El despertar de N'Zoth y el contraataque de Azeroth

Puerto de Ratchet

El enano observaba el ajetreado puerto mientras pensaba como llegar a la Cámara del Corazón, puesto que su vermis estaba en el futuro, a lo que observó a un nutrido grupo de gente en semicírculo alrededor de un heraldo, por lo que se acercó a ver que pasaba

  • Por ello la Cámara de Comercio de Ratchet ofrece 7 millones y medio por cabeza.

Pudo observar nada más asomarse como el gentío le observaba en silencio

  • ¿Pasa algo?.

  • Pasa que tu cabeza vale 7 millones y medio de oros.

  • Pero que dices Se quedo helado al ver las imagenes que portaba el heraldo, un enano y un kultirano, con la recompensa escrita abajo

  • Es mio, lo vi antes.

  • ¿Estas borracho?, esa cabeza es mia.

  • Obligame.

  • Yo me lo pedi antes.

Mientras el gentío amenazaba con llegar a las armas el enano habló

  • Ese no soy yo, ¿Acaso me ven vivo como el del cartel?.

  • Ja, te moristes y levantastes para pasar desapercibido.

  • Esa es la escusa más patetica que he escuchado, ¿si me quieren muerto por que iba a matarme para evitar morir?.

El orco cargó hacia el enano, que invocó un haz oscuro proveniente de las propias Tierras Sombrias, lo que hizo levantar al orco en peso mientras este rodeaba su cuello, haciendo escapar el aire de los pulmones del orco

  • Y bien, ¿de verdad tengo pintas de paladín?.

El espectáculo enmudeció al público

  • Cierto, no se parece, mira su pelo, es totalmente blanco.

  • ¿Como iba a estar de vuelta si es buscado?, seria un suicidio.

  • No era tan dificil y ahora, ¿El amable caballero me prestaría una montura, por favor?.

El orco intentaba hacer el gesto de levantar y bajar la cabeza mientras sujetaba el haz

  • Gracias.

Hizo desaparecer la oscura magia que estrangulaba al orco, haciendole caer como un saco de patatas, este señaló a un dracoleón de la cuadra del final de la calle mientras recuperaba el aliento

  • Me lo llevo, Dejó un saquito con unos oros junto al orco , ya ordenaré que vuelva a esta ciudad cuando llegue a mi destino, adios.

En la cuadra

  • Si, ese amable orco me lo ha prestado, vamos bonito dejame subir, nos vamos de viaje.

El enano no muerto despegó dirección al Suroeste, dejando la ajetreada ciudad y al orco que aún recuperaba el aliento


Sobrevolando Mil agujas

  • Mil Agujas, aún recuerdo aquella visión, en el estaba ese bastardo de Aiden… Es increible que dejase que un nuevo Arthas arrasase con el planeta, ¿Como pude haber estado tan cegado?, ¿Como pude seguirlo hasta Rasganorte y como pude ayudarle?, avergüenzo a todos los caidos, si lo hubiese matado cuando comenzó a corromperse nada de esto hubiese pasado.

Observó el atardecer reflejarse en la enorme laguna que antaño fue un desierto de sal

  • Hermoso desde luego… veamos, aunque en esta era aún era “joven”, no puedo subestimarlo aunque ¿realmente deberia matarlo?, quizas Chromi me envió para evitar que se corrompiese, en esta era aún seguía un ideal que no fuese el congelar todo, en algún momento ¿C’Thun?, ¿o era N’Zoth?, ni me acuerdo pero bueno, que el dios antiguo le corrompió la mente en algun momento haciendole creer que era lo mejor para nosotros.

El dracoleón se revolvió un poco

  • Tranquilo, pronto volveras a casa…ojala pudiese decir eso de mi, añoro Forjaz, aunque entiendo por que hizo lo que hizo, aquella visión que tuve era horrible, pero no se cumplió, entonces seguro que no hay un destino fijado, puedo evitar esa distopia, aunque ello suponga tener que matarlo, por la familia, por Azeroth.

Observo el paso de montaña que conducía a Tanaris, con el inmenso desierto de fondo

  • Tanaris, la última vez que estuve era tan diferente, observaré a Aiden aunque ¿que pasará si cumplo mi objetivo?, ¿Desaparecere como si de una anomalía fuese?, quizas mi futuro sea mas halagüeño entonces, quizas continue con vida…¿Que pasará si me encuentro con mi yo vivo del pasado?.

El enano sumergido en sus pensamientos entró en Tanaris mientras surcaba el sofocante desierto

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El forjado con una sonrisa en la boca pregunto…¿que es lo que no tiene gracia?
Niara con la boca abierta por la sorpresa(no esperaba escuchar esa reverberación bucal),la contempló de arriba abajo,con evidente curiosidad.
Luego le susurró algo al oido de Shield,quien respondió también a la pequeña. Kha solo pudo oir el final de la frase,del forjado…estará fría, no te asustes…
Con un gesto de duda,mezclado con la curiosidad propia de los niños, Niara se acerco a Kha,tomo su mano,y un estremecimiento por el frio,recorrió su pequeño cuerpo,se rehizo con rapidez de la sorpresa,y con su habitual desparpajo le dijo…
Soy Niara,y tu eres Kha,papi me dijo que eras su amiga,y yo queria conocerte,y ser tu amiga también. Lo que papi no me dijo,es que eras muy alta.¿Puedes agacharte un poco, por favor?
Un gesto de sorpresa apareció en el rostro de la alzada,ante la petición de la niña, no obstante y por curiosidad decidió agacharse,pensando que la niña le diría “alguna cosa de chicas al oido”. Se quitó el yelmo,dejando su bello rostro al descubierto,mientras se agachaba hacia la niña…
Esta,con un descaro impropio para su edad,le estampó un sonoro beso en la mejilla. Kha,conmocionada por el inesperado gesto,no supo como reaccionar…
Es verdad que está fría papi,pero su piel es muy suave. Una sonrisa bailaba burlona en los labios de la niña,y Kha,de reojo,observaba como el forjado trataba de disimular la suya.
Ahora si estamos formalmente presentadas Kha,y ya podemos ser amigas. Por cierto,papi,tenias razón,es muy guapa.
Ven,dijo la pequeña tomando de la mano a Kha,vamos a sentarnos,y nos tomamos algo…espera papi dijo que no necesitas comer, beber,o dormir,pero…si nos puedes acompañar mientras nosotros lo hacemos,y así me cuentas cosas de ti. ¿Es dificil estar muerta?..mami murió, pero no es como tú. ¿Duele cuando te matan?¿Y cuando te levantan?..
Con un aplomo que sorprendió a la alzada,Niara la tomó de la mano,mientras se acercaban a la barra del exobar…
Shield contemplaba con orgullo,como su niña,habia aceptado a la alzada con total normalidad…
Continuará

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Ka se dio la vuelta hacia Shield cuando Niara la conducía hacía la barra.Lo miró con gesto inquisitivo y un poco enfadada por la encerrona. El paladín esgrimió una amplia sonrisa como respuesta.La caballero de la muerte hizo un gesto de divertida negación.
Cuando llegaron a la barra vio que Breel la miraba con atención.En vida Ka había pasado muchas horas en el Exobar,incluso su convite de bodas lo iba a celebrar allí.
-Kas?-preguntó el tabernero mirándola con la boca abierta.
-Buenas tardes Breel-dijo por respuesta.
-Eres…eres…
Ka no quería que Niara escuchara su verdadero estado,la forma en la que se definía a quienes eran como ella,una caballero de la muerte.
-Una princesa de hielo si-dijo mirando a Breel fijamente y a Niara de reojo.
El tabernero entendió la advertencia.
-Te veo estupenda,hacía mucho que no venías por aquí.
-Gracias-contestó con frialdad-serías tan amable de servirnos dos zumos de bayas y una cerveza para el paladín?
Niara la miró interrogante.
-Oh verás,papi te ha dicho que no como,ni bebo ni duermo.En realidad no lo necesito pero puedo hacerlo si quiero.
-Entonces te encantará el zumo de bayas.
-Lo bebía mucho cuando estaba viv…-Breel interrumpió la frase al ver que estaba metiendo la pezuña.
Ka le dijo a la pequeña que mejor se sentaban y esperaban a que el tabernero los sirviese.
-Porque todo el mundo dice que estás muerta?-preguntó Niara mientras se sentaban-papi me lo intentó explicar pero no lo entiendo.
-Es complicado de explicar,pero lo intentaré.Verás…morí defendiendo Azeroth-Ka obvió decir que por estúpida-y quien me mató tenía una espada mágica.
-Mágica?
-Si, aunque su magia no era buena Niara,te robaba el alma y te levantaba a la vida sin ella.Como una marioneta que podía mover a su voluntad,como si tuviésemos hilos invisibles.Pero unos valientes campeones lo derrotaron,ya no nos manejaba como marionetas,tampoco nos morimos…vivimos así,con esa magia que nos mantiene en medio de la vida y la muerte.
Niara se quedó pensativa unos segundos.
-Entiendo,por eso estás fría,y no comes.
-Es extraño-dijo Ka más para si misma que para la niña-por momentos pienso que si que tengo alma,aunque ese villano me la robó.
Papi dice que eres buena, yo creo que tienes alma-afirmó con rotundidad Niara.
Ka le sonrió por respuesta,porque en ese momento llegaba Breel con las bebidas.
Su zumo tenía una ingente cantidad de hielo y la caballero de la muerte bufó al tabernero por respuesta.
Eran pocos los que entendían su condición,no necesitaba estar en hielo o consumirlo a todas horas para no pudrirse como si fuera una renegada pero no tenía ganas de montar una escena.
Niara le contó como Shield la había encontrado en Argus,durante la campaña contra la Legión,su madre,una anacoreta había muerto defendiendola de un guardia vil.El forjado llegó a tiempo para salvarle la vida a la niña pero no a su madre que con su último aliento le pidió que cuidara de ella.
Niara no había conocido a su padre y había perdido a su madre así que de forma natural empezó a llamar papi a Shield que lo aceptaba con naturalidad y la criaba como a su propia hija.
Cuando las obligaciones lo mantenían lejos del Exodar se criaba con muchos de los pequeños draeneis huérfanos de la nave,estudiaba y a su corta edad,nueve años empezaba a iniciarse en los caminos de la luz con los instructores de sacerdotes.
Ka sintió empatía por ella,también había perdido a sus padres pronto,sabía lo que era criarse en el Exodar.
-Te gusta el Exodar Niara?-preguntó
-Me gusta más cuando viene papi a verme pero no está mal-dijo encogiéndose de hombros y dándole un sorbo a su zumo.
-Yo también perdí a mis padres cuando era una niña y me crié aquí,me gustaba bajar a ver a O´ros.
-Yo no lo conocí,era un naaru verdad?
-Si Niara era el hijo de X´era,la naaru primordial,la madre de todos los naaru.Pero la Legión Ardiente atacó el Exodar antes de que tu llegases y O´ros…
-Entiendo-dijo Niara con mirada triste.
-Pero expulsamos a la Legión de este mundo,de todos los mundos-dijo Shield.
-Si,en eso consiste nuestro trabajo-dijo Ka-defender Azeroth.
-Lo se-dijo la niña-por eso entiendo que papi no esté siempre conmigo,pero me alegra saber que ahora no está solo,te tiene a ti.
Ka estuvo a punto de decirle que no iba a viajar mas con Shield,que serviría a la espada de Ébano,pero no pudo.Miró al forjado a los ojos y luego a Niara.
-Si,nos tenemos el uno al otro.
-Mañana deberíamos partir a Uldum,las cosas están muy difíciles allí.
-N´zoth?-preguntó Ka.
Shield asintió.
-Bien,pues disfrutemos de lo que queda de día-dijo la caballero de la muerte-tengo una idea.
El forjado la miró interrogante.
-Sabes lo que más me gustaba hacer cuando vivía en el Exodar Niara? Alquilar un elekk y dar un paseo por Bruma Azur.
-Papi vamos!!Vamos,vamos-dijo la niña entusiasmada.
-Cuando terminemos el zumo vale?-contestó Shield.
Niara se bebió el zumo de un trago.Ka sonrió y el forjado la miró reprendiéndola.

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La oscuridad reinante hacía presagiar algo nefasto. La goblinesa podía ver la inquietud dibujada en la cara de los locales, mientras el sol era ocultado por las inmensas nubes de crepitante oscuridad, que los poderes de Nzod lanzaban para llenar de pavor y miedo, los corazones de todo uldum.

El tabernero, fue encendiendo velas y lamparas de aceite en el local, para así combatir la creciente falta de luz. Casi parecía noche cerrada a pesar de ser media tarde, y la gente hablaba entre susurros. El ambiente era bucólico y la estrategia de Nzod parecía funcionar.

Kmils degustaba los pinchitos observando al resto, sentada con porte altanero. Ni rastro de Morda, y sabía que Belter aún tardaría en regresar a la posada. Entonces una de las guardias de Morda bajó a comer algo.

– Eh! Ya regreso Morda? Debo hablar con ella.

La goblinesa la reconoció y sonrió mientras respondía.

– No!. Se fue temprano sin sus cosas, y no la he vuelto a ver en todo el día… No debería tardar, cuando se ausenta mucho se lleva equipaje de sobra… ni sus piruletas llevaba hoy.

– Sin sus cosas? interesante!

– Si, salio de sus aposentos sin su mochila ni su faltriquera. Por cierto… Esta noche habrá partida de dados, Kmils… ¿Te apuntaras?.

– Quizás!, pero tengo cosas que hacer antes.

Una loca idea y su urgencia de respuestas empezaron a dar vueltas en su mente. De un salto, se encamino a la salida sin pagar, pero curiosamente el tabernero sonreía y solo le dio un jovial saludo por respuesta… visiblemente satisfecho con sus huéspedes.

La goblinesa se alejo de la taberna un poco y tras una esquina, se zafó de la vista de lugareños y caminantes, para pasar a ocultarse, como solo un profesional de su oficio sabe. Trepó por los tejados y regreso camino a la posada de forma discreta y sigilosa, por las alturas… cuidadosa cual gato.

La rogue, logro burlar a los vigilantes jugando a saltar de ventana en ventana, por las alturas de la ciudad, hasta tener a la vista la ventana de la habitación de mordacae… No iba a esperar. Una mirada de decisión brillo en el rostro de la goblinesa. Fuera había guardias, pero si era sigilosa y no fallaba, aún estarían las cosas de morda dentro, podía tener pistas, necesitaba saber… No esperaría mas.

Con cuidado y cierta temeridad, esquivo una patrulla apostados en una terraza cercana en el exterior… La oscuridad reinante por las nubes de nzod, le estaban siendo útiles, la ayudaban a ocultarse…

Una tímida sonrisa emergió en la cara de la sibilina ladrona enmascarada.

Las ventanas estaban cerradas y no se veía nada dentro, demasiado oscuro.

Con habilidad y los nervios típicos de su trabajo, sacó una ganzúa, se descolgó y como un rayo y en completo silencio entró en la oscura habitación.

Kmils sintió cierto ardor en el estomago por la emoción. Estaba acostumbrada a entrar y salir sin ser vista, pero era la primera vez que lo improvisaba y estaba arriesgando mucho, no era la habitación de cualquiera. Por un momento dudó, pero una extraña sensación la distrajo.

La habitación era de tamaño medio, pero la oscuridad en la que se hallaba no le dejaba ver nada, pese a que sus ojos estaban acostumbrados al amparo de la noche… Pero aquella falta de luz, era especialmente notable… Kmils, silenciosa e inmóvil, miró nerviosa hacia la ventana, pareciera que la oscuridad de aquella habitación devorase la poca luz que por ella entraba.

Miró alrededor y no sin esfuerzo, creyó reconocer vagas formas de muebles, mientras los latidos de su pecho se aceleraban, empezó a sentir frio de forma repentina y sus movimientos eran pesados, como si el aire de la habitación fuera denso, muy denso. Una oscuridad densa y agobiante que empezó a ser poco natural para alguien versada en el noble arte del amparo nocturno.

Avanzó, no sin dudas, y pudo reconocer parte del tesoro que trajeron Belt y morda de su viaje, sobre una mesa de escritorio. 4 piezas posaban a la vista de forma especial, las miró por un momento cuando de pasada, creyó ver algo oscuro zigzagear en el suelo, saltó pero no había nada… por un momento, temió hacer ruido. Las guardias estaban en la puerta… Los nervios cada vez eran mayores, aquello era muy raro. Decidió darse prisa y empezó a acercarse a la zona de la cama.

Vio la mochila, sentía un helor importante que entumía su cuerpo y la impedía ser tan ágil como era habitual… se acerco nerviosa a la mochila cuando se percató de repente. La gnoma estaba en la cama, en la oscuridad, de la habitación.

Que diablos? Estuvo aquí todo el rato… Los pensamientos empezaron a sucederse en su cabeza.

La cara de Kmils reflejó su estupor. Morda estaba inmovil, tendida en la cama como una muñeca de trapo dejada caer de cualquier forma. Vestida, sin mantas y con los ojos abiertos mirando al techo.

– Hola?

Kmils dudó de si estaba viva, se acercó mas y vio que la gnoma no se movía pero si respiraba. ¿Dormida? Pasó la mano por delante de sus ojos abiertos… ningún movimiento.

Pensó un momento y sacó la “Hoja del crepúsculo”, la desenvolvió de la tela burda… ¿Si la toca volverá a pasar alguna cosa? con cuidado y cierta torpeza por el frío, la sacó y cuando giró la cabeza hacia la gnoma. Morda había girado la cabeza y la estaba mirando, a muy poca distancia, con sus ojazos verdes abiertos de par en par.

La goblinesa se sobresaltó y callo de espaldas.

– ohh!! valla… Esto… Hola?

La ceja de morda de su ojo izquierdo se movió :face_with_raised_eyebrow:.

– En que puedo ayudarte Kmilis? – Dijo con un tono neutro y bajo, mientras miraba la daga en las manos de la rogue. Kmils tragó saliva.

– ohh! valla, espero no haberte asustado… Yo solo quería hablar… – La goblinesa escondió a sus espaldas la Hoja aunque sabia que Morda la había visto.

El rostro de Kmils era apurado y la mirada de Morda incisiva.

– Vienes a matarme? – Dijo sin mover un solo musculo ni señal de aspereza, tranquila y lacónica.

– Oh! no! no… Yo solo estoy preocupada… – Por un momento, a Kmilis no le gusto como sonó, pero la pregunta la había sobresaltado. La conversación no iba ni remotamente como había imaginado en su cabeza.

– Es por esa elfa… No comprendo… (Pausa) Tenemos que charlar jefa.

