La oscuridad reinante hacía presagiar algo nefasto. La goblinesa podía ver la inquietud dibujada en la cara de los locales, mientras el sol era ocultado por las inmensas nubes de crepitante oscuridad, que los poderes de Nzod lanzaban para llenar de pavor y miedo, los corazones de todo uldum.
El tabernero, fue encendiendo velas y lamparas de aceite en el local, para así combatir la creciente falta de luz. Casi parecía noche cerrada a pesar de ser media tarde, y la gente hablaba entre susurros. El ambiente era bucólico y la estrategia de Nzod parecía funcionar.
Kmils degustaba los pinchitos observando al resto, sentada con porte altanero. Ni rastro de Morda, y sabía que Belter aún tardaría en regresar a la posada. Entonces una de las guardias de Morda bajó a comer algo.
– Eh! Ya regreso Morda? Debo hablar con ella.
La goblinesa la reconoció y sonrió mientras respondía.
– No!. Se fue temprano sin sus cosas, y no la he vuelto a ver en todo el día… No debería tardar, cuando se ausenta mucho se lleva equipaje de sobra… ni sus piruletas llevaba hoy.
– Sin sus cosas? interesante!
– Si, salio de sus aposentos sin su mochila ni su faltriquera. Por cierto… Esta noche habrá partida de dados, Kmils… ¿Te apuntaras?.
– Quizás!, pero tengo cosas que hacer antes.
Una loca idea y su urgencia de respuestas empezaron a dar vueltas en su mente. De un salto, se encamino a la salida sin pagar, pero curiosamente el tabernero sonreía y solo le dio un jovial saludo por respuesta… visiblemente satisfecho con sus huéspedes.
La goblinesa se alejo de la taberna un poco y tras una esquina, se zafó de la vista de lugareños y caminantes, para pasar a ocultarse, como solo un profesional de su oficio sabe. Trepó por los tejados y regreso camino a la posada de forma discreta y sigilosa, por las alturas… cuidadosa cual gato.
La rogue, logro burlar a los vigilantes jugando a saltar de ventana en ventana, por las alturas de la ciudad, hasta tener a la vista la ventana de la habitación de mordacae… No iba a esperar. Una mirada de decisión brillo en el rostro de la goblinesa. Fuera había guardias, pero si era sigilosa y no fallaba, aún estarían las cosas de morda dentro, podía tener pistas, necesitaba saber… No esperaría mas.
Con cuidado y cierta temeridad, esquivo una patrulla apostados en una terraza cercana en el exterior… La oscuridad reinante por las nubes de nzod, le estaban siendo útiles, la ayudaban a ocultarse…
Una tímida sonrisa emergió en la cara de la sibilina ladrona enmascarada.
Las ventanas estaban cerradas y no se veía nada dentro, demasiado oscuro.
Con habilidad y los nervios típicos de su trabajo, sacó una ganzúa, se descolgó y como un rayo y en completo silencio entró en la oscura habitación.
Kmils sintió cierto ardor en el estomago por la emoción. Estaba acostumbrada a entrar y salir sin ser vista, pero era la primera vez que lo improvisaba y estaba arriesgando mucho, no era la habitación de cualquiera. Por un momento dudó, pero una extraña sensación la distrajo.
La habitación era de tamaño medio, pero la oscuridad en la que se hallaba no le dejaba ver nada, pese a que sus ojos estaban acostumbrados al amparo de la noche… Pero aquella falta de luz, era especialmente notable… Kmils, silenciosa e inmóvil, miró nerviosa hacia la ventana, pareciera que la oscuridad de aquella habitación devorase la poca luz que por ella entraba.
Miró alrededor y no sin esfuerzo, creyó reconocer vagas formas de muebles, mientras los latidos de su pecho se aceleraban, empezó a sentir frio de forma repentina y sus movimientos eran pesados, como si el aire de la habitación fuera denso, muy denso. Una oscuridad densa y agobiante que empezó a ser poco natural para alguien versada en el noble arte del amparo nocturno.
Avanzó, no sin dudas, y pudo reconocer parte del tesoro que trajeron Belt y morda de su viaje, sobre una mesa de escritorio. 4 piezas posaban a la vista de forma especial, las miró por un momento cuando de pasada, creyó ver algo oscuro zigzagear en el suelo, saltó pero no había nada… por un momento, temió hacer ruido. Las guardias estaban en la puerta… Los nervios cada vez eran mayores, aquello era muy raro. Decidió darse prisa y empezó a acercarse a la zona de la cama.
Vio la mochila, sentía un helor importante que entumía su cuerpo y la impedía ser tan ágil como era habitual… se acerco nerviosa a la mochila cuando se percató de repente. La gnoma estaba en la cama, en la oscuridad, de la habitación.
Que diablos? Estuvo aquí todo el rato… Los pensamientos empezaron a sucederse en su cabeza.
La cara de Kmils reflejó su estupor. Morda estaba inmovil, tendida en la cama como una muñeca de trapo dejada caer de cualquier forma. Vestida, sin mantas y con los ojos abiertos mirando al techo.
