Jajaja.
De veras me sacas a rastakan ahora?
Enserio?
Jajaja.
De veras me sacas a rastakan ahora?
Enserio?
claro no habéis dicho ni uno ni uno y en especial tú morda que me pusisteis el mote en referente a este tema.
Pero bueno como eres un cobarde y nonasumes lo que dices pues nada es lo que hay
Me puedes quotear que he dicho yo de rastakan?
está en el apartado de historia te doy la pista de que fue hace 2años
A ver, yo te lo explico… están intepretando lo que decimos a su antojo, su película ya está formada, de ahí no se van a bajar.
Como el peliculón digno de Spielberg que se han montado con que “veis, Alleroa dice que está enamorada”, lo cual no vale ni de argumento para las críticas al relato que yo estaba dando.
Es frustrante discutir con alguien que solo se va a hacer la idea que él quiera
Borin lo mejor va a ser dejar el tema. No se puede hablar con esta persona.
Y te da like la otra?
Jajajajaja
Anda, pon el quote…
Insisto. Estoy abierto a hablar si hay argumentos y tal.
Va listo si cree que tengo intenciones de mantener una conversación con él
—Vivimos muchas y grandes aventuras —continuó Turalyon con una risita áspera.
—¿Dónde crees que estará ahora? —escuchó que preguntaba Arator.
La pregunta la hizo sentir incómoda. Quizá fuera razonable quedarse junto a la
ventana abierta mientras hablaban de elekks, pero Alleria no iba a espiar una
conversación sobre ella. No solo porque podía delatarse ahogando una reacción o
suspirando, sino porque también podía escuchar algo que no quería.
—Sabes que la quiero muchísimo, pero tu madre… No podemos contenerla.
Alleria se quedó helada de nuevo, y una sonrisa le tiró de la comisura de los labios.
—Sé que la echas de menos.
—Claro que sí, pero…
Y, de la misma forma, la sonrisa se desvaneció. Tanto Turalyon como ella se habían
tomado un tiempo separados para centrarse en sus respectivas labores: ella en sus
misiones y Turalyon en las reuniones del consejo.
—Cree que es un peligro para nosotros —dijo Arator con tristeza—. Y tú también lo
crees.
«¿Ves? Te temen.
Y hacen bien en temerte.
Mátalos».
La mano de Alleria se acercó a la puerta. Sabía que no debía seguir espiando, pero,
aunque no se imaginaba una vida sin Turalyon, era consciente de que él encontraba
extraña su naturaleza del Vacío. A pesar de que nunca lo hubiera admitido y
probablemente nunca lo haría. Ahora quería oírselo decir con claridad. Ella también la
encontraba extraña, pero los separaba como un abismo infranqueable incluso para ellos,
por mucho que hubiera agradecido la oportunidad de sincerarse sobre el caos que vivía
en su interior.
—Eso no la traerá de vuelta a casa —sentenció Turalyon—. ¿Y te he dicho alguna vez
que los elekks que solo comen orquídeas producen…?
—Queso taladoriano. Puedes seguir yéndote por las ramas cuanto quieras, pero me
gustaría saber la verdad.
Se hizo una pausa tensa.
—Bueno, supongo que tienes preocupaciones más apremiantes que el queso.
—Ya no soy un niño, padre. No puedes cambiarme de tema. Por favor, te lo suplico:
háblame de mi madre. Apenas la mencionas.
Otro suspiro.
«Detestas a Turalyon. Es débil.
Acaba con él. Solo te traerá dolor. Nunca te entenderá.
Tu auténtico poder te espera más allá de él».
—Tu madre es el amor de mi vida y es… una criatura complicada.
Alleria no pudo seguir soportándolo. Agarró el azófar caldeado por el verano de la
aldaba y levantó la mirada hacia el cielo mientras llamaba tres veces. El sol era de oro,
pero se acercaba rápidamente al horizonte. Pronto, el azul se teñiría de violeta y rosa, y
las estrellas empezarían a parpadear. No contaba con el tiempo que necesitaba, así que
debía aprovechar el que tenía.
—¿Estás esperando a alguien, hijo? —oyó que preguntaba Turalyon—. ¿Será una de
las gemelas Brisaflor que viene a dejarte un tarro de miel de estelaria?
13
—Padre, por favor. No estoy esperando a nadie y nadie debería estar esperándome a
mí. Solo pienso en mis compañeros de la Mano de Hierro, no en flirteos sin importancia.
Su voz sonaba como si las ropas le apretasen demasiado de repente y le estuvieran
asfixiando. Cuando Arator abrió la puerta, tenía las mejillas sonrosadas y, a todas luces,
estaba teniendo que hacer un gran esfuerzo por permanecer serio.
Al verla, fracasó.