Al hablar, La goblinesa reparó en que el frío había desaparecido y la oscuridad de la habitación había menguado, había hasta cierta claridad… ¿Nzod? hizo un esfuerzo por centrarse en Morda que la observaba silenciosa.

– Pregunta libremente Kmils, mereces cada ápice de mi atención…

El tono sonó bucólico, pero sincero.

– Estas bien Morda? llevas aquí todo el día…

– Siéntate y pregunta… hay piruletas por alguna parte, coge una… – Interrumpió

La gnoma se movió con cierta vagueza tratando de mirar sobre la mesa de noche.

– Esa elfa, no se si la ves con objetividad jefa… ¿La conoces bien? ¿De que la conoces? ¿Como la conociste? – Se atrevió a preguntar finalmente.

La mirada de la gnoma se volvió seria y la taladró como lanza espartana. Pero al segundo se relajo, cerro los ojos y volvió a mirar a Kmilis con calma.

– ¿Conoces la sensación de inevitabilidad Kmilis? ¿Esa tosca y lugubre sensación, aveces dulce y otras amarga… de que estamos avocados a solo ser fichas en un inmenso tablero de juego… donde nuestro destino no es nuestro? ¿De saber que la vida, el tiempo y el destino juegan a darnos y quitarnos lo que odiamos, necesitamos o deseamos, como de un juego se tratase… imponiéndonos sus tiempos y sus reglas en arrebatos arbitrarios que nos condicionan y nos agitan sin posibilidad de defensa, como a mariposas el viento?

¿Como conocí a “la elfa” preguntas? El viento hizo, que las dos mariposas se tocaran… y se conocieran.

La gnoma miró la expresión de la rogue… y siguió

Te responderé… Estaba destinada a conocer a “Esa elfa” Kmils, lo tengo claro. No creo en las casualidades.

La conocí en un raro día de lluvia en Tanaris, pero dudo que ella lo recuerde…

Un Troll vendedor de fruta peleaba con algunos lugareños y ella estaba en el tumulto. No reparé en ella hasta mucho mas tarde, cuando entre galletita y galletita la vi saltar para oponerse al despotista troll, pero no la entendí.

La valoré apresuradameeeeente!, pensé que hablaba desde su orgullo elfico… negué con la cabeza y continué con mis negocios… Pero volvimos a coincidir y la recordé, la elfa orgullosa… se acerco a mi amiga saphoneta, a la que yo le hablaba de la horda y nos regañó. Que osadía… Tssss

¿Sabes cuantas personas me regañan en Tanaris kmils? Pocas… Muchas discuten, pero regañar casi ninguna, tengo gran influencia alli… fue raro, pero reaccioné como mis genes guerreros me lo pedían… Nos enfrentamos!!! pero entonces dijo algo que me descoloco… En aquel momento paso algo raro. Me di cuenta de que jugaba… No actuaba por orgullo, la había entendido mal, jugaba… reaccione recalibrando la situación pero no me dio tiempo a decir nada grueso en voz alta, por que ella tb recalibro… casi al mismo momento. lo vi, en aquel preciso momento nos entendimos sin palabras. ¿Te imaginas? ¿Cuantas posibilidades de que eso pase pueden darse?

Kmilis observava silenciosa y perpleja.

La conocí por que el destino es así… estaba escrito. No para de jugar con nosotros y agitarnos una y otra vez. Y si bien, tu puedes desconfiar de ella, para mi es un caprichoso regalo, llegado en un momento en el que no esperaba nada, pero del que no me voy a desprender por propia voluntad.

– Pero no la conoces, podría traicionarte… Confías demasiado en ella, me hace encargos a tus espaldas y se descuidó en Dalaran… Te secuestraron!!.

La gnoma miró al techo y sonrió.

– Confío por que merece esa confianza, cada grano de arena que cae, termina siendo hermoso si se sabe valorar y caen en ambos platillos de la balanza kmils.

Kmils negó con la cabeza.

Así es este juego Kmilis… Disfrutamos de lo que a nuestro alcance pone el universo, mientras podemos y nos permiten las arbitrarias reglas que nos rodean a todos. Lo que mañana nos depara elune esta fuera de nuestra capacidad de previsión… reaccionaremos cuando toque reaccionar, no antes… y ademas. “Esa elfa” tiene algo Kmilis, lo noto. hay una conexión que considero mutua. Es una elfa entre 10 millones. Quien quiera rechazar eso en este intrincado tablero, esta loco. Por mucho que seamos de razas diferentes… ella valla descalza y yo use botas gnomicas… ja! el destino sabe lo que hace.

Y no confió en ella por placidez ni locura Kmils, cada grano de arena que cae en la balanza esta medido y sopesado. me hace feliz querida compañera…

Hasta nos protegió de mantovil, sacrificando parte de sus recuerdos en el proceso… y la observo de cerca, no es la única cosa que ha hecho por nosotros ni por mi… es mas de lo que aparenta y es importante para mi.

La goblinesa puso cara de no entender y la gnoma le relató el sacrificio de Belt contra Mantovil y su perdida de recuerdos…

– Pero… Me encargó que robase una capa a los aventureros. Trama algo.

La gnoma volvió la cara a Kmils y calvo sus ojos en los de la goblinesa.

– El libro que robamos en Dalaran, es para buscar una solución a su problema de memoria, en el libro encontraré lo que necesitamos… Y para ello, hace falta que Nzod deje de entrometerse. Esa capa, es necesaria para protegerla de su influencia. Me alegra saber que ya le has conseguido una… aunque no sabia que te la fuera encargado.

– Morda, no se si tus esfuerzos se te volverán en tu contra… A pesar de que entiendo lo que me dices, tendré los ojos abiertos. Es elfa y no se si merece tus esfuerzos ni confianzas.

– He hecho mucho mas, recibiendo mucho menos de lo ya recibido… tus recelos nacen de no conocerme. tranquilízate Kmils, ella no puede dañarme y esa conexión… he vivido cosas mas complicadas y menos interesantes… La protegeré si puedo… es importante para mi. Por cierto, para no querer matarme, no sueltas esa daga de ahí… :laughing:

– ohh esto… no te tenia por bruja… lo de ayer… fue raro…

La gnoma entorno los ojos.

– Tranquila, no volverá a pasar… Me fallo un poco el autocontrol.

– Fuiste tu? o la daga? – Kmilis sacó la hoja crepuscular mirándola con cierto recelo. – Fue raro… ese poder… jamas lo había visto.

– Fui mucho tiempo, miembra del martillo crepuscular… – Jugando con medias verdades.

Ignorando sus palabras. le acerco la daga con cierto temor a la gnoma, como esperando que pasara algo. La gnoma la miraba con cierta tristeza pero sin moverse en absoluto, decaída y bucólica. Pero en el ultimo momento, Kmils se arrepintió y la alejo antes de que tocara a la gnoma.

– He escuchado historias de Nzod y poderes oscuros, jefa… pero lo de ayer me impresiono. Jamas había visto nada igual… ¿Lo hiciste tu? o ¿Esta maldita?

– ¿Nunca has visto los poderes del vació en tus aventuras? ¿Quieres verlos? – Dijo la gnoma con cierta parsimonia.

Por un momento, Kmilis dudó pero volvió a acercar la daga, impulsada por la necesidad de conocer a su reciente nueva amiga y jefa… las piernas le fallaban pero no del miedo sino de la duda. Detuvo la daga a escasos centímetros de la gnoma.

– ¿Eso es un si?

La gobling asintió tímidamente conteniendo el aliento.

Con un estallido de energía, la aletargada gnoma se movió hacia kmils, sentándose en la cama de un golpe y tomando la daga con una velocidad que cogió desprevenida a la gobling. Pero no paso nada.

Por un momento, la gnoma miró la daga y la soltó sobre la almohada con delicadeza y volvió a mirar a Kmilis con cara seria, ladeo ligeramente la cabeza mirándola de arriba a abajo y dijo con voz cansada.

– Tu lo has pedido… Pero recuerda, confía en mi…

Con gran velocidad, una mano de Morda se abalanzó sobre la frente de Kmils tocándola con la yema del dedo, con un golpe seco.


Continuara…


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La goblinesa notó algo mas que un pequeño toque con un dedo. Algo acababa de pasar pero no sabía que. Su mente sintió un golpe como si el dedo fuera una maza. La sacudida mental fue dolorosa y profunda.

Todo se desdobló ante ella y perdió el control de su cuerpo. Noto que algo la perforaba su cabeza hasta su mismísimo celebro, ¿El dedo?. Perdió la visión pero no la consciencia. Todo se torno negro ante ella, atrapada y confusa noto como se desplomaba mientras un fuerte dolor cruzaba su cráneo.

La oscuridad que veía era insondable, profunda, fría… pero a pesar de todo, vio algo moverse… ¿Como podía ser? La oscuridad se movía, notaba en su cabeza el movimiento… Quiso gritar pero no pudo.

Un gran ojo se abrió ante ella de golpe y la cegó. Enorme, monstruoso, la miraba. Silencioso pero vivo.

De el brotaron mil tentáculos que coparon toda la negrura que podía ver. Fuertes y oscuros, se retorcían y movían unos sobre otros hasta que la ultima micra de negro desapareció.

Los tentáculos eran escamosos, serpentinos y húmedos. Jamas había visto nada parecido.

Notó de golpe como si cayera al vació y el fuerte choque de su cuerpo contra la dura piedra la abstrajo. Volvía a sentir su cuerpo, se movía olía y veía… pero donde estaba? No en la posada, desde luego.

Se levantó sobrecogida del suelo de roca maciza manchada de sangre, y vio una enorme ciudad erigida en roca tallada. Mil monolitos rojizos de pura piedra, altos como jamas vio nada, volando, suspendidos en el aire, copaban el horizonte. Tambores sonaban a lo lejos y el aire caliente resecaba la piel. Todo olía a algo dulzón y metálico, sangre…

La pequeña Kmils estaba impresionada y a la vez no comprendía nada.

Se encontraba sobre una pirámide en el centro de la ciudad. Podía ver como algunos trolls iban de allá para acá… ¿Un sueño? ¿Que diablos había hecho la gnoma?. Por instinto hecho mano a sus dagas y las desenfundo dudando de su utilidad en lo que no podía ser otra cosa que un sueño muy raro…

Vió un foso lleno de tentáculos que se agolpaban, giraban y siseaban. Y como arrojaban a ellos a gente viva… Vio seres sacados de la peor de sus pesadillas, de enforme poder, moverse libremente por la ciudad… Vio oro, platino y gemas en cantidades brutales… Edificios enormes templos… sacrificios por doquier. Y una talla enorme de una especie de ignoto mas evolucionado. Todo era colosal.

El grito de la gente siendo sacrificada lo empañaba todo, la goblinesa estaba sorprendida a la par que sobrecogida.

Y de repente, los tambores dejaron de sonar y los monolitos comenzaron a caer sobre el suelo con brutal estremecimiento de la ciudad. Pudo ver con claridad como aplastaba a gente como a ignotos por igual… hacía calor y la goblinesa no sabia que hacer, pero todo era sobrecogedor.

A lo lejos empezó a ver algo borroso… ¿Una tormenta de arena? Algo se acercaba rápidamente…

– Deberías cubrirte…

Kmilis se giró.

– Morda? Que es esto!! Donde estoy?? como he llegado aquí??.. ¿Pero que diablos es esto??

La gnoma, vestida de ropa egipcia de oro, paladeaba una piruleta algo rara.

– Estas en un recuerdo, no es una visión… y deberías cubrirte, ya llega… - La gnoma señalo en dirección al horizonte…

Era una enorme onda expansiva… y en ese momento golpeó con una fuerza tremenda las montañas de al lejos, rompiendo parte de ellas y haciendo temblar el suelo, las nubes de polvo convulsionaban mientras seguía avanzando hacia la ciudad.

– Vamos… no te quedes ahí…

La gnoma urgió a la gobling y la arrastró para que se metiera en un edificio cercano.

– Un recuerdo? esto es un recuerdo?..

– Kmils, si mueres aquí las shadowlands te reclamará igualmente. Cúbrete por que esto no es una visión donde saldrás de rositas si palmas… Es un recuerdo muy complejo… que puede tener efectos secundarios.

La onda expansiva llegó a la ciudad ya mas mermada, pero llevándose por delante edificios monolitos y gente como si de insectos se tratase… Kmilis se hecho al suelo, dentro del edificio, mientras morda se agachaba sin soltar su piruleta

– Que lugar es este…

La pequeña gobling miró a su alrededor y vio cuerpos colgados a su alrededor, rezumando sangre… de trolls, vrykuls y otros seres, se escuchaban alaridos, algunos estaban vivos…

– Es la despensa… Aquí lo de ser vegano no se lleva.

todo tembló y las paredes se movieron pero la onda de choque comenzó a alejarse. Los tambores comenzaron a crepitar a un ritmo frenético.

– Que esta pasando?

– Vamos corre!! – La gnoma corrió entre los edificios como si supiera donde ir y Kmilis la siguió con extraordinaria fascinación ante lo que veía. Aunque cruel todo el lujo y la grandiosidad de la ciudad era exuberante…

Un enorme ejercito de billones de aquir avanzaban como una horda colérica desde el horizonte hacia la ciudad… mientras unos enormes ignotos formaban a pie de la ciudad para recibir la embestida. Las formaciones eran formidables y para nada se comportaban como los alocados ignotos que habia visto en azeroth.

Kmilis se paró mirando el sobrecogedor espectáculo, jamas había visto nada igual. Pero la gnoma la cogió por el brazo y tiró de ella hasta una balconada cercana, amurallada.

– Esta fue la caída de una de las ciudades mas importantes de cthun, en la época del imperio negro. – Dijo la gnoma mientras tomaba aliento.

– Eso es imposible…

– Imposible!!! cuando estas cansada de escuchar a gente hablar de visiones de nzod o escuchar sus historias?? :unamused: Pero por favor Kmilis… fíate de mi palabra…

Un gran golpe resonó por toda la ciudad, unos demoledores agujeros se abrieron en pleno centro y de ellos comenzaron a salir Nerubianos. varios tentáculos de los fosos se alargaron para devorarlos y triturarlos como si de un crujiente postre se tratase.

– Los dioses antiguos, pasaban el rato guerreando para intentar matarse mutuamente. Eran como la ali y la horda actual, nunca lograban aniquilarse mutuamente pero siempre estaban intentándolo… Eran armas creadas por los señores del vació, y como tales, siempre estaban intentando afilarse… y demostrar su letalidad…

Los dos ejércitos colisionaron. El sonido de la batalla era fastuoso.

– Como es posible que yo pueda ver esto? como puedes tu mostrarme esto?

Ambos ejércitos se enfrentaron con colosal fuerza. y de repente, en la lejanía algo tembló y Cthun en persona emergió de la tierra a mirar, enorme imponente… Las tropas se volvieron locas y se lanzaron a la batalla animadas por un loco fervor cuasi mesiánico.

La gnoma se acerco a un pedestal cercano en el que no había reparado Kmilis. Con altanera superioridad, y bajo la mirada de la gobling, la gnoma metió la mano y saco una Hoja del crepúsculo. Idéntica a la de Kmilis. Esta casi se cae al suelo al reconocerla.

Con un gesto ferreo, la gnoma la sostuvo en alto y la hoja convulsiono… Kmils retrocedió un paso. Un sibilino y oscuro halito emergió a su alrededor y todo pareció oscurecerse, cubriendo en segundos el suelo que pisaban con una densa neblina negruzca.

Kmilis, miró el suelo y cuando volvió a mirar a la gnoma, por un segundo, vió algo diferente, una criatura que no sabría describir, la de la talla enorme que vio en el centro de la ciudad… unos ignotos enormes comenzaron a llegar a la zona.

Por un momento Kmils se asusto, pero vio que la saludaban y hasta algunos se arrodillaban ante ella. El mas grande se dirigió hacia la gnoma y se postraron ante ella.

– La ciudad está perdida, todas nuestras falanges se sacrificaran. Cthun no quiere perder a su mejor general… Es el momento de que te marches. Me ocuparé que todo se haga conforme a tus designios hasta morir.

Un haz de inconmensurable poder, salió despedido de la daga que sostenía la gnoma y cortó en dos parte de la ciudad, y devasto parte del ejercito enemigo. consumiendo sus cuerpos entre llamas de color negro, la hoja las estaba absorbiendo.

Una voz enorme y colosal resonó en toda la ciudad, dirigida a Kmils.

– TU LUGAR ESTA CON NOSOTROS! ESCUCHA A MI GENERAL! NO TE DEJES ENGAÑAR POR MI HERMANO.

– De acuerdo, hay que irse! Kmils!

La gnoma miró a Kmils.

– Y rápido!

Las tropas enemigas empezaron a llegar de todas partes…

_Un fuerte dolor de cabeza resonó en la goblinesa, todo se oscureció.


Tiempo mas tarde


Kmilis saltó de la cama de golpe cual saltamontes. Sudorosa, miró a su alrededor… estaba en su cama, en su habitación, desnuda. La gnoma la observaba de pie, con la daga en la mano, haciendo cabriolas con ella.

– Es un gran arma, con un gran poder Kmilis… te la compro!

– No! Te la regalo…

– Es muy valiosa…

– No!, acéptala, te la regalo. No me has asustado con esa visión jefa!.. si creias que me asustarian te has equivocado – Dijo con cierto resquemor, y visibles temblores de piernas. – Pero siempre te has portado legalmente conmigo., te la regalo.

Morda abrió la boca para insistir en que no era una visión, pero se lo pensó mejor y la cerro. La goblinesa se intento tapar pero se la veía exhausta y temblorosa. La gnoma decidió dejarla descansar.

