran. Hubiera podido salir por la puerta como las personas normales, pero ¿qué gracia hubiera tenido?

Blackie saltó con él, ágil como buen felino. En las calles apenas había gente, aún era demasiado temprano para aquellos perezosos. Sacó un par de bollos que previamente había comprado en la taberna y mientras iba camino de los portales, fue dando cuenta de ellos. De momento, le servirían como desayuno.

Apareció en el Santuario de las Dos Lunas. Pandaria siempre parecía estar aislada del mundo, tranquila y pacífica, incluso después de todo el daño que se le había hecho. Salió al balcón principal y ahí le esperaba Muushu, el dragón nimbo dorado que había adoptado hacía largo tiempo en el Arboretum. El animal se alegró de verle y comenzó a hacer trombos en el aire. Después bajó para recibirle.

– Buen chico- El cazador le dio unas palmaditas en el lomo, después dirigió su mirada a su compañero felino- venga Blackie, nos vamos de viaje.

El animal echó las orejas para atrás, asustado. No le gustaban nada los viajes por aire.

– ¡Venga, ya lo has hecho un montón de veces, no seas cobarde!

Casi refunfuñando, el felino subió a lomos del dragón y se dejó poner todos los arneses de seguridad. Después, el sin’dorei se subió también y cogió las riendas.

– ¡Ya sabes a donde ir, Muushu!

Y con un bramido de felicidad, el dragón emprendió el vuelo.

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Capítulo 3

¡Elfos! (parte 1)

La noche era fría y humeda y el silencido del bosque de Canción Eterna solo era turbado por el arrullo del río y el ir y venir de las bestias nocturnas. Eilyria, como todas las noches desde que había regresado a Lunargenta, disfrutaba volando sobre las copas de aquellos árboles iluminados únicamente por la luz de la luna. Sentía el tacto de aquellas humedas hojas en sus manos mientras el aire frío sacudía sus alas y agitaba su pelo. Eilyria era feliz lejos de la guerra y del dolor. Y aunque sabía que eso no duraría, pues si algo tiene la guerra es que lo engulle todo y Lunargenta no sería una excepción, para ella cada instante en aquel lugar era una bendición.

De repente, en el camino que conducía a la entrada de la ciudad, se escucharon unos gritos que rompían el silencio de la noche. Eilyria se dirigió rauda hacia aquellas voces. Dos forestales de patrulla arrastraban el cuerpo de una draenei de piel blanca mientras lloraba gritando: “Tengo que hablar con Xilandra. Los asesinos de elfos están en la Costa Abrupta. Tarixias necesita su ayuda.” Aquellas palabras estremecieron a Eilyria, sabía por el tono de aquella chica que no mentía y aterrizó justo delante de aquellos forestales que por puro instinto dejaron caer a la draenei y agarraron sus armas. Eilyria se agachó y ayudó a levantarse a aquella chica ante la aún sorprendida mirada de los forestales que relajaron su actitud al comprobar que no había amenaza.

-Dime, ¿qué sabes de Tarixias? - preguntó Eilyria.
-Está en peligro, la tienen los asesinos de elfos en la Costa Abrupta - contestó sollozando Eilea.

Eilyria levantó a la draenei y cogiéndola del brazo la encaminó hacia la ciudad. Las protestas que emanaron de las bocas de los forestales fueron acalladas rápidamente por un fulgor creciente en los ojos llenos de fuego vil de Eilyria. Los guardias de la entrada le dieron el alto pero a pesar de que la illidari no frenó su paso la dejaron pasar; habían aprendido como tantos otros a no contrariar a Eilyria. La noche estaba muy avanzada por lo que las calles de la ciudad estaban desiertas y el paso de aquella extraña pareja pasó desapercibida hasta que llegaron a la casa de Xilandra que esperaba a su prima con la cena preparada. La sorpresa de la bruja fue mayúscula al descubrir a la improvisada invitada que le llevaba su prima y su enfado estuvo a la altura.