Se quedó con la boca abierta y sus ojos dorados emitieron un destello de esperanza.
Cuando era bebé los tenía verdes, como ella, pero en algún punto de su larguísima
separación le habían cambiado de color. A Alleria no le molestó: su hijo siempre había
brillado como el sol.
—¡Madre! —exclamó este con una sonrisa de sorpresa.
—Hijo mío. —Sintió el deseo abrazarlo, pero era mucho más grande que ella y llevaba
una armadura completa de diversos tonos dorados, como la última vez que lo vio, pocos
meses atrás. Así que lo que hizo fue alzar la mano y acariciarle la mejilla—. No me
puedo creer que vaya a decir esto, pero te va haciendo falta un buen afeitado.
Arator se echó a reír y retrocedió para que ella pudiera entrar en la habitación.
En cuanto se cerró la puerta tras ella, los susurros se redujeron a un zumbido distante.
Se volvió hacia Turalyon como un imán buscando el norte. No había cambiado en los
últimos meses. En todos sus años juntos —siglos en diferentes planos, mundos y
dimensiones—, siempre le había parecido hermoso. Sus nuevas cicatrices solo
acentuaban su fuerza y su tenacidad, y Alleria se sintió atraída hacia él, aunque hizo un
esfuerzo por resistirse.
—Amor mío —dijo él con cariño, aunque también con cautela.
Alleria no pudo seguir negándolo. Tal vez las cosas fueran distintas entre ellos, pero,
cada vez que se separaban, lo hacían sin saber si volverían a verse.
Dio un paso para abrazarlo, pero se detuvo. El reducido espacio que se interponía
entre ellos parecía gigantesco, de pronto.
—Te echado de menos —susurró.
—Y yo a ti.
Venga Morda y Anzoris seguid con la gimnasia mental y interpretad como os salga del arco del triunfo esto.
Por mi parte fin del asunto
Asumo que no hemos empezado con buen pie…
Pero yo te dejo la puerta abierta para charlar… yo sin problemas.
Pues te pido perdón, pues me dejé llevar por el meme. No sé porque te llamarán así, tal vez porque aún dos años después vuelves a sacar lo de Rastakan.
Porque siempre es lo mismo hablar contigo, y honestamente, eso cansa. Te quedas sin argumentos y tiras del pasado una y otra y otra vez.
¿Entiendes que sucumbir a los poderes del vacío es hacer un pacto con el diablo? Es como si para salvarse, hubiese eso un trato con la mafia siendo Turalyon policía.
Pero nada, os da igual el relato, los vídeos, los diálogos del juego,… eso no cambia nada lo que tenéis preconcebido en vuestra cabeza. De hecho, afirmáis sin miramiento que os da igual lo que se os presente, salvo para interpretarlo a vuestra manera. Pues que queréis que os diga…
¿Qué quieres que interpretemos? ¿Qué tanto Alleria como Turalyon saben que es peligrosa porque en cualquier momento puede sucumbir al vacío? Eso ya lo sabemos, ellos lo saben. Y por eso, a pesar del amor que se tienen juntos, para protegerse, están separados. Malditasea, de eso va el vídeo pre-lanzamiento.
Un saludote ^_ ^
Esa es la diferencia entre tu y yo yo tengo modales y no me dejo influenciar por el meme que es la excusa o en lo que os escudais y peco de tener demasiada fe en que aqui ya superamos La E.S.O o como minimo la pubertad En lo referente a comentarios o discusiones.
Que parece ironico y de mentira que tengais Personajes elfos de noche y os comportais como elfos quinceañeros.
Yo quería el quote de rastakan. Insisto.
—Vivimos muchas y grandes aventuras —continuó Turalyon con una risita áspera.
—¿Dónde crees que estará ahora? —escuchó que preguntaba Arator.
La pregunta la hizo sentir incómoda. Quizá fuera razonable quedarse junto a la
ventana abierta mientras hablaban de elekks, pero Alleria no iba a espiar una
conversación sobre ella. No solo porque podía delatarse ahogando una reacción o
suspirando, sino porque también podía escuchar algo que no quería.
—Sabes que la quiero muchísimo, pero tu madre… No podemos contenerla.
Alleria se quedó helada de nuevo, y una sonrisa le tiró de la comisura de los labios.
—Sé que la echas de menos.
—Claro que sí, pero…
Y, de la misma forma, la sonrisa se desvaneció. Tanto Turalyon como ella se habían
tomado un tiempo separados para centrarse en sus respectivas labores: ella en sus
misiones y Turalyon en las reuniones del consejo.
—Cree que es un peligro para nosotros —dijo Arator con tristeza—. Y tú también lo
crees.
«¿Ves? Te temen.
