Caminantes de las fauces

Ante ellos se daba paso el Enclave Nemónico, lo que aparentemente pareciera otra de las tierras bajas de Bastión en realidad se trataba de uno de los emplazamientos más importantes de este, a pesar de ello no aparentaba ser más que otro lugar donde meditar sobre los dogmas de aquella curia.

Parece que no han llegado aquí, menos mal. Respiró aliviada Kleia.

Se me olvidó, pero perdí tu lanza.

No pasa nada, Mikanikos debe estar cerca.

Caminaron por la explanada, notó algo distinto en este lugar respecto al templo de la Pureza.

¿Entonces aquí se almacenan todos los recuerdos?, no me da la impresión de ello, por cierto ¿Quien es ese “Mikanikos”?.

Claro, no debes saberlo aún, Mikanikos es el Forjador Supremo, gracias a el tenemos invenciones como las nemis, es un ser realmente sabio.

Pasaron junto a una serie de paneles, como los “espejos” de aquella cueva, dispuestos de forma semicircular alrededor de un extraño artilugio en el centro que le recordó a una fuente.

¿Se pasan pruebas aquí? Señaló la “fuente”.

Que va, eso es el Extractor, que raro ¿Por que hay tan pocas nemis funcionales?.

No suena bien precisamente, mejor no saber como funciona. Nada que se haga llamar “extractor” debía ser algo bueno, para su suerte parecía inactivo. ¿y no había “sequía”?, las que vi al llegar estaban inactivas.

Algo no va bien, hay demasiadas pocas, en general…. Preocupada Kleia miraba a su alrededor.

Junto al Extractor una escalinata bajaba a lo que parecía un mirador ornamentado con la ya clásica palmera “flotante” y unos pequeños paneles verticales que levitaban con inscripciones y papiros en aquel sistema de runas incompresible. En el borde de las escaleras una nemis dorada y blanca obstaculizaba la bajada.

Atención, la zona a la que quieren acceder esta restringida, no pueden continuar. La voz monótona y carente de emoción no dejaba a dudas que su camino había acabado.

¿Como que restringida?, hemos estado otras veces, quiero hablar con Mikanikos. Kleia enojada pareciera que quisiera darle una patada a la nemis.

¿Es posible hablar con el?, es algo importante. Pelagos más diplomático sujetó a Kleia por los hombros.

No es necesario ya estoy aquí, os vi entrar, pero quise ver si a vosotros os dejaba pasar esta nemis. Los tres se dieron la vuelta ante la inesperada respuesta.

Necesitamos tu ayuda Mikanikos, necesitamos ver los recuerdos de Lysonia, no tenemos tiempo. Kleia preguntó a Mikanikos.

Tu eres….¿Mikanikos?…. pensaba que serías… bueno, distinto. Miró hacia el administrador el mortal.

En efecto, soy Mikanikos, el forjador Supremo de Bastión… ¿Y como que pensabas que era distinto?. Preguntó enojado.

El Administrador de dorado y albino plumaje le miró extrañado, en su mano sujetaba una pequeña maza dorada, que más bien parecía un martillo, pese a hacerse llamar “supremo” no notaba diferencia destacable frente a otros administradores que hubiera visto antes.

Tu debes ser uno de los mortales de los que tanto se hablan, y pensaba que serías mas…. alto. Le respondió con sarna.

Admito que me lo busqué…

No todos los días se encuentra uno con un mortal vivo, y bueno, ¿Por que necesitan ver sus recuerdos?, ya saben que no podemos mostrar los recuerdos de nuestros integrantes.

Lysonia es una Abjurante, necesitamos saber por que nos ha traicionado, por favor ayúdanos. Kleia casi le rogó al administrador su apoyo.

Eso que dices es muy grave, no es que desconfíe de vosotros, pero no puedo ceder información tan sensible… ¿alguno tiene alguna prueba?.

Lo único que tenemos es lo que el ha vivido.

Puede servir… mortal, sígueme al Extractor.

El mortal miró a la “fuente”, “Extractor” era una palabra que le inquietaba cuanto menos. Esto… lo de “extractor”… ¿es seguro para mí?, no es que desconfíe de usted pero…

No te preocupes por nada, solo echaremos un vistazo a tu recuerdo con Lysonia, no tiene por que pasar nada.

¿No tiene?… Preguntó extrañado.

Bueno, puede que explote todo el Extractor, pero no lo ha hecho aún.

¿Aún?.

Cave la remota posibilidad de… no perdamos el tiempo, puede ser la respuesta al caos que anda sucediendo en el archivo, te explico rápidamente como funciona, te sientas frente a uno de los espejos y recuerda aquel momento, solo tienes que hacer eso ¿entendido?.

Si claro, aunque… suspiró. continuemos.

Mientras tanto, Pelagos prepara tres lariones, están junto a las montañas, Kleia, despeja una mesa…. No se queden mirando, muévanse. Agitó sus emplumadas manos instándolos a moverse. tu sígueme, tenemos mucho de que hablar.

Cada uno se fue a su lugar designado, administrador y mortal subieron los escalones que llevaban a la extraña maquinaria.

Bien, siéntate frente ese espejo Señaló uno delante de ellos. notaras una pequeña molestia al principio, pero nada preocupante, ¿te vas a quedar aquí una temporada no? Preguntó con intriga.

Se sentó en la fría piedra, ya le era familiar el funcionamiento de esos “espejos”. Eso parece ¿por?.

Me gustaría saber más de tu mundo y las maravillas que alberga, como esa armadura tuya que están arreglando.

No se yo si “maravillas” es algo que alberga la verdad.

Esa armadura esta forjada con un metal y unas técnicas intrigantes que desconozco, me gustaría examinarla con más detalle y si es posible mejorarla, era muy maleable salvo donde había un depósito de un polvo amarillento extraño, ese eslabón era imposible de romper.

Polvo amarillento, te refieres a la azer…. se mordió un poco la punta de la lengua.

¿Azer?.

Ya te hablaré de ello cuando este esto más calmado, empecemos de una vez.

Tienes razón, pero quiero saber más de las técnicas de tu mundo.

Claro… Pensó para sí mismo que era mejor no hablar demasiado sobre su mundo por el momento.

Concéntrate, voy a activar el Extractor, espero que tengamos reservas suficientes.

De acuerdo.

Cerró los ojos y se centró en recordar su encuentro, trató de no escuchar el zumbido de la maquina a su espalda ni la corriente de aire que fluía hacia esta, en su mente solo estaba aquella “Lysonia”.

Ya esta listo, comencemos.

Notó en su nuca un leve pinchazo acompañado de un cosquilleo en su cabeza, tras el la voz de Lysonia volvió a materializarse.

Sigue como estas, esto será breve.

Otra vez aquellas palabras, se le hizo raro escucharse a el mismo responder, pensaba que su voz era un poco distinta ¿era cosa de la reproducción o era su voz a oídos de los demás?, no importaba mucho en ese momento.

La voz cesó tal cual vino, y con ello el cosquilleo en su cabeza. Así que era cierto… hemos acabado, levántate.

¿Entonces me cree?.

Perdona que dudase, tenemos un gran problema entonces, pero sin ella o al menos una parte no podemos saber más… lo único que nos queda es ver sus memorias, aunque dudo que sirva para mucho, sígueme.

Bajaron los escalones y se dirigieron hacia las escalinatas que descendían hacia la parte inferior, aquella nemis aún seguía obstaculizando la bajada.

Lo siento, pero no os puedo dejar bajar, es un área restringida.

¿Me estas prohibiendo pasar A MI?, ¡Soy el Forjador Supremo!. Dijo Mikanikos enojado.

Lo siento, pero no te puedo dejar pasar.

¿Pero que mosca te ha picado?, ¡Exijo que me dejes pasar!.

Es peligroso pasar en este momento, por favor, espera hasta que haya cesado. Dijo con su mecánica voz.

Esto no puede estar pasando, es la primera vez que me restringen a mi pasar, ¡Soy su creador!.

¿Puede ser que esté arriba las memorias? Preguntó el mortal.

Veamos si hay suerte… nemis ¿Donde están las memorias de Lysonia?.

En el nivel inferior.

Maldición.

¿Y las memorias de Eridia?. Preguntó tras ello una voz fémina.

Nivel superior, en el palacete junto a las escaleras.

Gracias, síganme. Dijo con orgullo Kleia.

¿Eridia?. Preguntó Mikaninos con curiosidad.

Si, es su nexo de almas, con un poco de suerte hablará de Lysonia.

No nos queda otra, vamos a ver, si tuviéramos al menos algo cercano a Lysonia podríamos indagar más… Mikanikos caminó pensando en algo para si mismo.

A paso ligero atravesaron la plaza hasta llegar a un pequeño palacete, entraron en este, montones de estanterías colgaban de sus paredes llenos hasta los topes de pergaminos sellados con infinidad de conocimientos, en el centro una humilde mesa ya despejada y un mullido taburete para indagar en el conocimiento.

Solo tu alcanzas los estantes, busca sobre Eridia, Kleia.

Por supuesto, ayúdenme a organizar los montones que no sean de ella.

Kleia bajaba de cada estante los montones de pergaminos sellados que reposaban en estos, Mikanikos leía el escritor de cada uno y el mortal se ocupaba de dejar en el suelo con cuidado los que no pertenecían a Eridia, la cadena se alargó un buen rato hasta que al fin Mikanikos leyó el nombre que buscaban.

¡Eridia!, la tenemos, vengan aquí.

Ambos acompañantes cesaron en su actividad y se acercaron a Mikanikos, el cual retiró la cuerda que sellaba el pergamino.

Bien, no esperen gran cosa, tu no entenderás aún nuestra escritura, así que te lo leeré.

“Conocí recientemente a la aspirante más fascinante. Su nombre es Lysonia y estamos enlazadas por la afinidad mutua por la música…”, “ella tocaba tal y yo lo otro… cosas de música sin más…. baile…… umm esto quizás, “Compartimos nuestros sueños de futuro, ella tiene esperanzas de unirse a Devos en el Templo de la Lealtad y yo de la pureza”…. “estará de acuerdo para ser mi nexo de alma” y ya está.

No es gran cosa la verdad, quizás deberíamos hablar con Devos, le servía a ella, esperemos que este dispuesta a ayudarnos. Kleia enrolló el pergamino y lo selló con el cordel de nuevo, dejándolo en su estante.

Por lo que vi sirve a alguien más ahora, esta claro que alguien le quiere capturar…. abrió aún más los ojos. no, eso es imposible… aunque en realidad no……

¿Te pasa algo Mikanikos?. Kleia miraba con preocupación al administrador.

Nada, pero tengo una corazonada que hasta a mi me preocupa… si van a ver a Devos tengan cuidado y…. no hablen de más, hay algo en ella que me escama…

¿Devos?, es la dechada de la lealtad, es imposible.

Y quiero pensar que es así, pero hay algo que no me gusta, llámalo intuición si quieres, pero eviten hablar de más.

¿Devos?, ¿Es una de sus líderes?.

Solo para descartar esta estupidez, quiero que vaya el solo erm… perdona, no te pregunté como te llamas.

Drethz, señor Mikanikos.

Bien, quiero que vayas solo a Fuerte Elíseo, ya saben de tus hazañas en todas partes, no tendrás problemas en llegar allí.

¿Y nosotros?. Exclamó Kleia.

Vosotros van de regreso al Templo de la Pureza, su compañero mortal estará ya allí, tenéis que lograr conseguir algo de Lysonia si queremos indagar más en este asunto.

¿Está bien que nos separemos ahora?, debería descansar algo, lleva desde que llegó forzando su cuerpo.

Alguien como el no creo que tenga problemas, podrá descansar mientras la baliza se activa en el Reposo del Héroe, vayan a ayudar a…¿como se llama el otro mortal?.

Se hace llamar “Argent”.

Ayuden a “Argent” a lograr algo de Lysonia y vengan aquí lo antes posible, me temo que podemos perder el archivo a manos de esos Abjurantes.

Kleia miró al mortal. ¿Tu que opinas de ello?.

Creo que tiene razón…

Entonces me temo que nos tendremos que separar…. ten cuidado. Kleia le miraba con clara preocupación reflejada en su cara.

No se preocupen por mi, tened vosotros cuidado, aunque supongo que con Argent estarán seguros.

Entonces no se diga más, Pelagos estará esperando, comentadle esto rápido y continúen, estoy seguro que esos Abjurantes volverán a atacar…

Gracias Mikanikos por todo y perdona lo de antes, ya sabes…

Ya me lo pagarás con conocimientos de tu mundo, ahora marchen…. y tengan cuidado.

Se despidieron de Mikanikos, el cual a paso ligero marchó hacia aquella nemis de la discordia, llegaron a la entrada al recinto, donde Pelagos jugueteaba con tres criaturas aladas extrañas.

Ya han vuelto, ¿Han descubierto algo nuevo?.

No tenemos tiempo Pelagos, nosotros vamos a ayudar a Argent ahora, el debe darse prisa e ir al Fuerte Elíseo.

¿Ha pasado algo entre vosotros?.

Que va, te lo iré explicando mientras lleguemos, pero puede ser que alguien cercana a la Arconte sea una traidora, nosotros ayudaremos a Argent a obtener más información de Lysonia.

Entonces esto es un adiós…

Ya os dije que no me iba de aquí en una temporada, dejemoslo en un “hasta pronto”, estaré esperando en Fuerte Elíseo.

Espero que así sea, nos caes bastante bien.

Y a mi también, tengan cuidado allí abajo de verdad.

Tu también, intenta descansar cuando puedas…

Por cierto ¿Que son estos seres?, me recuerda a un animal que usamos allí para ir de un lugar a otro volando, pero…. son distintos.

Miró a los tres animales, ciertamente sus alas le recordó a un grifo, su cuerpo asemejaba al de un león lleno de plumas, doradas y blancas como no en el estilo ya característico del lugar, por lo que también le recordó a dicho animal sin embargo la cabeza era algo fuera de lugar, ojos cercanos, orejas y hocico de perro le recordó a este animal.

Son lariones, veo que allí también usan animales para volar, ¿entonces estarás familiarizado no?

Esto…. Recordó el vuelo en Uldum con “Kira”, aquel dragón esquelético que acabó en el fondo del río mas o menos.

No te preocupes, cuidan de sus acompañantes, solo debes subir y dejar que te lleven.

Entiendo, he de marchar ya, por favor lleguen a Fuerte Elíseo cuanto antes.

Nos vemos allí, que todo vaya bien.

Se despidieron y subieron en sus respectivos lariones, estos al notar el peso sobre ellos alzaron sus doradas alas, usaron la larga recta hacia el camino para coger carrerilla e impulsarse hacia los cielos, con unas pocas aleteadas se alzaron sobre las pequeñas montañas a su alrededor, mostrándoles Bastión desde otra perspectiva, en la que el inmenso mar de colinas doradas se perdía en el infinito.

Su larión se orientó hacia el norte, separándose de lo otros dos que se dirigían de vuelta al sur, el larion rugió despidiéndose de sus compañeros, los cuales se perdían en el horizonte como dos puntos cada vez más pequeños.

Así que ahora voy solo… Miró la venda de su hombro, ahora más teñida si cabía en aquella mezcla de ungüentos y sangre. espero verlos sanos y salvos…suspiró, parecen buena gente aunque eso de tener que olvidar tu pasado… es demasiado drástico…. creo que no debería juzgar con ojos de mortal lo que hagan aquí….

La brisa se colaba entre sus cabellos, bajo ellos se sucedían profundos valles de colores aguamarina que rompían la hegemonía de las doradas colinas, cruzadas por puentes que esquivaban estos, en el horizonte parecía atisbar lo que parecía una plataforma que sobrevolaba lo que parecía una depresión en el horizonte.

¿Una vez allí que hago?, no se como puedo convencerla de parar de traer almas…. si no lo hacen sería un caos en todo el universo…. ojala se pudieran llevar a alguna zona…. ¿como ha podido hacer algo así esa condenada Sylvanas? ni descansar a los caídos ha dejado….

La plataforma se vislumbraba cada vez más cercana y con mayor detalle, algunas agujas se dejaban ya ver en el horizonte.

El suave sonido de la brisa y los pájaros piando que dominaban Bastión quedaron abruptamente interrumpidos por el estruendo de lo que parecían campanas de gran tamaño, apenas se dejaban oír desde donde estaba, pero parecían más una llamada a la guerra que otra cosa por el estruendo continuo que no dejaba de escucharse a lo largo y ancho de las onduladas llanuras.

Maldición, deben estar atacando otra vez… por favor “Argent”, protégelos o juro que te mato con mis manos….

Cada vez se alejaban más del origen de aquel estruendo, acercándose a la plataforma, ya cercana.

Eso debe ser el Reposo del Héroe Bostezó, notó como su cabeza le pesaba y se le cerraban los párpados. necesito descansar cuanto antes bostezó de nuevo. ¿cuanto tiempo llevo sin dormir bien? Miró hacia el cielo, seguía tan despejado y luminoso como siempre. Es imposible, debo llevar días ya despierto pero… no puedo parar… aún no…

Las doradas colinas dieron lugar a un inmenso valle rodeado de enormes acantilados prácticamente verticales, en este el agua era el rey, modelándose todo alrededor de esta, otra vez la vegetación cambio abruptamente, pasando de arboles aislados y trigales dorados a palmeras y otras plantas de mayor porte verdaceas, en el centro de este un gran agujero caía al vacío y sobre este una inmensa plataforma que reposaba apaciblemente sobre este.

Bueno, ya estamos llegando, necesito una nueva vestimenta cuanto antes…

Una pequeña terraza sobresalía de la plataforma, el larion con cuidado la sobrevoló y dejó de avanzar, con cuidado empezó a descender en vertical, apoyándose en el frío suelo con cuidado en un aterrizaje de lo más suave.

El enano bajó del larion de un salto y miró frente a el.

Bienvenido al Reposo del Héroe, mortal, tu viaje hasta aquí ha sido de lo más arduo y doloroso, pero aún así has llegado aquí, ¿Quieres ir al Fuerte Elíseo verdad?. Aquella gran figura angelical, de grandes alas blancas le era algo familiar ya.

¿Kalisthene verdad?, nos vimos cuando llegué aquí.

En efecto, hemos estado al tanto de todo tu camino, te has ganado el derecho a solicitar una audiencia con la Arconte, aunque para ello debes llamar su atención, la baliza presente aquí lo hará sin duda aunque me temo que necesita unas reparaciones, hace tiempo que no se utiliza.

¿Reparaciones?, Urge hablar con ella cuanto antes, ¿Cuanto van a tardar?.

No creo que tarden mucho, ordenaré que se pongan con ello de inmediato, mientras tanto descansa un poco y adecentate, la Arconte es la autoridad más alta en Bastión, sería una falta de respeto ir en ese deplorable estado.

Las cosas se torcieron mucho por el camino me temo… la situación en el Templo de la Pureza esta nefasta, cuanto menos.

Ya nos han informado de ello, nos ocuparemos de retener el ataque, tu ocúpate de no dejar mala impresión a la Arconte, no te preocupes, hemos dejado una nueva toga a tu disposición.

En cuanto a esta… siento haberla destrozado.

Olvídalo, ya me han hablado de tus hazañas ayudando a la defensa del templo, tu armadura esta casi arreglada por cierto, aunque me temo que no te será demasiado útil aquí…. es como si hubiera sido ensamblada para tu mundo exclusivamente.

Lo que me temía… gracias por todo Kalisthene.

Gracias a ti por todo el apoyo, espero convencerla aunque tengo mis dudas.

La Arconte es sabia, ya era anciana cuando Bastión se creó, en su sabiduría estará el escucharte y actuar acorde a ello.

Eso espero, bueno voy arreglándome, necesito dar una cabezada cuanto antes.

Bien, los administradores te guiarán y ayudaran, pídeles que te cambien esas vendas, tienen mal aspecto.

Gracias, nos vemos cuando este listo.

Me temo que tengo que atender unas tareas, los administradores se ocuparan de todo, nos veremos más adelante seguramente, que la Arconte te guíe mortal.

Igualmente.

Avanzó hacia delante, subiendo los escalones que llevaban al recinto del Reposo de los Héroes.

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Volvían del alto del magullador a confirmar a Lady Vashj que había terminado con aquella “amenaza”.
-Sigo sin entender que tendrán que ver esos pobres animales con las tropas del carcelero y todo lo que está sucediendo-dijo Lya suspirando-pero está hecho.
-Tienes la armadura llena de sangre-apuntó Earnur.
-Empiezo a cansarme de limpiarla una y otra y otra vez.Y más en un sitio como este en la que el agua escasea.Vendería mi alma a Zovaal por un buen baño de agua caliente y una comida en condiciones…ah y mi cama,con su blando colchón y mis sábanas de seda Shal´dorei.
-Hasta yo echo de menos las comodidades de mi casa- respondió Earnur-pero tenemos que ayudar.
-Matar bichos no veo en que puede ayudar a detener los planes de Zovaal-dijo la paladina con tono hastiado.
-Poco a poco princesa…acaso quieres volver a enfrentarte a otro Kroke?
-Tampoco es eso…pero…no hay algo intermedio?
-Umm… he visto algunos campeones enfrentarse a jurafauces- dijo el sindorei pensativo.
-Eso ya me parece mas normal. Al final hablaré con el hadita esa a ver si nos manda a hacer algo así.

Mientras conversaban llegaron al Santuario de la Guía,le dieron el reporte a la antigua mano derecha de la Reina Azshara y se retiraron a descansar un poco.
Lya parecía ausente mientras Earnur preparaba café.
-En que piensas princesa?
-En nada en especial…en los momentos en Lunargenta, en que echo de menos a mis padres,mi hogar…mis comodidades…y me pregunto si hice la elección correcta.
-Eres buena como paladina.
Lya puso los ojos en blanco.
-Si claro…ese exterminador casi me desnuca.
-Te pilló con la guardia baja,no contábamos con que algo así saliera del portal,y por desgracia salió agitando esos enormes brazos metálicos.
-Esa es la cuestión…me pilló con la guardia baja. A estas alturas y con todo lo que he entrenado no debería pasarme.


El teniente Lionheart la envió volando de un golpe con el escudo. Cayó sobre sus posaderas doloridas.

-Estrellarcana nunca se baja la guardia!!
-Pero instructor…me habíais dicho que el entrenamiento había terminado…yo…
-Y has confiado en mi,mal hecho aprendiza!!

Lya se levantó enfadada. Con el teniente,consigo misma por hacerle caso…
Lección número uno?-preguntó el instructor
-Nunca se baja la guardia- respondió la aprendiza con tono aburrido.
-Mas alto!!
-NUNCA SE BAJA LA GUARDIA SEÑOR!!

Oyó la risita de Miriel a sus espaldas.
-Algún día ajustaremos cuentas-pensó irritada.

Pero por el momento prefería mantenerse apartada de Hojablanca. Lo último que deseaba era una expulsión de la orden de los caballeros de sangre.

-Puedo retirarme instructor? -preguntó bajando el tono para no ganarse otro castigo gratuito.
-Sal de mi vista- contestó el teniente Lionheart.

Lya inclinó la cabeza en señal de respeto aunque lo que le pedía el cuerpo era devolverle el escudazo.

Se fue a las duchas,se metió bajo el agua caliente para calmar los doloridos músculos y se puso una toga sencilla.
Earnur la esperaba fuera.
-Te invito a comer-dijo el sindorei.
-Donde?-preguntó Celesthia.
-En el Descenso del Caminante,o si prefieres puedo cocinar algo en mi casa…
Lya levantó una ceja.
-Que pasa?
-Nada-contestó la elfa- mejor vamos a la taberna anda…
-Lya…
-Vamos a ver una cosa-contestó ella suspirando- he pasado la noche en tu casa, me has aclarado que entre Miriel y tú no hay nada,hasta ahí bien…pero te equivocas conmigo si crees que puedes divertirte y ya está. No soy de esas aunque pueda parecer frívola y superficial.Somos compañeros hace dos años…bueno, hace unos días porque en realidad he estado dos años entrenando al alba con el Lord Argentsword. Cuanto hemos hablado en estos dos años? Apenas nada…excepto la tarde después de correr por la muralla.Y si, me gustó que me consolases ese día, y me dejé llevar en tu casa,pero nada más.
-Crees que solo quiero divertirme? Eso piensas de mi? -preguntó Earnur
-No se que pensar la verdad…
-Lya…si solo quisiera divertirme…estaría hace dos años con Miriel.
-Ella te está esperando.
-Pero yo no quiero a Miriel.
-Pues no se porqué…es mejor paladina que yo,se nota que está loca por ti…y me ahorraría muchos problemas si he de ser sincera,son sus terribles celos los que no dejan de meterme en líos.
-Sabes porqué no me gusta Miriel? Por eso mismo,por la crueldad que denota.
-Ummm yo no soy un angelito tampoco.
-Tienes un concepto horrible de ti misma lo sabías?
-Puede…supongo que ser y escuchar a cada momento que soy una niña malcriada no ayuda. Llevo dos años intentando cambiar ese concepto pero no es fácil ni cambiar yo ni cambiar el concepto que los demás tienen de mi. Y sinceramente empiezo a estar cansada.
-Lya,eres una mujer extraordinaria. Bajo esa máscara que te pones eres buena,dulce,sincera…y al igual que el Lord estoy seguro de que la luz te ha elegido por algo. Quizás no hayamos hablado mucho,pero me he permitido observarte estos dos años,y he hablado mucho con el Lord.
-Cotillas…-dijo ella con tono guasón.
-Me gustas,mucho,desde la forma en la que caminas a la forma en la que sonríes.Cuando estoy contigo el tiempo se va volando…y siempre deseo pasar más tiempo contigo. Y no,no por diversión. Podría estar horas simplemente tomando café y hablando mientras me pierdo en tu mirada.
De pronto la aprendiz de paladina se sonrojó y agachó la mirada al suelo.
Earnur le levantó la barbilla y la besó con suavidad.
-Nunca te haría daño.Confías en mi?
Ella asintió aun con las mejillas coloradas.
-Bien…pues de momento…vamos a comer que estoy famélico.


