El despertar de N'Zoth y el contraataque de Azeroth

Pues llega un mini de Aiden, terror de los ignotos, señor del invierno eterno, castigador de los injustos, vengador de Azeroth, cervecero de los bares:

Beledori atravesó el portal a Dalaran, donde le recibió un lejano aroma marino. Siendo esta la primera vez que pisaba la ciudad violeta, no pudo evitar maravillarse ante la grandeza de sus esbeltas torres que acariciaban el cielo con guantes de terciopelo. Sus amplias calles estaban buyentes de actividad mágica; ni siquiera en Lunargenta había visto a tantos magos, hechiceros y conjuradores juntos; y el olor de la magia saturaba cada rincón de la ciudad, embriagando la parte de su mente que sentía la magia como se siente el sol del verano sobre la piel.

Con una sonrisilla estúpida dibujada en el rostro, la joven maga se adentró en aquel maravilloso laberinto. Miraba casi embobada cada una de las tiendas que se cruzaban en su camino, contemplando sus escaparates de cristal cargados con ciertos de dispares artícu.los, mundanos y arcanos en su naturaleza, amén de detenerse un par de minutos a contemplar la obra de algún mago callejero que, con sencillos trucos, entretenía a las masas, o bien escuchar con oído fino la conversación de dos miembros del Kirin’Tor sobre los resultados del último experimento sobre piroquinesis transversal.

Vagabundeó por sus calles, perdiéndose en sus maravillas cada vez más, como una mosca que poco a poco se deslizaba hacia el dulce vientre de una planta carnívora. Tal vez por eso acabó en el lugar equivocado de la ciudad, demasiado cerca de los bajos fondos como para considerarse segura.

Giró en una esquina y se chocó con una elfa que esperaba apoyada en la pared. Beledori casi se cayó hacia atrás, pero con un ingenioso uso del hechizo de Caida lenta consiguió evitar ensuciarse el cu.lo de la túnica con la polvorienta humedad de aquella callejuela. La kaldorei, en cambio, solo dio un pequeño respingo antes de clavarle la mirada en el alma.

La aventurera no pudo evitar sentir una punzada de intimidación en su estómago. Aquella elfa de la noche era la primera que veía cara a cara, aún más alta de lo que se había imaginado. Su mirada era dura como el acero; un ceño fruncido coronaba sus brillantes ojos lechosos, con unas cejas largas que se inclinaban hacia abajo en las puntas, presas de su propio peso. Su tez era de un violenta algo oscuro, casi como si estuviera bronceada, y tenía pequeñas cicatrices aquí y allá cubriéndole el rostro, los brazos y hasta las clavículas. Su armadura era de cuero oscuro y rojizo, algo vieja y gastada, y enormemente reveladora, como dictaban las costumbres de los kaldorei. Y aunque ya era intimidante por si sola, lo que atrajo la atención de Beledori fue su amplia colección de cuchillos.

—Esto… disculpa. Tenía la cabeza en las nubes —se disculpó con tono dubitativo. Para su sorpresa, la otra elfa sonrió. Le faltaba uno de los colmillos.

—A todos nos pasa —respondió con tono casual. Su voz era más fuerte y áspera de lo que Beledori había anticipado—. ¿Es la primera vez que estas en Dalaran?

Ella asintió.

—Bueno, entonces —continuó—. Parece que te has topado sin querer con una entrada a los bajos fondos. Es un lugar peligroso, ¿sabes, niña? Deberías irte antes de cruzarte con alguien peligroso.

Beledori parpadeó un par de veces antes de responder. Todo lo que había oído de Dalaran habían sido alabanzas sobre su amplio repertorio de conocimiento arcano, sus clases punteras de magia, una tolerancia que solo se podía encontrar en una ciudad neutral como aquella… pero no de los bajos fondos, ni de criminales operando en las sombras de la ciudad. Supuso que no debería sorprenderse: a fin de cuentas, Dalaran era una ciudad, y todas las ciudades tienen su lado malo.

—Tienes razón. Gracias, esto…

—Veraris.

—Gracias, Veraris —. Asintió enérgicamente—. Creo que haré caso a tu consejo y me iré a la Plaza del Mercado… —movió la cabeza de lado a lado con gesto confundido—, si encuentro donde está, claro.

La kaldorei alzó una ceja.

—¿Te has perdido? Puedo acompañarte.

Los ojos de ella se iluminaron.

—¿De verdad? Gracias.

Ambas elfas comenzaron a caminar entre las retorcidas callejuelas de la Dalaran olvidada mientras conversaban de cosas intrascendentes. Gesticulando y acompañando sus palabras con efectos de sonido, Beledori le contó con pelos y señales sus primeros pasos como aventurera, cada vez cogiendo más carrerilla y emocionándose poco a poco. Le contó cual fue su primera misión, en la que investigó el robo de material de observatorio y acabó ayudando a detener con su magia a un desdichado loco que pretendía crear un ejército de golems. Y le contó que, gracias a eso, le habían recomendado acudir a Dalaran a instruirse en magia de combate.

La kaldorei, en cambio, fue parca en palabras y se limitó a asentir.

Tras unos cuantos minutos, largos o cortos según la perspectiva de cada una, llegaron a la entrada de una amplia y alargada plaza atestada de gente. Casi dando saltitos de la emoción, Beledori dió las gracias de nuevo a la elfa y se dirigió a toda prisa, mochila abierta, hacia el primer vendedor que encontró, con el que empezó a regatear agresivamente.

Al poco un escalofrío recorrió su espalda. Un frío repentino se levantó tras ella, tan intenso que no sabía bien si lo había sentido sobre la piel o con su magia, puede que incluso ambos a la vez. Pero tan pronto como había aparecido, se había esfumado. Encogiéndose de hombros, siguió con lo suyo.

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Quedan 2 dijo Ka…
Aquello era lo que menos ocupaba la mente del forjado en aquellos momentos.
Durante los últimos días, había notado un sutil cambio en la alzada. Parecía que la parte más humana de ella,tomaba el control por momentos.
Muchos de los gestos que ella realizaba, de manera inconsciente, eran como un libro abierto para el experimentado paladín.
La lucha que ella mantenía,para consigo misma,le dejaban imperceptibles marcas de dolor. Su naturaleza muerta,luchaba constantemente con sus ganas de vida. Pequeños surcos de preocupación, asi como ceños fruncidos de Ka,mostraban su dicotomía constante.
Shield no quería forzarla a que tomase partido,aunque alentaba de manera discreta, los gestos de la pugna interior,cuando ella dejaba entreveer en breves instantes,su lucha interna.
Sabía que la idea de ser una “familia normal”,a pesar de la realidad de la no vida de la alzada,florecía poco a poco en Ka. Era muy consciente,de la imposibilidad física para tener una relación “normal” sin embargo,el forjado,estaba más que dispuesto,a mentener esa abstinencia,con tal de que los luminosos sentimientos de Ka,ganasen esa batalla.
Sabía que formaban una extraña pareja,aberrante a ojos de los demás. Ambos eran la antítesis del otro,sin embargo,cuando actuaban juntos, una maravillosa armonía los envolvía, para alguien avezado en los sentimientos humanos,esa pareja interpretaba una danza maravillosa,que era inevitable de no descubrir…
Vienen repitió Ka…¿acaso éstas en las nubes,paladín?..
Shield esbozó una sonrisa,y lanzando un pequeño destello de luz,proporcionó algo de sanación a la alzada, está lo recibió con un gruñido,que pronto,seguramente morivado por algún pensamiento interior, fue sustituido por una media sonrisa…
Ella se envolvió en un invierno sin remordimientos,mientras cargaba contra el ignoto,mientras Shield,con un hábil lanzamiento de escudo,impactaba sobre ambos. La carrera fue corta,y pronto el suelo bullió,con una consagración, mientras un golpe sangriento de la alzada,se descargaba sobre los enemigos.
Ambos,guerreros consagrados,interpreraron la danza de la muerte,sobre los ignotos. Ella hielo y muerte, el…luz y calor.
Los hechizos de ambos se entremezclaron,provocando aullidos de dolor de los ignotos. Una sindragosa fantasmal,barrió la zona de los enemigos,mientras una sentencia de luz,golpeaba con fuerza al último de los ignotos,provocando su muerte.
Ambos hombro contra hombro,contemplaron la “carniceria”,mientras recuperaban el resuello…
No está nada mal,princesa,dijo con sorna el paladín,Ka,con una sonrisa contestó…no esperaba menos de ti,“abuelete”
Shield se quedó con la boca abierta,pensando que la alzada le estaba llamando viejo…
Iba a contestarle,cuando vió una sonrisa burlona bailando en la comisura de los labios de la alzada…
Con gesto interrogante,el forjado arqueó una ceja,antes de estallar en una carcajada…
Vamos “jovencita”, limpiemos las armas,que estos bichos,pueden oxidarla,y dándole un suave golpe con el codo,se acercaron a los cadáveres, para despojarlos,y limpiar las armas…
Continuará

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Fue entonces cuando Nhail decidió dejar que su furia se mostrara por un momento, haciendo que la criatura mirase con miedo e impotencia …

—Y lo aplastaré en polvo. Ese demonio nunca tendrá algo que jamás le perteneció.

Con eso, finalmente se retiró de la habitación, aunque le tomó a la mitad demonio un momento o dos para recomponerse a la realidad y seguirlo … parecía que todo estaba a punto de cambiar.

Una vez que los compañeros salieron del edificio ahora en ruinas, Nhail sintió que su cuerpo se desplomaba por un momento, tenía algunos pensamientos corriendo por su mente, de nuevo la armadura cada vez mas imparable.
Parecía que tenía un poco más de información sobre como llegar a N’Zoth, pero seguía siendo más o menos lo mismo que el anciano le había dicho hace semanas en Uldum …

Eso es lo que necesitaba. Podía continuar con lo que había estado haciendo todo este tiempo … recorrer la majestuosa ciudad para encontrar al último dios antiguo. Luego recordó lo que acababa de decir allí … lo dijo todo sin pensar.

“¿Por qué hizo eso?, ¿Por Kætteren?”

Fue entonces cuando miró frente a él y vio a Kætteren parada con la sonrisa más genuina que había visto. Se detuvo y de repente sintió un calor instantáneo que lo rodeaba cuando ella dio un paso adelante, sosteniendo su mano vendada con las del elfo.

— Comamos algo, mi regalo … como agradecimiento por lo que hiciste allí.

Podía ver que sus ojos comenzaban a brillar, sus mejillas se enrojecían y sus labios se convertían en una sonrisa más grande …

¿Siempre había estado tan cálida?, ¿Su sonrisa siempre había sido tan hermosa?

No tenía respuestas, ya que ella todavía estaba tratando de tirar de él hacia adelante hasta que aceptó, dando un simple asentimiento a su solicitud.
Una vez que se llenaron de comida y compartieron una botella de vino entre ambos, los dos compañeros se encontraron de nuevo en la habitación que habían alquilado la noche anterior, decidiendo quedarse allí una noche más.

Durante toda la tarde, Kætteren no pudo evitar sonreír o incluso dejar que sus ojos vagaran hacia ningún otro lugar, excepto por el elfo que estaba delante de ella. Parecía apreciar el gesto amable de una comida caliente y una bebida después de varias semanas sin apenas descanso ni alimento.

Nhail, sentado en la mecedora cerca de la cama con una pequeña botella de vino en la mano mientras Kætteren limpiaba ociosamente la hoja de su lanza con la espalda apoyada contra la pared, tarareaba ligeramente una melodía apenas audible.


"En lo profundo de la bruma silenciosa tu voz me alcanzará
No hay camino y sin embargo, voces poderosas me presionan.
Respóndeles: ¡las fuerzas en tu corazón!
Me alzan en los brazos de la noche poderosa y me dicen “¡Sigue vivo!”
No hay camino y sin embargo, el tiempo me alcanza sin cesar, pesa mucho.
Búscalos: las antiguas fuerzas de la oscuridad en el fondo de tu corazón!"*


Se encontró mirando casualmente su tarea hacia el con una pequeña sonrisa en sus labios. Desafortunadamente para ella, no se dio cuenta … hasta que Nhail decidió decir algo al respecto.

— ¿Qué te ha hecho así?

— ¿Eh?

Kætteren detuvo su melodía y miró con curiosidad al elfo, un poco alarmado de que por primera vez, su voz no tenía malicia ni frialdad. Era solo … normal.

— ¿Qué quieres decir Nhail?

Él la miró con las cejas arqueadas, ya que ella tampoco vio ninguna frialdad en sus ojos, sino una mirada oculta y curiosa …

— Tú. Sonriente, alegre, feliz. Como una niña que acaba de comprar un juguete nuevo.

Tan pronto como le dijo eso, su cabeza se inclinó antes de reírse ligeramente y volviera a mirar hacia la puerta.

¿Por qué se estaba riendo? ¿Era tan obvio o algo así? ¿Y por qué esa risa hizo que su cuerpo se sintiera cálido por todas partes?

— Eres extraño, Quel’dorei.

Ella se rió, lo que a su vez lo hizo suspirar una vez más, pero al instante su firmeza fue reemplazada por una pequeña sonrisa mientras sacudía la cabeza. El medio demonio notó su pequeña sonrisa e instantáneamente sintió sus mejillas sonrojarse … lo observó tomar un trago de vino embotellado suspirando de satisfacción.

Ahora que lo pensaba, podría decir que sentía un ligero enamoramiento, por lo que dijo anteriormente y por la forma en que lo dijo, parecía que estaba hablando en serio de que mataría a su padre. Pero, ¿por qué estaba dispuesto a ir tan lejos por alguien que apenas conoce y medio demonio nada menos?

— ¿Nhail?

— ¿Hmmmm?

— Todo lo que dijiste antes … ¿Lo dijiste en serio?

Nhail sabía que esta pregunta surgiría tarde o temprano y, sinceramente, no podía decir nada que probablemente incluso respondiera a su pregunta. Si él dijera que no, entonces ella no sería así y probablemente lo dejaría en paz … pero si él dijera que sí, eso significaría que estaría aceptando lo que sea que fuera este cálido sentimiento dentro de él.

¿Por qué estaba pasando esto?, ¿Era esto realmente lo que él pensaba que era?, ¿Podría él, un Quel’dorei infligido por la venganza tener una oportunidad contra criaturas que los mortales nunca podrían ganar, enamorarse de alguien que era parte demonio?

El no lo sabía. Pero por alguna razón, no podía obligarse a mentir sobre eso.

— Si.

Una ola de calor repentinamente cayó en cascada en todo el ser del medio demonio pero se las arregló para componerse y asentir antes de responder con una pequeña sonrisa en sus labios.

— Bien. Entonces, ¿por qué no lo hacemos oficial?

— ¿Qué?

De repente, Kætteren se levantó de la cama y puso de pie a Nhail, ambos de pie en su plenitud.

Rápidamente le quitó el vino y lo colocó en la mesita de noche junto a él, ignorando sus gruñidos de protesta mientras lo hacía y tomó su mano entre las suyas.

— Tttssst. Ahora, si realmente quieres decir lo que dices … quiero que lo jures. Mi padre es un demonio peligroso y si ya me está buscando, eso significa que no estará muy lejos. Es poderoso, tiene conexiones con lugares que no conozco y eso podría significar más que problemas para ti. Quiero saber por qué te pondrías en peligro por mi bien.

Su mirada solo podía ser vista como seria, ardiente, implacable, incluso mientras miraba sus cristalinas solitarias, lo que lo hizo mirar hacia atrás en silencio, asombro y confusión, pero luego se dio cuenta de que posiblemente había múltiples razones por las que lo dijo.

— No te lo diré ahora … pero lo que te diré es que es un demonio y que podría llevarme a mi objetivo. Haré lo que sea necesario para lograrlo.

— Pero soy un dem …

— No, no lo eres. Tienes algo de humanidad en ti. Si hubieras querido ser un demonio, no hubieras luchado tanto para mantener tu humanidad.

Con eso, Nhail apartó su mano de su propio par y agarró a Myrkur antes de salir de la habitación, dejando a Kætteren aturdida mirando hacia la puerta con los ojos muy abiertos. Después de unos momentos, una sonrisa conmovedora apareció en sus rasgos antes de que una lágrima silenciosa cayera de sus ojos.

— Él me ve … él me ve como algo más que un monstruo.

No pasó mucho tiempo hasta que esa sola lágrima se convirtió en una cascada. Por primera vez en años, finalmente estaba llorando lágrimas de felicidad.

Él me ve como como soy realmente … Nhail, creo que me estoy enamorando de ti …


Continuará …


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A Belter no le dio tiempo a reaccionar, un segundo despues toda la luz fue tragada por la oscuridad, sorprendida y dio unos pasos atras.

Perdida en un antinatural calma en la densa oscuridad, se sobresalto al oir al nervioso cultor que antes la estaba interrogando, estaba cerca… la agarro fuertemente, intenzo zafarse mientras el, histerico, insistia saber quien era la gnoma. La elfa le sentencio con un susurro: es tu fin le dijo.

Los brillantes ojos rojos de Morda desaparecieron subitamente. El comandante ordeno el ataque. Los ojos de la elfa no se acostumbraban a las densas tinieblas, no consegio ver nada, solo oir gritos, muerte y destruccion.

El cultor tiro de ella hacia atras mientras la gritaba a la gnoma. Entonces Morda hablo, hablo en un idioma que Belter no entendia pero habia oido antes. La voz de Morda la perturbo, el timbre de su voz era suyo, la reconocia, pero a la vez era grave, amenazante, potente, de otro mundo… Empezo a preocuparse por ella. Y entonces un temblor.

– Mordacae?..-- Dejo escapar con un alarmante suspiro.