– Gracias!! acepto tu regalo … :blush: Y gracias por escucharme… aveces es bueno desaogarse sobre… bueno… visiones… si claro, visiones…

Salió de la habitación haciendo cabriolas con la hoja…

– No dudes en volver a preguntar si necesitas algo… :sweat_smile:

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Mientras recorrían en elek la isla bruma azul,el forjado observaba con una sonrisa la interacción entre la pequeña Niara,y la alzada. Vió como la niña se había puesto una capa por indicación suya,y reposaba tranquilamente su espalda en Kha,mientras reia alborozada subida en el enorme Elek.
No era la primera vez,que notaba una “relajación” de la tensión, que siempre acompañaba a su princesa de hielo. Observó como su gesto,de natural adusto,estaba más relajado, y por momentos en compañia de la pequeña, sonreía con ternura. Seria absurdo pensar,que la alzada tuviese un cambio radical en su enfoque de la vida,pero aquel podía ser un buen comienzo.
Comienzo…
Su mente retrocedió en el tiempo,rememorando el momento en el que su vida cambió. Siendo un joven dranei,fué testigo de los estragos que la legión causaba por aquellos sitios sobre los que pasaba. La furia, la impotencia, la rabia…todas aquellas emociones hacían que buscase los combates más reñidos. Su odio hacia los demonios era tal,que muchas veces parecía un guerrero furioso,en lugar de un paladín. En muchas ocasiones,fué llamado a responder de sus acciones,aunque generalmente salia bien librado de las mismas…
Todo parecía ir bastante bien,hasta el día que llegaron a Ormentar,un lejano mundo,perdido en la galaxia,que carecía de vida autóctona. Ubicado cerca de un gran acceso al vacio,la legión estaba construyendo una avanzada,desde donde acceder al vacio intemporal,y lanzar nuevos ataques,sobre mundos cercanos.
El comandante pidió voluntarios,para formar un comando,y desactivar el portal que trataba de establecer la legión ardiente sobre el mismo. Como siempre que se presentaba la posibilidad de matar demonios,el joven Shield dió un paso al frente. La incursión se desarrollaba con éxito, cuando se percató de que aquel no podía ser el único punto de acceso que la legión tenia sobre el planeta. El número de demonios no disminuía, a pesar de tener controlado el portal.
Le comunicó a su amigo Esirén,su idea de realizar una exploración más profunda. Su amigo trató de disuadirlo,y le dijo que hablase con el comandante,sin embargo,llevado por la rabia y el odio sobre los demonios,hizo caso omiso a su consejo,y partió en solitario…
Su premonición fué acertada,y pronto descubrió unas balizas demoniacas que parecian marcar un camino. Las siguió con cautela,y estas le llevaron hasta un nuevo portal. Realizó un círculo sobre el terreno,descubriendo nuevas balizas que parecian formar una cruz,hacia los 4 puntos cardinales. Aquel debía de ser el portal principal,y el foco de origen de los demonios que pululaban por el planeta. Comenzó a sentir una satisfacción y una soberbia brutal,pensando que él, habia sido el descubridor del plan de la legión, y que sería recompensado por ello.
Extrajo el comunicador y se puso en contacto con la nave,saltándose a su comandante,para explicar el hallazgo,su tono demostraba una actitud altanera,cuando hablaba con la nave. Tan entusiasmado e hinchado en su propio ego se encontraba, que no se percató de que un guardia demoniaco se acercaba por detrás,un agudo dolor le atravesó el pecho,mientras el comunicador caia de su mano,y un sonriente demonio,extraía su espada. En aquel momento,todo se volvió negro,y cayó en la inconsciencia…
Despertó, se encontraba en la enfermeria de una nave draenei. Una venda cubría su pecho,y el típico olor aséptico golpeó su olfato. Fue abriendo los ojos poco a poco,para acostumbrarse a la iluminación…cuando los abrió del todo,pudo observar su entorno con más calma,aquella nave era draenei sin duda,pero habia algo en ella,que no le resultaba del todo familar. Estaba acostumbrado a la enfermeria de su nave,y en aquella habia algo que no acababa de encajar.
Una enfermera entró,y se sobresaltó al verlo despierto. Rápidamente salió por la puerta con la intención de avisar a alguien,pero a pesar de su rapidez,no pudo evitar que Shield contemplas atónito,un extraño tatuaje luminoso,que adornaba su frente…
Continuará

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El tiempo es una cosa curiosa. Dúctil y maleable como la arcilla fresca, un océano de infinitas posibilidades que navegan por el siempre cambiante futuro, con la esperanza de que las acciones del presente decanten la balanza en su favor.

Algunos futuros son casi seguros, como la ruptura de un jarrón tras caer de una mesa, mientras que otros son tan subrealistas y poco probables que no merece la pena hablar de ellos.

La gran mayoría, en cambio, siempre tienen una posibilidad de convertirse en el siguiente capítulo de la realidad. Los eventos más grandes, que traen consigo los cambios más drásticos, siempre se apoyan en uno o dos eventos concretos que, si las condiciones son las óptimas para que ocurra cierto resultado, acaban por llevar a ese futuro por puro efecto dominó.

Este es uno de esos futuros, cubierto por la fria neblina del tiempo y sepultado por la nieve del olvido.

Un par de días tras la caida de N’zoth

La Cámara del Corazón estaba sumida en un sueño, mecida solo por el reconfortante arrullo de la maquinaria titánica y el firme y tranquilo pulso de la propia Azeroth, que tras tanto tiempo de sufrimiento por fin había encontrado algo de paz. Aquella espaciosa sala, hasta hace bien poco repleta de la nerviosa actividad de aquellos que buscaban desesperados una forma de derrotar a un Dios, ahora estaba envuelta por un silencio profundo y denso, como esos que ocurren después de que un trueno desgarrador parta el cielo al medio y le dejan a uno con una sensación de pesadez en las entrañas.

Pero no había sido un trueno lo que había dado lugar a aquel silencio absoluto y soñoliento, no. Más bien, había sido todo lo contrario. Tras la caida de Ny’Alotha y su terrible maestro, la Cámara del Corazón y sus alrededores habían albergado una de las mayores fiestas que el mundo haya visto en toda su larga vida. Las canciones de victoria se habían mezclado con la pirotecnia y las risas de decenas de personas, que celebraban el éxito de su misión suicida con litros y litros de cerveza, vino de arco y un enorme banquete digno del emperador de Pandaria.

Y tras aquel jubiloso trueno, había llegado el silencio de la resaca. A pesar de que el sol de Silithus estaba casi en su cénit, haciendo que la terrible Gorribal proyectara una corta sombra sobre el reseco cráter que su impacto había creado, todo el mundo se encontraba durmiendo, recuperándose de sus heridas y de las mayores borracheras de sus vidas.

Aunque decir todos no es del todo cierto. Había uno que no descansaba, que no dormía. Los golpes rítmicos de su martillo resonaban por los niveles inferiores de la Cámara, sumando al silencioso coro de tuercas y palancas otra voz metálica que intentaba sobresalir sobre el resto.

En su forja, Aiden disfrutaba de su propia música. La música del metal doblándose entre el martillo y el yunque, del acero al rojo silvando cuando lo templaban. La terrible forja de runas de su propiedad, un amasijo de metal y magia profana que rozaba lo monstruoso, le miraba desde lo alto con un ansia mística, esperando que su maestro desatase su poder oscuro para crear una nueva arma de destrucción como la guadaña que reposaba, paciente y tranquila, en una pared de la fragua.

Pero el caballero de la Muerte no necesitaba forjar arma alguna, ya no. Silencio había probado ser la hojarruna definitiva, y su creciente poder había sorprendido a su creador. Su indestructible hoja había probado ser todo cuanto necesitaba, pero aunque su arma era poco menos que perfecta, su armadura estaba lejos de aquel nivel de perfección.

A lo largo de los arduos combates que había librado hasta llegar al Dios de las Profundidades, su armadura había sufrido un severo daño. Y, como cualquier caballero de la Muerte que se precie, Aiden no pensaba estar sin ella mucho tiempo.

Martilebada distraido, perdido en sus propios pensamientos. La euforia de haber salvado el mundo de su mayor enemigo, sumado al inmenso mar de sangre que él y sus compañeros habían derramado en el proceso, le habían proporcionado uno de esos escasos momentos en los que alguien de su condición podía sentir genuína alegría. Tanto era así que su rostro duro y estoico estaba adornado con una estúpida sonrisilla que le daba un aire casi inofensivo.

No obstante, aquella felicidad no era completa. Había un solitario nubarrón negro estropeando su felicidad, una preocupación que un buen día desapareció hacia los cielos convertida en una humareda maldita. “¡La Horda no es nada!”, habían sido sus últimas palabras.

—Vaya, vaya, si es don “no me gustan las fiestas” en persona. Anoche bebiste tanta cerveza que pensé que te ibas a morir del todo.

La repentina voz consiguió interrumpir su rítmico martilleo y desviar su atención de la forja. Conocía aquella voz, dulce y femenina, cargada de buen humor pero ocultando una gran fuerza.

—Mira quien fue a hablar —le constestó Aiden a la paladín que había aparecido en su santuario personal. Su sonrisilla estúpida se hizo algo más amplia, casi hacíendole parecer un ser vivo—. Recuerdo que nuestro maestro dijo que “el templo de un paladín es un templo…”

—"…Y que esos mejunjes los cargan las Sombras" —terminó Valerie por él, poniéndo una cómica voz grave. La paladín vestía con ropa sencilla de colores claros, y sus afables y suaves rasgos estaban enmarcados por una melena cobriza y alborotada.

Aiden no pudo evitar que su mirada deambulara por todo su cuerpo, sorprendido por aquella pose y atuendo tan informales que la orgullosa guerrera sagrada llevaba por bandera. No pudo evitar preguntarse si aque aspecto tan impropio de ella se debía a la victoria o a él mismo.

—Ah, si el viejo Cantaluz nos viera ahora… —dijo melancólico. Su rostro congelado en el tiempo le hacía parecer casi diez años mas joven que ella, pero en realidad apenas se llevaban meses de diferencia.

—Sobretodo a ti —repuso ella encogiéndose de hombros con aire travieso—. Con todo lo que le gustaba eso de “purgar a los sucios no-muertos” seguro que le daría un ataque.

Aquellas palabras habían urgado en el pasado de Aiden, en su otra vida, y en circunstancias normales habría dado por acaba la conversación con alguna frase brusca, pero la relación que mantenía con Valerie, también parte de su pasado, hizo que tuvieran el efecto contrario.

—Ja —su única carcajada resonó por su fragua—. Tampoco es que le cayera muy bien estando vivo.

El gesto de Valerie se tiñó de sorpresa. Con una ceja levantada y los brazos en jarras, terminó de acercarse al guerrero maldito y se inclinó hacia él con aire inquisitivo.

—¿Es cosa mía o acabas de reirte?

Aiden se aclaró la garganta y apartó la cara un poco, sorprendiéndose a si mismo al hacerlo. Era un gesto que no había hecho desde hacía años, una pequeña manía que tenía cuando quería disimular vergüenza o timidez cuando estaba vivo. Fue tan natural, tan inesperado, que no supo ni de donde había venido.

—Imaginaciones tuyas. Yo no me rio.

—Ah, no. Te has reido —insistió ella con retintín en la voz—. Cuidado, Hojagélida, o ese corazón helado del que tanto presumes acabará por fundirse.

Aiden lanzó un gruñido y se giró de nuevo a la forja, pero su enfado era fingido.

—No te equivoques, paladín. Es solo que estoy de buen humor tras matar a un Dios malvado y salvar el mundo —su tono relajado se volvió más oscuro de golpe. El nubarrón volvió a ensombrecer su mente—. Pero aún estamos lejos de asegurar el futuro de Azeroth. Todavía queda el asunto de Sylvanas.

Ella le cogió por el hombro y le obligó a darse la vuelta de nuevo. Su rostro volvía a ser esa máscara de gélido estoicismo y mirada asesina y decidida, pero una sonrisa bastó para agrietar el hielo. Un poquito.

—Desde luego, no hay quien te pare —en su voz se notaba una mezcla de admiración y resignación—. Pero hay cosas que hacer antes de pensar siquiera en buscarla. Tenemos que asegurar que el tratado de paz de la Cuarta Guerra se cumple, reparar el daño… descansar un poco, quizás.

Aiden levantó una ceja.

—¿Descansar?

—Tomarse unas vacaciones, sí.

—Vacaciones —repitió.

La paladín se encogió de hombros.

—Yo lo voy a hacer. Viajaré a Ventormenta para llevar el mensaje de Magni a Anduin dentro de unas horas, así que aprovecharé para ver el desfile de la victoria y visitar a Athor. Seguro que tras haberse perdido la invasión de Ny’Alotha por el alto el fuego y el papelo está que se sube por las paredes.

—No se lo restriegues mucho —le dijo tras notar el deje de traviesa maldad en las palabras de su compañera de armas.

—Lo intentaré. Por cierto, Magni ha preguntado si tu puedes llevar el mensaje al Consejo de la Horda.

Aiden resopló.

—Silithus, Uldum y ahora Durotar. No hago más que ir de un desierto a otro. ¿Sabes? Tal vez me tome esas vacaciones. Unas pequeñas. Hace tiempo que no vago por los baldíos helados de Rasganorte.

—Oh, hablando de eso —Valerie rebuscó en el pequeño saco que cargaba con ella—. Supuse que querrías una capa y capucha nuevas, así que pedí a los Rakahem que hicieran una. Por desgracia estaban algo faltos de material, así que espero que no te importe el color.

La paladín sacó una elegante capa de tela sencilla y resistente de la que colgaba una amplia capucha. La tela de los habitantes de Uldum era fuerte, y estaba diseñada para aguantar los rigores de un clima extremo. Era perfecta para Aiden, pero solo había un problema.

El caballero la cogió con aire dubitativo. En condiciones normales la habría rechazado, pero de nuevo, que Valerie hubiese tenido ese detalle con él no era algo que simplemente pudiera ignorar. Incluso si aquella capa era blanca como la nieve.

—Quedará rara con una armadura negra, pero supongo que es mejor que nada. Gracias, Valerie. No me gusta ir con la cabeza al descubierto.

Lejos de responder con un manido “de nada”, la paladín le dió un fugaz beso en la mejilla.

—A mi me gusta verte así. Ya nos veremos, Hojagélida.

Mientras ella se alejaba de la fragua en dirección al exterior, Aiden se llevó con aire confuso dos dedos a la mejilla atacada.

—Sí… Ya nos veremos.

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El horizonte comenzó a quebrarse una vez que la figura de Gorribal comenzaba a hacer acto de presencia. Gorribal, el inicio del fin de Azeroth, el fin de la vida tal y como se conoce

  • Gorribal, si lo recuerdo bien habia un campamento cercano a la espada por donde se bajaba a la Camara del Corazón, me haré pasar por un aventurero más.

Hace años y a su vez el futuro cercano

Tras la fiesta celebrada y la consecuente resaca la antaño ajetreada Cámara del Corazón quedó vacía a falta de M.A.D.R.E y Magni

  • Entonces, ¿Qué haréis a partir de ahora Magni?.

  • Sellar la Cámara, no podemos permitir que indeseados accedan ahora que Azeroth ha sanado, aunque no te dire que no la echaré de menos, ha sido mi hogar en estos últimos años.

  • ¿Y donde ireis ahora vosotros 2?,¿volverás a Forjaz?.

  • Pues si, hace tiempo que no veo a mis hermanos, tu tambien deberias ver a la familia.

  • Claro, aunque hay algo que me preocupa.

  • Dimelo, estamos solos.

  • Cada vez que hemos acabado con una amenaza importante o nos hemos enfrentado entre nosotros o nos ha atacado algo aún mas amenazante, por no hablar de Sylvanas, ¿Que será la próxima?.

  • Tengo confianza en que finalmente lograremos la paz, todo el mundo esta agotado tras décadas de guerras y masacres, en algún momento lograremos dejar de lado nuestras diferencia, ¿Quién nos diria que los Hierro negro se unirían a la Alianza?.

  • Es por el tema de la visión que te dije, en ella derrotábamos a N’Zoth, pero al poco el Consejo Horda era masacrado y la madre de las guerras daba comienzo, al final el planeta acababa arrasado, por nosotros mismos.

  • Me preocupa esa visión, en parte pienso que no fue más que un truco de N’Zoth para que te unieses a el, pero por otra…yo tampoco confio en los intereses ocultos de ambas facciones, hay muchos resentimientos guardados entre ambos amenazando de estallar, es algo que tenemos que evitar.

  • Magni, necesito ponerme en contacto con el Consejo Horda, confio en que podrás hacerlo, he de evitar que esa masacre pase.

  • Va a ser realmente dificil, aunque haya un armisticio de facto somos enemigos aún, y por lo que se a ti te buscaban.

  • Como sea, he de evitar que sean asesinados, ya intentaré encontrar una coartada, pero por favor Magni, ayudame a evitar que esa distopia sea real, hemos perdido a demasiados ya en estos 25 años.

  • Haré todo lo que pueda para hacerlo, veo en tu cara que vas totalmente enserio, que menos que por uno de los Héroes de Azeroth.

  • Gracias Magni, estaré eternamente en deuda contigo por esto.

  • Todo por Azeroth.


Sala de portales de Ogrimmar

El emblema de la Horda en el centro de la sala permanecía teñida de sangre de los miembros del Consejo, los cadáveres salpicados de flechas y cortes de los guardias leales, aventureros, instructores en artes arcanas, Thrall, Rokhan, Gazowle, Thalyssra, Baine, Lilian, Ji y Lor’themar Theron salpicaban todo recoveco de la sala circular, mientras Geya’rah y un nutrido número de pícaros miraban atentamente a los maltrechos enano y kultirano que, aunque malheridos, permanecían con vida

  • Era lo que esos traidores a la Horda merecían, una nueva era dorada comienza en la Horda ahora que estos parias y Sylvanas ya no estan en medio y ahora es donde entrais vosotros, solo quédense quietecitos y disfruten del espectáculo. Vamonos.

Geya’rah y sus afines desaparecieron tras la densa cortina de humo que cubría el corredor de la muralla Sur de Ogrimmar

  • ¡NOS HA USADO!, maldición así comenzaba la distopia.

  • Preocupate más bien por que nos pasará ahora, la otra vez nos libramos gracias a Baine, pero ahora esta muerto, nos van a acusar por esto, ¿Quieres acabar con esto ya? tengo una pastilla de cianuro que nos matará en cuestión de minutos.

  • Ni se te ocurra, tenemos que ir a Tanaris y regresar al pasado.

  • Olvidalo, mañana estaremos colgando de una soga, mi pierna esta atravesada por una flecha y tu tienes otra atravesando tu pie, es el fin amigo.

  • Pero el futuro…no me creo que les haya fallado a todos, a Thorim, Aegyr, Aiden, la Familia y mi familia, a ti…a todos, el destino de Azeroth estaba sobre mis hombros, les he fallado a todos.

  • (en orco) Vamos, la sala de portales, atentos por si pasa alg…o Las caras de terror se dibujaron en todos los guardias que accedieron a la sala al ver la carnicería acontecida

  • ¡Hay 2 vivos aún!

  • Son de la Alianza señor.

  • Sabia que no podíamos confiar en ellos, debimos haberla aniquilado cuando pudimos.

El orco con armadura más elaborada se acercó a los 2 y se agachó

  • ¿Sabeís que acabaís de provocar no?.

  • ¡Fue Geya’rah, intentamos parala!