-Estoy famélico-dijo Earnur sacando carne seca y pan duro de la mochila para comer con el café.
-Ummm…también vendería mi alma a Zovaal por una buena comida en El Descenso del Caminante.
-Así que era eso en lo que pensabas?- preguntó él con una sonrisa.
-Si…
-Recuerdas que te dije aquel día?
-Que confiase en ti.
-Han pasado casi cinco años desde aquel día…aún crees que solo era por diversión?
-Sabes que no…hace mucho que cambié de idea.
-Te amo- dijo Earnur.
-Sabe la luz porqué me amas paladín-contestó ella- pero yo a ti también.

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Ante el la diáfana plataforma le esperaba, en ella numerosos administradores, más de los que había visto hasta ahora se ocupaban de diversas tareas como dar forma al metal minuciosamente en la forja central bajo las celestes brasas, ordenando pergaminos en las numerosas estanterías repletas de estos o simplemente pasaban el tiempo, algunas nemis esperaban ordenes, algunos kyrianos resguardaban armados el emplazamiento mientras que otros descansaban, leían o comían algo.

Como de costumbre era un lugar de relajación y meditación, las campanas tintineaban al son de la brisa acompañada de la dulce melodía de la flauta que una administradora tocaba hábilmente. Abruptamente la calma quedó cortada por un grito de dolor.

¡AAAAAAAAH! ¡Eres una matasanos!. Dijo a la administradora que sujetaba la ensangrentada venda en su mano con ojos inyectados en ira.

Uuu-uh, ya esta la venda fuera. Le respondió la administradora feliz por haber realizado una labor.

No te jod… ¿¡Que parte de “Poco a poco” no entiendes!?. . . Aún le lloraba los ojos del horrible escozor en su hombro. pero que tirón ha pegado la cafre.

Hemos preparado un barreño tras el panel donde puedes bañarte, te hemos dejado una nueva toga recién lavada.

Gracias, ¿cuanto le queda a la baliza?.

Estamos trabajando en ello, pronto estará arreglada uu-uuh.

Bien, son bastante eficientes… ojala en el otro lado fueran un poco como vosotros…… ¿Oye que haces? Miró hacia su torso, la administradora cortaba con un pequeño cuchillo la venda que lo recorría.

Hay que cambiarte esta venda. Tomó el lado cortado y de un tirón la separó de la herida, algunos dicen que aquel grito se pudo escuchar en todo Bastión, otros incluso que en Oribos.

Poco después se encontraba dentro de un sencillo barreño de madera tras uno de los paneles, inmerso en el humeante agua llena de pompas de jabón, el vapor de agua perfumado con lavanda le hacía relajarse a cada inspiración y olvidarse de todo lo que había pasado, una humilde caja de madera blanca rematada en sus bordes por metal oscuro reposaba cercana al barreño con la toga nueva, limpia y prístina y bajo esta, en el suelo, la vieja rasgada y teñida de carmesí oscurecido.

Suspiró aliviado Al fin un momento de calma, a ver si consigo que dejen de alimentar esas “Fauces”… Bostezó ¿Y luego?…. veamos, preguntarle si sabe quien ha provocado esto, volver y derrotar al culpable…. para esa gente no será un desafío, supongo que me enviarán de vuelta a casa… quizás debería volver a una orden, al menos preguntar… desde que dejé esa vida la Luz vuelve a escucharme… supongo que todo fue una señal para que dejase aquella vida. Los parpados se tornaron cada vez más pesados. ….suena muy simple todo… seguro que… pasaré más tiempo aquí… como sea…. Se quedó profundamente dormido en el barreño, por suerte el nivel del agua no era demasiado alto.

Hace un tiempo, en Maldraxxus

Ah… Dejó escapar el quejido de molestia.

Aguanta un poco más, debo coser de tal forma que las fibras puedan volver a unirse. sacó la curvada aguja metálica del borde del tajo y tiró con cuidado del hilo, cerrando el último tramo tajado de este. Y listo, evita hacer movimientos bruscos hasta que te diga, es mejor que no se abra de nuevo.

Se miró la herida tratada, el tajo recorría diagonalmente su torso de lado a lado, si no fuera por su condición de no muerte hubiera sido una herida mortal por necesidad.

Parece que ha quedado bien…. gracias, espero que sepan reparar mi armadura.

Roció la aguja con el contenido de la petaca y con una cerilla le prendió fuego. Perdón por lo sucedido…. si me hubiera mantenido quieto no te hubieran…

Olvídalo, ya me lo pagarás con un buen trago cuando encontremos una taberna, eso si, prepara el oro por que no pienso dejar de beber.

Suspiró. No tienes remedio, trato hecho.

Además, ha estado divertido, ¿Quien iba a decirme que el “recto paladín heraldo de la luz” se iba a poner colérico cual vrykul destrozando ensamblajes?, tenemos que repetir en otro momento, lo del “Teatro” fue lo mejor que me ha pasado en años.

Aún no entiendo que me pasó, es este lugar que despierta mi instinto más visceral, cada vez que uno caía me sentía eufórico, victorioso… necesitaba más y más…. hasta que me confié y casi acaba conmigo aquella mole, si no llegas a empujarme entonces….

Entiendo esa sensación, algunos hemos nacido para el campo de batalla, llámalo predisposición o destino, pero el instinto de dirigirse al frente en vez de huir es algo que algunos deseamos por algún motivo, defender a quien no puede, servir a un bien mayor o simplemente el placer más primitivo de estar en la contienda, eso si, no te dejes cegar, pues puede costarte la vida.

Algo así fue, cada ensamblaje que aplastaba me proporcionaba un “algo” indescriptible que me empujaba a ir a por más, hasta que volvimos no me dí cuenta de mis heridas.

Incluso en el campo de batalla hay que mantener la disciplina, debes usar a tu favor esa “sensación” como tu dices, pero no debes dejar cegarte por ello, esa es el auténtico reto que te depara.

Je, hablas como un viejo guerrero.

Te recuerdo que tu eras un crio cuando el “hijo prodigo” nos visitó.

No empieces a contarme historietas… “abuelo”. Dijo con sarna.

Que formas de agradecerme que te salvara la vida… estos jóvenes.

Pero si eres tu el que parece más joven que yo.

Tienes envidia… bueno, debemos regresar al Trono del Prelado, creo que ya hemos hecho una buena limpieza, debemos informar que la runa esta aquí.

Tienes razón, también debemos informar cuanto antes de la traición de las tres casas a Oribos, hay que evitar que esos kyrianos declaren la guerra a Maldraxxus… y gracias por preocuparte por mi.

Tu lo has hecho en otras ocasiones, un par mas y tenemos la cuenta balanceada.

Mira que puedes llegar a ser idiota, no hagas ninguna locura…. por favor.

No me mires así, no voy a dejarme matar tan fácilmente.

Más te vale, necesito que sigas en pie para que te ocupes de nuestros enemigos, ya sabes que yo sano heridas, no las inflijo.

No parecías decir lo mismo antes… más bien desde que llegamos aquí, bueno es hora de vendar eso, mejor será que no se quede nada dentro.

Si, será mejor, deberíamos irnos cuanto antes.

Sacó de su mochila una venda enrollada, la embadurnó con el contenido del frasco que también sacó, este presentaba un color amarillo muy oscuro, más parecido a un marrón que otra cosa salvo si se viera al trasluz y comenzó a enrollarlo alrededor del torso ocultando vuelta tras vuelta el tajo hasta no dejar rastro de este visible, acabó de vendar al no muerto, pero aún así….

Bien, parece que ya podemos irnos…. oye, ¿Por que tienes la mano en mi pecho? la venda ya esta bien puesta.

¿Eh? oh perdona, fue curiosidad… quería saber si tenían algo de calor o están fríos totalmente. recogió la mano y empezó a guardar todo en su mochila.

Totalmente frío a diferencia de ti… ¿Tienes fiebre?, tienes la cara un poco roja.

No, simplemente es que estoy agotado…

Bueno, regresemos entonces, a ver si nos dejan descansar de una vez, no hemos parado desde que llegamos, si te sientes mal continuo yo hasta que te recuperes. Se ajustaba el torso de la armadura, la cual aún presentaba el corte diagonal.

No te preocupes, ya te avisaré si necesito parar, espero que esta vez a esas condenadas alacortadas no se les ocurran hacer otra pirueta en el aire, casi me caigo al vacío… ¿tienes la carta escrita no?.

Si, vamos a regresar de una vez, ya hemos acabado aquí.

Subieron a las alacortadas y alzaron el vuelo al sur, de retorno al sellado Trono del Prelado.

Un breve tiempo después, en la Casa de los Elegidos.

Delante de la sellada puerta se encontraba Draka, la que fuera progenitora de Thrall, mirando al horizonte desde la terraza que dominaba el yermo, aún regado de los cadáveres de los atacantes de las casas traidoras, la guardia se mantenía en alerta ante otro ataque. Dos alacortadas se acercaron al Trono, sin dilación los arqueros y ballesteros apuntaron a estos esperando a la orden de disparar a derribar si era necesario, la mano alzada de Draka con los dedos juntos y palma hacia afuera indicó que no eran objetivos enemigos.

Ambos alacortadas y sus pasajeros aterrizaron frente a Draka en el mirador, estos bajaron y saludaron firmemente a la Baronesa, que respondió con el mismo saludo.

¿Han cumplido su objetivo?.

En efecto, hemos reducido sus efectivos, además podemos confirmar que la runa se encuentra entre sus muros, aunque me temo que no hemos podido saber donde. Respondió el no muerto de su finalizada misión.

Buen trabajo soldados, tengo otra misión para ustedes.

Disculpe, pero ha recibido una herida considerable, necesitaría unas pocas horas para continuar. Osó decir el paladín a la Baronesa.

Para la siguiente misión no necesitaran emplear las armas, regresarán a Oribos en representación de las casas leales de Maldraxxus. Hemos sido informados de que las casas traidoras han atacado Bastión, por el bien de las Tierras Sombrías y de Maldraxxus informen que pondremos a disposición de nuestras tropas, esos traidores han manchado nuestro honor y juro que acabaremos con ellos, esta afrenta no puede ser tolerada, pueden marchar.

Así se hará. Respondieron ambos.

Bajaron las escaleras al nivel inferior, allí subieron a la ya conocidas monturas de anima que les llevaría de vuelta a Oribos con urgencia, volvieron a cruzar aquellos portales como hicieron cuando llegaron, tras un breve viaje por el Espacio Intermedio atisbaron de nuevo la magnificencia de la Ciudad Eterna.

De vuelta al presente, en el Reposo de los Héroes.

Caminó de vuelta con calma, no podía de dejar notarse un poco nervioso, pero por algún motivo se sentía confiado, las nuevas vendas quedaban ocultas bajo la impoluta toga que vestía, idéntica a la que llevó anteriormente, pudo adecentarse la barba como indicaba los cánones de decencia de los suyos. Se sentía descansado a pesar de la breve cabezada que pudo tener, pero lo suficiente para ordenar su mente un poco.

Ya esta reparada la baliza, es hora de activarla uh-uuh. El administrador dejó bajo esta una vasija de anima destapada, como hebras ascendieron al artefacto rematado por el “huevo” lapislázuli rematado con ornamentos dorados, haciéndola brillar con luz propia, una vez se agotó el fluido celeste de la vasija el “huevo” empezó a palpitar, emitiendo haces de luz celeste cada vez más seguidas e intensas.

Ya está, esto seguro que llamará su atención.

Eso espero.

Pasaron los minutos y no parecía venir nadie, empezó a impacientarse, se dio cuenta tras un rato que no dejaba de agitar la pierna en una mezcla de impaciencia y nervios, trató de parar pero pasado otro rato se dio cuenta que estaba haciendo lo mismo con la otra pierna, un rato después empezó a silbar un poco, el administrador a su lado le zarandeó un poco y señaló a un punto del cielo que se hacía cada vez más grande.

Ya viene, la baliza ha funcionado uuu-uuh.

Gracias.

El punto empezó a definirse, dos grandes alas al inicio y poco a poco la imagen de un humanoide. Rogó para que no fuera morado, lo que así fue, pasado un rato llegó a donde estaban, aterrizando suavemente.

¿Por que propósito han activado la baliza, aspirantes?.

El alado ser se parecía a otros ascendidos que ya había visto, sin embargo la dorada armadura y el casco rematado en tres puntas le hizo pensar que era alguien de mayor rango.

Tu debes ser el mortal del que me han hablado, el que ayudó en el Templo de la Pureza y se ha enfrentado a nuestras pruebas, déjame presentarme, soy el Polemarca Adrestes.

En efecto, tengo que informar a la Arconte de lo sucedido, no tenemos mucho tiempo.

Te espera en el Fuerte Elíseo, es un lugar para aquellos que pueden volar, por lo que te llevaré.

El mortal se acercó al Polemarca, que con cuidado lo tomó por el brazo, este tomó impulso y alzó el vuelo.

Nuestra venerada Arconte ha decidido agraciarte con una audiencia, es tu deber presentarle tus descubrimientos y seguir su sabio juicio.

Gracias por llevarme ante ella, por desgracia tengo muy malas noticias de las que informarle. la palabra “agraciar” no le sentó muy bien, pero no tenía más opción que mantener la diplomacia.

Llegaremos en breves, evita crear convulsión en el Fuerte Elíseo, es un lugar sagrado para los nuestros.

Así será pues.

Ante ellos un gran complejo de plataformas y espirales se abrían en el horizonte, algo que parecía salido de una historia de ficción para la mente mortal del enano, que no alcanzaba a comprender lo que ante sus ojos se abría paso.

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— Entonces iré yo.

El mas anciano de la aldea estaba muriendo.
Si había calculado bien quedaría una hora para el amanecer. La niña se acuclilló sobre sus corvejones, poco se podía hacer. El viejo era solo eso: viejo. Nadie en el pueblo sabía cuántos años había vivido el gran Tauren, aparte de su hermano que había pasado a los brazos de la Madre Tierra en los días más oscuros del invierno pasado para gran pesar de todos.

Hubo rumores, rumores, de que su hermano eran uno de los pocos Tauren que habían alcanzado ese estatus de edad legendaria, más de 150 años … lo cual era ridículo, por supuesto, considerando a los elfos de la noche que vivían miles de años.

El antiguo jefe de la tribu ya no era la imagen de la salud y la vitalidad de las que los ancianos habían contado largas y épicas historias mientras estaban sentados alrededor de las hogueras de invierno. Yacía inmóvil con los dedos llenos de cicatrices que se aferraban inconscientemente a la manta de lana, los músculos atrofiados, los ojos hundidos en el cráneo, la respiración entrecortada y ronca, su hocico era plateado y su pelaje completamente blanco. La mente de la joven chaman empezó a divagar, no creía que le importaría envejecer, la idea de envejecer la inquietaba. La edad no era algo que pudieras curar, sin importar cuán poderoso fueras.

Un tótem comenzó a desvanecerse, su luz parpadeaba y se desvanecía rápidamente. Se dio la vuelta y le dio vida de nuevo susurrando un breve encantamiento. Ella quería ese en particular: mantenía el aire purificado, eliminaba venenos potenciales y, si se usaba en combate, creaba un efecto similar a un sedante. Había aprendido que el sedante era igualmente útil para promover un sueño reparador.
Comprobó los demás. Uno brillaba de un verde suave a su lado, proporcionando fuerza y curación, el otro tótem resplandecía en rojo constantemente.

La pequeña salió fuera de la tienda y miró al cielo que empezaba a aclararse notablemente. Un nuevo día.

Cuando volvió la mirada hacia el anciano se sorprendió al ver que abría los ojos y la miraba fijamente. Como muchos ancianos de su especie, sus ojos seguían siendo oscuros de color marrón. Su puño nudoso de repente agarró la parte delantera de su túnica y la atrajo hacia sí. Estaba tan sorprendida por la acción abrupta que por poco perdió el equilibrio lo que habría sido terriblemente indigno y vergonzoso. Claramente todavía había un toque de fuego en el espíritu del anciano y ella observó, con los ojos muy abiertos mientras sacaba un objeto de la bolsa un amuleto, una gran moneda de oro, lo apretó firmemente en su mano, levantó la cabeza con gran esfuerzo y exhaló antes de hablar.

— Llevarás esto a Cima del Truenorugió con voz ronca.Tú, y solo tú, pondrás esto en manos de Garn Cirrocanto.

— Garn …murmuró. — ¿ Quién es ?

— Tómalo — le ordenó, sacudiéndola ligeramente.No hagas preguntas. No lo pierdas y no se lo des a nadie. No le digas a nadie que lo tienes. Cuando yo…Jadeó bruscamente tratando de recuperar el aliento.cuando dé mi último suspiro debes abandonar el campamento de inmediato.un traqueteo en su respiración. — esta es la clave.

De repente la soltó, se derrumbó sobre los cojines y cerró los ojos. El traqueteo en sus pulmones que había comenzado a hacerse notar no retrocedió. No le quedaba mucho tiempo.

La pequeña se sentó aturdida. El viejo no mostró signos de moverse nuevamente, pero al menos siguió respirando. Todavía no había necesidad de llamar al otro chaman para su funeral. Miró la moneda en su mano, cálida, girándola entre sus dedos sintiendo algo mágico en ella, pero ninguna magia que hubiera conocido. Tras examinarla mas detenidamente resultó ser menos una moneda y más un medallón; era mucho más grande que el oro que se usaba como moneda.

— ¿ Cima del Trueno ?Pensó. — Eso es un viaje de día y medio caminando en el mejor de los casos sumado a los peligros del camino. Soy demasiado pequeña, ni siquiera he montado en un Kodo todavía, tal vez debería empezar a entrenarme.su mirada volvió al medallónDijo que esta es la clave, qué cosa tan extraña ; no parecía que fuera a abrir nada (aunque sabía que la lógica era una tontería). Aún así, la tarea encomendada era bastante simple a pesar de los peligros obvios. Sin embargo, la tarea de tratar de encontrar a este Garn Cirrocanto en la enorme ciudad de Cima del Trueno fue abrumadora.

Nunca había oído hablar de el y no sabía su profesión ni siquiera en qué sección de la montaña residía. Al menos sonaba como un nombre Tauren, por lo que estaba segura de sí misma buscando uno de su propia raza. Se guardó el extraño objeto en la bolsa del cinturón y se recostó para mirar al anciano nuevamente, pero permanecía intranquila e inquieta, preocupada por sus palabras y la exigencia de mantener el secreto. Negó con la cabeza con fuerza y trató de aclarar sus pensamientos. Revisó sus tótem, puso agua a calentar para el té y esperó.

Con los primeros toques de luz en la sagrada tierra de Mulgore, el alma cansada del viejo viajó hacia el otro mundo, mas allá del velo roto que cubría Azeroth, seguramente Ardenweald fuese su destino.

Nhail observó con mucho respeto toda aquella escena, se veía reflejado en la pequeña Tauren, su viaje no había hecho más que empezar, sintió nostalgia, recordó todo lo que pasó en estas tierras década atrás, Pezuña de Sangre se veía mas vacío de lo habitual, la mayoría de los habitantes se encontraban en Las Tierras Sombrías arriesgando sus vidas por volver a vivir nuevamente en paz por lo que no pudo reencontrarse con nadie aunque su nombre siempre sería recordado y reconocido allí entre los Tauren.

Sin más, desapareció y puso rumbo al norte de Mulgore, donde su viejo maestro vivió, alejado de todo.

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A saber porque me amas paladín…
Eärnur no contestó inmediatamente,su mente retrocedió en el tiempo,recordando cuando había sucedido aquello.
Su entrenamiento con la luz avanzaba a muy buen ritmo,pero entre todos los hechizos había uno que se le resistía, y no sabía muy bien porqué. El conocido como “Guardián de los antiguos reyes”. Aquel que elevaba sus competencias de manera instantánea durante un mínimo tiempo. Por más que trataba de realizarlo, no conseguía el objetivo.
Durante mucho tiempo trabajó con el Lord Argentsword en ese tema,y a pesar de su constancia,no conseguía ejecutarlo.
El lord le sometía a entrenamientos constantes,apoyado en una esfera encantada,proporcionada por Purple,que le sometía a rigurosas pruebas con un elevado número de rivales,aunque fuesen sólo reflejos. A pesar de intentarlo en lo más reñido del combate,el hechizo se resistía a su llamada.
Aquella mañana no tenía nada de particular,mientras acudía con su perseverancia habitual,a practicar con el lord. Por el camino chocó con una elfa,que clavó enfurecida su mirada en él,o al menos eso debía de ser lo pretendido. Lo único que recordaba él, era el fulgor de unos ojos dorados, que parecieron ateavesar cada fibra de su ser.
El entrenamiento se desarrollaba con normalidad. El lord le bombardeaba con reflejos cada vez más numerosos de enemigos, y el con su maestría habitual los iba disipando,y aun tratando de invocar ese hechizo,no lo conseguía…
En un momento de la prueba,un grupo de draconianos atacaba a una joven elfa,se metió en el combate con profesionalidad, intentando invocar el hechizo,sin conseguirlo. Hasta que en uno de los giros del combate, quedó enfrente de la elfa. Normalmente no prestaba atención a las imágenes, centrado en el combate, sin embargo por un momento levantó la vista,y descubrió los dorados ojos de la elfa,en ese instante,el poder fluyó hacia él de manera inmediata, sin necesidad de convocarlo de una manera consciente.
Lord Argent le felicitó, diciendo que la constancia daba sus frutos. Eärnur,turbado por lo sucedido,permaneció el resto del entrenamiento ausente,pensando en que había sucedido…
Con una sonrisa regresó al presente¿sabes Lya?
Cada vez que me preguntas eso,te podría dar un millón de respuestas,y todas serían validas. Sin embargo,prefiero decir que te amo por tu mirada…
Lya meneo la cabeza con un gesto,mientras su boca ensayaba un mohín que resultaba encantador…
¿Mi mirada? Serás…
Continuará

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La luz lo sabe,dijo enigmáticamente Eärnur…
Su mente retrocedió en el tiempo,recordando aquel momento.
Caminaba hacia el entrenamiento,cuando una elfa apresurada chocó contra el. Pensaba que iba a recibir una reprimenda,pero lo único que vió, fueron unos ojos dorados que hicieron vibrar hasta la última fibra de su ser.
Continuó hasta su entrenamiento con Lord Argentsword,pensando en ese hechizo que tanto le costaba ejecutar. El Guardián de los antiguos reyes. A pesar de ser sometido a múltiples pruebas,no conseguía ejecutarlo. La rutina que practicaba,estaba basada en una esfera que el instructor poseía. Un complejo encantamiento,preparado por Purple,le obligaba a combatir contra múltiples enemigos,con el fin de provocar la reacción, que llamase al hechizo. El lord siempre repetía, que el bloqueo estaba en su mente,y que cuando lo dejase fluir,acudiría a él, de manera natural. No obstante,el insistia en las prácticas una y otra vez,sin éxito.
Aquel día, en uno de los combates,un grupo de draconianos acosaba a una elfa que gritaba aterrorizada. Con su fría eficiencia el paladín combatía con una precisión matemática, obviando el supuesto objetivo. En un momento determinado, uno de los giros le colocó frente a la elfa,de manera automática iba a prescindir de aquella imagen,cuando unos aterrorizados ojos dorados atravesaron nuevamente su ser…
El hechizo nació automáticamente, sin el pensarlo siquiera. Finalizó el combate con éxito, recibiendo los parabienes del lord. Sin embargo,el permaneció como ausente el resto del entrenamiento…
Volviendo al presente,y con una sonrisa,le dijo a Lya,te podría dar un millón de motivos para amarte,y todos serían ciertos,pero…prefiero decir que te amo por tu mirada.
¿Mi mirada? Tú estás mal paladín

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Los Tauren y los Kaldorei se respetaban mutuamente. La leyenda decía que fueron de las primeras razas en despertar en este mundo y ambas eran especies pacíficas y amantes de la naturaleza. Sin embargo los tiempos habían cambiado. Con las guerras y la continua fricción entre las estúpidas facciones, Horda y la Alianza, Alianza y Horda, tanto los Tauren como los Kaldorei se han enfrentado al mundo … y entre ellos.