Sentia como algo se movia al rededor de lo que quedaba del despacho. Noto que le rozaba la pierna, un tentaculo oscuro se movia al rededor de ellos. La elfa no pudo evitar sentir miedo ante lo que no podia entender ni ver. Su secuestrador estaba aun mas atemorizado, la elfa le dio le mordio el brazo aprovechando el desconcierto que reinaba y se aparto de el.

Belter se movio en la oscuridad haciendo un circulo al rededor de su amiga guiandose por sus ojos carmesi, observando como al moverse las brizas de poder se podia vislumbrar brevemente la figura de la gnoma. En ese momento el temor dio paso a una ilimitada admiracion. Pudo ver con claridad la situacion.

De repente de la nada oscura aparecio un enorme ignoto que trato de cogerla. Belter se agacho esquivando uno de sus brazos, se llevo la mano a su daga con decision, pero sus manos solo palparon sus caderas ya que habia la habian despojado de sus armas antes de entrar en el despacho. El ignoto aprovecho el momento de confusion de la elfa y la inmovilizo, se la cargo a uno de sus hombros y siguio a la gnoma.

Morda tenia un increible dominio de su poder, controlaba a placer a un ignoto y a cuatro tentaculos dando muerte a sus captores, destruyendo lo que le impedia el paso o arrasando a todo ser vivo.

El ignoto la dejo con suavidad en el suelo. La elfa aun afectada intentaba mantener la calma mientras observaba como los que quedaban en la biblioteca intentaban huir despavoridos con poco exito. En pocos minutos el lugar era solo para ellas.

Belter se dejo caer en uno de lo bancos de la biblioteca, a peso muerto, mientras estudiaba la figura mas estilizada y poderosa de Morda, sin mentar palabra. La gnoma levitaba alegremente por las estanterias, mirando papiros y libros a placer con mucha calma.

Cogia y desechaba tomos, no sin darles antes un rapido vistazo, parecia disfrutar.

–Nootoo tusss ojillosss en la espalda Belt…

Belter no queria que supiera que estaba preocupada por ella y le contesto bromeando.

–Me encanta como has redecorado la biblioteca! Pero deberiamos darnos prisa, habremos llamado la atencion.

–Aqui hay tanta informacion, tanto conocimieeento, tantas hisssstoriaaassss… Dijo con la su nueva voz distorsionada.

– Seguro que tendremos un lugar entre estas entanterias si no nos vamos, Morda.

La gnoma solto una risilla escandalosa. Empezo a descender lentamente pero con gracia, su aura sombria bullia a su al rededor, palpitando con fuerzas. Pero para cuando Morda poso el pie en el suelo, solo sus ojos rojos delataban el remanente de su poder.

–Dime que buscamos y tu mientras sigue… mirando si algo te gusta – Dijo Belt con cierta duda, aunque aliviada al ver a Morda volver a su ser.

–Es un segundo tomo de “la guerra de las arañas” desconocido por muchos, pero muy importante, da la localizacion de un artefacto muy… cuirioso.

La elfa la escuchaba mientras se levantaba y acercaba al registro de la biblioteca. Empezo a buscar por el, la gnoma sin embargo seguia en su tarea, Belter la miraba de reojo de vez en cuando, le era inevitable sonreir al observarla. Morda tenia una cara de felicidad que pocas veces habia visto y decia cosas para si misma divertida…

–Aqui esta! –Dijo la elfa – La nota del registro dice al final que fue devuelto con varias hojas arrancadas, de la treinta a la treinta cuatro. Que el tomo se encuentra ahora en restauracion y que esas hojas estan perdidas. Y… la ultima persona que lo consulto fue… vaya… – Belter le tendio la nota a Morda con cara de confusion y enfado a la par.

La gnoma cogio un papiro y se lo guardo con una gran sonrisa en la cara. Se acerco, cogio la nota y sus ojos se abrieron con asombro y una curiosidad insana. En ese instante un barullo se escucho fuera. Ambas giraron la cabeza a la vez alertadas por el murmullo de la gente.

Morda le devolvio la nota a la elfa y salto veloz para ver que sucedia. La elfa se disponia a seguirla cuando el inconfundible sonido de unos pasos en las sombras y una leve brisa movio su pelo. Un picaro las acechaba.

La elfa se puso en guardia y advirtio a Mordacae, que rapidamente volvio con ella.

–Hay alguien mas aqui, Morda.

–Guarda la nota elfota puede que…

Belter la interrumpio sin dejarla termiinar.

–No la tenias tu? Yo no la tengo. – La elfa se chequeaba rapidamente buscandola.

Continuara…

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Menel asintió sin más. Y Aiden se dio la vuelta y salió por donde había venido.
No sabía muy bien como funcionaban esas cosas,la vida,la muerte,la nigromancia,pero sabía que si alguien podía traer el alma de Shivadel de vuelta ese era el caballero de la muerte.
En el fondo suspiró aliviada cuando Aiden se fue. Su cambio era mucho más que físico,parecía más…oscuro? Algo en el brillo de su mirada no muerta había impregnado la habitación de un velo tétrico. No sabía definir que era, aunque si tuviera que definirlo de alguna forma diría que algo maligno,alguna especie de determinación oscura movía al señor de la escarcha. Iba más allá del favor que le había pedido. Y del precio por el.
No se atrevió a cuestionarlo. Alguien que vivía en perpetúa no-muerte tendría sus motivos.
Su alma…
No pudo evitar sonreír con un deje de ironía…
Había entregado su alma tantas veces en vida… A su pueblo,a su diosa y desde hacía casi dos años a un paladín sindorei.
Aún así era una elfa de la noche,siempre incluso cuando Tyrande la había desterrado había estado segura de que “volvería a la tierra”,a los bosques…que se haría una con la madre luna o con la naturaleza.
Pero esperaba vivir unos cuantos milenios más. Aiden tendría que esperar.

El espectro tenía razón en una cosa, había nacido para ayudar a los demás,por eso se hizo sacerdotisa,sanaba,ayudaba,oraba…pero le parecía poco y por eso tras miles de años al servicio de su diosa había abandonado el templo.
Nunca esperó acabar utilizando el vacío para proteger a Azeroth,pero su camino la había llevado por ahí.
Estuvo allí cuando la Legión quiso invadir Hyjal,cuando Archimonde quiso hacerse con el poder de Nordrassil. Con su fe,una guja y el incipiente poder de la sombra en su mano.
Pero ni los susurros podían acallar su bondad. Recordó la batalla contra Garrosh y sus magnatauros traídos de Rasganorte,la metralla de la granada goblin,sintió una punzada de dolor en la cadera.
Recordó la ira que la llevó por todo Costa oscura al borde de la muerte matando a todo orco y renegado que se cruzó en su camino a la locura. Y sintió de vuelta el dolor de la daga del pícaro no-muerto,el efecto del veneno abrasando su piel. Y los rostros de Eleanna y Ardeniel.
Cerró los ojos mientras una lágrima caía por sus mejillas.
Su alma…
Vio a Renel gateando hacia Estel en la alfombra. Jugaban con unos pequeños bloques de madera pintada con distintas formas para hacer construcciones.
Lith construía una pequeña Dalaran de altas torres violetas para ellos,pero los pequeños habían decidido parecerse a Archimonde y destruir la pequeña ciudad de los magos.
Su alma…
A cambio de devolverle a aquella pequeña a su madre.
No era un mal precio. No era una humana,su vida era casi eterna y tras hacerle el favor sabía que Aiden iría a Nyalotha…
Bueno…con suerte y aunque no le deseaba ningún mal al cabellero de la muerte…las tierras sombrías reclamarían su alma antes que él la suya.

El pacto estaba hecho.Sopesó la idea de contarselo a Argent que había salido antes para ir abriendo la tienda mientras ella vestía a los niños y no había visto a Aiden.

En el fondo no quería ocultarle a su esposo algo así,el paladín se hubera negado en rotundo,pero como madre miraba a Renel y los orbes alrededor de la cabeza de Shivadel y sabía que una vez más estaba haciendo lo correcto por muy alto que fuese el precio a pagar.
Era una sacerdotisa de Elune.

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Las oscuras manos no daban respiro al paladín, cuanto más intentaba con sus manos liberarse de estas y tomar el preciado aire más constreñían su cuello, notaba como la muerte se acercaba imparable pese a sus desesperados intentos para liberarse, las patadas y espasmos dieron rápidamente lugar a la lucha entre dedos intentando lograr un ápice de aire en vano pues el abrazo de la muerte era superior a el

El enano no muerto observó fríamente a sus moribundos compañeros sin mostrar ápice alguno de compasión y alzando una de sus hojarrunas llamó al poder de sus runas, siendo respondida la llamada en forma de un área de descomposición en el pulcro y labrado suelo de la cámara a los pies sus compañeros

  • Sus vidas están en tus manos Magni, les queda poco tiempo de vida, dime donde esta Aiden ahora mismo percibió un leve acto reflejo de Magni de su brazo derecho cercano a la empuñadura de Domamiedo yo no lo haría si los quieres vivos.

Magni suspiró y puso las manos frente a el De acuerdo te lo diré, pero estas cometiendo un gran error muchacho, Aiden esta en Dalaran ayudando a Menelwie con un “asunto delicado” pero deberías quedarte aquí y…

El no muerto cortó tajantemente la frase de Magni y lo empujó lleno de ira ¿Como has sido capaz de condenarla?, ¿Acaso no te dije lo que nos hizo en el futuro Magni?, ¿No te dije que nos traiciono a todos?, ¿Es que no te dije que no mostró ni un ápice de piedad ni por los pequeños?, ¿De verdad has sido tan necio para creer que nos salvaría?..no me queda otra, he de destruir la forja y a Aiden de inmediato antes de que sea demasiado tarde, aparta o los mataré Magni. El no muerto empuño ambas hojarrunas y se puso cara a cara frente a Magni, que trataba de levantarse

  • Lo siento muchachos, pero el futuro de Azeroth esta en juego Magni empuño a Domamiedos y se puso en pie apoyandose en este

  • Tarde Magni El enano miró a la cúpula y observó un voluminoso fragmento levemente desprendido justo sobre la forja es hora de liberar al mundo del espectro una mano espectral se alzó de la mano enguantada del enano y agarró el pesado cascote, como si de la muerte reclamando una vida se tratase esta empezó a empujar hacia abajo el pesado fragmento de roca y metal haciendo caer fragmentos de estucado, roca y esquirlas de metal sobre la forja titánica, rebotando estos sobre el metal en la amenazadora melodía que anunciaba el fin de su milenaria existencia

Magni cargó decidido contra el no muerto y alzó a Domamiedos directo a su cabeza golpeandola, o eso creía cuando la maza golpeó el hielo y escarcha que protegía al no muerto, ante el pen.etrante frío que golpeaba al cristalino enano este retrocedió un par de pasos y le gritó impotente ¿Es que no ves que el odio te ha cegado?, Recupera tu humanidad muchacho, estas a punto de condenarnos a todos, ¿Acaso no ves que vas a matar a tus compañeros?. Desesperado se volvió hacia el inconsciente pícaro y lo trataba de empujar hacia el suelo por sus piernas Vamos aguanta un poco más. !M.A.D.R.E necesito tu ayuda de inmediato! Magni desesperado gritó tratando que el constructo le escuchase

  • M.A.D.R.E no vendrá Magni, me he dado cuenta de que no puedo confiar en los vivos, así que los levantaré una vez mueran, serán mucho más útiles una vez les borren esas debilidades humanas El no muerto continuaba mirando la lucha entre la fricción y la gravedad a las cuales el cascote se sometía, balanceándose cada vez más del lado de la gravedad la batalla si me hubieran escuchado en su momento nada de esto hubiera pasado Magni, pero como dije ya es demasiado tarde, ya es demasiado poderoso para dialogar con el, no somos más que insignificantes hormigas para el.

  • Siempre hay tiempo, ¿Acaso no me dijistes que todo fue tras lo del Consejo?.

  • ¿Acaso sabes que hizo con P.A.D.R.E una vez derrotado?..que vas a saber claro… el tono del no muerto se volvió cínico tomó su alma para sí, hasta yo he pecado de ingenuo… Magni, el momento en el que todo se torció fue cuando tomó a P.A.D.R.E y su inconmensurable poder… la masacre del Consejo no fue más que el detonante.

Magni estupefacto no lograba articular palabra, esa información era demasiado para el en aquel momento, apoyó la cabeza de Domamiedo contra el suelo y se acercó al no muerto ¿Por…por que no me contaste eso muchacho?.. ¿Ya ha tomado la espada maldita hermano? recordaba las vivencias de Muradin en Rasganorte cuando no pudo detener a Arthas de domar a la Agonía de Escarcha ¿De verdad mi familia es incapaz de evitar el alzamiento de alguien terrible dos veces seguidas? En la mente de Magni la idea de estar en lugar de su hermano le aterraba cada vez más

  • Solo hay una manera de salvar todo aquello que amas, destruyendo la forja y matando ahora a Aiden.

  • Liberalos y lo pensaré

  • Para ellos ya es tarde Magni, se alzarán para cumplir mi deseo si cayera a manos de Aiden.

El paladín comenzaba a perder el conocimiento, en sus últimos momentos de vida imploró a la Luz un último milagro desesperado antes de perecer con lo más profundo de su alma, esta escuchó al alma perdida recorriendo su cuerpo y continuando su viaje por el brazo necrótico que estaba cercano a su victoria, haciéndolo retorcerse, liberando al paladín y arrojándolo al suelo antes de estallar en mil fragmentos de pura oscuridad

El paladín comenzó a respirar el preciado aire con ansias y con dificultad se puso a gatas observando de reojo la maltrecha empuñadura de su sesgada maza, la cual arrastrandose por las labradas losas tomó, con más esfuerzo se puso de pie notando el punzante dolor que recorría todo su pecho proveniente del tajo de su futuro el cual trató de ignorar por el momento

  • Maldición…he de matarte miraba al pícaro tendido en el suelo sin rastro de vida… voy a vengar su muerte empuñó la barra de lo que fuera la maza y observó al no muerto concentrado en su tarea de destruir la forja sabía que nunca debí confiar en ti traidor, la mente del paladín era un bucle de odio ante la traición del no muerto Luz, si de verdad me escuchas, ayúdame a matar a ese engendro no muerto. La Luz escuchó al colérico paladín, haciendo que su barra volviera a ser un arma, pues de ella un filo de puro Luz brotó como si de una espada se tratase e infundandolo de valor al cubrir de Luz su herida, ocultando el dolor Magni retrocede, no quiero daños colaterales. El paladín dio un paso firme hacia el no muerto

  • ¡Detente!, No dejes que el odio te ciegue muchacho. Magni se puso delante del paladín y trató de pararlo

  • He dicho que le alejes, llevate a Biroz fuera de aquí Empujó a Magni a un lado y continuó su paso firme empuñando su arma

  • Tengan cuidado Magni forcejeaba con el cuerpo del pícaro tratando de llevarlo a cuestas fuera de la cámara

El paladín cargó cargado de cólera hacia el no muerto, trazó un arco con su espada en el escudo de hielo, haciendo que la Luz lo recorriese y estallase en escarcha iluminada ¡Muere!

El no muerto se giró y empuñando una hojarruna detuvo la espada de Luz, haciendo que saltasen brillantes chispas y un zumbido al contacto de esta ya veo que no has recapacitado, esto no tenía que haber acabado así pero… se ve que los vivos se agarran a la esperanza aunque esta sea insignificante, tendré que abrirte los ojos entonces.

Continuará

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Volvieron a Ramkhaen volando.
Se notaba revuelto en las filas de ambas facciones.
Se rumoreaba de grupos de asalto que ya habían cruzado el portal a Nyalotha. Soldados que habían perdido la cordura por completo atacando a sus compañeros,masacres entre ellos…
Ka miró a Shield.
-A eso me refería. Yogg Saron me hizo lo mismo y casi mato a mis amigos.En Nyalotha no estará Freya para ayudar a devolverles la cordura a esos pobres desgraciados.Y Yogg Saron nisiquiera estaba libre de todo como N´zoth. Va a ser una masacre…más aún.
-Nunca te había visto asustada princesa.
-No sabes lo que es Shield…se que has luchado contra demonios durante mil años,que has visto a los eredar, a los nuestros unirse a la Legión y a otros escapar con Velen,pero esto…
-Se cuela en tu mente-continuó Ka- ataca tus debilidades,aprovecha tus grietas,tus miedos, y te manipula como un títere sin control.
-No se si las capas que Wrathion y Magni han repartido a los elegidos a entrar en esa ciudad maldita bastarán para disminuir ese poder,esa oscuridad. El camino hasta el dios va a estar sembrado de cadáveres de soldados matandose entre si, si no los matan los cultor o los ignotos…o cualquier tipo de aberración que hubiese salido de la mente del señor de las profundidades.
Más rumores corrían por Ramkhaen como que la Reina Azshara había dado a Wrathion una antigua daga,la únoca capaz de despejar el camino al dios de los ahogados, de romper su caparazon.
Pero poco más se había conseguido.
-Quiero volver a casa-dijo temblando.
-A Exodar?-preguntó el forjado
Ka no respondió…
-Princesa?
-Vuelvo ahora,no me sigas por favor,te prometo que no voy lejos,solo necesito estar sola y pensar.

Shield asintió con gesto preocupado.

La caballero de la muerte se alejo de él caminando cabizbaja.

A casa…

Lo había pensado,volver a Exodar,ser una familia…por momentos creía que era posible, en otros la verdad de su condición le estallaba en la cara.

Pero ese último a casa no se había referido al Exodar…

El miedo,los recuerdos dolorosos de la batalla en Ulduar la habían llevado a desear volver al hogar del que nunca debió haber salido…Rasganorte,a su hogar bajo el hielo.
Se sentó sobre la muralla de Ramkhaen con el desierto a sus pies.Recordo a Emil…su traición.cuanto tardaría Shield en el Exodar en encontrar a una draenei que tuviera una piel calida? unos labios ardientes?
Alguien que pudiera abrazar a Niara sin matarla de frío,que pudiera hacer arder la pasión de Shield?

