El despertar de N'Zoth y el contraataque de Azeroth

El cuerpo del demonio voló instantáneamente hacia atrás y aterrizó bruscamente en el suelo salpicando la tierra de sangre. Nhail levantó una ceja mientras observaba al demonio levantarse antes de ver lo que acababa de suceder, el demonio apareció de alguna manera ante él con esa sonrisa manchada de sangre alzando su sable para empujarlo.

Todo lo que podía sentir era dolor y calor corriendo por su cuerpo como una corriente de agua a través del bosque.
Miró hacia abajo justo a tiempo para sentir un puño chocar con su mandíbula, enviándolo a través de la tierra.

“¿Qué … qué fue eso?”

Nhail no tuvo tiempo de reflexionar cuando escuchó pasos acercándose detrás de él … su visión estaba un poco borrosa, su cabeza daba vueltas, su cuerpo se sentía pesado y flojo, cogió los agarres de sus dagas mientras temblaba lentamente para volver a ponerse en pie, apretando los dientes mientras podía sentir el lado izquierdo de su abdomen arder de dolor.

“Maldita sea … ahora empeoró mi herida …”

Reforzándose, Nhail volvió a su posición, pero no sin antes escuchar un ruido pesado cerca. Se las arregló para mirar hacia atrás un momento y ver el cuerpo de Kætteren ahora apoyado contra un árbol, sus ojos color amatista escaneando los alrededores …


Presente


— Si no te metieras en mi camino, no tendrías que lastimarte mortal, hubiera recuperado a Kætteren y serías compensado por devolverla a mí.

Estaba a punto de dar un paso adelante y ayudarle, pero en cambio sintió que su cuerpo se congelaba. Sus ojos se movieron lentamente hacia el elfo e instantáneamente sintió que se abrían ligeramente, cuando vio su propia sonrisa maníaca y sus ojos que parecían parpadear en rojo por un segundo …

El demonio a su vez se detuvo en seco y ladeó la cabeza con curiosidad cuando sintió que una vez más algo comenzaba a acumularse dentro del mortal ante él.

— ¿Qué es esto?.

Una profunda risa resonó en Nhail mientras miraba hacia el demonio, esa misma mirada que todos los demonios odiaban … mirada de desafío.
El demonio sintió que sus rasgos se contorsionaban en odio e ira, tal vez incluso frustración cuando no podía dejar de mirar al elfo.

— Para…

Los azules ojos de Nhail siguieron penëtrando en el demonio, apretando más fuerte y mas fuerte las Myrkur.

— ¡Deja de mirarme así, insecto!

Con un estallido de velocidad, el demonio se levantó una vez más, su espada se balanceó para cortarle el cuello, pero todo lo que logró golpear fue el aire mismo, haciendo que sus ojos se abrieran. Todo lo que el demonio podía hacer era mirar a un lado para ver la apariencia de una bestia. No, un monstruo que venía hacia él.

Se escuchó un rugido poderoso y antes de que pudieran comprender lo que había sucedido, el demonio sintió que su cuerpo fue golpeado una vez, chocando contra un árbol cercano, la sangre comenzó a acumularse debajo de él y se escapó de sus labios, sus ojos se volvieron más distantes a medida que pasaban los segundos, la mitad inferior de su cuerpo se encontraba completamente arrancada de él.

Aquellos ojos amatista no podían dejar de mirar como aquel mortal lograba vencer a un demonio de ese alto calibre por sí mismo, sin el uso de magia de ningún tipo.

— Nada más que su fuerza física. Nhail … ¿Quien eres realmente?.

Observó al demonio, cuyo cuerpo había sido decapitado de la cintura para abajo, miró a Nhail que ahora estaba frente a él, sus armas ensangrentadas apuntando directamente hacia él. El demonio dejó escapar una carcajada sin aliento, pero solo logró escupir más sangre.

— Tú … t … tú … ¿Lucharás contra nuestro amo?.

Nhail no se molestó en decir nada mientras miraba al demonio moribundo que tenía delante, su mano derecha se movió lentamente para descansar sobre su abdomen para detener la sangre.

— Eres estúpido, serás cazado.

— Eso no es nada nuevo.

Una sonrisa triste se abrió paso en las facciones del demonio mientras miraba la tierra.

— Sacrificio … destino …

— El destino no existe.

Un jadeo agudo entró en el cuerpo cortado del demonio cuando sus ojos volvieron a mirarle, aunque su visión se volvía más y más oscura cada segundo. Antes de que pudiera pronunciar una palabra más, el demonio sintió que su cuerpo comenzaba a brillar y a descomponerse lentamente, el elfo ante él ya se había vuelto mientras le dejaba morir.

— He sido humillado por un simple mortal …

Nhail se dirigió hacia la última vez donde vio a Kætteren y logró encontrarla sentada en la base de un árbol, su respiración era demasiado pausada y su cabeza aún sangraba, aunque parecía haberse cerrado de alguna manera.

Sacudió un poco la cabeza y dio a conocer su presencia abriéndose camino, su mano vendada ensangrentada se extendió hacia ella. Sus ojos miraron hacia arriba ensanchándose un poco cuando lo vio. Lentamente se levantó y se apoyó contra el árbol una vez más, pero podía sentir que su vida llegaba a su fin …

— Estás herido, Nhail … no puedes caminar. No podemos quedarnos aquí.

Él sacudió la cabeza y se arrodilló, de espaldas a ella.

