Caminantes de las fauces

Buenos días a tod@s,como cada nueva expansión, el grupo de locos,aprendices de escribientes,tratarán de disfrutar de su afición, y robar una sonrisa al lector. Dicho lo cual,comencemos…

Las últimas noticias llegadas hasta Ventormenta,eran de todo preocupantes. Tras haber acabado con la amenaza de N’zot,y la relajación de las tensiones habituales entre las facciones,parecia que un nuevo periodo de tranquilidad, se avecinaba en Azeroth.
¡Vana esperanza!, el secuestro de Anduin,asi como la desaparición de Jaina,Thrall y Baine,destrozaron las esperanzas,cual frágil cristal.
El llamamiento recibido para presentarse en los aledaños del castillo de Ventormenta,eran el inicio de una nueva cadena de situaciones,que ponían en jaque una vez más, a los habitantes de Azeroth.
Soul,sin dudarlo,había acudido a dicho llamamiento.
Alli,Mograine le había conminado a acompañarle, hasta la ciudadela de los caballeros de Ébano,donde Bolvar Fondragón,queria exponerle la nueva situación. Sin dudarlo,Soul atravesó el portal, dispuesto a conocer de primera mano,las malas nuevas…
Continuará

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Tiempo después (meses) de lo acontecido contra Nzod, en el hilo:

Y tras la recuperación de los recuerdos de Belter (semanas). Continúan las aventuras y desventuras de la ñoma.


El oscuro y húmedo túnel, amenazaba con desplomarse a cada paso que daba, el asustado grupo de aventureros. Un túnel ya en carne viva, tan deteriorado que podría pasar por la madriguera de algún ser, y que hacían dudar a algunos de la extraña guía.

El grupo, poco numeroso pero bien pertrechado, trataba de seguir el ritmo a una energética gnoma. Que sin atisbo de sentido común o miedo, se internaba cada vez mas en aquella ajada tumba, canturreando una estrafalaria melodía. Ignorando el peligro.

Ya habían pasado dos largas noches en el interior de aquel lugar. Compartiendo convivencia una elfa, aquella gnoma, dos enanos, un troll, un humano y dos goblinesas fuertemente armadas. una convivencia, cada vez mas inestable y difícil, ante la posibilidad de que los tesoros prometidos por la gnoma, solo los llevaran a su propio final.

No en vano, la gnoma había insistido en avanzar, siempre escogiendo caminos que descendían, sin explorar pisos superiores. De las ornamentadas salas iniciales, con ricos relieves de la cultura troll. ya no quedaba ni el recuerdo… todo estaba muy atrás, delante solo lodo, tierra y un oscuro túnel que asustaba hasta a los curtidos enanos.

Tras horas, llegaron a un cruce.

– Es hora de acampar. Esta zona parece… mas estable que la anterior. – Musito con dudas el humano, que no dejaba de mirar nervioso, el techo.

– Perfecto!, Dadme un minuto, ahora regreso.

La gnoma, ardía en deseos de localizar una antigua cámara titánica.

Según antiguos escritos del martillo crepuscular, aquel lugar era el indicado. Pero le estaba costando encontrar su entrada, en el enorme laberinto que había bajo la tumba troll.

Avanzó sola un trecho por intrincados túneles. Pronto vio algo, a la luz de su candil alógeno gnómico, una pared tallada con símbolos titánicos. La gnoma grito y se emocionó como niña pequeña al ver una piruleta y trató de correr hacia la pared para verla en detalle, pero no pudo.

De improviso, notó una mordedura y al mirar su costado… se sorprendió al ver un hilo de luz viviente, atravesar su costado. Un sistema de defensa? un ser?

Parecía una serpiente hecha de filamentos de luz. Pero su mordedura fue devastadora.

Perdió fuerzas y cayó. Por un momento, una tormenta de pensamientos oscuros colapso en su mente, aturdida pero consciente de que estaba muriendo, solo lamentó no ver por ultima vez a sus seres mas queridos. A su inestimable amiga belter, a sus goblinesas favoritas… su taller… su girocoptero tuneado rosa… un pastel… alguna elfa… su pistola de positrones gnomica…

Su mirada se nubló y cerro los ojos.


Una piedra de alma, escondida en lo mas profundo del taller de la gnoma, en feralas, se activó.

La piedra se encontraba conectada a una maquina que rápidamente comenzó a atraer el alma de la gnoma y a regenerar su cuerpo en aquella sala.

No era el día de Mordacae, ya que la máquina, fabricada por goblings explotó a mitad de proceso. La gnoma, ya con capacidad de ver la escena, no pudo mas que alabar el ingenio gobling.

– Tsss Goblings $%&/%$%%$$ %&/&%%%$ &%&%$$&&$ goblings %%%%%…

En aquel momento notó un gran tirón y como si fuera un chicle, se vio a si misma estirándose en el espacio tiempo, escapando de la explosión… hacia el mas allá.

– uhh!!! esto va a dolerrrr…

Una nueva aventura comenzaba.

Continuará…

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Corona de hielo…
No había estado allí, desde que acabase con la vida del maldito Arthas. Se sorprendió al ver a muchos de los líderes de ambas facciones,espectantes en torno a trono helado.
Bolvar presentaba un aspecto lamentable,sin el yelmo de la dominación que había sido roto por Sylvanas.
Este le explicó, que habían localizado el posible destino de los líderes desaparecidos.
Las Fauces…un vórtice entre planos,que tras la ruptura del yelmo,había quedado abierto. Se precisaba de un ritual,con los fragmentos del yelmo,para acceder a las fauces,si bien,Bolvar le explicó que si aceptaba realizarlo, quedaría librado a su suerte,en aquella dimensión.
Soul sopesó los riesgos,pero,decidido como era,no dudó en dar su conformidad. Siempre habia sido un tanto alérgico a las órdenes, sin embargo la familia Wyrm representaba para el,lo más parecido al orden,que estaba dispuesto a tolerar. Además, la desaparición de Jaina,una de las más poderosas magas,podía representar un peligro mayor,si era “sometida” de alguna manera,y obligada a colaborar con aquel oscuro poder, que desde las fauces se alzaba…
Además, dos de los líderes más razonables de la extinta horda(Baine y Thrall), también estaban en peligro. Todo ello apuntando a Sylvanas,como directora de orquesta,trabajando para alguien nuevamente. La maldita Bansee,que una vez más trataba de eludir a la muerte,mientras buscaba una nueva fuente de poder…
Soul,decidido realizó el ritual con los fragmentos del yelmo. Un círculo negro,comenzó a bullir en el suelo,abriendo el vórtice hacia las fauces. En el último momento,Tyrande saltó hacia el portal, entre los gritos de los allí reunidos, clamando venganza hacia Sylvanas.
Una succión atrajo al paladín hacia un pozo sin fondo,y mientras contemplaba maravillado,los tonos marfileños e irisados que acompañaban su descenso hacia el otro plano,un pensamiento se abrió camino en su mente…
Tyrande y Sylvanas,de aquella ecuación, nunca podía esperarse nada bueno. Una vez más, los acontecimientos le marcaban un camino,y una vez más, en ese camino,las dos elfas estaban presentes.
Mientras caía hacia lo desconocido, una sonrisa irónica se dibujó en su rostro…
Donde quiera que fuera ese sitio,iban a saber como se las gastaba,un veterano paladín. Y con una carcacajada,continuó su descenso…
Continuará

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-Nel…tenemos que hablar.

Así se había presentado Shandris Plumaluna en su cocina,en su hogar,en su retiro…en su destierro.

-Has comido?-preguntó la sacerdotisa a bocajarro a la general.
-Qué?-preguntó Plumaluna.
-Que si has comido Shan.
-No-contestó la otra kaldorei un tanto confundida.
Menel cogió un plato y le sirvió a Shandris asado,le puso cubiertos,pan,una servilleta,sirvió café para Argent y ella mientras la general la miraba anonadada.
Shandris miró el plato y a su amiga de la infancia aun sin terminar de reaccionar.
-Cualquier conversación con el estómago vacío no es buena idea,come tranquila-dijo Menel
Las niñas se asomaban curiosas desde la puerta,la gran Shandris Plumaluna en casa de Lith.
-Es la mejor amiga de mi madre-dijo la pequeña pavoneándose.
Menel la miro con seriedad y Lith agachó la cabeza.

-Y esas dos niñas?-preguntó la general cuando se fueron a jugar a la terraza.
-Son huérfanas Shan. De Teldrassil.
-Las has adoptado?-preguntó Plumaluna casi atragantándose con la comida
-Elune nooo-dijo Menel sonriendo-están de fin de semana con Lith,las tres están en el templo de Val´sharah.
-Tu hija…?
-Si Shan,a Lith el sacerdocio,la luz de Elune,la paz del templo…le vienen bien para equilibrar el poder del vacío que hay en ella.
-Entiendo-dijo la general antes de pinchar otra patata asada-no quedamos muchos kaldorei,y menos sacerdotisas aún.
Plumaluna masticó ese último bocado,terminó la copa de vino blanco,se limpió con la servilleta y agradeció el café que Menel le tendía.
Bien-dijo la sacerdotisa-de que quieres hablar?
-No se ni por donde empezar-dijo Shandris,tras una pausa pensativa preguntó-has escuchado lo sucedido en Rasganorte?
-Si…Sylvanas ha roto el yelmo de dominación,la plaga se ha descontrolado-respondió Menel.
-La espada de ébano ha conseguido junto a la cruzada argenta poner fin a ello.
-Me alegro.
-No deberías. Sylvanas ha raptado a Baine Pezuña de Sangre,Thrall,Jaina Valiente y al rey Anduin,se los ha llevado al otro lado del velo,a las Tierras Sombrías.
-Qué? Como…?
-Al romper el casco no solo liberó a la plaga Nel. Abrió el velo entre los dos planos.
La sacerdotisa palideció de horror.
-Porqué? Para que?
-No lo sabemos.Los informes que llegan de allí dicen que sirve a un ente llamado el carcelero.
-Carcelero?
-Solo sabemos que es muy poderoso,su finalidad es encarcelar las almas más malvadas,aquellas que no tienen redención.Pero algo ha cambiado,algo se ha…roto.En las Tierras Sombrías hay distintos destinos,tras la muerte se juzgan tus actos en vida y se te designa una tarea.Eres enviado a unas tierras,a una curia, y sirves en la eternidad a una curia,pero Sylvanas y su nuevo amo han roto el ciclo.Han sumido en un letargo a la Enjuciadora,aquella que con un vistazo decide tu destino en las Tierras Sombrías.Y ahora…todas las almas acaban en sus dominios,sufriendo de agonía y horror.
-No…no puede ser.
-Y lo que es peor-continuó Shandris-hemos podido constatar que esto lleva ocurriendo más o menos desde que la Legión Ardiente volvió hace dos años.
Menel sintió que el mundo empezaba a dar vueltas de forma vertiginosa.Un pensamiento iba cobrando forma en su mente,se abría,se expandía,tuvo ganas de vomitar.
-Teldrassil…-musitó.
-Si Nel,las almas de los nuestros,están sufriendo,siendo torturados para alimentar el poder de Sylvanas y el carcelero.Ese fue su plan desde siempre.Por eso empezó la guerra,para provocar el máximo número de bajas en ambas facciones y conseguir así más poder para ella y su nuevo amo.
-No…no Shan…no.
-Aún no he terminado.Bolvar abrió un portal a las tierras sombrías con los fragmentos del yelmo de dominación,varios campeones y tropas de la espada de Ebano cruzaron para ir a detener a Sylvanas y rescatar a Anduin y los demás.Nel…mi madre…se tiró a ese portal tras haber degollado ella misma a Nathanos Clamañublo en Tierras de la Peste.Va a por Sylvanas,cegada de la ira de Elune.Se que me lo advertiste,que me dijiste que un rito que empezaba tirando una cabeza como sacrificio no podía ser bueno,y tenías razón,me temo que el poder oscuro de la diosa termine por matar a mi madre-dijo Plumaluna agachando la vista y perdiéndose en la negrura del café.
-Shan…no se ni que decir.
-Sueño con ella,está atrapada en un lugar oscuro,lleno de horror,pero solo le mueve la venganza,la ira.Por eso estoy aquí.Por ella y por las almas de los nuestros.Se que no tengo derecho a pedirte nada,que mi madre te desterró,te expulsó del templo…que tienes una vida,una familia,que has abandonado las armas…pero te necesito Nel. Eres la única que se mantuvo cuerda tras el rito,que viste que implicaciones tenía invocar la ira de Elune.
-Shan…no puedes…
-Lo se Nel,se que no puedo,que no tengo derecho,pero también se que lo ocurrido en Teldrassil te sigue atormentando.Dejarás que ni las almas de los nuestros encuentren la paz en la muerte?Si no lo haces por mi madre,si no lo haces por mi…hazlo por Astaari,por Ferryn…
-Shan…no,por favor no lo hagas,no me pongas contra la espada y la pared.No he sufrido ya bastante?
Se miraron la una a la otra manteniendo un pulso.Menel con la negativa en la mirada,Shandris con la súplica.
-Deberías ir-dijo Argent de pronto.