– Hola?
Kmils dudó de si estaba viva, se acercó mas y vio que la gnoma no se movía pero si respiraba. ¿Dormida? Pasó la mano por delante de sus ojos abiertos… ningún movimiento.
Pensó un momento y sacó la “Hoja del crepúsculo”, la desenvolvió de la tela burda… ¿Si la toca volverá a pasar alguna cosa? con cuidado y cierta torpeza por el frío, la sacó y cuando giró la cabeza hacia la gnoma. Morda había girado la cabeza y la estaba mirando, a muy poca distancia, con sus ojazos verdes abiertos de par en par.
La goblinesa se sobresaltó y callo de espaldas.
– ohh!! valla… Esto… Hola?
La ceja de morda de su ojo izquierdo se movió .
– En que puedo ayudarte Kmilis? – Dijo con un tono neutro y bajo, mientras miraba la daga en las manos de la rogue. Kmils tragó saliva.
– ohh! valla, espero no haberte asustado… Yo solo quería hablar… – La goblinesa escondió a sus espaldas la Hoja aunque sabia que Morda la había visto.
El rostro de Kmils era apurado y la mirada de Morda incisiva.
– Vienes a matarme? – Dijo sin mover un solo musculo ni señal de aspereza, tranquila y lacónica.
– Oh! no! no… Yo solo estoy preocupada… – Por un momento, a Kmilis no le gusto como sonó, pero la pregunta la había sobresaltado. La conversación no iba ni remotamente como había imaginado en su cabeza.
– Es por esa elfa… No comprendo… (Pausa) Tenemos que charlar jefa.
Al hablar, La goblinesa reparó en que el frío había desaparecido y la oscuridad de la habitación había menguado, había hasta cierta claridad… ¿Nzod? hizo un esfuerzo por centrarse en Morda que la observaba silenciosa.
– Pregunta libremente Kmils, mereces cada ápice de mi atención…
El tono sonó bucólico, pero sincero.
– Estas bien Morda? llevas aquí todo el día…
– Siéntate y pregunta… hay piruletas por alguna parte, coge una… – Interrumpió
La gnoma se movió con cierta vagueza tratando de mirar sobre la mesa de noche.
– Esa elfa, no se si la ves con objetividad jefa… ¿La conoces bien? ¿De que la conoces? ¿Como la conociste? – Se atrevió a preguntar finalmente.
La mirada de la gnoma se volvió seria y la taladró como lanza espartana. Pero al segundo se relajo, cerro los ojos y volvió a mirar a Kmilis con calma.
– ¿Conoces la sensación de inevitabilidad Kmilis? ¿Esa tosca y lugubre sensación, aveces dulce y otras amarga… de que estamos avocados a solo ser fichas en un inmenso tablero de juego… donde nuestro destino no es nuestro? ¿De saber que la vida, el tiempo y el destino juegan a darnos y quitarnos lo que odiamos, necesitamos o deseamos, como de un juego se tratase… imponiéndonos sus tiempos y sus reglas en arrebatos arbitrarios que nos condicionan y nos agitan sin posibilidad de defensa, como a mariposas el viento?
¿Como conocí a “la elfa” preguntas? El viento hizo, que las dos mariposas se tocaran… y se conocieran.
La gnoma miró la expresión de la rogue… y siguió
Te responderé… Estaba destinada a conocer a “Esa elfa” Kmils, lo tengo claro. No creo en las casualidades.
La conocí en un raro día de lluvia en Tanaris, pero dudo que ella lo recuerde…
Un Troll vendedor de fruta peleaba con algunos lugareños y ella estaba en el tumulto. No reparé en ella hasta mucho mas tarde, cuando entre galletita y galletita la vi saltar para oponerse al despotista troll, pero no la entendí.
La valoré apresuradameeeeente!, pensé que hablaba desde su orgullo elfico… negué con la cabeza y continué con mis negocios… Pero volvimos a coincidir y la recordé, la elfa orgullosa… se acerco a mi amiga saphoneta, a la que yo le hablaba de la horda y nos regañó. Que osadía… Tssss
¿Sabes cuantas personas me regañan en Tanaris kmils? Pocas… Muchas discuten, pero regañar casi ninguna, tengo gran influencia alli… fue raro, pero reaccioné como mis genes guerreros me lo pedían… Nos enfrentamos!!! pero entonces dijo algo que me descoloco… En aquel momento paso algo raro. Me di cuenta de que jugaba… No actuaba por orgullo, la había entendido mal, jugaba… reaccione recalibrando la situación pero no me dio tiempo a decir nada grueso en voz alta, por que ella tb recalibro… casi al mismo momento. lo vi, en aquel preciso momento nos entendimos sin palabras. ¿Te imaginas? ¿Cuantas posibilidades de que eso pase pueden darse?
Kmilis observava silenciosa y perpleja.