Tras los primeros reproches de la bruja y las explicaciones de la cazadora de demonios la calma volvió. Xilandra observó a la magullada draenei que se tambaleaba de puro cansancio y la invitó a sentarse a la mesa. Le dio agua y le sirvió algo de comida, la draenei solo bebió el agua. Con las tres ya sentadas a la mesa, las elfas escucharon el relato de Eilea mientras sus caras iban pasando de la extrañeza inicial a la preocupación profunda.
-Tenemos que ir a buscarla ahora mismo - dijo Eilyria visiblemente alterada.
-No, no podemos actuar a la ligera - intentó calmarla su prima - Primero tenemos que evaluar la situ…
-Pero podrían matarla - interrumpió la illidari.
-Tarixias es una soldado, ella conoce los riesgos y arriesgado su vida para hacernos llegar esta información. No deshonre ese sacrificio con un acto imprudente que podría traer más muertes - le recriminó Xilandra.
-Debéis hablar con vuestro líder y pedir que mande tropas allí lo antes posible - recomendó Eilea.
-No, tras la guerra contra la Legión y esta guerra contra la Alianza las fuerzas de Lunargenta están mermadas. No puedo pedir al Señor Regente que sacrifique la protección de este reino por este asunto. Lo haremos nosotras - concluyó la bruja.
-¿Nosotras tres? - se sorprendía la monje.
-Necesitaremos ayuda - dijo Xilandra mientras miraba a Eilyria. Eilyria sabía lo que su prima quería decir, no le gustaba la idea pero sabía que tenía razón.

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Eleanna observó como las centinelas se llevaban de nuevo a Menelwie. Con un gesto de la mano, agradeció al elemental la ayuda y lo devolvió a su plano. Cogió una de las sillas que estaban tiradas, la enderezó y se sentó. Entonces se dirigió a Shandris, quien estaba ejercitando su brazo recién sanado por Menelwie.

“Siento pena por la sacerdotisa…” Le dijo la maga a Shandris, quién levantó la vista captando toda su atención. “Sé que es una buena kaldorei, quizás mejor de lo que yo sea nunca…” dijo bajando la mirada con tristeza. “Sigo convencida que simplemente se dejó engatusar por el sibilino y torticero sindorei… aunque ella no lo crea y me odie… se me parte el corazón de verla así. A veces en momentos de rabia le echo la culpa de muchas cosas… pero sé que no es cierto…”

Shandris se levantó, le puso el brazo restaurado en el hombro y le dijo mirándla y con un tono sereno:

“Tú solo cumplías mis órdenes Eleanna… si la sacerdotisa tiene que odiar a alguien debe ser a mí. Coincido contigo, es buena… tan buena que ha podido verse corrompida por los jueguecitos del sindorei… En cualquier caso, la suma sacerdotisa sabrá que hacer con ella. Confío en el juicio de… mi madre”.

Eleanna le sonrió ante aquellas palabras. Entonces le dijo a Shandris:

“Shandris… voy a retomar mi investigación sobre que me pasa… esta mañana, estando en la celda con Menelwie… me volvió a hablar. Los ataques son cada vez más fuertes y dolorosos… mi cuerpo cada vez responde peor…no… no sé que me está haciendo. Necesito llegar a la fuente de esto. Lamento marcharme ahora que han aparecido estos… encapuchados…”

Shandris asintió y le dijo:

“Considérate libre de cualquier obligación con el ejército de momento Eleanna. Llega al fondo de esta cuestión y… resuélvelo, sé que lo harás. Confío en ti… igual que tu hermana confiaba en tí.”

Shandris abrazó a Eleanna. Eleanna le devolvió el gesto sincero… se levantó y enfiló la salida del destrozado despacho evitando los cuerpos sin vida de los encapuchados.