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Deberias de ir amor mio. Se que odias estar separada de los niños y de mi…
Un ramalazo de dolor surcó el rostro de Menel, mientras las lágrimas acudían a sus plateados ojos.
Argent, levantó la mano interrumpiendo la protesta que nacía de los labios de ella. Escuchamé amor mio:
Lith está bien cuidada en el templo, y vendrá Dawn para ayudarme con Estel. Yo seguiré a cargo de la tienda y tú debes de ir allí.
Desde Terdrassil,veo el dolor que hay en tus ojos por la matanza, y el sufrimiento que llevas dentro. Se que hiciste lo que estaba en tus manos, pero el horror de lo allí vivido,ha dejado una huella profunda en tu alma. Por mucho que digan,eres una Kakdorei de los pies a la cabeza,la más hermosa de todas a mis ojos,pero…muy Kakdorei,amor mio.
Creo que si no acudes al auxilio de esas almas,vas a estar atormentada el resto de tu existencia,y creo que tenemos muchos años por delante, si Elune,Belore y el mundo nos deja.
Se que la separación será dura,pero…no deja de ser temporal, amor mio. Creo que para lograr esa paz interior que tanto nos gusta,y ese equilibrio,debes de acudir a la llamada de tu gente,además, si Tyrande está allí, necesitará alguien sensato que le ayude a reconducirse.
Tu madre,dijo mirando a Shandris,no está centrada desde que se sometió al rito de la guerrera nocturna,y en vez de guardar la sensatez que le caracteriza,se deja llevar por el fuego de la venganza contra la maldita Sylvanas.
Shandris miraba al Sin’dorei con los ojos muy abiertos. El tono con el que hablaba,junto a la claridad con que explicaba los hechos,la tenían totalmente desconcertada…
Pero tú,comenzó a decir…
Menel le interrumpió, el es así Shandris,eligió la vida que lleva, pudiendo haber escogido otra,su formación y su familia, estaban destinadas a otras cotas diferentes.
Shandris abrió los ojos como platos,y musitó,entonces es cierto que…
Ahora entiendo muchas cosas. Menel con sonrisa triste, se acercó a su esposo, y tomándolo por la cintura,se recostó sobre su hombro. Argent,cariñoso,pasó su brazo por el hombro de ella,mientras la sacerdotisa suspiraba.
Si Menel había tenido alguna duda,las palabras de su esposo, las habían disipado. Por primera vez en tiempos,se sentía en paz con su gente sabiendo que haría lo correcto.
Shandris realizó una leve inclinación de cabeza dirigida al Sin’dorei. Entendía lo que su amiga decía siempre de su paladín, por esto y un millón de cosas más, sólo podía amarlo…
Por cierto amor mio,hay algo que gustará saber…Soul ya está de camino hacia las fauces,asi que no vas a estar sola allí.
Menel sonrió alegre y esperanzada,su cuñado ya estaba alli,eso si era una buena noticia.
Shandris, sin embargo puso los ojos en blanco…
¿El…allí?
Que Elune nos guarde,y con un suspiro,un gesto de resignación apareció en su rostro.
Argent acompañó la mimica de Shandris con una carcajada,mientras Menel esbozaba una sonrisa…
Continuará

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Nada más dejar Dalaran fuera del horizonte, sobre la costa norte de Val’Sharah

Hora tras hora se sucedía sobre Acherus, su tripulación pese a las órdenes de los cuatro jinetes se mantenía en tensión, pues esta vez no habrían campeones ni Cruzada Argenta que pudieran hacer frente al Rey Exánime, no temían la muerte, pues ellos se alzaron sobre esta, lo que no evitaba el temor de una eternidad de sufrimiento, ya que algunos fueron prisioneros de la Agonía de Escarcha, por lo que sabían que existía un destino peor que la muerte.

La tensión podía cortarse en el aire, pese a la batalla en ciernes, la estricta rutina continuaba y como integrante de la Espada del Ébano, el enano se vio obligado a cumplir la disciplina militar de Acherus

Al principio lo vio como una pérdida de tiempo, ¿Cómo podía jugar a los soldados sabiendo que se les acababa el tiempo? Lo que conllevó un correctivo disciplinario por insubdinación. Al día siguiente, con brazos y espalda aun recordándole las férreas reglas, nunca mejor dicho pensó el enano, finalmente dio de sí y cedió

Apoyó sus codos sobre la barandilla, evitando los residuos fecales de las gaviotas, y observando el prístino océano, expandiéndose hasta el horizonte reflexionó sobre que era pues por primera vez desde su muerte no tenía nada de qué preocuparse, al menos en ese momento

Aún creía que continuaba vivo, que gozaba de la bendición de la Luz, que podría formar una familia, que podía soñar, que un día despertaría y notaría su corazón latir, su piel caliente. Tocó su frente con una mano desnuda… frío como el hielo otra vez, suspiró y volvió a cubrirse la mano con su guante.

Se dio la vuelta, dándose de cruces con algo…o alguien Escuché tu monologo, fue…emotivo, aunque no deberías pensar y hablar a la vez no mostró emoción alguna en su cara, Lord Thorval para servirle hizo una escueta reverencia entre el crujir de las juntas de su armadura.

  • Drethz Martillosalvaje saludo con respeto, ¿desea algo? Dudo que se haya presentado para hablar de recuerdos.
  • Por supuesto que no, vengo para ofrecerle instrucción, Mograine confía en ti y… tienes potencial desde luego, pero por lo que mis ojos han investigado tienes poca experiencia con los poderes oscuros.
  • Por desgracia es así, digamos que mi muerte fue algo abrupta y no pude ser instruido, poco después de mi alzamiento empezó la pesadilla helada, a veces intento aún invocar la Luz…sin éxito miró hacia abajo
  • No tenemos mucho tiempo, pero no necesitamos dormir, ven a mis aposentos, van a ser unos días muy largos señaló lo más profundo de Acherus
  • Agradezco su oferta pero entrecerró sus ojos ¿Por qué tanta cortesía y esa dedicación?.
  • Dio un paso adelante Eres un alumno con potencial, no conozco a nadie que recién alzado haya podido derrotar a un Vigía y que se haya ganado el favor de Mograine, desafiando las ordenes de nuestro “amado” Señor de la Muerte dio media vuelta y miró al enano ¿has tenido ocasión de probar la sangre?.
  • Miró con una muesca al humano de carmesí armadura Esto…salvando unas morcillas, no.
  • Estas de suerte entonces, una pequeña sonrisa se dibujó en la fría cara del humano tenemos un invitado especial que sabiendo de tu llegada se ha ofrecido “voluntario”.
  • Si me sirve para hacerle frente que así sea Dijo el enano con convicción

Caminaron por el circular corredor dejando paso a las patrullas, un necrófago corría con un casco bajo su única mano sin mirar adelante, apenas tuvo tiempo de esquivar al humano golpeándose con la barandilla interior, el casco voló y detrás el necrófago que pudo cogerlo de un salto, al borde del vacío, sin duda una escena cómica para cualquiera que lo hubiera visto, no así en Acherus, donde mostrar esas emociones no estaba bien visto, en efecto humano y enano apenas les hizo caso

Los aposentos de Lord Thorval eran cuanto menos peculiares, unos garfios colgaban del techo con miembros sesgados de a saber que criaturas, bajo ellas aun quedando charcos secos de sangre, candelabros llenos de velas teñían de carmesí la estancia rompiendo la fría monocromía azul y verde de la planta, mesillas con cadáveres y no tan cadáveres junto a las paredes hacían fila para las enseñanzas con los desafortunados “voluntarios” atados firmemente a ellas cubiertos por sacos de patatas ensangrentadas, tiñendo de carmesí el suelo a los alrededores de este, al fondo de la estancia una enorme librería añeja, de oscura madera envejecida, hacía gala con sus cientos de tomos encuadernados en cuero, con títulos grabados en oro, en algunas esquinas viales de sangre se esparcían con etiquetas marcando su origen y tipo

  • Bienvenido a nuestra “aula”, estaremos solos tu y yo y bueno… nuestro “invitado” Retiró el saco que actuaba como cubierta, dejando ver a un humano amordazado en ropa interior Saluda a Tobias, se ofreció voluntario para tus clases cuando le pillamos husmeando para ese Dios Antiguo, el “pulpo”…¿Cómo se llama Tobias? le quito la mordaza
  • Mi nombre no es Tobias escupió El gran Maestro N’Zoth os aplastará, ya debe estar acabando de aniquilar a… mmmpppz.
  • Volvió a amordazarlo Gracias Tobias, ahora guarda fuerzas, las necesitarás. miró al enano no te preocupes, su sangre no está corrompida, le hemos “salvado” evitando el éxito de su misión.
  • Han llegado hasta aquí suspiró el enano comencemos pues Lord Thorval, se nos acaba el tiempo.
  • Así me gusta, primero tenemos que saber si logras asimilar el poder vital de la sangre pero antes…debes ir con la indumentaria, la sangre cuesta extraerla de la armadura, y tenemos un código de equipamiento que cumplir, mientras voy a por un delantal y guantes de tu talla te dejo famializarte con Tobias Pisó un pedal en la base de la camilla, haciéndola descender hasta una altura cómoda para el enano ahora vuelvo entró tras una puerta oculta junto a la librería.
  • El enano miró al humano, retirándole la mordaza Así que eres un espía de N’Zoth…
  • Vuestros reyes sucumbirán ante la magnificencia de…¡Arg! Le dio un fuerte puñetazo en el pecho
  • Siempre lo mismo… Suspiró y miró a Lord Thorval, ahora con un delantal de ese “plástico”, como lo llamaban los gnomos, blanco y guantes, portando en su brazo otro más pequeño junto otro par de guantes blancos de goma
  • Primera regla, no alterar el sujeto de pruebas, si lo matas su sangre perderá sus propiedades vitales. Le dio delantal y guantes
  • Culpa mía señor, me dejé llevar por las emociones. se retiró su guantes, dejándolos en el interior del almacén y regresó, ya con delantal y guantes blancos puestos
  • Te ves perfecto ahora, esta mañana solo probarás su sangre, esta tarde aprenderás mucho más sobre controlar los poderes sobre esta, verás que es más útil de lo que jamás podrías llegar a pensar, toma mi daga desenfundó la daga de su cinturón y se la pasó al enano, el cual vio su reflejo en la extremadamente afilada hoja
  • ¿Qué debo hacer señor? Preguntó decidido
  • Harás una incisión en su pierna y absorberás su sangre, como aún no dominas sus poderes lo harás como un Shan’lain, con la boca, pero no te preocupes, está bien pelado, para que no te moleste ningún pelo, espera un momento, siempre da gusto tener banda sonora. Thorval le retiró la mordaza al humano
  • No temo la muerte, la gloria de N’zoth es superior a ello, solo soy un peón prescindible de su eterno ejército. Gritó “Tobias” todo lo que pudo
  • ¿Rápido o lento?. Preguntó el enano, daga en mano, a Thorval.
  • Tenemos algo de tiempo, lento es más satisfactorio.
  • De acuerdo. Acercó la daga a la pierna y presionó sobre la piel, que sucumbió ante el filo de la daga, continuó hacia el pie la incisión acompañado de los gritos de dolor del espía hasta que Thorval le paró
  • Maravillosa incisión Drethz, has nacido para esto sin duda, ahora toma su sangre, pero no te pases, lo necesitamos para más lecciones.
  • La sangre supuraba del corte sin parar acompasado de los movimientos espamódicos del espía causados por el dolor, sin más dilación el enano comenzó a succionar el vital fluido, a pesar del desagradable primer contacto, con cada trago notaba como su vitalidad aumentaba, no paró de succionar hasta que Thorval le dijera que se detuviera, alzando la cabeza de nuevo
  • ¿Y bien?, ¿has notado algo?. Preguntó con tono de satisfacción Thorval
  • Cada trago ha sido revitalizante, no sabría explicarlo pero… necesito más. de su barba ensangrentada goteaba sangre, deslizándose por el delantal y precipitando al suelo.
  • Has superado la primera prueba, ahora es momento de la teoría pero antes… hay que evitar que se densangre, ¡Corvus! Tráeme una barra al rojo vivo. El espía demandaba piedad, jurando que no diría nada y que les daría todo lo que poseía, el esqueleto llegó con una barra incandescente que el enano tomó Lección dos: Cauterizar, pon en el corte la barra hasta que no se vea ápice de esta.