Sabía que los sentimientos del paladín eran sinceros…pero…por cuanto tiempo?
Cuánto tardaría en entender que no podía ni abrazarla,besarla o amarla?
Cuanto tardaría la frustración en hacer mella en él?
Por momentos sentía la imperiosa necesidad de besarlo y la imposibilidad se le clavaba como un puñal en el alma.

Pero si algo había aprendido es que Shield no cejaría en su empeño.

Solo se le ocurría una solución a todo aquello.

Su otra yo la increpó por ello.

Kasiopea debía morir.

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Habían pasado unos días desde que los dos compañeros habían irrumpido en el edificio de los mercenarios. Los últimos días se sintieron más cálidos, brillantes y, por una vez, sintió la necesidad de sonreír de una manera más genuina cuando caminaron por aquellas calles hasta el siguiente lugar al que Nhail decidió ir, parecía imposible evitar la tensión entre los dos
compañeros que lentamente se estaba volviendo cada vez más grande.

Los ojos color amatista se volvieron hacia un lado para mirar al elfo …
¿Amigo?, ¿Camarada?, ella no sabía cómo llamarlo … frunció el ceño ligeramente cuando lo vio volver a su antiguo yo después de lo que dijo aquella noche, pero por alguna razón, no arremetió sino que se volvió más
despectivo.

Al menos no me está mirando con aquella mirada fría … Oh dios, sus ojos …

De repente detuvo su memoria cuando pensó en mirarlo a los ojos una vez más solo para ver esa frialdad visible en él o tal vez la ira oculta que hierve en las profundidades de su alma. Podía sentirlo y le intrigaba enormemente saber exactamente lo que realmente tenía dentro de él.
No pasó mucho tiempo hasta que lo vio mirar con esa mirada una vez más, un gruñido profundo escapó de su persona que la hizo salir de sus pensamientos y apartar la mirada rápidamente para concentrarse nuevamente en el camino de tierra que tenía por delante.

Nhail estaba librando una batalla interna consigo mismo desde hacía casi una década, especialmente durante las últimas semanas.

No tenía nada que demostrarle a este medio demonio, no tenía la obligación de ayudarla en sus batallas y ciertamente no estaba bajo el pretexto de sus pequeños trucos femeninos … ¿O sí?, ahora que lo pensaba, no había estado con mujer desde antes del desastre en Ulduar, desde la campaña en Rasganorte.

Sandra, aquella camarera de Dalaran aficionada a la Alquimia, aquella camarera del Salón Juego de Manos que cuidó de el durante días, aquella camarera que le hizo saber lo que era amar y ser amado, aquel último beso … recuerdos invadían la mente de Nhail.


''Desayunaron juntos, fue una velada rápida ya que el tiempo corría en su contra si quería llegar a los Torneos Argenta.

Allá , en el alto de Krasus. Saeta del sol le esperaba.

– ¿Nhail, que se siente al ser inmortal frente al paso del tiempo?
tras varios segundos de silencio …
- Si pudiese elegir, rechazaría la inmortalidad por envejecer junto a ti.

Dio media vuelta pero Sandra le cogió y le hizo girar nuevamente.
Entonces ella le dio un beso … un beso que no olvidaría jamás y que lo llevaría junto a él en las batallas venideras, un beso que le haría sentirse protegido cuando el peligro siguiera sus pasos. Un beso … un beso de esperanza.
Nhail puso sus dedos sobre sus mejillas, la miró seguro de si mismo y subió al Halcón.‘’


Aquella camarera que no se atrevió a visitar antes de la boda de Argent y Menel después de tantos y tantos años sin verla, sentía miedo, el todavía vagando por el mundo tratando de terminar su lucha interna, tratando de apagar aquella llama de venganza hacia los dioses antiguos mientras ella …

Aunque esta vez era distinto, aquellos días casi todos sus compañeros, su hermandad, sus amigos … todos vivían y todavía no había experimentado tal horror hasta que el y sus compañeros se adentraron en Ulduar.
Ahora estaba en un viaje de venganza contra los que iniciaron todo aquello, General Vezax, El Culto de los Malditos, La Puerta de Cólera, Reina de sangre Lana’thel, Arthas.

Nhail observó su apariencia por milésima vez en el último día. Sus rasgos faciales con cicatrices que hicieron que incluso la mujer más hermosa o incluso la puesta de sol más hermosa palidecieran en comparación. Se había vuelto hosco y huraño con los años. Sin embargo, sus ojos … eran algo que nunca había visto antes. Por alguna razón, incluso hicieron que sus ojos parecieran opacos por la cantidad de brillo y emoción que podía ver en aquellos cristales de amatista. Le recordó al océano, se sentía como si pudiera ser absorbido por una sola mirada y ser llevado a las profundidades del abismo.

Se dio la vuelta y miró hacia adelante, frunciendo el ceño profundamente ante sus repentinos pensamientos de la mujer a su lado, pero siguió caminando.
Aún así … no entendía qué le había hecho pensar en estas cosas.

Pensamientos para otro día. En este momento, solo tengo que encontrar mi próximo objetivo. Tengo que seguir buscando.

Por lo que Kætteren podía recordar, había una aldea a un día de distancia de ellos y eso les facilitó el abastecimiento de suministros si el caso lo necesitaba. Si necesitaban descansar allí por la noche, también podrían hacerlo, ya que básicamente habían estado caminando durante los últimos días y el agotamiento es el peor aliado en la batalla.
No le gustaba la idea de otra pelea como en Ramkahen, la que le hizo estar preso y que trataron de torturarlo. Aunque gracias a aquello pudo encontrar la manera de entrar en Ny’alotha de pura casualidad.

– Kætteren.

En ese momento, el medio demonio fue sacado repentinamente de sus pensamientos cuando escuchó que el elfo decía su nombre. Sus ojos se abrieron por una fracción de segundo antes de enfocarse en Nhail, un ligero sonrojo en sus mejillas ya hacía parecer que sus pensamientos consistían en algo en lo que rara vez había pensado antes … Por suerte para ella, él no la estaba mirando, en su lugar se centró en el camino que tenían por delante.

– Otro día hasta que estemos allí. Pasaremos la noche. Prepárate.

– Derecha

La mujer asintió suavemente, murmurando en silencio para sí misma antes de mirar hacia adelante y concentrarse nuevamente en sus pensamientos. Nhail no entendía aquel comportamiento inusual que nunca antes había visto de ella y, sinceramente, estaba empezando a enfadarle.

¿Dónde demonios estaba su lado frío?, ¿Qué hay de sus burlas?.

– Tsk, no estás haciendo esto fácil, ¿verdad?

– ¿Eh?

Kætteren se dio la vuelta para mirarle con los ojos ligeramente abiertos.

– Esto … estás siendo difícil sin razón alguna.

Podía ver sus ojos azules clavándose en ella como sus dagas atravesando la pieza de metal más fina y, sinceramente, era muy desconcertante.
Sabía exactamente por qué estaba siendo así, pero por una razón u otra no podía aceptarlo. Solo pensar en eso la hacía sentir cálida y al mismo tiempo hacer que su herencia se volviera cada vez más errática cuando pensaba en eso … la estaba volviendo loca.

– No sé de qué estás hablando.

Una pequeña mirada fue todo lo que le dio a la Kætteren antes de gruñir algo incoherentemente.
Pronto llegaría la noche y estaba seguro de que otra noche de sus noches matando monstruos peligrosos alejaría estos pensamientos internos de su compañero.

El medio demonio, empezaba a sentir su herencia demoníaca queriendo ganar control sobre su lado humano, solo para poder destrozar al mortal en pedazos porque definitivamente estaba empezando a ponerla nerviosa. Pasando su mano por el lado blanco de su cabello, Kætteren escuchó otro mensaje proveniente de su lado demonio.

¿Por qué estoy todavía aquí con él?, ¡Puedo enfrentar a mi padre solo!, ¡Puedo hacerlo todo yo misma!, Entonces … ¿Por qué no puedo deshacerme de él?

Ella no pudo encontrar una sola explicación para esto, pero decidió dejarlo por ahora y concentrarse en la tarea en cuestión. Llegar a la aldea,comer y dormir, para que pueda olvidarse de todo esto durante unas horas. Ella suspiró suavemente por lo bajo y siguió al elfo.
Cuando llegó la noche, el aire entre los dos se había vuelto insoportable, pero con las profundidades de la oscuridad acechando en las sombras, ahora definitivamente no era el momento para hablar de eso. La sangre comenzó a gotear lentamente de algunas cicatrices de Nhail, haciéndole apretar los dientes ligeramente por el intenso dolor que inundó su cuerpo … los espíritus del plano astral querían salir a jugar de nuevo. El medio demonio también podía sentirlos fácilmente, pero desafortunadamente, estos apenas valían la pena. A veces la echaba de menos luchar contra los demonios, pero, de nuevo, también la ponía nerviosa por una razón.

Ambos compañeros se apresuraron a sacar sus armas cuando un mar de espíritus se paró frente a ellos, listos para apoderarse de sus cuerpos vivos solo para sentir el calor una vez más o para ver el mundo que no es solo blanco y negro … Nhail apretó el agarre de sus gemelas.

– Comencemos. No te quedes atrás.

Todo lo que se escuchó fue un ligero resoplido del que estaba acostumbrado. Con un ligero movimiento de cabeza, se lanzó a la batalla nocturna dándole a la horda entrante un gran golpe, mientras que el medio demonio se lanzó a un lado para enfrentarse a su pequeña horda.

Todo lo que se podía escuchar era el sonido del metal rompiéndose y rebanándose contra los seres etéreos y algunos rugidos irregulares de gritos de batalla, pero incluso con Nhail haciendo esto todas las noches durante los últimos años, hay momentos en los que se abrumaría demasiado con sus números. No todos los guerreros son tan invencibles como quieren creer. Podía oler su propia sangre, podía oír los gritos de los condenados que intentaban alcanzarlo, pero lo que más le llamó la atención fue el hecho de que el grosor del aire se había vuelto aún más amenazante que antes.

En el momento en que se volvió para decapitar a otro espíritu, se disipó rápidamente en el aire, al igual que el resto que rodeaba a los dos compañeros … ¿Qué demonios estaba pasando? Los ojos de Nhail se dirigieron hacia el medio demonio para ver si ella sabía lo que estaba pasando, pero solo recibió un encogimiento de hombros sin aliento a cambio. Sin embargo, antes de que pudiera pronunciar una sola palabra, sus ojos color amatista se abrieron cuando sintió una repentina presencia rodeándolos.

– ¡Están aquí!

Los ojos de Kætteren examinaron rápidamente el área con la esperanza de encontrar exactamente dónde estaban estos recién llegados, pero no podía verlos y se estaba convirtiendo en un problema.

– Han venido a cazarme de nuevo, ¿verdad?. No lo han hecho en años … Parece que el mensaje ya se ha transmitido.

– Nhail.

– Tranquila.

Kætteren retrocedió su mirada hacia su compañero que estaba a punto de reprenderlo por su respuesta cuando vio que su mirada no estaba en ella. Pero en cambio, detrás de ella … frunció el ceño por lo bajo cuando supo que estaban detrás de ella. Maldijo en voz baja en silencio antes de girar lentamente para mirar las presencias detrás de ella, viendo al único cazador que había escapado de su alcance. Sin embargo, la persona o más bien, el demonio, solo tenía ojos para el medio demonio con una sonrisa que adornaba sus rasgos.

– Todo lo que se necesitó fue un solo mensaje y finalmente encontré a nuestro pequeño fugitivo … estamos aquí para traerte de regreso.

– No voy a volver …

– Nunca dije que tuvieses una opción.

Había tres seres blindados detrás del líder que parecían más de lo que eran, considerando que si uno mirara de cerca, su piel era de un rojo carmesí debajo de su armadura con escamas delgadas. El medio demonio frunció el ceño ante la repentina situación, al ver a los tres seres blindados moverse para interceptar a su objetivo. Kætteren rápidamente preparó su lanza antes de sonreír ligeramente, su cuerpo ya se había calentado de la batalla anterior.

– No permitiré que me lleves de regreso, padre no me tendrá, y tú tampoco …

En ese momento el demonio miró detrás de Kætteren para ver el resplandor negro del Quel’dorei, sonriendo ampliamente.

– ¿Supongo que este es el mortal que proclamó mantenerte?, Es una pena que tuvieras que lavarle el cerebro a esta pobre alma para ponerlo de tu lado … ¿Y sustituirlo por mí?, esto es tan humillante …

La mitad demonio se sintió cada vez más enfurecida al escuchar esas palabras, no estaba usando a Nhail.
Pero en ese momento, lo sintió … ese calor, esa oscuridad … Kætteren miró lentamente detrás de ella para ver que Nhail todavía no le quitaba el ojo al demonio masculino, pero podía sentir algo dentro de él. Esta malicia que nunca antes había sentido, era peor que cuando lo conoció por primera vez.
Tenía demasiadas preguntas en su mente y no había suficientes respuestas. Necesitaba información para vengarse, no participar en una pelea de demonios.

– ¿Un hombre de pocas palabras, hm? acabad con el.

Dos de los guardias blindados fueron directamente hacia el, mientras que uno solo fue hacia el medio demonio. Los dos que fueron por Nhail se apresuraron a levantar sus hachas de batalla y derribarlo. Ni siquiera unos segundos después, se escuchó como el viento se partía en dos, y aquellos cuerpos fueron desgarrados por los filos de Myrkur.


Continuará…


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Kætteren aprovechó el poco tiempo que tenía para cortar y apuñalar rápidamente al único demonio blindado que había tratando de atraparla, perforando su cuerpo a través de los huecos de su armadura. Un suspiro pasó por los labios del demonio mientras veía a sus hombres ser derribados fácilmente por este simple mortal y el único medio demonio que debería ser suyo y solo suyo …

— No pudiste pelear conmigo entonces, ¿qué te hace pensar que puedes ganar ahora Princesa?.

— No me llames princesa …

— Podrías haber sido y seguir siendo uno de los demonios más poderosos que jamás haya caminado entre nosotros si hubieras seguido con el ritual. Tu padre estaría tan orgulloso … incluso podrías estar comprometido con el tuyo de verdad si vuelves Kætteren. ¿De qué sirve fingir ser humano? ¡Nunca te aceptarán!.

Kætteren estaba a punto de replicar cuando sintió que otro demonio se apresuraba a su lado, haciendo balancear su lanza para interceptar el hacha de batalla de un demonio oculto antes de sentir que algo se estrellaba en un costado de su cabeza. Antes de que ella supiera, su cuerpo se estrelló contra un árbol cercano, rompió la corteza y la astilló por todas partes, su cuerpo cayó flácido en la base del árbol. La sangre comenzó a brotar de sus labios y cabeza, así como su mano se movía lenta pero suavemente para acunar sus costillas …

Yo … ni siquiera lo sentí moverse … todavía estoy débil …

Nhail observó la escena.

— Parece que toca sacar la basura.

Sombra del viento no pudo detener este sentimiento dentro de él y sabía que era imposible intentarlo llegado a este punto … ¿Por qué estaba tan furioso ahora?, claro, la información que quería era importante, pero … sus ojos miraban lentamente hacia la forma inerte de Kætteren y no pudo evitar sentir la ira y el odio dentro de él estallar.

Este bastardo … pagará.

Y por primera vez en mucho tiempo, su bestia interior estuvo de acuerdo con él. Por primera hez en muchos años, desde Uduar, el y la armadura se pusieron de acuerdo dejándose llevar.

Esa fuerza, ese poder, esa oscuridad … ese miedo. Puedo sentirlo todo dentro de ti … ¡Déjame verlo una vez más!

Esa voz … esa voz no era bienvenida dentro de su mente. Podía sentirla acechando y arrastrándose en el fondo de su alma, manchándola con imágenes de muerte y desesperación de ese fatídico día. Sabía que quería sentir cada emoción dentro de él, pero siendo honesto, ella era la menor de sus preocupaciones en este momento. El demonio que tenía delante podía sentir que el aire se enfriaba, pero lo que realmente despertó su interés fue la sonrisa maliciosa que ahora lucía las facciones del elfo.

— Presta atención demonio. Solo preguntaré esto una vez.

Nhail no dudó en coger las gemelas cristalinas, listas para enfrentarse al enemigo que tenía delante.

— Oh, entonces … ¿hablas?

— N’zoth … ¿Dónde está?

Eso hizo que el demonio se pusiera ligeramente rígido, su sonrisa desapareció instantáneamente de sus rasgos y fue rápidamente sustituido por un gruñido. Vio cómo daba un solo paso y apretaba con más fuerza las dagas que sostenía.

— Parece que has perdido la lengua. Los tuyos se reirían de ti por quedar sin palabras por un simple mortal …

Una risa oscura pero profunda surgió de la garganta de Nhail mientras veía la cara del demonio contraerse en una de ira y odio. Sus puños se apretaron con fuerza antes de que ellos mismos prepararan sus armas.

— Te atreves a decir su nombre, miserable … ¡Disfrutaré matándote humano!

Sin previo aviso, el demonio apareció balanceando su espada hacia abajo con la intención de cortar la cabeza de Nhail. Sin embargo, el acero se encontró el polvo cuando la espada atravesó un humo negro y, antes de que pudiera comprender donde estaba y darle al mortal otro ataque, el demonio sintió que algo chocaba con el costado de su cabeza. Nhail había creado una ilusión de el mismo, apareciendo desde arriba aprovechando la confusión para derribar al demonio, lo que funcionó más de lo que realmente pensaba.

El cuerpo del demonio voló hacia atrás y se deslizó por el suelo, una carcajada silenciosa escapó de sus labios mientras se levantaba lentamente. La sangre goteaba por el costado de su cabeza y también por la oreja derecha, que le había reventado el tímpano. Volteó la cabeza para ver a Nhail frente a el con sus gemelas listas …

— Ahora bien … comencemos.