Los combatientes se separaron y retrocedieron, jadeando, mirándose el uno al otro, tratando de calcular cuáles podrían ser sus próximos movimientos al juzgar el desplazamiento de sus pisadas y la manera de sostener sus armas.
Ambos sangraban por pequeñas heridas que habían logrado infligir.
Ambos estaban agotados por sus prolongados esfuerzos y salir vivos del encuentro.

Nhail levantó las cristalinas y cargó de nuevo, la luz de la batalla brillaba en sus ojos inyectados en sangre. La parte oscura, Shemyazaz, saltó a un lado, apenas se apartó del recorrido del filo haciéndole tropezar cuando su bota derecha se enganchó en una raíz que rompía la tierra, tambaleándose y perdiendo el equilibrio cayendo al suelo.

Shemyazaz vio su oportunidad y saltó para clavar las dagas en la espalda desprotegida. Nhail, desesperado, invocó un fuerte torrente arcano, algo que detestaba hacer, liberándolo pero a un gran costo. Rugiendo de dolor y sed de sangre, apartó la hoja con el brazo desnudo y lanzó una patada conectando hacia la caja torácica de su oponente con un crujido repugnante, enviándolo volando sobre el musgo para así desplomarse en la maleza espinosa, desarmado y gimiendo de agonía mientras luchaba por respirar.

De su rostro y cuello brotaba sangre como un chorro de agua caliente, y la herida ardía y palpitaba enloquecidamente, como si algo le estuviera perforando el cráneo. Se tambaleó hasta el precipicio de la montaña incapaz de ver o concentrarse en nada por el momento, arrojó las armas al suelo y se arrodilló, puñados de lodo limoso sobre los nudillos ahora sangrantes golpeaban la tierra tratando de detener el flujo. El barro estaba frío y espeso lo que ayudó a frenar el sangrado, pero el dolor no disminuía.

Escuchó un crujido detrás de él y se dio la vuelta, recordó su terrible situación mientras tomaba de nuevo a Myrkur, pero no había ninguna hoja clavándose en él solo su oponente arrastrándose libre de la maleza. Nhail observó cómo su otra mitad se arrastraba laboriosamente a campo abierto y se derrumbaba. Se quedó ahí un rato antes de hacer el esfuerzo de rodar sobre su espalda. Tampoco estaba armado y no hizo ningún esfuerzo en ir a donde estaban.

Toda la pelea desapareció repentinamente dejándolo débil y frágil. Sus extremidades pesaban como plomo. Se quedó allí balanceándose y finalmente encontrando la voluntad de levantar las pesadas botas, caminó torpemente hacia Shemyazaz.
Se sentó con un gruñido y se desplomó.

La sangre tomaba forma de espuma en los labios de su sombra, su otra mitad, la parte maligna que habitaba en la armadura, burbujeando mientras respiraba. Esa patada final había sido el golpe mortal. Los ojos del elfo brillaron débilmente mientras miraba al vencedor de la batalla.

— ¿ No vas a terminar el trabajo ? — preguntó débilmente en Thalassiano.

— No. Ya no tengo corazón. — dijo con sinceridad.

Estuvieron callados un rato.

— ¿Qué ha sido de nosotros?preguntó el elfo. — Nuestra gente es amante de la paz.

— Caímos en la corrupción de la guerra, la venganza y nuestras diferencias — rugió, observó la sangre que aún manaba por el corte en su brazo.Permitimos que los estúpidos ideales de otros contaminasen nuestra visión del mundo.

— Tengo algo para ti.

— ¿ Qué ?

Se llevó la mano al cuello y desató un cordón de seda trenzado del que colgaba un pequeño fragmento óseo redondo. Lo sostuvo en su mano temblorosa …

— Eres un gran luchador — dijo con voz ronca. — Eres poderoso y tu corazón está en el lugar correcto.

Tosió y escupió más sangre.

— ¿ M … maestro ? ¿ Maestro eres tú ?apenas podía mantener el pulso en sus manos, no podía creer que Breind estuviese comunicándose con el nuevamente.

— No puedo estar mucho más tiempo en este plano, así que tú … quiero que sigas con tú camino, tal y como lo has estado haciendo durante todos estos años. Tómalo.Se lo estrechó a Nhail, quien lo sostuvo con cautela en la palma de su mano.

— ¿ Que hago con esto ? — preguntó, desconcertado.

De todos modos no parecía ser especial. Marcado con una escritura en un lado y la silueta de un Kodo a otro, estaba un poco confundido con la situación. El propósito de Nhail era tener un duelo contra el mismo y meditar frente a la gran roca donde solía entrenar con su maestro para así de alguna manera sentirse conectado con su alma, pero jamás pensó que la situación llegaría tan lejos para su fortuna.

Antes de desaparecer, agarró la mano del elfo y le dijo una última cosa.

— Vive mucho, hijo … Ishne’alo’porah.

Miró aturdido al cielo, inerte, el brillo desaparecido de sus ojos.

— Camina con la Madre Tierra, padre. — El fragmento óseo de deshizo en polvo mimetizándose con la suave brisa que dejó su maestro a desaparecer.

Nhail no sabía ni le importaba especialmente cuánto tiempo estuvo sentado bajo la gran roca.

Después de algunas horas, conmocionado y con mucho dolor en cada uno de sus huesos, finalmente se movió, estiró cada uno de sus músculos y enfundó a las cristalinas. No tenía fuerza ni física ni mental para cortar madera ni construir una pira a la manera Tauren, por lo que cavó un agujero poco profundo entre las raíces de un árbol y enterró cada recuerdo relacionado con el allí mismo. Le tomó mucho tiempo encontrar suficientes piedras para apilar encima, una vez que lo hizo sacó su cuchillo y talló en la gran roca un símbolo simple: un árbol alto y recto, sosteniendo el mundo en sus ramas.


" Llámame Breind Alma Mágica, de la tribu Totem de Runa", anunció mientras terminaba de tallar. " Y recordaré, amigo mío, la lección que me has enseñado ".

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Todavía quedaba mucho camino por recorrer, ansiaba volver a casa, deseaba volver a Quel’thalas, tenía mucho que hacer allí. Pero primero debía volver al gélido bosque de Cuna del Invierno.


Una tierra de tres mil millas náuticas, vista en sueños.
Camino la tierra fértil y portando una daga a mi lado bailo la danza sagrada.

Sombra del Viento quemado por el sol.
Sombra del Viento quemado por el sol.

Apuñalo a la luna, tiñéndola de rojo.
Los pétalos caen con esa hábil actuación …
y mas de trescientos pares de ojos miran con asombro.
El sacrificio despierta.

Las voces llaman a las llamas.
Las voces llaman a las llamas.

Orígenes arcanos, mas allá de los sueños y absolutamente todo lo ordinario,
es un espíritu con la forma de una sombra.

Sombra del Viento quemado por el sol.
Sombra del Viento quemado por el sol.

Los engranajes giran inevitable y abruptamente,
esta pesadilla de éxtasis crece hasta el clímax.

Devora el agotamiento, vomita la abundancia.
Llueve una luz esperanzadora en el barco de la muerte.
¿Es el paraíso de la llama del fuego o el motor de una rueda sagrada?

Incluso una palabra suave se convierte en un sollozo sombrío.
El sacrificio mas allá de los sueños.
Silencioso y sin nombre, ascendiendo, descendiendo …

Nhail Shal’endir.


OFF: A veces me suele gustar escribir versos/cánticos en mis reatos como el caso de este último. Hay mucho de mi mismo depositado en el personaje.

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Ante el se erigía el Fuerte Elíseo, como si de un ave se tratara el fuerte abría sus alas sobre el vacío sobre el que se sustentaba, su cuerpo central daba lugar a una gran plaza central alrededor del pedestal dorado y albino. el cuerpo central se elevaba y continuaba más allá de las alas, cuatro grandes estatuas aladas, dos a cada lado, permanecían inmóviles levitando en guardia salvaguardando la gran estatua central de alas extendidas que dominaba la plataforma.

La vertiginosa pared vertical daba fin al cuerpo central, esta pareciera más un campanario que cualquier cosa imaginable, puesto que en lo alto de esta una inmensa campana dorada, ricamente tallada con runas permanecía inmóvil, sobre esta el omnipresente emblema de la llama coronaba el “campanario”.

Llegaron a la plaza central, en la que pareciera que administradores y ascendidos vivieran ajenos a lo que sucedía en el reino a sus pies por la calma en la que realizaban sus labores o se recreaban, y aterrizaron, dejando Adrestes con cuidado al mortal en el suelo.

Ya hemos llegado, sígueme y cuida las palabras que vayas a decir, que la Arconte te conceda una audiencia es un privilegio que se ha concedido por tu servicio a Bastión.

Atravesaron la acristalada plaza, esta permitía ver las nubes a sus pies, a pesar de estar pisándolo no parecía tener ni una mota de polvo, al igual que el resto del fuerte, ni una grieta o arañazo.

Subieron la curvada escalinata que se bifurcaba para unirse en el mirador que permitía ver con facilidad la plaza y continuaron avanzando, los goliaths a sus lados, listos para atacar si fuera necesario, le dejo claro que era un lugar de importancia.

Estamos a punto de ver a la Arconte, la que era anciana cuando el reino nació, la que lleva eones siendo nuestra estimada líder. Cuando lleguemos debes mostrar tu respeto al solicitar humildemente su ayuda.

Claro, no se preocupe por ello. Mantuvo las formas a aquellas palabras pese a que aquellas palabras de “estimada líder” y “solicitar humildemente su ayuda” no acababa de sentarle bien.

Caminaron por el centro de la plataforma, dejando las cuatro estatuas atrás, a sus lados cuatro seres alados esperaban pacientemente, cada uno con un atavio distinto, no se detuvo a mirarlos, si no que continuó caminando al final del camino.

¿Ella es la Arconte?.

En efecto, recuerda mostrar humildad cuando te dirijas a ella.

Ante ellos la ser alada aleteaba con gracia con aquellas alas de prístinas y blancas plumas rematadas en triangulares ornamentos dorados, no solo su gran tamaño y sus inmensas alas sorprendió al mortal, si no que por algún motivo la figura le inspiraba respeto y poder, la larga lanza dorada que su mano portaba le hizo pensar que podía acabar sus días en un instante si no cuidaba sus palabras. La triangular corona dorada rematada con tres espinas doradas por lado no dejaba lugar a duda que era quien gobernaba aquel lugar, el rostro de aquella ser reflejaba la autoridad de su propio ser, sin embargo no tenía la mirada de un líder déspota, si no que le recordó a como una madre ve a sus hijos por algún motivo que nunca comprendió.

Llegaron cerca de ella y vio como Adrestes se arrodilló, por lo que hizo lo mismo y esperó a que le dejaran hablar.

Tu debes ser el mortal que ha solicitado audiencia conmigo, dime que te ha hecho venir del otro lado del Velo a nuestro reino. Por como hablaba pareciera que mostraba interés en las palabra del mortal.

Gracias por permitirme recibirme en persona, tengo nefastas noticias me temo.

Continua.

Por algún motivo las almas que llegan a Oribos se dirigen directamente a las Fauces, pues la Enjuiciadora no esta activa, por lo que todos acaban destinados a aquel lugar de pesadilla, creo que por ello no llegan almas aquí y por ende están sufriendo lo que llaman “sequía de anima”, me temo que además porto más noticias que no le serán de agrado.

En efecto eso son noticias trágicas, pero me temo que no podemos hacer nada por ello.

Perdone mi osadía, ¿pero no es posible desplazar a otro lugar a las almas?, he visto aquel lugar, y no creo que ninguna merezca acabar allí.

Temo que no podemos hacer nada, nuestra sagrada labor es traer a las almas del otro lado del Velo a las Tierras Sombrías.

Se mordió la lengua al escuchar aquello, quiso irse de allí de inmediato, incluso gritarle frustrado a esa “arconte”, pero le prometió a Adretes que mantendría las formas. Entiendo…

¿Cual es la otra noticia que portas?.

Lysonia les ha traicionado, se ha unido a lo que ustedes llaman “Abjurantes”.

Lysonia… nunca hubiera sabido que la oscuridad la envolvería… Dijo una de las presentes, de yelmo cuyas alas se doblaban cual halo.

¿Es eso cierto Adrestes?. Quiso confirmar Kyrestia.

Me temo que así es, hubo un ataque al Templo de la Pureza comandado por ella, no ha sido el único en informar de ello.

Son cruentas noticias, pero no es la primera vez que la Arconte ha mantenido el oído sordo en estos menesteres en el pasado. Replicó la ser de yelmo alado.

Las circunstancias han cambiado, Devos.

¡Devos!. Se dijo a sí mismo tratando de evitar que nadie se diera cuenta de su sorpresa.

Mortal, cuéntame más sobre esos Abjurantes.

Por supuesto, por lo que entendí quieren hacerse con el control de Bastión para acabar con lo que ellos consideran “la tiranía de la Arconte” para crear una “nueva era para los kyrianos”.

Eso que dices es muy grave, es algo inimaginable.

Por desgracia es así, he visto lo que les hacen a quienes no se unen a ellos, no se si estoy haciendo lo adecuado al haberos ayudados pero… no puedo apoyar a quienes matan a indefensos a sangre fría solo por no unirse a ellos. Se retiró la venda del hombro, mostrando el tajo lleno de puntos.

Hablas con sinceridad, mortal.

Eso me temo, escuché campanas cuando estaba llegando al Reposo del Héroe, seguramente han vuelto a ser atacados, por algún motivo pudieron atacar el templo sin ser retenidos por lo que llaman “resguardo”, por lo que deben tener entre sus filas a traidores.

Estaremos vigilantes pues, Dechados vuelvan a sus templos, Adestres comprueba los resguardos.

Tu servicio no ha concluido mortal, parece que sigue siendo necesaria tu presencia en nuestro reino, veamos de lo que eres capaz. Ve y sirve.

Adrestes se levantó, por lo que lo replicó y se dirigió hacia las escalinatas.

La situación es nefasta, la última vez que la Arconte solicitó ayuda externa fue hace eones…

Interrumpió a Adrestes justo antes de bajar el primer escalón.

Disculpa mi intrusión pero… ¿Eso ha sido todo?, no es que cuestione a su líder pero… su respuesta me ha dejado cuanto menos frío, con lo que he tenido que soportar para poder hablar con ella para que me diga que “no podemos hacer nada” y “sigue ayudándonos”…. solo soy un simple mortal que no debería meter las narices en su organización pero tengo la sensación de que no comprende la situación en la que nos encontramos.

La Arconte es sabia, si te ha encomendado que sigas prestando tu servicio es por que confía en ti, y eso es un honor cuanto menos.

Debería sentirme honrado si, pero esperaba cuanto menos una respuesta más… contundente, he visto con mis ojos como son las Fauces y saber que están enviando a todos allí… me frustra.

Por desgracia no podemos hacer nada por ellas en este momento, nuestro reino esta al borde del colapso y me temo que con esta sequía y la rebelión de los Abjurantes tarde o temprano no podremos realizar nuestra sagrada labor, no quiero imaginar que pasaría si ello sucede.

El enano se detuvo nada más bajar el último escalón que daba a una de las alas del fuerte.

No pienso irme de aquí hasta que detengan el flujo a las Fauces, juro que le haré entrar en razón sea como sea, aunque tenga que pasar el resto de mi vida aquí.

Tu determinación es clara y tu corazón puro, ayúdanos a lograr ese objetivo.

Así será pues, ¿como deberíamos empezar entonces?.

Deberíamos comprobar los resguardos, si caen entonces podrían atacarlos.

Y de paso comprobar el resguardo caído, vayamos a verlos.

Caminaron a paso ligero por el brazo que comunicaba con el ala donde los resguardos residían, apenas vio detalle alguno de este más allá de los estandartes con inscripciones en aquel idioma que no entendía, subieron las escaleras y llegaron al primer resguardo.

Bien, aquí están. Dijo Adestres mirando al primer artefacto, como si de un ángel portando una espada se tratara las tres piezas, una como el archiconocido emblema y dos a sus lados como si de alas se trataran flotaban emitiendo un resplandor celeste constante.

Bien, el resguardo de la Pureza esta activo, comprueba los de este lado, yo mirare los del lado opuesto, si están activos estarán como este, si ves algo raro avísame de inmediato._

De acuerdo.

Se separaron, el miró con detalle el artefacto y avanzó por el ala, el siguiente resguardo, al igual que el que vio antes este funcionaba perfectamente.

Que raro, las nemis están inactivas…. Escuchó como un murmullo de Adrestes

El enano miró a sus lados, pero no logró ver a nadie más que el Polemarca.

Debe haber un traidor seguro…

Continuó hacia el siguiente resguardo, otra vez Adrestes murmurar. Inactiva, ¿pero cuando lograron hacerlo?.

Llegó frente al resguardo, este también estaba activo.

Parece que los demás están bien, ¿como han podido dejar sin supervisión es… Antes de poder acabar la frase algo le alertó. ¿eh?.

¡Mortal insensato!. No supo cuando vino, pero frente a el un Abjurante se alzaba frente a el, este sin embargo le resultó lejanamente familiar, este a diferencia de los demás tenía un rostro más humano, además de la única barba aparte de la suya en aquel reino.

Tu…. ¿Uther? Preguntó anonadado el mortal.

Así que me conoces… la Arconte te esta engañando, vuelve a Azeroth mientras puedas pues estas rindiendo cuentas a una causa injusta. La ráfaga de luz que lanzó impactó contra el resguardo, lanzando al enano un par de pasos atrás.

Márchate de aquí, la próxima vez que nos veamos no seré tan indulgente. Adrestes vino corriendo, pero fue demasiado tarde, pues el Abjurante salió volando rápidamente.

¿Que ha pasado?, ¿Estas bien?. Le preguntó preocupado.

Debo estar perdiendo la cabeza… suspiró no te preocupes por mi. Miró al inactivo resguardo que residía en el suelo apagado, desperdigado. maldición ¿por que no hice nada?.

El resguardo del templo del Coraje… allí es donde los aspirantes vienen a entrenar técnicas de combate, siento pedirte esto en tu estado, pero tienes que ir allí cuanto antes. Por cierto ¿le conocías?.

No sabría decirte ahora mismo, espero que solo sea una desafortunada coincidencia, iré allí de inmediato.

Bien, dile a Cassius que necesitas un larion, allí podrás tomar algo de equipamiento si se llega al caso de tener que enfrentarte y toma Cogió de una pequeña faltriquera en su cinturón un frasco redondo lleno de un fluido celeste y se lo dio. es un frasco de anima, si tus heridas no te permiten luchar tómalo, pero solo en el caso de que tu vida corra peligro, tiene un gran poder de regeneración, pero no se como le puede afectar a un mortal tomarlo.

¿No vienes?.

Me temo que no, han vuelto a activar la baliza del Reposo otra vez.

¿Kleia y Pelagos?.

Posiblemente, ve cuanto antes al Templo del Coraje y busca a Thanikos, la Mano de Xandria, que la Arconte te guíe.

Gracias, ten también cuidado .

Adestres salió volando hacia el horizonte mientras que el se dirigió corriendo al mirador central, allí pidió al kyriano el larion, subiéndose a uno de plumas blancas y azul oscuras esta vez, el noble animal tomó vuelo de forma suave, pero pareciera leer los pensamientos de su pasajero, pues aleteaba fieramente lo más rápido que podía, convirtiendo la agradable brisa imperante en una rápida corriente de aire ensordecedora que puso en apuros al mortal para mantenerse sin caer al vacío.

Apenas lograba mantener abiertos sus parpados con aquel torrente de aire zarandeándolo, pero pudo relajarse un poco cuando pasó junto al Reposo del Héroe y creyó ver lo que pareciera Adestres portando algo en su brazo y dos figuras aladas junto a este en dirección opuesta a el, Kleia y Pelagos pensó, pero no pudo ver más que imágenes muy borrosas pues el aire luchaba por cerrar sus párpados.

El incansable larion siguió aleteando lo más rápido que podía hacia el oeste, ambos sabían que algo terrible estaba a punto de suceder, pero para su desgracia tendrían que atravesar todo el reino para llegar.

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La noble montura comenzó a descender abruptamente, lo que pilló desprevenido al mortal que creyó que iba a caerse del larion, cuando el ensordecedor aire cesó pudo abrir otra vez sus parpados, pese a su visión nublada supo que estaba en problemas, pues el ensordecedor ruido no cesó, si no que el aire machacando sus oídos dio lugar al ensordecedor ruido de la guerra.

Gritos de cólera, dolor, ordenes, hechizos siendo invocados o armas impactando entre ellas inundaba lo que era conocido como el Templo del Coraje, ahora convertido en una versión a escala de Maldraxxus, lo que el enano vio cuando recuperó la compostura tras el abrupto viaje le dejó sin palabras.

¿Que es…. He llegado demasiado tarde.

A su alrededor decenas de cráteres humeaban el icor verde que los inundaba y que evitaba respirar, cristales, pergaminos, estantes y cientos de objetos más hecho añicos o carbonizados cubrían el antaño prístino suelo, por no hablar de los escombros de los antiguos palacetes y estancias destruidos, pero los daños materiales no fueron más que una nimiedad con el autentico daño ya ejercido en aquel lugar.

Como un recordatorio de lo que vio en el anterior ataque en el que se vio involucrado los cuerpos inertes de aspirantes, ascendidos, administradores y nemis regaban el suelo con cruentas heridas, a diferencia de los tajos limpios de su anterior “experiencia” estas más bien eran burdas, ya que presentaban muchas rasgaduras y cortes con tirones e incompletos, por lo que temió que no solo los Abjurantes tenía interés en tomar el reino.

Su temor quedó confirmado en el momento que vio la necrópolis sobrevolando el destruido templo, la imagen de Naxxramas sobrevolando Cementerio de Dragones le vino de inmediato a la cabeza, pues parecieran gemelas salvando las diferencias de colores y materiales de recubrimiento.

…. no puede ser…. ¿La Plaga…?. se preguntó anonadado.

Al mirar de nuevo a su alrededor se percató de los cadáveres no pertenecientes al reino atacado, la semejanza de aquellos cadáveres a las más que conocidas abominaciones, necrófagos y esqueletos a los que tanto se había enfrentado a lo largo de su vida pareciera confirmarle que la Plaga atacaba Bastión, sin embargo las diferencias eran notables en algunos casos, pese a ello la idea de la Plaga no dejaba de venirse a la cabeza.

¡Al fin han llegado refuerzos!…. esperaba un ejercito pero me servirás, mortal. Logramos recuperar algo de equipamiento, equípate cuanto antes y ayúdame a llegar al Templo, debemos ayudar a mi Dechada cuanto antes.

¿Eres Thanikos, verdad?.

Su tamaño, por encima de los pocos defensores que a duras penas lograban mantener la posición, y su equipamiento, basado en placas doradas ahora impregnada en la oscura sangre de sus enemigos caídos no le dio lugar a duda alguna.

En efecto, soy la Mano de Xandria, Dechada del Coraje, por favor ayúdenos en este momento tan calamitoso. Un pequeño ser, parecido a un ghoul se le abalanzó a la cara de un salto, hábilmente lo cortó en dos de un tajo de su hacha.

Cuenta con mi apoyo, esto es imperdonable. Sin decir más fue a un estante sobre el que un pecho simple de metal y un pantalón no muy largo, cubierto con unas láminas en el frente reposaban, notaba que le estaba un poco grandes pero le tendría que bastar por ahora, tomó a continuación una lanza plateada y volvió con la Mano.

Veo que les gustan las lanzas… ¿Quienes son estos atacantes?, me recuerdan a mi mundo…

Son Maldraxxi, el ejercito inmortal que defendía las Tierras Sombrías de toda amenaza… hasta que comenzó la sequía, ¿Por que han osado atacarnos?, están traicionando todo lo que son… da igual, debemos acabar con ellos, no podemos dejar impugne esta afrenta…. ¿ves todos nuestros caídos?, no tuvieron oportunidad alguna, atacaron sin previo aviso…¿como ha podido fallar el resguardo?. Una mezcla de determinación y odio se dejaba ver en la voz de Thanikos.

Cuenta conmigo, vengaremos a todos los caídos y acabaremos con todos y cada uno de ellos.

Bien, debemos ir al templo, por desgracia han tomado todo tras las escaleras, y derriban a todo el que vuele, la única forma de llegar es abriéndonos paso, ¿estás listo?.

Movió su brazo derecho un poco, notando aún un molesto tirón en este, lo mismo sucedía si giraba su cuerpo en la herida de la espalda. Me temo que tendré que hacerlo… Sacó el frasco de fluido celeste, lo destapó y le dio un gran trago.