El enano presionó la barra sobre el corte rezumando un olor característico, el “olor a pelo quemado”, que posiblemente solo el agónico espía pudo oler hasta que el enano dejó de presionar la barra, para recogimiento de los presentes en la planta los gritos del humano se dejaron escuchar como si de una divina melodía profana se tratase, tras ello Thorval amordazó de nuevo a “Tobias” y le cubrió con el saco de patatas de Durotar

  • Bien, hora de la teoría, vamos a estar hasta la madrugada estudiando, quiero que mañana seas capaz de tomar su sangre sin contacto directo.
  • Así será pues se retiró los ensangrentados guantes y delantal y entró al almacen

Continuará

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CAPITULO 40: Letanía quebrada.

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Muerte y vida. Términos inseparables de una misma ecuación matemática, con un propósito tan desconocido como sobrecogedor. Tan opuestos como complementarios. Fuerzas tan misteriosas como intimidantes.

La gnoma, ya había capitulado ante la vida. Tocaba la muerte… Y sin temor la encaraba. Consciente de que toda historia necesita un punto y final. Es solo parte de la senda que todo aventurero recorre, y que ella personalmente, en algún momento, deseo sentir propia.

Pero mientras viajaba con aquel ser, era el momento de hacer balance. Era lo correcto para la meticulosa forma de pensar de la pequeña gnoma. Que en silencio y sin tapujos, comenzó a repasar su vida mentalmente. Al menos, la que podía recordar. Esperando sentirse reconfortada con la historia que había escrito, tanto con sus geniales aciertos, como en sus particulares errores.

Había vivido alocadamente, con una sonrisa lozana siempre en su rostro. Pero no por casualidad de los dioses, ni designio natural. Sino por un duro aprendizaje que la marco. Aprendió de la amargura el valor de la felicidad. A vivir cada latido con pasión y sentir cada emoción con loca avidez, deseando amarlo todo o odiarlo todo, pero nunca permitiendo que la indiferencia la enjaulara. Un ser libre, como pocos.

No obstante, su balance imaginario, no tardo en perder fuelle.

El descanso eterno, tan deseable para el desgastado y agotado viajero, pronto perdió su brillo. Ella misma lucía un sinfín de cicatrices que no solo horadaban su pequeño cuerpo, sino también su alma. No era suficiente para abrazar el olvido?

Por que sentía en su interior aquel malestar? Acaso sus vivencias habían hecho mella, embotando la afilada y mordaz hoja en que se había terminando convirtiendo…

Un final digno para una digna combatiente, lo había repetido para si en numerosas ocasiones. El final de mucho sufrimiento no merecido y la particular convicción de que nada tiene valor, si no es finito en el tiempo. Todos morimos.

Pero viajando sujeta del brazo de aquel ser alado. No era paz o tranquilidad lo que su corazón sentía. El desasosiego comenzó a devorarla con rapidez. Tiñendo su dorado retiro del héroe, en corrosivo inconformismo y punzante ansiedad.

Demasiadas cosas importantes para ella, quedaban atrás en un mundo que después de todo, también le dio grandes recompensas y numerosas alegrías.

No volvería a disfrutar de otro amanecer en su querida ferales, ni a sentir la tenue brisa nocturna sobre sus mofletes, tampoco a saborear algún nuevo y exótico dulce, o sentir el calor de sus seres queridos, o poder chinchar a su querida belter… así como la imposibilidad de cuidar a todo lo que amaba, y esto la quebraba profundamente.

Cerro los ojos, notando como su pelo bailaba sobre su rostro, tratando de disfrutar y evadirse en aquel viaje en el que estaba sumida. El alado ser, viajaba rápido, carente de dudas. A su juicio, le dijo, “juzgaremos tu vida pasada”. Se preguntó si tendría ayuda legal, antes de volver a sus pensamientos. No era una gnoma colmada de hermosas virtudes. y su dudosa ética personal la hacía presagiar un resultado carente de todo glamur, para aquel supuesto juicio.

Pero no lograba evadirse. Todo eran dudas y ansiedad. Sin ella, que sería de su taller, que sería de su cartel, de sus amigos y amigas. Tendría que olvidarse de sus grandiosas aventuras con belter. Ah! Belter!, un descubrimiento difícil de definir, y una elfilla a la que no diría adiós…

Pronto la orgullosa mente de la gnoma se volvió agria, y reconoció con tristeza que había cometido un error. Probablemente uno demasiado grande para poder ser expiado. Miró ceñuda a su alrededor, la envolvía la oscuridad y solo veía trazas de espíritus surcando la nada. Volvió a cerrar los ojos, luchando con sus marejadas internas.

Y que pasaría con su colección de objetos únicos, y su inseparable libretita. Perfavor!! y su Ron!!!.. que desastre. Miró fugazmente el rostro de aquel azulado ángel y frunció el ceño. Definitivamente, no quería morir, había cambiado de opinión.

Su profundo desasosiego se torno determinación. Debía volver a azeroth.

Al menos, tenía su cuerpo. Su filacteria mecánica, conectada a aquella pequeña piedra de alma, casi logro resucitarla. No todo fue un desastre total.

El kyriano, soltó de improviso a Morda sobre un torrente de almas.

– Aquí nos separamos, suerte con la enjuiciadora.

La gnoma sorprendida callo hasta notar un fuerte tirón, que la arrastro con violencia, al interior de aquel rio, zarandeando su pequeño cuerpo, como si de una simple hojita al viento fuese.

Plofffff

Tras un largo tiempo viajando en aquella locura, fue despedida y callo de bruces sobre un duro y polvoriento suelo. Desorientada y mareada.

Por un rato, hecha un guiñapo, permaneció tendida sobre aquel suelo, como si una pegatina gnomica fuera.

Sola, con un mar de emociones internas. Abrió un ojo para comprobar que se hallaba en una especie de desierto gris. Árido y hostil como pocos lugares.

Dolorida, recorrió con la mirada el horizonte, sin moverse en exceso.

– mmmm, esto no tiene pinta de juzgado… –

Desnuda, se sentó cruzando las piernas y se golpeo la cabeza con la palma, con expresión ceñuda. sacudiéndose.

– Ja! sabia yo que en el infierno no habría casa de apuestas ni casinos… otra apuesta que Kmils pierde. –

Observo con cuidado la linea del horizonte. hacía frio y no tenia nada. miró al cielo con tristeza y algo de preocupación. Ya echaba de menos a sus seres queridos… Tenia que regresar pero la cosa pintaba muy mal.

Continuará…

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La Luz. Cap. 1

Cuando las cosas se torcieron, Arcaueta ya había escogido un camino, y ese camino, fue el camino de la luz.

Podria decirse que ella no escogió ser sacerdotisa, ella nació siendo sacerdotisa. Eso decían todos los que la conocían, desde pequeñita. Siempre devota, siempre escogiendo el camino del bien, de la verdad, del honor, de ayudar a los demás, de sanar sus heridas… aun sin herramientas, aun sin conocimientos, era capaz de sanar hasta corazones heridos… O eso decían. Su amor era tan inmenso, y su bondad tan pura, que todos querían estar a su lado. Y cuando tuvo la edad suficiente, dejó todo lo que conocía, su familia, su ciudad, para dirigirse a Ventormenta y formarse como sacerdotisa, ya que sentía que sumisión iba mucho mas de lo que ella conocía, sentía que Azeroth la llamaba, y quería poner su poder a el. Sabia que su destino era estar allí donde la necesitaban, y en medio de la Tercera Guerra, pensaba que no podía simplemente quedarse en su santuario rezando o cuidando del ganado.

Y no le fue fácil. La soledad fue su compañera, al igual que todo lo que echaba de menos su hogar y su familia. Apenas era una niña de doce años cuando llegó a la catedral de la Luz, donde se esforzó por empaparse de todos los conocimientos, donde su corazón se hinchó aun mas hacia la luz y sus dioses, con una pureza inmácula.

Lo que hizo cambiar a Arcaueta, vino poco después. Un sobre con malas noticias le hizo saber que la ciudad de Stratholme, había sido completamente arrasada. Su ciudad. Su familia.

Aquello fue un punto de inflexión para ella. Qué buscaba, que quería, que era el bien y el mal… Su solitaria figura se volvió aun mas solitaria. En muchas ocasiones pensó que si quizá, no se hubiese marchado, podría haber hecho algo por su familia… En otras pensó que fue el destino, quien quiso sacarla de ese lugar y darle un propósito, mucho mayor.

Cuando acabó su instrucción, pudo luchar del lado de la Alianza en multiples ocasiones. Aunque siempre tuvo sentimientos encontrados. En lo que a la Horda se refería. Y no es que le causara especialmente simpatía, ya que obviamente estaba del lado de la Alianza, pero comprendía que la Horda hacia las cosas mal y que toda aquella sangre derramada en batallas entre ellos deberían guardarse para luchar contra enemigos comunes, y para luchar por Azeroth. No quería creer en las facciones, pero no podía ver tampoco a la Alianza morir, y servirla era su deber.

Se esforzó mucho, y fue muy dura consigo misma. Los horrores de las batallas y el sufrimiento ajeno la hicieron desgastarse de gran manera, incluso llegó a pensar que no podía ser feliz, mientras hubiera alguien sufriendo en el mundo. Estuvo a punto de decaer, de dejarlo todo… Pero por fortuna conoció a una persona, que le hizo ver lo oscuro de sus pensamientos, y aquello no podía ser, no podía consumirla la oscuridad, si ella era luz.

Aquella llamada de atención sólo la hizo más poderosa, ya que comprendió que el amor podía ser dado…. Pero también recibido. Su mente cambió, hizo amigos. Se dio cuenta de que estaba disgustada con el mundo por lo que le había pasado a sus seres queridos, pero librándose de esa carga, dio un paso mas en su fe, y comprendió que aun que su destino era servir, no estaba mal si recibia algo a cambio.

Cabe destacar que se hizo amiga de una trol de la Horda, también sacerdotisa, y aunque sus dioses eran diferentes, su misión era la misma: llevar la luz, a sus aliados. Y en este caso, un aliado común: la paz. Juntas ayudaron a Colmillosauro a llevar su tarea, pero la trol murió poco después de que el orco muriera. Se llamaba Saura.

Cuando la Cuarta Guerra llegó a su fin, una esperanza se iluminó en su corazón… de otra vez a enfrentarse a un enemigo superior, por fin las dos facciones pudieran dejar de lado de una vez por todas sus diferencias.

Cuando llegó a las tierras sombrias ya tenia veinticuatro años, y una larga trayectoria como sacerdotisa a sus espaldas, un continuo vaivén de dolor y sufrimiento que sentía cada noche al dormir, como si el dolor de sus aliados, e incluso el de sus enemigos, quedara impregnado también en su piel a cambio de curarles y sanarles, de darles luz y guía. Y rezaba por ellos, por todos. Por los vivos.

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El aterrizaje fué más suave de lo esperado,una flexión de rodillas,amortiguó el impacto. Permaneció unos momentos en esa posición, mientras sus avezados ojos barrían el entorno…
Gris y polvoriento como cabía esperar en un plano donde impera la muerte. La figura de Mograine se destacaba sobre lo que parecía una batalla. Caballeros de la espada de ébano, combatían contra figuras cubiertas por una extraña armadura. Pronto, bajo el mandato de Mograine se abrió paso entre los combatientes. Acabando con algunos de ellos(parecían armaduras animadas por alguna magia),y liberando a su paso, a diferentes caballeros enzarzados en combates.
Mograine detectó restos de magia,y todos los indicios,parecían apuntar a Jaina,por lo que ambos se pusieron a buscar. Pronto la encontraron en medio de una refriega,y ambos colaboraron para lograr su liberación. Thrall se hallaba a su lado un tanto conmocionado.Entre todos,y librando diferentes escaramuzas,consiguieron llegar a una cueva cercana,que conocía la maga. Allí, combatieron a un extraño ser alado,que antes de morir,sentenció que nadie escapaba de las fauces,ni de su amo,El Carcelero…
Ya a salvo en la cueva,comenzaron a fraguar nuevos planes,con el objetivo de huir de allí.
Soul,pensativo,esbozó una torva sonrisa…
Esto comienza bien,seres alados…,un territorio prisión, y un nuevo enemigo…
¡Carcelero!..no sabes en que lio te has metido;y rompió a reir tétricamente. Esto es como volver a ser joven de nuevo…
Y arreglando sus vestimentas,se dirigió al grupo,que planeaba la nueva estrategia…
Continuará

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Lo dicho, voy a empezar la historia con este personaje, os la presento.