Antes de salir se giró hacia la general y le dijo:

“Volveré para ayudaros con estos… encapuchados. Por favor… cuida de Noah y Einir en mi ausencia…”

“Estarán esperándote tanto como yo… y no temas por estos… llegaremos al fondo de estos… ataques”.

Eleanna sonrió y salió del despacho…

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La guardiana de la gramática de nuevo en acción.
Al pronombre “mí” , a pesar de ser un monosílabo, se lo pone tilde para no confundirlo con el determinante posesivo “mi”.
Al pronombre “ti” no se le pone tilde porque los monosílabos no se acentúan y no existe ninguna otra partícula gramátical con la que pueda ser confundido.

Cuando estuvo segura de que la centinela ya se había ido y cerrado la puerta miró al catre.Ciertamente aquello no era una celda normal,más espaciosa,más iluminada y la cama al menos tenía una pinta decente.Le habían dejado sábanas y mantas limpias y se dispuso a hacerla.
Cuando terminó,se arrodilló y rezó a Elune.Sintió la candidez de la diosa y hasta el hambre desapareció.Recordó que de pequeña había hecho algo parecido.Negarse a comer.Había escuchado que los sátiros de Xabius habían capturado a la Suma Sacerdotisa y la habían encerrado en una celda en el palacio de la Reina Azshara durante la guerra de los Ancestros.Tyrande había aguantado varios días sin comer gracias a sus oraciones a Elune.Había sido Darth Remar quien había insistido y conseguido que la Suma Sacerdotisa probase alimento alguno,después la habían ayudado a escapar.Ciertamente Menel siempre había pensado que la habían liberado para tener una baza con la que conseguir que el resto de los elfos los perdonasen.Siempre había culpado a los altonato de los males de su pueblo.Pero habían pasado diez mil años,los sindoreis habían sufrido lo suyo también. Eleanna era una altonato y aunque por momentos se perdía llevada por su ansia de perdón,era buena persona,igual que Argent.Le resultó irónico,tenían más en común de lo que ambos estaban dispuestos a confesar,sobre todo su inclinación a los hechizos arcanos,pensó mirando su anillo y recordando el broche por el cual la maga la tenía localizada.
No dormía,no era capaz. De madrugada sintió como el viento se arremolinaba a su alrededor,se sentó en la cama y vio un pequeño elemental que portaba su mochila.
Se rió en bajito,Argent…-pensó sonriendo-gracias amor.
No sabía si el elemental la entendería pero le pidió que le dijese al paladín que estaba bien y que lo amaba mucho.La mascota salió entre los barrotes de la ventana,y Menel se preguntó como había sorteado a los guardias.
-Magia arcana-supuso.
Abrió la mochila,allí estaban todas sus cosas,incluidas las dos piedras de hogar,la de la ciudadela la tenía en el banco,nunca había sido muy amiga de las lineas temporales,alterar el pasado podía tener consecuencias desastrosas.
Estuvo tentada por un momento de usar la piedra violeta pero desechó la idea.
Necesitaba escuchar el juicio de Tyrande.Solo así estaría en paz consigo misma.

Escondió la mochila bajo la cama,echando sobre la misma una de las pociones de invisibilidad que llevaba dentro de la misma.Las piedras de hogar las roció con la fórmula pero las dejó sobre el alfeizar de la ventana.
Aceptaría cualquier castigo que la Suma Sacerdotisa le impusiera,excepto sacrificar la vida de sus hijos,y estaba segura de que en todo caso,si Tyrande levantaba una mano contra ella y sus bebés el hechizo del anillo la sacaría de allí.
Le extrañó que no hubiese funcionado cuando Eleanna la capturó en Cavernas del Tiempo,la única respuesta es que la kaldorei nunca atentó realmente contra su vida o la de sus hijos.La breve conversación que habían tenido en la mazmorra antes del ataque del culto se lo había dejado claro.
El alba la sorprendió enredada en pensamientos y recuerdos.Otra centinela le trajo el desayuno y la despachó como a la del día anterior.
Se arrodilló a los pies de la cama y rezó a su diosa esperando que le diese fuerzas para continuar.