¿Es eso ánima?, ¿Te lo dio Adrestes?.

En efecto, aún tengo heridas sin terminar de sanar del otro encuentro, no se como me afectará pero es necesario.

El anima entró en su cuerpo como si de agua se tratara a pesar de su etérea fluidez, fue raro cuanto menos pues notaba como alimentaba algo dentro de el, pero no a nivel corpóreo, si no más profundo, como si fuera su alma la que realmente se alimentaba de este anima, no percibió sabor y aun así notó un sabor familiar que no podía describir, que a duras penas notaba, pero siempre estuvo allí desde que llegó. Empezó a notarse con mas vigor, más que desde hacía meses, o años incluso, replicó los movimientos que realizó antes, pese a verse aún la herida no notaba dolor ni molestia alguna, esta quedó relegada a una marca en su piel, otra cicatriz más que le recordaría la decisión que tomó en aquel desafortunado momento.

……creo que…. estoy preparado…. más que nunca de hecho… ahora entiendo por que esto del “anima” es vital para ustedes.

Perfecto, iremos nosotros dos al templo.

¿Solo nosotros?.

En efecto, llegaremos allí o caeremos en combate pero los demás tendrán que mantener la posición por si ocurre lo segundo.

Así que por eso te llaman “Mano del coraje”… estoy listo. Como no en su interior aquella voz le decía que huyera de allí cuanto antes, ante la más que previsible misión suicida.

Se van a arrepentir de atacarnos, vamos mortal ayudemos a mi dechada. Thanikos avanzó impasible hacia las escaleras en el lateral, el mortal le acompañó, lanza en mano.

El panorama ante ellos era desolador, la devastación que había presenciado hasta el momento no era más que un anticipo frente a lo que tenía delante de sus ojos, el pequeño ser apretó con firmeza la empuñadura de la lanza.

Unos pocos Maldraxxi se lanzaron a ellos nada más bajar las escaleras, segundos después regaban el suelo cercenados o ardiendo en luz sagrada gritando de dolor a la que se quedaron a la zaga de aquel dúo.

Más escalones frente a ellos y un panorama aún más desolador, las ruinas ardían sin control a sus pies, a lo lejos un quebrado puente les separaba del devastado templo que flotaba en el horizonte bajo la “necrópolis”.

Allí esta el templo, mi dechada deb…. ¡Cuidado!.

Cayó de espaldas al suelo, el silbido sobre su cabeza y el temblor seguido de cascotes desperdigándose en el suelo le asustó, apenas podía respirar con Adestres cubriéndolo.

Ha faltado poco, un segundo más tarde y estarías empalado en esa pared. Señaló la pared tras ellos.

Se levantaron y vio la larga lanza ósea incrustada hasta la mitad en la pared, lo que le hizo palidecer.

Gracias por salvarme, ¿Algún plan para avanzar? no parecen gran cosa pero… ¡Mio!. _Lanzó la lanza hacia el “ghoul”, dejándolo empalado en esta.

¿Pero no lo habíamos matado? ¿Por que narices ha vuelto?. Sacó la lanza de la hedionda panza abierta y la incrustó en la cabeza canalizando luz, retorciéndose de dolor hasta que dejó de vivir su segunda vida.

Esos nigromantes deben estar alzándolos de nuevo, hasta que no destruyamos sus cuerpos seguirán alzándolos.

Estamos atrapados entonces… suspiró. supongo que nuestra única vía de avance es hacia el templo.

Eso parece, continuemos.

Bajaron las escaleras, otra vez varios Maldraxxi atacaron, y otra vez yacieron inertes en el consagrado suelo cercenados o ardiendo. Continuaron avanzando dejando una estela de muerte temporal tras ellos, pues escuchaban a los nigromantes recitar hechizos tras ellos.

¿Como vamos a llegar allí?, el puente esta destruido…. ¡Tápate los ojos!.

La cegadora luz surgió cual flash cegando a la muchedumbre asesina, dejando a quienes impedían su avance indefensos, estos fueron pasto fácil para la dorada hacha y la plateada lanza cubiertas de sangre de la pareja.

¿Sabes usar una ballesta?.

Llegué a ser bueno con armas de fuego, podré apañármelas.

Bien, vamos a volar, ocúpate de quienes nos ataquen. Thanikos lanzó su hacha al pellejudo “esqueleto” frente a el y tomó de un tirón la ballesta y su carcaj, lanzándosela al enano a la que recogía de la cabeza su hacha.

Bien, a mis brazos mortal.

El último “esqueleto” apuntó al enano con su ballesta, para su desgracia el pequeño ser llegó antes de que lograse recargar el virote se vio con los brazos cercenados, no pudo entender que le pasó pues la lanza atravesó limpiamente su cabeza. El vacío entre ellos y el templo aguardaba.

Vamos.

Se colgó el carcaj lleno de virotes en el cinturón y subió a brazos de Thanikos, que sin dilación se lanzó al vacío, desplegando sus alas tomando el vuelo.

Estate atento, querrán derribarnos…. además, estoy seguro que sus guerreros más poderosos estarán allí.

Miró la ballesta, un diseño familiar que sin embargo notaba mucho más refinado y liviano que sus contrapartes de Azeroth.

¡Sobre ti! ¡derriba a ese alacortada!.

Apuntó con la ballesta ya cargada y disparó, para desgracia suya atravesó la membranosa ala, dando lugar al espeluznante chillido de dolor de la criatura. Tomó otro virote y tensó el cable de acero, aunque no le hizo falta dispararlo pues la herida criatura se zarandeó violentamente, haciendo caer al vacío a su dueño.

….eso no me lo esperaba…. ¡Gira hacia tu derecha!.

De inmediato Thanikos giró, otro alacortada planeaba lo más lento que podía, ambos tiradores se miraban en silencio tratando de disparar el certero tiro letal a su contraparte, a punto estuvo de disparar el enano, pero el brusco movimiento lateral le confundió. Escuchó a su lado el zumbido del virote pasar y arrancar una pluma de su portador, lo que le hizo helar su sangre.

Estaba muerto…. es el momento, oriéntame hacia el.

Thanikos no hablaba, solo obedecía las ordenes de su “artillero”, vieron al alacortada acelerar su vuelo, pero fue demasiado tarde, el virote se incustó en el cráneo de la vil criatura, no si antes hacer estallar su ojo.

Montura y ocupante cayeron al vacío, frente a ellos el Templo del Coraje aguardaba, resguardada su entrada por dos moles de carnes de dudosa procedencia.

Prepárate, solo quedan esos dos.

Bien, espera a que los mate y aterriza.

Cargó otro virote, el primero acertó en el hombro del de la izquierda, recargó otro virote pero no hizo falta pues empezaron a atacarse mutuamente; destrozándose mutuamente con brutales golpes, quedando uno con la cabeza destrozada en mil pedazos y el improvisado contrincante con todas sus entrañas desperdigadas por el suelo.

Perfecto, si nos pasa algo quiero que sepas que te has ganado mi eterno respeto.

Solo hice lo que debía hacer…

Aterrizaron nada más alcanzar suelo lograron ver la igualada batalla entre nigromante y dechada en el centro del antaño templo, al igual que Thanikos esta portaba una dorada armadura, su gran tridente y su yelmo aurealo dorados le dejó claro que debía tratarse de Xandria.

El nigromante empleaba ondas y magia oscura tratando de derribar a la dechada, a pesar de no lograr hacerle gran daño a esta conseguía que no se le acercase, convirtiéndola en una batalla de desgaste.

¡Tenemos que ayudarla!.

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Así que tenemos compañía, perfecto, el receptáculo que necesito ha llegado.

Acabaremos contigo, ¡Por la Arconte!, ¡Por Bastión!.

Cargó contra el nigromante, bajo el una inmensa runa que cubrió sus pies se mostró atrapándolo en negras cadenas.

¿Pero que…

Se iluminaron en un verde espectral, que aprisionaron más al alado ser, estas se encarnaron y empezaron a desgarrarlo.

El mortal trató de romper las cadenas en vano, lo único que lograba era hacer saltar chispas mellando su lanza un poco con cada golpe.

No….¡NO!. Gritó en agonía Thanikos.

¡Thanikos!. Gritó Xandria al ver a su mano sufrir.

La explosión cegó un momento al mortal, dejándolo aturdido, cuando logró abrir sus parpados de nuevo le espantó, lo que fuera Thanikos ahora era un ser espectral controlando el cráneo y huesos, ensambló un hacha con parte de sus huesos, uniéndolos con ligamentos y tensándolos.

Ha quedado perfecto ¿No crees lo mismo, dechada?.

¡Monstruo!, ¿Que os ha llevado a cometer estas afrentas?.

Intentaba acercarse al nigromante, que se protegía tras tornados de magia oscura, lo que obligaba a la dechada a maniobrar entre estos.

¿No es evidente?, son cómplices de un ciclo roto. Bastión es un derroche de anima que vamos a tomar.

No mientras esté aquí, enfréntate a mi.

Entonces serás la siguiente en caer… Miró al mortal con sus órbitas vacías al enano. Thanikos, acaba con esos insolentes, Cosecarne encontrará alguna utilidad en sus cadáveres.

Si maestro.

Thanikos… Aterrizó frente al corrompido ser. por favor, ayúdame en este desafortunado encuentro.

El haz de magia oscura que esquivó por poco respondió por el, el suelo bajo el ser se iluminó con ira divina, gritando de dolor Thanikos; este lanzó su ósea hacha al mortal que fue empujado por Xandria, golpeando con fuerza ambos la pared.

Luz… mortal atraeré su atención, sigue usando luz contra Thanikos.

De acuerdo.

Xandria de un aleteo se encaró al profano ser, mirando de reojo al enano yendo por detrás de Thanikos.

¡Enfréntate a mi bestia!, ¡No pienso dejar que profanes la memoria de Thanikos!.

Esquivó con facilidad el barrido de hacha y logró meter la lanza entre ligamentos, arrojándola de un tirón fuera de sus espectrales manos, saltó hacia atrás y dio unas zancadas hacia atrás a ciegas.

Thanikos avanzó hacia Xandria, que tomando la repugnante hacha lanzó hacia el cadáver de la abominación de cabeza pulverizada.

Espero que me escuche… Pensó el enano.

El ser hizo chocar sus manos con fuerza, lanzando una ráfaga de aire comprimido, profanado y ensordecedor a Xandria, que impulsada hacia un lateral pudo esquivar.

Ha salido de la runa… ¡Acaba con el ahora!. Gritó Xandria.

¡Escucha el ruego de este humilde discípulo y otórgame tu cólera para purificar a este profanado ser!. La Luz pareció escuchar su plegaria imbuyendo su pequeño cuerpo de sagrada luz que se propagó al arrasado suelo al incrustar su lanza y arrodillarse tras esta.

Thanikos se dio la vuelta cuando empezó a arder en luz, trató de aplastarlo con su espectral mano, que empezó a arder junto al resto de su ser en una inmensa llama verde y dorada envuelta en agónicos gritos de puro dolor.

Mi dechada, te he……fallado. Se dejó escuchar entre los gritos de agonía del ser.

Thanikos…. esto no quedará así Dijo apenada a la inmensa llama.

La llama dejó de arder abruptamente, cayendo los calcinados huesos al suelo, deshaciéndose en polvo al impactar.

El mortal se levantó con un poco de esfuerzo, sacó del suelo la lanza y se acercó a Xandria, tratando de pisar las cenizas por respeto.

Yo… siento tener que haber hecho esto…

Era necesario, ya tendremos tiempo para hablar cuando acabe con ese nigromante.

Así que habéis acabado con el… no era digno de la mejora, tu sin embargo, Dechada del Coraje, si que serás digna.

¡Sufrirás por esto, nigromante!.

Entonces ven, si te atreves.

¿Que ha sucedido con Thanikos?. Una voz foránea se escuchó acercándose.

Amarth haz que llueva muerte, que no interfieran.

El rugido de aquel ser volador bicéfalo retumbó en todo el templo, haciendo estallar los pocos cristales que aún lograron sobrevivir.

¡Tenemos que huir de aquí mortal!. Dijo el kyriano recién llegado.

¡Tengo que ayudarla!, no puedo dejar que esto quede así…. tenemos que acabar con todos.

Xandria desplegó sus alas y de un impulso se dirigió hacia lo más profundo de las ruinas.

No te preocupes por ella, podrá mantenerse hasta que vuelvas con refuerzos… Cerca de ellos cayó lo que pareciera fuego profano ardiendo, haciendo saltar cascotes ardiendo al impactar.

Van a matarla, ¡No puedo permitir que salgan impugnes de esto!.

El kyriano lo agarró del brazo con fuerza y voló hacia fuera esquivando las bombas que caían ardiendo hacia ellos.

¿Pero que haces?, tengo que ayudarla.

Ya lo harás, estará esperando hasta entonces ¿Es que no ves que estas cegado por la ira?.

Lograron huir del antaño Templo del Coraje y pudo llegar a lo que podría considerarse zona segura, otra vez sobre el mar de doradas colinas.

Yo lo he… matado, he acabado con su existencia… Dijo palideciendo de recordar lo que hizo.

Vi su final cuando estaba llegando, hicieron lo correcto por el y su memoria, los culpables de su muerte son los Maldraxxi, no tu.

Dejaron atrás la silueta de la necrópolis, tras las montañas.

Nunca podré perdonarme lo que hice.

El preferiría ese fin a ser una marioneta de los Maldraxxi mortal.

Suspiró. no es justo…. no es justo tanto dolor y sufrimiento en aquellos que no lo merecen, no se nada de los suyos, pero esas caras de angustia… de dolor y desesperación…

Pagaran todos los culpables del dolor causado a nuestro reino no te quepa duda. Por cierto me llamo Apolon.

Drethz… ¿Por que nos alejamos de Fuerte Elíseo?.

Debes ir de vuelta a Oribos e informar de la traición de Maldraxxus, tienen que responder por sus crímenes, debe haber justicia por los caídos.

Así será, juro y prometo que no volveré a mi mundo hasta que no se haga justicia… por cierto ahora que lo recuerdo. ¿Que han sido de Kleia y Pelagos?.

Llegaron sanos y a salvo al Fuerte Elíseo junto a tu compañero mortal.

Menos mal, ¿Podría dejarles un mensaje de mi parte?, no pensaba que esto sucediera y no creo que entiendan mi idioma.

Por supuesto.

Diles que sigo vivo y que estaré aquí una temporada muy larga, que volveré cuando los Maldraxxi me respondan a la afrenta que han cometido aquí.

Así se hará pues… estamos llegando al Reposo del Héroe, hay una montura lista para llevarte con urgencia a Oribos, va a ir muy rápido, así que asegúrate de no caerte.

Gracias…

Los nuestros prepararan un contraataque en respuesta a esta afrenta una vez Artemedes difunda la noticia.

Maldición, es lo último que faltaba aquí…. aunque les entiendo.

Nos volveremos a ver, estate seguro hasta entonces.

Igualmente.

Aterrizaron en el reconocido reposo y de inmediato el mortal se subió a la cilíndrica montura dorada, que empezó a hilarse en cientos de hilos celestes serpenteantes.

Gracias por tu servicio, mortal, que la Arconte te bendiga.

Informaré presto de esta afrenta, no quedará sin respuesta.

La serpiente de anima se elevó y aceleró de tal forma que casi se cae hacia atrás, esta vez el viento ensordecedor no le molestaba, si no que le hacía daño de la velocidad a la que se desplazaban, por supuesto no pudo ver el arco que atravesó, ni mucho menos distinguir algo más que un oscuro azul a su paso por el intermedio.

Su llegada a Oribos fue cuanto menos accidentada, el ser casi impacta con una de las columnas y casi choca al girar en su interior, un gran parón le hizo poder recuperar la visión.

Bajó del ser de anima y se dirigió medio aturdido a la brillante plataforma que le llevó al piso inferior, allí abajo corrió hacia delante, teniendo que esquivar a sus peculiares habitantes.

¿Donde están?, tengo que informarlos… Se dirigió a uno de aquellos guardias enormes erguido junto a la pared.

¿Donde están sus dirigentes?, tengo que informarles de inmediato.

El ser miró hacia el mortal.

Se encuentran en el Enclave, lo tienes allí. Señaló la gran entrada cercana a el.

Corrió sin agradecérselo, logró llegar exhausto a la gran cámara, con unas caras conocidas de su mundo como era Bolvar y un par de humanos de espaldas que hablaban con este.

Mald… Maldrax…Trataba de tomar aire como fuera y a la vez informar de la nefasta noticia, asfixiándose y cortando su noticia entre bocanadas. ¡Maldraxxus ha atacado Bastión! Gritó con el poco aliento que tenía en sus pulmones.

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¿Puedes repetir eso otra vez?. Todos se dieron la vuelta mirando al fatigado enano, Bolvar se acercó a este un poco.

Esos condenados…. Maldaxxi han atacado… Bastión.

Entonces tenemos un gran problema ante nosotros Tal-Inara preocupada dejó atrás el fragmentado yelmo de Dominación. Son maestros de la guerra si, pero nunca han usado su poder para atacar otras curias, si no para defenderlas.

Esos condenados atacaron sin aviso y cometieron una carnicería… ¡Quieren tomar el reino!…. pronto Bastión contraatacará.

Esto solo alimentará más las Fauces, hay que evitar que eso suceda Bolvar fijó su mirada a aquellos humanos. ustedes han estado en Maldraxxus, informen de la situación.

¿¡Han ayudado a esa escoria!?. Empuñó la lanza apuntando a aquellos humanos preparado para atacar.

¿Pero que te pasa?. Gritó exaltado el que pareciera un paladín, por aquella armadura blanca y dorada.

¿Como han sido capaces de ayudarlos?, ¿Saben acaso las atrocidades que han hecho?.

Varios de aquellos guardias acudieron bloqueando las salidas.

¿Acaso sabes la situación en Maldraxxus insensato?. Gritó el acompañante de tez pálida que portaba el pecho de su armadura destrozado en una desgarradora diagonal.

Atacaron para aniquilar Bastión y tomar su anima, dijeron claramente que era un gasto inútil de anima, si eso es defender las Tierras Sombrías que me parta un rayo ahora mismo, si vuelven informen que esa afrenta será vengada, de parte de Xandria.

¡Acabas de volver y estas acusando a una curia de la que no tienes ni idea de nada!, si quieres una guerra inútil que solo sirva para alimentar las Fauces adelante, regresa y da la orden de ataque, es lo que andan buscando esos condenados traidores.

No necesito saber más que…. El puñetazo que recibió del callado paladín casi le tira al suelo, el humano de tez pálida pareciera también molesto con el puñetazo que recibió, pues trataba de encajarse la mandíbula. Mi cabeza… Se rascaba la cabeza molesto.

¿¡Quieren dejar de discutir y escuchar!? Los “dialogantes” aún trataban de recomponerse, por lo que no andaban en situación de discutirle. Bien, siento escuchar lo del ataque, pero tiene relación con la traición sucedida en Maldraxxus… eso es en estos momentos un campo de batalla, pero entre ellos.

¿Estas diciendo que hay un conflicto interno?. Preguntó Bolvar mirando como se replegaban los guardias de la entrada frente a el.

Conflicto interno es quedarse corto, aquello es una cruenta guerra civil entre lealistas y traidores, de las cinco casas que conforman Maldraxxus solo dos siguen sirviendo al Prelado, el desaparecido líder. Las casas traidoras han decidido aniquilar a los lealistas de Maldraxxus ansiando invadir otras curias para tomar su ánima y todo parece apuntar a que sirven al Carcelero.

¿Entonces podemos contar con el apoyo de los leales al Prelado?.

Por supuesto, la Baronesa Draka desea poner a disposición sus tropas cuanto antes, pero para ello tienen que retomar el control de Maldraxxus, hemos recibido un mensaje solicitando que rescatemos a su antecesor en las Fauces, el será capaz de hacernos avanzar.

Deben ir entonces a las Fauces y rescatar al Barón, hay que evitar a cualquier coste que Bastión y Maldraxxus entren en conflicto.

Aunque le dolía un poco aún la cabeza, el enano vio su momento para intervenir.

¿Entonces los que nos atacaron fueron esos traidores?.

En efecto, logramos encontrar planos de la invasión a Bastión, pero por desgracia ya era tarde cuando logramos hacernos con ellos por lo visto, ¿Atacaron un lugar llamado “Templo del Coraje” verdad?.

En efecto, no tuvieron oportunidad alguna, el resguardo que los protegía fue desactivado por un….recordó aquella familiar cara traidor, hay un conflicto abierto entre dos bandos en Bastión. suspiró frustrado.

Traidores en Bastión… debe estar relacionado con ese “carcelero”, esta claro que todo comienza con la “sequía” intervino el humano pálido.

Se hacen llamar “Abjurantes”, y al igual que los traidores Maldraxxi no dejan opción, quien no es de ellos es su enemigo…

Divide y vencerás, es una noción militar tan básica, y a la misma vez tan efectiva que siempre se aplicará, esta claro que ese “carcelero” ha movido los hilos para tener veda libre. Se quitó las gafas de sol y con un paño las limpió, mostrando sus espectrales ojos.

¡Tu!, ¿Pero que haces aquí?. Gritó exaltado el enano.

¿Disculpa?, ¿Me conoces de algo?. Preguntó extrañado el humano de tez pálida.

¿Eh?… Miró con detalle su cara. no…. no es nada, solo me confundí con otro…

Se encogió de hombros, poniéndose las lentes de nuevo.

Deben ir cuanto antes a las Fauces y cumplir su misión, prepárense y marchen. Caballero de la Espada del Ébano, toma este amuleto y busca a Darion Mograine, esta imbuido con un poder que lo vincula a los Jinetes del Apocalipsis, quizás os pueda guiar hacia el Barón.

El humano tomó el pequeño amuleto engalarnado con una pequeña calavera de negras cuencas oculares, que se colgó en el cuello y se despidió de Bolvar con el reglamentario saludo militar.

Antes de ir debo hacer un apaño a la armadura, no puedo ir con el pecho descubierto.

¿Vas a tardar mucho?, el tiempo urge.

Dame una hora mas o menos, es simplemente poner una placa temporal cubriendo el hueco.

Espero en la taberna, debo revisar que tengamos todo lo necesario.

No te emborraches, seguramente necesitare tus curas, nos vemos. Salió del Enclave en búsqueda de una forja, dejando a ambos paladines allí esperando.

Siento lo del puñetazo, pero no estábamos para discutir allí, el tiempo apremia.

Olvídalo, creo que me lo merecía…. llevo una temporada en la que mi cabeza no está para más altibajos.

Todos estamos así aquí me temo, ¿Regresarás a Bastión para informar de lo visto en Maldraxxus no?.

Pues si, tengan suerte encontrando al Barón.

Van a ir los tres, es una orden. Replicó Bolvar a sus espaldas.

Debo regresar cuanto antes, hay que evitar el contraataque.

Vas a apoyarlos, para ellos sigues siendo un foráneo, no te escucharán sin pruebas.

No queda tiempo, el odio a Maldraxxus los han cegado, hasta yo me cegué y eso que no soy de los suyos…

Con más razón debes rescatar al Barón y lograr que este aclare las cosas.

Eso supone volver a las Fauces…. e ir con uno como “El”…. A su mente le volvía el recuerdo de aquellos ojos espectrales tan infrahumanos.

El humano a su lado suspiró. Siempre lo mismo… lo conozco ya años, no va a matarte y alzarte como no muerto.

No es por eso… aunque no comparta sus métodos, es más que nada una…. mala “experiencia” con uno de los “suyos” en el pasado.

Somos completos extraños, pero confía en mi, ya te digo que lo conozco desde hace más de una década… ¿Viste ese destrozo en su armadura?, si no hubiera sido por el estaría muerto.

¿Dijo que ibas a la taberna verdad?… desde que me atacaron no tengo recursos, vayamos a por más.

Claro, hablemos mientras para intentar dar luz a toda la incertidumbre que nos rodea… Por cierto, no me he presentado, me llamo Thorinam, y aquel señor muerto que me acompaña Veldhath, un placer conocerle.

Gracias, me llamo Drethz. Preferiría ir solo, sin acritud, pero trataré de no serles de molestia.

Caminaron por el anillo interno de la ciudad hacia la ya conocida taberna.

No creo que alguien que se ha ganado el favor de los… ¿Kirianos? sea de molestia además, has vuelto mejor que “cierta persona”, que ya es decir.

Bueno, vayamos a la taberna, tengo que ahogar mis penas…. si es que conocen el alcohol.

No deberías beber ahora, ir con un enano borracho si que sería llevar un lastre.

…. en fin.

Entraron en la taberna, ya familiar para Thorinam, que dejó caer su mochila junto a un mullido sillón de cojines azules, dejándose caer el en este agotado.

No hemos parado desde que llegamos aquí… siéntate, seguro que estarás agotado.