Se llama Ellarwen Hojainvernal. Guerrera miembro del ejército de las centinelas, donde no ha conseguido promocionar dado su difícil carácter y su dificultad para acatar órdenes.

Prima de Ardeniel y Eleanna, tiene la misma edad que Ardeniel y es un poco mayor que Eleanna. No se lleva bien con Ardeniel. Al tener la misma edad, siempre las comparaban inculcando la competición entre ambas.

Sin embargo, Ardeniel triunfaba provocando frustración en Ellarwen al ver como se quedaba atrás con respecto a su prima. El ingreso en el ejército de ambas empeoró esta situación, escalando Ardeniel pronto en el escalafón militar dada su diligencia y entrega, mientras que Ellarwen no conseguía progresar.

Al igual que Ardeniel y Eleanna, perdió a sus padres durante la guerra de los ancestros, acabando esta bajo las órdenes de su prima, lo cual le provocó un enorme dolor que aún no ha cicatrizado. Dolor por haber perdido a su familia, y dolor por haber perdido contra su prima.

Actualmente se encuentra en el destacamento de la guarnición de Nordrassil, condenada a jornadas de vigilancia eternas y, sobre todo, aburridas.

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-Bien,por donde empezamos?-preguntó Menel a Sandris.
-Por la ciudadela de la corona de hielo-dijo Plumaluna mirando al horizonte desde el alto de Krasus.
-Es una broma?
-No…como ya te dije Bolvar usó los restos del casco de dominación para abrir un portal a las Tierras Sombrías,al principio la espada de ébano y los primeros campeones terminaron en las fauces,los dominios del carcelero y su nueva “amiga” Sylvanas-dijo la general escupiendo el nombre.
-Sabes? mientras veníamos andando he estado pensando…no se suicidó Sylvanas desde lo alto de corona de hielo tras la muerte de Arthas?
-Eso dicen,sin embargo estaba al lado de Garrosh cuando el maldito orco atacó Gilneas.
-Ummm…Sylvanas apareció a media batalla.Y si…? -dijo Menel atando los cabos que le faltaban.
-Que sugieres?
-Tú me has dicho que a las fauces solo van las almas más malvadas.Y si de verdad murió e hizo un trato con el carcelero en ese momento? El no puede salir de las fauces…y ella pudo entrar en ese momento.
-Entonces esa maldita elfa de sangre podrida lleva años planeando todo esto?
-Eso creo San…y si es así nos lleva mucha ventaja.
-La cuarta guerra…Teldrassil…todo parte del plan?
-Creo que incluso antes…me atrevería a decir que en la guerra contra la Legión…hizo algo.Dejar morir a los suyos? a los nuestros? no lo se…no se que pensar.Lo que si se es que sea cual sea su plan está funcionando.
Ambas entraron en comunión mental con sus monturas y volaron hasta la aguja de corona de hielo.
Había varios caballeros de la muerte montando guardia cerca del portal.
-Mi nombre es Shandris Plumaluna gen…
-Sabemos quien eres-dijo un caballero de la muerte humano inclinando la cabeza-Este portal os llevará a Oribos,la ciudad eterna. El maestro Fordragon os estará esperando.
Se miraron mutuamente.
-Es seguro?-preguntó Menel
-Lo es…nuestros magos han estabilizado el portal,no tendreis que ir a las fauces.
-Mi madre está allí…lo presiento.
-Shan no lo sabes…y en todo caso es mejor reunir información y un pequeño ejército de ser necesario.
-No está bien…
-Y nosotras estaremos muertas si no hacemos las cosas bien.
Plumaluna suspiró largamente.
-Supongo que tienes razón-dijo la centinela avanzando hacia el portal.

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Mientras tanto, lejos de allí…
Camposanto, Kalimdor, campamento de refugiados Renegado:
Por irónico que pudiera resultar, nunca antes la zona de Camposanto había rebosado tanto de vida. Parecía ya un recuerdo lejano el día en que las fuerzas combinadas de la Alianza avanzaron por los Claros de Tirisfal y asediaron la ciudad de Entrañas, pero a nadie allí era capaz de olvidar los horrores sufridos al verse rodeados por tantos ejércitos deseosos de borrarlos de la faz de Azeroth. Parecía casi un milagro que tantos hubieran conseguido huir de la ciudad, si bien su número empalidecía frente al cuantioso número de almas que se perdieron durante la batalla. Muchos fueron los que emigraron a otras ciudades capitales, buscando en ellas la seguridad de sus muros y de los guerreros que las resguardaban, mas muchos se habían visto obligados a quedarse atrás, sobreviviendo como podían en los campamentos abiertos para dar cobijo a quienes habían perdido su hogar.

Con el fin de la guerra, parecía que la paz, si bien tensa y frágil, había regresado a Azeroth una vez más. Con el fin de las hostilidades abiertas entre facciones, muchos refugiados se habían envalentonado, y decididos a levantar cabeza una vez más, afrontaban los misterios del mundo y sus peligroso con el deseo de reconstruir sus vidas en otra parte. Quienes aún recelaban, y no exentos de razones para ello, parecían preferir la relativa seguridad del campamento, aguantando como podían en un lugar donde solo los no-muertos podrían tener el más mínimo de interés.

Varios cuerpos voluntarios velaban por los refugiados, siendo los miembros de la Corte del Olvido de los más presentes a la hora de asegurarse de que la esperanza no abandonaba a aquellas almas miserables, en gran parte gracias a las ocasionales misas, y a los esfuerzos de los acólitos del Cardenal y de las Hermanas Míseras. Una de estas, vestida con su oscuro atavío, se encontraba ocupada remendando una camisa agujereada, cuando una embozada figura se le aproximó por detrás.

  • Disculpe, hermana…-dijo esta, si bien la no-muerta apenas alzó cabeza, aún centrada en su tarea.
  • Si es para que le arregle algo, le pido que me de un segundo. Ya casi he terminado con esto-le interrumpió la Hermana-. Si es muy urgente, déjelo en la cesta con las demás, y cuando esté podrá venir a recogerla.
  • No, no eso lo que…
  • En cuanto al guiso, lo tendré listo en un momento. De mientras, si no puede aguantar, pregunte en las cocinas a ver si pueden darle algo, aunque seguramente le pedirán que colabore con alguna tarea a cambio.
  • No, yo he venido por…
  • Si viene a preguntarme sobre cuándo será el próximo sermón del Cardenal, la respuesta es que no lo se. Se anunciará con tiempo de sobra cuando…
  • Lirena Flormarchita-dijo entonces la figura, y las manos de la Renegada se detuvieron a media puntada. Por primera vez en lo que llevaban de conversación, la Hermana Mísera se giró hacia su interlocutor.

A primera vista, nada en su aspecto revelaba nada sobre su identidad, más allá de los dos colmillos que asomaban desde debajo de la capucha que cubría sus facciones, que lo señalaban como un orco joven. Por lo demás, una raída capa cubría su cuerpo, ocultando cual pudiera ser su atuendo o armadura actuales. No parecía, pero, que la idea preocupara demasiado a la Renegada, que mirando impasible al recién llegado, dejó la camisa a medio zurcir a un lado y se guardó sus utensilios en una bolsa de su cinturón.

  • …sígame-le indicó, echando a andar sin pararse a ver si la otra persona la seguía o no. Obviamente, este no tardó en seguirla a una distancia prudencial.

Mientras avanzaban por el desvencijado campamento, el orco recién llegado estudió a la Renegada en silencio, observándola mientras atravesaban el lugar. Nada en ella suscitaba peligro alguno, caminando con paso tranquilo y postura relajada y comedida, tal y como se esperaría de una sirvienta de la fe. De vez en cuando, alguien se le acercaba con preguntas y peticiones, ya fueran refugiados o otros voluntarios, que la Renegada despachaba rápidamente antes de proseguir su camino. En ningún momento se giró hacia él, pero el orco tenía bastante presente que seguramente estuviera tan alerta como lo estaba él.

Pronto, ambos abandonaron el ajetreo del campamento, adentrándose en una de las colinas colindantes al terreno, y la Renegada de nombre Lirena se detuvo en un profundo claro del bosque. Los árboles mustios y las gruesas telarañas los ocultaban de miradas indiscretas, y el lejano rumor del campamento les indicaba que tan alejados de todo y de todos estaban. Parecía que, fuera lo que fuera que tuvieran que tratar, la Renegada no quería que nadie más que ellos dos fuera partícipe, y eso al orco le pareció bien. Su conversación no era para oídos indiscretos, de todas formas.

  • Bien-empezó a decir, avanzando hacia ella-. No perdamos el tiempo con…

Un repentino Estallido de Fuego hizo su aparición a escasos centímetros de su cuerpo, envolviendo el lugar que hubiera ocupado de haber dado un paso más hacia adelante en una bola de fuego que pronto se disipó en el aire. Solo el suelo, carbonizado, revelaba cuan próximo había estado de su amargo final.

  • Solo dos tipos de personas saben donde encontrarme-dijo Lirena, dando la espalda al sobresaltado orco-. Cazarrecompensas, y rebeldes. Y ahora mismo, no quiero tener nada que ver ni con unos ni con otros.- Girándose, Lirena fijó sus ojos en las sombras que cubrían la cara del orco, como si pudiera ver más allá del límite de su capucha, y verle los ojos. Su mano derecha, de dedos huesudos, parecía presta para hacerlos chasquear.
  • ¡Es…espere un segundo! Yo…
  • En cinco minutos tengo que ponerme con el guiso para el siguiente grupo-dijo Lirena, alzando su mano levemente-, así que te doy dos para que me expliques por qué no debería convertirte en un montón de cenizas. Si fuera tú, los aprovecharía…

El orco tragó saliva. Le habían dicho que sería difícil de tratar, pero no se había imaginado cuanto…

  • Mi…nombre es Hiruk. Estoy con… Quiero decir, sirvo a…

Los dedos de Lirena volvieron a chasquear, y una nueva zona junto al orco Hiruk estalló en llamas, alcanzando con sus flamígeras lenguas el límite de su capa.

  • Aprovecha…tus…minutos…-le recalcó Lirena, volviendo a preparar sus dedos.
  • ¡Es…estamos en el mismo bando!-exclamó Hiruk, apagando a manotazos su humeante capa-. ¡Por favor, solo he venido para…!

Suspirando, Lirena pareció retractarse de su decisión, ya que de inmediato hizo el gesto de querer chasquear sus dedos. Alarmado, ya que algo le decía que esta vez su ataque no se limitaría a rozarlo, Hiruk se dio cuenta de que si quería salir vivo de allí, debería atajar e ir directo al grano.

  • ¡S-SYLVANAS…BRISAVELOZ!-exclamó, cubriéndose con sus brazos de la inminente bola de fuego…

…que no llegó. Al no verse repentinamente envuelto en llamas, Hiruk se atrevió a mirar tentativamente a la maga, todavía no del todo seguro de que esta no fuera a carbonizarlo en el próximo segundo.

Con el brazo a medio gesto de hacerlo, la Renegada parecía haber reaccionado al nombre que Hiruk gritó, ya que por primera vez cambió sus facciones al fruncir levemente el ceño. No bajó, sin embargo, el brazo, por lo que Hiruk aun no se sintió fuera de peligro.

  • …continua-le ordenó Lirena.

A pesar de sentirse aliviado, Hiruk tuvo el acierto de no mostrarlo con un suspiro. Aunque había conseguido un poco más de tiempo, todavía sentía que no estaba fuera de peligro.

La Dama de las Cenizas era muy voluble. Más le valía no serlo él.

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Silencio… una sensación que no había sentido en su cabeza desde antes de aquél fatídico día. En ocasiones solía escuchar en su mente la voz de Bolvar Fordragón llamando a continuar alerta respecto a los sucesos que acaecían durante el transcurso de la Cuarta Guerra, sin embargo desde la huida de Sylvanas las voces cesaron. Muchos se temieron lo peor, la usurpación por la reina alma en pena del Trono Helado y no pocas fueron las voces discordantes a cumplir sus órdenes pues muchos se encontraban en Acherus a consecuencia de sus actos y otros temieron que se volviera como Arthas.

Sin embargo la disciplina no entendía de supuestos, por lo que la rutina de entrenamiento continuó sobre las cada vez más gélidas aguas del gran océano, disciplina que el enano cumplió estudiando intensivamente bajo las enseñanzas de su maestro, todo aprendizaje era bienvenido, además, aprender a tomar la fuerza vital del enemigo podría ser una herramienta más que útil en el futuro.