Kætteren se mordió el labio inferior, parecía no aceptar un no por respuesta, pero no quería dejar pasar la oportunidad de estar más cerca de él. Ella se sonrojó levemente ante ese pensamiento y se regañó en silencio antes de subirse a su espalda e instantáneamente sintió que su mano derecha se movía para sostenerla firmemente debajo de ella.

— Te das cuenta de dónde …

— Cállate. Mi otra mano está ocupada.

— Y mi herida no tiene presión … necesito ser rápido.

Kætteren cerró los ojos mientras descansaba contra su espalda, sus párpados se volvieron más pesados cuando sintió que Nhail comenzaba a caminar cada vez más rápido. Estaba herido, eso lo sabía, pero parecía que tampoco iba a dejar que lo tratara pronto, maldita sea su arrogancia.
Antes de darse cuenta, estaba dormida y saliendo del bosque.

‘‘No mueras’’

Repetía una y otra vez, como si decirlo mil veces lo hiciera realidad. A lo lejos vio tropas, combatientes ensangrentados y magullados, cansados e indefensos, tal como se sentía Nhail, tal y como se sentía cualquier valiente soldado que atravesó el portal a Ny’alotha.

‘‘No …’’ — susurró. — Cada individuo, con miedo y dolor en sus ojos. No puedo unirme a ellos, no están preparados para el combate, ninguno.

A lo lejos vio a dos hombres tratando de luchar contra un gran ejercito de N’Zoth y luego como la sangre salpicaba el suelo. Solo lágrimas.

Indefenso y cansado. Todos los músculos de su cuerpo estaban cediendo lentamente, haber cedido a la voluntad de la armadura por defenderse le estaba consumiendo, respiraba con dificultad; reduciendo el ritmo cada segundo, sabía que todo había terminado para el.

“Tanto que hacer, tan poco tiempo, ¿Quizás debería?” — se preguntó antes de presionar sus labios contra los del elfo. Sonrió durante el beso, disfrutando de la sensación de sus labios sobre los de Nhail, su cuerpo moldeándose perfectamente en el de ella. Rompió el beso antes de que se hiciera más profundo, sabiendo que si lo hacía llegaría demasiado lejos y perdería el preciado tiempo.

"Sabes que haría cualquier cosa por ti’’ — dijo mientras le atraía a otro beso.

— Ahí fuera, no somos nada; ni amigos ni amantes, simplemente alguien buscando venganza y un medio demonio con las horas contadas. Ninguna relación significa que no hay dolor. — aunque ambos sabían que era mentira.

— No mueras … solo aguanta un poco más. — respondió reteniendo las lágrimas.

— Sabes que haré cualquier cosa por ti Nhail, y si sacrificarme significa salvarte, lo haré.

Nhail miró a su compañera una vez más, luego se volvió tristemente hacia aquel cielo oscuro y profundo, ignorando el aullido angustiado que resonaba en su alma.

Kætteren dio un paso deliberadamente hacia adelante con un gemido desesperado, con aquellos ojos amatistas grabados para siempre con la imagen del elfo entrando en el abismo. Se quedó inmóvil de repente cuando una luz brillante atravesó su vista, se sintió cálida por un momento, casi como si la abrazaran y luego todo volvió oscuro una vez más.


Sabía que no podía amar a nadie más.
Él era su sol, su propósito.
Tiraría su alma si se lo dijera.
Mataría por él.
Moriría por el.
Había muerto por él.
E incluso cuando sus cuerpos yacían uno al lado del otro, fría y muerta.
Le amaba.


Ahora una parte de ella habitaba dentro de la armadura, purificando toda oscuridad, eclipsando toda corrupción del antiguo portador, ella siempre estaría a su lado de alguna manera, al menos mientras estuviera en Ny’alotha … al menos hasta terminar con su propósito.

Sombra del viento estaba sollozando.
Su respiración se hizo entrecortada y temblorosa mientras se inclinaba sobre su amiga.

— Kætteren.susurró.

Sus azules ojos como el cristal, ahora nublados por el dolor, se clavaron en los de ella mientras su pecho se agitaba y sentía como cada herida cicatrizaba y sanaba. De repente, pareció perder su breve pero refrescante ataque de ira y su voz se redujo a un susurro.

— No te olvidaré, seguiré adelante porque así tu lo querías.

Nhail dejó caer las últimas lagrimas antes de asentir. Sonrió antes de mirar más allá de ella, a los cielos nocturnos.

— Voy a estar en paz, Kætteren, puedo sentirte en mi alma.susurró.

Todo lo que pudo oír fue el rugido del enemigo.
Escuchó el estruendo de la estampida, escuchando cómo la horda de engendros tenebrosos se acercaba.
Observó cómo los hombres caían, uno por uno, mientras intentaban mantener la línea. Guerreros cayendo de rodillas golpeando con su espada a una de las bestias antes de que sus ojos se cerraran. Las cazadoras se estaban quedando sin flechas y la mayoría tendidas en el suelo suplicando justicia, todo se estaba desmoronando.

Siguió corriendo, mientras gruñía con cada pie que caía, gritando a todo pulmón mientras las dagas atravesaban cualquier bestia que se interpusiera en su camino bañándose en sangre. Cuando las botas aterrizaron contra la arena, el cuerpo de una de las bestias golpeó el suelo a unos pies de el, caminó hacia la cabeza de la bestia, escuchando sus gritos de dolor y con un chillido hundió las gemelas a través del cráneo.
Sentía a Kætteren, era brillante, candente, y podía sentir como envolvía todo su cuerpo. todo lo que podía oír era el sonido del corazón acelerado y el sonido de la horda de engendros tenebrosos retirándose.

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