  • Ella ha estado en todo momento en Cima del Trueno, acabamos de recibir un mensajero confirmandolo, mañana al amanecer seréis ejecutados, y por la tarde vuestra traidora Alianza será aniquilada, no vamos a parar hasta que la última aldea arda, Azeroth será purificada, Dió una patada tan fuerte en el estomago del enano que le hizo vomitar sangre


  • Despues de aquello todo fue como caer por una cuesta sin frenos, pobre Biroz, se sacrificó por mí ofreciendose ser el primero, ojalá hubiese podido localizar su cadaver, me hubiese gustado decirle ya en no vida mi deuda con el, no mereció el martirio por el que lo sometieron, despues Aiden me salvó la vida y despues comenzó la guerra, aunque sin embargo la línea cambió al intervenir yo, pero el fin es el mismo, ¿todas las líneas de futuro concluyen en una Azeroth congelada y sin vida haga lo que haga?, debería consultar con la Chromi de esta era, pero antes Cámara del Corazon, vamos monada, vamos a ir descendiendo poco a poco, ya hemos entrado en Silithus.

El dracoleón comenzó su lento descenso por las arrasadas tierras de Silithus


Continuará

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El forjado recordó, como quedó conmocionado,al ver a la misteriosa enfermera…
Los forjados casi parecían un mito entre su raza,cuando Argus sucumbió al poder de la legión, El Genedar,recogió muchos de los suyos,rumbo hacia el espacio. Pero de eso hacía unos 25000 años,y aquella nave,no podía ser la misma.
Sumido en sus cavilaciones, el joven draenei por aquel entonces, comprobó su vendaje, y probó a mover sus miembros,todo parecia funcionar bien,asi que acomodó la almohada,se recostó un poco sobre ella,y entró en comunión con la luz…
Su meditación fué interrumpida por un alto draenei,que luciendo un tatuaje luminoso sobre la frente,entró en la habitación.
Veo que has despertado joven Shield,y adivino en tu rostro una serie de preguntas que serán repondidas.
Shield quiso decir algo,pero un gesto con la mano del forjado,le invitó a guardar silencio…
Bien,comenzó el forjado, mi nombre es T’paartos,y estás a bordo del Xenedar. Esta es una de nuestras naves de combate,y te encuentras aquí, a petición de tu comandante,y como consecuencia de tus actos.
Un rubor asomó en el rostro de Shield,al recordar sus últimas acciones. Avergonzado agachó la cabeza,con un sentimiento de culpabilidad.
Veo que eres consciente de lo que hiciste,aseveró T’paartos. Eso es bueno,sabes que cada una de nuestras vidas es un don preciado para luz,y exponerla por orgulllo es una de nuestras peores faltas.
Shield,muy avergonzado,se hundió sobre la almohada,mientras unas lágrimas descendían por sus mejillas.
El forjado se acercó hasta el,y con un gesto benevolente,apoyó su mano sobre el hombro de Shield. Un repentino calor recorrió sus miembros,mientras un sentimiento de paz,se apoderaba de él…
No temas joven Shield,el orgullo es un error,que todos en nuestra juventud cometemos. Shield levantó la mirada,y quedó atrapado por los ojos del forjado. Parecian tener una profundidad,que solo una muy larga vida,con incontables sucesos presenciados,podían proporcionar esa sabiduria. Se estremeció anonadado,pero no sintió ningún temor. Más bien al contrario,en esa mirada encontró comprensión,ternura y un infinito amor,hacia todos los seres vivientes. Sin embargo,un brillo de dureza permanecía latente. Tal vez fuese un alma buena,pero aquella mirada…era más que capaz de amedrentar a los enemigos.
T’paartos tomó nuevamente la palabra…
Tus acciones pusieron al descubierto,uno de los muchos complots de la legión ardiente,dadas las dimensiones de lo que allí estaban construyendo, tu comandante nos llamó, y entre ambas naves pusimos fin a las tropas demoniacas,y destruimos los portales. Gracias al aviso de tu amigo Esirén,pudimos encontrarte,y salvarte la vida. Sin embargo,tu comandante nos pidió, que nos hiciesemos cargo de ti,porque tu comportamiento,sobrepasaba las normas.
Shield,tienes unas capacidades y cualidades muy grandes,para ser uno de los mejores campeones draenei de nuestra época. Sin embargo,tus propios demonios interiores,limitan tus capacidades. Así,que hemos decidido,que tal vez puedas emprender un nuevo camino entre nosotros. Para ello,es necesario que te repongas del todo,y que viajes con nosotros un tiempo,para que puedas decidir, que es lo que quieres hacer. Cualquier camino que elijas,entrañará riesgos. Por eso he decidido que convivas con nosotros, y cuando nos conozcas,tú decidas lo que quieres hacer…
Ahora descansa,recupérate,y disfruta de tu estancia aqui. No entrarás en combate durante una temporada, pero podrás seguir entrenándote y practicando tus habilidades entre nosotros. Dicho esto,T’paartos salió por la puerta, dejando a Shield aturdido, mientras reflexionaba sobre lo que había escuchado…
¡Papi,papi!..un grito de la pequeña Niara le sacó de sus recuerdos…
Mira,sin manos,dijo la pequeña mientras reía alborozada…
Shield sonrió,al comprobar como Kha,con un gesto protector,sostenía a la pequeña…
Iremos hasta el embarcadero,a saludar al capitán dijo Shield,la alzada asintió con la cabeza,mientras su rostro mostraba una sonrisa relajada,sujetando a la pequeña sobre el enorme elek. Shield,volvió a sus pensamientos…
Continuara

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Ka disfrutaba sinceramente del paseo,hacía mucho que no se permitía un momento para la felicidad,para la paz,para no pensar en la vida y la muerte,en SU muerte.
Los gritos alborotados de Niara le trajeron recuerdos de un tiempo muy lejano.Quizás los elekks no eran tan rápidos como Muerte,su caballo,aquel que había alzado ella misma tras matarlo primero. Pero sentía igual la brisa en la cara,el sol en la piel,el suave vaivén que producía el caminar del animal.

-Ves esa playa de ahí Niara?-preguntó Ka.
La niña miró desde lo alto del elekk hacia su derecha,desde el sendero se veía una pequeña cala de arena.
-Se llama playa de Puentegrato-continuó la caballero de la muerte.
-Es por ese puente que la une a Isla Bruma de Sangre?
Si-contestó Ka reflexionando en alto-nunca he entendido muy bien porque es “grato”,Isla Bruma de Sangre nos recuerda que nuestros cristales mal utilizados corrompen la naturaleza.
-Iremos allí?
-No,no es grata de ver mi niña-Ka lo dijo sin sopesar ese “mi”- Isla Bruma de Sangre es…un mal ejemplo. No lo hicimos queriendo,los elfos sabotearon el Exodar y aterrizamos como buenamente pudimos. Nuestros cristales salieron despedidos de la nave y llevamos años limpiando este desastre.
-Papi dice que hay que reparar el mal que hacemos.
Ka miró de reojo a Shield que montaba a su lado un elekk morado,parecía perdido en sus propios pensamientos.
-Los draenei solo intentamos sobrevivir desde que Kil´jaeden y Archimonde se vendieron al titán caído. Pero en nuestra cruzada por el universo no hemos tenido mucha suerte. Hay quien dice que llevamos el mal por donde pasamos. Pero acaso es ilícito intentar sobrevivir? Escapar de un destino a manos de la Legión? No quisimos ser malos,rechazamos el mal,merecemos ser castigados por ello?
-Yo creo que no-contestó Niara-yo vi lo que hizo la Legión en Argus,lo que le hizo a mi mamá,lo que le hicieron a nuestro mundo.
Ka viendo que la conversación se estaba volviendo profunda y triste cambió de tema.
-Pues como te iba contando,en esa playa de ahí terminé una vez que montaba en elekk.
-Bajaste por esa pendiente?
-Lo intenté y sin manos.Acabé de morros en la arena con las pezuñas para arriba.Creo que hasta mi elekk se reía por ello.
Niara se echó a reír y Ka se alegró de haber vuelto a desviar el tema.
-Mira papi sin manos!!-gritó.
La caballero de la muerte la agarró con firmeza por la cintura.
-Muy graciosa señorita-dijo Ka a modo de respuesta.
Niara soltó otra carcajada.
-Cuéntame más cosas de cuando eras pequeña.
Mientras bordeaban el Bastión Semprepino y volvían al Exodar Ka le contó que tenía una hermana gemela.Le habló de las travesuras que se les ocurrian de pequeñas en Shattrath y de las muchas veces que habían terminado castigadas por ello.
-Ahzura era quien tenía esas ideas locas.Yo la seguía,la verdad es que era más buena que ella.Pero a la hora del castigo me la cargaba igual.
-La querías mucho?-preguntó Niara.
-Y aún la quiero.Estuvimos años sin vernos pensando que la otra había muerto.Fue tu papi quien me dijo que estaba viva,quien me sacó de Rasganorte para buscarla y al fin la encontré. Y aunque nuestros caminos permanecen separados por ahora nos escribimos con frecuencia. Lo último que se es que estaba en Pandaria y junto a otros campeones habían derrotado a toda una princesa qiraji.
-Qiraji?-preguntó Niara
-Ummm-dijo Ka pensando como explicarle a la pequeña que era un qiraj- te imaginas algo entre una araña y una cucaracha pero del tamaño de la Sala de Cristal?
-Puajjjj-dijo Niara-en serio?
-Si,hay criaturas muy extrañas en Azeroth.En Rasganorte también hay qiraj,pero al igual que yo fueron traídos a la vida de vuelta por el mismo que yo.Es más mi casa está en uno de sus túneles. Pero ya no habitan en ellos,o al menos no en la mayoría.Muchos túneles están derruidos pero hubo un tiempo que podías cruzar todo Rasganorte por ellos.
-No parece un hogar muy agradable-dijo la niña pensativa.
-Lo es si deseas estar sola y alejarte del mundo.
-Y llegó papi y te sacó de allí.
Shield se giró hacia ellas atento a la conversación.
Si-dijo Ka sacándole en un infantil gesto la lengua al forjado.
Shield soltó una carcajada.Niara también y ella se preguntó a que había venido ese gesto suyo,tan impropio de su condición.
-Se llama felicidad-dijo su otra yo.
Ultimamente cada vez la escuchaba menos,como si poco a poco su yo humana y su yo muerta empezasen a convivir y fusionarse en una sola.
Por lo general la hubiera increpado,pero era cierto que ese paseo la hacía feliz.
-Un día te presentaré a Ahzura,ella si que sabe de cosas de chicas.Yo no suelo quitarme mi armadura de placas o dedicar mucho tiempo a mi aspecto.
-Y aun así mi princesa de hielo…eres hermosa.Pero se me ocurre algo-dijo Shield con tono misterioso.
-Desembucha paladin-dijo la caballero de la muerte alzando una ceja.
-Debemos partir mañana.Que tal si volvemos al Exodar que ya empieza a caer el sol,nos quitamos las armaduras,nos vestimos como “personas” y cenamos los tres tranquilos?
-Sisisisisi!!!- dijo Niara.
Ka miró a Shield con los ojos entrecerrados y soltó un bufido.
-Tú no te rindes no?

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Horas más tarde consiguieron salir de aquel infierno infestado de Silítidos, llovía y estaba anocheciendo en Silithus.

Lo que una vez fue un pequeño y humilde poblado escondido entre las montañas al noroeste cercano a Vega de Cristal.

En aquel poblado vivía gente humilde y sencilla, aunque vivian con miedo por los peligros que acechaban desde los bosques de Feralas como del renacimiento del imperio negro, ya que, vivían en una época sombría, donde la gente era asesinada misteriosamente y únicamente sobrevivían gracias a los astutos aventureros y héroes que buscaban cobijo, descanso y aventuras, cuidaban del pequeño pueblo muy de vez en cuando, aunque cada vez quedaban menos.

En las arenosas calles no se veía un alma, soplaba un fuerte viento que hacia crujir los árboles muertos y sin hojas, el único lugar donde parecía existir movimiento era en la agradable taberna del pueblo. Mercaderes que se dedicaban a comprar todo tipo de objetos a los héroes que traían de sus aventuras, señores gordinflones de mediana edad y algún que otro anciano.
En mitad de la noche llovía con intensidad … tocaron fuertemente la puerta …
¡PUM! ¡PUM! ¡PUM!
mudos por el pánico se juntaron delante de la puerta pero nadie se atrevía a abrirla. Era una época de mucha superstición y más en pueblos sencillos y vulnerables, el propio extraño que golpeo la puerta tuvo que abrirla el mismo.

Los rayos de la tormentas dejaron ver una silueta aparentemente humana y de altura considerable, envuelta en pieles de animales y un rostro algo deformado, caminando con un bastón.

Una vez le dio la luz de la taberna pidió asilo en aquella tormentosa noche, ya que parecía haberse perdido. La gente al ver aparentemente a un anciano algo decrepito con pieles, dejo de tener tanto miedo y se acercaron más para ayudarle a acomodarse.

Poco a poco la normalidad empezó a reinar en la taberna pero Kyralash y Nhail seguían en su esquina observando cuidadosamente al recién llegado, ya que no les inspiraba ninguna seguridad y del cual sospechaban que venia con otras intenciones.
La gente empezó a preguntar todo tipo de cosas al extranjero, y a la pregunta de cual es su profesión, contesto…

“Soy adivino”.

Al instante toda la taberna se quedo boquiabierta, segundos después se había organizado un pelotón de gente alrededor del anciano, preguntando por el futuro del pueblo, de sus hijos, etc… entonces Nhail intervino, y les aconsejó que dejaran esas creencias, que los adivinos no existían y que ese tipo era un charlatán. Nhail no quería que ese viejo inundase la cabeza de aquella gente inocente de mentiras y falsas esperanzas en una época tan negra y con un futuro tan poco esperanzador.

El anciano se levantó y predijo que la tormenta cesaría en unos minutos. Y efectivamente, al rato, el temporal amainó, y fue cuando tuvo al pueblo en sus manos. Ya no hacían caso al joven elfo, preferían escuchar al adivino que les auguraba vidas maravillosas, el anciano reunió a todos y les dijo que para que todas las predicciones que auguraba se cumplieran, tenían que expulsar del pueblo a los no creyentes.
Inmediatamente todas las miradas apuntaron directamente a la pareja de Sin’doreis … entendieron pues que debían marcharse y que allí no eran bien recibidos.

Ambos nunca se marcharon del todo y permanecieron merodeando por los alrededores intentando averiguar quien era y que quería aquel viejo que se hacia llamar ‘adivino’.
En uno de los intentos de hablar con el anciano, les echaron a patadas y les amenazaron con matarlos si volvían a intentar acercarse a el. Entonces Nhail ideó un sencillo plan para esa misma noche … , el pueblo entero estaba en la taberna adorando al adivino y entregándole ofrendas. Cuando empezaron a oír ruidos desde fuera, la gente entendió que sería el joven pícaro que volvía e inmediatamente salieron todos con lanzas y palos, ahi estaba la silueta de Nhail en medio de la calle … la gente del pueblo que ahora tenían los ojos inyectados en sangre y salivaban parecían estar en un estado de hipnosis, se abalanzaron sobre la silueta y le clavaron las lanzas y golpearon con los palos con ensañamiento. El anciano se asomó a la puerta y rió con una carcajada terrorífica mientras su cuerpo empezó a deshacerse mientras se trasformaba en lo que era realmente … un sin rostro.

Nhail no era mas que la ropa envuelta en päja y palos, nada más que un señuelo, pero para cuando quiso darse cuenta de lo que pasaba este estaba justo detrás de el, le atravesó con sus afiladas dagas por la espalda y retorciendolas hasta sacarlas por el pecho. Un segundo después el asqueroso cuerpo del sin rostro explotó … una vez muerto la gente empezó a sentirse mejor y a volver en si, todos tenían un gran sentimiento de arrepentimiento por lo que habían hecho y como habían actuado.

Varias horas mas tarde …

La oscuridad del cielo de Uldum poco a poco fue extendiendose hasta llegar a Silithus, Tanaris, Crater de un’goro y los lugares más cercanos, sin duda cada dia que pasaba las cosas tenían peor aspecto y el viento traía extraños lamentos desde los últimos acontecimientos.

— El me lo advirtió, me lo dijo, me instruyo para ello, mi maestro ya paso por algo similar y sabia de algún modo que no había sido el fin — pensaba — Si, el me lo dijo y ahora era mi turno de seguir su legado, la oscuridad se cierne sobre nosotros nuevamente y yo, creo estar preparado, si, lo estoy. — se dijo a si mismo convencido.

Sentía la oscuridad infinita llegar, las tinieblas se abatían imparables, observó el leve movimiento del fuego en la chimenea y las danzantes llamas parecían dibujar en su mente pesadillas y visiones inimaginables.

— No puedo esperar, he de partir, me llama, mi destino me atrae, era esto entonces, he de combatirlo o caer en el intento.

Se levantó, sus fieles armas, dos cristalinas dagas le acompañaban, Kyra prepraba algunos viales mientras Nhail fabricaba una de sus virtudes druídicas, ungüentos. Guardaron algunas granadas y salieron de allí no sin antes dejarles una buena cantidad de propina por la hospitalidad.
La noche traía un gélido y cruel viento que cortaba la cara, los desiertos y sus contrastes de temperatura entre la noche y el día …

Cubrío su cabeza con el yelmo y saliéron de allí.
¿Acaso habrá retorno? ¿Saldré airoso?

Preguntas sin respuesta acudían a su mente mientras se marchaban hacia un destino incierto, tenían que volver a Uldum aunque antes pasarían la noche en los bosques de Feralas alejados de los peligrosos desiertos.

Pronto conoceré las respuestas …


Continuará …

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1 Semana en la superficie…


Los caminos entre Gnomeregan y Loch Mondan eran seguros, frecuentados por viajeros de toda índole. Cómodos de recorrer gracias a sus partes empedradas y la tan gratificante vigilancia. Con paisajes hermosos que ver y magníficos a los ojos de alguien que solo conoce el sub-suelo.

Niöh, se levantó del suelo y terminó de colocarse bien la faltriquera, mientras observaba el paisaje cercano. Se dispuso alegre a continuar su viaje, disfrutando de aquel inmenso cielo y sus fulgurantes parajes, mientras devoraba ávidamente un trozo de pan.

No conocía nada de todo aquello, salvo lo poco que había podido oír del lugar, por boca de sus profesores y algún aventurero… allá en su antigua morada.

Aunque llevaba varios días durmiendo al raso, no le dolía el cuerpo y su objetivo, se le apetecía cada vez mas dulce. Tenía claro por donde empezar, Thelsamar.

Había escuchado grandes historias de la ciudad enana, siempre había querido visitarla y sabía de buena tinta, que era punto habitual de reunión de aventureros.