La llamada a filas retumbó por todo el complejo, el característico sonido estridente del cuerno nunca anunciaba buenas noticias, y en esta ocasión se trataba de la noticia más funesta que cualquiera de los presentes pudiera imaginar

Frente a ellos la familiar silueta rompía el horizonte acompañado por algo no tan familiar, pudo ver atisbos de miedo y temor en sus camaradas que trataron de disimular con frías miradas y caras carentes de vida en vano, algunos labios temblaban en la frenética lucha entre mantener la indiferencia y gritar de pánico, al igual que las largas piernas del zandalari que tenía frente a él trataban de luchar por mantener al altivo trol erguido, con leves movimientos de sus descalzos pies en contra de los mandatos de la disciplina castrense

_Algunos soldados trataban de poder ver en su totalidad el inaudito paisaje que se presentaba ante ellos, no por su belleza, si no por lo inaudito de ella, un gnomo casi se cae al intentar ver por delante de la voluminosa orco que tenía frente a él, una actitud inaceptable, al igual que la malograda formación, que parecía más un acordeón que algo salido de unos de los ejércitos más férreos de Azeroth, tampoco eran dignos los murmuros entre sus integrantes.

  • Debimos haber acabado con esa Alma en Pena hace años, solo nos ha traído problemas desde que murió. Dijo el worguen de pelo albino como las nieves bajo ellos a la elfa de oreja cortada de la fila contígua escupiendo sus palabras.
  • Seguro que ha sido ella quien causó la locura de hace unos días, le arrancaré el alma yo misma por hacerme matar a mi camarada gruñó la ajada elfa de la noche que le respondió.
  • Esto… esto es demasiado hasta para ella… como… ¿Cómo ha podido?.. Trataba de acabar la frase para sí mismo ignorando a los demás presentes, pero la inquietante imagen que sus muertos ojos abiertos como nunca antes trataban, en vano, de analizar en la búsqueda de algún sentido para aquello que aún no tenía explicación.

Frente a ellos se localizaba la familiar silueta de la Ciudadela de Corona de Hielo, con su característica torre esbelta tratando de romper el cielo con sus agudas agujas, como se diría figuradamente ante una estructura tan alta… salvo que esta vez se trataba de forma literal

Que… ¿Qué demonios ha pasado?.. Aide… _Se mordió la punta de la lengua, habían cosas que sus fríos camaradas no debían saber, además, los sucesos de Ny’Alozha aún quedaban cercanos, no habría tenido tiempo para ocasionar esto y el nombre de Sylvanas estaba en boca de todos tras su huida de las polvorientas murallas de Ogrimmar.

Sobre sus cabezas el siempre oscuro y tormentoso cielo de Glaciar de Corona de Hielo se presentaba calmado, inquietantemente silente.

Como un caleidoscopio se presentaba fragmentado en miles de fragmentos tratando de alzarse al final de un túnel al incierto destino, teñidas las esquirlas en miles de tonalidades azules y naranjas, danzando estas tonalidades en los miles de bordes y esquinas de lo que antes componían el marco del oculto cielo a los ojos de los mortales componiendo un mosaico de colores y formas tan bello como siniestro hasta para los testigos de Acherus, que afrontaron la muerte y regresaron de ella.

  • Esto no va nada bien… ¿Cómo se libró Sylvanas de morir ante sus manos?.. Se dijo en susurros para sí mismo el enano mirando fugazmente por el resquicio de su capucha.
  • ¡EN FORMACIÓN! Gritó visceralmente Nazgrim en el centro de la sala de entrenamiento, tras una larga vida marcial no perdía su sentido del orden, claramente enojado mostraba en su frente una vena hinchada, fruto de aquel intolerable caos nos aproximamos a Corona de Hielo, donde nos esperan Bolvar, los “Adalides” y… los líderes de las facciones, espero que no se maten allí, es lo último que nos faltaría gruñó alzando su vista a la ya cercana cumbre helada del complejo

A pesar de estar concentrado pensando en que le esperaba más allá del velo, el enano sintió inquietud al escuchar “Adalides”, ya había conocido a varios, en algún momento incluso llegó a ser nombrado a sí mismo con tal término que llegó a ser hasta molesto, pero como si de un castillo de arena en las blancas playas de Tuercespina se tratase todos ellos perecieron, algunos tratando de alargar míseramente su vida, otros sacrificándose heroicamente para arañar días de vida a inocentes, pero al final todos sucumbieron, cuando escuchó en boca de Nazgrim la palabra “fauces” cerró cual carpeta sus pensamientos y regresó a la realidad, dejando caer un leve e inapreciable suspiro.

No sabemos si lograremos salir de aquel infierno, muchos caerán en combate, pero si queremos que este planeta tenga otro amanecer será necesario, no tememos a la muerte, prepárense porque vamos a desembarcar, intenten no asustar a esos cretinos de alta cuna de la Alianza.

Acherus redujo su velocidad al aproximarse a la cumbre de la ciudadela, un sonoro estruendo resonó por las frías paredes de la nave cuando tomaron contacto acompañado de una fuerte sacudida, que hizo caer a algún que otro necrófago, marcando el inicio de lo desconocido, en el centro de la explanada se encontraba la plataforma de teletransporte que los llevaría hasta el mismísimo Trono Helado, donde recientemente sucedió el hecho que cambió todo el devenir de Azeroth y probablemente el ciclo entre la vida y la muerte.

Marcharon firmes hacia la plataforma, ignorando el recuerdo de la batalla entre los campeones que vencieron al Rey Examine y el propio hijo de Colmillosaurio una década atrás, lo siguiente que vio el enano fue a Bolvar sin el yelmo de Dominación sentado pensante en el Trono Helado, aún quedaban marcas de la encarnizada batalla allá donde mirase, fragmentos de hielo de considerable tamaño, marcas de impactos de flechas y la pesada maza del rey, marcas dejadas por el roce de cadenas por el helado suelo, todo indicaba que lo sucedido allí fue la causa del cielo fragmentado, la locura en Acherus y la ausencia del Yelmo en la cabeza de Bolvar.

El Trono Helado, quizás debería en un futuro…Miró al Trono de hielo y su huésped hasta que el primero de los líderes de la Alianza, Genn, apareció frente a ellos

Momentos después llegaron los líderes y representantes de ambas facciones, quienes fueron dispuestos por separado acorde a su afiliación para evitar más problemas de los que sobre sus cabezas tenían. Algunos saludos formales se realizaron entre ellos, pero era palpable la tensión entre ambos lados, Tyrande y Thalyssra se miraban con desprecio entre ellas, Genn por su parte no se sentía comodo estando en aquel lugar profano, por suerte la Espada del Ébano y Bolvar velaban para mantener la tensa paz entre los presentes.

Así que el Consejo ha sobrevivido… Pensó sin apartar la mirada al grupo de líderes.

Pasados unos minutos ,tan tensos como la cuerda de un arco, llegaron algunas caras conocidas acompañadas por Darion Mograine, no le prestó atención, pues solo pensaba en lo que vendría a continuación, algo que le atemorizaba, las Fauces y el temor a lo desconocido ahora que su futuro había quedado completamente alterado, por primera vez en años era libre…o al menos eso podía permitirse el privilegio de pensar.

El portal formado por los fragmentos del Yelmo de Dominación inundó toda la planta a los pies del Trono Helado, tan oscura como el vacío avanzaba bajo sus pies, a partir de aquello todo sucedió como un abrir y cerrar de ojos, Tyrande saltó al centro de la oscuridad y tras ella los que pasarían a llamarse “Caminantes”, tras ellos la Espada del Ébano cargó al grito de Nazgrim, el enano marchó al interior de ese portal oscuro, viendo por última vez el helado norte de Azeroth.

Continuará…en las Fauces.

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-Gryshka, tenemos que hablar.

-Si es de lo que yo creo ya lo hablamos ayer, y anteayer también, y ya sabes mi respuesta.

-Cuando piensas echar a ese elfo patético y zarrapastroso, lleva meses aquí, no hace mas que beber en silencio, asustar a los clientes, llorar y murmurar incoherencias… ¿y has visto como huele? Trabaje durante años en las granjas de cerdos y aquello parecían los campos de flores de Mulgore comparado con el.

Gryshka siguió a sus quehaceres en la taberna.

El orco que la interpelaba, bajo la voz y le dijo de forma sombría:
-Y por si fuera poco, es un seguidor de esa elfa traidora que casi nos destruye, ¿que mas necesitas para saber que estas acogiendo a un criminal?

Gryshka se volvió hacia el orco y lo miro llena de furia.
-Veo que tu memoria es muy selectiva, eh, ¿capitán de los Kor’kron?¿No te perdonaron cuando derrocaron a ese bufón con cabeza de ogro de Garrosh?¿O es que el merece otro trato solo por no ser orco y haber seguido a una no-muerta?

El orco gruño y se dirigió a la entrada de la taberna, por el camino, un tufo rancio, como el de ropa largo tiempo sin lavar le llego a la nariz.

El hedor llegaba de la barra, donde un pálido y flacucho elfo se encontraba cabizbajo sobre una jarra de cerveza, sus ojos eran de un color dorado apagado, sin brillo, y estaban rodeados de unas profundas ojeras, una rala barba descuidada le crecía sin simetría por el rostro, y su cabello antaño brillante se encontraba despeinado y alborotado.

El orco resoplo despreciativamente y se marcho.

Gryshka comenzó a limpiar las jarras mientras miraba misericorde al elfo, le recordaba tanto a su hijo… el cual había muerto en el asedio a Orgrimmar durante la dictadura de Garrosh.

Llevaba meses allí, en un estado lamentable que no hacia mas que empeorar.

Recordaba perfectamente el día que llego, pálido y apaleado tras haber intentado organizar una resistencia de fieles a Sylvanas el día que esta asesino vilmente al honorable Colmillosauro y haber sido linchado por la muchedumbre. Desde entonces habían sido pocas las palabras que había pronunciado, solo algún murmullo inaudible, o un tímido “gracias” cuando el dorado liquido alcohólico le era dispensado.

A veces salía al atardecer, y sabia por conocidos que caminaba hasta la costa, donde se sentaba durante horas a observar el mar.

Alguna vez había tenido que ir a buscarlo al ver que no volvía y lo había encontrado inconsciente en algún callejón, a veces desfallecido por el alcohol y la mala alimentación, a veces golpeado por los ciudadanos que lo reconocían.

Otros días no salía de su habitación, ella lo tenia acogido como su huésped sin cobrarle.

En una ocasión, llamo a una vieja amiga sacerdotisa para que le hiciera un sondeo mental sin que el se diera cuenta, aunque probablemente no hubiera dicho nada, aunque hubiera sido así.

-Este muchacho ha perdido toda esperanza, todo sentido en la vida, francamente, he visto mas vida en un cadaver.

La situación se alargo durante meses, hasta que comenzaron a llegar extrañas noticias del norte… y mas tarde, unos siniestros seres alados se llevaron a Thrall y Baine.

Aquella noche la taberna estaba abarrotada, y el elfo se encontraba como siempre apartado en una esquina de la barra, sumido en sus pensamientos.

Uno de los presentes, un siniestro renegado con una gabardina negra y una sonrisa cruel, no paraba de mirarlo.

Gryshka vigilaba la situación, si intentaba hacerle algo ella misma acabaría con su no-vida.

El renegado se puso en pie y camino hacia el elfo, Gryshka se mantuvo alerta por si tenia que intervenir, pero este solo se acerco a la oreja del elfo y le susurro algo.

Por un momento, los ojos del elfo se abrieron como platos, cuando se dio la vuelta, el renegado ya salía por la puerta, tras haber arrojado unas monedas de mala manera sobre la barra.

A la mañana siguiente, Gryshka se dirigió a la habitación del elfo como hacia de vez en cuando para adecentarla un poco, encontrándola totalmente recogida y ordenada, sobre la cama, perfectamente hecha, encontró una bolsa de monedas y una nota en la que ponía:

-“Gracias, Gryshka, no olvidare lo bien que me has tratado, perdón por las molestias que te haya podido causar, un abrazo” - Lionheart.

Gryshka sonrió mientras una lagrima caía por su mejilla.

Aquella mañana algunos ciudadanos vieron al elfo salir de la peluquería lo mas arreglado que pudo y dirigirse hacia la torre de Zeppelines, embarcando poco después en el que lo llevaría a su destino: Rasganorte.