Dio un pequeño salto y se dejó caer en el lado opuesto del sillón, bostezando ajeno al perpetuo ajetreo de la ciudad.

Se acomodó al sillón, se dio cuenta que estaban solos en aquella sala, miró al humano, que luchaba en vano por mantener sus párpados abiertos, segundos después vinieron los primeros ronquidos.

No puede ser…. se ha quedado sobado. Los ronquidos aumentaron en frecuencia e intensidad. Supongo que no habrá parado desde que llegó… ¿Y por que narices acabó acompañando a uno de esos fiambres vivientes?…. bah, tampoco es que me importe su vida… Miró a lo lejos un hueco en la pared, aburrido superó su cansancio y avanzó hacia este y entró, viendo una largas escaleras que bajaban a lo desconocido. Presa de su curiosidad bajó tratando de no hacer ruido.

Escalón tras escalón el silencio le trajo el recuerdo de aquella fúnebre mirada espectral, al bajar un escalón se torció el pie y casi se cae, por suerte pudo sujetarse en la fría pared.

Ha faltado poco Miró las escaleras que continuaban hacia lo que parecía una infinita bajada. debería regresar, mejor evitar un esguince. Subió un escalón y notó una leve molestia en su tobillo, así que se sentó. Será mejor que repose un poco, ese humano aún estará durmiendo.

Empezó a recordar todo lo sucedido por su paso en aquellas doradas tierras, las pruebas, los ataques, todos los muertos desperdigados por el suelo, el resguardo siendo destruido y su artífice.

… ¿Por que tiene que ser así?… ¿Como alguien como el ha podido dejarse corromper?… no podría perdonarme nunca tener que matarlo… pero por su culpa todos aquellos del templo murieron… no, en verdad la culpa fue mía por no proteger el condenado resguardo, si le hubiera hecho frente hubiera ganado el tiempo necesario para haber recibido refuerzos… hubiera huido y nada de esto hubiera pasado… aún estoy a tiempo para regresar a casa y no liarla más pero… les prometí quedarme Se echó las manos a la cabeza. ¿Por que acabo comprometiéndome con causas que no me incumben?… al final esos dos tendrán razón y todo…. un momento…. ¡Se quedaron con mi armadura!, maldición… Movió un poco el pie, viendo que no sentía molestia subió los escalones de nuevo, tal y como pensó aquel humano dormía como un tronco roncando como un oso.

¿Y este es quien iba a preparar el equipo necesario?… no se como lo hago para rodearme de la gente más extraña, de verdad…

Salió al corredor externo que rodeaba toda la ciudad y se sentó junto a la pared, los remanentes de lo que parecieran remolinos de ánima se retorcían hacia el infinito y las “puertas” abiertas a las cuatro curias que ellos y otros mortales abrieron, centenares de puertas flotaban cerradas a la espera de que en algún momento retornarse la normalidad y pudieran recibir a las almas recién llegadas, le pareció cuanto menos bella aquella panorámica.

Así que morir tampoco esta tan mal, supongo… siempre pensé que el otro lado del Velo sería peor, ojala todo esto regrese a su cauce normal.

Se quedó mirando la panorámica bastante tiempo, a pesar de no tener reloj aunque viendo como funcionaba de poco le serviría, notó que aquel “Veldhard” o como fuera tardaba más de lo habitual, así que se levantó y entró de vuelta a la taberna, justo cuando iba hacia el ala donde estaba el durmiente paladín se cruzó con su acompañante, portando en su hombro un ordinario saco marrón de áspera tela.

¿Puedes acompañarme un momento, por favor? Dijo con aquella espectral voz fríamente.

Sus alarmas se activaron de inmediato al escuchar eso. Salgamos al corredor de fuera, allí no hay nadie. Le respondió anticipándose.

Me parece correcto.

Ambos salieron al exterior, vio que la destrozada armadura había sido parcheada con una brillante placa metálica de forma claramente temporal, el saco cayó con un sonoro estruendo metálico junto al enano.

He vuelto a pasarme por en Enclave y se que vienes con nosotros así que que menos de que vayas apropiadamente equipado para ir a lo que puede ser una misión suicida. En ese saco tienes botas, guantes, una espada y un pantalón, no son gran cosa pero es lo único que tenían de descarte así que espero que sirva. Tal y como vas estas expuesto a que te maten de un golpe.

Gracias…. siento lo sucedido antes, creo que perdí la cordura.

No pasa nada, yo también respondí de una forma inadecuada, menos mal que ese paladín nos detuvo.

Pues si, aunque se pasó un poco.

No te creas, créeme que no quieres verlo enfadado… y equípate, no tolero que vayan sin el armamento necesario, puede ser lo que diferencie un horrible tajo de perder el brazo.

Abrió el saco sacando su contenido, en efecto “descartes” era el término apropiado, no había pieza sin abolladuras considerables, por no decir que cada una era de su padre y su madre, la espada tenía una pequeña grieta en el metal, pero debía bastar por el momento.

¿Serviste a algún ejercito en vida?, se te nota versado, la mayoría no suele darle tanta importancia al equipamiento.

En efecto. Levantó la cabeza, mostrando una gran cicatriz que cruzaba de lado a lado el cuello.

¿Lordaeron?.

Si, caído en combate defendiendo un reino caído.

Terminó de ajustarse los guantes, aunque la calidad de estos no fuera gran cosa era preferible a ir con una toga y una placa que le cubriera el pecho.

….lo siento, gracias a ustedes pudieron ganar tiempo para que muchos inocentes lograsen huir a salvo.

Solo hice lo que debía hacer, bueno despertemosle, seguro que ya habrá acabado de “organizar todo”.

¿Como lo supiste?.

Llevo acompañándolo muchos años, se que estará roncando en este momento y que no habrá hecho nada.

Una última pregunta.

Claro, pero rápida.

Pensaba que los suyos, ya sabes…

¿Los seres profanos?, ¿Los cadáveres andantes?.

Si pero… no lo diría con esas palabras.

La costumbre, no tengo buenas experiencias con los… “suyos”.

Bueno… pensaba que eran más fríos, solitarios, no se, como aquel “ser” que conocí para mi desgracia hace tiempo.

Bueno si suele ser así, de hecho yo también fui así por muchos años, pero con el tiempo parece que he ido recuperando algo de “humanidad”… no suelen verlo con buenos ojos por Acherus.

Ahora entiendo lo que me dijo antes…

Eso es hasta que toca enfrentarse al enemigo, digamos que allí la maldición vuelve con intensidad, mientras no seas nuestro enemigo no debes preocuparte… y de paso que te sirva de advertencia, por si acaso. dijo más fríamente.

No deberíamos tardar más, regresemos.

Claro, ¿te llamas Drethz verdad?

Si.

Puedes llamarme Veldhath, un placer conocerle.

Lo mismo.

Regresaron a donde estaba el durmiente paladín roncando a pierna suelta, con la mochila aún en el suelo.

Déjame a mí. Susurró al enano.

Se puso delante de este y pisó con contundencia el suelo, haciéndolo vibrar.

¿¡SE PUEDE SABER QUE ESTAS HACIENDO, SOLDADO!?. Gritó directo al paladín, que se despertó asustado.

Yo…uh…. !Todo en orden!..… ¡Sin rastro de renegados!. dijo somnoliento balbuceando cosas sin sentido.

¿Pero que….?. Se dijo extrañado y aún asustado por el grito el enano mirando la escena.

Ya veo que esta todo organizado… Suspiró. si es que no puedo dejarte solo…

Mira que puedes ser idiota, ¿Era necesario pegar ese grito?.

No podemos perder tiempo en nimiedades como siestas.

Como se nota que tu no necesitas dormir…

Esto… no es por interrumpir, pero deberíamos continuar. Dijo el enano tratando de avanzar.

Oh, veo que ya se han conocido, parece que no hemos topado con un fanático, menos mal. Dijo el humano dejado un suspiro de alivio mientras urgaba en la mochila.

Que coma el mi parte, yo no lo necesito.

Como veas pues, marchemos. Cerro la mochila el paladín y se la colgó en la espalda.

Bien, vamos a por el Barón.

Salieron de la taberna, caminaron hacia el centro y subieron arriba usando la plataforma, frente a esta esperaba Bolvar mirando a la fuente de almas eterna.

Veo que ya están listos, las Fauces les aguardan, deben ir cuanto antes saltando directamente al interior de la fuente, pero estén en alerta, pues las Fauces no esperarán para reclamar sus almas._

Los tres se acercaron a la fuente, pisando el bordillo y mirando al vacío, en este algo los inquietó a los tres por igual, el tacto de las Fauces era palpable.

Las Fauces… puedo notar como trata de reclamar mi alma, como sus garras tratan de desgarrarla de mi cuerpo… otra vez esa sensación… nunca me acostumbraré a ella. Comentó el no muerto al mirar el oscuro vacio ante sus pies.

Así que allí es donde van todos los caídos, debemos tratar de liberarlos de su inmerecido tormento. Le respondió el humano.

Estamos tardando… bajemos de una vez. El enano miró al inquietante vacio e hizo un atisbo de salto.

¿A la de tres?. Dijo el no muerto al ver ese fallido salto.

….venga.

uno….dos….¡Tres!.

Los tres saltaron al vacio, hacia las infernales Fauces, desconociendo que les depararían en ellas.

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Nota. Lluvia (Ma'ni en Taur-ahe) fue un cachorro de Sable de la noche que rescaté en una cueva de ser devorada por las Arpías en Mulgore cuando empezó mi aventura.


Alto en las nubes. Encaramado en la proa del Zepelin el viento corre como dedos a través de mi piel.

¡ Es estimulante ! Los Baldíos pasan por debajo de nosotros, una interminable sabana de hierba dorada interrumpida sólo por algún que otro árbol o afloramiento de piedra. Es hermoso desde los cielos.

— Nhail, por última vez, ¡ Baja de ahí ! ¡ Me estás poniendo nervioso !Miró de nuevo a Greeb Lanzacohetes que estaba pegado a la pared de la cabina central.

La ciudad de Cima del Trueno se alejaba o tal vez la gente en ella. Despertó extrañas sensaciones dentro de mi. Desde el momento en que puse un pie en la meseta los recuerdos me hicieron sumirme en una profunda nostalgia. De alguna manera no quería volver a alejarme de mi segundo hogar, pero la situación había cambiado tanto desde que el velo se rompió …

Greeb mencionó que necesitaba otra indumentaria. Aparentemente no puedo ser visto como yo mismo en la ciudad de Orgrimmar hacia donde volamos ahora, aunque no le hice caso, detestaba aquella polvorienta ciudad y solamente iba a permanecer allí una noche hasta el siguiente vuelo a Cuna del Invierno, sin lugar a dudas necesitaba tener mi propia montura, he pasado mas de una década recorriendo Azeroth caminando y de manera tradicional.

Mientras Greeb hablaba con un chaman sobre mí y en lo que me había convertido desde aquel primer vuelo hacia Rasganorte, capté un olor en el aire; escurridizo, indefinible y adictivo. Conozco este aroma pero no sé por qué. Siguiendo aquel olor llegué a un área abierta donde un grupo de jóvenes tauren estaban haciendo … algo. Uno se vio envuelto en un destello de luz blanca que se disipó … entonces Greeb me llamó y tuve que volver de mala gana.

Eran druidas, ¿ Por qué sé de druidas ? Una vez más puedo sentir que las respuestas están más allá de mi alcance, y luego el recuerdo se va fugaz como el olor que lo desencadenó. Un tauren anciano cuya apariencia era feroz pero su comportamiento era amable, su enorme mano fue gentil mientras ahuecaba mi rostro. Él miró dentro de mí, dentro de mi alma; su sonrisa me dijo que encontró algo, desearía que lo deletreara … luego mira hacia otro lado y el hechizo se rompió.

— A veces el corazón ve lo que la mente está ciega — aquellas fueron las palabras de despedida.

Greeb parecía tan confundido como yo. Si no puedo recordar mi pasado quiero recordar el presente, llenar el vacío y nunca mirar atrás.

Allí estaba Ma’ni , con las patas en alto en la balaustrada despreocupada. Malditos gatos y sus perfectos centros de gravedad. Ella había ignorado todas sus peticiones de regresar a la relativa seguridad del medio del Zepelín, era la primera vez que salía de Mulgore e iba a vivir en los bosques de Cuna del Invierno junto a otros de su especie.

El Zepelin estaba atracando en la torre de aterrizaje ante las puertas de Orgrimmar.
El sol poniente bañaba la ciudad en tonos naranjas y dorados, había poco tiempo, así pues la idea de ir a la taberna mas cercana quedó descartada y tampoco se sentía tranquilo ni cómodo dejando a Ma’ni en los establos públicos de la ciudad, aun que si fue a visitar a un viejo amigo de su hermano, peletero, que seguro que se alegraría de ver.

El viejo amigo de Hawk quien compartió algunas campañas con su hermano, ahora trabajaba en una herrería espaciosa.

— Lo siento Lluvia, se que no te gusta pero esta ciudad nunca fue segura. — Nhail se detuvo, arrodillándose ante Lluvia y abrochó el collar pesado de metal, el ya no tan pequeño Sable maldijo entre dientes con una mirada de disgusto mientras le rascaba por debajo de la barbilla y la miró profundamente a los ojos — vayamos a buscar a ese troll loco.

Minutos más tarde se encontraba de pie frente a la herrería que estaba cerrada, dio varios silbidos fuertes y aquel troll de piel azul con colmillos cortos hacia arriba y una cresta de cabello verde asomó la cabeza.

— ¡ Taz’dingo ! ¡ Que sorpresa, el pequeño de los Shal’endir ! ¡ Llegas justo a tiempo para la cena ! ¡ Subir !.Haciendo lo que sugirió el amigo de su hermano, Nhail y Ma’ni subieron por unas estrechas escaleras hacia una agradable habitación con un área de cocina a un lado y un salón al otro.

— Ha pasado demasiado tiemposaludó Raj con un abrazo.¿ Quién es esta cosa bonita ?Preguntó mirando al felino.Siento que tienes una gran historia que contar, estás de suerte, compré un barril de cerveza; puedes contarme todo durante la cena.

A Nhail le parecía un buen plan. Aunque apenas tuvo relación con Raj, era un buen amigo de su difunto hermano, alguien en quien se podía confiar. Durante las siguientes horas ambos se pusieron al día degustando ave silvestre asada y bebiendo jarras de hidromiel, mientras, Ma’ni devoraba el cadáver a sus pies.

Como guerrero, Raj solo tenía una comprensión de segunda mano de la relación entre los cazadores y sus mascotas, le asombraba el vínculo que poseía su hermano con cualquier bestia salvaje, hablaron sobre la tragedia ocurrida en Rasganorte, recordaron aquel combate en el Torneo Argenta contra el Draenei que se hacía llamar ‘‘El Segador’’ y su mal perder saliendo abucheado de la arena … y un sin fin de anécdotas mientras los barriles no hacían mas que vaciarse, algo que le sentó realmente bien y que necesitaba.

— ¿ Cómo han ido las cosas aquí en Orgrimmar ?

— Bastante tranquilo. La mayoría de las tropas todavía están en las tierras sombrías. Por aquí solo quedan jóvenes entrenando y veteranos de guerra retirados.

— ¿ Has salido a las Islas del Eco recientemente ?

— Hace unas semanas. Visité a mi hermana por un par de días; recogí un poco de minerales, pieles … cada vez que voy recuerdo al idiota de Zalazane. — Raj bostezó.Pequeñajo, voy a la cama, tengo que abrir la tienda muy temprano. Siéntete como en casa.

— Daré una vuelta por la ciudad y les haré saber a todos los que se crucen por mi camino que el loco de Raj mañana invita a cerveza en su reformada tienda.Raj hizo un gesto de cortarle la cabeza al Elfo, luego le hizo una mueca y desapareció en su dormitorio.

Lluvia bostezó ampliamente mostrando sus largos colmillos. Nhail se dirigió al salón y se dejó caer sobre una pila de almohadas, el felino se acercó, se acostó a su lado y el elfo echó un brazo abrazándose a ella como un animal de peluche gigante. Una melodía de suaves ronquidos y ronroneos estruendosos pronto flotó en el ambiente.

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Una generosa hoguera ardía con fuerza a escasos metros de él mientras se encontraba tumbado en una gran roca lisa, cerca de las montañas Sable de Hierro, con los brazos sobre su pecho y los dedos entrelazados, sus ojos azules bailaban de luz en luz en el firmamento causando que estos brillaran de forma tenue.

Siempre se había considerado un Elfo sencillo al que le gustaba vivir de forma sencilla. Prefería vivir a su aire en las más altas montañas junto a los grandes y fuertes alces cuernofrío que las habitaban. De vez en cuando bajaba de las nieves para canjear pieles por Salmones de Escama Blanca, Pargos Nocturnos y Branquirrojos frescos del río, negocio que solía ir siempre bien para ambas partes.

Pero ahora el Errante permanecía en las montañas. Consigo había traído multitud del pescado canjeado a los Fauces de Madera, algo más de abrigo por si se giraba tormenta, deseaba el calor de aquellas pieles de lobo ártico que le regalaron los Fúrbolgs como muestra de lealtad en su última estancia, ganchos y broches bronces, una capa marrón ancha que fluía sobre su espalda, hombreras tachonadas con algunas piedras preciosas casi imperceptibles y el símbolo de una luna verde carmesí casi flotando sobre la zarpa izquierda, todo cubierto de pelaje, allí estaría esperando a su dueño enterrada bajo tierra en la cueva donde vivió años exiliado cuando el Cataclismo asolaba Azeroth.

También llevaba consigo algunas trampas para cazar hechas principalmente de madera colgando de su enorme petate. Pero no estaba morando entre las montañas para cazar, no esa vez. Otra razón mucho más importante y ancestral lo había hecho subir a las alturas.

En esa época del año, los Sables solían llevar al mundo las crías que previamente habían engendrado desde innumerables generaciones. Nhail, entonces, mientras contemplaba las estrellas distraído pensó en Salfa, aquel joven Fúrbolg Chamán, perdido por Bastión Fauce de Madera preparando alguna nueva clase de pócima sanadora con las hierbas, raíces y flores que le encantaba recoger. Esperaba reencontrarse con él en los venideros días.

Eso le dio una idea, decidió preparar una pipa, total, esa noche no parecía que hubiera ningún tipo de emergencia. Desabrochó la faltriquera que llevaba en su cinturón, la abrió y dejó que los suaves aromas de Mulgore le asaltaran la nariz.
Sonrió de nuevo e introdujo dos de sus dedos en la bolsa, extrayendo un pequeño montículo del preciado material. Tomó su vieja pipa e introdujo las hojas dentro, presionando lo justo, ni mucho ni poco, la llama debía persistir y no ahogarse en su interior. Cuando la pipa estuvo lista la acercó con cuidado al fuego y con la boquilla en su boca empezó a dar caladas hasta que las hojas prendieron y el humo empezó a brotar.

Mientras tanto, en las sombras, solo iluminados por la gran luna y las estrellas que ocupaban el cielo nocturno, dos sables avanzaban lentamente. Uno por mantener el ritmo del otro, o debería decir … de la otra. La respiración de la hembra era entrecortada y el vaho de su aliento demasiado llamativo. El macho iba delante mirando de vez en cuando hacia atrás, sus ojos parecían decir lo que su alma sentía, estaba extremadamente preocupado por los tres. Sí, la hembra estaba embarazada y parecía que se acercaba la hora del alumbramiento. Estaban lejos de su lugar habitual de reposo, pues se habían visto obligados a huir de algunas bestias en la noche, seguramente de las quimeras. Ahora, perdidos en la montaña, parecían ir a ninguna parte. De repente y sin previo aviso la hembra se desplomó de cansancio chocando contra el suelo de forma algo estrepitosa.

El Errante alzó la cabeza aun con la pipa en la boca. Sin duda había oído algo en la quietud de la noche, algo había roto su habitual equilibrio de sonidos y sensaciones. Decidió averiguar lo que ocurría y sin más dilación tomó sus dagas, se separó de la hoguera hasta que sus botas empezaron a dejar profundas huellas en la nieve.
Poco a poco se dirigió hacia donde él había creído oír aquel sonido. Pensó que quizá se trataba de alguna de esas malditas quimeras, pero lo dudaba, no se encontraba en su zona habitual de merodeo. ¿ Un Zorro Retozanieves quizá ? Negó para si mismo, había sonado demasiado pesado para ser un zorro.

El macho había parado al ver a su compañera caer, alarmado empezó a patrullar a su alrededor mientras le daba algún golpecito para instarla a continuar, pues sabía que allí estaban en peligro. Pese a ello la hembra no podía apenas moverse, no tenía fuerzas para continuar y si ambos estaban en lo cierto la cría iba a venir de un momento a otro. El macho no tuvo otra elección que permanecer junto a su compañera y protegerla.

Nhail avanzaba silencioso aunque raudo por la nieve iluminada de forma tenue por las estrellas y la grácil luz de Mu’sha. A medida que avanzaba más y más con su fino oído pudo distinguir una respiración fatigada. Afiló la mirada y justo frente a él a una docena de metros en la parcial oscuridad, se hallaban dos figuras. Al reconocer al instante de qué seres se trataba, Nhail enfundó a Myrkur y se acercó con la mano izquierda hacia arriba en señal de saludo y de que venía en paz. El que parecía el macho se acercó a él con la mirada severa de aquel que protege a su familia.

El Elfo asintió una sola vez al gran sable como si fueran iguales señalando a la hembra, pidiendo permiso para acercarse. El macho asintió consciente de que quizá aquel Elfo sería su única salvación. Nhail dejó sus armas en la fría nieve, lejos de ambos felinos y se acercó lentamente demostrando una vez más que venía como amigo, como siempre había sido. Llegó junto a la hembra y se arrodilló a su lado, con sus manos le palpó el vientre y pudo comprobar que estaba embarazada y que todo iba a ser inminente.

Sin tener más medios a su alcance que sus propias manos se dispuso a ayudar en lo que pudiera a esa valiente hembra. Ante la mirada vigilante del macho y de la pequeña Ma’ni que observaba todo tímidamente, Nhail ayudó a la hembra a llevar al mundo a su cachorro. La hembra pareció sufrir, notó que era su primera cría así que apoyó una de sus manos en la cabeza de esta transmitiéndole toda la tranquilidad que llevaba en su interior pero a la vez fuerza, fuerza para que una madre consiguiera tener a su hijo o hija con ella.

Los instantes pasaron, la hembra se esforzaba, su respiración se hacía pesada y cortada, el macho lo miraba todo con impotencia paseándose arriba y abajo sin parar. El vaho de la hembra y su sudor causaban que la nieve a su alrededor casi se derritiera pero al final, tras mucho batallar, el sonido de la vida inundó aquel recóndito lugar de las montañas.

Un pletórico Nhail tomó la pequeña cría que acabó siendo un macho y lo acercó a su madre. Los ojos de la hembra lo decían todo, y los del macho también. La gratitud emanaba de ellos y ambos a su modo, inclinaron sus cabezas hacia él.

Mu’sha en persona y las estrellas pudieron contemplar ese alumbramiento. Decidió quedarse junto a la nueva familia para asegurarse que nada les pasara y que Ma’ni pudiese aprender todo lo que le aguardaba a partir de aquel momento. Durante varios días, los cinco compartieron ese pequeño milagro y al parecer Ma’ni había sido aceptado pudiendo ejercer como hermanastro.

En cuestión de pocos días el pequeño ya podía caminar, sorprendiendo a todos con su inmensa fortaleza. Aunque seguía siendo pequeño, su futuro era prometedor. Nhail le acarició detrás de las orejas y le dijo:

— Si me lo permites, te llamaré Anneka, pequeño — Su jovial voz retumbó por primera vez ante los sables.

El pequeño pareció gustarle el nombre, se mostraba juguetón. De hecho tan juguetón que cargaba varias veces con su pequeña cabeza hacia las piernas de Nhail causando que este soltara una sonora carcajada.
Cuando sintió que el pequeño aceptaba su nombre, vio como los padres del mismo se acercaban a él. Este sonrió.

— También quieren que les dé un nombre. — Pensó que era bueno, así podría hablar con naturalidad con ellos cuando hiciera falta. Miró a la madre.Si te place, te llamaré Shima.

La hembra asintió de forma majestuosa. Tras hacerlo, inclinó su cabeza hacia el macho indicándole que eligiera también un nombre para él.

— Si es tu deseo te llamaré KrathSonrió Nhail.

Ante el nombre el macho se puso sobre dos patas y al llevarlas al suelo de nuevo asintió como su compañera.

Muchas cosas habían ocurrido desde aquella feliz noche en la que conoció a esa familia de Sables. Ahora un nuevo futuro se abre de par en par frente a él a pesar del tiempo pasado, un vínculo especial sigue uniendo estos salvajes animales con él, pues han decidido acompañarle en su nuevo camino. Su hermano estaría muy orgulloso.

