Hême observó la conversación que mantenían entre sí los dos elfos. Así que incluso Tyrande la había expulsado de su sociedad… era ciertamente interesante. Además, otro dato llamó su atención: no estaban solos en esto. Por un lado era bueno, ya que había más aliados, pero por otro lado era malo, ya que no sabía cómo se tomaría su equipo esto. Además, tampoco sabía cuál sería la reacción de los amigos de la pareja al enterarse del acuerdo al que habían llegado.
-Bueno. Propongo que empecemos en Nazmir. Cerca de la charca de Krag’wa hay un campamento naga, bastante aislado.-propuso el cazador de demonios- En cuanto al tiempo, pienso que cuanto antes mejor. Mañana al anochecer nos veremos en esta misma taberna para partir hacia el pantano y cazar. Después nos trasladaremos a una de las casas de tortura que mi hermano usa y comenzaremos.-añadió.
-¿Os parece bien?-preguntó Hême para finalizar.
Yo no me fío de Hannibal, mucho cuidadito
Eh, que hace tiempo que no me como a nadie.
Peor aún, seguro que estás hambriento
Bueno, a los nagas que matemos después de la tortura o que mueran durante la misma me los comeré, que como tú dices tengo hambre.
Naga muerto, abono pal huerto. En este caso, para el estómago.
Eso no está mal xD lo mismo saben a salmón
O quizá a anguila. Lo que sí quiero es comerme un bruto naga, de esos grandes. Lo que pasa es que a ese me lo tendré que comer en el momento, ya que no creo que se les pueda sacar información, los pobres no son muy inteligentes.
-Perfecto-dijo Argent-mañana al anochecer aquí.
No especificó si irían ambos pues era un tema que deberían tratar en intimidad.Sabía que Menel se pondría testaruda pero era hora de que se tomase un descanso.Casi estaba en la mitad de su embarazo y no se había tomado ni un día libre,había estado huyendo de él y del resto del mundo durante semanas,habían intentado asesinarla en más de una ocasión,había estado en el Exodar,en Jandvik,la habían expulsado de la orden de sacerdotisas de Elune,y aún así había ido casi cada día desde entonces a Costa Oscura a jugarse la vida y la de sus hijos para ayudar a un pueblo que la repudiaba.Y nisiquiera había consultado a un médico o a un druida,aquello tenía que acabar.
Se despidieron del cazador de demonios con un apretón de manos ambos,eso era un acto de confianza y colaboración y ya entrada la noche partieron hacia Cuna.
Menel había vuelto desde el Exodar y Argent lo haría desde Orgrimmar. La sacerdotisa llegó primero y se puso a preparar algo ligero de cenar.Fruncía el ceño,sabía que probablemente iban a tener su primera discusión. Entendía la postura de Argent pero descansar en ese momento no era posible.No podía quedarse de brazos cruzados mientras él se jugaba la vida y el futuro de Azeroth estaba en juego.
No era la primera vez que hablaban del tema pero hasta ese momento siempre había conseguido salirse con la suya.Sin embargo la cara de determinación de su paladín en la taberna le dejó claro que esta vez no sería tan comprensivo y sabía que en el fondo tenía razón,pero el peligro se cernía sobre sus cabezas.
Argent entró por la puerta con la misma cara que tenía en la taberna.Ambos se miraron con el ceño fruncido.
La sacerdotisa y el paladín se levantaron tras confirmar que estaban de acuerdo, y para señalizar su alianza se despidieron con un apretón de manos.
En cuanto se hubieron ido de la taberna, Hême se levantó y se acercó a la barra.
-Vaya, un asesino de la Horda cooperando con una elfa de la noche.-dijo el tabernero.
El Illidari sacó con una velocidad pasmosa una daga vil de su cinturón y la clavó en la barra firmemente a milímetros de la mano del camarero. Este, con tez pálida, se apresuró a cobrar. Cuando iba a entrar en la trastienda, el cazador de demonios lo detuvo agarrándolo del brazo.