La conocí por que el destino es así… estaba escrito. No para de jugar con nosotros y agitarnos una y otra vez. Y si bien, tu puedes desconfiar de ella, para mi es un caprichoso regalo, llegado en un momento en el que no esperaba nada, pero del que no me voy a desprender por propia voluntad.
– Pero no la conoces, podría traicionarte… Confías demasiado en ella, me hace encargos a tus espaldas y se descuidó en Dalaran… Te secuestraron!!.
La gnoma miró al techo y sonrió.
– Confío por que merece esa confianza, cada grano de arena que cae, termina siendo hermoso si se sabe valorar y caen en ambos platillos de la balanza kmils.
Kmils negó con la cabeza.
Así es este juego Kmilis… Disfrutamos de lo que a nuestro alcance pone el universo, mientras podemos y nos permiten las arbitrarias reglas que nos rodean a todos. Lo que mañana nos depara elune esta fuera de nuestra capacidad de previsión… reaccionaremos cuando toque reaccionar, no antes… y ademas. “Esa elfa” tiene algo Kmilis, lo noto. hay una conexión que considero mutua. Es una elfa entre 10 millones. Quien quiera rechazar eso en este intrincado tablero, esta loco. Por mucho que seamos de razas diferentes… ella valla descalza y yo use botas gnomicas… ja! el destino sabe lo que hace.
Y no confió en ella por placidez ni locura Kmils, cada grano de arena que cae en la balanza esta medido y sopesado. me hace feliz querida compañera…
Hasta nos protegió de mantovil, sacrificando parte de sus recuerdos en el proceso… y la observo de cerca, no es la única cosa que ha hecho por nosotros ni por mi… es mas de lo que aparenta y es importante para mi.
La goblinesa puso cara de no entender y la gnoma le relató el sacrificio de Belt contra Mantovil y su perdida de recuerdos…
– Pero… Me encargó que robase una capa a los aventureros. Trama algo.
La gnoma volvió la cara a Kmils y calvo sus ojos en los de la goblinesa.
– El libro que robamos en Dalaran, es para buscar una solución a su problema de memoria, en el libro encontraré lo que necesitamos… Y para ello, hace falta que Nzod deje de entrometerse. Esa capa, es necesaria para protegerla de su influencia. Me alegra saber que ya le has conseguido una… aunque no sabia que te la fuera encargado.
– Morda, no se si tus esfuerzos se te volverán en tu contra… A pesar de que entiendo lo que me dices, tendré los ojos abiertos. Es elfa y no se si merece tus esfuerzos ni confianzas.
– He hecho mucho mas, recibiendo mucho menos de lo ya recibido… tus recelos nacen de no conocerme. tranquilízate Kmils, ella no puede dañarme y esa conexión… he vivido cosas mas complicadas y menos interesantes… La protegeré si puedo… es importante para mi. Por cierto, para no querer matarme, no sueltas esa daga de ahí…
– ohh esto… no te tenia por bruja… lo de ayer… fue raro…
La gnoma entorno los ojos.
– Tranquila, no volverá a pasar… Me fallo un poco el autocontrol.
– Fuiste tu? o la daga? – Kmilis sacó la hoja crepuscular mirándola con cierto recelo. – Fue raro… ese poder… jamas lo había visto.
– Fui mucho tiempo, miembra del martillo crepuscular… – Jugando con medias verdades.
Ignorando sus palabras. le acerco la daga con cierto temor a la gnoma, como esperando que pasara algo. La gnoma la miraba con cierta tristeza pero sin moverse en absoluto, decaída y bucólica. Pero en el ultimo momento, Kmils se arrepintió y la alejo antes de que tocara a la gnoma.
– He escuchado historias de Nzod y poderes oscuros, jefa… pero lo de ayer me impresiono. Jamas había visto nada igual… ¿Lo hiciste tu? o ¿Esta maldita?
– ¿Nunca has visto los poderes del vació en tus aventuras? ¿Quieres verlos? – Dijo la gnoma con cierta parsimonia.
Por un momento, Kmilis dudó pero volvió a acercar la daga, impulsada por la necesidad de conocer a su reciente nueva amiga y jefa… las piernas le fallaban pero no del miedo sino de la duda. Detuvo la daga a escasos centímetros de la gnoma.
– ¿Eso es un si?
La gobling asintió tímidamente conteniendo el aliento.
Con un estallido de energía, la aletargada gnoma se movió hacia kmils, sentándose en la cama de un golpe y tomando la daga con una velocidad que cogió desprevenida a la gobling. Pero no paso nada.
Por un momento, la gnoma miró la daga y la soltó sobre la almohada con delicadeza y volvió a mirar a Kmilis con cara seria, ladeo ligeramente la cabeza mirándola de arriba a abajo y dijo con voz cansada.
– Tu lo has pedido… Pero recuerda, confía en mi…
Con gran velocidad, una mano de Morda se abalanzó sobre la frente de Kmils tocándola con la yema del dedo, con un golpe seco.
Continuara…