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Hacía tiempo que no usaba un portal,y menos uno que interconectase dimensiones,la de la vida y la muerte. Perdió la noción del tiempo y la realidad mientras parecía estar atrapada en el vórtice lo que le pareció una eternidad.Notó que su cuerpo se estabilizada,al menos en parte,pues perdió el equilibrio,fue su amiga de la infancia quien la cogió por la muñeca y tiro de ella hacia si.
-Estás bien Nel?-preguntó Shandris.
-Si,solo un poco aturdida-contestó la sacerdotisa.
-Ha estado cerca-suspiró aliviada Plumaluna.
Menel se giró para ver a lo que se refería la general y palideció del susto.Había estado a un par de pasos de caer a un infinito vacío.Entonces miró a su alrededor.Estaban en lo alto de una torre que se perdía en ese infinito hacia abajo.La estructura era inmensa,del diámetro de Teldrassil,gris y azul.
A su lado unos pebeteros ardían con una sustancia azulada que le recordó a los fuegos fatuos de su raza. Bajo sus pies,un par de metros más adelante había tallado en el suelo un enorme símbolo Uroboros,que representaba a una serpiente devorándose a si misma y naciendo otra vez,el eterno ciclo de la vida y la muerte.
Se giró de vuelta hacia esa nada infinita pero esta vez miró en todas las direcciones.Abajo a su derecha vio un inmenso vórtice de colores rojo y negro que no cesaba de girar.
Y lo supo,lo supo porque una especie de terror se sacudió con fuerza dentro de ella.Horror,miedo y desesperación se apoderaron de su alma y su mente.
Shandris al verla estática y con la cara desencajada se acercó a su lado. Y palideció del mismo modo.
-Es…eso.
-Si,tú también lo sientes?-preguntó la sacerdotisa.
-No sentía tal horror desde que vi arder nuestra tierra.
-Eso…también es culpa de Sylvanas Brisaveloz. Todo esto es culpa suya.Quiero matarla Shan,miro ese horror y entiendo a tu madre,sin embargo…
-Eso no ayudará a las almas de los nuestros que pertenecen atrapadas ahí abajo.
-No…no lo hará.
Una voz tras ellas les hizo girarse.
Aaahhhh-dijo el dueño de la voz-habeis llegado. Bolvar Fordragon os espera.Seguidme si sois tan amables.
Menel lo examinó. Era una entidad de gran tamaño,flotaba e iba imbuido en una armadura de color cobre y azul que le tapaba por entero,incluido el rostro.
Se giró y empezó a flotar hacia la gran entrada que había al fondo.
Cuando se acercaron Menel pudo divisar otro vórtice,uno en medio de la sala circular. Quiso echar a correr y detener aquella locura. Shandris le había hablado de ello. Sin la Enjuiciadora las almas de todos los mundos caían directamente a las Fauces.Más allá del horror y la desesperación sintió impotencia.
Llegaron a una sala en la que Bolvar Fordragon,Taelia,Calia Menethil,Jaina,Thrall y Baine se hallaban reunidos ante un mapa y más de aquellos seres.
Una se presentó a ellas como Tal-inara,la honrada voz de la Enjuiciadora. Plumaluna se fue hacia ella preguntándole como encontrar a su madre.
Tai-inara le respondió que nada ni nadie había salido de las fauces hasta que los campeones de Azeroth habían llegado a las tierras sombrías y abierto la piedra de puerta.
Fue Bolvar quien habló esta vez y ambas se giraron a escucharlo.
-Puede que seáis la única esperanza para Tyrande.Debeis viajar a Ardenweald,alguien a quien conocéis bien os espera.
Las dos kaldorei se miraron extrañadas. Alguien a quien conocían? Imposible. Pero el rey Exánime no respondió nada más.Y otro de aquellos entes llamado Ka-sher les pidió que lo acompañasen.
Se colocaron sobre una runa que las transportó un piso más arriba.Caminaron hacia una plataforma donde les presentó a otro de los suyos como Roh-Avonavi,Escriba de caminos.
Invocó para ellas dos vermis hechas de ánima y se adentraron por un túnel que parecía un portal temporal.
Sin embargo poco después se encontraron volando sobre Ardenweald. Menel anonadada miraba a Shandris.
-Se parece a…
-El sueño esmeralda si-contestó Plumaluna a voz en grito tras leerle los labios y el pensamiento.
-Es muy hermoso-dijo la sacerdotisa mirando alrededor.
Pronto divisaron un enorme árbol en la lejanía y sus monturas parecían llevarlas hasta allí.
-Teldrassil…-musitó.
Ardenweald le recordaba tanto a su raza,a su tierra…

Tiempo después las vermis las dejaron sobre una plataforma.
Una extraña hada se acercó a las elfas y en tono dicharachero les dijo:
-Venid,ella os espera.Vamos,vamos!!
La siguieron por una cuesta en espiral y Menel miró hacia el centro de aquella sala.
Flotando algo como una enorme bellota ocupaba casi todo el espacio aéreo de la misma.
-Es el corazón del bosque-explicó el hada como si con aquella referencia ellas lo entendieran. Y lo entendieron,eran kaldorei.
De pronto la sacerdotisa vio a quien las esperaba y palideció.Pero esta vez no de horror si no de alegría,sorpresa e incredulidad.
Se acercó a ella olvidando a Shandris,olvidándose de todo por unos instantes y se arrodilló ante ella con lágrimas asomando en sus ojos.
-Levántate sacerdotisa-dijo con esa dulce voz que Menel había escuchado en muchas ocasiones.
-Ysera…yo…lo siento-dijo sintiendo que la congoja le atenazaba la garganta.
-Tuviste que hacerlo,tuvisteis que hacerlo.Xabius me transformó en un monstruo de la pesadilla,no llores.
-Pero…
-El ciclo de la vida y la muerte…aquí estoy de nuevo,he renacido.
Shandris se arrodilló a su lado.
-Vamos,vamos…levantaros ambas,tenemos mucho de que hablar.

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Si algo había aprendido Lirena en todos sus años como Renegada, era que el mundo se regía por dos verdades de las cuales radicaban prácticamente todos los males que a su vez la asolaban: todo el mundo tenía ideas, y todos creían que las suyas eran buenas.

Ella no había sido una excepción.

Haciendo memoria, Lirena no sabría identificar el momento o decisión que marcó su vida hasta convertirla en lo que era actualmente. Ella una vez fue un ser patético, marcado por la timidez y el temor que tanto la condicionaron en vida, y que parecía habérsele pegado en la muerte como los gusanos que una vez se cebaron con su cuerpo. Habían hecho falta muchos combates, mucha sangre, y sobre todo mucho miedo, para que sus defectos como humano abandonaran su ser, convirtiéndola en la fiel maga de la Horda que una vez defendió los muros de Orgrimmar contra los traidores que la hubieran entregado gustosos a los perros de la Alianza y a su “Rey Niño”.

Ahora, viéndose en el exilio y sola, todos sus esfuerzos durante la defensa de Orgrimmar y la larga rebelión que le siguió, los atentados y ataques que perpetró junto a aquellos que compartían su ideal y que no hicieron otra cosa que estigmatizarlos con la etiqueta de “terroristas”, lejos de su objetivo inicial de liberar a la Horda de los usurpadores que gratamente se habrían dejado encadenar por aquellos cerdos vestidos de azul…

…la Hermana Mísera no podía sino suspirar, preguntándose si todo había merecido la pena, al fin y al cabo. Después de todo, nadie podía negar que su causa había fracasado…

Sin embargo, las palabras del joven Hiruk habían despertado la esperanza en el mustio y apagado corazón de la Renegada. Su Reina, legítima gobernanta de la Horda, había vuelto a hacer acto de presencia, esta vez en las míticas e inalcanzables tierras más allá de la muerte… las Tierras Sombrías.

No había perdido ni un instante en hacer su petate y emprender el largo camino hacia Rasganorte, donde según se contaba, la Espada de Ébano tenía montado el portal que conectaba con el supuesto Otro Mundo. Grupos de voluntarios se encontraban siguiendo los esfuerzos de los Adalides de Azeroth, los cuales habían abierto camino asaltando las tenebrosas Fauces y accediendo a la ciudadela de Oribos, desde donde se encontraban ya organizando los esfuerzos con ayuda de las diferentes facciones del lugar.

Nada de eso le incumbía a la maga, sin embargo, ya que otras tareas más acuciantes ocupaban su mente que la salvaguarda del mundo de los vivos y de los muertos. Con Sylvanas otra vez localizada, había llegado la hora de que quienes aún creían en ella se alzaran y emprendieran la larga marcha para unirse a ella y, tal vez así, comprender mejor las extrañas decisiones que habían provocado que lo que una vez se les antojó como el más glorioso de los futuros para la Horda, se torciera en la extraña estampa de mal gusto que era hoy día.

El viaje fue largo y peligroso, ya que si quien no debía la reconocía, daría con su huesudo pellejo en la prisión más cercana en el mejor de los casos, o sería ejecutada en el peor de ellos. Cubierta con su capucha y capa, esperaba que la visión de su hábito disuadiera a los demás de indagar mucho sobre su identidad mientras atravesaban el Mare Magnum. Solo su fiel amiga, la rata de pelaje blanco que portaba el nombre de Sally, la acompañaba mientras se acercaban a su destino, el aire volviéndose cada vez más frío y el ambiente más inhóspito a medida que se aproximaban a los fiordos de Rasganorte.

Los ánimos parecían ser bastante diversos en el barco. Muchos de los presentes, guerreros y magos de las diferentes facciones de la Horda, susurraban entre ellos sus propios pensamientos acerca del lugar al que se dirigían. Muchos eran los que se preguntaban cómo serían las Tierras Sombrías, o la mítica Oribos de la que tanto habían oído hablar. No faltaban los que se preguntaban si sería posible coincidir con esta o aquella alma que conocieron en vida, y todos parecían entusiasmados con la idea de ver en vida el mundo de los muertos, si bien el nerviosismo y la tensión estaban igual de generalizadas.

La propia Lirena no podía sino preguntarse cómo sería ver el mundo de más allá de los límites de la vida y la muerte con sus propios ojos. No recordaba nada del día en que murió, habiendo un agujero en sus recuerdos entre el instante de su muerte y el segundo en que volvió a la vida, y no sabía si sentiría algo al verse personificada allí. ¿Sentiría nostalgia, tal vez? ¿Una sensación de deja vu? ¿O simplemente sería otro lugar, un destino más al que su alocada vida de extrañezas y raros encuentros la había encaminado?

Tanto daba. Tenía una misión que cumplir, y nada más importaba. Tenía que encontrar a Sylvanas Brisaveloz, estuviera donde estuviera, y responder así a la pregunta que no abandonaba sus pensamientos en las largas horas de travesía recorridas:

¿Cuál sería su siguiente “gran idea”?

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El recio cruzado argenta, de pelo cano y marcadas cicatrices en la cara, le miraba con el ceño fruncido, con una más que marcada muesca en la cara, denotando el asco que le producía su mera presencia, aquella mirada de odio parecía provenir de lo más profundo de su alma, si no fuera por la excepcional circunstancia en la que se encontraban lo más probable es que hubieran llegado a las armas, o al menos a las manos, pero algo superior amenazaba con acabar con todos ellos, por lo que por el momento se trataba de cooperar para acabar con el ataque de los no muertos

