La luna llena se alzaba en el firmamento, brillante como siempre. Gromdak volvía al campamento de su clan, renqueante tras la dura batalla que acababa de tener lugar a tan sólo unas millas del emplazamiento.
Un pelotón de tropas de la Alianza había intentado arrasar el campamento, pero Komar, uno de los mejores cazadores del clan, había dado la voz de alarma.
De esta manera, Gromdak y varios de los jinetes de lobos más eficientes del Clan Sangrefilo habían conseguido rechazar el ataque.
Sin embargo, no habían salido ilesos. Tres de los siete orcos que habían participado en la batalla habían perecido, y los cuatro restantes estaban heridos.
Gromdak, líder del clan, tenía un corte profundo en el bíceps y un golpe en la clavícula que no pintaba bien. Drokar estaba aún peor, había perdido un ojo y un hilillo de sangre corría por su rostro. Trekan era el que se encontraba en mejor estado, ya que sólo tenía algunos golpes y un corte poco profundo en la pierna. Pero el que estaba peor era sin duda Gorek, un anciano chamán que había servido al clan durante años.
El anciano tenía un corte muy profundo en el pecho y respiraba de manera superficial.
Además, su herida tenía un color enfermizo, verduzco. El arma de aquel enano estaba envenenada.
Al llegar a las puertas del campamento, los dos guardias que allí estaban apostados se movieron al unísono para abrir las gigantescas puertas que cerraban el emplazamiento. El grupo entró, seguido por un carro que llevaba los cadavéres de los guardias que habían perecido. Un pequeño orco salió de una de las cabañas, corriendo hacia el líder del clan.
-¡Señor Gromdak!- gritó el pequeño con alegría.-¿Dónde está mi padre?
Gromdak reconoció al niño al instante: era Turga, el hijo de Tromder.
El cabecilla orco, pese a ser un mag’har, había fundado el clan poco después de llegar a Azeroth. Todos lo habían reconocido como líder por sus hazañas en las batallas contra los draenei y ogros de su mundo natal. Se había ganado el apellido “Desgarrainferno” por una razón: su ferocidad y brutalidad en el combate.
En el transcurso del tiempo que había pasado como líder del Clan Sangrefilo, y desde que era guerrero en general, había visto morir a muchos orcos.
-Tu padre ha caído en la batalla. Ha muerto con honor.- le dijo el líder del clan al pequeño orco.- Ahora está con los ancestros.
-¿Qué?¿Por qué? No…- comenzó el niño, pero no pudo proseguir al aflorar las lágrimas en sus ojos y brotar un sollozo de su garganta.
Sin embargo, Gromdak alzó el puño y golpeó al niño en la mandíbula, provocando que saliera despedido unos metros hacia atrás. Se acercó al infante y lo agarró de un brazo, acercando su cara a la del niño.
-Un verdadero guerrero no llora por la muerte de un camarada. Lo honra combatiendo honorablemente en la batalla.- le dijo con un tono duro.
-Sí, señor… No volverá a repetirse.-dijo el niño entrecortadamente.
Mientras el niño volvía a su cabaña, Gromdak les dio indicaciones a los chamanes para que se llevaran los restos mortales de los caídos y les aplicaran los ritos adecuados para su reunión con los ancestros. También les dijo a sus acompañantes que volvieran a sus casas a recuperarse, pero en el instante en el que Gorek avanzó un paso, cayó al suelo. Había muerto por sus heridas y por el agotamiento que le había producido el viaje. Los chamanes también se lo llevaron mientras los demás se dirigían a sus casas.
Gromdak se sentó en unas pieles y comenzó a vendarse las heridas con ayuda de una chamán que andaba cerca. Al acabar, se levantó y subió a la torre de vigilancia.
Sacó un sobre de su bolsa y lo ató en la pata de una de las águilas que allí descansaban. Acto seguido susurró algo y el águila alzó el vuelo.
Mientras bajaba, un guardia dio la voz de alarma. Un renegado se acercaba.
Gromdak hizo una señal y las puertas del campamento se abrieron.
El Renegado se acercó y le dijo con su característica voz reverberante:
-La próxima batalla se acerca, Gromdak Desgarrainferno. La Dama Oscura desea saber cuál es el lado que escogerá el Clan Sangrefilo.
-Iremos con nuestra Jefa de Guerra hasta el final.- dijo Gromdak- Ahora puedes retirarte. Sabe de sobra que nunca la traicionaría.
Mientras el renegado se alejaba sobre su corcel esquelético, Gromdak llamó a su lobo y montó en él. Llamó a varios guerreros y emprendieron la marcha.
Mientras envíaba la misiva, había avistado un campamento de kaldorei armados cerca de Orgrimmar. No supondrían un gran desafío, pero sí una baja en las filas del enemigo.
Al llegar, el caudillo orco levantó su hacha y la descargó sobre el druida más cercano.
-¡Lok’tar ogar!- gritó mientras los orcos masacraban elfos.
Y, levantando su hacha ensangrentada sobre la cabeza como símbolo de su clan, se adentró en el combate.
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Espero que os guste, es mi primer relato orco.
Soy Gromdak por si no ha quedado claro.
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¡Muy chulo, a seguir así!
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¿Te ha gustado?
Muchas gracias, es una gran inspiración que te haya gustado, me gustan mucho tus relatos.
La verdad es que nunca había roleado con mi orco, y eso que es mi main. Me encanta la raza y su cultura, y me han dado ganas de escribir algo. Lo iré poniendo por aquí para que conozcáis al Clan Sangrefilo!
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