Y con eso, Myrkur colisionó sobre el estómago del demonio en un suave sonido cristalino.

Cuando Kætteren despertó, no podía sentir nada más que un dolor de cabeza punzante y un dolor enorme en todo el pecho y la espalda … El sabor del metal todavía estaba presente en su boca mientras escupía sangre, así como lentamente comenzó a sentarse sola por fuerza de voluntad. Se escucharon pequeños gemidos y fuertes respiraciones pasando por sus labios, pero incluso mientras inhalaba, el dolor punzante en su cuerpo no se iba …

— Todo duele … ¿Cuándo fue la última vez que sentí un dolor como este?.

El medio demonio sacudió la cabeza suavemente para silenciar los pensamientos que giraban en su mente y el zumbido en sus oídos, que poco a poco comenzaban a disiparse. Sus ojos color amatista se abrieron lentamente al mundo que tenía delante, su visión un poco borrosa, se mordió el labio ligeramente para evitar que otro gemido escapara de su garganta mientras lograba levantarse lentamente para apoyarse contra el árbol y asi poder ver mejor la pelea y posiblemente … ayudarle.

— Fui patética. ¿Cómo es que este mortal sea capaz de seguir el ritmo de mi viejo atormentador?


“Diez minutos antes”


El cuerpo del demonio voló instantáneamente hacia atrás y aterrizó bruscamente en el suelo salpicando la tierra de sangre. Nhail levantó una ceja mientras observaba al demonio levantarse lentamente del suelo, una herida profunda que ahora le recorría el estómago mientras la sangre se derramaba por la comisura de sus labios.

— ¿No estás muerto?, bien. Seguiré hasta que estés sepultado para siempre. He de reconocer que fue un buen golpe, pareces poseer mucho poder también para un simple trozo de miërda como tú.

Por fuera, el demonio parecía muy imperturbable por el ataque, pero por dentro, no podía evitar gritar y preocuparse.

— ¿Cómo puede este mortal golpearme?

El demonio miró hacia Nhail, aunque su vista miraba hacia las hombreras. Su curiosidad creció cuando en su visión vio un aura que rodeaba aquellas hombreas y envolvían toda la armadura.

Nhail frunció el ceño ante eso mientras su mirada se endurecía, sus manos apretaron con fuerza las empuñaduras, observó cómo el demonio levantaba su espada en el aire antes de correr rápidamente hacia él, sus dagas se levantaron para bloquear el ataque haciendo que Nhail retrocediera un poco, pero logró mantenerse firme incluso cuando el poder del golpe sacudió sus huesos y su visión por una fracción de segundo. Todo lo que pudo ver fue la sonrisa maníaca del demonio delante de él, aunque tan pronto como el elfo intentó alejar al demonio, la espada fue guiada rápidamente hacia abajo, haciéndole un pequeño corte en el muslo.

Nhail apretó los dientes antes de soltar un rugido poderoso, balanceando a las Myrkur detrás de él, pero en lugar de eso se quedó vacío hasta que sintió que otra parte de su cuerpo se cortaba como la mantequilla,miró la parte inferior de su bíceps izquierdo … sangre goteando, era una herida profunda.

Todo lo que necesitaba escuchar era la pequeña risa del demonio y Nhail rápidamente sacó uno de sus pequeños explosivos. Como se esperaba, el demonio saltó hacia atrás e inmediatamente el elfo aprovechó la oportunidad para usar la explosión y el humo como cobertura …

Tan pronto como Nhail se lanzó a través del humo, sus armas ya se balanceaban en un arco antes de sentir que chocaban con el demonio, una ráfaga de aire y sangre estalló en todo el pequeño claro cuando el cuerpo fue enviado nuevamente sobre la tierra.
Se escuchó un gemido destrozado mientras Nhail observaba al demonio lentamente pero tembloroso volver a ponerse de pie, acercando la mano para cubrir su estómago sangrante.

— Ahora esto … muy inesperado.

Otro jadeo sin aliento escapó del demonio antes de que su mirada enloquecida mirara hacia el elfo.

— Nunca pensé que un mortal llegaría tan lejos… lástima que estés a punto de morir …


Continuará …


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Los días transcurrían poco a poco mientras el paladín se impacientaba y seguía entrenándose en cada momento que podía. Había optado por adaptarse a una rutina diaria que lo mantuviese distraído y ejercitado mientras se recuperaba completamente y, en secreto y oculto de miradas indiscretas, seguía practicando con estas nuevas “dotes” que había obtenido.

Ahora era capaz de controlar la luz con bastante más esfuerzo del habitual en los niveles de un aprendiz, sus sentencias ya no se desvanecías en humo al contacto, los martillos de justicia ahora volvían acertar en su objetivo aunque en una menor fuerza, podía volver a sanar a heridos y curarse por el agotamiento aunque seguía sintiendo unas punzadas de dolor cada vez que lo hacia. Cada vez eran más frecuentas, una secuela que dejaba claro que el mal que anidaba en su interior no se había marchado, solo dormía latente buscando su momento.

Por el contrario sus nuevas “habilidades”, si es que podían llamarse así, mejoraban cada día. Ahora su estilo “guardián oscuro ”, como había decidido llamarlo, era controlado a voluntad en la mayoría de casos, sin embargo si había notado que sus sentimientos producían una diferencia en cuanto al poder de sus envites. La ira, el odio, el sufrimiento hacían ataques mas rápidos, fuertes y letales frente a la tristeza, alegría o incluso al estrés, como su la fuerza consumiesen los sentimientos que predominaban en su corazón y los reflejase es cada uno de los ataques que lanzaba.

Cada una de las facultades que había aprendido estos largos años desde su introducción hasta su experiencia habían sido reformados por este estilo, sentencias que ahora disponían una forma de espada similar a una falcata, sus áreas de consagración eran negras y moradas que quemaban y agarranban a su objetivo con pequeños hilos negros, sus escudos y protecciones ahora morados explotaban y lanzaban pequeñas esquirlas al dañarse o terminarse su efecto, su martillo de justicia no solo bloqueaba al rival sino que lo aplastaba con una gravedad nueva. Mentiría si dijese que no le producía placer este nuevo poder, estaba claro de donde se origino y que más tarde o más temprano acabaría pagando las consecuencias de sus actos. Si ya era poco tradicional para los de su profesión estaba seguro que todos acordarían que estaba cometiendo una herejía, una imprudencia, un desacato al orden que tanto defienden desde su nombramiento.

Pero usaría todo lo que estuviese en su mano para proteger lo que creía digno, justo o quería, si tenia que condenarse en el intento lo asumiría con la cabeza alta pero con las vidas de todos los posibles a sus espaldas. Este infierno NO PUEDE GANAR.

No obstante, no todo residía en practicar. Al recuperar su técnicas de sanación ahora podía atender a los heridos en la enfermería improvisada, pasaba largas horas ayudando a Saldienne con vendajes, amputaciones, heridas, infecciones. Hacíamos todo lo posible por sanar a los más graves y ciertamente conseguimos tener una buena coordinación en nuestro trabajo, cada paciente recuperado o salvado hacia que Saldienne sacase una pequeña sonrisa triunfadora, se notaba que era vocacional su servicio al progimo y a la sanación. Trataba a los enfermos como a su propia familia y los tranquilizaba con palabras suaves a pesar de la gravedad o locura que los poseyera. Si tuviese que definiría trabajando seria como un grifo que sobrevuela una tormenta eléctrica pero sortea y apacigua las nubes con sus alas.

Otra rutina residía en la sala de mapas del corazón de Azeroth, aun no podía volver a Uldum con sus tropas pero intentaba coordinar sus movimientos y a los defensores en calidad de consejero. Largas reuniones con las ultimas novedades, planificaciones y avisos de desaparecidos o muertos en batalla y pequeñas victorias en varios puntos del planeta eran el día a día. En los últimos días charlaban sobre una forja que podría ayudarnos a cambiar las tornas y preparar el equipo necesario para enfrentarnos definitivamente al Dios Antiguo, una forja que permitiría equipar y soportar los tormentos de la ciudad dormida y salvaría cientos de vidas. Pero hasta entonces, solo podíamos esperar y salvar a todos los posibles. Mulgore, cima kunlai, Tierras fantasma, Fiordo, Nazmir, Drustvar… cada día un nuevo ataque se añadía a la lista de sitios que poco a poco iban aumentando con apariciones de cultores o ignotos.

El tiempo se nos estaba terminando.

Fue en una de estas reuniones cuando tuvo un presentimiento extraño por un momento, como un escalofrió repentino que te sacude la columna vertebral o un calambre en los músculos por sobre esfuerzo. La primera vez lo achaco al esfuerzo y el cansancio pero se estaba repitiendo con más frecuencia, incluso llegando a tener la sensación de que alguien le observaba. Aunque la razón le decía lo contrario, opto por investigar el asunto sin contárselo al portavoz y a los defensores, después de su brote lo ultimo que necesitaba es que pensasen que había vuelto a tener visiones y momentos de locura.

Paseo rutinariamente por las salas observando distraídamente sin levantar sospechas, tampoco era muy difícil normalmente evitaba a la gente lo justo y necesario tras lo acontecido con su locura, pero ni las defensas, ni las salas, ni los presentes parecían hacerse notar en nada raro. Al final, resignado decidido contárselo al portavoz.

- ¿Desde hace cuanto que notas esta presencia chico? - parecía tomarse en serio sus sospechas el diamantino enano

- No sabría decírtelo con exactitud, al principio pensaba que eran imaginaciones miás pero cada día es más y más evidente. Y según parece nadie más parece notarlo salvo yo -confeso el paladín

- Intentare hablar con MADRE por si algún sirviente de nzoth a pen-etrado nuestras defensas. No te arriesgues chico , no podemos saber que intenciones tiene.

- Ni tampoco quedarnos quietos. Tu haz lo que debas, pero no podemos permitirnos otro ataque sorpresa. -añadió mientras salia de la sala.

Si el portavoz no quiere hacer nada más yo mismo lo haré. No dejare que nos vuelva a engañar, no si el aun podía respirar.

CONTINUARA…

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El cuerpo del demonio voló instantáneamente hacia atrás y aterrizó bruscamente en el suelo salpicando la tierra de sangre. Nhail levantó una ceja mientras observaba al demonio levantarse antes de ver lo que acababa de suceder, el demonio apareció de alguna manera ante él con esa sonrisa manchada de sangre alzando su sable para empujarlo.

Todo lo que podía sentir era dolor y calor corriendo por su cuerpo como una corriente de agua a través del bosque.
Miró hacia abajo justo a tiempo para sentir un puño chocar con su mandíbula, enviándolo a través de la tierra.

“¿Qué … qué fue eso?”

Nhail no tuvo tiempo de reflexionar cuando escuchó pasos acercándose detrás de él … su visión estaba un poco borrosa, su cabeza daba vueltas, su cuerpo se sentía pesado y flojo, cogió los agarres de sus dagas mientras temblaba lentamente para volver a ponerse en pie, apretando los dientes mientras podía sentir el lado izquierdo de su abdomen arder de dolor.

“Maldita sea … ahora empeoró mi herida …”

Reforzándose, Nhail volvió a su posición, pero no sin antes escuchar un ruido pesado cerca. Se las arregló para mirar hacia atrás un momento y ver el cuerpo de Kætteren ahora apoyado contra un árbol, sus ojos color amatista escaneando los alrededores …


Presente


— Si no te metieras en mi camino, no tendrías que lastimarte mortal, hubiera recuperado a Kætteren y serías compensado por devolverla a mí.

Estaba a punto de dar un paso adelante y ayudarle, pero en cambio sintió que su cuerpo se congelaba. Sus ojos se movieron lentamente hacia el elfo e instantáneamente sintió que se abrían ligeramente, cuando vio su propia sonrisa maníaca y sus ojos que parecían parpadear en rojo por un segundo …

El demonio a su vez se detuvo en seco y ladeó la cabeza con curiosidad cuando sintió que una vez más algo comenzaba a acumularse dentro del mortal ante él.

— ¿Qué es esto?.

Una profunda risa resonó en Nhail mientras miraba hacia el demonio, esa misma mirada que todos los demonios odiaban … mirada de desafío.
El demonio sintió que sus rasgos se contorsionaban en odio e ira, tal vez incluso frustración cuando no podía dejar de mirar al elfo.

— Para…

Los azules ojos de Nhail siguieron penëtrando en el demonio, apretando más fuerte y mas fuerte las Myrkur.

— ¡Deja de mirarme así, insecto!

Con un estallido de velocidad, el demonio se levantó una vez más, su espada se balanceó para cortarle el cuello, pero todo lo que logró golpear fue el aire mismo, haciendo que sus ojos se abrieran. Todo lo que el demonio podía hacer era mirar a un lado para ver la apariencia de una bestia. No, un monstruo que venía hacia él.

Se escuchó un rugido poderoso y antes de que pudieran comprender lo que había sucedido, el demonio sintió que su cuerpo fue golpeado una vez, chocando contra un árbol cercano, la sangre comenzó a acumularse debajo de él y se escapó de sus labios, sus ojos se volvieron más distantes a medida que pasaban los segundos, la mitad inferior de su cuerpo se encontraba completamente arrancada de él.

Aquellos ojos amatista no podían dejar de mirar como aquel mortal lograba vencer a un demonio de ese alto calibre por sí mismo, sin el uso de magia de ningún tipo.

— Nada más que su fuerza física. Nhail … ¿Quien eres realmente?.

Observó al demonio, cuyo cuerpo había sido decapitado de la cintura para abajo, miró a Nhail que ahora estaba frente a él, sus armas ensangrentadas apuntando directamente hacia él. El demonio dejó escapar una carcajada sin aliento, pero solo logró escupir más sangre.

— Tú … t … tú … ¿Lucharás contra nuestro amo?.

Nhail no se molestó en decir nada mientras miraba al demonio moribundo que tenía delante, su mano derecha se movió lentamente para descansar sobre su abdomen para detener la sangre.

— Eres estúpido, serás cazado.

— Eso no es nada nuevo.

Una sonrisa triste se abrió paso en las facciones del demonio mientras miraba la tierra.

— Sacrificio … destino …

— El destino no existe.

Un jadeo agudo entró en el cuerpo cortado del demonio cuando sus ojos volvieron a mirarle, aunque su visión se volvía más y más oscura cada segundo. Antes de que pudiera pronunciar una palabra más, el demonio sintió que su cuerpo comenzaba a brillar y a descomponerse lentamente, el elfo ante él ya se había vuelto mientras le dejaba morir.

— He sido humillado por un simple mortal …

Nhail se dirigió hacia la última vez donde vio a Kætteren y logró encontrarla sentada en la base de un árbol, su respiración era demasiado pausada y su cabeza aún sangraba, aunque parecía haberse cerrado de alguna manera.

Sacudió un poco la cabeza y dio a conocer su presencia abriéndose camino, su mano vendada ensangrentada se extendió hacia ella. Sus ojos miraron hacia arriba ensanchándose un poco cuando lo vio. Lentamente se levantó y se apoyó contra el árbol una vez más, pero podía sentir que su vida llegaba a su fin …

— Estás herido, Nhail … no puedes caminar. No podemos quedarnos aquí.

Él sacudió la cabeza y se arrodilló, de espaldas a ella.

Kætteren se mordió el labio inferior, parecía no aceptar un no por respuesta, pero no quería dejar pasar la oportunidad de estar más cerca de él. Ella se sonrojó levemente ante ese pensamiento y se regañó en silencio antes de subirse a su espalda e instantáneamente sintió que su mano derecha se movía para sostenerla firmemente debajo de ella.

— Te das cuenta de dónde …

— Cállate. Mi otra mano está ocupada.

— Y mi herida no tiene presión … necesito ser rápido.

Kætteren cerró los ojos mientras descansaba contra su espalda, sus párpados se volvieron más pesados cuando sintió que Nhail comenzaba a caminar cada vez más rápido. Estaba herido, eso lo sabía, pero parecía que tampoco iba a dejar que lo tratara pronto, maldita sea su arrogancia.
Antes de darse cuenta, estaba dormida y saliendo del bosque.

‘‘No mueras’’

Repetía una y otra vez, como si decirlo mil veces lo hiciera realidad. A lo lejos vio tropas, combatientes ensangrentados y magullados, cansados e indefensos, tal como se sentía Nhail, tal y como se sentía cualquier valiente soldado que atravesó el portal a Ny’alotha.

‘‘No …’’ — susurró. — Cada individuo, con miedo y dolor en sus ojos. No puedo unirme a ellos, no están preparados para el combate, ninguno.

A lo lejos vio a dos hombres tratando de luchar contra un gran ejercito de N’Zoth y luego como la sangre salpicaba el suelo. Solo lágrimas.

Indefenso y cansado. Todos los músculos de su cuerpo estaban cediendo lentamente, haber cedido a la voluntad de la armadura por defenderse le estaba consumiendo, respiraba con dificultad; reduciendo el ritmo cada segundo, sabía que todo había terminado para el.

“Tanto que hacer, tan poco tiempo, ¿Quizás debería?” — se preguntó antes de presionar sus labios contra los del elfo. Sonrió durante el beso, disfrutando de la sensación de sus labios sobre los de Nhail, su cuerpo moldeándose perfectamente en el de ella. Rompió el beso antes de que se hiciera más profundo, sabiendo que si lo hacía llegaría demasiado lejos y perdería el preciado tiempo.

"Sabes que haría cualquier cosa por ti’’ — dijo mientras le atraía a otro beso.

— Ahí fuera, no somos nada; ni amigos ni amantes, simplemente alguien buscando venganza y un medio demonio con las horas contadas. Ninguna relación significa que no hay dolor. — aunque ambos sabían que era mentira.

— No mueras … solo aguanta un poco más. — respondió reteniendo las lágrimas.