  • Y bien… ¿Cuántos traes? Preguntó el cruzado a regañadientes
  • 15 necrófagos que se atrincheraron una casa del Casco Antiguo dejó caer el saco que cargaba a sus espaldas en la mesa de madera que hacía de barrera entre ellos, goteando un pestilente fluido negruzco
  • Te has dejado uno señaló al necrófago que esperaba a la sombra de la espalda del ser que estaba tras la mesa mátalo y dame su cabeza o no habrá recompensa. Cruzó sus brazos mirándole con malicia, sonriendo mostrando sus dientes
  • Este viene conmigo, no te hará nada si no se lo ordeno aunque… tú no tienes nada de que temer ¿verdad? Se inclinó hacia la mesa apoyando su brazo derecho en el pestilente saco abultado, el necrófago se puso a su par tras la mesa, lo que puso en alerta a los cruzados de su alrededor
  • Vete de inmediato o tomaré esto como una amenaza, nadie se extrañaría de que uno de los vuestros hubiera enloquecido y créeme, os tenemos muchas ganas. Los cruzados empuñaron sus armas a la vez que el veterano comandante endurecía su tono de voz, cada vez más cargada de odio y resentimiento.
  • Los pasos firmes cada vez más cercanos quedaron acompañados de un grito ¡Basta ya!, ¿Es que no veis que estamos siendo atacados por la Plaga?, ¡Necios!. Con tono claramente enojado el paladín de áureos cabellos se puso a la altura de la mesa y dejó caer otro saco, también supurando aquel pestilente fluido negruzco Dale las insignias y continúen sus misiones, aún quedan bolsas de resistencia en los Canales, hay heridos que necesitan asistencia.
    La presencia del recién llegado hizo que todos recuperaran la cordura, los cruzados envainaron sus armas y regresaron a sus posiciones, el Comandante abrió sendos sacos y contó las cabezas de necrófagos cercenadas, una vez hecho el recuento sacó de una caja metálica unas monedas de plata con la insignia Argenta estampada en ellas y las depositó en dos saquitos de cuero, dándosela en mano al humano de áureos cabellos y lanzándolo al aire al de cabello níveo, que cogió con vacilación.
  • Mirando al frio rostro del humano acompañado del necrófago entrecerró los ojos Que sepas que no olvidamos lo que hicieron hace dos años, algún día pagaran por ello.
    Suspirando dio al necrófago el saco, que con sorprendente agilidad para su estado de descomposición guardó en la bandolera que colgaba de su hombro, se dio la vuelta dando la espalda e ignorando el aviso de aquel veterano cruzado, de aquel humano que alivió la tensión hubo ni rastro
  • Hora de cobrar por la caza, ¿Tienes hambre Osahendido? Este hizo un grito gutural claro que tienes, vamos a ver si te deja algo, pero antes tenemos que pasar por el banco.
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La añeja tasca estaba tan llena de clientela como siempre, salvo que la habitual alegría acrecentada por litros de cerveza y licor, por no decir de sus habituales peleas, también incentivadas por el alcohol, estaba inusualmente calmada, incluso se podría decir que imperaba el civismo, algo que contrastaba con el jolgorio que reinaba no mucho antes, con las noticias de la caída del Imperio Negro
La atmosfera reinante era lo opuesto a lo que se acostumbra imaginar cuando la palabra “tasca” o “taberna” viene a la mente, los gritos fueron sustituidos por murmuros y conversaciones a baja voz, los improperios tornados en teorías y conspiraciones a cada cual más descabellada y lejos de la realidad, los suculentos platos y jarras a rebosar de cerveza traída desde los fríos valles de las tierras enanas dieron lugar a espartanas raciones de frutos secos y embutidos con una rebanada de pan, la bebida tampoco fue mejor, jarras más pequeñas de cerveza de los Páramos de Poniente, más agua que otra cosa, era lo que un ciudadano ordinario o un aventurero normal podía permitirse, la guerra había concluido hace poco, pero ahora empezaba a notarse sus efectos, con tierras perdidas, falta de mano de obra, perdida en los frentes y en general escasez y carestía.
Los ánimos de los presentes tampoco era mejor, caras largas, con ojeras, heridas frescas o vendajes aún frescos retroalimentaban el ambiente depresivo que emanaba del añejo local amenazaba con hundir en la miseria a todo quien entrase en él, salvo que de puertas afuera la situación era peor, los inesperados ataques de una Plaga que se creía controlada y bajo custodia junto a la repentina desaparición de varios líderes no ayudaba a la extenuada población a levantar la moral, el hartazgo era patente en cualquiera tras décadas de penurias y miseria, en las que apenas hubo respiro alguno, todos habían perdido familiares y amigos en ataques o guerras, y muchos pasaron por un frente, de entre ellos unos pocos destacaron y lucharon por todo lo que ven, gentes ordinarias que lograron cosas extraordinarias, a estas alturas ya se confiaba más en esos “adalides” o “campeones” que en los líderes que les gobernaban y llevaban a la guerra, pero poco se supo de ellos tras la caída de Ny’alozha salvo que ayudaron en los momentos más duros del ataque reciente, algunos de los “parroquianos”, curiosamente los más creyentes, rezaban para que lograsen dar fin al ataque, otros más escépticos pensaban que todo era culpa de esa tal Sylvanas, y que si tan buenos eran esos “héroes” por qué no lograron matarla, que ellos la hubieran matado hacía años, otros simplemente bebían esa aguada cerveza para tratar de hundir sus penas un poco más.
Los más ancianos del local contaban sus historias añorando los tiempos anteriores a la Primera Guerra, cuando la ahora deslacada y desgastada barra brillaba con luz propia, reflejando a quienes se mirasen en ella cual espejo, donde los barriles de la mejor cerveza enana rodaban sin parar y las mejores carnes de Lordaeron deleitaban a ciudadanos y visitantes por igual, tiempos ya pasados, recordados con añoranza y deseo ante un futuro más que negro e incierto.
Lo que no había cambiado era el olor, más liviano pero persistía el olor a cerveza seca y pasada, carne a la brasa, aunque en mucha menor cuantía, encurtidos y sudor de humanos y enanos ante todo, todo mezclado daba lugar al característico hedor a taberna llena.
En la mesa más cercana a la atrancada puerta, tan descuidada como el resto del local y ennegrecida por la falta de cuidado, la lluvia y el sol y con fragmentos de laca blanqueadas y cuarteadas cual escamas tras la muda se encontraba sentado un humano de áureos cabellos con un pequeño bol de barro astillado y agrietado, lleno de diversos frutos secos, con las pasas secas dejadas en un lado por el mismo cliente, al lado de este su yelmo dorado descansaba en la vieja mesa, que al mínimo toque traqueteaba, no se sabe si a consecuencia de alguna de sus patas más corta que las demás o del suelo de madera, que crujía a cada paso que alguien daba, hace tiempo que el dinero no daba para mantener el local como el día que comenzó la Primera Guerra
El humano, claramente aburrido por la forma en la que escrudiñaba cada uno de los frutos antes de comérselo y en como palpaba su yelmo mirando con atención las muescas y pequeñas abolladuras de este, esperaba pacientemente, sin darse cuenta movía su pierna derecha rítmicamente hacia arriba y abajo, haciendo crujir un poco el suelo y traqueteando la mesa, ya de por sí coja, como aquel individuo dos mesas adelante que ahogaba sus penas en aquel fermentado que apenas podía considerarse cerveza

  • ¿Pero por qué demonios tarda tanto?, que él no envejezca no significa que yo tenga toda mi vida para esperarlo con su dedo índice tocaba la mesa una y otra vez, impacientemente, miró el reloj de pie, carente de cristal la portezuela que en algún momento protegió el ahora oscurecido péndulo, tras la lamentable barra, junto a la joven tabernera de pelos rojos como la lava que servía de la barra otra pinta Ha pasado ya casi una hora ¿Cómo se puede tardar tanto en ir al banco si está aquí al lado?.. espero que no esté otra vez en líos con los Argenta suspiró y tomó otro cacahuete que se tragó de inmediato
    Un humano de tez pálida, ojos celestes cuyas órbitas emitían un aura fantasmagórico que a más de uno asustaba, pelo albino, tan blanco como las nieves de los valles del norte de donde provenían las añoradas cervezas ahora inexistentes en aquel local y considerable altura entró en el local, miró a donde estaba el aburrido paladín de pelo áureo, se acercó, no sí antes hacer una seña al ser profano que le acompañaba para que se quedase fuera junto a los felinos de un cazador que también estaría consumiendo, y alzando levemente la silla de mimbre, a la cual más de una fibra rota quedaba revelada de su propósito, sacó un poco para luego sentarse en esta, unos leves movimientos en búsqueda de la mínima comodidad que aquel mueble podía propiciarle dio testamento de lo espartano del local, alzó la mano buscando la atención de la joven camarera y pidió dos pintas y algo de comer, unos costillares de jabalí con la salsa de la casa tendría que bastar, de sobra para aquellos comensales.
  • Estoy muerto de hambre ¿A qué banco te has ido, al de Forjaz? Miró frustrado el paladín a aquel rostro muerto, claramente enojado y hambriento
  • Ahora tendré yo la culpa que las de las ventanillas tarden dos horas en atenderte, también de que parezca que te estén haciendo un favor al cambiar las insignias por oro. refunfuñó el no muerto
  • ¿Cuánto te han dado por cierto?, mi yelmo necesita una puesta a punto y me temo que no será barato precisamente.
    El Caballero de la muerte sacó un saco de cuero negro de su mochila, abrió el cordel y dejó caer el contenido, para empezar a apilar las monedas según su tipo, contando y memorizando las monedas de oro de los montoncitos apilados en la mesa
  • Por este día llevamos unas 459 monedas de oro, si le quitamos alojamiento, comidas y suministros creo que nos quedaremos con 108 monedas… es mucho menos que ayer suspiró y guardó de vuelta en el saquito los montones, de uno en uno en un par de días está todo controlado, creo que deberíamos pensar en irnos a otro lugar.
  • Entiendo, da para arreglarlo y ahorrar un poco, pero por fortuna para todos, o para nuestra desgracia, aquí ya no hay más trabajo… por cierto, ¿alguna noticia de Acherus?.

El Caballero de la muerte miró a su alrededor buscado oídos indeseados, al darse cuenta de que la ebriedad era la normalidad allí volvió su mirada al paladín Algo ha pasado con el Rey Exánime, pero no sabemos nada más, solo que se están desplazando a Corona de Hielo… esto no me gusta nada, no es normal algo así, ¿Cómo va la situación en la Mano de Plata?

  • Seguimos colaborando con la Cruzada Escar… perdón la costumbre, Argenta en las zonas donde ha habido ataques, Crestagrana y Bosque del Ocaso están purgadas, pero las cosas en el Torneo Argenta aún están difíciles, aunque parecen que andan controlando la situación.

  • Entonces parece que tendremos que despedirnos pronto… pronto me destinarán al frente, una lástima, esta colaboración estaba siendo bastante fructífera la verdad bajó la cabeza levemente el no muerto.

  • Eso parece, no sé dónde me destinarán, pero dudo que tras los incidentes de hace unos años volvamos a colaborar, demasiado odio entre los nuestros… oh gracias puso frente a él la cerveza fría que la apuesta tabernera dejó junto a los costillares recién hechos

  • Nos volveremos a ver seguro, no pienso caer en combate tan pronto, este señor aún tiene mucha guerra que dar, de eso puedes estar seguro aunque aparentando estar en su veintena, hacía décadas que aquel no muerto sucumbió a la Plaga

  • Je, quien me iba a decir que colaboraría yo con un no muerto, ¿no es curioso los giros que da la vida?.

  • No me lo recuerdes, aún parece ayer cuando me destinaron a la gran capital…suspiró un brindis por estar aquí hoy.

  • Claro…y que sean muchos más.

Ambos hicieron chocar sus jarras de barro dejando caer algo de aquella aguada cerveza a la añeja mesa para dar un gran trago a este, aunque dejara mucho que desear siempre sabía bien en momentos así

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El necrófago luchaba con uñas y dientes contra aquellos felinos por aquella costilla de jabalí medio mordisqueada en la entrada del destartalado local mientras la gente pasaba de largo o dedicaba algún reojo por la escena, la brisa costera acariciaba con delicadeza las ropas tendidas al sol, por primera vez en una semana, la calma parecía volver a la ciudad, y con ello su vida ordinaria, las noticias del fortuito ataque de la plaga quedaron relegadas a un segundo plano ahora que se retiraron a las lejanas tierras de Rasganorte, pero la incertidumbre era dominante en todo el mundo ahora que el monarca se encontraba en paradero desconocido y el Alto Exarca gobernaba como regente, en la otra orilla del basto océano la situación era similar con la desaparición de varios miembros del recién instaurado Consejo.

Nadie en la gran capital sabía que estaba aconteciendo en la gélida Rasganorte, pues los censores trabajaban a toda máquina para evitar que llegasen las infames noticias de lo sucedido en Corona de Hielo, lo último que necesitaban las más que maltrechas facciones era un levantamiento popular ahora que parecía albergarse un rayo de esperanza en el futuro, nadie en la Espada del Ébano, la Cruzada Argenta o cualquier orden que apoyaba la defensa contra la Plaga tenía permitido filtrar nada de ello bajo duras penas, lo que al joven paladín le suponía un dilema moral, pues entendía el motivo por el que se ocultaban los hechos, pero no veía justo que mantuvieran a la población en la ignorancia y la incertidumbre

  • Entonces… ¿Cuándo marcharán al norte? preguntó tras apoyar la taza de café aún humeante el paladín
  • Este no es lugar para hablar de “viajes”, mejor salgamos a algún lugar fuera de fisgones y gentes de mal vivir, quiero estirar un poco las piernas y además, “Osha” ya está aburrido Miró con indiferencia al necrófago que mascaba en balde la costilla carente ya de toda fibra muscular tras la ventana abierta del local, ¡La cuenta por favor! Dijo a la joven tabernera pelirroja levantando el brazo y agitándolo un poco.