-Eso no es asunto tuyo, escoria. Cuida tus palabras o la próxima vez la daga irá a tu frente.-amenazó Hême.
Asintiendo con nerviosismo, el camarero se separó y corrió a la trastienda. El Illidari salió por la puerta y desplegó sus alas para acto seguido alzar el vuelo.
La cazadora de demonios volvía a estar en aquel cuarto que fue su hogar antaño preparando una vez más sus gujas para la batalla. Había pasado solo unas semanas que había abandonado aquel camino sangriento tras recuperar su familia, su lugar en el mundo. Y ahora su familia volvía estar a punto de desaparecer y la única forma que tenía de proteger lo poco que quedaba de ella era alejarse de ella y volver a bañarse en sangre.
Hême salió de la taberna y alzó el vuelo, dirigiéndose hacia la Costa Abrupta de nuevo. Tras varios minutos de vuelo, el Illidari llegó a su destino: Acherus. Otra vez estaba allí. Al observar la gigantesca necrópolis flotante, percibió movimiento en la parte superior, así que tomó impulso hacia arriba para ver mejor. Lo que vio lo dejó asombrado.
Su hermano Kranem estaba montado sobre un enorme dragón no-muerto imbuido en magia de Escarcha. El cazador de demonios descendió en picado para hablar con su hermano. Este, al verlo, suspiró exasperado y bajó de su montura.
-¡Kranem!-saludó Hême acercándose.
-¿Qué diablos haces aquí de nuevo?-preguntó el caballero de la muerte.-Te dije que no volvieras aquí. Este es un lugar para los Malditos, no para los vivos.
-Está bien, hermano. No volveré. Pero debo darte algo antes de irme-dijo Hême.
-Pues rápido. Hueles a vivo, y eso no me gusta.-dijo Kranem.
-Quizá sea porque estoy vivo. En fin, toma esto.-suspiró Hême dándole un comunicador idéntico al que le había dado a Argentsword.-Te llamaré pronto. Esta noche me reuniré con nuestros nuevos aliados para cazar nagas, que posteriormente serán torturados por ti para sacarles información.-añadió el Illidari.
-Bien.Estaré en la casa de tortura en cuanto me llames.-dijo Kranem.
Hême asintió con la cabeza y agitó la mano a modo de despedida mientras salía de allí alzando el vuelo en dirección a la ciudad de los magos.
Sin embargo, decidió detenerse en el portal a Mardum. Al fin y al cabo, aún quedaban varias horas para la reunión. Cruzó el portal y apareció en la nave de la Legión. Tras saludar a sus compañeros, saltó por el mirador y planeó hasta el suelo. Se lanzó a por un grupo de diablillos que deambulaba cerca y de un giro de muñeca los decapitó a todos, saltando acto seguido hacia la madre de diablillos que los controlaba.
Saltó un par de veces sobre el enorme demonio, y a la tercera movió sus gujas y desgarró el estómago del gigantesco ser, que se retorció un par de veces antes de quedar inerte mientras la sangre manaba a borbotones. Mató a un par de manáfagos y a un infernal, hasta que decidió pararse a observar el paisaje. Para esto, se subió a una roca y se sentó a observar las rocas flotantes.
Pero de pronto sintió un agudo pinchazo en la espalda y bajó la mirada para ver como un colmillo retorcido de demonio sobresalía de su pecho, mientras su sangre vil corría por su torso. Al instante sintió otro, pero algo más abajo. Otro colmillo.
Había bajado demasiado la guardia. Se había relajado. Tras unos instantes, el par de colmillos salieron bruscamente de su cuerpo, haciéndolo trastabillar hacia delante.
El cazador de demonios, aturdido, miró hacia atrás tratando de identificar a su atacante. Lo que vio casi lo hizo caer hacia atrás. Allí había una pequeña elfa, con el pelo plateado y dos colmillos curvados que salían de sus sienes. Su cuerpo estaba sembrado de quemaduras y una de sus cuencas oculares estaba cruzada por una brecha que recorría la mitad de su rostro. De su espalda brotaban dos alas amarillentas, y sus manos estaban cubiertas de escamas. Vestía unos harapos y se movía con dificultad, pero aferraba firmemente los colmillos en sus manos.