— Sabes que haré cualquier cosa por ti Nhail, y si sacrificarme significa salvarte, lo haré.

Nhail miró a su compañera una vez más, luego se volvió tristemente hacia aquel cielo oscuro y profundo, ignorando el aullido angustiado que resonaba en su alma.

Kætteren dio un paso deliberadamente hacia adelante con un gemido desesperado, con aquellos ojos amatistas grabados para siempre con la imagen del elfo entrando en el abismo. Se quedó inmóvil de repente cuando una luz brillante atravesó su vista, se sintió cálida por un momento, casi como si la abrazaran y luego todo volvió oscuro una vez más.


Sabía que no podía amar a nadie más.
Él era su sol, su propósito.
Tiraría su alma si se lo dijera.
Mataría por él.
Moriría por el.
Había muerto por él.
E incluso cuando sus cuerpos yacían uno al lado del otro, fría y muerta.
Le amaba.


Ahora una parte de ella habitaba dentro de la armadura, purificando toda oscuridad, eclipsando toda corrupción del antiguo portador, ella siempre estaría a su lado de alguna manera, al menos mientras estuviera en Ny’alotha … al menos hasta terminar con su propósito.

Sombra del viento estaba sollozando.
Su respiración se hizo entrecortada y temblorosa mientras se inclinaba sobre su amiga.

— Kætteren.susurró.

Sus azules ojos como el cristal, ahora nublados por el dolor, se clavaron en los de ella mientras su pecho se agitaba y sentía como cada herida cicatrizaba y sanaba. De repente, pareció perder su breve pero refrescante ataque de ira y su voz se redujo a un susurro.

— No te olvidaré, seguiré adelante porque así tu lo querías.

Nhail dejó caer las últimas lagrimas antes de asentir. Sonrió antes de mirar más allá de ella, a los cielos nocturnos.

— Voy a estar en paz, Kætteren, puedo sentirte en mi alma.susurró.

Todo lo que pudo oír fue el rugido del enemigo.
Escuchó el estruendo de la estampida, escuchando cómo la horda de engendros tenebrosos se acercaba.
Observó cómo los hombres caían, uno por uno, mientras intentaban mantener la línea. Guerreros cayendo de rodillas golpeando con su espada a una de las bestias antes de que sus ojos se cerraran. Las cazadoras se estaban quedando sin flechas y la mayoría tendidas en el suelo suplicando justicia, todo se estaba desmoronando.

Siguió corriendo, mientras gruñía con cada pie que caía, gritando a todo pulmón mientras las dagas atravesaban cualquier bestia que se interpusiera en su camino bañándose en sangre. Cuando las botas aterrizaron contra la arena, el cuerpo de una de las bestias golpeó el suelo a unos pies de el, caminó hacia la cabeza de la bestia, escuchando sus gritos de dolor y con un chillido hundió las gemelas a través del cráneo.
Sentía a Kætteren, era brillante, candente, y podía sentir como envolvía todo su cuerpo. todo lo que podía oír era el sonido del corazón acelerado y el sonido de la horda de engendros tenebrosos retirándose.

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Me los has abierto pensó el paladín apretando con resignación los cuarteados cordeles de cuero de la empuñadura

El no muerto se abalanzó con sus filos al paladín que trataba de parar los veloces tajos sedientos de su sangre, golpe tras golpe el mango recibía los embistes de las hojarrunas, que golpeaban inmisericorde al enano

Un pequeño cascote hizo perder el equilibrio al paladín, abalanzándose el no muerto sobre el paladín y trazando un grácil arco en su costado, haciendo saltar esquirlas de acero y sangre por igual, salpicando estas el suelo

El no muerto se detuvo por un instante mirando al fatigado paladín del cual brotaba sangre por su pecho y costado con la mirada propia de un frío asesino que disfrutaba de la satisfacción de ver a su presa agonizando ¿Últimas palabras?.

El paladín apretó sus dientes e ignorando el dolor de los nervios sesgados se levantó renqueando apoyándose con una placa de metal, un golpe seco hizo saltar su casco por los aires, para notar la firme mano del no muerto agarrar su cabello

  • Juramos salvar este planeta frente a toda amenaza con nuestras vidas si era necesario, por desgracia eso os incluye a vosotros ahora, aunque te libraré del sufrimiento eterno si te sirve de consuelo, ahora muere. Alzó su brazo con la hojarruna sedienta de sangre y cayó como el hacha del verdugo hacia su pasado sin embargo… la hoja se quebró al impactar contra el halo de luz que vino a salvar a su discípulo de una muerte segura, retrocediendo el no muerto perplejo, mientras un torrente de almas salía aullando de su prisión Así que estas bendecido, quizás te he subestimado, joven yo. La voz tomó por un momento un tono levemente cálido sin embargo he de acabar con toda amenaza para Azeroth arrojó la quebrada hojarruna y alzando su otra hojarruna invocó la desolación a la incorrupta cámara, insectos variopintos cayeron de todas las juntas fulminados por lo que ahora era una cámara de muerte

  • Necio, ¿Acaso no ves que te has convertido en lo que tanto odiabas?..eres igual que EL El suelo a sus pies purgó bajo su luz la profanación y cargó contra el no muerto, se deslizo bajo el brazo del cadaver y trazó un arco contra el costado, haciendo saltar esquirlas de la armadura del no muerto a la que la Luz cauterizaba la herida

  • Luz…El no muerto palpó el corte notando el dolor de mil agujas punzando su piel en ella ¿por que no me ayudaste aquel día?..

Cargó contra el paladín hojarruna en mano, atrajo al paladín con magia profana, pero este bloqueó con la placa de metal titánico el arma rúnica que apuntaba a su pecho, haciendo saltar chispas de luz

  • ¿Sabes usar un escudo?.. algo no va bien el no muerto inquieto observó la maltrecha placa de metal imbuida en Luz

El paladín alzó su espada sagrada y formó sobre el no muerto un martillo de Luz buscando sentencia…que impactó sobre la barrera de luz profana del no muerto, haciendo saltar por los aires a los contendientes

Sin mediar palabra los maltrechos enanos cargaron arma en mano, el paladín lanzó su escudo imbuido en Luz que el no muerto no logró detener, impactando en su cara, lo cual no impidió que el no muerto con una cinta se pusiera a su espalda, atravesandolo con la hojarruna

El paladín cayó de rodillas al suelo mirando aterrado la punta del arma profana sobresaliendo de su pecho …de verdad… eres igual que Arthas y Aiden… el frío comenzó a consumirlo

El no muerto se acercó al paladín Tengo que parar al Espectro de inmediato, no sabes NADA de el el paladín con la mirada perdida trataba de rogar a la luz que curase la herida no has visto a familias enteras abrazadas congeladas, no has visto las caras de terror de quienes caían ante el, no has visto a tus padres morir a sus manos, no has visto caer a todos tus seres queridos uno a uno sin poder hacer nada para evitarlo… hubo un día que yo también confiaba en el… observó con sus fulgurantes ojos muertos los ojos celestes del paladín yo también tenía esa luz en la mirada en el pasado, que inocente pude llegar a ser…ahora únete a mi en la no muerte, debemos cumplir nuestro eterno deber defendiendo este planeta de sus amenazas.

El paladín golpeó con el puño cerrado en la cara del no muerto Sigues siendo igual de inocente, pudiste haberme matado hace un rato, no has matado a Biroz… no paras de hablar pero en verdad solo quieres hacer que te siga… entra en razón idiota, vas a cometer un gran error arreó otro puñetazo en la cara del no muerto, haciendole brotar de su nariz un hilo de sangre coagulada.

  • Aún mantengo un fragmento de humanidad… por eso fallé en mi deber cuando pude haber acabado con Aiden, pero no pienso dejar que continúe interponiéndose en mi camino Atravesó su pecho con la hojarruna, saliendo la punta por su espalda, los susurros del arma rodearon al no muerto

  • ¿Pero que demonios haces? El moribundo paladín tomó la empuñadura del arma, inundando con los gritos de cientos de almas su mente, empujó hacia fuera el arma con sus temblorosas manos, lo último que vio antes de que su vista se nublase fue al no muerto caer de espaldas

  • Aviso, constantes vitales bajas, se requiere asistencia sanitaria urgente… la voz autómata de M.A.D.R.E fue lo último que escuchó el enano antes de perder la conciencia

  • Otra vez…tu… vio un ser angelical celeste aproximandose y a sus pies los cadáveres de 2 enanos

  • Aún no, debes cumplir tu deber, regresa a la vida y salva Azeroth, acaba con N’Zoth, acaba con Espectro.

  • ¿Mi función?, ¿que pasara cuando lo logre?, ¿acaso moriré cuando lo logre?.

  • Regresa a la vida joven.

  • ¡Espera!, ¡Respondeme!..

La oscuridad volvió a inundar su mente

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Escrito por el Maestro Novelista Thantos
Aiden oyó la puerta de la casa cerrándose tras él justo después de que saliera. Había supuesto que la sacerdotisa necesitaría un momento para asimilar lo que le acababa de pedir, pero esa no era la única razón por la que había salido. Él también necesitaba organizar sus pensamientos, y para ello no había mejor compañía que la fresca brisa marina y el peso de Silencio a su espalda.

Nunca había visto la hojarruna de Huesonegro. No sabía su nombre ni conocía sus runas, aunque se podía hacer una idea gracias a lo que había visto. Estaba seguro de que aquella hojarruna no era de las devoradoras, que buscaban consumir y atrapar a todo aquel que se cruzara con su filo como la Agonía o la propia Silencio; sino una trampa de almas, una de las mejores que jamás se habrían fabricado. Para Shivadel era un golpe de suerte, pues significaba que extraer el trozo de alma faltante sería relativamente sencillo: incluso sin la forma espectral podría entrar en las Tierras Sombrias siguiendo el hilillo de ánima que unía sus dos mitades; pero para él sonaba una canción mucho más distinta.

Huesonegro era inmortal, sin vuelta de hoja. No cabía duda de que seguía siendo más fuerte que el orco, pero incluso si lo destrozaba en cuerpo y alma con Silencio este simplemente se reconstruiría y regresaría con el tiempo. Las almas que tenía sometidas al otro lado del velo le proporcionaban una fuente de energía y vitalidad inagotable, haciéndolo imposible de derrotar. Aiden se llevó una mano al mentón y se rascó con aire distraído mientras barajaba las posibilidades que se presentaban ante él.

Lo que le había dicho a Menelwie era cierto. No debía luchar contra otro hermano de Ébano, no al menos mientras solo fuera una amenaza potencial para el mundo. No obstante, iba a entrar al lugar donde fragmentos de todas las almas que había segado yacían sin protección. Se planteó matar dos pájaros de un disparo y reclamarlas para saciar a la insaciable Silencio, haciéndose más fuerte y debilitando al orco, tal vez incluso despojarle de su inmortalidad. De esa manera ya no tendría que preocuparse por él.

Alzó la mirada al cielo. Las pocas nubes que lo surcaban con pereza refulgían bajo la intensa mirada del astro rey, quien presidía el añil firmamento con puño de hierro. Tras unos segundos, lanzó un gruñido y negó con la cabeza. Confiaba en que Bolvar le hubiese coronado como nuevo Señor de la Muerte por un motivo, y en cualquier caso desafiarlo sería una insubordinación que la Espada de Ébano no recibiría con buenos ojos. No, Huesonegro era un problema que sería mejor dejar para el futuro. Ya tenía suficientes dilemas en el presente.

Como Menelwie.

Frunció el ceño. Conocía lo bastante bien a los Kaldorei como para saber que para ellos no había otro destino final que convertirse en un fuego fatuo, además de ser de los que más aborrecían a los no muertos. Había esperado resistencia por parte de la sacerdotisa, sobre todo ahora que había empezado a disfrutar de una más que merecida vida tranquila, pero ella había aceptado sin más. Sin objeciones ni condiciones.

Con los brazos cruzados, apoyó la espalda contra la fachada de su casa y se revolvió inquieto. Había sido fácil, más incluso de lo que le habría gustado, y precisamente era eso lo que le había puesto en guardia. ¿Acaso tendría planeado algo para evitar pagar? Quizá la naaru de Luz Abisal tuviera suficiente poder para proteger su alma…

No. Era mucho más sencillo que eso. Sus ojos se abrieron como platos, lanzando una pequeña humareda de serpenteante azul fluorescente. Ella era una elfa de la noche, aún le quedaban siglos de vida, puede que milenios, y su vida era tranquila y pacífica; mientras que él, aunque fuera inmortal, ponía la suya en constante peligro. Pronto asaltaría los muros del mismísimo Dios de las Profundidades, y después de eso seguiría quedando mucho trabajo que hacer. Podría caer ante N’Zoth, ante Sylvanas, ante un enemigo aún por descubrir… y ella se libraría de pagar. Tal vez Menelwie fuera alguien de buen corazón, esa era una de las razones por las que quería compartir su carga con ella, pero no cabía duda de que sus esperanzas estaban puestas en su muerte.

Desenvainó a Silencio con un movimiento fluido y se acercó el filo al rostro, contemplándolo como si fuera un espejo. Sus runas titilaron con la suavidad de una brisa y formaron una imagen confusa y cambiante del rostro de varias personas hasta llegar al de la elfa de la noche, el más claro de todos. Su primer favor aún estaba sin cobrar y aún podía hacerlo a las malas. Un delicado hilo de luz fantasmal, de azules verdosos y hebras de plata, apareció junto al filo interno de la guadaña, agitándose con la delicadeza de una flor invernal.

El pacto con la Muerte, una habilidad de la cual ni siquiera él sabía mucho. Ni siquiera sabía cuando la adquirió, pues la descubrió por accidente, pero que desde entonces había usado muchas veces. Cualquiera que hiciera un pacto con él le entregaba un trozo de su alma como aval, y en caso de negarse a pagar…

Una runa de luz azulada apareció flotando sobre el filo de la guadaña. Sus formas eran complejas y angulosas y su magia a duras penas detectable. Antes de que pudiera asimilar del todo su figura, varias copias aparecieron, una por una, a su alrededor. Él las contó según aparecían.

—…Tres… cuatro… cinco… seis… —la cuenta paró ahí.

Se quedó callado de nuevo, pero su silencio era más denso y pesado que antes. Había torcido el gesto en una expresión que tocaba muchas emociones, pero en especial dos: duda y un creciente arrepentimiento.

Seis era mucho. Era demasiado. Cuanto más grande el número sería mejor para él, por su puesto; pero seis…

Movió a Silencio hacia él con pulso firme. El hilo se combó ante el tacto del mordiente acero, pero se detuvo antes de que el filo comenzara a desbaratarlo. En sus manos yacían seis siglos completos, los últimos seiscientos años de la esperanza de vida de Menelwie. En cuanto lo cortara, él ganaría un poco más de poder y ella moriría mucho antes. Eran todo ventajas, pero, entonces, ¿por qué no era capaz de hacerlo?

Un tenue gruñido resonó en sus oidos a través de la guadaña. El no era el único que se beneficiaba del pacto, pues parte de esa esperanza de vida caía en un oscuro abismo, donde algo que no se había atrevido a descubrir esperaba su premio con impaciencia. Retiró un poco a Silencio, pero el gruñido aumentó en intensidad. Había puesto la miel en los labios del monstruo, y tal vez ya fuera tarde para arrepentirse.

Respiro hondo y aferró con más fuerza el mango de metal maldito. No debía tener dudas, ni dejar que los sentimientos le frenaran. Menelwie se convertiría en una defensora inmortal de Azeroth como él, y erradicarian el mal que amenazaba a la titánide hasta que naciera. Si para ello la elfa tuviera que vivir un milenio más en vez de uno y medio, era un precio que estaba dispuesto a pagar.

Se preparó para cobrar su deuda.

No puedo hacer otra cosa que vigilar el mundo y soportar este aislamiento hasta que Azeroth nazca, y para eso todavía queda un maldito siglo entero. ¡Cuán malvado es este villano, que en su egoísmo quiso conquistar el mundo por un ideal!

Aquella voz desgarrada y desesperada resonó en su mente y acalló los gruñidos del otro. Sus músculos se tensaron y agarrotaron solo con oír el tormento de su eco espectral resonando en sus oídos como campanas fúnebres, y entonces cayó en la cuenta de que no le quedaba tiempo.

Solo quedaba un siglo para que Azeroth despertase. Planear a la larga no le serviría de nada. El hilo y la imagen de Menelwie se difuminaron como el humo y el mango de Silencio tocó tierra con suavidad mientras su maestro se mordía el labio. Derrotar a N’zoth no valdría de nada. Haber conseguido la forja no valdría de nada. El tiempo se estaba agotando, y la única manera de asegurar el futuro era matando a Sylvanas antes de que hiciera su siguiente movimiento. La hora de los planes, las sutilezas y los tratos había acabado. Era el momento de actuar, y para ello necesitaría recuperar su forma espectral, hacerse más fuerte y comprender el poder del enemigo, y había un sitio ideal para conseguir las tres cosas a la vez.

Las Tierras Sombrías.

Abandonó la fachada y volvió a llamar a la puerta de Menel, que no tardó más que un latido en abrir. Su rostro estaba serio, no cabía duda de que había estado pensando en el futuro con tanta o más preocupación que él, pero ese era su trabajo y su carga, una que solo él debía soportar. Cargar a los vivos con el deber de los muertos iba en contra de todo en lo que había creído hasta ahora, y no tenía intención de renunciar a ese credo por sus propias dudas.

—¿Ya estás listo? —le preguntó la elfa.

—He cambiado de idea. Nuestro trato queda anulado.

Melenwie alzó las cejas. A pesar de sus palabras, el caballero de la muerte tenía intención de pasar, así que se hizo a un lado.

—¿Qué? ¿Ya no vas a ayudarnos?