Y hacen bien en temerte.
Mátalos».
La mano de Alleria se acercó a la puerta. Sabía que no debía seguir espiando, pero,
aunque no se imaginaba una vida sin Turalyon, era consciente de que él encontraba
extraña su naturaleza del Vacío. A pesar de que nunca lo hubiera admitido y
probablemente nunca lo haría. Ahora quería oírselo decir con claridad. Ella también la
encontraba extraña, pero los separaba como un abismo infranqueable incluso para ellos,
por mucho que hubiera agradecido la oportunidad de sincerarse sobre el caos que vivía
en su interior.
—Eso no la traerá de vuelta a casa —sentenció Turalyon—. ¿Y te he dicho alguna vez
que los elekks que solo comen orquídeas producen…?
—Queso taladoriano. Puedes seguir yéndote por las ramas cuanto quieras, pero me
gustaría saber la verdad.
Se hizo una pausa tensa.
—Bueno, supongo que tienes preocupaciones más apremiantes que el queso.
—Ya no soy un niño, padre. No puedes cambiarme de tema. Por favor, te lo suplico:
háblame de mi madre. Apenas la mencionas.
Otro suspiro.
«Detestas a Turalyon. Es débil.
Acaba con él. Solo te traerá dolor. Nunca te entenderá.
Tu auténtico poder te espera más allá de él».
—Tu madre es el amor de mi vida y es… una criatura complicada.
Alleria no pudo seguir soportándolo. Agarró el azófar caldeado por el verano de la
aldaba y levantó la mirada hacia el cielo mientras llamaba tres veces. El sol era de oro,
pero se acercaba rápidamente al horizonte. Pronto, el azul se teñiría de violeta y rosa, y
las estrellas empezarían a parpadear. No contaba con el tiempo que necesitaba, así que
debía aprovechar el que tenía.
—¿Estás esperando a alguien, hijo? —oyó que preguntaba Turalyon—. ¿Será una de
las gemelas Brisaflor que viene a dejarte un tarro de miel de estelaria?
13
—Padre, por favor. No estoy esperando a nadie y nadie debería estar esperándome a
mí. Solo pienso en mis compañeros de la Mano de Hierro, no en flirteos sin importancia.
Su voz sonaba como si las ropas le apretasen demasiado de repente y le estuvieran
asfixiando. Cuando Arator abrió la puerta, tenía las mejillas sonrosadas y, a todas luces,
estaba teniendo que hacer un gran esfuerzo por permanecer serio.
Al verla, fracasó.
Se quedó con la boca abierta y sus ojos dorados emitieron un destello de esperanza.
Cuando era bebé los tenía verdes, como ella, pero en algún punto de su larguísima
separación le habían cambiado de color. A Alleria no le molestó: su hijo siempre había
brillado como el sol.
—¡Madre! —exclamó este con una sonrisa de sorpresa.
—Hijo mío. —Sintió el deseo abrazarlo, pero era mucho más grande que ella y llevaba
una armadura completa de diversos tonos dorados, como la última vez que lo vio, pocos
meses atrás. Así que lo que hizo fue alzar la mano y acariciarle la mejilla—. No me
puedo creer que vaya a decir esto, pero te va haciendo falta un buen afeitado.
Arator se echó a reír y retrocedió para que ella pudiera entrar en la habitación.
En cuanto se cerró la puerta tras ella, los susurros se redujeron a un zumbido distante.
Se volvió hacia Turalyon como un imán buscando el norte. No había cambiado en los
últimos meses. En todos sus años juntos —siglos en diferentes planos, mundos y
dimensiones—, siempre le había parecido hermoso. Sus nuevas cicatrices solo
acentuaban su fuerza y su tenacidad, y Alleria se sintió atraída hacia él, aunque hizo un
esfuerzo por resistirse.
—Amor mío —dijo él con cariño, aunque también con cautela.
Alleria no pudo seguir negándolo. Tal vez las cosas fueran distintas entre ellos, pero,
cada vez que se separaban, lo hacían sin saber si volverían a verse.
Dio un paso para abrazarlo, pero se detuvo. El reducido espacio que se interponía
entre ellos parecía gigantesco, de pronto.
—Te echado de menos —susurró.
—Y yo a ti.
Hombre Borin, decirme que no tengo modales o que me comporto como un quinceañero, ¿no lo ves fuera de lugar? No sé, consejos vendo pero para mi no tengo…
Hipocresía cuanto menos.
No pone que sea un abusador. Realmente, estás dándonos la razón.
Otro que cambia de opinión y no se acuerda
Eso lo omites deliberadamente, ¿no?
Han conseguido lo que querían, venir a ensuciar la taberna con la misma eterna discusión y echarle la culpa a Borin porque es el que más responde