Mientras caminaba, no podía dejar de sentir cierta envidia por lo que veía. La gente se movía a gran velocidad en alucinantes monturas y algunos surcaban los cielos… magnifico. Pero su situación le impedía aspirar a tales lujos.

Un ruido detuvo su lento avance, al parar y observar, vio que era un enano de piel oscura montado en una veloz montura, que corría hacia ella sin ningún miramiento.

Era joven e inexperta, pero sus reflejos y agilidad no tenían parangón en gnomeregan. De un salto, pero muy por los pelos, esquivó al arisco jinete, no sin escuchar una risilla de satisfacción de este, al pasar.

La joven gnoma, se levanto del barro y gritó al jinete, pero solo recibió un burdo gesto obsceno, por parte del enano de piel oscura.

Recogió sus cosas y continuó camino a la ciudad. No tardó mucho en olvidar el tropiezo y volver a sentirse deleitada, por todo lo que veía.


La ciudad era magnifica. Las palabras escuchadas no la hacían justicia… Gente de todas las razas Aliadas y los propios ciudadanos de la ciudad, bullian en un constante trasiego de personas.

Fascinada entró en ella, fijándose en cada pequeña cosa como la que veía un gran tesoro, saludando e intentando ser simpática con todos. hasta finalmente detenerse en el cartel de recompensas.

Miró durante un largo rato, mientras hacía caritas y leía atentamente todo lo que había. Era sorprendete la cantidad de cuestiones donde se solicitaban ayuda de aventureros. Pero todas parecían pedir gente curtida.

Con cara de inseguridad, miró su bolsa de oro, donde solo había unos pocos coppers, y luego los carteles… Pensó detenidamente en tomar alguno, pero cada cual le parecía aun mas complicado que el anterior.

– Aparta!!!

La pequeña gnoma fue empujada por un enano de tez oscura… Lo reconoció.

– Oye tu!!

La navaja afilada del enano hierro negro, se paro en el cuello de la gnoma.

– Tienes algo que decirme? No molestes a la gente ocupada! Vuelve con tus padres niña!.

Niöh dio un paso atrás, mientras observaba como el enano se llevaba varios de los carteles. ¿Todo el mundo es así aquí? Pensó con recelo. Menudo tipo.

Regresó al tablón y seleccionó el mas sencillo de todos. lo quito con cuidado y se llevo el papel mientras se encaminaba a la posada. Ya estaba anocheciendo y tenia algo de hambre.

Al entrar, vio que los enanos eran mas hogareños de lo que cabría esperar… El local era cómodo y calentito… nada mal. Con paso tímido, se acerco a la barra, donde una camarera y el tabernero la miraban, como si estuvieran viendo algo raro.

– ehhh… Que me podéis dar por esto??

La gnoma deposito sus coppers sobre la barra.

Con cierta mirada cómplice, la camarera y el tabernero se miraron y volvieron a mirar a la gnoma, que lucía muy desmejorada, estaba bastante sucia, cubierto de barro y no bestia como un aventurero normal. Ademas, la juventud de la gnoma era evidente.

– Eres nueva aquí??

– Oh! Por supuesto, vengo de gnomeregan para transformarme en una gran aventurera.

– Muy bien gran aventurera, pero con esto no te llega para nada…

Un codazó le llego al tabernero que con un saltito, disimuló con maestria.

– Siéntate gnoma, veremos que podemos hacer, guárdate esos coppers.

La gnoma intento disimular pero una sonrisa de oreja a oreja le salió espontáneamente a Niöh y se sentó en una mesa alejada, desde la que observo al resto de particulares comensales de la taberna. entre ellos al Enano hierro negro, que la miraba mientras reia con algunos amigos. Los ojos de la gnoma se entornaron.

Pronto, el tabernero en persona, le trajo un plato de sopa, pan y cerveza y los dejo sobre la mesa, no sin mirar que la gnoma portaba un cartel de recompensas en la mano.

– Buscas trabajo chiquilla??

– Si bueno… no soy una experta aún pero creo que intentaré acometer este trabajo. Necesito oros.

El tabernero miró el cartel y miró a la gnoma con cara de escepticismo.

– Si quieres… puedes hacerme a mi un encargo pequeña… no ganaras oros, pero es un trabajo como cualquier otro.

La gnoma puso cara seria.

– De que se trata???

– Necesito costillas de cerdo!!! estos se lo comen todo… te pagaría con comida y algunos silvers, que es mas de lo que tienes.

– Ohh bueno… nunca he matado un cerdo (Ni nada) pero… lo acepto! iré mañana por la mañana…

– Magnifico, estaré esperando la carne.

La gnoma comió todo con avidez, incluida la cerveza, que le pareció repulsiva… y se encamino al exterior de la taberna, escogió un buen árbol y se tendió debajo para dormir.

Las estrellas brillaban con energía y un pequeño lucero hizo acto de presencia consiguiendo arrancar una carcajada en la pequeña gnoma. Pero cuando estaba apunto de dormirse, un toque en la pierna la sobresalto. Era el tabernero de nuevo.

– Que haces aquí?

– Pues dormir… no puedo traerte esos cerdos sin descansar.

– Oh por favor, entra ya, te daré cama gratis esta noche…

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El futuro más gélido, algo más de un día después.

Tormento se detuvo sobre uno de los riscos que dominaban la gran explanada dominaba por las colosales puertas de hierro de la capital de la Horda. El patio delantero de la ciudad todavía estaba impregnado por el intenso olor del petróleo quemado y salpicado allí y allá de pequeños vestigios del casi asedio que había ocurrido escasos meses atrás. Un pequeño y sencillo monumento, de humilde madera y basta piedra se había alzado en el punto exacto donde Colmillosauro había caído en Mak’Gora contra la pérfida Alma en Pena. Un recordatorio algo escaso para los estándares del caballero de la Muerte, pero recordó la triste tumba de la que había alzado a Nazgrim como Primer Jinete y supuso que era algo común entre los orcos.

Aunque siendo sincero, tampoco es que le importara mucho.

Su destrero descendió con paso pesado por el pedregoso sendero que llevaba a la ciudad. A pesar de los restos del asedio a sus puertas y la enorme cantidad de bajas que la Horda había sufrido a lo largo de los años, las puertas de Orgrimmar rebosaban de una curiosa actividad. Toda su entrada estaba rebosante de caravanas tiradas por alpacas y repletas de pequeñas criaturas vulpinas que le miraban con curiosidad. Su animadversión por los desiertos había hecho que apenas hubiera pisado Vol’dum un puñado de veces, pero supuso que esos eran los vulpera de los que tanto había oído hablar.

Tormento se deslizó como pudo entre el saturado camino, esquivando a todos los transeúntes que aprovechaban la pausa para intentar venderse baratijas del desierto y levantar grandes fogatas. Recorrer todo el camino a lomos de Kyranastraz y aterrizar en medio de la ciudad, junto al puerto de zepelines que se alzaba sobre los riscos pelados de Durotar, habría sido más práctico que montar sobre Tormento durante el último tramo, pero el ambiente seguía caldeado tras la guerra y había preferido un método más diplomático.

Se ajustó de nuevo su capucha blanca y reanudó su marcha entre el tráfico. Le llevó varios minutos alcanzar la entrada de la ciudad, únicamente para ser detenido por dos grandes guardias orcos que vigilaban las grandes puertas tras ellos.

—Mok-rah, caballero de la Muerte —dijo chapurreando común de forma burda y tono precavido—. Me temo que no puedes pasar. La ciudad estar ajetreada y, aunque tregua hay, miembros de la Alianza no son bienvenidos en Orgrimmar.

Aiden se aclaró la garganta.

—Mok-rah, hallur gar. Rhe valakosh Magni gor’gor, nei valakosh Anduin bogrash.

Los dos guardias se miraron perplejos y reanudaron la conversación hablando en orco.

—Si vienes en nombre del Portavoz puedes pasar, pero tendrás que estar escoltado por dos guardias. ¡Drobul! ¡Graya!

Dos brutos orcos, uno macho y otro hembra, se aproximaron desde una de las caravanas vulpera que estaban inspeccionando. Le hicieron un saludo militar y aguardaron sus órdenes con paciencia.

—Debéis escoltar a este caballero de la Muerte hasta el Salón del Honor. Tiene un mensaje del Portavoz para el nuevo Consejo de la Horda.

— ¡Dabu! —respondieron al unísono.

Los dos brutos flanquearon a Tormento, que les miró con suspicacia, y el resto de guardias se apartaron para dejarlo pasar a Orgrimmar.

Aiden barrió toda la ciudad de un solo vistazo en cuanto entró. La capital de la Horda, a quien no hacía demasiado había considerado enemigos, se abrió ante él, bullente de actividad e iluminada por un sol tan intenso que hacía picar la piel. Alzó la mirada hacia el cielo durante un momento, añorando el frio viento y las densas nubes plomizas de Rasganorte, y agradeció haber aceptado la capa a pesar de su color.

No pudo evitar lanzar un gruñido ahogado bajo su capucha. Silithus, Uldum, Durotan… estaba harto de desiertos. En cuanto entregara el mensaje al Consejo tomaría el primer portal que le llevase a Rasganorte y se tomaría unas vacaciones. Unas pequeñitas.

—Camina, escoria —gruñó un orco a pocos pasos de él, sacándole de sus pensamientos. El orco que había hablado estaba en la cola de un pequeño grupo de miembros de la horda, encadenados uno tras otro como si fueran animales que dirigían al matadero, mientras blandía una porra de firme madera.

—Disfruta mientras puedas, perro sarnoso —le espetó uno de los encadenados, un boticario que había recibido una paliza no hacía mucho—. Pero Sylvanas volverá y entonces… ¡ay!

—Que camines, escoria.

El orco escupió al suelo y desapareció junto a los encadenados entre la muchedumbre, alzando un coro de murmullos e increpaciones.

—Ignora este alboroto, mensajero —le dijo la orca que le acompañaba—. Por increíble que parezca, aún sigue habiendo leales a Sylvanas.

—Aprovechad bien la situación —respondió Aiden volviendo la cabeza de nuevo hacia el frente. No hizo esfuerzo alguno en ocultar su expresión de asco y desprecio—. Podréis hacer una purga de idiotas.

Jinete y escolta no tardaron más de unos minutos en llegar a la Sala del Honor, el centro neurálgico de la Horda y donde se encontraba el trono del extinto título de Jefe de Guerra. Cuatro colosales Kor’korn guardaban la entrada a la gran sala con recelo, portando largas alabardas con el símbolo de la Horda incrustado en su hoja.

—Alto, viajero —dijo su jefe alzando la mano hacia su dirección—. No puedes entrar en la Sala del Honor armado.

Aiden bajó de Tormento de un salto y le dio instrucciones de que esperase en la entrada. Su corcel relinchó con pereza y empezó a buscar hierbajos entre el polvoriento suelo rojizo, ignorando las miradas recelosas de los guardias frente a él. Su amo, en cambio, se dirigió con paso firme hacia la entrada y desenvainó a Silencio con un movimiento fluido. La hizo girar un par de veces en el aire con los dedos y la clavó en la sedienta tierra, generando un pequeño charco de escarcha alrededor del punto de impacto.

—Ni se os ocurra tocarla.

El caballero de la Muerte se internó en la sala del trono dando pasos rápidos. Su interior era sombrío y, aunque seguía haciendo calor, más fresco que el desierto a sus espaldas. Tras recorrer el pequeño y retorcido pasillo que servía como última defensa, Aiden se encontró con un variopinto grupo formado por los líderes de la Horda. Encontrarse en esa situación, haciendo de mensajero para asegurar la paz, le hizo pensar sobre las vueltas que daba la vida. De haber estado en esa misma situación cuando empezó la guerra, no había dudado en asesinar a todos y cada uno de los presentes a sangre fría. Eran el enemigo y, con la noble excepción de Thalyssra, ninguno tenía muchas oportunidades de vencerlo. La parte militar de su mente, siempre despierta, siempre queriendo sangre, no pudo evitar fijarse en la fragilidad de aquel consejo, como una hidra vieja que ya no podía regenerar las cabezas perdidas. Pero Aiden llevaba mucho tiempo muerto, como atestiguaba su rostro engañosamente joven, y no le costó mucho apartar esos siniestros pensamientos de su mente.

—Veo que el mensajero del Portavoz ha llegado al fin —resonó una voz grave y fuerte frente a él. Baine, siempre amistoso, le recibió con los brazos abiertos. Aquel joven tauren tenía potencial para gobernar en paz, sin duda, y aquel hecho había conseguido ganarse el respeto de Aiden.

El caballero le devolvió el saludo dándose un pequeño tirón en la capucha.

—Aiden Hojagélida, de los Defensores de Azeroth.

—Sí, he oído hablar de ti y de tu pequeña hermandad. ¿Eras de Lordaeron, verdad? Por favor, acepta mis disculpas en nombre de la Horda por los actos de Sylvanas en tu hogar. Debió de ser duro perderlo dos veces.

—No es necesario disculparse —repuso alzando una mano—. Hacerlo no cambiará lo ocurrido, y la culpa es solo del Alma en Pena, no vuestra.

—Sabias palabras, pero no creo que Magni haya enviado a uno de sus campeones para hablar de filosofía.

—Cierto. Mi visita no es sino para entregaros un mensaje en su nombre.

Aiden se aclaró la garganta mientras Baine reunía al resto de miembros del Consejo. Él barrió la estancia con su mirada fría, estudiando uno por uno los rostros de los líderes de quien había considerado su enemigo hasta no hacía tanto. Le satisfizo descubrir que ninguno le había recibido con hostilidad, sino con genuino interés en sus palabras. Parecía que al final todo el mundo se había cansado de librar guerras inútiles, y una chispa de esperanza prendió en su helado corazón. La paz estaba al alcance de la mano, reluciendo en el horizonte y esperando a que alguien la tomara.

—Cuando quieras, Hojagélida.

—Consejo de la Horda, todos aquí sabemos la terrible oscuridad que hasta hace poco amenazó con consumir nuestro mundo. Aunque un grupo pequeño fue el artífice de la muerte del Dios de las Profundidades, esa hazaña no hubiera sido posible sin el apoyo de los ejércitos y comandantes que la Horda y la Alianza nos cedieron valientemente para derrotar a las huestes de Uldum.

»No obstante, y aunque agradecemos de corazón vuestra generosa ayuda, sabemos que los tropas que nos ayudaron se saltaron varios de los puntos del armisticio que puso fin a la Cuarta Guerra. Para evitar que este pequeño incidente diplomático se extienda como grietas por el cristal y acaben por romper nuestra frágil paz, en nombre de los defensores de este mundo, los que cayeron en Uldum y Pandaria, el Portavoz y la propia Azeroth, os pido que no se aplique ninguna medida ni contra la Alianza ni contra vuestros propios soldados.

Los miembros del Consejo se miraron unos a otros. Tras unos momentos de deliberación le comunicaron la respuesta a Aiden, que permaneció en silencio y con el rostro ensombrecido.

—Es cierto que esa batalla hizo que la Alianza rompiera los términos del armisticio, pero no fue la única facción que lo hizo —dijo Lor’themar Theron con voz calmada—. Y aunque la Horda y la Alianza se saltaron el tratado, se hizo por una causa mucho mayor que ambas facciones juntas. Por ello, este Consejo ha decidido seguir adelante con el armisticio, y esperamos con esperanza que la Alianza haga lo mismo.

—Me alegra oír esta decisión —dijo Aiden con sinceridad, sin abandonar su tono neutro—. Pero antes de marcharme, me gustaría preguntar una cosa.

—Habla sin tapujos, Hojagélida.

Aiden suspiró entre dientes, sin que nadie se percatara. Su pregunta podía ser incómoda y no le sorprendería que se negasen a responder, pero no podía irse sin haberlo intentado al menos.

— ¿Sabéis algo del Alma en Pena? ¿Rumores sobre su posición o de sus planes?

Baine lanzó una rápida mirada a su alrededor, buscando la aprobación del resto de miembros del Consejo, antes de responder.

—Mucho me temo que no hemos tenido noticias de ella desde el asesinato de Colmillosauro, la Madre Tierra lo acoja en su seno. Nuestros recursos son más escasos que nunca, y no podemos enviar una partida de espías por todo el mundo con esperanzas de encontrarla.

—Entendible. Aun así, deberías estar atentos y avisar a Magni a la menor señal de peligro. Hasta entonces, vigilad vuestras espaldas.

Aiden hizo ademán de darse la vuelta, pero la afable voz del tauren lo interrumpió.

—Sé que a alguien de tu condición no le hace falta descansar, pero te invito formalmente a pasar la noche en Orgrimmar y disfrutar de la hospitalidad de la Horda. Silithus está lejos, Hojagélida, y no tienes por qué viajar por la noche.

—No me dirigía a Silithus, pero acepto tu propuesta. Con suerte me encontraré con algunos de los hermanos de ébano que se unieron a las filas de la Horda para la guerra. Hace tiempo que no los veo.

—Puedes caminar por toda la ciudad con libertad, Defensor de Azeroth. Cuentas con la protección de este consejo.

Aiden agradeció el gesto con otro tirón de capucha y se dirigió a la salida, en dirección a la taberna más cercana. Esperaría a la puesta del sol para iniciar su búsqueda.

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Hacienda de Gahrron, Tierras de la Plaga del Oeste
Un nutrido ejercito de la Alianza rodeaba el meandro donde estaba Nathanos, el ogulloso y prepotente campeón de la Alma en Pena se encontraba solo, herido y desprovisto de flechas, liderando el ejercito se encontraba el enano recientemente levantado

  • Nathanos rindete ya, tu alma en pena no va a rescatarte.
  • Ja, ¿Un enano va a detenerme?, no me hagas reir.
  • Mira podemos hacerla por las buenas, en la que te rindes y nos dices donde esta Sylvanas y quizas te demos una muerte piadosa, o puede cerrar la boca y hacerte soltar donde esta por las malas.
  • Nunca traicionare a la Alma en Pena.
  • Bien, que así sea.

Granero de la Hacienda, unas horas despues

Allí se encontraban los 2 a solas, Nathanos atado a una silla y el enano delante de el con su “caja de herramientas” que tan bien le sirvió en vida

  • Quién me iba a decir que iba a usar mis “juguetitos” en muerte.

  • ¡No lograrás que traicione a la alma en pena, escoria!

  • ¿Te he dado permiso para hablar?, ¿no?, pues calladito hasta que te diga Sacó un sacacorchos con sangre seca aún presente y se lo metió en el ojo derecho para luego sacarlo como si de un corcho en una botella se tratase, lo que hizo gritar a Nathanos

  • ¡No lograras hacerme hablar!