—Lo haré, pero no te impondré precio alguno: tu alma es solo tuya, hoy y siempre —llegó al salón y se arrodilló frente a Shivadel. Su piel estaba pálida y si respiraba era tan débil que no lo podía oír—. Respecto a tu otra deuda, puedes considerarla saldada si me ayudas con el ritual.

Su rostro se iluminó y se acercó a él casi a saltitos. La elfa mentiría si dijera que no había sentido alivio al ver que aquella implacable determinación que rozaba la villanía no le había consumido por completo.

Aun.

—Por supuesto que te ayudaré. Solo dime que es lo que necesitas.

Aiden se retiró la capucha, y deshacerse de su peso fue un alivio.

—Para empezar, tu veneno más potente.

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NADA.

A pesar de que cada vez era más evidente que una fuerza desconocía se estaba aforando en las salas que componían la cámara del corazón no habían podido encontrar ni un solo indicio, ni una pista, ni un susurro que delatase o les guiase por un camino. M.A.D.R.E había hecho un diagnostico de las salas a cada hora peor los últimos salia incongruentes, algo los entorpecía dejando una defensa primaria inutilizada.

Al menos hasta que encontraron el primer cadáver.

Lo encontraron en los pasillos de la cámara unos terraneos que hacían su patrulla y dieron la alarma. Varios de los presentes fueron rápidamente al lugar hasta que una marea de ojos curiosos y temerosos se arremolinaba a su alrededor. Cuando llego el paladín se quedo frío con la escena que se mostraba frene a el.

Colgando de la mitad del pasillo se encontraba un tauren que había sido apuñalado, degollado y con marcas que indicaban que había sufrido quemaduras por una magia del vació. Aparte, se encontraba suspendido por unos hilos de energía morada que se clavaban tanto en el techo como en loe antebrazos de fallecido y, como una señal o advertencia a los presentes, un ojo había sido rajado en el pecho y una frase yacía en el suelo pintaba con lo que parecía sangre.

En la ciudad durmiente yaceréis para siempre.

Costa un par de horas despejar el camino de curiosos, bajar el cadáver de la pobre alma y limpiar el mensaje ensangrentado. Las patrullas aumentaros e incluso aventureros voluntarios decidieron montar pequeñas patrullas investigando la zona, la desconfianza y el miedo se empezó a apoderar de la gran mayoría, miradas nerviosas, amenazas que casi llegaban a las manos, sospechas de los compañeros.

Félix, por el contrario, no conseguía entender la situación. Por un lado el asesinato en pleno pasillo, sin ruidos, sin testigos, sin que nadie se percatase de nada ni la más mínima alarma saltase llegando a superar el control de M.A.D.R.E y los terraneos. Por otro, las energías que habían aparecido en la escena del crimen, demasiado similares a las que él había conseguido tanto que si alguien las descubría…le acusarían sin dudarlo dado su historial.

Decidió templar sus pensamientos mientras paseaba por las distintas salas, visito el centro del complejo donde héroes aun potenciaban las replicas del corazón de Azeroth y donaban poco a poco nuevas energías de Azerita al alma mundo, paso por las salas de entrenamiento, la sala de mando, la enfermería…Pero fue un instante, mientras atendía a unos recien lllegados a la enfermería que capto en la lejanía un susurro.

De primeras le pareció su impresión, pero conforme pasaba el tiempo el susurro aumentaba hasta que pequeñas palabras incomprensible e ininteligibles se difuminaban en el aire. Pero nadie parecía percatarse de ello, por lo que decidió investigar. Llamando a una sacerdotisa dejo en sus manos al herido y se disculpo poniendo de escusa un falso agotamiento.

Saliendo a trote de la enfermería se dirigió al lugar donde provenían las voces, apenas se podían captar retazos de las palabras que retumbaban por los pasillos pero apostaría que era un idioma antiguo, ancestral y perdido.

Ya, llegando al pasillo principal que llevaba a la sala del corazón pudo oír una voz claramente, era lúgubre, grave y su tono era calmado, como de una persona que se enfrenta a un juicio y el dispone de todas las defensas posibles. Tal y como temía había podido reconocer el idioma en el que hablaba, Shath’Yar el idioma de los Dioses antiguos que tanto le llegaron a torturar en el pasado. De entre el bullicio pudo captar una frase.

- Ywaq maq oou; ywaq maq ssaggh. Ywaq ma shg’fhn.

Sorprendentemente aunque no comprendía ni sabia el idioma si pudo traducir las palabras, como si su mente reaccionase a un mecanismo automático que le diese entendimiento nato.

- No mueren; No viven. Están fuera del ciclo.

Las palabras eran claras, tenían que provenir de alguien de la sala, paseo intentando disimular su desconcierto mientras revisaba algo extraño, alguna cara nueva, algún rostro o detalle que pudiese delatar a la persona de la que provenían esas voces. Otra frase, mas fuerte y cercana, se escucho.

- Solo ha sido un peldaño en tu destino glorioso final.

Paso tras la gentes, apartándolos de su camino airado, estaba tan cerca podía escucharlo claramente, sus susurros eran como un altavoz. Ya estaba llegando solo un ultimo grupo de héroes recién llegados le impedía el paso.

- El momento llega; No puedes escapar de la verdad. Están perdidos en Nyalotha.

Y la voz ceso. Quedándose ante un grupo de 12 personas que apenas le dirigieron una mirada de sospecha y desconcierto. Se había quedado con la miel en los labios y no llego a tiempo. Maldijo en silencio pero ya no podía escuchar las voces, se habían marchado con el viento para no regresar jamas, peor estaba claro que alguien tenia contactos con el vacío, alguien estaba infiltrado y no era un sirviente de Nzoth clásico, no era uno de esos seres del vacío ni k’thir que tanto adoraban al Dios. No esto era algo distinto, voluntario y…más personal.

De pronto, un corpulento orco empujo al paladín sacándolo de sus pensamientos y casi tirándolo al suelo. Portaba una armadura negra de placas decorada con varios pinchos, los cuales algunos estaban partidos o agrietados, su coraza era negra salvo por unas zonas moradas donde un metal morado parecía irradiar un encantamiento y portaba un mandoble alargado con la hoja decorada con unos detalles tribales que parecían proceder de la cultura trol.

- Aparte de mi camino, Dae’mon . O acabaras como el resto de tu raza.

Girándose, y ya colérico tras su fracaso, grito sin motivo al orco. Estaba harto de la insolencia de su raza y su prepotencia continuada y las palabras brotaron sin pensar.

- Me apartaría pero un Ur’gora como tu no merece ni la atención necesaria.

El orco freno, desenvaino lentamente su mandoble y se giro con un rostro demacrado, sumido en la ira y la furia. Pero no fue eso lo que le llamo la atención, de la frente del ojo un gran ojo de color anaranjado miraba los alrededores, escudriñando cada rincón, cada persona, cada debilidad. Ya había visto esos mismos ojos antes…N’zoth.

El ojo pareció percatarse de que le miraba fijamente y se abrió todo lo posible clavando su mirada en el rostro del paladín. Lo había reconocido. El orco también pareció darse cuenta de que podía verlo pero extrañado le miraba la frente, buscaba un ojo que no iba a encontrar.

- No es posible que veas al maestro. -consiguió decir el orco entre dientes.

- Eso preguntaselo a tu amo, bestia. No es por gusto mio. -dijo el paladín- ¡ GUARDIAS ! ¡Encontré al infiltrado!

Pero antes de que pudiese terminar el orco cargo contra el paladín con su arma alzada y un aura violácea envolviéndole el cuerpo. Sus armas chocaron y con un golpe de su escudo en la cara del orco consiguió zafarse de su fuerza descomunal.

- Esto no es más que el comienzo…-dijo sonriendo el orco.

A su alrededor varios héroes desenvainaron sus armas, pero no apuntaban al orco. Cada uno de ellos portaba el mismo ojo que su contrincante y la misma aura que le rodeaba al orco empezó a brotar de ellos. A los ojos ciegos de todos una veintena de personas se habían infiltrado, armado y entrenado en las propias cámaras.

- Que así sea. - dijo el paladín poniéndose en posición defensiva

CONTINUARA…

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Escrito por Aiden, señor del invierno.


—¿Estás seguro de lo que vas a hacer?

Aiden no respondió al acto. Su mirada se perdió en el frasco alargado que oscilaba entre sus dedos de un lado a otro; su contenido, un líquido turbio y denso de color bermellón, rompía en sus paredes cristal con pereza, como si fuera un pequeño mar embotellado. Los alquimistas lo llamaban Sueño de Súcubo, un veneno dulce que inducía al sueño, pero tan venenoso que solo lo que contenía el frasco podría mandar a la tumba a un par de elekks adultos.

—¿Estás preocupada por mi?

Menelwie miró a su alrededor. En lo que ella había preparado el veneno el caballero de la Muerte se había puesto cómodo y había convertido su salón en una sala digna de Stratholme. Todos los muebles salvo el sofá estaban amontonados de mala manera en una esquina, y en las paredes y el techo había pintadas runas siniestras con una tinta fluorescente y azulada de la que prefería no saber su composición. Frente a la elfa moribunda, sentado en el suelo con las piernas cruzadas y Silencio en reposo sobre un círculo mágico, Aiden aguardaba su respuesta con una tímida sonrisa que no supo descifrar.

—Supongo que sí, un poco. A fin de cuentas, creo que puedo considerarte un amigo.

—Un amigo… —Aiden paladeó la palabra. Que alguien que no lo conociera de antes de muerto le llamara así le provocó una sensación tan extraña como confortante—. No debes preocuparte, está solo será una muerte de pega.

—¿Una muerte de pega?

—Así es —agitó un brazo en el aire—. Todo este galimatías rúnico es complejo de explicar, pero imagínalo como una filacteria intangible. Puedo entrar y salir de las Tierras Sombrías a voluntad, así que ya no tienes que preocuparte de nada más. Descansa, esto me llevará un buen rato —abrió el tapón del frasco con un sonoro ruido de vacío y se lo acercó a los labios—. Ah, y otra cosa más. Tal vez haga ruidos o diga palabras mientras estoy al otro lado; ignoralos.

Antes de que ella respondiera, se bebió de un trago la poción.

Por un momento creía que sería el amargor del veneno lo que lo mataría. Luego cabeceó un par de veces y perdió la consciencia de forma fugaz. Todo se tornó gris tras ese momento.

Aiden se levantó del suelo pensando si debería contar esta como su quinta muerte, pero acabó por descartar la idea. La frontera de las Tierras Sombrías era la zona de tránsito para las almas que aún no habían sido condenadas a la eternidad y el lugar en el que buscaba refugio en combate, así que no le parecía justo contar esta ocasión como una muerte. Más bien era un Paso espectral muy largo.

Menelwie había desaparecido, y solo el cuerpo de la desafortunada nocheterna permanecía en el espejo gris del mundo. Se acercó a ella y empezó a ver de forma cada vez más clara un hilillo de ondeante plata, el cordón umbilical que ataba el alma al cuerpo separaba a la elfa del olvido. La cadena perlada salía zigzagueando hacia la puerta, pero no le hacía falta seguirla para saber a donde llegaba.

—Así que el Foso de Saron. Eres todo un nostálgico, Huesonegro.

Sin perder un minuto más, Aiden salió de la casa para toparse con las calles desiertas de Dalaran. La ciudad violeta se había convertido en la ciudad gris, y sus altas torres, orgullosos monumentos a la sabiduría y el poder de los magos, ahora eran tímidos dedos que intentaban rozar el velo del más allá. La espiral de energía espiritual giraba despacio y abarcaba todo el firmamento, tan solemne y silenciosa en su tarea eterna que parecía que había existido desde el mismísimo principio de los tiempos, tal vez antes, aunque era más oscura de lo que recordaba.

Anduvo durante largos minutos, y mentiría si dijera que no disfrutaba de aquella paz sepulcral. Aquello que se le había negado tantas veces, la muerte definitiva, le llamaba con voz dulce y hermosa a su reposo eterno; pero para él la paz que ofrecía no era más que una distracción. Para él no habría paz, no hasta que el mundo estuviera a salvo. Después de eso, en cambio…

Sin saber muy bien como ya había llegado al borde de la ciudad. La Costa Abrupta bajo él se había deshecho de toda vileza, y ahora las nieblas azules de la muerte la envolvían con un murmullo maternal.

Se dejó caer.

Sus harapos ondeaban bajo el veloz viento y Silencio se agitaba de un lado a otro tras su espalda, pero no consiguieron crear ni un solo sonido que mancillara la pureza de aquellas tierras. Solo cuando la cima de la Tumba de Sargeras empezó a asomar sobre las nubes espectrales su voz metálica volvió a sonar.

—¡Kyranastrasz!

Un rugido sonó bajo él, distante y cercano al mismo tiempo. Unas llamas azures prendieron las capas superficiales de las nubes y una silueta esquelética mano de sus profundidades. Aiden cambió de postura y aterrizó justo en la silla de montar del estirpe vil, que encaró al norte y se lanzó hacia la inmensidad del mar.

Irónicamente, se sintió más vivo que nunca.


El Foso de Saron se alzaba como una fea herida en el rostro de Corona de Hielo. Sus paredes angulosas, norias y grúas le daban cierto aire a lugar industrializado, pero el abandono había hecho mella en el sentimiento de impresión que transmitía.

Kyranastrasz aterrizó con gracia en el centro de la mina y su jinete bajó de un salto. Echó un vistazo a su alrededor y comprobó que no estaba solo, tal y como había esperado. La gran concentración de ánima de la trampa de almas era como un faro que había atraído a decenas de confusos espectros, pero no le supondría un problema. Estaban tan absortos en la angustia de su media existencia que no se percatarían de su presencia ni aunque intentara hablar con ellos. Y aun así, tenía un sentimiento de desconfianza que no podía explicar.

Avanzó por el gastado sendero con Silencio en mano. El hilo de ánima, ahora tan grueso y brillante que parecía tangible, descendió con pereza de los cielos trazando pequeñas espirales que iluminaban los oscuros acantilados de roca, alumbrando con luz fantasmal la entrada a la cueva que coronaba la mina. Tras años de abandono, sus paredes se habían engrosado tras varias capas de hielo y las estalactitas que colgaban del techo eran gruesas y sólidas como los brazos de un ogro, y eso le hizo respirar aliviado y luego esbozar una sonrisa. Esta vez no le caería un bloque de hielo en la cabeza.

El paseo por la cueva no le llevó más que unos minutos, pero lo que vio al otro lado le hizo dar un respingo. El enorme patio a los pies de la Ciudadela estaba ocupado por una enorme estructura de metal pálido con forma de caja torácica. Sus costillas se clavaban en la tierra y se alzaban como columnas a varios metros de altura, y de ellas surgían tensas cadenas que perforaban la fachada de la Ciudadela, el suelo y la pared de la cueva. Cientos de almas orbitaban a su alrededor como un río de lamentos que iluminaba con luz sobrenatural su propia prisión, gritando y gimiendo mientras intentaban en vano escapar de su tormento.

Aiden se agazapó y avanzó en silencio hacia unas rocas en la entrada de la cueva. No estaba solo en aquel lugar aciago, y la sensación de desconfianza dio paso a una de peligro. Una enorme criatura, alta como un tauren, estaba de pie en el centro de la jaula, dándole la espalda. Vestía con una armadura negra que le dió un extraño sentimiento de familiaridad, aunque un segundo vistazo le hizo pensar que vestir no era la palabra más apropiada para describirlo. La criatura era la armadura; sus piezas estaban unidas por una informe niebla gris que a duras penas podría considerarse carne.

Extendió una mano hacia el corazón de aquel torso, un amasijo de metal que colgaba de las costillas con cadenas más pequeñas hecho con placas de acero cuarteado y atestadas de clavos. Entre sus fisuras podían entreverse las almas más poderosas que el orco había segado retorciéndose en un inmenso tormento que les arrancaba cada gota de su fuerza. Las cadenas temblaron y lanzaron un chispazo que le obligó a retroceder un par de pasos, pero no profirió sonido alguno. En cambio, se llevó la mano a la cintura y alzó el farol que colgaba de ella. Era de factura similar a su armadura, de metal oscuro y con púas haciendo las veces de patas, y en su interior rugía una tormenta enmudecida de nubes y ánima. La criatura lo acercó al corazón, y esta vez su energía comenzó a filtrarse desde el metal a su interior.

—¿Quién lo diría? Dos ladrones de almas en el mismo lugar —dijo para sí. En condiciones normales hubiera dejado hacer a la criatura, pero dudaba de que le cediera el alma de Shivadel por las buenas.

Abandonó su cobertura y arqueó el cuerpo para lanzar a Silencio. La guadaña voló cortando el aire frío de la tierra de los muertos y golpeó la espalda de la criatura como si fuera una sierra goblin.

Tlonk

El ladrón de almas se tambaleó y cayó de rodillas mientras que Silencio caía inerte al suelo. Aiden alzó las cejas de puro asombro cuando la criatura se giró hacia él, completamente indemne, y le clavó en el alma la mirada vacía y hueca que brillaba al otro lado de los barrotes de su yelmo. Un yelmo demasiado parecido al de Dominación como para tratarse de una coincidencia.

—Oh, no.

Su armadura era del mismo metal indestructible que Silencio, de eso no había duda. Aiden llamó a su arma, que saltó del suelo a su mano; pero para su sorpresa, el ladrón mudo hizo lo mismo. Extendió una mano y un gran mandoble rúnico apareció con un destello, golpeó el suelo un par de veces con él y empezó a caminar a su dirección.

El traqueteo de su armadura era terrible. A cada paso emitía un sonido a óxido y roce tan fuerte que las almas se espantaron como un banco de peces y se acumularon al otro lado de la jaula. Y aunque Aiden apretó los dientes para soportar aquel sonido, se puso en guardia y habló.

—¿Quien eres? ¿Qué haces aquí?