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Hême apareció de nuevo en Dazar’alor. Justo cuando se dirigía hacia el portal a Orgrimmar, una melodiosa voz lo llamó.
-Hême!
El Illidari se giró y vio a una nocheterna ataviada con un ceñido traje de cuero y dos dagas en la cintura. Su pelo era blanco y liso, y sus ojos refulgían decididos.
-Oh! Elanya, ¿qué te trae por aquí?- le dijo Hême sorprendido.
-Pues… Venía a ver a mi marido, ¿sabes dónde está?
Hême reflexionó un momento, y al final la instó a acompañarle.
-Agárrate a mí, vamos- dijo al tiempo que sacaba una piedra violácea de su bolsa.
La shal’dorei se aferró a él y ambos desaparecieron en un destello.
En menos de un suspiro estaban en la ciudad de los magos.
Se dirigieron hacia el Alto de Krasus y una vez allí Hême invocó a su murciélago.
-Monta, rápido- le dijo el Illidari. La shal’dorei montó con la agilidad propia de un pícaro.
Hême espoleó a su murciélago y volaron hasta Suramar, a la entrada del templo que los faldorei habitaban. No había ninguno, producto de la masacre que había hecho recientemente.
Llegaron al pozo y Hême se acercó a un montón de ceniza.
Se dio la vuelta y le dijo a su acompañante:
-Aquí está Menaleth. Murió por un ataque masivo provocado por un sucio traidor.No te preocupes por esa rata, yo me encargo.
La shal’dorei se abrazó los hombros y cayó al suelo temblando y sollozando.
-No! Por qué? Por qué a él? No!- dijo angustiada.
Al cabo de un rato se calmó y volvió la vista hacia Hême.
-Las cenizas tienen restos viles… ¡Tú lo quemaste!¡Monstruo!¡Profanaste su cadáver!-le gritó ciega de ira-¡Muere!
Se lanzó hacia él con las dagas en alto, pero Hême suspiró y con un rápido movimiento clavó su guja en el pecho de la nocheterna.
Ella escupió sangre y gritó, mirándolo con odio
-Menaleth… nunca… te habría…perdonado…
-Menaleth está muerto- dijo Hême con frialdad- Al igual que tú- dijo al tiempo que cercenaba su cabeza con la otra guja.
Recogió el cadáver y lo colocó en la pira funeraria de Menaleth.
Concentró una esfera de energía vil y la lanzó. El cuerpo de Elanya fue calcinado al instante. Sus cenizas se mezclaron con las de su esposo.
Mientras se alejaba, y las llamas terminaban de apagarse, dijo:
-Descansa, Elanya. Junto a tu esposo.
Hême salió del templo y volvió a girar su piedra, algo molesto por la pérdida de tiempo.
Volvió a aparecer en Dazar’alor, y está vez sí atravesó el portal a Orgrimmar.

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De verdad tenias que matarla? joe XD

Pero bueno, encima que lo hago emotivo quemándola sobre el cadaver de su marido para que descansen juntos?
La próxima vez me como su cuerpo…

Deberías reducir la cantidad de carne en tu dieta, te vuelve irascible.

Hmmm…
Puede que tengas razón, pero es que después de comerme aquel señor del foso cualquier cosa es agradable.
Veo un humano, y no puedo resistirme.
Eso sí, los gnomos solo me gustan a la parrilla, crudos no te los recomiendo…

Has pensado en quitarte el parche? Lo mismo es lo que te vuelve psicopata y si te lo quitas que hace más bueno que el mismo Anduin :thinking:

Un vez pasé una temporada sin el parche, fueron los días más oscuros de mi larga vida.
Así que mejor no. De hecho, creo que es el parche lo que me hace menos psicopata…

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