-¿Desaly?-preguntó Hême. Era imposible.
-Hola, padre. Cuánto tiempo.-dijo la elfa con voz queda.
-¿Cómo es posible? Deberías estar muerta.-preguntó el Illidari.
-Debería. Pero olvidas que soy hija de dos poderosos semidemonios.-dijo Desaly- Cosas inesperadas pueden pasar.-añadió alejándose lentamente.
-Espera…-comenzó Hême, intentando retener a la pequeña elfa.
Sin embargo, su hija alzó el vuelo y se perdió en el Abismo Devastado. Sus heridas ya estaban curadas, como era de esperar gracias a la capacidad de regeneración de la que gozaban los cazadores de demonios.
Tras recuperarse de la conmoción, Hême sacó su piedra violácea y la giró varias veces. En el Vacío Abisal el tiempo pasaba mucho más rápido, por lo que debía estar a punto de anochecer. Apareció con un destello en Dalaran y se dirigió raudo a la taberna. Se sentó en la misma mesa en la que se habían reunido por primera vez y pidió tres cervezas mientras esperaba.
Menel suspiró mirando a Argent,sabía que esta vez él no iba a ceder en sus peticiones y tenía razón,pero estaban tan cerca…
-Como siempre,harás lo que desees-dijo él con cierta tristeza en los ojos.
La sacerdotisa sabía que nunca le prohibiría nada,que siempre respetaría esa independencia de la que llevaba haciendo gala diez mil largos años.
Le hubiera gustado poder agradarlo,aunque sólo fuese una vez,pero la situación…
-Azeroth sobrevivirá un par de días sin ti amor,y sabes que ella ansía a nuestros bebés,casi te pierdo en jandvik-dijo él como alegato final viendo que ella se quedaba callada y pensativa.
En si matar a unos cuantos nagas no tenía mucho peligro,en Jandvik habían hecho frente a un ejército de ellos junto a los vrykul.Si bien era cierto que con el encantamiento de su anillo estaba a salvo no se trataba de eso,Argent tenía razón,Azshara y Nzoth querían a sus hijos,la querían a ella.Se trataba de ser para variar un poco más egoísta y precavida y pensar en ella,en él y en sus hijos.
-Esta vez no te acompañaré-dijo ella al fin-pero no prometo reposar mucho más,la amenaza que se cierne sobre Azeroth…
-Lo sé,y sé que para ti no es fácil,gracias-contestó Argent con una dulce sonrisa.
Ella se acercó cruzando la distancia que los separaba y se abrazó a él con fuerza.
-Odio que nos enfademos-musitó junto a su oído.
Cenaron tranquilos y se retiraron a descansar.
Madrugaron y dedicaron el día a cosas simples como pasear a lomos de sus monturas por Cuna,hacer un par de compras o empezar a preparar la habitación para sus hijos.
Cuando el día caía se despidieron con un dulce beso.
-Ten cuidado por favor-rogó Menel-mientras le acariciaba la cara.
-Lo tendré amor,prometido.
El paladín sacó de su mochila la piedra violeta y susurrando un pequeño encantamiento un halo verde empezó a tomar forma entre sus manos y desapareció ante su vista.
Menel cogió un libro y se sentó a leer,no iba a ser una noche fácil.Quedarse en casa esperando no era su estilo,pero debía descansar,al menos por una vez.
Argent llegó a Dalarán tras dejar a su sacerdotisa está vez si,en su casa. No era fácil para ella,permanecer de brazos cruzados dejando que el mundo pasase por su lado sin intervenir…
Con esa testarudez,de la que siempre había hecho gala,trató una vez más de participar,sólo,o quizás no; la tristeza que vio ella reflejada en los ojos del paladín,habían hecho mella,y a regañadientes,había decidido aceptar,y quedarse en casa.