  • Pues callate por ahora, yo soy el que tiene la palabra, no me hagas dejarte ciego y por favor, ahorrate el “no voy a hablar”, todos acaban soltando tarde o temprano.
    Primero, ¿Donde esta Sylvanas?.

  • Je, “Adalid de la Alianza”, no me hagas reir pues me rescatará, nos necesitamos mutuamente.

  • Oooh si, ya lo veo, ¿Entonces por que no esta aqui?.

  • Es una gran estratega, todo es parte de su PLAN, te arrepentiras de hacerme esto, tenemos experiencia con los caballeros de la muerte, tan bravucones pero al final son sometidos, pregunta a Koltira.

  • Apenas llevo unos días siendo no muerto, gracias a tu Sylvanas por matarme con esas flechas espectrales o lo que fuesen…mira mi pelo y barba, se me estan quedando blancas como la nieve y todo gracias a tu “Alma en pena”.

  • Tu Alianza sera aniquilada pronto por ella.

  • Lo de siempre… ¿Tu en vida eras un forestal verdad?, el primer forestal no elfo de Quel’thalas, eso es meritorio conociendo a los elfos.

  • ¿Ahora aprecias mis talentos enano?.

  • En absoluto, ¿Por que son famosos los forestales?, por su destreza con el arco, ¿verdad?.

  • Por supuesto, Sylvanas te matara antes de que te des cuenta, su puntería es legendaria.

  • Pues entonces “querido” Nathanos, ahora comienza mi “debate” Sacó un abrecartas mellado y con el filo un poco oxidado y se lo mostró a Nathanos ¿Un forestal que no puede usar sus dedos es inutil no?.

  • No lograrás quebrar mi fidelidad a la Alma en Pena retaco.

  • Entonces vamos a comprobarlo.
    Comenzó a cortar el dedo índice de la mano derecha lentamente, haciendo que el campeón de la alma en pena gritase como si de un cerdo en una matanza se tratase, finalmente el dedo quedó separado del resto de la mano

  • Y bien, ¿Vas a decirme donde esta Sylvanas?.

  • ¡JAMAS!.

  • Eres un dolor de cabeza, bien voy a usar la artillería pesada entonces.
    Un soldado apareció

  • Señor Drethz dese prisa, necesitamos evacuar la posición cuanto antes.

  • Entendido, gracias ya puede retirarse, en 5 minutos hemos acabado.

  • Si señor. El joven soldado se retiró, dejandolos a los 2 solos de nuevo.

  • Mira Nathi estas de suerte, desde que morí he aprendido nuevas formas de “hablar” ahora que la Luz me olvidó.

  • Ja, Sylvanas va a por vosotros y me ocuparé personalmente de hacerte sufrir.

  • Feliz viaje a las Fauces. El enano desenfundó una de sus hojasruna y atravesó el frio pecho de Nathanos para luego retorcer la espada 90 grados, lo que acabó con la no vida del campeón de la Alma en Pena
    Veamos si logro devolverlo, nunca lo he hecho aún. El enano concentró sus energías en la hojaruna, haciendo que esta emitiese un tintineante brillo azul, tras unos segundos el cuerpo sin vida de Nathanos volvió a moverse

  • ¡BASTA!

  • Bienvenido a Azeroth de nuevo Nathanos, ¿Que tal las fauces?.

  • Hablaré, Sylvanas esta en Zul’Aman, preparandose para atacar Lunargenta.

  • Te ves pálido Nathi, ¿Tan crueles han sido las Fauces?

  • No puede ir alli la Alma en Pena, aquello es muchisimo peor que Arthas, tengo que protegerla.

  • Gracias por la información, se ve que estas colado por ella y que has sido un seguidor muy fiel pero Forjaz no paga a traidores y has sido alguien realmente detestable, así que te envio de vuelta a las Fauces.

  • ¡NO, LAS FAUCES NO!.

  • Si, las fauces si. Con la otra hojaruna decapitó limpiamente a Nathanos.
    El enano salió del granero con la cabeza de Nathanos en una mano, la cual arrojó al sargento Thorimas que la cogió al vuelo

  • Va a atacar Lunargenta, esta en Zul’Aman.

  • Parece ser que tendremos que colaborar otra vez con la Horda.


Runavolt, Colinas Pardas, meses despues

El pueblo Vyrkul estaba totalmente cubierto de un grueso tempano de hielo, sus habitantes posaban en posición de ataque ante un inexistente enemigo, el hielo se expandía por el horizonte hasta lo que los ojos llegaban a alcanzar y allí estaba el enano solo a petición de Magni

  • ¿Que ha pasado aquí? esta todo congelado, este hielo no es normal en absoluto, esta cargado de magia pero ¿Quien ha sido capaz de hacer esto?, esta claro que fue fulminante por como están los vyrkul, espero que nuestras sospechas de Aiden no sean fundadas, le veiamos algo raro últimamente pero no creo que fuese capaz de hacer algo así El crujido de una rama congelada rompió el pensamiento del enano ¿Quién esta aquí?, desvelate.

Un humano dibujaba una silueta fantasmal en las heladas colinas como si de un espectro venido de las Tierras Sombrías se tratase, una figura conocida por el enano, este estaba cubierto por una capucha blanca que ocultaba su rostro, y una guadaña sobresalía de su espalda, forjada con una gran maestría

  • Aiden, ¿has sido tu quien ha hecho esto no?.
  • Rhod cuanto tiempo desde la última vez que nos vimos, ¿que ha sido de tu nueva vida?.
  • Respondeme, ¿Que es esto?.
  • Esto es la salvación de Azeroth.
  • ¿Has perdido la cabeza?, si has tenido visiones olvidalo, eran culpa de N’Zoth, todo irá bien ahora que parece haber colaboración entre ambas facciones, atrapamos a Nathanos y nos desveló los planes de Sylvanas, por supuesto le envié a las Fauces tras ello, este poder es increible, la Luz no me proveía de tanto poder.
  • Sylvanas eh, tendré que ajustar cuentas con ella y me alegro que hayas visto el lado de la no muerte, siempre te dije que la Luz era un lastre para ti.
  • No te pases, en su momento me sirvió y ahora descongélalos y de paso el resto de lo que hayas congelado.
  • ¿Donde esta Sylvanas?.
  • En Tierras Fantasma, piensa atacar con lo que le queda Lunargenta.
  • Gracias, tendre que hacer una visita.
  • Bien, pero arregla este estropicio.
  • Me temo que no es posible, esto es por Azeroth, es lo mejor que le puede pasar con una vida que lucha contra ella.
  • Aiden podemos hablarlo, pero descongela todo.
  • Esta todo hablado, tu mismo lo vistes en esa visión, acabaran matandose entre ellos, esto es una bendición para la vida y para Azeroth.
  • No me obligues a matarte.
  • Únete a salvar Azeroth.
  • Esto no es salvarlo y lo sabes, has perdido tu cabeza así que te detendré pero luchemos con honor, como el viejo Colmillosaurio querría.
  • Que así sea pues.
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La batalla era cada vez más caótica, había cadáveres en cualquier lugar, sangres, vísceras, gritos, peticiones de auxilio, sonidos y voces de ultratumba…No solo eso, poco a poco iban retrocediendo hacia el río, el lado derecho del envite había caído en casi su totalidad y ahora los restantes defendían pequeñas posiciones o ayudaban a los heridos, la carga de jinetes no estaba mejor, la llegada de Ig’nosh había asustado a las monturas o habían caído presa de sus hechizos o fauces, el centro aguantaba firmemente pero los aqir llegaban cada vez en cantidades mayores y siempre con la misma ferocidad.

Estaban perdiendo del todo la batalla. Y su enemigo lo sabia.

Pero no podía dejarse llevar por el temor y el paico que recorría cada ápice de su cuerpo, al encontrarse de frente con ese mastodonte sintió que todo estaba perdido y que su estratagema, suicida todo hay que decirlo, estaba hundida al fracaso. Seguían sin noticias de Ramkahen, ni d ella horda ni d ella alianza. Sin esos refuerzos todo seria en vano, no obstante haría todo lo posible para derrotar al gigante ignoto y librar del mal que anidaba estos lares.

Un recién llegado le saco de sus pensamientos, parecía traer noticias urgentes.

  • Comandante, hemos encontrado dos de los cristales. - dijo el gnomo jadeando- Uno esta ubicado cerca de unos edificios en ruinas en el flanco derecho, una pareja formada por un orco y un enano nos han reportado que fuertes tropas custodiaban lo que parecía una gema de gran tamaño. El otro esta al sur, cerca de nuestras posiciones centrales, los aqir lo defienden son mucha saña y furia.

  • El tercero debe estar escondido en el flanco izquierdo, al menos tendría sentido posicionarlo ahí. Gracias compañero, avisa a la zona centrar que hay que destruir esa gema lo antes posible. Espero que alguien de ahí pueda ayudarnos.

Dicho esto el gnomo partió raudo ente los enemigos y aliados, esquivándolos rápidamente.

  • Arnath, Valkhir id con un grupo numeroso al flanco derecho. Apoyar lo que podáis esa zona e intentad encontrar y destruir la gema. - Se giro hacia el caballero de la muerte que lanzaba su guadaña contra un ignoto cercano y clavaba su puñal congelado en el cuerpo de un aqir- Aiden, necesito que me acompañes al flanco izquierdo, por ahora resistimos esa zona por lo que nos sera más rápido buscar la tercera gema. Creo que hay una viejas ruinas hundidas en la zona, seria un buen comiendo.

Sin parar en su matanza el caballero soltó un bufido y asió su capucha dando por comprendida la situación No podía pedirle más dada la situación.

  • ¿El resto! - anuncio alzando la voz lo máximo posible- ¡Retiraos hacia el río, alejaos del general ignoto! ¿No podemos vencerlo en estas condiciones, vuestra muerte solo alimentara su poder! ¡ATRAAAAAAAAAAAS!

Una serie de ordenes y cuernos recalcaban su mandato, las tropas empezaban a retirarse a paso lento hacia el río y la zona central de la vanguardia, al menos sobrevivirían más tiempo mientras destruían los cristales de poder.

  • Pongamosnos en marcha. Soldados y héroes de Uldum, ¡A vuestras posiciones! -Y con un apretón de manos a la pareja de sacerdote y paladín se separo junto al caballero de la muerte - ¡Sobrevivid!.

  • Tendríamos que aplicarnos esa orden a nosotros mismos, comandante. -dijo con una voz helada y fría Aiden

  • Bueno, si caigo siempre puedes levantarme de nuevo para seguir dando guerra. ¿no? -dijo en broma- Porque pones esa cara…

  • Solo veo si seria factible levantarte par Azeroth. Seria…interesante comprobarlo.-Añadió mientras acelero el paso hacia su destino

UN RATO DESPUÉS

Muy lentamente se abrían camino por los soldados de las huestes de N’zoth, cada paso que daban era impedido por nuevos enemigos que franqueaban el camino. Caballero d ella muerte y paladín no cesaban en su empeño, coordinando sus ataques y aniquilando a cada ignorante que se interpusiese en su camino, un haz de luz imbuyo el martillo del paladín y dio de lleno a un orador del sino cercano, a su vez la guadaña voló por encima de su cabeza para sesgar la vida de dos aqir voladores que se abalanzaban a la peculiar pareja y terminaba con un escudo lanzándose al lado del caballero para romper la defensa de un ignoto y un guerrero poseído por el vació.

No hablaban en ningún momento mas seguían un compás que no impedía ni frenaba al otro, a pesar de la diferencias en sus artes de combate y de las magias que poseían calculaban cada golpe, retroceso y paso del cada uno. Una atracción trajo frente al paladín un conjurador ignoto que, antes de poder defenderse, cayo fulminado por un haz de luz con forma de martillo. Otro grupo de hechiceros cayeron a manos de espadas de escarcha que se insertaron en sus gargantas y pechos sin piedad.

Estaban ahora en una zona con ruinas, columnas y restos de edificio adornados con estatuas podían contemplarse por las arenas. Estaban semiderruidos y enterrados casi en su totalidad pero aun aguantaban en pie algunos de ellos, una estatua de un tol’vir yacía partida por el torso en el centro de una plaza junto a un grupo de aqir y unos enemigos que no habían aparecido hasta ahora.

K’thir. Seres con forma humana que han sido transformados por las energías del vacío, sus cuerpos se han deformado dando un tomo morado claro, su rostro ahora esta formado por ojos sis pupilas y totalmente anaranjados de los que salen unos tentáculos largos y oscilantes hasta su pecho. Visten ropas oscuras y manejan magias oscuras y extrañas capaces de invocar monstruosidades del vacío inexplorado.

El paladín soltó un silbido y señalo la plaza con los hombres-pulpo, indicando que deberían investigar esa zona. Asintiendo su acompañante ambos cargaron intentando llegar hasta ahí pero parecía que intentaban frenarlos con más fuerza y bravura que hasta ahora. Un buen punto a que algo había importante cerca.

  • Esta aura…cada vez es más pesada y aterradora. -dijo el paladín- Sin duda algo esconden aquí. ¡Aiden intenta alcanzar a los comementes K’thir!

Sin responder Aiden atravesó a los enemigos como un espíritu, si cuerpo se había vuelto incorpóreo y casi parecía una nube con forma humana, un mero fantasma helado que atravesaba la multitud sin inmutarse ni amedrentarse. En un suspiro alcanzo a los K’thir los cuales invocaron hechizos y maleficios en un lenguaje extraño, unas grieteas tomaron forma en el aire alrededor del caballero de la muerte amenazando con una oscuridad plena y atrayendo el aire a su alrededor lentamente. Emitían un sonido apagado como si un gigante absorbiese con cuidado el aire desde la grieta saboreando para palmo de aire que obtenía.

Unos rugidos sonaron d ellas grietas y, reptando y clavando unas garras de tres falanges, salieron unas bestias deformes plagadas de pústulas y ojos felinos con tonos amarillos y naranjas que recorrían su rostro y cuerpo. Parecían escudriñar los alrededores hasta centrarse en la figura del caballero de la muerte, en pocos segundos las bestias empezaron a lanzarse encima del mismo rodeándolo rápidamente mientras se defendía con su guadañas. Sus tajos recorrían grandes distancias y sesgaban cabezas y extremidades que se acercasen a su circulo de alcance, pero el numero le superaba, justo dos bestias saltaron a la espalda del caballero de improvisto y clavaron sus dientes en la negra armadura con mucha fuerza. Aprovechando la oportunidad sus hermanos adelantaron sus pasos y se lanzaron al torso de Aiden intentando rematar a su presa.

  • ¡Aguanta!, encargate de los que tienes enfrente. - dijo el paladín

El paladín lanzo su escudo a la espalda del caballero dando de lleno en ambas bestias que cayeron al suelo medio aturdidas, en ese segundo de desconcierto aprovecho para clamar a la luz un aura que recorrió el suelo dañando a las bestias que les rodeaban. Cuando pudo acercarse lo suficiente concentro sus energías en su arma la cual empezó a refulgir en una brillante luz dorada y asesto dos golpes a la cabeza de esas criaturas amorfas. A penas pudieron sentir el golpe cuando u arma les arrebato la vida.

Aiden no se quedo atrás, con su espalda libra toco dos de las runas de su arma y toco el suelo con un puñetazo limpio. De pronto estacas y lanzas heladas surgieron de la arena atravesando a todas las criaturas que estaban en su camino y a un K’thir que se vio preso del frío invierno antes de poder escapar. Varios portales se cerraron cuando el comementes murió, el ultimo parecía sufrir una presión mayor al caer su compañero pero sin apenas bestias para defenderle murió atravesado por la guadaña y el hacha de la pareja, cerrando el resto de portales.

Al caer el cuerpo del K’thir el aire empezó a tornarse turbio, el paisaje comenzó a temblar y distorsionarse, las formas se mezclaban y los aqir que le rodeaban huían o se enterraban rápidamente con un descontrol irrazonable. Como un velo que se cae el paisaje empezó a cambiar, la plaza se desvanecía y daba lugar a una duna de arena en pleno desierto, la ruinas se desmoronaban como granos de arena y se transformaban en losas y pilares oscuros con tonos anaranjados. Por ultimo la estatua central de lo que hasta ahora era una plaza se desvaneció, dando lugar a un altar antiguo con viejas runas que no podía descifrar y un negro obelisco justo en el centro.

Un aura emanaba del mismo y parecía pesar sobre los hombros del paladín, su mera presencia le hacia arrodillarse como si la gravedad actuase con más fuerza en ese lugar. Era uno d ellos cristales donde residía el poder del ignoto gigante.

  • Por fin lo hemos encontrado, creo que puedo encargarme -dijo el paladín-

Clamando de nuevo a la luz se envolvió por entero en un haz de luz y cargo hasta el cristal, clavo su hacha en el centro de la figura pero no recibió ni un solo golpe, ni una muesca ni grieta. Seguía intacta.

  • Se acercan más tropas, si nos quedamos aquí seremos pasto de los escarabajos. -sentencio Aiden- ¿Puedes retenerlos un rato? Creo que puedo destruirlo pero necesitare algo de tiempo. No se puede dejar a tu luz el trabajo d ella muerte.

  • Te conseguiré todo el tiempo que pueda -dijo el paladín dirigirse al frente- Date prisa, cuida que no se te rompa esa “azada”. No estas segando el trigo del campo.

Con una sonrisa, intento de ella mejor dicho, calmo algo sus nervios y preparo su escudo y arma. Los aqir venían soltando una polvareda enorme, el suelo temblaba con el repiqueteo de sus patas, sus mandíbulas chasqueaban o reburbujian con los tentáculos que asomaban por sus bocas. Eran una marea viva que se acercaba a ellos con sed de sangre.

Se arrodillo y clavo su hacha en el suelo, cerro los ojos y escucho llegar al enemigo mientras contaba los segundos y reclamaba una plegaria a la luz. Solicitó fuerza y resistencia, solicito a los antiguos reyes que le otorgases poder, persuadió a las sombras que le atormentabas y clamo la ayuda prometida de nuevo. Los ruidos de las pisadas parecían tambores anunciando la muerte, ya llegan…y no tendrían salida.

Cuando el primer aqir salto al paladín este abrió los ojos rápidamente, su cuerpo brillo con intensidad y aumento en tamaño, su armadura hasta ahora negra con adornos de calaveras se transformo en una armadura translucida dorada y blanca, de su espalda dos grandes alas doradas emergieron y sus arman se re-dibujaron en una espada de luz pura y centelleante y un escudo adornado con pliegues e inscripciones en lenguaje antiguo.

