Nos pusimos en marcha hacia la caverna por un largo camino. Caminamos mientras anochecía cuando entre los arbustos un lobo malherido salio gruñendo. Krueg se acercó para ver que le había ocurrido. Mientras el guerrero observaba los arbustos el lobo caminó tras de él y le brincó por la espalda … furioso. Krueg lo tomó del cuello y lo arrojó hacia delante, cayó muy levemente en el suelo tomando forma humana. Era el Demiurgo corrupto.
— ¡ Tienen la llave !, ¡ Dármela ahora mismo o perecerán en nombre de … !
Krueg le arrojó hacia la cara del brujo su gran hacha voladora, la cual detuvo en frente de si y la devolvió a su dueño rápidamente quien la esquivó por muy poco. Svelien se abstuvo de disparar, fue más consciente en ese momento, por lo que decidió acercarse con su daga mágica.
— ¡ Alli está ! ¡ La llave ! ¡ Dámela ¡ — mencionó
Svelien se quedó paralizada y retrocedió mientras el Demiurgo se acercaba a ella. Tomé a Myrkur, avancé y en su distracción le cercené el brazo izquierdo el cual desprendió unas llamaradas azules que arrojaron a Svelien y a mí hacia atrás. Krueg se acercó corriendo hacia él con su gran hacha pero esta fue doblada en cuatro partes simplemente con la mirada. El Demiurgo trató de alejar al guerrero con sus poderes pero no lo logró. Observó los amuletos; nos había descubierto. Cortó a distancia con sus poderes, en un movimiento tajante con su mano como un cuchillo, el collar de Krueg y lo envió a él volar hacia atrás con un impulso sobrehumano, donde golpeó su espalda contra una roca.
Svelien intentó cortarle con su daga pero fue pateada por el Demiurgo y el arma se le escapó de las manos. De una patada por arriba de su cabeza, estilo escorpión, el Demiurgo le quitó a la enana el amuleto; demasiado ágil.
Svelien salió despedida hacia el suelo al compás de un grito mágico del brujo y se golpeó en la cabeza. Me acerqué rápidamente dagas en mano, la cual fue detenida al tratar de impactarle. Al parecer nuestros amuletos no respondían a nuestras armas, solo servían con nuestros cuerpos. Brincó con las dos piernas y me golpeó en el pecho y caí al suelo. Junto a mí observé la daga dorada la cual tomé rápidamente. El Demiurgo encendió su brazo derecho con un fuego azulado pen.etrante y pretendió rematarme directamente, pero observe a Krueg corriendo hacia él a toda velocidad.
Sincrónicamente, con el inicio de un salto le arrojé la daga y con su caída p.enetró al Demiurgo de espaldas quien se envolvió en llamas que encendieron la tétrica noche.
— ¡ Perecerán ! — Clamaba mientras se hacia cenizas.
Nos alejamos hacia atrás y caímos sentados en el frío y húmedo suelo.
Svelien se acercó a nosotros un poco dolorida.
— Vaya, este si fue duro — Decía Krueg mientras sonreía agotado.
— ¿ Ha dicho la llave ? — Preguntó Svelien.
— Era esto lo que el anciano calcinado no podía explicarnos, sino lo hubiera hecho … — señalé
— Parece que es lo único que pudo detenerle. Debe ser un objeto muy poderoso, mas de lo que imaginamos. — Dijo la enana tomando entre sus manos la daga, que de su hoja aun emanaba un humillo púrpura.
— Debemos continuar, no podemos perder más tiempo. — Krueg con su potente voz.
Y eso hicimos, continuamos hacia la dichosa Caverna.
Nos cubrimos con nuestras pieles y seguimos camino por la noche hasta divisar un portal luminoso … era la cueva.
Al entrar en ella notamos que no era necesario llevar antorchas o cualquier tipo de luces, la luz era reflejada al parecer desde el otro extremo con efecto de espejos de vidrio donde estaba la salida a Mulgore, territorio Kaldorei en tiempos remotos antes del gran cataclismo, ahora hogar Tauren.
— Es decir ¿ esta cueva conduce al otro continente ?
— Así es. Esta es la vieja ruta por la cual los Tauren cruzaron y poblaron la parte norte del continente hace mucho tiempo, aun que ahora los Hirsutos o Jabaespines como les llamamos tienen una guarida entre Feralas y Mulgore, una guarida cubierta de setos espinosos.
La cueva era más luminosa a medida que avanzábamos por sus ramales. Nuestros ojos empezaban a molestarse por el efecto de los reflejos de luz que recorrían en totalidad la caverna desde el extremo oeste. En ciertos sectores de la cueva utilizamos una cuerda y la atamos a nuestras cinturas para evitar perdernos. Entramos en un conducto que no tenía luz y decidimos continuar al medio día del día siguiente en el cual el sol se alza en su punto mas elevado de la cueva y evita el paso excesivo de luz de cualquiera de las dos entradas; el amanecer de un lado del continente, y la puesta del otro.
A la tarde de ese mismo día continuamos por la oscuridad utilizando la flecha mágica de mi hermano como luz para ver mejor en la oscuridad azulada. Muy cerca, empezamos a olfatear un olor agradable: era olor a pan …
— Huelan eso, estamos acercándonos — dijo Krueg sigilosamente.
En ese momento vimos al voltear repentinamente tras una pared a los dos demonios que buscábamos sorprendidos por nuestra presencia, cocinando su botín en una fogata improvisada. Uno de ellos era un raro gato montes del oeste de pelaje rojizo, aún con sus vestimentas de mercader armado y sus lanzas voladoras. No se detuvo a pensar y empezó a disparar.
Svelien con el rifle puesto a punto y los compartimentos llenos de pólvora pudo descubrir una nueva habilidad dentro de ella: como disparar desde aquel rifle con su propia energía, haciéndose más fácil el trabajo; Aun así, se desvaneció, al parecer a efecto del golpe en la cabeza en el anterior combate y el cansancio mágico del disparo … fue duramente atravesada por una jabalina apestada en su hombro.
Me detuve a socorrerla, mientras nuestro compañero Tauren se ocupaba de aquellos demonios.
Krueg se acercó de un gran brinco hacia la bestia y realizó un conjuro de fuego que les hizo estallar en llamas con un giro de su hacha al caer.
Luego para rematarlo le cortó la cabeza encendida en llamas. El otro demonio había logrado escapar …
Mis ungüentos eran inútiles para alguien tan fuerte como Svelien quien seguía inconsciente. Ninguna hierba curativa o ungüento disponible fue útil para sanar el veneno que corría por sus venas. Pensé entonces en regresar a la ciudad para socorrerla.
— ¡ Espera ! , yo la llevare de vuelta a Mojache, tú persigue y dale muerte al otro demonio que seguramente se dirige hacia el otro continente con lo que sea que lleve encima.
— Cuídala, no dejes que muera.
— Descuida, nos veremos mas pronto de lo que imaginas.
Seguí mi camino en busca del segundo demonio por la cueva. Delante mió a lo lejos veía la salida del sector oscuro hacia la luz.
Eran luces dentro de luces, sombras dentro de sombras … Mulgore, finalmente, después de tantos años, mi segundo hogar estaba de nuevo frente a mi.