El sabía que no sería así siempre,aunque insistiera en ello. No quería a su lado,una frágil figurilla de cristal. Pero,aparte de su propia vida,para el más preciosa incluso que la suya,llevaba en su seno,el fruto del amor de ambos,con el cual,tal vez pudiesen cambiar algunas cosas,en el mundo que les rodeaba…
Suspiro mientras abría la puerta del salón,y veía a Hême,sentado en una silla frente a tres jarras de cerveza…
Pensó que a su regreso,ella estaría esperando para conocer lo acontecido,y el se lo iba a contar,con muchísima dulzura…
Hême estaba apurando la primera cerveza cuando vio que la puerta del salón se abría lentamente. El paladín apareció allí, suspirando, y para su sorpresa no iba acompañado. Argentsword se acercó a la mesa y se sentó.
-Buenas noches, paladín.-saludó el Illidari ofreciéndole una de las cervezas con un gesto.-¿No viene tu mujer?
Durante el día Menel sabiendo que no iría y sin terminar de fiarse de Hême había consultado con Argent una cosa,esperaba que esos correos hubiesen llegado a tiempo.
Argent se presentaría solo en Dalaran pero no iría solo.O eso esperaba ella al menos. Por lo que Hême había dicho su equipo estaba formado por cuatro personas,el de ellos por algunas más.
Y algunos de ellos velarían por el paladín a corta distancia. Sangresol había querido matarlo una vez y esto podía ser una trampa para aislarlos.
Sólo intervendrían si veían que el cazador de demonios pretendía traicionar a Argent.
No querían perder tampoco a un poderoso aliado y a su equipo pero hubiera sido estúpido fiarse de él y de los suyos tras los dos ataques a su hogar.
Xhakraes,Ahzura,Soul y Winter habían sido los escogidos para tal misión.
A ver si Argent me contesta cuando tenga tiempo, que si no nos quedamos estancados XD
Buenas noches cazador. Mi esposa, no viene. En este momento,hemos decidido que la seguridad de los gemelos es más importante. Supongo que un grupo de nagas,no deberían de representar un problema,sin embargo,mi sacerdotisa usaría las sombras para atacar,y no nos parece adecuado.
Os acompañaré,pero no soy amigo de las torturas. No se como puede ser de"salvaje" un interrogatorio,llevado a cabo por un caballero de la muerte,pero tengo una ligera idea,y será cualquier cosa menos agradable…
Así,que cuando gusteis, estoy preparado…
Hême escuchó atentamente la respuesta de Argent.
-Está bien. No vas mal encaminado, no es precisamente agradable ver una tortura realizada por un caballero de la muerte, pero si gustas puedes esperar fuera.-dijo Hême.- Pues para qué perder más tiempo. Vamos allá.
El cazador de demonios se levantó de la silla y dejó unas monedas sobre la mesa. Le hizo una señal al paladín, que lo siguió hasta el portal a Orgrimmar.
Lo cruzaron y después cruzaron el portal a Dazar’alor.
-¿Quieres que te lleve volando?¿O prefieres ir en tu propia montura?-preguntó Hême.
Dime donde es,y volare con mi fenix,no me gusta compartir un espacio tan personal,salvo con mi amada…
-Está bien.-dijo el cazador de demonios.-Sígueme.
Hême adoptó su forma de demonio y desplegó sus alas coriáceas para alzar el vuelo. De vez en cuando miraba hacia atrás para comprobar que el fénix de Argent lo seguía, y continuaba volando. Tras unos minutos llegaron a su destino. Hême le hizo señas al paladín y ambos se escondieron en una roca situada cerca de la charca de Krag’wa. Había otro asentamiento mucho más grande en Nazwatha, pero era mejor empezar por lo pequeño.
-Muy bien. Yo me encargo de los de la derecha y tú de los de la izquierda. Intenta capturar con vida al mayor número posible, pero si mueren guarda los cuerpos. Kranem puede torturar sus almas.-indicó el Illidari.
-¿Te parece bien?-preguntó.