Shima, Krath y el pequeño pero fuerte Anneka, acompañarían a Lluvia donde la luz de An’she pareció bendecir los nevados bosques de Cuna.

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Caían en picado por el torbellino de almas donde la agonía, tormento y desesperación se conjugaban en una cacofonía de innumerables idiomas que taladraban los oídos de los tres mortales en su caída tratando de inducirlos a la locura.

¡Van a volverme loco!. Gritó en lo que era un susurro frente al ensordecedor torbellino el paladín.

El celeste cielo a su alrededor se tornó progresivamente en un infernal naranja latente tras quebradas nubes del negro más puro se tratase arremolinadas alrededor de ellos. Atravesaron el abrupto giro del torrente de almas, dejando ver el infernal lugar a su alrededor. Bajo sus pies se empezó a ver el estéril suelo carbonizado de las Fauces.

Miró a sus pies …Maldición ¡El suelo!, ¡Nos vamos a matar!. El no muerto alertado no podía dejar de mirar como su duro destino se acercaba rápidamente.

¡Recuerda la bendición!…. el enano miraba como su frío desenlace se aproximaba, trataba de recordar una bendición, pero no podía recordarla viendo como caía sin parar.

Pareciera que su fin estaba a punto de llegar, sin embargo las Fauces tenía otros planes para ellos. Su caída fue ralentizándose al abrigo de lo que pareciera una blanca nube, poco a poco fueron descendiendo con suavidad, hasta que se pudieron levantar sobre sus pies. Pareciera que las Fauces tuvieran consciencia propia.

¿Que… que ha sido eso?. El paladín, tan pálido o más si pudiera que su compañero no muerto, jadeaba nervioso mirando hacia arriba.

No hay tiempo para preguntas, estate listo para la batalla. le interrumpió el no muerto.

Tiene razón… este sitio eh… El enano miró a su alrededor, la entrada a una cueva y aquella peculiar piedra fragmentada levitando, iluminándole le resultó familiar. recuerden donde estamos, esta piedra es la única forma de volver a Oribos.

Entendido, se que esto irá en contra de tus principios, pero necesito una “mascota” que nos ayude. Miró con curiosidad las montañas de cuerpos de sus “habitantes nativos”, algunos alados, otros inmensos, otros portaban grandes armas, daba igual, cualquiera podría serle útil.

¿Vas a alzar a una de estas…. “cosas”, verdad?.

Correcto. Se acercó a uno de los seres alados y levantó con su hacha una de las retorcidas alas. um… no se si funcionará, pero por si acaso… no mires lo que voy a hacer ahora.

Haz lo que quieras con ellos, son tan culpables como su líder de todo lo que esta sucediendo…

Se encogió de hombros. Como veas, tardaré poco pero estaré indefenso hasta que acabe, cubrirme las espaldas hasta entonces. alzó su hacha, bastante modesta para ser portada por un caballero de la muerte y recitó al cadáver su petición.

Yo, heraldo de la muerte, exijo que vuelvas de entre los muertos, desde este momento tu destino está guiado por mi dominación, acabarás con quien ose enfrentarnos, te sacrificarás por mi y por encima de todo cumplirás toda orden que te sea concedida, ahora álzate de tu gélida tumba y obedece a tu señor.

Necrótica magia salida del hacha envolvió al cadáver, este dio un espasmo, acompañado de otro, estos se sucedieron uno tras otro por un momento.

Se….se mueve, pero… miró con duda el enano.

Tu señor exige que te alces, indigna criatura. exigió fríamente y carente de emoción, con la característica voz espectral de los no muertos.

La jurafauces movió ligeramente una pierna, poco a poco se levantaba, primero brazos y piernas, luego un poco las alas, finalmente logró alzarse sobre sus pies otra vez.

Qhiiissss….

Abrió sus oscuras alas en toda su envergadura, mostrando su cercenado costado por lo que pareciera obra de una hojarruna.

A partir de ahora cumplirás mis designios bajo el nombre de Alafunesta, tu lealtad a tu señor será absoluta.

A…a su servicio….señor. La quebrada voz metálica le aseguró la lealtad de la jurafauces, que replegó sus alas y se arrodilló ante el en muestra de subyugo.

Miró al aciago cielo a su alrededor. Alza el vuelo y acaba con todo el que ose atacarnos o dar lugar a nuestra presencia, ahora marcha.

Así se hará, señor. Desplegó sus alas y desapareció tras un impulso que dejó caer una de sus plumas.

Tenemos una vigía aérea, es hora de buscar al Lord Mograine, el barón y proceder con su operación de rescate… ¿Por que me miras así?.

Los ojos del enano estaban abiertos a más no poder, le extrañó que estuviera lanza en mano en posición de ataque.

ejem se aclaró la garganta un poco. Al fin y al cabo soy un caballero de la muerte, hay cosas que exigen mi parte más… “convencional” suspiró. no voy a hacerte nada, así que baja de inmediato esa lanza. ya con su voz más “humana” trató de calmar la situación.

Ya veo… Bajó la lanza y volvió a calmarse. es solo un “trauma” pasado, por cierto ¿que se les ocurre a ustedes?. Apostaría por aprovechar tu “siervo” e ir con el mayor sigilo posible, aunque me encantaría acabar con todos ellos la verdad…

Apenas tenemos conocimiento del terreno y sus fuerzas, si descubren la existencia de la piedra podríamos tener serios problemas, estoy de acuerdo contigo. Thorinam miraba a todos los lados un poco nervioso. …¿no tienen la sensación de que estamos siendo observados?.

Miró el leve fulgor rojo de las cuencas oculares del dije que portaba en su sesgado cuello, apuntó este en todos los sentidos cardinales, fulgurando con un poco más de intensidad cuando apuntaba al oeste. Tienen razón, una operación de rescate directo y fugaz sería lo más apropiado, si alertamos a las fuerzas enemigas no sabemos si podemos caer en una emboscada o peor, que maten al Barón, tardaremos más tiempo en llegar, pero mejor dejar las grandes ofensivas para cuando tengamos más conocimiento del enemigo.

¿Tu en la vanguardia, yo en medio y Drethz en la retaguardia?. Indicó el iluminado humano.

Me parece correcto, ¿Estuviste en una Orden, verdad Drethz?.

En la Cruzada Argenta por varios años.

Entonces estas familiarizado con la jerga militar, bien eso nos ahorrará tiempo y problemas. Usaremos gestos a partir de ahora por lo que ojos avizor y silencio sepulcral.

De acuerdo, marchemos ya, yo también tengo la sensación de que algo nos observa.

Tienen razón, pero no logro ver nada… en marcha.

Caminaron hacia unas rocas grandes al borde del colapso sobre de lo que pareciera un pequeño barranco, a sus pies una gran sucesión de pozas de lava alimentaban grandes forjas que emanaban el incandescente metal a las fraguas y yunques diseminadas por la infernal área. El choque de decenas de martillos en sus respectivos yunques hacían saltar chispas de aquel metal, dando lugar a incipientes armas y armaduras ahogaban todo sonido foráneo. No quedaba duda, ante ellos la forja del Carcelero se abría paso ante sus ojos.

Veldhath se dio la vuelta y miró a la retaguardia. Tocará rodear este lugar, un lugar tan estratégico estará más que resguardado, vamos a ir bordeando aquel camino, el accidentado terreno nos ayudará a mantenernos ocultos. Señaló el camino que subía una leve pendiente en el horizonte y comprobó su dije.

El resto del grupo asintió con la cabeza y sin dilación avanzaron con cautela.

Abandonaron la senda de cadáveres jurafauces adentrándose entre los peñascos, escombros y salientes que bordeaban el camino, el avance fue arduo como poco, pues el estéril terreno estaba lleno de bordes afilados, restos de mallas metálicas afiladas y corroídas, rocas que se rompían al pisarlas o simplemente se venían abajo al pisarlas, haciéndoles ganar no menos de un susto.

Veldhath alzó la mano con todos los dedos juntos y la palma a su frente cuando llegó a un resquicio entre rocas y se detuvo.

Miró el dije y apuntó hacia el hueco, el sanguino brillo en las cuencas oculares prácticamente las ocultaba. Miró a sus acompañantes y les susurró.

Estamos cerca, debe estar tras esos peñascos, pero tenemos que exponernos y cruzar el camino, cuando lo indique lo cruzaremos lo más rápido y silencioso que podamos.

Los paladines confirmaron con la cabeza y esperaron la orden, el silencio imperaba en aquel lugar, solo oportunos golpes de aire movían pequeñas piedras afiladas por el arrasado camino, salvo eso lo único que podía escucharse era el leve roce metálico entre placas y mallas de los tres presentes.

¿A que esperamos?, pudimos haber cruzado hace un rato. Pensó el enano que empezaba a impacientarse.

Siguieron esperando un rato más, el enano se sentó en una roca plana a su lado y jugueteaba con una pequeña piedra pasándosela entre sus dedos, tras el Thorinam ahogó con su brazo a duras penas un inesperado bostezo, sin embargo el no muerto miraba al quebrado cielo pacientemente, sin mover ni un músculo.

Nos vamos a morir de viejos a este ritmo, como se nota que el no envejece… Pensó Thorinam mirando al inmóvil no muerto.

Otro largo rato de silencio transcurrió sin más hasta que algo alado cayó del cielo en picado, lanza en mano, como si de una rapaz cazando su desafortunada presa se tratara.

Veldhath miró a los lados del hueco y agitando el brazo salio corriendo, los paladines salieron tras el corriendo hacia los peñascos frente a ellos en sepulcral silencio. Pese a ser una senda no muy ancha se les hizo eterno el cruzarlo. Llegaron a un hueco entre las altas columnas y se colaron en este.

El enano miró al hueco y se preguntó como pudieron colarse por el, a duras penas sería capaz un gnomo de entrar por este, y sin embargo dos humanos y un enano pudieron entrar.

Sus nervios estaban a flor de piel y aún así seguían sin decir nada, solo seguían al no muerto, que se abría camino entre las afiladas rocas, finalmente lograron salir a un pequeño terraplén al borde del vacio, donde Alafunesta esperaba firmemente junto a una bota y una extraña hombrera gris rematada en numerosos pinchos.

Veldhath echó una mirada rápida al lugar y rompió el silencio en susurros al comprobar que estaban solos.

Buen trabajo a todos. Señaló a la apertura en la roca al final del terraplén, el dije casi pareciera que iba a arder en su mano cuando apuntó a esta. Drethz equípate esa hombrera ya y arroja la vieja por el vacio, Mograine esta aquí… pero puede que no esté solo.

El no muerto entró en la cueva seguido de Thorinam a la que el enano se equipaba la nueva hombrera arrojando la vieja por el vacio, tras ello entró también. Llegaron al final de esta tras unos pocos pasos, la jaula de gruesos barrotes estaba rematada en una gran pieza metálica con forma de calavera cuya boca actuaba como cerradura, varias cadenas incrustadas en la pared acababan en los grilletes de su desafortunado huésped.

Lo hemos encontrado… esperemos que no demasiado tarde.

Portando su característica armadura no dejaba lugar a duras que se encontraban ante Darion Mograine, que yacía inconsciente colgando de sus brazos por los grilletes que sus muñecas portaban.

Prepárense por si tenemos que llevarnos su cuerpo. Drethz vuelve a la entrada de la cueva y monta guardia, esto puede tratarse de una trampa.

De inmediato. El enano salió raudo de la cueva lanza en mano.

Veldhath miró a los ojos de Mograine y abrió uno de los parpados un poco, el celeste fulgor permanecía en este. Bien, no ha caído, pero tenemos que encontrar una manera de romper los grilletes y la cerradura… podría destrozarla, pero puede estar encantada o protegida de tal forma que acabemos los cuatro muertos al hacerlo… no nos queda otra, Thori cúralo.

Claro, trataré de hacerle el menor daño posible pero… si está demasiado débil puede que lo mate.

Debemos correr el riesgo, hazlo.

Dejó su maza de lado, se agachó frente a Mograine y oró a la Luz que le ayudase con aquel necesitado. Esta respondió en forma de una ráfaga condensada que salió de su palma e impactó en Mograine.

Esperemos que funcione…

Pasaron unos segundos de inquietud en silencio, al final un leve quejido les hizo resoplar aliviados.

¡Aaargh!… quema…. Abrió con dificultad los párpados moviéndose un poco.

Humanos… han debido ir a por…mi… con dificultad trataba de hablarles.

En efecto, ahorra fuerzas y dinos donde está la llave que te encierra. Preguntó directamente Veldhath.

El…. marcado… en lo alto de…. la forja…. cayó otra vez inconsciente, colgando de sus muñecas de nuevo.

¿Ha…muerto?.

Volvió a abrir un parpado, dejando ver el ojo con aquel centelleo fantasmagórico celestial. No, pero no nos queda mucho tiempo, ve con Drethz a buscar a ese “marcado”, haré que Alafunesta os ayude. Yo me quedaré resguardándolo aquí mientras tanto.

¿Estas seguro?, no es que desconfíe de el pero… no lo he visto luchar, además no sabemos si todo esto es una trampa.

Yo también pienso que esto puede ser una trampa, pero no nos queda otra, estoy seguro que Darion es la clave para encontrar al Barón… y lograr con ello recuperar Maldraxxus, confía en el enano, debe saber combatir si ha llegado hasta aquí…. pero ten cuidado.

No tienes que preocuparte por mi idiota, volveremos pronto con la llave, espero que sigas aquí de una pieza y no encerrado en una jaula como tu “amigo”.

Hablando de “amigo”, me pregunto donde tendrá su hojarruna… ten cuidado pues es posible que la tenga vuestro objetivo, si la encuentran tráiganla de vuelta.

Así lo haremos, volveremos lo antes posible. Salio rápido de la cueva y puso en un momento al día al enano, en la distancia una montaña se alzaba sobre todo a su alrededor, férreos muros verticales protegían sus instalaciones de quien osara atacarlas.

“Lo alto de la forja”… debe tratarse de esa instalación cercana a nosotros, pero es todo muro vertical… tiene que haber algunas escaleras, que seguro que estarán resguardadas. comentó al enano Thorinam.

Tenemos que pensar algún plan, si Darion es un cebo seguramente estén esperándonos arriba… debe haber alguna forma de subir sin usarlas…

Si pudiéramos vol…. ¡Alafunesta! Como si de una brillante idea se tratara a Thorinam se le iluminó la cabeza.

¿Alafunesta?, espera… ¿no estarás pensando en…?… El enano no sabía si ese paladín era un demente o un genio.

Es evidente que los accesos terrestres van a estar a resguardo, ya saben que hay mortales en su reino, pero solo saben que podemos caminar, pero no volar.

Si todo fuera tan sencillo como eso… no sabemos si podrá con nuestro peso, ni si están resguardando los aires, veo muchas fallas.

No nos queda otra, cuanto más tiempo pasemos aquí más probable es que nos capturen.

En fin, espero que funcione la idea… cuanto menos escéptico el enano no dejaba de mirar a la jurafauces alzada con desconfianza.

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Los días pasaban …

El bosque no había vuelto a ser el mismo. O tal vez el había cambiado, hay cosas que cambian tu vida para siempre y muchas veces cuando uno tiene siglos para reflexionar se da cuenta de que sólo es un suspiro el que puede dar la vuelta a siglos de inmutabilidad. El resto del mundo parecía seguir girando igual que tras la partida hacia el norte. El norte. Jamás debió… ¡No! Era su deber.

¿Cuántos años hacía ya?

El Errante sacudió la cabeza como queriendo quitarse algún oscuro pensamiento de la mente. Era una noche tranquila, muy tranquila, no se escuchaban ni las aves nocturnas y la luna brillaba apenas cubierta por nubes .

Entonces los oyó. Fúrbolgs salvajes.

Eran más de cinco y menos de diez. ‘‘Una partida de exploración’’ pensó. Totémicos Nevada, sus pisadas eran suaves y mullidas, no se oía ni el más mínimo traqueteo pese a la cantidad de ornamentos que solían vestir. Habían sido cuidadosos si se habían adentrado tanto sin ser avistados. Trepó con rapidez a las ramas de un frondoso y robusto árbol y observó. Eran ocho, la que parecía la jefa iba al frente armada con una especie de ballesta primitiva. Algo pareció alertarlos y se detuvieron en seco. Nhail contuvo la respiración mientras los Nevada se preparaban para la emboscada.

La líder del grupo hizo una seña y sujetaron al animal mientras ella lo inspeccionaba. Por supuesto se habían dado cuenta de que no era un lobo salvaje. Los Emboscadores y Totémicos podían ser brutales y mezquinos pero no tenían ni un pelo de idiotas. Algo más alertó a la partida de exploración. Desde su emplazamiento el también lo sintió: era frío, no un frío normal, no un frío de invierno; era El Frío mismo, como el que había sentido mientras se adentraban en las profundidades de Corona de Hielo hacía una década atrás, tantas pérdidas …

A la señal de la líder uno de los cazadores rajó el cuello de la loba mientras el resto se escondían de nuevo. Esta vez sí fue inevitable y un grito desgarrado hizo vibrar el aire nocturno.
Le vieron de inmediato. Sacó una flecha de su carcaj con celeridad y apuntó a uno de ellos entre los ojos. ¡ Blanco ! , Aún así eran demasiados, al esquivar un virote resbaló y cayó al suelo. El dolor le atravesó pero aún así volvió a sacar una flecha y apuntar. Esta vez no acertó y el grupo se cernió sobre el … apestaban.

Todo sucedió muy rápido. El frío era casi insoportable y la hierba se cubrió de escarcha. El golpe les llegó desde atrás y cercenó a tres Fúrbolgs por la mitad. Nhail se cubrió con los brazos para protegerse aunque sabía que sería en vano el grupo se dispersó mientras una silueta enorme avanzaba hacia el, de algún modo atrajo hacia sí a uno de los fugados partiéndolo en dos con la misma facilidad que se parte un junco. Le brillaban los ojos … se paró en seco dejando escapar a los tres que quedaban y la miró.

No pensaba suplicar, aceptaría la muerte con dignidad.
Perdió la cuenta del tiempo que pasó mientras la bestia le miraba fijamente.

— Acaba conmigo ya, el dolor es insoportable, tengo una pierna rota. No escaparéno se movió. Parecía a punto de decir algo.Nhail …su voz sonaba metálica, como traída de un lugar del que no debería haber vuelto.

— ¿ Quién … quién eres ?¿ Cómo sabes quién soy ?negó lentamente¿ Cómo sabes mi nombre ?

— No sé — contestó inexpresivo.

— ¿ Quién eres ?otra negativa¿ Qué eres ?La paranoia de Nhail empezaba a ser mas que palpable, demasiado real … o llegaba a la cueva o podría perder la cordura, la interna pelea entre Kæteren y Shemyazaz era demasiado intensa y parecía que últimamente la armadura estaba dominando a la demonio.

Intentó saber una vez más antes de quedar inconsciente.

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Y…. ¿Como subimos?, es evidente que por la espalda cual grifo no podemos. Analizaba el enano a la jurafauces con detalle.

Nos agarramos por las piernas y…. menuda estupidez iba a decir. Suspiró Thorinam solo de imaginar la ridícula escena.

El enano seguía mirando con detalle a la jurafauces, cuanto más la miraba más le recordaba a algo que ya había visto.

Por algún motivo me recuerda a una kyriana, espero equivocarme y ojalá sea así pero… ¿Y si es una kyriana?, si lo es tengo una buena y una mala noticia.

Empieza siempre por la mala.

La mala es que entonces tenemos más problemas de los que creíamos. La buena es que llegar arriba será “fácil”.

Creo entenderte con la buena entonces.

En efecto. Llamó la atención de la jurafauces. Alafunesta, tu señor quiere que nos lleves a lo alto de aquella elevación. Señaló el punto más alto de este. Ya sabes como hacerlo.

A sus ordenes. Tomó a ambos paladines con sus brazos cubiertos por oscuras placas y abrió sus alas mostrando sus oscuras plumas. Tomó fuerzas con sus piernas y se impulsó a los quebrados cielos de un salto.

A pesar del férreo aspecto de la jurafauces pareciera que trataba de llevar a aquellos mortales con el mayor cuidado posible, firme pero evitando asfixiarlos, como si de un lejano recuerdo se tratase. La decaída mirada del enano respondía la cuestión que previamente se hizo.

A pesar del peso que portaba no pareciera que le molestara en su destreza volando, incansable sobrevoló aquellas yermas tierras logrando evitar las miradas indiscretas de sus semejantes que sobrevolaban ocasionalmente aquel horizonte.

El enano miraba con sus entrecerrados párpados el infierno que se abría a sus pies y a veces a “Alafunesta” a lo que el perspicaz humano le llamó la atención.

¿Sientes compasión verdad?, tu cara no deja de mostrármelo.

No se si es la palabra idónea pero… nada de esto es justo, ¿como ha acabado una kyriana a convertirse en una forma tan retorcida y oscura?… nadie merece acabar aquí suspiró hastiado. ¿Es esto lo que nos espera al morir?.

Thorinam miró al enano con un leve brillo en su mirada. Para ella me temo que ya es tarde, pero aún podemos solucionar esto, si nosotros podemos salir de aquí seguro que podemos rescatar a las almas condenadas.

Deben entrar millones de almas en todo momento, ni en veinte vidas podríamos rescatarlas…

Primero debemos eliminar al causante de todo esto y a esa condenada Alma en Pena, seguro que al igual que entran podrán salir en dirección contraria.

El enano le miró con un poco de condescendencia. Eres demasiado optimista pero… me gustaría creerte, ojalá esto tenga solución.

¡Shh!. Estamos a punto de llegar, creo que deberíamos hacernos los muertos por si acaso, si nos ven hablando sospecharán de nosotros.

Tienes razón, será menos sospechoso si llevan nuestros “cadáveres”.

Dejaron colgar al son de los aleteos sus brazos y piernas, recostando sus cabezas sobre el frío metal de los brazos de la jurafauces. Apenas eran capaces de ver nada al tener la cara frente al frío metal, pero pudieron escuchar bajo ellos el repetido golpear de los martillos dando forma al candente metal, el radiante aire ardiente envuelto en aquel pestilente olor a sulfuro les confirmó que aquello debía tratarse de una gran forja.

Notaron como descendían poco a poco a la que aquel repetitivo sonido se hacía cada vez más fuerte y vibrante en sus oídos, poco a poco notaban como el aire se sobrecargaba en aquel hediondo olor y calor, al enano le resultó familiar, al humano no tanto.

Los aleteos cesaron, nada más tomar pie notaron los continuas vibraciones del suelo, golpe tras golpe el suelo vibraba como si de un terremoto eterno se tratara, el sofocante calor y el hedor a sulfuro casi desorientaron al humano que acababa de tomar contacto con la abrasada roca.

¿Hemos llegado?… El enano miraba a su alrededor manteniendo su brazo firme en la empuñadura de aquella maltrecha lanza a su espalda.

¡Buah!, Parece como si estuviéramos en un volcán. Dijo tapándose la nariz Thorinam.

¡Shh!. Alafunesta nos ha tenido que dejar cerca de nuestro objetivo, no dejo de escuchar herreros…. y no seas quejica, tampoco es para tanto… resguardame, voy a echar un ojo. El enano cautelosamente se acercó a las caídas columnas rocosas y con cuidado asomó su cabeza por un resquicio entre dos de estas.

Entre altas forjas de oscuro metal, cuyas runas fulguraban espectrales a cada golpe de martillo. Charcas de incandescente lava burbujeaban a cada vibración, quedando salpicando sobre el ya de por sí abrasado terreno, una de estas gotas se enfriaba cuando fue aplastada con firmeza por la férrea bota del armado ser.

Veo a alguien… susurró el enano.

Una armadura, que no dejaba ver en los brazos más que lo que pareciera una oscura alma retorcida hasta el abismo, se mostraba desafiante, oscuras placas puntiagudas recorrían todo el ser quedando rematadas en aquellas hombreras que parecieran imitar la arquitectura que le rodeaba y aquel casco que únicamente dejaban ver dos luceros rojos incandescentes como el fundido metal y lava que daban forma y resguardaba.

…. esa espada….

Cogando del cinturón una llamativa espada le llamó la atención, la calavera servía de nexo de unión para la oscura empuñadura de tiras de cuero, lo que parecieran cuatro cuernos para añadir contrapeso y por supuesto la oscura hoja de la cual seis runas parecían fulgurar al igual que sus hermanas de las forjas. Las seis prolongaciones, tres a cada lado, de la hoja le hizo recordar la conversación en boca de aquel humano con su contraparte no muerta.

¡Es el!, esa debe ser la hojarruna de Mograine… Thorinam acércate con cuidado y mira. susurrándole agitaba el brazo hacia el.

Este se acercó con cuidado, el enano se hizo a un lado, dejándolo mirar por el pequeño cavidad.

Debe ser nuestro objetivo, veamos el “terreno de juego”… Miró como pudo el lugar alrededor del jurafauces portador de la hojarruna. …solo veo a tres herreros, no parecen armados….umm… no veo guardias, supongo que pensarán que nadie podría llegar aquí… o es una trampa y nos están esperando.