Las calles se encontraban prácticamente desiertas, la mezcolanza de olores provenientes de todos los hogares de la ciudad se mezclaban en un festival de olores, a cada cuál más apetecible y delicioso, el recién comido paladín ya notaba algo de hambre y no hubiera dudado en aceptar cualquier invitación a los manjares hogareños que andaban en cocción, asado, fritura o cualquiera forma de cocinado de que se tratase, no es no le hubiera gustado el costillar menú del día, pero no había nada mejor que algo cocinado por una madre o abuela, algo que añoraba y que perdió para siempre aquél fatídico día, jamás olvidará aquel humilde cocido con garbanzos y verduras, antes de que su vida cambiara para siempre, a lo que suspiró mirando al adoquinado, con melancolía
El no muerto miró a su compañero, percatándose de que algo no iba bien ¿Te pasa algo?, te veo decaído… si es por la cerveza lo entiendo, esa orina de gato no servía ni para regar las plantas.

  • Ah no… no es nada, simplemente me vino un recuerdo del pasado, espero que esta gente no tenga que pasar por lo que pasé… perdón, pasamos.
  • Mientras sigamos vivos, bueno tú me entiendes, te aseguro que eso no pasará, no te calientes la cabeza imaginando imposibles y levanta esa cabeza, ¿acaso es digno ver un siervo de la Luz así?.
  • Supongo que tienes razón, por cierto ¿A dónde vamos?.
  • A algún lugar tranquilo.
    Caminaron por las desérticas calles de los Canales, esquivando a grupos de limpieza que cargaban de los cuerpos de los asaltantes de la Plaga muertos en carretas hasta sus topes, soportando el hedor de los cuerpos en descomposición, carentes de cabezas tras las “cosechas” de quienes defendieron la ciudad, tras un rato largo de caminata llegaron a los extramuros del barrio de los magos, tras unos árboles que daban a los acantilados que daban al mar, en aquel lugar solo se podía escuchar alguna campanada lejana, el viento proveniente del océano y algún pájaro piar tranquilo
    El no muerto comprobó minuciosamente que no hubieran oídos indiscretos en la zona, solo entonces miró al paladín, no sin antes indicar al necrófago que podía jugar un rato
  • Bien, no debería decírselo a nadie, pero te has ganado mi confianza durante estos meses, y ya me he asegurado de que no fueras un espía…no me mires así, nunca se puede asegurar uno lo suficiente… a lo que iba, algo gordo ha sucedido en la Ciudadela de Corona de Hielo, y por ello ha sucedido este caos, no por “un ataque comandado por un exánime que quiere aprovechar el vacío generado tras la guerra”, creo que esa parte ya la sabías sin que te tuviera que decir nada supongo.
  • El paladín respiró hondo y resopló Claro que sabía que era una excusa, por un alzamiento esporádico de la Plaga no iban a movilizar a todas las órdenes como están haciendo, aunque tampoco nos han dicho mucho más, eso sí, el nombre de Sylvanas circula por todas partes.
  • Esa condenada y maldita elfa… no nos ha traído más que problemas desde que ese bastardo de Arthas la alzó como su mascota, por su culpa no podemos volver a nuestra patria, ¡a nuestros hogares! apretó el puño enguantado el no muerto, dando un fuerte puñetazo al árbol cercano, haciendo saltar fragmentos de la corteza de este.
  • Me alegro saber que no soy el único que opina lo mismo de esa malnacida elfa, ojalá pudiera hacerle sufrir lo que nos ha hecho sufrir pero… no creo que sea el momento, tengo la sensación de que algo más… grande está dirigiendo esto, es una absurdez pero… bah, mi cabeza a veces no va bien, aún tengo reciente el lavado de cerebro de esos fanáticos.
  • Con su otra mano el no muerto se quitó los fragmentos de corteza que tenía los nudillos de su mano derecha Perdón, esto no es propio de mí pero es que cada vez que recuerdo a esa elfa pierdo la cabeza, saber que estuvimos a punto de recuperar dos veces nuestras tierras y perderlas a sus manos… que rece para que no me la encuentre cara a cara, juro que su tormento sería eterno… perdón, otra vez se aclaró la garganta con unos carraspeos a lo que iba…
  • Tírale ya, que ya sé quién es Sylvanas… Entrecerró sus ojos el paladín en hastío
  • Se dice, de forma no oficial, que algo ha pasado con Bolvar y su yelmo, y que Sylvanas, esa bast… ha sido la culpable de ello, dicen que se viene la madre de las ofensivas, han solicitado el apoyo de esos adalides y de todo aquel veterano que sea capaz de enfrentarse a algo grande, no es oficial, pero lo ha dejado caer Nazgrim, y ese viejo orco se toma enserio todo lo que sea estrategia militar, así que va enserio.
  • Entonces… te vas allí pues supongo.
  • Eso me temo, aunque he estado pensando en una cosa…
  • ¿Una cosa?
  • Ir como veterano, pero no como soldado de la Espada del Ébano, tengo credenciales de sobra para que me lo permitan y tú también.
  • ¿Cómo que yo también?..¿Que planeas hacer conmigo?.
  • Has sido por muchos años un Escarlata, con el arduo entrenamiento que os daban, y has logrado sobrevivir a varios ataques a aquella secta que llamaban hogar.
  • Oye, vale que mis camaradas eran unos sectarios, pero aún considero aquello mi segundo hogar sabes… y repito ¿yo también? Apenas llevamos un año colaborando porque tenemos objetivos comunes, ¿Desde cuándo cuentas conmigo para tus planes?
  • Pensé que podía ser un plan interesante, sinceramente, no aguanto a mis camaradas de la Espada del Ébano con su monotemática de la muerte y el sufrimiento suspiró necesito hacer sufrir a otros para no perder la cordura, y odio como el que más desde el fondo de mi alma a quienes me mataron y destruyeron mi hogar, pero son como autómatas, su eternidad se rige por unos rígidos códigos militares… y la verdad, no pienso pasar el resto de la eternidad, o hasta que me maten, de esa forma, quiero ver mi alzamiento como una bendición para hacer todo lo que quise hacer en vida pero no pude, los respeto pero… ese régimen militar no está hecho para mí, el mejor día de mi vida fue cuando rompimos el yugo de ese bastardo de Arthas, ese fue el primer día que de verdad me sentí libre, y pienso aprovechar esa libertad para seguir mi propia senda… creo que debí habértelo preguntado antes, ha sido una falta de respeto ante tu persona y estás en tu derecho a rechazar la oferta, no te lo recriminaré en absoluto.
  • Eso ha sido realmente profundo… entiendo lo que dices, aunque no haya pasado por tu tormento sé que es estar encerrado tras cuatro paredes, de las cuales no puedes salir nunca, nunca teníamos información del mundo exterior… aunque ahora sirva fervientemente a la Mano de Plata hay una parte de mí que quiere recuperar esos años perdidos, ya sabes que los de mi gremio no tendemos a vivir mucho… creo que es una gran idea, ir al fin a una aventura, a lo desconocido… suena interesante.
  • Gracias.
  • Por cierto, ¿Qué ha sido de ese necrófago?.. sigo diciendo que deberíamos acabar con su miseria, puedo hacerlo rápido.
  • Lo necesito y lo sabes… ya te dejaré purgarlo cuando ya no pueda ser útil… ¡Quieres dejar de comerte esa ardilla!, se te va a clavar algún hueso.
  • Al fin tengo alguien al que realmente pueda llamar camarada Pensó el paladín mostrando una leve sonrisa mientras veía como el no muerto trataba de arrancar de la boca del necrófago la media ardilla ensangrentada y mordisqueada
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Los largos valles de Uldum y Silithus alojaban su belleza como de costumbre: vastos e inalcanzables valles en donde el cielo y la tierra se unían, gigantescas estatuas destruidas por el paso de las guerras, que daban un aire a melancolía, pequeñas alimañas y grandes oasis que me permitirían conseguir llegar a la siguiente urbe, que según mi mapa no se asentaba muy lejos.
Cada grano de arena que pisaba me agotaba constantemente y mi cuerpo pesaba como doce. Ya no estaba en condiciones de recorrer tan largas distancias, como en aquellos días de campaña.

El calor golpeteaba mi rostro sin piedad, lo conocía desde hace semanas, eso es lo que me permitió seguir cuerdo en el furioso camino. Solo con la compañía de los arbustos ponzoñosos, tuve que juntar fuerzas para superar un camino que ya era bien conocido por los buitres.

Lo que antes parecía ser un delgado camino de mercaderes acompañado por casuchas de aldeanos y burdos graneros había cambiado completamente. Veía Arpías portando grandes arcos de madera y doradas armaduras, que impresionaban ante un pesado y conocido uniforme de cuero de lobo, era evidente que mis últimos 10 años habían corrido muy rápido.

Comenzó a lloviznar y la noche se apodero de lo que antes era un cielo infernal. Tomé la sabia decisión de buscar un lugar donde refugiarme.

Uno de tantos lugares estaba entreabierto, con una tétrica luz dentro, inquietantemente resaltado de entre las demás casas. No se por qué pero tome la decisión de solicitar estadía allí. Jamás imaginé que me encontraría con algo nuevo.
Ingresé en la morada, en la cual me encontré con el responsable del hogar; era un Enano, barbudo y de ancha espalda.

Miró fijamente mi rostro con agrado, como si esperara mí llegada de antemano, como si no temiera a la misma muerte.

— Puedes empezar por sentarte, muchacho. Me llamo Rogan y soy un leñador de por aquí, ¿que buscas en mi hogar?

— Disculpe mi indiscreción, solo buscaba alguna hacienda donde resguardarme de la tormenta.

— ¿Acaso eres un mercenario? Si lo eres, podrías ayudarme.

Con un poco de intriga le dije: — No, intento desprenderme de mi pasada vida. Ando en busca de mi destino, quiero llegar a Mulgore y después a mi amada tierra, hace tiempo que no he servido como mercenario. Como notó, he servido a mi pueblo en la guerra y si necesita mi ayuda con gusto se la daré por una pequeña estadía en este lugar,… por cierto, mi nombre es Nhail, Sombra del Viento.
Dígame señor Rogan, ¿Por qué precisaba la ayuda de un mercenario? Si usted me obsequia la estadía, yo ofrendaré mis armas y mi brazo con gusto.

Con voz gruesa me dijo: — Nhail, por estos bosques de Feralas abunda una hermosa paz, pero me temo que el mal no descansa en su totalidad.

Mi sangre se heló al oír ese comentario, ¿Cómo podría ser?,¿Que quiere decir…que? No le entiendo…

— Escucha esta historia: Hubo una vez un guerrero que decidió ir en busca de los males fundamentales, como tantos otros. Este joven era capaz, muy audaz en el uso de la espada, pero lamentablemente, al enfrentarse a las bestias del desierto, fue acorralado y pereció. Su cuerpo fue recuperado por mercaderes de regreso al bosque, totalmente encarnizado. Hace muchos años que él esta enterrado en el cementerio, pero al parecer su cuerpo no yace tranquilo. Afirman haber visto sombras por la noche, y ruidos de espadas rozando el áspero concreto de Feralas, hasta yo puedo dar fe de ello…

— Es algo muy extraño, la corrupción a desaparecido después de la muerte del último dios antiguo.

— Elfo, con mi vejez y mi experiencia he comprobado algo muy cierto, muchas cosas no son lo que parecen ser; nunca confíes en el presente, solo confía en tu corazón, es el único que iluminará tu camino.

— Sabia lección Rogan, lo tendré muy en cuenta. Mañana inspeccionaré el cementerio, y no le cobraré nada.

— No evitarás que te invite hoy a una cerveza, de eso no tengas dudas.

Al siguiente día, me dispuse investigar por la noche aquel cementerio.
En la tarde, me preocupé por recordar aquellas intensas clases con Tae’thelan Mirasangre por orden de Halduron. Prepare varias especias y ungüentos que podrían hacer falta y guardé sueño bajo un árbol y esperé a que cayera la noche para preparar mi equipo.
Antes de salir, me despedí del amable Rogan con un apretón de manos.

— Le prometo señor, que no tendrá de que preocuparse por … sea lo que sea. El mal que existió en la tierra no debe volver a aparecer nunca más.

— Estoy contigo joven, pero ten mucho cuidado, no lo subestimes; tampoco te confíes en el cementerio, muchos borrachos y aldeanos que han ido a llorar a sus familiares por la noche no han vuelto de por allí. Mantén los pies en la tierra.

Con su mensaje entre dientes, fui decidido a cumplir mi labor.


Continuará ...

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