La criatura se detuvo un instante, ladeando la cabeza de forma casi imperceptible, pero no respondió. Aiden tardó un momento en darse cuenta de que no le estaba mirando a él, sino a su guadaña. En concreto, a las runas que refulgía sobre su hoja. Tal vez Silencio no hiciera ruido alguno, pero tampoco era sutil. Un enorme festín se extendía ante ella, desprotegido, y la energía nigromántica que goteaba desde su filo le hacía parecer un perro babeando ante el olor de la sangre, y el ladrón de almas se había dado cuenta.

Hubo un instante de silencio solo interrumpido por los quejidos de las almas atrapadas tras ellos. Ambos guerreros pusieron su atención sobre la guadaña sin mover un músculo hasta que la gota de ánima que colgaba de su punta se desprendió y cayó al suelo.

Aiden rugió y cargó hacia su rival, que golpeó el suelo de nuevo e hizo lo propio. Sus hojarrunas chocaron con violencia a mitad del camino y la onda expansiva los arrojó hacia atrás. La mole dio un salto y lanzó un aplastante sablazo que solo mordió el aire, pues Aiden saltó en el último momento hacia un lado. En el aire, giró sobre sí mismo y lanzó un brutal tajo que falló por poco; la punta de Silencio rozó la armadura y se deslizó por ella sin hacer una muesca.

La espada osciló otra vez anunciando muerte; su silbido sonó a campanas de entierro y estuvo a punto de cortar al caballero por la mitad. Silencio osciló de nuevo y entonó su propio réquiem, lanzando un barrido de escarcha que el mandoble bloqueó. Aiden retrocedió para ganar impulso, pero el terreno traicionero le hizo perder el equilibrio y bajó la guardia durante un solo instante, lo justo para que el gran puño enguantado del ladrón de almas le golpeara en el pecho y lo lanzara contra una de las costillas de la jaula.

Aiden lanzó un gemido de dolor y escupió unas gotas de ánima por la boca, pero se recompuso apretando los dientes. Con un gesto el repóquer de espadas apareció sobre él y voló por el aire, atravesando la carne espectral del coloso con un sonido de desgarro. La criatura no hizo sonido alguno, pero trastabilló y cayó de rodillas.

Resoplando, el caballero de la muerte ordenó a Silencio convertirse en una lanza. Dio un par de pasos hacia el coloso, que intentaba levantarse apoyado en su espada, y se preparó para lanzar su condena al olvido.

Las runas de Silencio se encendieron con llamas verdosas y voló a toda velocidad contra el cuello del monstruo, pero este reveló su arma secreta. Con un movimiento relámpago desenganchó el farol de su cintura y lo interpuso entre su rostro y la hambrienta hojarruna. La luz de su interior se enturbió y lanzó un restallido gemebundo cegó a Aiden. Silencio, con runas parpadeantes, giró en el aire con poca gracia y se quedó colgando de una de las cadenas.

El ladrón extendió el farol hacia el caballero de la muerte, y su luz de ultratumba le iluminó. A su mente volvió el recuerdo de la angustia con la que la Agonía de Escarcha le marcó para siempre, el terrible sentimiento de ser arrancado de su propio cuerpo sin poder hacer nada, y quedó paralizado mientras sus botas comenzaron a arrastrarse hacia el farol. El tirón aumentó de golpe, tirándolo al suelo, y se agarró como pudo a una de las costillas.

Entró en pánico por un momento, buscando desesperadamente algo a lo que agarrarse. Lanzó una cadena de hielo a una de las rocas que brotaban del esteril suelo y llamó de nuevo a Silencio para clavarla en la tierra, pero sus manos se deslizaban poco a poco. Al otro lado de la jaula, el gigante ya se había recuperado y daba pasos lentos hacia él, aumentando más y más el tirón de aquel farol maldito. Su traqueteo oxidado inundó los oídos de Aiden hasta que le dolieron.

—¡Suéltame! —rugió el caballero de la muerte.

La criatura volvió a girar la cabeza en gesto confuso y dio otro paso hacia él.

—¡Última oportunidad!

—…No.

Aiden se dio la vuelta mientras su cuerpo se zarandeaba en el aire. Los faros que flotaban en la oscuridad del yelmo se habían estrechado, pero no pudo identificar la expresión que se ocultaba tras ella. Clavó los pies en el suelo como pudo y lanzó de nuevo a Silencio, que trazó una parábola con el mismo resultado; el faro se interpuso en su camino y salió volando. Y luego lo hizo él.

Aiden giró en el aire mientras la lámpara le arrastraba hacia su interior. El coloso plantó sus botas en el suelo con firmeza, seguro de su victoria, pero a mitad del vuelo su presa sonrió.

—Te lo advertí.

Un tintineo sonó como única advertencia. Aiden giró de nuevo y la cadena que lo había mantenido unida al suelo se lanzó contra el gigante, todavía con la piedra entre sus eslabones. El proyectil de roca impactó sobre él con un sonoro clonk y el farol salió por los aires envuelta en polvo y esquirlas. La criatura rugió y se lanzó contra el caballero de la muerte, que sonriendo aún más extendió su mano hacia la guadaña. Silencio, aún en el aire, se coló por la corta cadena del farol y la arrastró hacia su maestro, quien la empujó con ambas manos y lanzó un brutal contraataque. La criatura salió volando hasta darse contra el corazón de la jaula, pero el ataque final no le llegó aún.

Él se quedó quieto, observando con mudo asombro el farol. Notó en su alma el mismo la misma sensación que le producía el paso espectral, pero cientos de veces más intensa y profunda. Sus harapos ondearon con pereza mientras chispas blancuzcas, el ánima de P.A.D.R.E que había permanecido inaccesible en la hoja de Silencio, giraron a su alrededor causando chispazos de luz pálida.

—Te he echado de menos —dijo en voz baja. Se colgó el farol del cinturón y entró de nuevo en forma espectral.

Se lanzó contra la armadura animada antes de que se levantara, y por un momento ya no parecía tan grande. Un borrón luminiscente recorrió la trayectoria que debería haber sido de Silencio, y el mandoble salió volando con la hoja mellada. Aiden se colocó detrás de él para dar un golpe ascendente, pero para su sorpresa la criatura se había hecho más pequeña que él. O eso pensaba hasta que se dió en la cabeza con el corazón de la jaula.

La criatura atacó de nuevo y su brazo acabó en el otro extremo del patio. Bufó y reculó intentando recuperar su miembro perdido, pero el caballero le agarró por la cabeza… y aplastó el casco como si fuera chatarra. La armadura entera tembló mientras los vapores que la unían se difuminaban y acabó por caer en pedazos al suelo.

Aiden se quedó allí, flotando, mirando el guantelete que había aparecido de pronto sobre su brazo. Su gesto, de haber sido visible tras la capucha de su nueva túnica negra, era de sorpresa, y su mirada subió por su brazo para toparse con los apretados vendajes propios de un etéreo y una hombrera similar a la del ladrón de almas. El poder que sentía era abrumador, tanto como el nuevo aspecto de su paso espectral. Se quedó en completa quietud, intentando asimilar su nuevo aspecto…

Y de pronto se esfumó, tan repentino como había llegado. Volvió a la normalidad y cayó de bruces en el suelo, golpeándose la nariz y haciéndola sangrar tanto en el plano real como en el espiritual. Confundido, se la frotó con cuidado y se quedó un rato sentado con la mirada perdida, mirándo con recelo al farol de su cintura. Para sumar más dudas a sus muchas preguntas, este se hizo transparente y acabó por desaparecer, pero seguía sintiendo su peso y su energía.

—¿Pero qué coñio ha sido eso?

Necesitó un momento para recordar a que había venido. Se puso en pie de nuevo, se limpió la sangre y recogió el alma que había venido a buscar. Estaba inconsciente y tenía cierto poder arcano, pero no tenía aspecto de saber luchar. Asumiendo que Huesonegro la había matado por placer, dejó que Silencio la devorara para llevarla sana y salva al mundo de los vivos. Lo primero era terminar lo que había prometido hacer. Una vez llegara a la Cámara tendría tiempo más que de sobra para descifrar los secretos de aquel faro.

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Un sonido metálico llamó la atención del comandante…
Algún nuevo enemigo pensó,una sombría figura,con una negra armadura,se acercó cargando un enorme hacha al hombro…
Llevaba la visera alzada,y unos gélidos ojos azules,animaban su pálido rostro.
Creo,manifestó con desdén mirando al orco, que “había” una pequeña desigualdad numérica, ahora ya está corregida.
El orco y sus secuaces miraban atonitos a la oscura figura…
Alzados escupió el orco,se creen algo que no son…
¿Comandante? Preguntó Shadow…cuando gustéis, y con u gesto bajo su celada,empuño con firmeza su hacha,y se aprestó para el combate

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Oscuridad, el sepulcral silencio inundó la cosmovisión del enano, aquel lugar sin duda era la cámara donde la infortunada batalla dio lugar, sin embargo no había rastro del paladín, tan solo él en aquel plano monocromático, tan apagado y a su vez tan tranquilo

  • ¡Necio! Grito el enano rompiendo el sepulcral silencio del plano todo está repitiéndose exactamente igual la voz del enano tornó preocupada la forja…Uldorus…tiene ese poder ya… Su voz volvió a enfriarse ¿Cómo pueden estar tan cegados de la amenaza que tienen ante sus narices?.

Recordó caminar por las heladas calles de Ventormenta, el crujir del hielo bajo sus botas, la perpetua ventisca azotando las prístinas piedras de la ciudad, las esculturas talladas en el horror y el miedo observandole Ya es tarde para detenerlo…no me queda otra opción, tendré que usar sus métodos… Tendré que ir a aquellos lugares antes que el…

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Menel miraba preocupada el “cadaver” de Aiden.
Como él había pedido el sueño de súcubo era el más mortal de los venenos.Tanto que incluso podría matarlo de “verdad”.
En si llevaba varios elementos que lo hacían de lo más peligroso.
La raíz de tierra mezclada con según que elementos provocaban un efecto mortífero…pero bien mezclada enraizaba el alma al cuerpo para que el usuario pudiese volver de la misma muerte…o no.
Dependía de quien lo tomase.
Sobre todo al mezclarlo con hojasueño.
Lengua de víboris como efecto envenenador en altas dosis mezclado con el veneno de las alas de una súcubo.
Pero había hecho un par de modificaciones a la receta. Si quería no matar al caballero de la muerte en el intento se aseguró de que su “muerte” portase con un par de extras.
Beso gélido y hierba congelada.Ideales para alguien que en vida y muerte utilizaba el poder del frío y el hielo.Se dejó guiar por su milenario instinto a la hora de añadir esos dos ingredientes. pero le surgía una duda ahora que veía el cuerpo de Aiden en el suelo.
Más que una duda…un temor…que Aiden despertase involuntariamente del efecto del veneno antes de lo esperado.O de concluir su tarea.
Miró a Shivadel cuyos orbes seguían girando como el tiempo…sumida en ese sueño eterno…y cerró los ojos por un momento.

Si Aiden lo conseguía y traía su alma…o esa parte de su alma de vuelta…tendría muchas cosas que explicarle a la nocheterna.Y conocía a Shivadel Frutoarcano lo suficiente como para saber que querría venganza…y no podía permitir tal cosa.
Renel necesitaba a su madre.

Dio vueltas por la habitación. Lith se había quedado con los niños arriba,no quería que presenciaran aquello.
Si algo salía mal y la maga nocheterna moría…no quería que Renel lo viese. Aunque era un bebé daba muestras de una inteligencia muy despierta al igual que sus hijos.
Quizás el futuro de Azeroth pasaba por todos aquellos niños híbridos. Aberraciones como las llamaba Eleanna.

Miró al caballero de la muerte…gruñía y agitaba los brazos en el aire.Aquello no pintaba bien…y lo que era peor…parecía por momentos que su “experimento” con las hierbas gélidas iba a sacar a Aiden de aquel sueño de la muerte antes de completar su misión.
Miró su mesa de alquimia y estuvo a punto de coger un veneno a base de hierba vil para darle un par de gotas y obligarlo a seguir ligado a la muerte.
-Espera un poco más-se dijo.

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En un suspiro la calma había dado paso a un vendaval en la cámara del corazón, varios campeones ahora desenfundaban sus armas mientras auras moradas les rodeaban y unos ojos morados con pupilas anaranjadas aparecían en su frente. Magos, guerreros, sacerdotes, chamanes….toda clase de siervos fieles a un único amo de las profundidades.

N’ZOTH

En un instante una batalla rompió el silencio d ella cámara, los primeros caídos apenas les dieron tiempo a reaccionar por la sorpresa, luces rojas y sonidos estridentes crepitaron por la cámara grupos de forjados y terraneos accedían a la sala armados y en posición defensiva desconcertados ante una amenaza, aunque inminente, desconocida y extraña.

Fue en ese instante, mientras se preparaba para la carga del orco y de posibles ataques adyacentes, cuando noto una presencia en su espalda. Temiendo una emboscada giro rápidamente y realizo una finta con objetivo de acertar a su adversario, pero paro justo al ver su rostro. Frente a el se encontraba un viejo conocido, un elfo levantado durante el regreso del Rey Exánime que sirvió temporalmente en sus huestes como una de sus más letales espadas.

Un caballero de la muerte de ojos azulados que fluían con un gélido tono en su rostro, su armadura era negra en su totalidad, decorada con algún rostro cadavérico que traería tormento en los últimos momentos de vida de sus enemigos y varios pinchos ya viejos del uso, su arma era una gran hacha de color celeste la cual proyectaba un vaho blanquecino a su alrededor.

Tal y como la ultima vez, “Shadow” había aparecido en el momento más oportuno. Con una media sonrisa volvió a enfrentarse a su primer enemigo mientras el caballero de la muerte cubría sus espaldas y miraba fijamente a sus próximas presas, al alimento que devoraría su hoja runa.

- Creo… -manifestó con desdén mirando al orco- que “había” una pequeña desigualdad numérica, ahora ya está corregida.

El orco y sus secuaces miraban atónitos a la oscura figura.

- Alzados -escupió el orco- se creen algo que no son.

- ¿Comandante? -preguntó Shadow- Cuando gustéis.

- Deberíamos dejar de encontrarnos en estas situaciones -Dijo irónicamente el paladín- Aunque mirándolo por este lado ahora tenemos menos “demonios” que compartir. Pero el orco es mio.

- Todo tuyo…-dijo el no muerto dándolo por zanjado.

De pronto, en milésimas de segundos, el caos reino en la sala. Hechizos se lanzaban y volaban por el techo de la cámara, tintineos y chasquidos de armas chocando se repartían en un mar de furia que no cesaría con prontitud, pisadas y golpes sordos que se acompasaban con el chasquido de un hueso roto, de una herida profunda o un grito dando pie a una obra de teatro sangrienta.

Una carga de terraneos se unió a la refriega pero fueron fácilmente repelidos por brujos y magos que ahora proyectaban magias del vacío, estas aumentaban la letalidad y fuerza de sus conjuros con un poder que los superaba con creces. Más terraneos llegaban para sustituir a los últimos acompañados de doncellas y gigantes fundidos, como una estampida de eleks arremetieron contra los enemigos de todo y superaron su bloqueo.

Mientras, el caballero d ella muerte y el paladín repelían los ataques de sus contrincantes con sincronización. Con su escudo el paladín bloqueaba las arremetidas del orco y apoyaba al no muerto aturdiendo con un martillo de justicia que freno el avance de unos de sus contrincantes, esto fue el momento en que aprovecho para alzar su hoja runa e invocar unas estalactitas que, con un crujido y un suspiro, acabaron con la vida de su oponente.

Una sentencia voló por su costado y dio de lleno a otro guerrero del vació que se acercaba por el punto ciego del no muerto, cayo su cuerpo a plomo antes de poder reaccionar. Sin embargo el combate seguía, con su hacha paro un machaque colosal que iba dirigido al comandante por parte del orco, era fuerte y su ira conseguía acumular mucha magia del vació con fervor. Al final, un empujón con su escudo y una estocada lo hicieron retroceder.

- Lucháis valientemente pequeñas alimañas, perdéis vuestras habilidades en un mero destino esperanzador que ya esta sentenciado. -dijo con voz fatigada el orco antes de señalar al comandante- Tu lo has visto, puedes escuchar sus verdades y controlar su regalo. ¿Porque reniegas y luchas contra tus verdaderos camaradas? Sirve a nuestro amo, sucumbe a su destino y visión…

Shadow miro de reojo al paladín sin entender la situación pero este parecía inmerso en su contrincante. Por un momento le pareció ver un brillo violáceo en sus pupilas pero lo descarto inmediatamente. Sin embargo, el paladín estaba furioso, colérico y harto del orco. Agarro con fuerza la empuñadura de su maltrecha arma, podía sentir la energía del vació en su interior suplicando salir y acaba con su oponente, quería darle lo que buscaba, callar su estridente voz.

Pero, haciendo un caso omiso a su instinto y a los susurros, se limito a cargar de frente con su escudo en ristre. El orco alzo sus arma y se preparo para recibir el golpe y contraatacar pero, en ese instante que sus filos ya compartían el mismo aire y se llamaban a la lucha, el paladín giro a la derecha esquivando al orco.

Tras el, el caballero de la muerte también cargaba con una mano alzada, de ella unas cadenas heladas salieron disparadas al cuello del orco y a sus piernas dejándolo atrapado. Aun portaba sus arma e intento zafarse cortándolas pero no tuvo éxito, con un grito de furia arremetía más fuerte contra su encarcelador y las cadenas que le auguraban un final inmediato. Poco a poco el chasquido del metal fundiéndose con el hielo imperecedero fue tragado por un silbido que recorría su cuerpo, con rapidez el orco se impregno de un aura violácea que transformaba su estructura y armadura, rodeaba sus armas y, tras un ultimo golpe, consiguió romper las cadenas.