No tenemos muchas opciones, nos quitamos de encima a los herreros, acabamos con el, tomamos la llave y salimos volando lo antes posible o estamos acabados, no podemos provocar la atención de toda la forja.

No podemos contar con Alafunesta, es nuestra única vía de escape así que debería salir de aquí y que nos “recoja”. Indicó al enano que se acercara. fíjate bien, debemos usar sus puntos débiles esto es, usar los huecos entre peto y guanteletes y entre musleras y botas.

Me parece correcto, un ataque conjunto a esos cuatro puntos débiles e intentar desarmarlo y en cuanto a esos herreros… aunque me gustaría matarlos no podemos perder el tiempo, los dejamos fuera de combate y directos al objetivo.

Una anotación, debemos evitar que se acerque a esa poza de lava pues debemos recuperar la llave y la hojarruna…. si cae dentro estamos condenados.

Lo llevaremos hacia este lado, yo llamaré su atención y tu te ocupas de los herreros.

¿Estas seguro?. Desconfiado el humano empuñó su pesada maza.

No del todo pero no tenemos opción.

Me ocuparé pronto de ellos y te ayudo… vamos.

Bien, Alafunesta te ordeno que nos esperes sobrevolando la zona, baja solo cuando nuestro objetivo caiga.

Asintiendo con la cabeza salió volando de un impulso, lo que llamó la atención al líder jurafauces hacia las caídas rocas. Tras estas ambos paladines esperaban en silencio, viendo que seguía parado junto a la burbujeante poza de lava Drethz cogió una pequeña piedra y la arrojó sobre su cabeza.

El jurafauces alertado se acercó a paso lento hacia ellos, Thorinam salió corriendo lo más rápido que pudo hacia el herrero que inadvertido continuaba su labor.

El jurafauces se giró al ver el humano corriendo hacia el inadvertido herrero, inadvertido del enano, que logró atravesar el expuesto brazo y el costado de la armadura, de inmediato dio un paso hacia atrás y dobló la lanza partiendo la mellada cabeza, arrojando el resto del arma con ira al suelo.

¡Vuestras almas sufrirán eternamente en Torghast, mortales!. Gritó con su retorcida voz metálica.

El enano empuño su espada con firmeza y con impulso saltó por encima de la caída roca, golpeó hacia el costado del jurafauces, sin embargo la hojarruna se interpuso haciendo saltar chispas metálicas.

El jurafauces cargó contra el enano, que a duras penas esquivó con una cinta, impactando con una de las candentes forjas. El enano imbuyendo su espada en ardiente luz se lanzó contra su presa golpeando el brazalete del oscuro ser, arrojandolo por los aires junto al guante que abrazaba firmemente la hojarruna.

Por un instante vio como el humano aplastaba iracundo con su maza los yelmos de los tres herreros caídos y a continuación la hojarruna, a la que le dio una patada que la hizo deslizarse a las caídas rocas de las que vinieron. Antes de cantar victoria el jurafauces se repuso, aunque de donde antes hubiera una enlatada mano ahora ardía lentamente el cercenado brazo.

¿Crees que has acabado conmigo?, ¡No necesito un arma para acabar con vosotros!. Los carmesíes luceros bajo su yelmo ardían con la furia de un volcán. Amenazante se acercó a el y mirando hacia atrás se percató de que se quedaba sin terreno.

¡Te encerraré en una celda de candente acero!. Alzó sus brazos, de estos oscuros zarcillos cual flechas se abalanzaron a las tres forjas y la charca de lava, sacando su incandescente contenido de un fugaz tirón.

La gran masa de roca y metal incandescente no solo comenzó a comprimirse sobre su cabeza, cada vez más y más comprimida e inestable, si no que también recubrió al jurafauces de un incandescente escudo.

Maldición, todo el es una pieza de acero ahora… ¡Thorinam ven aquí ya!. Gritó al humano nervioso, notaba como le caían gotas de sudor por su rostro y no solo debido al calor que todo aquel lugar emanaba.

El humano cogió el martillo a un herrero y corrió hacia el enano lo más rápido que pudo. Sobre el jurafauces la masa candente había menguado a menos de la mitad, formándose bultos que luchaban por huir de la enorme presión que los comprimían.

¡Voy!….¡Va a hacerlo explotar!, ¡Tras mi!. Se interpuso entre el incandescente jurafauces y el enano alzando su escudo. ¡Remátalo cuando haga explotar esa bola!, yo quedaré debilitado unos minutos.

¿No irás a….¡Te puede matar!, déjame que te ayude. le gritó preocupado el enano.

Thorinam rogaba a la Luz su resguardo. El enano apoyó sus manos en los brazos del humano cerrando sus ojos y concentrándose en apoyarlo.

Debes poder rematarlo, deja que cargue con casi todo el peso del escudo.

De acuerdo, pero no voy a dejar que te mates para protegerme.

No pienso dejar matarme tan fácilmente contra una armadura venida a más.

Alrededor de ellos un resguardo sagrado de pura luz se formó como respuesta a sus súplicas, segundos después la incandescente esfera explotó, la gran deflagración golpeó como un mazo el escudo y sus protegidos.

A su alrededor las forjas incandescentes empezaron a gotear el acero con el que estaban ensambladas. Cientos de gotas de incandescente acero comenzaron a caer sobre la explanada como si de un intenso granizo se tratara, sobre la sagrada cúpula se formaba una capa de metal que caía como si de un paraguas se tratara por sus laterales.

El jurafauces estaba cubierto de una ligera capa amorfa de metal enfriándose que le impedía moverse, luchaba por liberarse de esta con movimientos bruscos, pero solo lograba quebrar los filamentos más débiles.

Es el momento….

Thorinam jadeaba agotado, el enano notaba como sus fuerzas menguaban al mantener la sagrada cúpula, pese a que le apoyaba con sus propias fuerzas sabía que tendría que atacar ya.

Voy a acabar con el, sigue a resguardo aquí.

Vale…

Tomó la espada envuelta en luz y se abalanzó contra el inmóvil jurafauces, empujó con fuerza la espada por un hueco en el metal hasta la empuñadura y rogó a la Luz que le ayudase purgando al retorcido ser.

La amorfa masa de metal semicandente se iluminó por todos los huecos de esta. A pesar de estar ardiendo el ser no gritó, pues el yelmo estaba completamente fundido en una masa irreconocible. Las llamas salieron de todo resquicio con fiereza teñidas de negro y morado, pese a ello el enano seguía imbuyendo la espada de Luz.

Para ya… debemos huir… Dijo jadeando Thorinam… Maldita sea, la llave….se ha tenido que fundir…

Drethz sacó de un tirón la espada. No…. tiene que estar por alguna parte… Palpó el aún caliente metal por la cintura, notando algo cuadrado en un lateral. ¡Debe ser esto!.

Dio un tirón al objeto, que se le resistió, tomó una espada tirada en el suelo y la usó como palanca, logrando arrancar la pequeña caja metálica de su portador aunque dejando doblada esa espada, que tiró sin más.

Thorinam miró al cielo y zarandeó los brazos llamando la atención a la conocida “Alafunesta”. Debemos irnos ya… no se como no han llegado sus… refuerzos.

Recoge la hojarruna ya. Logró abrir la tapita metálica, sacando varias llaves unidas en su base por un aro metálico. Menos mal… están intactas. Resopló aliviado.

A lo lejos se escuchó el estruendo de decenas de botas golpeando el suelo y el característico sonido metálico de placas y mallas rozando entre sí.

¡Tenemos que irnos, vienen refuerzos!. Nervioso Thorinam se levantó con la hojarruna y corriendo como pudo llegó a Alafunesta, que acababa de aterrizar.

¡Llévanos de regreso a tu señor Alafunesta!, ¡Es una maldita orden!. El enano muy nervioso sujetó con fuerza el manojo de llaves a la que la jurafauces les tomó entre sus brazos.

Alafunesta alzó el vuelo dando un salto en el borde de la montaña, alejándose lo más rápido que podía del complejo.

No me esperaba…. eso. Thorinam trataba de recuperar el aliento como podía.

Matarlo fue fácil pero… no me esperaba lo de la bola… además que mi equipamiento da pena, creo que a esta espada no le queda mucha vida.

Pudo ver de reojo como el ya lejano borde de la montaña se llenaba de guardias jurafauces. Además, ya hemos llamado su atención… tenemos que ir cuanto antes a por el Barón.

Por cierto… buen combate, te subestimé.

Gracias, pero sin tu escudo no hubiera sido posible… debemos salir cuanto antes de aquí.

El resto del corto viaje transcurrió sin incidentes. Un rato después aterrizaron frente a la pequeña cueva y corrieron hacia su interior.

¿Que fue aquella deflagración?, ¿Os ha pasado algo?. El no muerto no pudo ocultar un ápice de preocupación.

No tenemos tiempo, abre la celda y alejémonos de aquí. Drethz abrió su mano dejando ver las cuatro llaves.

¡Trae!. Veldhath le arrancó de la mano las llaves y una tras otra comprobó que encajase, la tercera llave entró sin problemas y sin dilación abrió de golpe la puerta, que a la vez abrió las esposas, cayendo Mograine por su peso al suelo. ¡Despierta!, necesitamos que nos acompañes.

Urg… ¿Estoy……libre?. Mograine trató de levantarse con esfuerzo, sin éxito.

En efecto.

Necesito un momento para…. recuperar fuerzas, ¿Es esa mi…. hojarruna?. Miraba con sus espectrales manos la hojarruna en manos de Thorinam.

Pudimos recuperarla junto a las llaves.

¿Cuanto tiempo llevo encerrado…. aquí?, ¿un día?, ¿una eternidad?. Apoyándose en la puerta de la celda recibió la hojarruna en manos del paladín.

No llevas demasiado, aunque el tiempo transcurre de una forma distinta aquí, me temo. Drethz miraba desconfiado a Mograine y puntualmente a la entrada de la cueva.

Tengan cuidado… los ojos del carcelero… están por todas partes.

Entonces nuestras sospechas tenían fundamento, para nuestra desgracia. ¿Le queda mucho para poder caminar, Darion?. El enano no dejaba de mirar tanto a Darion como a la entrada, no dejaba de palpar la empuñadura de su maltrecha espada en ningún momento.

No, ya casi estoy…. dame un par de minutos…

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Debemos irnos ya, seguro que nos está observando el Carcelero. Con algo de esfuerzo Darion logró ponerse de pie.

Apóyese en mi hombro, mis compañeros se ocuparán de protegernos. Drethz a la vanguardia, Thorinam a retaguardia.

Hizo que Darion se dejara caer sobre sus hombro, apoyando en el otro hombro su brazo, los paladines tomaron sus posiciones con sus armas empuñadas. Salieron de la cueva, sin embargo Alafunesta estaba lejana en el horizonte sobrevolando en círculos, lanza en mano.

Algo no va bien Miró con sus espectral mirada a la alada jurafauces, no le he dado ninguna orden a Alafunesta… ¡En guardia!.

Apenas pudieron reaccionar a la llegada del enorme ser armado, su enorme maza fácilmente podría pulverizarlos de un golpe. Al igual que el resto de los jurafauces este portaba una pesada armadura llena de pinchos que ocultaban por completo su rostro, si es que tenía.

¡Aquí están!, ¡El Carcelero exige vuestras cabezas y almas y pienso entregárselas!. Como sus congéneres la metálica voz supuraba odio ante ellos.

¡Acabemos con el antes de que reciba refuerzos!. El enano se lanzó contra el ser…. pero por mucho que quisiera no lograba avanzar más, ni mover un simple músculo. De hecho no era el único, todos a su alrededor incluido jurafauces estaban congelados en el tiempo.

Junto al jurafauces un resplandor dio lugar a una ser parecida a los que abundaban por Oribos. La extravagante vestimenta a rayas verticales culminadas en una pieza metálica plana que actuaba como cabeza, al igual que las metálicas extremidades no dejaba lugar a dudas, aquella ser no era de las Fauces.

Ah, así que ustedes son los Caminantes por los que el Carcelero tiene tanto interés, tenía curiosidad por ver a los mortales que tanto lo ha enojado.

Sacó un extraño aparato cilíndrico que puso con parsimonia a los pies del jurafauces, al activarse un pequeño resplandor de pura luz blanca hizo desaparecer a este.

Un estorbo menos, no tardarán en venir más.

El tiempo volvió a su cauce, el enano casi se dobló los tobillos al seguir su carga.

Soy Ve’nari, una humilde especuladora atrapada en esta tierra de tormento eterno, tengo una propuesta para ustedes, seguidme. La mística y etérea voz no suscitó más que desconfianza entre los presentes, sobretodo en el enano que no bajaba su espada.

Dejadme esto a mi, tengo experiencia en negociar con “especuladores”. Drethz se adelantó hacia el borde de la pequeña explanada donde esperaba Ve’nari, los demás esperaron detrás, logrando Darion mantenerse en pie sin ayuda al fin.

Veo que quieres negociar, adelante pues. Aquella voz le daba a la especuladora un halo de misticismo y ocultismo que nada le gustaba al enano.

¿Por que nos has ayudado?, ¿Acaso quieres que te paguemos por ello?. Preguntó fríamente, ocultando todo atisbo de debilidad y duda.

¿Acaso no lo dije antes?, Quería ver a los Caminantes que tantos problemas andan causándole al Carcelero.

No creo que sea solo por eso, dime de inmediato que quieres de nosotros o nos vamos, no requeríamos tu servicio ante aquel ser.

No ibas de farol con lo de tener experiencia, bien vayamos al grano entonces, vuestra presencia ha puesto en alerta a todas las Fauces y precisamente esa alerta es algo que hace peligrar mis negocios.

Así que quieres que dejemos las Fauces para mantener tus negocios fuera de la mirada del Carcelero…

Estas en lo cierto. Pero su presencia puede ser beneficiosa para vosotros y…. para mí, por supuesto, os ofrezco una oferta que puede beneficiarnos a ambas partes.

Continúa.

Se que están aquí buscando a alguien y resulta que… posiblemente sepa donde está, es por ello que os ofrezco el siguiente intercambio: el amuleto que tu amigo pálido lleva en su cuello a cambio de ayudaros a encontrar al barón Maldraxxi.

Drethz palideció al escucharla, fría gotas de sudor le caían de la frente, pudo notar como el pelo de sus brazos se erizó al instante.

¿Como sabes a quien buscamos?, ¡Habla!.

Eso debe seguir siendo un secreto, dejémoslo en que lo sé y ya, tu también me estas ocultando cosas, pero tampoco es que me importe… tienes dos opciones y se os está agotando el tiempo.

¿Como nos puedes asegurar que no estás trabajando para el Carcelero, Ve’nari?. Darion se acercó, sus párpados entrecerrados dejaba escapar un leve hilo de su celeste fulgor espectral.

Esto no es más que un negocio; pero digamos que las huestes del Carcelero y yo no nos llevamos precisamente bien, no tienes que confiar en mí, solo aceptar mi oferta.

No es la primera vez que escucho algo así para acabar vendido Ve’nari, necesito laseguridad de que no nos vas a vender. Drethz mantuvo su fría voz que por poco se asemejaba a la de los dos no muertos que le acompañaba.

Tienes dos opciones, aceptas mi proposición y os llevo de forma relativamente segura ante el Barón o van a ciegas directos a las fauces del Carcelero…. y decídete ya, sus ojos nos están viendo.

Aceptamos Ve’nari, pero acabaremos contigo al mínimo atisbo de traición. Darion asintió a Veldhath, el cual le dio el amuleto a Ve’nari.

Bien síganme, y cuando acabemos no mencionen nada sobre mi, mis negocios requieren un… perfil bajo. Sacó un pequeño orbe brillante de su mano y la dejó levitando al borde del precipicio, este aumentó considerablemente de tamaño y brillo instantáneamente.

Toquen el orbe, nos llevará al otro lado, a partir de allí evitaremos llamar la atención de los jurafauces… tengo muchos trucos para llegar rápidamente a vuestro querido Barón._

De acuerdo, pero tu ve primera. El enano aún miraba con desconfianza a la especuladora.

Esta bien, pero no se queden aquí de cháchara. Acercándose al orbe lo tocó con su metálica extremidad, desapareciendo en un instante como un haz de luz en el vacio.

Tampoco confío en ella, pero no tenemos opción, debemos continuar. Darion tocó el orbe, desapareciendo como un haz de brillante luz blanca.

En fin… continuemos. El enano fue el siguiente en tocar el orbe, tras el ambos humanos tocaron el misterioso orbe.

Atravesaron el vacio entre ambos lados de las Fauces a una increíble velocidad, sin embargo no notaron ni mareo ni el viciado aire. Al llegar al otro lado se materializaron instantáneamente, como si de un flash se tratase.

Parece que hemos llegado todos, sigan mis pasos si no quieren acabar junto al Carcelero. Ve’nari recogió el orbe que volvió a menguar y se adelantó. Voy a crear una capa que nos oculte de miradas indiscretas, no hagan más que seguirme así que pase lo que pase y vean lo que vean me seguirán. No quiero escuchar ninguna palabra de sus bocas cuando estemos avanzando ¿Queda claro?.

Adelante, no perdamos más el tiempo. Darion pareciera impacientarse por momentos por lo que los demás notaron en su voz.

Si digo que se detengan lo harán, hay jurafauces que pueden vernos a través de las sombras, vayamos a por su Barón.

Cubrió en un manto de sombras a todos y caminó a paso lento y cautelosa por las desoladas tierras, tras ella los mortales avanzaron cautelosos, armas en mano.

El único sonido que de las sombras salia era el aplastar de los guijarros por las pesadas botas de los mortales, poco a poco avanzaron por aquel lugar de tormento evitando a sus huestes. A lo lejos, sobre las arrasadas rocas que formaban un barranco se alzaban altas espirales rompiendo el quebrado cielo.

¡Alto!. Susurró Ve’nari deteniéndose tras un peñasco caído. Detrás de mí.

Lo que pareciera un ojo flotante metálico se acercó por el camino tras las rocas, justo cuando pareciera que estaba a punto de verlos se dio la vuelta y regresó por donde vino.

Siempre hace eso, mientras se aleja os hablaré de vuestro Barón.

Habla rápido.

Se encuentra en el Bastión de la Perdición Señaló con una extremidad a las espirales del horizonte os podéis hacer una idea de por que se llama así, continuemos.

Continuaron su peregrinación al Bastión de la Perdición, en varias ocasiones les tocaron esperar pacientemente tras rocas evitando la indiscretas miradas de aquellos grandes ojos, mejor esperar un poco más que acabar en una eternidad de tormento en las fauces del Carcelero.

Tras lo que les pareció una eternidad de paso lento, rodeos, esquivas y esperas lograron llegar a lo que pareciera un acceso secundario al Bastión, dos enormes guardias firmes portando dos largas lanzas custodiaban el acceso, algunos de los mortales no pudieron dejar de mirar la “acogedora” decoración que les daba la bienvenida. Grandes cadenas unían las altas torres del complejo, de estas alguna jaula colgaba con lo que parecieran algunas desdichadas almas esperando tormento. Tras la entrada vieron lo que parecía una gran explanada, como de costumbre esperaban tras unas rocas a que Ve’nari hablara, pues les detuvo hacía unos instantes.

Hemos llegado, no quiero estar aquí más tiempo del necesario así que rescatamos a su Barón y regresamos, sigamos.

Espera un momento especuladora. Darion la interrumpió de forma tajante. tenemos a otros que salvar aparte del Barón.

Ah, debes hablar de los mortales que se dejaron tus “Caminantes” al llegar, seguramente estén en Torghast, donde el Carcelero guarda sus posesiones más valiosas.

Entonces muéstranos una forma de llegar a ella.

Sería un suicidio ir a por ellos ahora, céntrate en el Barón y ya hablaremos de Torghast cuando no tengamos la mirada del Carcelero buscándonos… Vía libre, continuemos.

Con sumo cuidado entraron entre los dos guardias tratando de evitar hasta el más mínimo roce. Para su sorpresa no habían apenas refuerzos allí dentro más allá de unas pocas guardias y patrullas por la explanada y en lo alto de los muros, así que continuaron hacia unas escalinatas en lo más profundo del Bastión.

Creo que está tras ese muro de la escalinata, prepárense para defenderme, no soy precisamente bienvenida en estos lares. Susurró lo más que pudo acercándose a las escaleras.

Una última patrulla y lograron alcanzar las escaleras, girando a la derecha tras el pequeño muro encontraron a una figura humana encadenada de manos y piernas en la pared.

Hemos llegado, este debe ser el “Barón” que andan buscando. Liberarlo y vayámonos de aquí, no quiero que me encuentren de nuevo.

¿Quien… está…… debo avisar….al margrave… La fatigada voz apenas lograba balbucear, viendo donde estaban podían imaginarse su “estancia” allí.

Esa voz… ¿¡Padre!?. Darion se abalanzó al Barón como si de un hijo que acabara de volver a ver a su padre tras una guerra se tratara.

¡¿PADRE?!. Los tres acompañantes gritaron patidifusos ante lo que estaban presenciando.

Tu…. ¿Darion?…. ¿Después de tanto tiempo….

Drethz miraba la escena cuanto menos confuso, pudo ver como los dos humanos que le acompañó se arrodillaron en seña de respeto frente a el. …¿Que hacen?…

¿No lo entiendes?, el Barón es Alexandros Mograine…. su padre, uno de los fundadores de la Mano de Plata… y uno de los héroes de nuestro reino cuando este cayó… Thorinam susurrando miraba a los Mograine hablar de padre a hijo.

Que “conmovedor”…. Respondió mofándose ¿Pueden dejarse la reunión familiar para más tarde?, quiero salir de aquí ya, algo me hace sospechar de que esto es una trampa. Ve’nari enojada e impaciente miraba hacia las escaleras.

Tiene razón, protegernos mientras logro romper sus ataduras, no podemos dejarle aquí.

¿Acaso creían que vuestra presencia pasaría desapercibida?, Acabarán todos en Torghast.

De los cielos descendió un ser alado muy parecido a Alafunesta, que aterrizó de golpe frente a ellos.

¡Atrapados!… muéstrenme ese afamado poder por el que el Carcelero os anda buscando, mortales. Ve’nari se retiró junto a los Mograine frustrada.

El jurafauces alado sacó un arco de su espalda y disparó una flecha al cielo, que explotó en el aire. Están condenados. Cargó contra Veldhath lanza en mano.

Drethz conmigo, Thorinam a proteger el acceso, vienen sus refuerzos.

¿Podrá solo?.

Esquivó el ataque rodando. Alafunesta le ayudará.

El estruendo metálico de los guardias cercanos se acentuaba por momentos, frente a estos aguardaba Thorinam y la recién llegada jurafauces dominada.

El paladín sujetó con firmeza su pesada maza, suspiró y se preparó para el choque. Hora de abrirse paso a Oribos…

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Chof, chof…

Mis cansados pasos entre el continuo torrente en que se ha convertido la llanura provocan un sonido de succión empujándome hacia la tierra nevada, tirando de mí para que me una a las dormidas conciencias de las cañas y los juncos que, agotada su resistencia por la carga de la nieve han dejado de mirar el cielo y yacen ahora, mansas, formando el nuevo lecho vegetal de la tierra anegada. Cada paso, una lucha contra su atracción.

Ssshhh, sshhhh…

El golpeteo continuo de la cortina de agua que vela el resto del mundo se intercala con mis pasos, punteándolos en mi mente aletargada y creando música de fondo, la clave de aquella partitura que amenaza con diluirme en ella.

Estallido violeta…

Un iracundo árbol de furia descarga desde los cielos castigando aquella tierra dura que se sume en el olvido. La súbita luz del rayo de la noche sin luna ni estrellas me ciega, obligándome a bajar la vista hacia mis pesadas botas hundidas en la nieve. Paro un instante la marcha y descanso los párpados presionándome con las manos para intentar borrar la impresión en mi retina.
Con la oscuridad la tierra renueva su asalto sobre mí atrayéndome hacia su húmedo interior, prometiendo borrar los temores y las dudas en un abrazo de olvido.

Mi corazón apacigua su latido uniéndose a la sinfonía del agua … tranquilizándose … calmándose … alejándome del ajetreo y el dolor de la vida consciente. La parte de mi ser que es naturaleza responde a la llamada, al impulso primario de fundirse con lo que le envuelve…la lluvia…la corriente…la noche…la nieve.

Un súbito contacto en el brazo ‘‘había olvidado ya que formaba parte de mi cuerpo’’ me trae de vuelta a la conciencia con una sacudida psíquica. Veo una mano ancha y firme que me suelta con timidez el brazo.

— ¡ No ! ¡ Tócame, anclame ! — hago un esfuerzo por enfocar la mirada.