Su forma recordaba a las valkhir de Odín pero con una forma masculina y ocultando su rostro en una capa dorada.

  • No podre resistir mucho tiempo así, date prisa con ese pilar.

Cargo contra los primeros insectos que quedaron fulminados por los tajos de su espada, algunos intentaron sorprenderle desde el fondo de las arenas y saltaron su espalda pero con el solo roce del aura dorada de su cuerpo empezaron a arder sin control. Lanzo su escudo que atravesó a varios enemigos hasta que retorno a sus manos, alzo su arma al cielo y varias sentencias empezaron a caer en distintas zonas del frente aniquilando a varios enemigos y aplastando a todo ser vivo que estuviese cerca de su zona de impacto.

Mientras Aiden reorganizaba energías oscuras a su alrededor, un aura morada empezó a rodearlo y a canalizarse alrededor de su guadaña, acumulándose lentamente de manera silenciosas. No movía ni un musculo y parecía rígido y distante, solo el viento movía su capucha y sus cabellos demostrando que no se había convertido en un ser de piedra helada. La guadaña se torno cada vez más morada y el suelo a su alrededor empezo a congelarse formando un circulo cuyo centro era el caballero d ella muerte, a cada segundo su diámetro iba aumentando casi alcanzando la posición del paladín.

Más aqir llegaban y ahora bestias deformadas, junto a conjuradores ignotos, llegaban en su ayuda. Su ritmo iba cediendo y notaba como el poder que había reclamado iba a desvanecerse dentro de pocos minutos, siguió arremetiendo contra cada bestia del vacío cortando rostros, torsos y cabezas por doquier. Sin embargo empezó a notar el cansancio, las alas menguaron y se apagaban lentamente, una bestia se lanzo a su hombro y consigo atravesar la dorada armadura hiriendo el brazo herido del paladín, aunque lo pago con su vida, sus arma parpadeaban y empezaban a retornar su forma original. Y en pocos segundos, su poder se esfumo y un agotamiento se hizo presa del comandante.

Los aqir le rodearon y justo cuando un ignoto de medio tamaño lo agarro por el cuello con su tentáculo una neblina empezó a rodear a los presentes. El tiempo se paro, los sonidos callaron por varios segundos y una calma extraña y artificial parecía sobreponerse en ese reducto del mundo, segundos después un grito recorrió las arenas del desierto seguido de un estallido que hizo caer al ignoto y asustar a varios insectos.

Ya en el suelo, Félix miro dirección al pilar y vio como estallaba en varios pedazos, Aiden estaba rodeado de un aura morada y escarcha en todo su cuerpo, su arma refulgía con un tono morado mientras atravesaba el pilar y ramificaba en cada grieta trozos de hielo y esa rara energía. Aparte, varias espadan, mandoble y estacas estaban clavadas por todo el pilar rompiéndolo en pedazos en cada lugar donde habían impactado. Un segundo después el pilar exploto tirando al suelo al paladín y al caballero d ella muerte, el aura que salio del mismo atravesó a los siervos de N’zoth succionandoles la vida y consumiendoles lentamente hasta caer muertos y deformados en las arenas. Los que habían conseguido sobrevivir huían de la zona hacia otras zonas de la batalla presas del pánico y el desconcierto.

  • GGGGGGGGGGGGGGGGGGGRRRRRRRRRRYYYYYYYYYYYYYAAAAAAAAAAAAAAAAGGGGGG

Un rugido atronador surco el aire de Uldum, Ig’nohh chillaba de dolor tras explotar uno de los resguardos donde acumulaba poder. Los había subestimado y ahora pagaba un precio en sus propia carne. Mientras el paladín se puso en pie con esfuerzo y se acerco a Aiden el cual ya estaba de pie contemplando la escena.

  • Recuerdame que nunca, nunca, nunca, nunca te de motivos para matarme.

  • Quedan dos pilares -Añadió haciendo caso omiso a las palabras del paladín- Deberíamos volver al centro e ir a ayudar al flanco derecho o en el pilar del sur, no podemos perder el tiempo.

  • Lo se, necesito reponerme un momento -dijo destapando un vial de color rojo y lanzaba otro a su compañero- bebetelo, no me creo que eso que acabas de hacer no te afectase lo mas mínimo. Medio muertos no les servimos de nada.

  • Sea.- dijo asiendo su capucha dándolo por conforme- Aunque es una pena.

  • ¿El que?

  • De haber caído frente a esa hueste podría haberte traído de vuelta. Siento curiosidad por saber si seguirías portando esos poderes en la no vida. Tal vez lo comprobemos más adelante…

  • No bromees con eso -dijo el paladín- Aiden…¿estas bromeando no?¡¿Aiden?!

Pero el caballero de la muerte solo mantuvo su mirada al este, donde la batalla seguía aunque interiormente disfrutaba con la insistencia del paladín.

TIEMPO DESPUÉS, EN LA ZONA ESTE DE LA BATALLA

Habían conseguido llegar hasta la zona del segundo pilar, según les han informado Arnath y Valkhir se habían adentrado en las ruinas de un viejo edificio donde habían encontrado el cristal. Aprovechando la situación un tol’vir les informo d ellas ultimas novedades.

  • Como dije un grupo de valientes están intentando destrozar el segundo d ellos cristales, tras destruir el primero las tropas enemigas perdieron fuerza y se han empezado a desorganizar. Ig’nosh parece haber notado la perdida de poder, sus ataques ahora duran menos tiempo y ya no consumen tan rápidamente la vida de nuestros soldados, pero ha respondido con más dureza, ahora mismo se dirige a la zona centran con varios conjuradores y K’thir.

  • ¿Se sabe algo del cristal del sur, alguien ha podido destruirlo? - dijo el comandante

  • Según nos han informado un grupo de tol’virs y vaga-yermos han intentado atravesar sus defensas pero siguen resistiendo con mucha fuerza. No obstante, nos han informado que algunos refuerzos han llegado desde el río y parece que algunos héroes habrían podido infiltrarse donde reside el cristal. Si les diésemos tiempo podrían conseguir destruirlo con facilidad.

De un pequeño objeto salieron unas imágenes de un campamento, en el centro un pilar idéntico al que habían destruido estaba custodiado.

Pero antes de poder revisarlo con más detenimiento un nuevo grito resonó por el desierto mientras numerosas tropas volvían de la batalla del este.

-WWWWWWWWWWRRRRRRRRRRAGGGGGGHHHNAAAAAAA.¡N’Zoth iiyoq raz’tal’vsak! IIYOQ NEL’OTHK AR’AFGH!

Había sonado más fuerte que el anterior y notaron que gran cantidad de aqir correteaban o volaban sin rumbo desde la zona del segundo pilar. Al poco tiempo varios campeones heridos o manchados de vísceras empezaron a llegar, entre los que se encontraban unos cansado Valkhir y Arnath que sonrieron al ver a dúo.

  • ¿Pero que os ha pasado?, ¿Estáis bien? Esas heridas tendrían que tratarlas. ¿que ha pasado con el segundo pilar?

  • Estaba custodiado notablemente y oculto bajo la ruinas de una especie de templo. Pero resumiendolo, ha sido completamente destruido, fue impactante -dijo la paladina-

  • En cuanto se rompió, un aura empezó a desmenuzar y matar a todo sirviente de N’zoth que estuviese cerca cada aqir, ignoto o cultor moría en milésimas de segundo como su arrancasen su vida o su piel. ¿El primer pilar?

  • Destruido -soltó Aiden- Solo queda el ultimo al sur pero debemos ganar tiempo contra eso -dijo señalando al pulpo gigante-

  • Según me han informado hay alguien preparado para destruirlo pero debemos darle tiempo -dijo el comandante y, mirando al tol’vir- Que las tropas empiecen a reagruparse, los jinetes que se reagrupen en la retaguardia, quiero que hagan pequeños avances limpiando los costados y retrocedan. Los demás necesito que vengan al centro, ordena a los generales de la zona este y oeste que cierren un cerco alrededor de Ig’nosh, tenemos que cerrarle el paso como sea y ganar todo el tiempo posible. Tal vez atacándolo por todos los costados podemos frenarlo un tiempo, si al menos llegasen…

Un cuerdo resonó en la lejanía quedando en silencio rápidamente. Al poco tiempo, este repitió su sonido seguido de decenas de sonidos idénticos que sorprendieron al grupo presente y pareció molestar al ignoto gigante.

  • Ese sonido, ese cuerno no es del enemigo. -dijo el comandante el cual salio corriendo a una zona más elevada para observar la zona superior de Orsis- Por fin han llegado. Tu, cumple las ordenes debemos formar enseguida. ¡A que esperas lárgate antes de que te lance de una patada!

El tol’vir se apresuro a cumplir sus ordenes rápidamente con una sonrisa. Ese cuerno provenía de la zona del obelisco de la luna, una gran hueste venia desde ahí clamando a la batalla, llenando la esperanza de los corazones que quedaban en el desierto y dando una nueva oportunidad a todos ellos.

El ejercito de Ramkahem había llegado con una gran hueste en la que ondeaban banderas tol’vir, vaga-yermo, de la horda y la alianza entre otras. Los cuernos seguían resonando y fueron contestados por los redobles y cuernos de la Vanguardia de Uldum.

Justo en el momento que ambas ofensivas anunciaban la batalla y sintonizaban en un único sonido estridente en el desierto, en ese momento en el que cargaban rodeando al general ignoto que temía por esta nueva estratagema, cuando todo parecía poder conseguir sonó un grito y una explosión

- GGGGGGGGGGGGGGGRYYYYYYYYYYYYAAAAAAAAAAAHHHHHHHHH

El tercer pilar, había caído y numerosos enemigos murieron o huyeron con el. Ahora una nueva fase en la batalla empezaba, una nueva esperanza, una nueva oportunidad para Azeroth. La magia disminuía e Ig’nosh se tambaleaba por la perdida de poder, los tres golpes le habían asestado un duro contraataque que le pasarían factura.

El paladín vio la oportunidad y no dudo.

  • No os quedéis ahí -dijo al grupo- cargad contra ese pulpo, arrancarle los tentáculos, doblegarlo y demostrarle a N’zoth que una Azeroth unida no se rinde. ID, LUCHAD -Y, bajando de la colina cargo mientras era seguido por la vanguardia central añadió- ¡POR AZEROTH!
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GGGGGGGGGGGGGGGGGGGRRRRRRRRRRYYYYYYYYYYYYYAAAAAAAAAAAAAAAAGGGGGG

El inmenso ignoto parecía haber sufrido un decisivo golpe que eliminó todo vestigio de invencibilidad, lo que reconfortó a los presentes, al fin un halo de esperanza parecía vislumbrarse en la caotica cotienda

  • ¿Esta herido?, muere de una vez bicho.
    Una carga de aventureros, vaga.yermos, tol’vir, Alianza y Horda, liderados por un conocido enano subido a un carnero se dirigía al interior de las ruinas proveniente del río

  • ¿Thorim?, ¿No estabas herido?.

  • Tenemos problemas, huyamos.

  • ¿Que dices?

  • La Horda está aquí, seguiran mosqueados por lo de Ogrimmar

-WWWWWWWWWWRRRRRRRRRRAGGGGGGHHHNAAAAAAA.¡N’Zoth iiyoq raz’tal’vsak! IIYOQ NEL’OTHK AR’AFGH!

  • Se debilita, esto esta ganado.
  • ¿Vamos a huir como cobardes?, estamos desertando.
  • Nos quedamos en Uldum, pero si nos atrapa la Horda no serviremos para nada.
  • Parece que nos perderemos la celebración, pero ya te invitaré a una cerveza fresca en un lugar mas tranquilo Rhod.

- GGGGGGGGGGGGGGGRYYYYYYYYYYYYAAAAAAAAAAAHHHHHHHHH

  • Estan cayendo como moscas, mira con tiembla ignosh.
  • Esa voz me suena mucho.

  • Tenemos problemas, otra vez. Un escuadrón de la Alianza y la Horda conjuntos se acercaron a ellos por la callejuela en la que se encontraban

  • ¡Aparten que cargamos!

  • ¡Vayan al frente!, espera… Uno de los lideres orco montado en un huargo se detuvo ante ellos
    Vosotros me sois familiares.

  • No tenemos tiempo, hay que atacar a esa cosa ahora, deja a esos tipos Dijo un humano montado en un caballo negro cubierto de placas

  • Esto es un caso de la Horda, hay un par de individuos buscados por unos incidentes recientes en Ogrimmar, y estos 2 se parecen mucho.

  • ¿Incidente en Ogrimmar?.

  • Más tarde os lo contaré, vosotros 2, identifiquesen.

  • Thorim Yunquetemible.

  • Andorus Mareastemible.

El orcó miró los carteles de fugitivos, miró de reojo a los sospechosos, de nuevo a los carteles y tras un amargo silencio bajó de su montura

  • Sois Drethz y Biroz no, quedais detenidos por infiltración, altercados publicos, asesinato de un soldado de la Horda y fuga, detengalos.

  • ¡No tenemos tiempo para esto, tenemos que matar a esa bestia ya! Dijo el lider humano conforme el descontento aumentaba en las filas de la Alianza

  • Mire, estamos en armisticio, pero la justicia de la Horda se expande por toda Azeroth, y estos 2 son criminales muy buscados, tenemos que devolverlos a Ogrimmar para que cumplan su sentencia.

Un nutrido numero de soldados de la Horda rodeadon a los 2 fugitivos con alabardas y otras armas mientras el descontento aumentaba entre las filas de las 2 facciones

  • Esta Alianza colabora con criminales, nunca debimos confiar en ella

  • Estos salvajes solo piensan en matar a los nuestros.

  • Solo quiero machacar insectos, van a matar al grande sin mi.

  • ¿Por que estamos colaborando con los que arrasaron Teldrassil?

  • Biroz, preparate.
    Un martillo de luz precipitó sobre la cabeza del lider humano mientras una granada de humo desconcertó a los soldados de la Horda

  • ¡AHORA!.El enano quedó rodeado de un escudo de luz que lo protegió de varios golpes de alabarda y espadas provenientes de ambas facciones

  • Ahora tu eres el loco. El kultirano se lanzó con un salto de sombras a la espalda del lider humano, lo tiró del caballo y ayudó a subir al enano
    ¡Arre!, El caballo con estandarte de la Alianza salió en dirección al enorme ignoto mientras Alianza y Horda conjunta les perseguían

El enano observó una torre inclinada en ruinas al borde del colapso

  • Corre más rapido.

  • Bien.
    Imploró a la Luz para que la torre colasapse, lo que resultó en un enorme martillo de Luz que impactó con esta, haciendo que se viniese abajo, bloqueando la callejuela en el tramo vacio entre ellos y el ejercito conjunto

  • ¿Muertos?.

  • No, pero hemos ganado tiempo.

  • Recapitulando, ahora nos busca la Alianza, la Horda y el Imperio Negro.

  • Si.

Cabalgaron hacia el frente de nuevo, alejandose de ese ejercito que se vio obligado a callejear buscando una nueva salida

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En el ambiente de la inhóspita sala en ruinas se mascaba la tensión.
Las sombras campaban por casi todo el recinto.
La luz de la enorme luna llena que reinaba en la noche iluminaba débilmente la instancia penëtrando por las ventanas entabladas y algunos orificios en las paredes y el techo abovedado.

Aquel silencio era insoportable para Nhail … envuelto en su capa oscura, no paraba de mirar a todos los rincones con el fin de mantener la mente distraída y relajar los nervios que desde hace horas soportaba su cuerpo.
La punta de la flecha de su mejor amigo que llevaba al cuello estaba fría, más de lo normal, lo sentía de continuo en cada respiración, en cada latido.

Le dolía la mano de sujetar con fuerza las empuñaduras de las fantasmales Myrkur.
Cada poco tiempo tendía el brazo hacia su pecho hasta que sus dedos tocaban las frías cuchillas arrojadizas, sabía de sobra que seguían ahí pero el gesto era gratamente tranquilizador.

Respiró profundamente y cerró los ojos por un instante … de vuelta a la realidad comprobó que Kyralash estaba en la misma situación, sumidos en la oscuridad … pensativos.
Giró la cabeza hasta el ventanal que tenía a su izquierda y tras unos segundos se dirigió lentamente a él dando pequeños pasos que apenas eran audibles a pesar del mal estado del suelo y la inmensa cantidad de escombros y demás muebles que yacían esparcidos.

Llegó justo al borde situándose cautelosamente a un lado para observar, la abertura llegaba poco más arriba de su cintura … inclinó la cabeza y apoyó la mano en el muro, desde ahí podía ver un barracón y un par de calles bordeadas por hileras de casas por las que danzaba una niebla densa y se sumergían en la oscuridad.

La luna bañaba el pueblo en ruinas dotándolo de un aspecto más fantasmagórico de lo que de por sí tenía.
Algo más allá del centro de la plaza llamó su atención, fijó la vista en el punto y puso todos sus sentidos a trabajar, tras unos segundos una mano se posó en su hombro derecho y le hizo dar un respingo mientras un escalofrío recorría todo su cuerpo, estuvo a punto de gritar del sobresalto pero la experiencia lograda durante años ahogó cualquier sonido. Se giró inmediatamente y quedó encarada con el rostro de su fiel amiga.

  • No te acerques a las ventanas —– dijo susurrando —– no son seguras.

El experto asesino dejó escapar un suspiro y asintió levemente, la mano de Kyralash soltó el hombro y éste se volvió cabizbajo al centro de la instancia.
Kyralash apretaba con fuerza ambas manos en la empuñadura de la espada que colgaba de su cintura, soltó un bufido captando su atención.

  • ¿Qué esperamos exactamente? – se atrevió a preguntar rompiendo la tensión con un susurro que atravesó la distancia que los separaba de aquella Acólita del martillo crepuscular.

Estaban ansiosos por obtener alguna respuesta que diera un motivo a la interminable espera y poder llegar a Feralas de una vez.

Recobrados tras un momento miraron hacia la figura de la mujer con más esperanzas de obtener una represalia que una explicación. Para sorpresa de todos ésta se giró suavemente y avanzó un par de pasos hacia ellos. Las respiraciones se aceleraron, Nhail tragó saliva y guardó la daga.

Dispuestos en semicírculo y con los ojos bien abiertos el dúo prestó toda atención a la dama. Ella los miró reparando un poco más en Nhail.

  • Esperamos a que llegue la oportunidad … —- se pronunció con voz suave — de salir de éste maldito pueblucho — giró la cabeza hacia una de las ventanas e hizo una pausa — vivos.

  • Llevamos aquí horas y puedo decir firmemente que ahí afuera no hay nada más que la noche — dijo ella a modo de protesta con voz baja.