Pero era demasiado tarde.

Mientras se levantaba con firmeza el hacha del comandante impacto en la espalda del orco, un grito ahogado salio de su boca y, mientras el hacha rasgaba y rociaba el suelo con un rastro de sangre oscura, soltó su arma con lentitud. Sin fuerzas y con la fuerza del vació desapareciendo de su cuerpo, el orco cayo de rodillas al suelo mirando fijamente al no muerto y el filo de su hacha.

Con un zumbido y un rápido movimiento el caballero d ella muerte cerceno de un tajo la cabeza de sus hombros dejando en el suelo un cuerpo inerte revolviéndose y una cabeza atrapada en un rostro horrorizado.

Pero la batalla estaba lejos de terminar, caballero d ella muerte y paladín se unieron a la ofensiva de terranos, defensores y aventureros. Si la cámara caía Azeroth estaría condenado así como cada una de las vidas que residía en este destrozado planeta.

Una llama impacto en la espalda del paladín y cayo con un brusco golpe al suelo, tras el una maga humana preparaba otra piroexploxion que terminaría del todo con su existencia.

- Solo es un peldaño más en tu camino -susurro una voz de ultratumba

Rodó por el suelo esquivando por pocos centímetros la explosión y, agachándose en el acto para mayor precisión, lanzo el escudo con todas su fuerzas. El impacto dio de lleno en la cabeza escuchando un crujido, había faltado muy poco.

Unas pisadas fuertes provenían de su espalda, un grupo de taurens se dirigían a la salida raudos dando voces por la cámara, también portaban ese maldito ojo aterrador.

- Retirada! Nuestro amo nos reclama, ya esta hecho. LARGAOS MALDITOS PUSILANIMES.

Embistiendo atravesaron un pequeño muro de terranos que les impedía dirigirse al teletransportador de salida, pronto el resto de soldados de N’zoth huían o encontraban un final en el frío acero o en la magia de los defensores. Sin pensárselo el comandante cargo contra ellos.

Shadow pareció entrever sus intenciones, alzo su enguantada mano y un espectro con forma draconica apareció en el techo de la cámara. Con su aliento congelo suelo y la zona de salida con grandes estructuras de hielo puntiagudo que le recordaron a la lejana Rasganorte. Pero esto no les impediría el paso mucho tiempo, varios brujos y magos preparaban poderosos hechizos mientras varios guerreros arremetían contra el hielo. Pronto se rompería.

El comandante corría con todas sus fuerzas, apartando, bloqueando y atacando a cada enemigo con el que se encontraba. Un par de goblins cayeron por el peso de unas dagas elficas y le liberaron un poco el paso hasta llegar a un tauren de color negro, armadura plateada y rojiza y con un cuerno roto, pudo apreciar que cargaba con una caja de madera reforzada que parecía pesar considerablemente. No era el único, enfrente de el varios tauren, elfos, enanos y goblin llevaban distintos pergaminos, cajas, armas y explosivos.

La sorpresa del ataque les había debido obligar a adelantar sus planes, querían desbarajustar las ultimas remesas de los defensores.

El hielo crujió ante el primer impacto de los hechizos, grietas recorrieron la fría roca blanquecina dejando claro que pronto cesaría su utilidad. Sin meditarlo ni un segundo aprovecho el desconcierto y salto a la espalda del tauren con la caja.

Intento zafarse del paladín con su mano libre pero le resulto inútil, alzando su hacha golpeo fuertemente a la altura del hombro con el sujetaba la caja realizandole un profundo corte. La caja cayo al suelo y volcó su contenido. Dentro contenían unas armaduras a medio construir, disponían de un diseño extraño que no podía reconocer y parecían irradiar un poder que juraría que provenía de la azerita.

- ¡Las cajas!¡Que no se lleven nada, tienen las armaduras! -grito colérico el paladín que seguía sujetándose con dificultad al tauren-

Varios defensores saltaron como un resorte al escuchar hablar de las armaduras y, tan rápido como sus enemigos les permitían, empezaron a arremeter contra la comparsa que intentaba huir. A su vez el comandante cayo al suelo tras ser golpeado contra la pared, el tauren pateo su pecho haciendole toser sangre. Sin embargo una flecha impacto en el cuello del toro matándolo en el acto.

CRACK

La ultima oleada de hechizos hizo reventar el muro de hielo que, al igual que un glaciar en el frío norte, se desplomaba en trozos irregulares dejando vía libre a los invasores. Pronto empezaron a escapar los primeros títeres del Dios antiguo, hechiceros y guerreros iban retrasando su avance siendo flanqueados por los defensores, aunque no estaban teniendo mucho éxito. Más de 7 personas habían conseguido escapar de la cámara con algún plano y piezas de armamento.

Varios cazadores presentes lanzaron sus trampas congelantes para frenar la huida enemiga, un elfo d ella noche junto a un gnomo quedaron atrapados en ellas. Shadow, acercándose raudo, como si la muerte guiase su mano, se acerco a la salida e invoco nuevas cadenas de hielo que frenaron a 2 tauren que portaban las ultimas cajas. Solo quedaba un pequeño goblin que esquivaba a los defensores mientras protegía unos pergaminos de un tono amarillento.

El comandante le persiguió por medio de la marea de sangre, acero y muerte pero por más que lo intentaba el infame era más rápido y ágil que el. Ya sumido en una ira irrefrenable y la impotencia intento alcanzarlo con sentencias o martillos de justicia, pero al seguir siendo débiles no tuvieron el mayor efecto.

El goblin sonreía, su amo le recompensaría por tamaño regalo, veía como se zafaba de defensores, terraneos y vigilantes. La salida estaba a su alcance, pisaba los últimos escombros del frío hielo, acuchillo a un trol que protegía la salida y, justo cuando sus pies llegaban a la plataforma escucho un grito. Lo ultimo que pudo ver es como un arma translucida violeta se dirigía hacia su cuerpo con celeridad. Una voz sonó en su mente mientras su alma se dirigía a las tierras sombrías.

- Tu muerte no es más que un paso en su destino. Un simple peón para mi adalid.

Al otro extremo el paladín miraba con furia el cadáver inerte del goblin en la pared de la cámara, su brazo aun estaba alzado y rodeado de pequeñas lineas violeta que llegaban desde su hombro hasta la punta de su arma. No había podido controlarlo y, temiendo que N’zoth se fortaleciese y tuviese aun más información sobre la cámara, se sumió en los susurros.

Los últimos invasores estaban cayendo o habían sido atrapados, al final la batalla concluía con un amargo saber en la victoria. Si, habían podido detener gran parte de los infiltrados pero a un precio in pensable. Varios terraneos, gigantes forjados y aventureros habías muerto, las cámaras habían vuelto a demostrar su fácil acceso y ataque, los infiltrados, pese a que había realizado su plan de improviso, consiguieron huir con piezas e información importante.

Y lo peor, varios presentes pudieron ver con total claridad el ataque que había realizado el paladín. Sus rostros de miedo y alerta los delataban, no estaban seguros si era o no un infiltrado de N’zoth, otro títere en sus planes que servia a un vació que deseaba consumirlo todo. Se levanto con las ultimas fuerzas que le quedaban, tenia heridas en el pecho, lo que parecía una costilla rota y un feo corte en el antebrazo derecho.

Pero no debía esperar más, la hora de la verdad había llegado y era necesario hablar con el portavoz si quería adentrarse en Nyalotha sin temer por su cabeza ante sus aliados.

- ¿Donde esta Magni? -dijo el paladín a ningún sitio en concreto- Creo…que hay cosas de las que tenemos que hablar.

CONTINUARA…

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Los pasillos de Ny’alotha estaban vacíos, la expedición conjunta de la Alianza y la Horda había avanzado despejando el gran vestíbulo de entrada de la Ciudad, una lanza dirigida al corazón del Dios Antiguo y un escudo contra sus fuerzas. Sin embargo, así como este baluarte podría verse abrumado, también podrían hacerlo los defensores de Azeroth en el mundo físico.

Fue este dilema lo que llevó a Nhail y Kæterynn a este punto cuando entraron por uno de los repugnantes tentáculos del propio N’Zoth.

“No sé lo que esperaba, pero esto es algo completamente diferente”.

— De acuerdo. Es desconcertante.

Se puso de pie nuevamente, dejando que su mirada se deslizara sobre las viscosas paredes y los diversos ojos.

"No pensé que sería tan … mmmm, siento que estamos dentro de algo. Pensé que sería más abierto "

En casi toda las superficie, la piedra lisa y oscura, antinatural en su perfección angular, sus ojos brillantes y misteriosos observaban, se movían, las pupilas se dilataban y contraían.

“Yo también lo pensé. Quizás estamos dentro de algo, sin embargo. ¿Un edificio, un templo? De cualquier manera, creo que nos está … observando”.

— Me pregunto si puede procesar todo lo que ve en tiempo real, o si necesita analizar todas las visiones. ¿Cómo sabe dónde concentrarse? — Después de una pausa, continuó. — No es buena idea que debamos quedarnos quietos demasiado tiempo.

“Debemos movernos no me gusta esta sensación de ser observada, ¿Izquierda o derecha?”

Nhail miró hacia arriba y alrededor mientras daba un paso adelante, mirando hacia los senderos que se bifurcaban.

— Ah, claro, supongo. Parece que hay algún tipo de salida al otro lado, esta sala es … — Señaló, en la distancia, un camino hacia arriba, una luz naranja espeluznante en la parte superior, flanqueada por dos obeliscos masivos, con los ojos ardiendo en su intensidad.

La pareja comenzó a caminar en silencio, desconcertados por la opresiva oscuridad a su alrededor, atravesados ​​solo por los ojos siempre presentes y siempre vigilantes.
Con curiosidad acercándose al borde, Nhail miró hacia abajo, en la oscuridad había tentáculos de tamaño monumental, caminos y obeliscos que se extendían hacia una neblina enfermiza, donde las sombras cambiantes hablaban de más horrores.

Kæterynn respondió: “Puede que tengas razón sobre estos caminos. El Vacío y sus posibilidades … nada es constante, y me sorprendería si este lugar lo fuera".

La pareja continuó avanzando dejando la pregunta sin resolver.

— Este lugar me hace sentir … asqueroso. — dijo finalmente Nhail una vez que estuvieron lejos del borde del abismo que se retorcía debajo.

“Esa es la mejor manera en que puedo pensar para describir cómo se sintió el Vacío en Argus. Está fuera de todo orden natural. No me gusta …”

A medida que avanzaban más por la cámara, pasaron un arco alto, la puerta dentro se cerró herméticamente. Mientras se movían, Nhail continuó observando los ojos de los obeliscos.

— Es interesante que los ojos parezcan estar en un solo plano en este atrio. Ninguno se enfrenta directamente a los lados.

"Tienes razón. Así que puede haber puntos ciegos … "

Al acercarse a la puerta extendió el brazo para deslizar una mano enguantada por su superficie. Fue demasiado suave y retrocedió, estremeciéndose. Nhail lo miró, mirando entre él y la estructura masiva.

— No creo que lleguemos a ninguna parte.

“Parece que sí. Parte de mí se pregunta si hay algo más allá de esta puerta, o si es simplemente para atrapar a los desprevenidos”.

— ¿Que te hace pensar eso?. — preguntó mientras reanudaban su caminata.

“Quizás simplemente no se usa en este momento”, afirmó Kæterin, “Una configuración diferente, me pregunto si inscribimos nuestras runas en los pilares que sostienen los ojos, ¿pero … en los lados en los que los ojos no están?”.

Nhail sonrió.
— ¡Ah, esa es una buena idea! Los puntos ciegos podrían jugar en nuestra ventaja. Cuanto menos de este lugar …

El camino hacia el extremo opuesto del pasillo continuó, serpenteando sobre el abismo nebuloso de abajo. Nhail se enfocaba en la estructura de la antecámara y las tablas de piedra talladas con runas que se alineaban en aquel tramo de la pasarela, suspendidas en auras de ese ahora familiar resplandor naranja.

— Estos caminos parecen estrechos para algunas de las criaturas que he ido asociado en este lugar. Hace que uno se pregunte cuántos mortales han arrojado su suerte para nada… — Nhail sacudió la cabeza un poco.

"Siempre hay cultistas, pero nunca entiendo cómo llegan a pensar de esta manera, tengo que admitir que pensé que se sentiría más … orgánico y menos geométrico’’

Nhail observó las piedras talladas ante ellos con un triste suspiro.

— Una excelente pregunta. Cómo la locura y la nada pueden ser una solución a sus males, nunca lo entenderé.

Acercándose a la larga escalera que conducía a la salida, Nhail señaló una vez más sobre el borde.
— Hay algo que fluye allí. ¿Puedes ver?

"Parece lava, pero fluye con demasiada rapidez. ¿Sangre tal vez?. Pero emite luz. Sea lo que sea, no está bien".

Efectivamente, había un flujo iridiscente de líquido anaranjado, de fuente desconocida hacia un destino desconocido. Cuando la pasarela flotante se unió a lo que parecía, al menos, ser una piedra sólida bajo los pies del elfo, notaron un extraño santuario, antorchas de llamas antinaturales colocadas bajo salientes de piedra inclinados cubiertos de runas ininteligibles. Por encima de todo, había un ojo enorme.

“Si esto es, de hecho, un templo. Me hace pensar en … juicio. Una gran mirada ardiendo desde arriba”.

— Me retracto. Creo que prefiero lo geométrico a lo … orgánico. — hizo una mueca mientras pasaba por uno de los canales.

Cuando finalmente llegaron al extremo más alejado de la cámara del templo, al pie de las escaleras, vio una plataforma aparentemente inaccesible en la que se levantaba una gran niebla espesa.

“¿Cuántos pasillos hay a nuestro alrededor que no podemos ver?” agregó con nerviosismo: “¿Qué tan vacío está este lugar?”

— No estoy seguro. Pero es inquietante. ¿Podría ser una trampa?, ¿Atraernos más profundamente?.

“O podrían ser ambas cosas”.

Nhail frunció los labios nuevamente.
— ¿Tienes informes sobre cuánto tiempo ha estado despejada esta área?

"Ha pasado tanto tiempo … " — respondió Kætteren con algunas dudas.

Subieron los escalones, la atmósfera depresiva había comenzado a pasar factura. Nhail admitió en voz baja: “No me gusta cómo cambian las perspectivas aquí dentro’’

Nhail se detuvo. Señaló los dos obeliscos más grandes que cualquier otro en la antecámara.

— Los puntos ciegos aquí. — dijo mientras se movía entre ellos fuera de la mirada de los penëtrantes ojos. — Estos serán adecuados, ¿crees?.

Nhail comenzó a preparar las herramientas necesarias. Dejó caer su mochila en el suelo a sus pies y, arrodillándose, sacó una caja. Dentro habían unos focos cristalinos con núcleos de Azerita y varios pergaminos con el sigilo de protección del Vacío inscritos en ellos.

— Gracias por tus enseñanzas en el pasado Alto examinador Tae’thelan

De pie de nuevo, la voz Kætteren sonó. “Los focos deberían proporcionar suficiente poder para dejar una marca en estos obeliscos sin agotarnos, y con el sigilo correcto, esperemos que podamos hacer un trabajo rápido”.

— ¿Arderá la azerita?. — se preguntó, pasando un dedo por la caja mientras su mente trabajaba en las complicaciones que podría tener.

“Si se canaliza demasiada energía demasiado rápido, existe el riesgo, pero deberían ser seguros”.

— Está bien — asintió con la cabeza — ¿Deberíamos separarnos para que sea más rápido, o sería mejor detectarnos el uno al otro?

''Estoy segura de que lo lograremos, saldré de la armadura en forma espectral por un limitado tiempo, creo que será suficiente, te ayudaré".

Nhail sacó un foco de la caja y desplegó el pergamino con el sello de protección del Vacío. Girando hacia uno de los obeliscos, respiró hondo para calmar sus nervios. Cerró los ojos y entonces se abrió un conducto de poder, canalizándolo a través del foco de Azerita, un rayo de luz azul surgió hacia la piedra. Guió el foco trazando lentamente las curvas de la runa en su mente, con los ojos aún cerrados en concentración, — Gracias Kætteren.

Cuando se acercaba a la mitad de la formación de la runa Nhail comenzó a tambalearse, el foco de Azerita surgió y crujió con el poder canalizado.

— Esto debería funcionar …

Nhail miró hacia la caja, sintiendo el ruido de la energía resonando dentro de los otros focos. La inquietud del lugar se apoderó de ellos.
Mientras grababa el elemento final del sello en el obelisco, arrojó bruscamente el foco ahora sobrecargado a un lado, donde se encendió brillantemente y luego quedó agotado. Soltó un fuerte suspiro, el poder que fluía a través de él se disipó.

‘‘Uno menos’’

Se desplomó hacia adelante, descansando las manos sobre las rodillas y sacudiendo la cabeza.

"Tu paciencia supera la mía Nhail, relájate, estamos aquí juntos hasta el final.‘’

Respiró hondo, se concentró y volvió hacia el otro obelisco con un movimiento de cabeza.

“Siempre es agradable cuando me escuchas sin luchar” — bromeó Kætteren, pero luego le dejó concentrarse, con los ojos aún recorriendo el área y alerta por amenazas.

Volvió a cerrar los ojos, dirigiendo el rayo de Azerita con tanta precisión como pudo, este aún esbozaba una sonrisa ante aquel comentario burlón. Su trabajo continuó, moviéndose más lentamente esta vez. Con las últimas líneas iluminadas en la piedra resbaladiza y el sigilo zumbando con poder, Nhail completó la talla de la runa mucho más rápido que antes. Abrió los ojos y sonrió, una oleada de alivio se apoderó de él.

Recogió la bolsa y la equipó sobre su espalda nuevamente mientras se abría paso a través de los pasillos vacíos de Ny’alotha.


Continuará …


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