La lluvia inclemente se lleva mis lágrimas de miedo y agradecimiento mientras lucho por controlar la oleada de pánico que siento, intentando que no llegue a perturbar a aquella otra mente siempre al filo de la mía. Cada uno debe sobreponerse a sus propios miedos, es hora ya de que yo lo intente con mis debilidades.

Si tan sólo supiera cómo…

Un escalofrío me recorre de manera tan violenta que tengo que apretar la mandíbulas para evitar que mis dientes castañeteen. Acomodo mejor el peso de mi mochila y me abrazo a mi mismo deseando poder tocar algo más, algo cálido y vivo que me salve del frío. Siempre me ocurre cuando tengo que luchar contra aquella parte de mi que quiere unirme de nuevo al escenario, me llama a compartir la alegría explosiva e irreflexiva de la naturaleza; la melancolía del otoño y del invierno; el dulce y helado olvido de las primeras nieves…

La sangre de mi madre tironea de mí para que olvide aquella parte que se contenta con la contemplación de la naturaleza y abrace la que es parte de ella.

No puedo simplemente aceptar la llamada, aletargar mi conciencia y fundirme con el roble. La parte elfica de mi sangre actúa de tamiz, de rejilla, me impide disolverme en los rayos del sol y acogerme al abrazo de la vieja corteza de un árbol. Mi mestizaje simplemente haría que perdiera la conciencia y me inmovilizara hasta morir con el paso de los días.

¿ Cuánto tiempo había pasado desde que me había maravillado con la dorada luz del amanecer danzando entre las hojas de los robles ? ¿ Desde cuándo no había dejado que mi espíritu volara bajo la bóveda de las estrellas y las lunas ? ¿ Por cuántos años me había reprimido de bailar entre el cascabeleo de los ríos y las hojas sintiendo la caricia del musgo en mis pies ?

Solía hacerlo de niño; solía bailar en un claro al atardecer, extendiendo mi conciencia hasta abarcar la de los grandes robles de mi hogar, cada uno en un nivel diferente de despertar hasta la muda pero colorida presencia de los jazmines y las rosas bañada en el perfume de la madreselva, sintiendo el etéreo beso de mi madre. Pero entonces tenía a mi padre que me traía de vuelta al mundo físico, que me abrazaba con calor, me besaba los cabellos con una sonrisa y me hablaba de lo que había hecho aquel día, de las pequeñas cosas cotidianas que daban sentido.

Luego llegó la guerra, la plaga que me arrancó de los brazos de mi madre y de mi hogar, de todas las conciencias que conocía para arrojarme a un entorno distinto y salvaje. Los profundos, escarpados y nublados bosques de Quel’thalas del norte invitaban a unas emociones más oscuras, más irrefrenables. Mi carácter cambió entonces al tiempo que yo crecía. Descubrí entonces el poder que albergaba para influir en los demás, para atraerlos hacia mí igual que lo hacía la penumbra de aquellos bosques sin guía.

Nunca hasta entonces me había considerado hermoso ni diferente a las demás elfos. Pero mi crecimiento físico puso de manifiesto algo nuevo que me separó de los demás de mi especie más de lo que ya lo hacía mi comportamiento: los jóvenes me envidiaban y a la vez me evitaban, deseosos de no verse eclipsadas por mí, mientras que las mujeres desviaban la mirada o bien me cortejaban. En ninguno de los dos casos encontré el trato cálido y natural que deseaba, pero abracé el segundo por conveniencia. En aquel entorno salvaje y primario se manifestó con mayor facilidad y resultaba muy conveniente la presencia voluntaria de alguien a mi lado para traerme de vuelta al calor … aunque con un contacto diferente al que yo estaba acostumbrado.

Recordé con culpabilidad las veces que me había dejado abrazar y besar por jóvenes elfas de las que ya apenas recordaba el nombre, perdido en las sensaciones que me provocaba aquélla nueva forma de contacto sin que en ningún momento mi corazón se comprometiera. Hice daño a muchas de ellas que sí albergaban sentimientos profundos hacia mí, ahora lo sé.

— ¡ Nhail ! ¡ Anochece, busca algún refugio !
— ¡ Haré lo posible !

La atronadora y segura voz de mi hermano me saca de la ensoñación.

¿ Realmente anochece ?

Soy incapaz de distinguir día y noche en este hermoso bosque. Penumbra perpetua que se traga la tierra. Vislumbro la figura de mi hermano embozado en su capa que se pierde entre las sombras. Me provocó una dolorosa punzada en el pecho, incluso tantos años después de que la sangrienta herida que había amenazado con partirme se hubiera cerrado, dejando sólo una leve cicatriz.

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Conocer a Beyth fue como ver salir el sol tras décadas en las tinieblas. Era inteligente, de mente ágil y palabras generosas, con el don de la música y el arte, además de ser la Bruja mortal mas poderosa que conocí y conoceré jamás, minutos antes de desprenderme de la armadura viejos recuerdos volvían a mi mente, personas que fueron realmente importantes por las que daría mi vida, he estado tan sumido en los poderes del vacío buscando únicamente poder y venganza que aquellos momentos y recuerdos se quedaron resguardados en lo mas recóndito de mi mente.

Beyth y yo encajábamos como dos piezas de un puzzle, repentinamente y de manera natural.

A sabiendas de que luego lo pagaría, aunque demasiado agotado para resistirme, entreabrí la puerta de los recuerdos de aquellos meses en Suramar y varios lugares de Las Islas Abruptas, cuando el resto de la hermandad, la guerra y de las penurias desapareció dejándonos sólo una sucesión de días colmados de risas y encuentros furtivos en los bosques.

Aún podía recordar como si no hubiera pasado el tiempo, los suaves labios de Beyth contra los míos, su cuerpo como la seda y los escalofríos que provocaban sus manos en mi piel.
En ella encontré lo que inconscientemente buscaba: un alma gemela, alguien que calentaba mi corazón y que respetaba, alguien que me trataba como uno igual y que colmaba mi necesidad de contacto físico. Mientras dejaba caer la pesada mochila en la nieve suspiré. Sí, le había entregado completamente mi corazón, sin reservas y con toda la generosidad de la inocencia de aquellos años. Ahora volvía a recordarlo todo.

Había estado ciego al ambiente viciado que se respiraba en los bosques de Suramar, a las puertas de la ciudad, a las eternas rencillas entre Sin’dorei, Quel’dorei, Shal’dorei y Kaldorei por la supremacía de la raza.

Tampoco había visto que esas mismas rencillas habían enraizado profundamente entre los amigos y familiares de mi hermosa Bruja, todos ellos de alta cuna. Y nunca me habría imaginado que podrían usarme a mí como medio para anotarse un punto en aquella carrera. Cuando ella y yo planificamos el que tendría que ser nuestro primer encuentro … completo, creí siempre que era algo entre nosotros dos … solos.

Me mordí el labio intentando frenar la marea de imágenes y vívidas sensaciones que me asaltaban incluso ahora, la increíble experiencia que había supuesto aquella noche de amor y pasión para mis sensibles sentidos y para mi henchido corazón. Cada caricia, cada susurro, habían amplificado por mil cualquier cosa que hubiera podido sentir hasta entonces. Recordaba como me había susurrado ‘‘te amo’’ justo antes de tomarme y había creído que lo decía de veras.

Ahora sé que lo sentía realmente, que siempre me había querido con toda su alma pero que no había tenido la fuerza y el carácter necesario para sobreponerse a la presión de su delicada situación, su corazón le pertenecía a un antiguo camarada de campaña cuando la Legión pisó las Islas Abruptas, ella daría todo por el como el por ella y yo tuve que aceptar aquello.

En aquel momento, cuándo aún abrazados, intentaba todavía recuperar la respiración y se descorrió la piel de la tienda …

— ¡ He encontrado una colina ! está cerca, por la Espesura Carmesí — la jadeante y empapada figura del nocheterna gesticulaba hacia el norteHay un pequeño roquedal que nos dará algo de refugio. No estaremos secos, pero al menos no se nos llevará la corriente.

Gracias de nuevo por tus dones Lordrenn.

Recogimos las mochilas y reanudamos el paso, incapaces de seguir en pie por mucho tiempo. Los extenuados rostros del grupo y de los exploradores que nos acompañan revelaban que necesitábamos rendirnos al descanso de la noche. También había sido de noche para mí durante años. Afortunadamente, era incapaz de recordar cómo salí de aquella tienda, si me vestí o simplemente me envolví en alguna piel.

Fue en aquellos meses de quebradiza recuperación de mi conciencia cuando hice la promesa que me ha envuelto como un sudario hasta hoy: que nadie me iba a tocar jamás. En realidad, ahora veo que no concreté los detalles de aquel voto: ¿ nunca me iba a tocar otro hombre, o incluía también a cualquier mujer ? ¿ Me refería a un contacto amoroso o me estaba negando cualquier manifestación de contacto físico, por inocente que fuera ? No, no fue una promesa meditada, sino un grito de rechazo que salió desde mi estómago. Simplemente no podía soportar la culpabilidad de saber que yo había hecho daño a los que no lo merecían ni recordar cómo me habían vencido las hábiles caricias de Beyth. Escogí la soledad y el frío por miedo a tener que volver a enfrentarme a algo que podía hacerme daño.

La evacuación desde las colinas de la Espesura Carmesí hasta nuestro campamento escondido en las profundidades de Jandvik la hicimos de noche, y permanecí en silencio todo el trayecto. Las cosas no estaban funcionando bien entre varios miembros de Exiled, yo el primero, tenía demasiadas discusiones diariamente con Ywen y Obould, los dos lideres de nuestra banda de mercenarios, sus métodos de guerra no se adecuaban a los míos, chocábamos y discutíamos por absolutamente todo y aquello se veía reflejado en las campañas, poco a poco la cosa fue a más, además, a sus espaldas siempre merodeaban varios miembros veteranos de altos rangos, por lo que empecé a sentirme incomodo, desplazado y el no saber sobrellevar la situación con Beyth hizo que decidiera tomar mi propio camino cuando los preparativos para viajar a Argus y entrar de lleno en el corazón de Antorus estaba gestándose. Sabía que me tenían como a un loco y que las cosas no terminarían bien tarde o temprano. Seguramente se regodearon de mi caída en desgracia, nunca sabré que fue de ellos, lo único que deseo es el bienestar de Beyth.

No me importaba, nada me importaba. Simplemente no podía soportar que nadie me mirara y viera reflejados aquellos hechos en mi rostro.

Si esperaba algo con algún interés era la llegada a Quel’thalas, el hogar, los árboles que conocía y amaba, a quienes podía llamar por los nombres de los antepasados que habían plantado sus semillas. Deseaba también visitar el Santuario de Dath’Remar, los robles que rodeaban el Santuario de corteza clara y pequeñas hojas otoñales con su tímida conciencia campanilleando al borde del despertar en el claro de mi madre. Aquellos pensamientos me daban fuerzas mientras la incesante columna de exiliados recorría vastos caminos en dirección a las sombras de los árboles.

Rumores y advertencias corrían entre nosotros. Los soldados de ojos hundidos nos decían: el bosque ha muerto asfixiado en los tóxicos vapores de la plaga. Los árboles se han retorcido, sus conciencias se han pervertido y los troncos lloran sangre. El linde entre la vigilia y la pesadilla, entre la vida y la muerte, se ha desvanecido en las Tierras Fantasma. Nadie les creyó, no después de años de exilio con la esperanza de volver a casa, al milenario robledal empapado de la mágica esencia de los espíritus de todos los elfos que lo habían habitado desde la fundación del reino. Nadie les creyó hasta que la pesadilla se alzó ante nosotros rodeando con su abrazo de muerte.

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Apelo a las pocas fuerzas que me quedan para preparar algo de comida y calentar agua.

Sin probar apenas bocado me recuesto en las piedras, cubriéndome con las pieles de mi nuevo ropaje hecho a medida por los Fauce de Madera, intentando aislarme algo del aguacero. Caí dormido casi al instante pero, a pesar de la fatiga, los pensamientos que alborotaron la mente y me impedían asumir el tranquilo estado de meditación. La visión del bosque muerto y retorcido, en silencio y rodeado de verdosos vapores pestilentes, la avalancha de ira, dolor, agonía y tormento de los árboles y las plantas casi me robó la cordura. Sentía las devastadas sensaciones que emanaba toda la antigua vida del bosque como agujas clavándose en mi mente y alma, oscureciendo mi conciencia mientras las lágrimas y los lamentos por los antepasados heridos se elevaban constantemente desde todos los campamentos y las nuevas ciudades.

También los lloros por los soldados muertos, consumidos por los espectros de elfos caídos en la pesadilla y que aún vagaban sin descanso. Sí, parecía que toda vida y toda alegría hubiera desaparecido de la tierra.

El claro donde vivíamos se encontraba muy dentro en los bosques, entre la Aldea Corona del Sol, Aguja de la Estrella del Alba y el Enclave del Errante.

En completo estado de shock casi olvidé lo sucedido, casi. Lo único bueno que puedo recordar de aquellos tiempos es que, quizás por vez primera en siglos, todo el pueblo Quel’dorei trabajó en pos de un mismo objetivo, de un foco: devolver el bosque a su estado original, limpiar la peste de la cicatriz muerta, desterrar y borrar el nombre de Dar’Khan Drathir , el traidor. Purificar la tierra y sus criaturas y volver aspirar el olor del musgo y los helechos. Todas las casas, sin excepción, trabajaron con este fin.

Los Errantes como punta de lanza, rastreaban palmo a palmo cada cuadrante del bosque con el apoyo de Lor’themar y el lider de la organización, Halduron. Una vez asegurado y limpiado cada sector, las demás casas reconstruían caminos, sembraban nuevos cultivos que permitieran traer de vuelta a más exiliados, reparaban viviendas, tejían ropas y fraguaban armas para los soldados. Trabajaban devolviendo sus formas a los agotados árboles, presentándoles su apoyo y su fuerza para volver a erguirse hacia los cielos.

La pena me consumía, la constante exposición al dolor de la naturaleza me dejaba a veces casi en letargo sin poder moverme ni abrir los ojos. Recordé cómo deseaba poder hacer algo más, poder curar con mis propias manos no sólo al bosque, sino también a los soldados que agonizaban en mis recuerdos y a los corazones de tantos elfos que se dejaron morir de pena. La necesidad de hacer algo más me mantenía en vela en un estado de perpetua ansiedad siempre que el dolor no me paralizaba. Fue entonces, en la inmensidad de la desgracia que afrontaba cuando empecé a pensar que, quizás, comparado con las auténticas miserias del mundo, la pequeña ruindad de unos cuantos no tenía importancia alguna y que, en el fondo, sí traer de nuevo al bosque a la vida y ayudar en las más sencillas tareas de apoyo a los clérigos de los campamentos se podría convivir en una especie de expiación por los pecados que había cometido durante todos estos años sumido en el vacío, por las cosas que había dado por sentadas y que no había sabido apreciar, por haber creído que las lunas y las estrellas siempre velarían por nosotros desde los cielos, que tras la noche siempre vendría el amanecer cargado de rocío, que los elfos siempre tendríamos un hogar, por creer que siempre habría unos brazos que me estrecharían y no agradecerlo.

La lista de mis pequeños actos egoístas era enorme …

Un pequeño golpecito contra mi pierna, un cuerpecillo cálido me trae de nuevo al presente. Abro los ojos y veo que un afectuoso ronroneo hace que mire hacia el suelo. Unos sesgados ojos esmeralda donde brilla una inteligencia no sólo animal, me contemplan sin parpadear. Ma’ni saltó a mis brazos. para ser acariciado aquel pelaje negro lustroso mientras recoloco las pieles que nos cubren para intentar aislar algo más al animal.

— Duerme pequeñole digo en la suave lengua de los nuestros.

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Ma’ni frotaba su cabeza contra mi mano ronroneando y la oleada de gratitud que me embarga ante el súbito consuelo de un ser tan pequeño amenaza con hacer brotar lágrimas de mis ojos. Estrecho al animal contra mi pecho frotándole la cabeza con mi barbilla mientras le rasco la suave barriga.

— Cuando vuelva a salir el sol y nos caliente la piel los dos nos reiremos — le acomodé en mi regazo.

Percibí enseguida el cambio en mi padre después de que hablara con el capitán del cuadrante contiguo al que ocupaban. Estábamos en el antiguo corazón del robledal, en el bosque que existía desde antes de que los Orcos liderados por Orgrim Martillo Maldito iniciaran su costumbre de conquistar y hacer arder nuestros bosques de Quel’thalas en la segunda guerra con ayuda de los Amani. El ejército forestal encabezada por Alleria Brisaveloz que por propia decisión decidió tomar ventaja y dejar atrás al ejercito comandado por Turalyon y llegar cuanto antes a los profundos bosques hacía poco que habían limpiado la zona en la que acampábamos. Empezaba el trabajo de mi hermano y mis padres pues yo todavía era un mocoso: intentamos sanar a los milenarios árboles y despertar de nuevo la bondad de la tierra doliente, un esfuerzo más arduo cuanto más viejo es un bosque.

Llegaron noticias a nuestro reducido campamento de como los pieles verdes liderados por Zul’jin que acechaban entre las retorcidas ramas ocultas entre la bruma, criaturas que merodeaban los árboles y los arbustos atravesando con ellos los cuerpos de los soldados como si fueran lanzas.

Intenté no escuchar aquellos rumores, no dejar que las imágenes fraguaran en mi mente. Pero aquel día oí al capitán hablar con mi padre decirle que era un antiguo espíritu de los robles caído bajo la maldición, quien estaba robándole la vida a los soldados. Miré entonces a mi alrededor sintiendo que me quedaba sin aire. Los troncos retorcidos y la tierra quebrada me habían impedido reconocer dónde me encontraba hasta que otra imagen verde y dorada de aquel mismo lugar rebosante de vida se superpuso. Estábamos a no más de dos horas a pie del claro de mi madre, de mi claro, de mi lugar de nacimiento, a unas cinco horas de la aldea en la que habíamos vivido.

Me sequé las lágrimas con el dorso de la mano. Todo iba a salir bien, mi padre sabría encontrar a mi madre protegida por los forestales y yo podría abrazarla y besarle dejándome acunar en sus brazos suaves y su olor a pinaza.

Corrí al encuentro de mi padre, sonriente, pero no me dio tiempo a hablar antes de que él me cogiera por los hombros y me estrechara fuerte para luego ordenarme (jamás me ordenaba nada) que me quedara en el campamento, que esperara su retorno de una misión para la cual le necesitaban más que nunca. No entendí porqué no me explicaba la verdad, ¿ Acaso no quería desilusionarme por si finalmente resultaba no ser mi madre ?. En aquel momento vi su mirada atormentada, llena de una desesperanza como yo no le había visto hasta entonces. Por primera vez me di cuenta de que mi padre en todos esos años de exilio había envejecido. No eran sólo las arrugas que enmarcaban sus ojos y las comisuras de sus labios, ni el perfil fatigado de su rostro amable o las hebras plateadas que empezaban a relucir en sus cabellos … era la mirada cansada y vacía la que lo delataba.

Aquella imagen me impactó tanto que no atiné a articular palabra, sólo pude asentir y contemplar en silencio cómo recogía una pequeña mochila con sus herramientas y dejaba que un soldado le colocara una pesada cota de malla.

Seguí al borde del campamento cuando mi padre marchó en pos de los soldados equipados para una batalla que yo no alcanzaba a ver, acompañados por algunas de la naciones humanas lideradas por Anduin Lothar.

¿ Para qué un grupo tan numeroso y tan armado ?. Cuando mi padre se giró para dedicarme una última mirada supe sin dudarlo que algo iba mal … muy mal.

Me senté en el tocón de un árbol esperando a que el grupo desapareciera por el estrecho sendero contando los latidos de mi corazón. Cuando me aseguré que nadie en el campamento me observaba eché a correr saltando troncos caídos y esquivando la podrida vegetación que pendía de las ramas sutilmente sin hacer ruido. Nadie había podido encontrarme nunca en un bosque si yo no quería y tampoco iba a hacerlo ahora. Aunque la marchita vegetación no respondía a mi pensamiento con la natural empatía que yo solía sentir, forcé su respuesta para no perder al grupo de soldados que peinaba el bosque.

Ahora comprendo que lo que hice fue una imprudencia, que podría haber muerto sin que nadie me hubiera encontrado atrapado en uno de los agujeros sangrientos que se abrían en la tierra. Pero parecía que la débil magia de mi madre, aunque retorcida y enloquecida, había conseguido preservar el lugar hasta cierto punto. Me costó varios intentos dar con el grupo de soldado, agradeciendo que el Mago estuviera demasiado concentrado en buscar el claro como para notar mi pequeña influencia.

Tuve que usar toda mi empatía con la naturaleza para poder p.enetrar en el círculo que los soldados habían dibujado alrededor del claro sin ser visto. Habían pieles verdes ocultos tras los árboles entre la bruma mientras mi padre avanzaba en silencio, entrando por primera vez en dos décadas en aquel amplio claro del bosque. Me arrodillé tras el gigantesco tronco de una rama caída ignorando el olor a sangre en descomposición que emanaba y me tapé la boca con la mano para no gritar. El esbelto retoño había perdido las hojas, su clara corteza era ahora negra y cuarteada como la piel de un anciano y por sus grietas supuraba una sangre pastosa. El tronco y las ramas antaño rectas y airosas se habían encogido sobre sí mismas presas de un dolor incesante, algunas de sus raíces asomaban entre la tierra congeladas, quizás en el intento de huir de aquella maldad que lo ahogaba.

Ahora únicamente era un tocón más, frío y muerto entre la niebla.

Un siseo serpentino me hizo parpadear y volver a enfocar el claro. Las retorcidas ramas de los árboles afiladas como lanzas se habían movido de repente dispersando un olor a podredumbre en el aire. Los gritos desgarrados de varios soldados hicieron añicos la inmovilidad de la escena y oí el ruido sordo de dos cuerpos cayendo desde los árboles. Una suave y malévola risa destacó por encima del susurro de las ramas.

No era posible, no era posible …

No podía ser que aquella criatura de pesadilla que se desprendió del gigantesco esqueleto de un roble fuera la misma que había reído conmigo, que me había enseñado los nombres de todos los seres vivientes, que había trenzado flores en mi pelo y me había acunado frente a la puesta de Belore. Su suave melena de un verde oscuro, del tono exacto de las hojas de su roble, era una salvaje maraña negruzca sujetada por una corona de hojas podridas que azotaba un rostro esquelético y pálido como un cadáver.
Zarcillos afilados sujetaban a su cuerpo un sudario de hojas muertas por vestido. No parecía darse cuenta de cómo las espinas se clavaban en su piel creando una cadena de morados viöláceos. Mi madre … aquella pesadilla … avanzó suavemente por su claro, el vaivén de sus esqueléticas caderas una mofa de su antigua apariencia. Los labios cuarteados y amoratados se distendieron en una mueca horrible cuando sus ojos se posaron en mi padre reconociéndolo pese a todo.

— Mi amor … ha pasado mucho tiempo desde que buscaste mis brazos por última vez.el seco sonido que brotó de aquella boca apenas lo reconocíTe he echado de menos, tu calor …la pútrida vegetación del suelo se enroscó por sus piernas subiendo también por los tobillos de mi padre y vi que sus hombros temblabanTu abrazo…temblé de terror al ver aquellos dedos como arañas subiendo por los brazos de mi padre hasta aferrar sus hombros. Oí varios sonidos de cuerda pero no supe identificarlos.

Vi cómo las uñas de mi madre se alargaban hasta convertirse en finas espinas a punto de hundirse en los hombros de mi padre. El pánico y la incredulidad que me habían mantenido inmóvil hasta entonces se esfumaron de golpe y salté trastabillando hasta el claro arañándome las piernas contra las espinas que crecían del suelo.

— ¡ MADRE NO !

Sólo había dado dos pasos en el interior del claro cuando el aire zumbó con el sonido de los arcos disparándose. Vi las garras de mi madre inmovilizándose en el interior del cuerpo de mi padre y oí el ruido de los impactos contra su espalda, precisos, al tiempo que sus ojos se desorbitaban. Seguí el esputo de sangre tiznada que brotaba de la boca de mi madre para resbalar por su barbilla, oí en la distancia un canturreo y olí a azufre.

La escena infernal se desdibujó un instante por culpa de las lágrimas que empañaron mi visión … malditas lágrimas de niño inocente. Cuando pude volver a enfocar los ojos las garras que atravesaban los hombros de mi padre se descomponían en diminutas virutas. El aire caliente del incendio que consumía el vetusto roble arrastró hacia mi cara pequeños fragmentos de hierba y hojas … el cabello de mi madre … la repulsión y el horror se cobraron su precio y caí sobre la pútrida tierra húmeda y blanda, aspirando el olor a fuego y sangre del que había sido mi hogar.

Afortunadamente, madre no falleció ese día, pudieron salvarla junto a el resto de magos que se encontraban en aquel lugar, aunque si falleció junto a padre 19 años mas tarde en la tercera guerra a manos de la plaga.

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