La acólita le dedicó una mirada asesina y enarcó las cejas.

  • ¿Acaso sabes lo que esconde la oscuridad?.

Las palabras de la mujer crearon más preocupación, Nhail no se atrevió a lanzar una réplica y bajó la cabeza, llevaba muchos años de batallas, escaramuzas y aventuras por medio Azeroth pero aquel lugar infundía respeto propio.

Un fuerte ruido los sacó del trance de pensamientos, sonaba como una vieja puerta de madera hecha pedazos tras un potente golpe, se giraron hacia los ventanales de donde procedía el estruendo, Kyralash soltó la hebilla que sujetaba su espada y la amarró fuertemente con ambas manos mientras Nhail desenfundó casi al unísono a las Myrkur.

  • Nuestro silencio no ha funcionado — acto seguido arrojó la capa al suelo dejando al descubierto su peculiar armadura que emitía débiles destellos verdes — ¡Acabamos con ella o vendrán muchos más!

La elfa se dirigió a la puerta más cercana y derribó lo poco que quedaba de una patada.

A unos veinte metros calle arriba un grupo de una decena de seres escupía maldiciones entre gruñidos, aquellos trozos de carne no superaban los cinco pies de altura.

La mujer levantó una mano y una nebulosa comenzó a tomar forma.

Todos los esbirros menos ella cargaron hacia el edificio enloquecidos.

  • ¡ El elfo es mío, abatir a su compañera ! — gritó la dama.

Kyralash tomó posición y se preparó para arremeter a la primero que llegara. Nhail se paró en seco a su lado con un grito arrojando un par de cuchillas que impactaron de lleno contra uno de los seres destrozándole el pecho, la primera cuchilla se clavó en el cráneo de otro derribandolo y haciendo tropezar a la pareja que le seguía.
La elfa había desaparecido usando sigilo por momentos hasta que irrumpió desde un lateral con un potente salto creando la confusión entre los enemigos. Su espada bailaba destrozando a una velocidad vertiginosa.

Nhail acabó rápidamente con tres esbirros más en un frenesí de golpes rápidos y precisos mientras el cuarto ya tenía otra cuchilla en el cuello.

  • Hecho, no podemos hacer nada más por este pueblo, aquí no queda nadie con vida y los que quedan están totalmente corrompidos, tenemos que descansar y volver a Uldum con los nuestros, no creo que Halduron esté de buen humor sabiendo que dos de sus mejores exploradores se han desviado de la misión.


Continuará …

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Belter jugaba con la moneda pasandosela entre los dedos mientras caminaba por la ciudad, debia buscar un arqueologo para conocer mas de ella. Sentia agradecimiento pero a la vez se sentia abrumada.

Caminaba ensimismada en sus propios pensamientos cuando le llamo la atencion un tumulto al rededor de un tablon de anuncios. Se acerco curiosa a ver los carteles mientras escuchaba los cotilleos de los alli presente. Algunos hablaban sobre una asesinato con indignacion, no entendian que pasaran esas cosas en los tiempos que corrian, sin embargo lo que le preocupo a Belter fue una notificacion sobre una investigacion de apuñalamiento a un miembro del IV7, reclamaban cualquier tipo de informacion… Sabia de que se trataba, ella misma lo habia hecho en su primera visita a la cuidad.

Tiro del anuncio, se lo guardo y decidio ir a hacer una visita a esa posada.

El local estaba concurrido, solo estaba el camarero, muy atareado, en la pequeña barra del anexo de la taberna; no reparo en su presencia hasta que estuvo cerca de el. Belter le dedico una sonrisa, gracias a el habian conseguido un buen tesoro, aunque el no parecio reconocerla. No hasta que entablaron conversacion y el hiló los acontecimientos con la puñalada en la habitacion, fue entonces cuando le cambio la expresion y a buscar con la mirada por toda la estancia.

–¿Que haces? – Dijo la elfa que habia notado su nerviosismo

El camarero hizo un gesto con la mano a un guardia para que se acercara, ella se giro y lo vio venir con cara de pocos amigos.

–Yo que tu no haria eso.

–Eres muy buscada elfa.

–Tambien soy muy alabada ultimamente, en serio, mas te vale inventarte algo o te arrepentiras.

– No puedes venir a mi ciudad y amenazarme, por lo que a mi respecta tienes una deuda con la ley.

–Oh vamos! hieres mis sentimientos – Dijo ironicamente.

El guardia Tolvir llego hasta la barra, la expresion de su cara rapidamente cambio al reconocer a la elfa, el camarero quiso interrumpir, pero le fue imposible.

–Eres tu! te invito a algo como agradecimiento, tienes que saber que todo el oro esta siendo bien utilizado. Estamos reforzando las murallas, haciendo mejores armas y armaduras, ademas de rehubicar el campamento medico y ampliarlo. Greinyad querias algo? ponle a esta elfa lo que quiera.

El camarero abrio la boca para acusarla pero ella le interrumpio.

–Gracias, no tomare nada, solo estoy de pasada, resulta que tengo informacion sobre este anuncio y queria contrastarlo con el posadero, aunque no esta aqui en estos momentos.

Belter con una sonrisa maliciosa saco el papel y se lo mostro al Tolvir, lo llevo a un lado y, susurrando, le dio la descripcion del camarero del bar como posible culpable, dando detalles inventados de lo que paso el dia que estuvo alli, aunque fue bastante coherente y convincente. Greinyad no les quitaba ojo de encima y a ella le divertia de alguna manera la situacion. Sabia que su relato tenia un cabo suelto, el miembro de IV7, y sabia que tenia que encontrarlo antes que nadie para que su engaño no fuera descubierto.

El guardia anoto toda la informacion inventada mientras miraba de reojo al camarero, la registro como testigo y salio diligentemente a buscar refuerzos, ella a su vez, sonrio a Grainyad y se despidio con la mano.

Mas tarde en la habitacion de Mordacae.

Belter estaba sentada en el suelo con las piernas cruzadas, tatareaba dulcemente una melodia mientras ojeaba un libro que tenia en su regazo. La suave brisa que entraba desde la ventana hacia corriente con la puerta abierta de la habitacion, su pelo bailaba con el airecillo y le acariciara la cara, ajena al ajetreo del piso inferior.

Mordacae la encontro cuando iba a entrar, no dijo nada para no llamar su atencion y la contemplo desde la puerta durante unos minutos en silencio. De repente Belter le hablo sin apartar la mirada del libro.

–¿Sabes? cuando estas cerca me encuentro mejor.

–Nunca te habia oido cantar.

–Me alegra seguir sorprendiendote.

La forma de hablar de la elfa era relajada, aunque habia algo extraño que a la gnoma le era ya familiar, la habia estado observando desde que comenzaron sus dolores de cabeza y tenian una dinamica clara. Mordacae reparo en el libro que tenia Belter en su falda, el encuadernado en piel humana con hojas amarillentas, ella lo miraba con mucha atencion, se acerco y le puso la mano en su hombro, haciendo que saliera de su mesmerismo.

Mordecae pensaba que debia hablarle de Kmils.

Sus ojos se encontraron y se entendieron sin palabras, pero inesperadamente Belter cambio su rostro placido a un gesto de dolor. Se llevo la mano a la cabeza y la escondio entre sus hombros. Una caliente gota de sangre emano de su nariz y cayo en las paginas del libro.

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El libro absorbió avidamente, la pequeña gota de sangre y reacciono ante ella como si la fuera esperado durante eones. Con un inquietante temblor, el oscuro libro empezó a reflejar un brillo extraño y levitó. Los enigmáticos rayones e indescifrables signos serpentearon por las mortecinas hojas, cambiando, moviéndose y arremolinándose para formar palabras, grifos y dibujos, escritos en una lengua oscura y casi olvidada por el propio tiempo.

El fuerte dolor golpeo con fuerza a la confusa belter, pero pudo ver con el rabillo del ojo la reacción del libro y lo que las páginas le mostraban. Por un momento creyó entenderlas. Pero todo fue rápido y fugaz, el pequeño brazo de Morda la agarro con mayor fuerza y tiro empujándola fuera.

Con un súbito golpe, el libro absorbió energía y por un momento de quietud, Belter vio como el libro crepitaba, antes de que la gnoma dejara de arrastrarla y saltara sobre ella con estrépito.

La explosión hizo retumbar toda la posada, pero al margen de algunos desperfectos en muebles, ademas de puertas y ventanas descolgadas, no hizo daños de consideración.

El libro intacto, incluso con mejor aspecto, yacía sobre el suelo, en el centro de la habitación, como si no fuera pasado nada.


Varias horas mas tarde…


Aun afectada y magullada, Belter volvió en si en el salón comunal de la posada. La gnoma, con una pesada mochila a sus hombros, estaba de pie sobre la mesa, mirándola mientras paladeaba, una robusta piruleta de mora.

– Que ha pasado? – Belter observó que llevaba puesta una toga diferente y su mochila estaba lista a su lado, mientras se tocaba la frente, aún dolorida.

– Creo que eres una genio… el libro no me daba las respuestas que necesito, por que esta descargado!!, necesitamos darle poder y me temo que no le vale el eléctrico… – La gnoma miraba muy atentamente a Belter, con ojos analíticos.

A Belt no se le escapó el detalle de que la gnoma llevaba enganchado en su ropa, el amuleto con forma de estrella que tenia el poder de cegar momentaneamente y que encontraron en la sala del tesoro.

– Y cual es el plan? – Dijo revisando con curiosidad los bolsillos de la túnica, donde encontró múltiples pociones de sanación y material medico que tenía hasta instrucciones pegadas en ellos.

– Bueno… Se puede recargar con almas o!! con sangre de alto octanage!! En este caso, creo que se donde buscar algo de poder latente… – La gnoma no despegaba el ojo de la elfa.

– De acuerdo… donde es ese lugar?? – Vio un comunicador cosido al cinturón de la túnica y empezó a toquetearlo.

– La pregunta es si estas bien… – La gnoma la miro mas de cerca acercando la cara. – Lo mismo es mejor que descanses aquí preciosa…

– Pronto tendré la capa que insististe que consiguiera… si esperamos un poco…

La elfa se fijó que en el pecho, al lado de su broche familiar que contenía la piedra de Bel, lujosamente decorado y con el mecanismo que morda le había puesto… De una curiosa cadenita de extraña forma (De un material que ella desconocía), colgaba el reloj de arena encontrado en las cámaras de los origines.

– Kmilis está recuperándose en su habitación. Hablaras con ella y nos dará la capa mas tarde… Es urgente acelerar la investigación del libro… La corrupción no será un problema donde vamos… – Finalmente la gnoma sonrió. – Pongámonos en marcha!

La gnoma saltó de la mesa en dirección a la salida.


Una hora y 12 minutos después…


Ambas volaban a favor de viento, el aire a aquella altura era limpio y mientras mas lejos de Orsis, mas sol y calma reinaba a su alrededor.

La gnoma conducía un brillante maquina voladora turbo-alimentada rosa. Con llamativos stikys de unicornios que brillaban al sol. Belter, por insistencia de la gnoma, había aceptado no ir en su pegaso, y estaba sentada de copiloto. La gnoma temía que se desmayara en pleno vuelo.

Las corrientes de aire se agitaban cada vez mas, y el frió aire parecía estar cargado de electricidad estática. Pronto tuvieron a la vista su colosal objetivo.

El trono de los cuatro vientos.

La inusual pareja, dejó su llamativa montura en la puerta y atravesaron el portal que comunicaba con el plano elemental del viento.

El lugar era hermoso. Grandes pilares de marmol blanco suspendidas en las alturas, en diferentes atrios interiores, donde los elementales socializaban.

– Pensaba que habría vigilancia… – Dijo belt mientras mascaba chicle.

– El lugar fue saqueado hace tiempo y los elementales de aire son muchas cosas… pero no muy organizados. Se debaten en una guerra interna… – Sacó un pequeño mapa y belt se acerco a mirar.

– Ves?? estos son pilones interconectados por corrientes de aire… he traido mi gancho gnomico… hay que cruzar hacia esta parte… procuraremos no llamar mucho la atención. Muchos son débiles pero otros son fuertotes.

– Y como conseguiremos la energía para el libro? – Dijo Belt mirando el plano y sus alrededores, con mirada de decisión.

– Bueno, mi atractiva compañera… eso es simple. Esencia elemental, habrá que buscar, seguro que hay a espuertas… espero! – La gnoma se metió la piruleta en la boca con gesto sereno.

Ambas se prepararon, aunque la desconfianza de Belt por las alturas era notable. La gnoma se acerco al precipicio y con su lanza ganchos disparó a la torre mas cercana, conectó su sujeción de seguridad de su cinturón y Belt hizo lo propio.

El balanceo en las alturas fue divertido y ascendieron hasta una cornisa donde se divisaba un elemental que deambulaba por la zona por la que debían pasar. Ambas se miraron.

Con un poco de agilidad, se agarraron al saliente de la torre y se prepararon para intentar un rodeo. Con mucho cuidado lanzaron otro gancho y repitieron la jugada… Pero un ronco sonido se escuchó!.

Con golpe seco, el cinturón de la gnoma se rompió cayendo.

Solo los rápidos reflejos de Belt la libraron de una muerte segura. Con la gnoma cogida por una pierna, la elfa contuvo la respiración un segundo.

– Uhh!! Casi me eswarró!! – Gritó la gnoma que ondeaba de la mano de belt cual muñeca de trapo.

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—¡Por Azeroth!

Aiden no dudó ni un momento en lanzarse junto al valiente paladín. Junto a Arnath y Vahlkir, los cuatro campeones formaron una imparable punta de lanza que dividía los mares de aquir como si de la Piedramar se tratara. El terrible jucio de la Luz y la magia sagrada devastaba a todo hijo del Vacío que se cruzara en su camino, reflejándose en el hielo del arsenal cristalino que volaba a su alrededor como un enjambre de muerte y destrucción.

La vanguardia de Uldum había recobrado su arrojo y su fiereza, arrasando con los confusos y asustados aquir que intentaban mantener como podían su posición, empujados por la oscura y terrible voluntad del colosal ignoto que, por fin, había decidido mancharse las manos.

Silencio regresó a su maestro empapada de sangre ignota que se congeló en cuanto su mango acarició los dedos enguantados. El frente del ejército de N’zoth estaba desquebrajándose como la pintura vieja, pero uno de sus flancos, el más cercano al Obelisco de la Luna, parecía aguantar demasiado bien en embate combinado.

—¿Se puede saber a que juegan las facciones? —gruño Félix en voz alta.

—¡Mirad! Hay un destructor obsidiana luchando contra ellos.

—No es suficiente como parar a ambas facciones tanto tiempo —dijo Aiden con el ceño fruncido—. Voy a ver que ocurre.

Con el beneplácito del comandante, Aiden salió de la formación a paso ligero, dirigiéndose hacia el gran obelisco que se alzaba desafiante contra las nubes negras de Ihg’Nosh. Su movimiento no fue pasado por alto por los aquir, que vieron al solitario caballero de la Muerte como una presa fácil.

Unas cuantas criaturas cargaron contra él, ansiosas por derramar sus entrañas. Sus colmillos rezumaban veneno de Vacío y sus mandíbulas traqueteaban con un desagradable soniquiete musical.

La respuesta de Aiden no fue girarse para luchar, sino todo lo contrario. Extendió el brazo izquierdo, emanando vapores azulados como si de una bengala se tratase. La tierra tembló con delicadeza bajo las patas de los aquir un instante antes de que un charco de escarcha serpenteára bajo sus pies, dejándoles pegados al ruinoso adoquinado de Orsis y a merced de la carga del oscuro corcel recién llegado de las Tierras Sombrías.

Con un hábil salto, sin dejar de correr, Aiden subió sobre la grupa de Tormento y galopó raudo y veloz sobre las arenas, con Silencio dando buena cuenta de los enemigos que se cruzaban en su camino.

Los rugidos del destructor obsidiana hacían temblar el suelo, mientras Horda y Alianza se enfrentaba a él y a sus súbditos… a su peculiar manera.

Las tensiones entre ambos bandos habían crispado el aire, y aunque estaban centrados en derrotar a la terrible criatura y sus huestes, no cabía duda de que se lanzarían al cuello del otro en cuanto tuvieran ocasión. La Cuarta Guerra había acabado, pero solo un necio pensaría que los odios y el resentimiento forjados en sus fuegos iban a desvanecerse sin más.

Tormento cruzó el campo de batalla embistiendo a todos los enemigos de Azeroth que se encontraba, abriendo un camino hasta el destructor. Aiden saltó de su montura y Silencio aterrizó en el cráneo de un K’thir.

La arrancó sin miramientos, llevándose parte de los sesos con ella, y rugió una pregunta.

—¿Se puede saber que haceis, necios?

—Intentar no matarse entre ellos —dijo uns voz familiar tras él—. Puede que nuestra presencia haya causado un pequeño incidente diplomático de nada.

Aiden se dió la vuelta sin ocultar su sorpresa. Tras él, jadeando y salpicados de sangre, estaban Rhophy y su compañero de Kul’tiras.

—A veces pienso que el mundo estaría mejor sin esa chusma de facciones. Aún así, me alegra ver que seguís en pie. Aunque no veo a Kyranastraz…

—Eh… ya. Sobre eso… ¿que te parece si primero matamos al destructor?

Aiden enarboló su guadaña como respuesta.

—Sabias palabras.

Los tres se prepararon para lanzarse contra el destructor, pero una voz áspera les detuvo justo antes de actuar.

—Ahí estais, piltrafas. La justicia de la Horda no ha de esperar —dijo el líder orco. Era de gran talla y estaba cubierto de cicatrices.

—Maldita sea la tu Horda —le recriminó el otro recien llegado, un alto mando de la Alianza—. Incluso ahora intentas ejecutar a miembros de la Alianza.

—¿Y quien me lo va a impedir, humano?

Silencio golpeó el suelo con fuerza, llamando la atención de todos los presentes. Creó una espada de hielo y, con un rápido movimiento, la puso sobre los hombros del sorprendido paladín. Luego hizo lo mismo con el kultirano.

—Os nombro a ambos miembros de pleno derecho de los Defensores de Azeroth. A partir de ahora servireis a Azeroth y solo a Azeroth. Si alguien —dijo clavando la mirada hacia ambos militares— intenta algo contra ellos responderá ante el Portavoz. Y si no dejais de luchar entre vosotros en este mismo momento respondereis ante Silencio. ¿Me he explicado con claridad?

Ambos militares, con el rostro pálido, asíntieron con timidez y se dirigieron, juntos, de nuevo hacia el frente.

—Creo que íbamos a tumbar un destructor antes de esta interrupción.

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